Ética y Moral


Eutanasia: incovenientes


INCONVENIENTES DE LA EUTANASIA

Es indudable, a mi manera de ver, que el primordial derecho que puede asistir hoy a todo ser humano es el de la vida, pero cuando se ve afectado por unas condiciones de salud lamentables, que llevan a quien las padece a verse en una situación en la cual se ve recluido en una unidad de cuidados intensivos, de la cual no se sabe si saldrá, donde su existencia esta en la cuerda floja, donde puede existir una salida irreversible, donde la existencia dependerá en el futuro de medios extraordinarios, conectado a maquinas como el respirador artificial, cabe preguntarse si se esta cuidando la vida o prolongando la agonía que nos puede llevar a la muerte.

Al opinar sobre la despenalización de la eutanasia hay ciertos puntos a tener en cuenta ya que puede haber intereses de todo tipo en la muerte de una persona, sobre todo económicos. Desde ese punto de vista habría que tener mucho cuidado y examinar bien los casos asegurándose de que la persona que quiere la muerte lo diga por sí misma y de forma reiterada. Esto será difícil en muchas ocasiones pues hay personas que pueden estar conectadas a una máquina y no pueden decirlo por ellas mismas. En ese caso, como dice el autor, es de una mayor prudencia que sea el doctor él decida sobre la muerte o no de la persona ya que, como he dicho antes, es posible que la familia tenga intereses de diversos tipos en que su familiar pierda la vida.

Con todo esto en cuenta sigo pensando que la despenalización de la eutanasia daría lugar a que el hombre tenga una libertad total sobre su cuerpo que le permitiría hacer con su vida lo que quisiera. Eso no quiere decir que yo lo hiciera pues no me he encontrado nunca en una situación límite. A parte ahí que pensar en que se pueden dañar los sentimientos de otras personas.

Estoy de acuerdo con el autor en que la decisión de llevar a cabo la eutanasia puede no ser libre y estar influida por las personas que están a su alrededor, pero no por lo que hayan podido decir sino por lo que pueda imaginar el enfermo que puedan estar pensando sus familiares. Y por esto se puede llagar a la conclusión de que el sufrimiento es más psicológico que físico y, de esa manera, cometer un error. Entiendo, en esta situación, que es muy difícil decir si esa petición es sincera o no. Pero de todas formas si lo que importa más al enfermo es la familia y considera que su vida ha llegado a unos límites incontrolables, tiene que tener la oportunidad de hacer con su vida lo que más crea conveniente.

Después de este análisis que he hecho a partir de la ayuda del libro, creo que ha de ser muy duro lo que se tiene que vivir cuando eres un enfermo terminal o tetrapléjico para llegar a tomar esa decisión y es por eso por lo que hay que tener el derecho a la muerte igual que se tiene a la vida.

En el tema tratado en el Capítulo 2, dignidad humana, se definen dos posturas, una a favor y otra en contra de la eutanasia. Una dice que la dignidad se encuentra en el hombre desde que nace hasta su muerte, natural claro, sin distinción alguna en las etapas de la vida. La otra dice que la dignidad la poseen más unos que otros y que esta sufre alteraciones en el transcurso de la vida, pudiendo llegar a desaparecer. Es ahí cuando la eutanasia toma protagonismo. Se utiliza para provocar una "muerte digna", digamos que

 

para premiar a la persona por la vida indigna que ha llevado provocado por algún tipo de enfermedad.

Ante estas dos posturas quiero decir que no me considero ni de una ni de una ni de otra. Creo que la dignidad la poseen todas las personas, sin distinción alguna, y no desaparece por muy mala que sea la situación en la que se encuentren estas debido a un mal trabajo, maltratos, entre otros. La dignidad es lo que da fuerzas para luchar contra eso que consideres que nadie merece. Esto pertenecería a la primera postura. Pero creo que porque decidas no vivir no significa que la razón por la que lo haces sea porque has perdido su dignidad. Puede que parezca que me contradigo pero lo único que quiero es apoyar que cada persona puede hacer lo quiera con su vida, siempre y cuando sea por una razón muy justificada como en los casos concretos en los que se puede permitir la eutanasia. En esta decisión se puede tener o no en cuenta los sentimientos de los familiares.

En relación con lo que dije antes, sobre que las personas que desean morir lo hacen más por el sufrimiento psicológico que por el físico, quería resaltar la conclusión de Henri Caillavet: "Sin embargo, existe un sufrimiento que no se puede controlar porque es existencial, es un sufrimiento psicológico, sentimental; ya no quiero vivir, me he cansado de vivir. Mi vida ya no me parece una vida normal, no comunico con el mundo exterior. Por tanto, si sufro, tengo derecho a pedir la muerte. Y eso es lo que hemos escuchado muy a menudo que hacen los holandeses. Por tanto, como ese dolor no se puede controlar, nosotros decimos que la persona que está sufriendo desde un punto de vista existencial tiene derecho a pedir su propia muerte a condición de que esté lúcida y de que insista en la petición".

Estoy totalmente de acuerdo con las palabras de Caillavet. Supongo que piensas en morir cuando no te sientes útil y que eres un estorbo. Pero aún así se sigue teniendo una razón para vivir que es la familia. Si tienes amor a tu alrededor, que es lo que hace sentirse bien, se puede soportar todo. Esta sería mi conclusión sobre la frase.

La eutanasia, al igual que el suicidio, se basa en la autonomía del sujeto. Pero en ningún caso este acto es autónomo pues una persona que quiere la muerte no es consciente que no lo hace por voluntad propia sino que han sido una serie de hechos que le afectan directamente y que han hecho que la vida sea lo que el sujeto no quiere que sea. Así también lo aprueba Kant. Otro hecho que afirmaría esto sería que "la inmensa mayoría de las conductas suicidas derivan de trastorno mental, al menos en un 95 por ciento; hay un 70 por ciento que derivan de depresión; hay otro porcentaje más pequeño relacionado con el alcoholismo y las drogodependencias, y lo hay también con la esquizofrenia. Se dan casos de suicidios relacionados con crisis internas, personales, así como con enfermedades somáticas. Y, desde luego, resulta difícil ese suicidio debido al balance existencial, que sí puede existir, que podemos aceptar que exista, pero desde luego como excepción" como dice el jefe de servicio de psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón de Madrid en capítulos posteriores. Con estos datos estadísticos podemos confirmar que siempre hay algo que te lleva a pensar en la muerte, no es voluntad.

En cuanto a la definición de eutanasia, tema del Capítulo 3, me queda con la de Ana María Marcos del Cano: "La acción u omisión que provoca la muerte de una

 

forma indolora a quien, sufriendo una enfermedad terminal de carácter irreversible y muy dolorosa, la solicita para poner fin a sus sufrimientos".

Aunque también acepto muy por encima de la definición que el autor apoya, la de Jiménez de Asúa: "La muerte tranquila y sin dolor, con fines liberadores de padecimiento intolerables y sin remedio, a petición del sujeto, o con objeto eliminador de seres desprovistos de valor vital que importa a la vez un resultado económico, previo diagnóstico y ejecución oficiales".

La de este último está muy bien definida en cuanto a que trata los puntos fundamentales que se tiene que tener en cuenta en la eutanasia, pero me parece demasiado dura, sobre todo a partir de objeto eliminador y definiendo a las personas que realizan este acto como sin valor vital con tono despectivo. Esta definición me hace suponer que el autor de tal definición es más contrario a la eutanasia que favorable a ella. En todo caso me quedaría con la de Marcos del Cano, e incluso le añadiría algo sobre los puntos tratados en la segunda pero de forma más suave, no dando a entender que es un acto inhumano, sino de una forma objetiva para que cada uno pueda pensar por si mismo y no esté condicionado por las palabras del que lo escribe.

Otra de las cuestiones que se tuvo en cuenta al plantearse la despenalización de la eutanasia fue la de quién debería ser la persona que proporcionara la muerte al enfermo que la solicita, si el personal sanitario o la persona que él considere oportuna. Pues bien, según Caillavet "¿quién les ha dicho a ustedes que la eutanasia es un acto médico? Sólo lo dicen los médicos. La eutanasia es un acto cultural, es un acto ritual que se interpreta a través de la cultura". En cierto modo estaría de acuerdo con que la pudiera llevar a cabo otra persona que no fuera el médico, por ejemplo la familia, pero al no saber qué clase de gente es la que va a provocar la muerte sería más responsable que lo realizara un médico. Esto es debido a los intereses que pueda haber, en el caso de que los halla, en la muerte del enfermo. Pero como para que se realice la eutanasia es necesario que el sujeto lo diga reiteradamente, no habría ningún problema en que lo hiciera alguien cercano a él y, de todas formas, si no se está muy conforme, que lo haga con el personal sanitario indicado para esto de supervisor. Esta sería mi solución.

En todo este asunto siempre hablamos del paciente y su papel pero que hay del médico y la función que desempeña. Parece tratado como objeto y no como sujeto. Así el autor le da cierta importancia al tema y lo considera en un capítulo. Es importante saber como se siente el médico con la idea de matar una persona cuando la que tenía al dedicarse a esta profesión era la de salvarla. Así "el fin de la actividad médica no sólo es el de curar" como dice el autor en el Capítulo 10. Pero en el caso de la eutanasia el médico tendrá que adaptarse a la situación pues así lo requiere esta práctica. Con todo esto quería decir que me ha parecido interesante y que coincido con la opinión del autor.

El contenido del Capítulo 6 es, para mi entender, el más significativo al hablar de la eutanasia. Se trata de la voluntariedad de la eutanasia. La eutanasia para considerarla como tal, tiene que ser necesariamente pedida por el paciente para saber que es voluntad de éste y, además, esta petición debe ser reiterada para poder confirmar que es lo que en realidad quiere y que no ha sido demandado en un momento de confusión. Todo esto sería en el caso de que la eutanasia fuera despenalizada, pero para llevar a cabo esto, primero se tiene que hacer un estudio de todas las consecuencias de

que se darían en el caso de que se realizara la eutanasia. Lo más difícil de todo es cuando el enfermo no está consciente o no puede emitir su opinión por cualquier razón. En esta situación yo no podría decidir por alguien que no sé lo que piensa al respecto. Si conoces mucho a esta persona y estas seguro de lo que quiere porque lo haya dicho alguna vez antes de estar en esa situación o por alguna otra razón, todavía dudaría porque a partir de ese error podría sufrir más personas. Aunque si no se sabe la opinión de la persona después de muerto, no perjudicará a nadie, sólo al que tomó esa decisión si en verdad no estaba seguro de lo que estaba diciendo.

A partir de esto, Fernández-Crehuet saca su conclusión diciendo: "...el fundamento real de la eutanasia voluntaria e involuntaria es la falta de valor intrínseco que se atribuye a la vida del enfermo". Querría decir que al tomar una decisión por un enfermo incapacitado para dar su opinión, se está considerando que su vida ha dejado de tener el valor que tenía. Para este problema se da la solución de los testamentos vitales que se harán para especificar en que situaciones se quiere la muerte. Esta solución quitaría muchos problemas de moral y, sobre todo jurídicos. Pero el autor, al igual que yo, está de acuerdo en que estos testamentos son muy anticipados al momento en el que se cuestione la utilización de la eutanasia ya que no se piensa igual cuando estás bien que cuando se tiene una enfermedad terminal.

Este tema es muy interesante porque trata las bases de la eutanasia. Por eso se vuelve a retomar el tema de la autonomía, claro está, por su relación intrínseca con la voluntariedad. La opinión del autor concuerda con la de Francesc Abel que dice que "ciertas decisiones voluntarias en torno a la eutanasia expresan una ausencia de libertad, en su sentido más propio, del paciente vulnerable, que se ha visto conducido a este estado, o se mantiene en él por deficiencias sociales". Lo que dice Pellegrino viene a decir lo mismo: "los enfermos sufren no sólo por el dolor sino también por la situación de dependencia y por el peso de la carga que recae sobre los demás. En este contexto una sugerencia de eutanasia, pronunciada por un tercero, actúa sobre un sujeto que difícilmente puede definirse como libre". Puede que todo esto sea verdad, pero lo será un número determinado de personas que por su personalidad o por su forma de pensar se dejan influir más o menos por terceros u otros asuntos. Pero habrá gente que tome una decisión, que en realidad es su deseo, y no le gustará que esa decisión se tome a la ligera porque se piense que no ha sido libre al elegir una cosa u otra.

En cuanto al tema del derecho a una muerte digna yo diría que si me parece bien pero solo en los casos en los que el paciente tenga una gran necesidad de que se le conceda el deseo de la eutanasia. Pero entonces no sería un derecho porque los derechos están hechos para todos los ciudadanos por lo que ya no sería válida mi sugerencia. En realidad lo del derecho a la muerte sería, desde un punto de vista del que no supiéramos qué es la eutanasia, absurdo pues siempre se ha visto, y se ve, la muerte como algo que se quiere evitar y que, además, es temida por la mayoría. Aunque no exista el derecho a la muerte se puede optar por la eutanasia pasiva, para la que se tiene total libertad, que sería la de negarse a tomar la medicación que hace más llevadera la enfermedad. Exista o no la despenalización de la eutanasia, con esta forma pasiva se puede conseguir lo mismo que con la manera activa, aunque se sufra más.

 

 

 

 

CONCLUSIÓN

Llegado a este punto, voy a dar por terminada la reflexión que ha dado origen la lectura de este libro. Hasta que leí este libro tenía una idea bastante superficial sobre la eutanasia. No sabía hasta que punto podía llegar todo lo que rodea este tema. En realidad no te das cuenta de todas las cosas que hay que tener en cuenta y cuanto hay que reflexionar en cada una de ellas para poder saber lo que supone despenalizar o no la eutanasia. Es un sin fin de cosas que no tratan al sujeto de la eutanasia directamente, representándolo como un ser que no tiene libertad para tomar una decisión tan importante como es esta, sino que es todo lo que hay a su alrededor, siempre hay algo que le influye a tomarla. Parece que se habla más de lo que sienten los terceros que lo que pueda sentir el propio enfermo. Al principio de leer este libro estaba a favor de la eutanasia y pensaba que se podía llevar a cabo en todas las personas que la demandaran. Pero debido a todos los intereses que hay alrededor del paciente pienso que se tendrían que estudiar los casos de más importancia, si es que los hay, para no cometer ningún error. Al final del libro también sigo estando a favor de ella aunque conservando algunos aspectos que he ido desarrollando a lo largo del libro. En conclusión me ha parecido acertado leerlo porque creo que es necesario saber de las cosas para luego poder opinar sobre ellas.

En relación con la opinión del autor creo que por aspectos evidentes que da a conocer en sus escritos está en contra de la eutanasia. Pero a parte de que exponga su opinión también expone las opiniones de los favorables a ella, dando un toque de objetivismo. En este tema creo que el que más sabe está en contra porque sabe las complicaciones morales, más estas, y jurídicas que conllevan esta práctica.




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Enviado por:Javi
Idioma: castellano
País: España

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