Filosofía y Ciencia


Ética y Moral


La Moral

Es una tarea difícil el definir concretamente lo que significa el vocablo MORAL. Los términos “ética” y “moral” usualmente son utilizados de la misma forma; sin embargo, el término “moral” tiene un significado más amplio que “ética”. En algunos idiomas como el español, todo lo que se refiera a moral se opone a lo físico, por eso las ciencias morales son contrarias a las ciencias naturales, es decir, a todo lo que no es puramente físico en el hombre, como por ejemplo la historia, la política y el arte. Estas ciencias son llamadas “ciencias morales”, o tradicionalmente “ciencias morales y políticas”, porque corresponden a las producciones del espíritu subjetivo, comprenden los mismos temas y objetivos que las ciencias del espíritu, del espíritu subjetivo y su relación con el objetivo. También, a veces, lo moral se opone a lo intelectual cuando se refiere a algo que corresponda al sentimiento y no a la inteligencia o al intelecto. Por último, lo moral, obviamente, es contrario a lo inmoral y a lo amoral, es decir, a todo lo que esté fuera de sus límites. En este caso, lo moral es lo que se somete a un valor, en tanto que lo inmoral y lo amoral son lo que se oponen a un valor y lo que le son indiferentes, respectivamente.

El hombre es un ser moral por naturaleza, y esto es algo que lo diferencia del resto de los animales. Es algo inherente al ser humano actuar u obrar moralmente, es decir, seleccionar su conducta de acuerdo a juicios de valor, entre varias opciones, que el mismo se ha impuesto. Desde siempre, el hombre, aun en sus inicios cuando contaba con un nivel de cultura muy bajo, es ha regido por algún tipo de moral. Aunque es complicado y nunca se ha podido llegar a un acuerdo, el fundamento de la moral está en la existencia de valores o normas, reglas que rigen la vida del hombre, ya sea en su propio mundo (en su conciencia), en su vida privada con su familia o en su convivencia con el resto de los hombres en sociedad. Estas reglas son las que consideran que una manera de actuar es correcta o incorrecta, que califican que algo es bueno o malo moralmente, aunque también, a veces, algunas acciones nos parecen preferibles a otras, sin que éstas sean malas. Es decir, el hombre elige entre muchas posibilidades de acuerdo a juicios valorativos. Lo que hay que entender es que estas reglas morales, que en su conjunto forman la moral, no están escritas en ninguna parte ni son únicas, ya que el hombre se ha impuesto su propia “ley moral” desde que ha aparecido en la tierra, siendo ésta diferente según la época y el entorno, según sus inquietudes, sus deseos y sus necesidades.

Hegel a dividido la moralidad en dos tipos: la moralidad subjetiva y la moralidad objetiva. La primera consiste en el cumplimiento de un deber por la propia voluntad, y la segunda, a la obediencia a la ley moral fijada por las normas, leyes y costumbres impuestas por la sociedad, la cual representa, a su vez, al espíritu objetivo.

La Ética Filosófica, que es la encargada de estudiar los valores de lo moral, es una de las disciplinas más antiguas de la Filosofía. Aunque su configuración definitiva la dio Aristóteles, en el siglo IV, siglos antes los primeros filósofos chinos habían dedicado la mayor parte de sus escritos a establecer normas de una vida moral, lo que conservaron como el mayor tesoro de su sabiduría. En la historia del pensamiento filosófico, desde ese momento hasta hoy, casi todos los filósofos han dedicado a esta materia importante tiempo en sus reflexiones. Nunca el tema de lo moral ha pasado de moda, ni nunca lo hará, ya que el problema se va sucediendo con cada generación de hombres cuando a cada ser humano le llega la inquietud y la edad de pensar. Por esto el hombre moderno, el hombre de nuestros días, también se preocupa con gran interés de lo moral, igual que sus antepasados; porque no acepta sus soluciones sino que quiere volver a pensarlo todo de nuevo para resolver sus inquietudes por él mismo.

El caos de un mundo sin moral

Es muy probable que cada uno de los seres humanos que han pasado por este planeta, alguna vez en su vida, se ha preguntado ¿por qué existe la moral? No podemos negar que hemos deseado muchas veces hacer “lo que se nos antoja”, “hacer nuestro gusto”. Ese sería un mundo sin moral, un mundo en el que cualquier cosa que hiciéramos estaría bien hecha, un mundo en el que nada estuviera prohibido. Aparentemente sería muy ideal, pero basta pensar un poco para darnos cuenta que ocurriría todo lo contrario. ¿Qué pasaría en ese mundo si, aparte de nosotros, los demás también hicieran lo que quisieran? Podrían hacerlo todo, incluyendo atropellar nuestros derechos, decidir sobre nuestras vidas, abusar de los más débiles, etc. La gran mayoría de los hombres tendrían como única norma su propia vida, su propio bienestar, su propia comodidad y agrado, su interés egoísta. Si esto sucediera, podemos imaginar perfectamente lo que ocurriría en un mundo sin moral en un solo día. El filósofo inglés Tomás Hobbes se refirió de ese mundo de la siguiente manera: “homo homini lupus” (cada hombre sería un verdadero lobo para los demás hombres).

Todo lo anterior nos lleva a descubrir que, realmente, un mundo sin moral sería insostenible. Es indispensablemente necesario que los hombres acepten o creen una moral común, que les rija a todos, que les permita una sana convivencia. Se podrá diferir sobre los detalles de ésta; unos podrán hacer descansar su moral en la religión, otro en la sola razón y otros en la costumbre, pero lo que es verdad es que todos los hombres, o por lo menos la gran mayoría, se deben poner de acuerdo en las normas morales fundamentales.

La conducta moral

La conducta moral es toda conducta humana libre que tenga referencia a la conciencia, que se enfrenta de alguna manera a un deber ser y que pueda ser juzgada como universal o no.

La conducta moral es una respuesta libre a una situación determinada. También la conducta moral es un acto responsable, ya que el hombre elige por su propia voluntad como proceder al estar frente a las circunstancias. El hombre sabe lo que hace y por qué lo hace. Desde este punto de vista el hombre es un ser moral. Cuando no hay alternativa, cuando el hombre que se enfrenta a una realidad no tiene otra posibilidad de actuar y obra de una manera específica, porque no hay otra opción, no puede existir una acción moral.

La conducta moral es una acción con referencia a la conciencia. La acción es consciente y es juzgada como buena o mala por nosotros mismos. Nuestra conciencia interna es nuestro propio juez y testigo de la forma en que actuamos.

La conducta moral es una acción que tiene referencia a un deber ser. Se ejecuta de una determinada manera porque que se cree que así se está procediendo bien y se cree que debe hacerse así.

La conducta moral es una acción que puede universalizarse. El hombre que actúa de acuerdo con la moral piensa que todos los demás debieran actuar de la misma forma en las mismas circunstancias, y es obvio porque si alguien actúa así es porque cree que debe de ser así y no cabe en su conciencia otra posibilidad.

La conciencia moral

Todos tenemos una “conciencia moral”. Todos tenemos una especie de ley interna, ineludible dentro de cada uno de nosotros, ley que aprueba o reprueba todo lo que hacemos, pensamos y decimos, cada una de nuestras actitudes. Cuando decimos “me remuerde mi conciencia” (reprobación) o “mi conciencia acepta lo que hago” (aprobación) demostramos la existencia de esta ley interna. Estrictamente hablando, la conciencia moral es nuestra propia inteligencia (o intelecto) que juzga nuestras acciones personales como buenas o malas.

La existencia de esta conciencia moral en cada hombre es un argumento más para hacer válida la idea de que la moral es algo ineludible, algo inherente a cada ser humano, es propia de su naturaleza, al igual que su sociabilidad, porque su conciencia se lo exige. La conciencia moral que cada hombre siente en su interior es otro hecho que demuestra la necesidad ética del ser humano.

El problema de los valores éticos

¿Qué es lo moralmente bueno y lo moralmente malo? ¿Qué debemos tomar en cuenta para determinarlo? Con estas interrogantes entramos al problema de los llamados valores éticos.

La mayor parte de nosotros se ha formado una moral desde pequeño. Aprendemos que hay cosas que no debemos hacer porque son inmorales, son malas, según el tipo de moral que hemos recibido. También aprendemos que hay cosas buenas, como el ser generoso, sacrificarse por los demás, ser honestos, etc. Aún así, llega un momento en nuestras vidas en el que estas normas morales que hemos aprendido no nos contentan, principalmente porque nos cuesta cumplirlas, y comenzamos a preguntarnos ¿Por qué esto es bueno y aquello es malo?, ¿No podría ser al revés?, ¿Quién lo dice?, ¿No podríamos cambiar esta realidad?

Como podemos ver, este no es sólo un problema de los filósofos, sino de cada hombre, especialmente cuando vive la etapa de su juventud. Su solución interesa a todo hombre que se encuentre en edad de pensar.

Sin duda han sido muchas las respuestas que los filósofos han dado a este problema. A continuación, daremos a conocer algunas de las teorías que se han encargado de estas materias, las que pensamos que son las principales.

LA MORAL DEL PLACER Y LA UTILIDAD

El Epicureísmo Antiguo: Su fundador fue Epicuro (341-270 a. C.). Él quiso proponernos al placer y la utilidad como una norma de vida para lograr la felicidad. Él partió del siguiente principio: “Llamamos al placer principio y fin del vivir feliz”. En consecuencia, para el epicureísmo “la primera norma de vida es el placer”. Nuestras acciones están bien encaminadas si logran el placer y mal encaminadas si nos provocan dolor o sufrimiento. Epicuro formuló otros principios:

  • El placer consiste en la ausencia de dolor.

  • Diferenciando los placeres del movimiento y los placeres del reposo, señala la mayor jerarquía en éstos últimos, porque supone una necesidad o dolor ya eliminados.

  • Por esto mismo otorga más importancia a los placeres espirituales que a los orgánicos o corporales.

  • Por último, Epicuro nos aconseja hacer bien nuestros cálculos:...”no elegimos cualquier placer, sino que desechamos muchos placeres, cuando como resultado de ellos sufrimos mayores pesares, e igualmente preferimos muchos dolores a los placeres cuando después de haber soportado largamente dolores, gozamos mayores placeres”...

Lamentablemente, la exageración de los discípulos decadentes de Epicuro degeneró en el sensualismo grosero.

El Moderno Utilitarismo: Quiere ser una actualización del epicureísmo antiguo. Incluyendo a los precursores, el utilitarismo cuenta con los nombres del inglés Hobbes, los franceses D'Holbach y Helvecio, los empiristas ingleses Locke y Hume, para terminar con sus directos creadores, los ingleses Bentham y Stuart Mill.

Bentham dice que “el fin es obtener la mayor suma posible de placeres. Pero, para conseguirlo hay que saber elegir entre éstos los que sean superiores por su intensidad, certeza, proximidad, duración, pureza, extensión y fecundidad”. A esta teoría da el nombre de moral del interés personal.

Stuart Mill toma la teoría de Bentham, pero añade diciendo que “hay que tener cuenta, no sólo de la cantidad del placer, sino también de su calidad, y que cuando haya conflicto entre el interés general y el particular, este último será sacrificado”. Esta teoría recibe el nombre de moral del interés general.

LA MORAL DEL FIN ÚLTIMO Y LA RECTA RAZÓN

Para el tema que estamos analizando, es quizás esta la teoría más clásica. Sus bases las dio el mismo Aristóteles, pero su formulación definitiva, hecha por Santo Tomás de Aquino, directa o indirectamente ha seguido influyendo hasta el día de hoy en el pensamiento de muchos filósofos.

Esta teoría tiene dos etapas históricas.

Las bases aristotélicas: Aristóteles pone como base el hecho de la búsqueda de la felicidad. Afirma y demuestra que ella es el bien supremo o el fin último: “El bien supremo y el fin perfecto del hombre no puede ser otro que la felicidad”.

De lo anterior concluye Aristóteles que la vida moral consiste en buscar acertadamente la felicidad y esto no se logra sino viviendo el hombre conforme a su propia naturaleza, es decir, manteniendo subordinadas las facultades inferiores a las facultades superiores o espirituales. En ello consiste la virtud moral, según Aristóteles, en el justo medio entre dos extremos, “la virtud es un medio entre dos vicios que pecan uno por exceso, el otro por defecto”.

La Teoría Tomista: Aparte de la doctrina aristotélica, otra base importante del pensamiento tomista es la doctrina y tradición moral del cristianismo. La teoría de Santo Tomás de Aquino se puede sintetizar así:

  • La bondad o maldad moral de nuestros actos se nos manifiesta en primer lugar por el juicio de la conciencia moral.

  • La conciencia moral de cada uno sólo es válida si refleja el criterio de la recta razón humana universal.

  • La recta razón humana es, a su vez, reflejo de la ley natural, que ordena las acciones de los seres hacia su verdadero fin último.

  • El fin último del hombre, con el que éste logra la felicidad, es su unión con Dios.

  • Objetivamente buena es la conducta humana que, conforme a la recta razón y a la ley natural, se encamina al logro del fin último.

La Teoría Moral Aritotélico-Tomista señalacomo criterio para establecer la bondad o maldad de nuestras acciones a la “recta razón humana” en cuanto, atendiéndose a la “ley natural”, juzga si nuestros actos nos conducen o no a nuestro “fin último”, condición para lograr la felicidad.

LA MORAL AXIOLÓGICA

Este nuevo y moderno criterio ético se lo debemos a los axiólogos modernos F. Brentano y Max Scheller.

El punto de partida de esta teoría son los valores. Para Brentano, Scheller y sus seguidores, el criterio con el que determinamos si nuestras acciones son moralmente rectas o malas, es justamente la polaridad y la jerarquía de los valores. Apoyados en esta base los axiólogos proponen para el actuar moral:

Considerando la polaridad:

  • Es moralmente bueno el acto realizado de un valor positivo.

  • Es moralmente malo el acto realizado de un valor negativo.

En situaciones de “conflicto valórico”, los dos postulados anteriores resultan ineficaces. En tal caso, se deben aplicar estos otros dos:

  • Es moralmente bueno el acto que respeta la jerarquía de valores.

  • Es moralmente malo el acto que atropella (invierte) la jerarquía de valores.

Scheller y Bretano son defensores de la objetividad de los valores, por eso, el criterio moral resultante nada tiene de relativo o subjetivo para estos filósofos. Al igual que la moral de Kant, la moral axiológica tiene el mérito de no ser sólo una moral para el hombre social, sino simplemente una moral para el hombre, aún en su más privada intimidad. El mayor mérito de esta teoría consiste en haber demostrado que el valor de lo bueno y lo malo moralmente resultan de la actitud del hombre frente a todos los demás valores. Lo bueno y lo malo no son valores de cosas, sino valores de personas, y en último caso, de la intención con que ellas ejecutan su acción. El valor moral es, en consecuencia, el valor de la actitud interior y práctica del hombre frente a todos los demás valores.

Así, la moral logra plena dimensión ya que en toda acción humana está algún valor comprometido; toda la vida del hombre, en cada detalle, queda afectada por la moral.

Para la Moral Axiológica, lo bueno y lo malo moral resultan de la actitud interior del hombre frente a todos los demás valores. Si el hombre realiza valores positivos y, en situaciones de conflicto, prefiere los valores de mayor jerarquía, su actitud será moralmente buena. Si ocurre lo contrario, su actitud será moralmente mala.

LA MORAL DEL IMPERATIVO CATEGÓRICO

Discutida y rechazada por algunos, admirada y continuada por otros, la Moral del Imperativo Categórico es la más crucial de las teorías modernas. Por eso, a ninguna se le han dedicado tantos estudio como a ella. Su creador fue el filósofo moderno de mayor influencia, Manuel Kant.

A la pregunta ¿qué son lo bueno y lo malo y cómo se determinan?, Kant responde señalando la existencia del “imperativo categórico”. El imperativo categórico es el mandato interior, dado en nuestra conciencia, que nos impera sin condiciones la forma de nuestro actuar. Es un mandato universal, porque se encuentra en todo hombre y es válido para todos. Es un mandato categórico, es decir, no condicionado, nos dice simplemente que “debemos hacer tal cosa”. Por esto mismo, no es un mandato interesado, ya que no aguarda una recompensa por el buen actuar sino que sencillamente manda hacer lo que hay que hacer porque se debe hacer.

  • Kant nos da el contenido de este mandato en estas fórmulas:

  • “Obra como si tu máxima debiera servir al mismo tiempo de ley universal- de todos los seres racionales”. Antes de hacer algo debemos preguntar si ¿nos gustaría que todos hicieran lo mismo?

  • “Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio”. Antes de realizar una acción debemos respetar los derechos de los hombres, debemos considerar que la persona ajena es un ser racional, que debe ser estimado como un fin.

  • “La persona no puede ser usada como instrumento. Toda acción que no concuerde con este principio es una acción moralmente mala y toda acción que concuerde con este principio es moralmente buena”.

Según Kant, la norma de nuestro actuar moral está dada por el “imperativo categórico”, el que desde nuestra conciencia nos dice: “Obra de tal manera que tu actuar pueda ser usado como norma universal”. O también: “Obra de tal manera que trates al hombre, en ti y en los demás, no como un medio sino como un fin”.

LA MORAL DE LA SOCIABILIDAD

Una pregunta que puede surgir a raíz de este tema es si la moral ¿afecta al hombre por el hecho de vivir en sociedad, o le afectaría también como persona aislada, aunque no tuviera relaciones con sus semejantes? La teoría de la Moral Social piensa que la moral ha surgido para organizarlas relaciones entre los seres humanos, por lo tanto sólo existe una sola moral social.

La Escuela Sociologista Francesa: Recibe este nombre un movimiento de pensadores y filósofos franceses del pasado y presente siglo que apuntan al llamado “hecho social” y descubren en él y en las relaciones sociales permanentes del hombre la explicación de todo lo humano.

De este modo, el fundamento de lo moral no debe buscarse ni en lo sobrenatural o divino ni en lo metafísico sino en el hecho social mismo, es decir, en las costumbres de los pueblos y organizaciones sociales.

Para la escuela sociologista, la moral no debe ser otra cosa que una “ciencia de las costumbres”. Según ello, es inútil buscar una norma objetiva y absoluta para establecer qué es lo bueno y qué es lo malo. Bueno o malo es, simplemente, aquello que la sociedad en que vivimos considera como tal.

La Moral de la Benevolencia y la simpatía: Se debe a otro grupo de filósofos ingleses. Siguiendo a Hutcheson, quien señaló el sentimiento natural de la benevolencia como la norma más universal y segura de nuestra conducta moral, Adam Smith propone la llamada “moral de la simpatía”.

La simpatía es lo que nos lleva a entregarnos a los sentimientos de los que nos rodean. La necesidad de simpatía es la necesidad primaria, porque el hombre es esencialmente sociable; nada nos pesa más que la soledad, el no ver a nuestro alrededor caras amigas.

El bien es lo que despierta la simpatía; el mal, lo que despierta la antipatía. Se puede formular la regla moral: “Obra de tal manera que provoque la mayor simpatía en el mayor número”. La simpatía así entendida es de hecho la Moral, que consistirá, por lo tanto, en trabajar para desarrollar en sí la simpatía desinteresada, que nos hace gozar de la felicidad de los demás trabajando por ella y compartiéndola, y que nos incita a obrar de manera que merezcamos siempre de parte de nuestros semejantes la simpatía más pura y universal.

La Moral de la Solidaridad: Se debe a León Bourgeois esta nueva fundamentación de lo moral en el hecho de la solidaridad.

Según esta teoría, el hombre depende por entero de la sociedad; de ella viene la civilización que nos impregna por todas partes, sin ella no somos nada. Tenemos frente a ella una deuda que pesa sobre nuestro actuar.

Por esto, la solidaridad domina nuestras actuaciones. Así, el mundo de la actividad humana está sometido a la ley de la solidaridad que expresa la dependencia universal de todo frente a todo.

Presionados por esta solidaridad, deudores frente a la sociedad de una deuda que nunca lograremos saldar, debemos consagrarnos por entero al bien social: “el bien moral se identifica con las exigencias de la solidaridad".

En esta moral no se puede hablar, entonces, de deberes para consigo mismo, y menos de deberes para con Dios; no hay más que deberes para con los demás, y estos deberes se expresan por la solidaridad, que nos hace estar siempre atentos de la repercusión de nuestros actos en la vida colectiva.

La Moral Marxista: Formulada por Carlos Marx, la filosofía marxista tiene una moral definida e inconfundible. No podía ser de otra manera ya que el marxismo es una verdadera “norma de vida”.

La moral marxista es una moral social, igual que las anteriores; es decir, para Marx y sus discípulos lo bueno y lo malo resultan según la actitud que asume cada hombre frente al interés de la sociedad, y más concretamente, de la “sociedad proletaria” o proletariado.

Para el marxismo, es “bueno” todo pensamiento, intención o acción que se encaminen al bien de la comunidad proletaria. “Malo” es todo lo que se oponga a tales intereses, fomentando, en cambio, el interés egoísta del yo individual. El sentimiento comunitario-solidario y el sentimiento egoísta aparecen como los polos opuestos del marxismo. Cabe decir si, que la moral marxista declara lícitas muchas acciones que otras teorías morales no aceptan.

Las “morales de la sociabilidad” señalan como fundamento para calificar nuestra conducta moral a la relación (adecuada o inadecuada) del hombre con la sociedad. Para unos la norma está dada por las costumbres de la sociedad vigente. Para otros, nuestros actos deben regirse por la norma de la simpatía y solidaridad social. Para el marxismo, por último, la norma moral es el interés de la comunidad proletaria.

LA MORAL DE LA NATURALEZA

Ahora veremos doctrinas muy distintas entre sí pero que coinciden en su “amor a lo natural”. Son, por lo general, morales de reacción contra todo convencionalismo social. Unas más y otras menos, todas se traducen en el mismo lema: oigamos la voz de la naturaleza y aceptemos sus leyes como norma moral.

Los Cínicos: No llegaron a establecer una moral sistemática, los cínicos, griegos del siglo V a. C., pero ofrecen la primera manifestación de doctrina naturalista, enemiga de todo convencionalismo social. Primero fue Antístenes, después Diógenes de Sínope.

El Estoicismo: Los filósofos estoicos crean su sistema en Grecia hacia el año 300 a. C. El fundador de este movimiento es Zenón de Citio. Más tarde, en pleno Imperio Romano, el estoicismo cobra nuevo auge con Séneca, Epicteto y el emperador Marco Aurelio.

Ante la pregunta ¿cómo debemos conducir nuestra vida para lograr la felicidad?. Los estoicos, convencidos de que la naturaleza y su orden son perfectos, responden con este primer principio fundamental: Vivamos conforme a la naturaleza, que es vivir según virtud, pues la naturaleza conduce a ésta.

De este principio se derivan todos los restantes de la moral estoica:

  • Debemos aceptar el destino y orden que para nosotros fija la naturaleza.

  • Debemos resignarnos a lo aparentemente adverso.

  • Debemos dominar nuestras pasiones y guiarnos por la razón, lo que engendra la virtud.

  • Debemos apagar todo deseo y ansiedad para evitar la frustración y con ello el sufrimiento.

Tales principios han hecho del estoicismo la filosofía de la tranquilidad y resignación, del conformismo pleno. “No trates de hacer que lo que sucede suceda según tu deseo; al contrario, quiere lo que sucede. Así gozarás de paz interior”.

El Naturalismo de J.J.Rousseau: En la época moderna, una manifestación de la tendencia naturalista es la filosofía de Jean Jacques Rousseau.

El principio de que el hombre es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo corrompe, es señalado como uno de los puntos básicos de la filosofía de Rousseau. Sin haber escrito una moral sistemática, la ética roussoniana establece como norma del actuar moral, el seguir las inclinaciones de la naturaleza, manifestadas a través de la conciencia y razón humanas.

Conclusión

¿Qué es lo moralmente bueno y lo moralmente malo? ¿Qué debemos tener en cuenta para determinarlo? Con estas preguntas planteamos el tema de la MORAL. Después hemos conocido las respuestas de las principales filosofías a tan importante problema. ¿Qué nos queda ahora? Sólo resta el que cada uno de nosotros examine tales criterios, los compare y llegue a una conclusión personal.

Después de este trabajo podemos demostrar que, a pesar de las grandes diferencias entre las respuestas presentadas, saltan a la vista importantes coincidencias:

  • El insustituible papel reconocido a la conciencia moral.

  • La aceptación en todas las filosofías, aún en las más materialistas, de los intereses espirituales como superiores.

  • La sujeción de los interese del individuo a los de la colectividad.

Bibliografía

Libro “Filosofía” BUP 3

Editorial Santillana

Tema 14: La dimensión moral de la persona

Diccionario de Filosofía abreviado

José Ferrater Mora

Editorial Sudamericana

Libro de Filosofía

Prof. Jaime Arellano G.

Editorial Educación Moderna

Capítulo XXII: Los valores Eticos




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Enviado por:Javier Ignacio Cerda
Idioma: castellano
País: Chile

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