Salud


Estrés


EL ESTRESANTE MUNDO DEL ESTRÉS

El estrés

El estrés puede afectar a todos en cualquier momento y a cualquier edad. Los síntomas del estrés son elementos cotidianos que por separado no nos hacen demasiado daño, pero que juntas pueden ser perjudiciales. Muchas veces nos pasa que nos sentimos cansados, que nos agotamos y nos desanimamos fácilmente, que estamos deprimidos la mayor parte del día, que nos sentimos confundidos, que perdemos el interés por el sexo, que nos sentimos infelices, que estamos preocupados, que estamos ansiosos, que somos pesimistas, que nos sentimos débiles, que estamos resentidos y nos sentimos desilusionados, que no tenemos ni esperanzas ni ilusiones. También se esconde detrás de síntomas como cefaleas, hipertensión o contracturas. Todos estos síntomas son comunes, esto puede hacer que no diferenciemos entre un mal día y una situación de estrés. Por eso es muy importante hacer una consulta con un médico para tener una opinión profesional acerca del tema. Es muy difícil reconocerlo y combatirlo, ya que para atacar se disfraza, cambia de nombre, de personalidad y de armas.

Es también importante saber que el estrés no es solo negativo, ya que un poco de estrés también es positivo porque actúa como estimulante y hace que rindamos mejor en el trabajo y en los estudios.

Hay muchas formas de combatirlo, pero la mejor parece ser: ejercicio, comida sana y una buena actitud de vida.

Las situaciones de estrés son cada día más comunes. Debido a los problemas económicos, laborales, de familia, etc...

¿Qué es el estrés?

El estrés puede entenderse como una sobrecarga para el individuo. Esta sobrecarga depende tanto de las demandas de la situación, como de los recursos con los que cuenta el individuo a para afrontar dicha situación. Cuánto mayores sean las demandas de la situación y cuánto menores sean los recursos del individuo, mayor será la sobrecarga. 

El estrés puede ser positivo o negativo. Es positivo cuando el individuo interpreta que las consecuencias de la situación serán favorables para sus intereses. Por el contrario, si percibe que dichas consecuencias serán desagradables o perjudiciales, el estrés será negativo. En ambos casos el estrés produce cansancio, activación fisiológica, etc.; sin embargo, el estrés positivo genera emociones positivas o agradables, mientras que el estrés negativo produce emociones negativas o desagradables. 

El estrés puede ser entendido como un estímulo, como una serie de situaciones altamente relevantes y con una fuerte demanda de recursos para el individuo, como por ejemplo: 

  • catástrofes naturales, 

  • separación o divorcio, 

  • pérdida de un ser querido, 

  • ruina económica, 

  • matrimonio, 

  • nacimiento de un hijo, etc. 

También el estrés ha sido entendido como respuesta del organismo ante un estímulo que es considerado nocivo. Cualquier perturbación significativa da lugar a mecanismos de corrección tendientes a mantener su organización, integridad y permanencia. Involucra al conjunto de reacciones biológicas y psicológicas del organismo frente las demandas y exigencias internas y externas a las cuales nos vemos constantemente sometidos. Por ejemplo, los cambios biológicos asociados a las situaciones estresantes. Estos cambios biológicos siguen:

  • una primera fase de preparación (se inicia la activación),

  • una segunda fase de mantenimiento (la alta activación fisiológica es necesaria para afrontar las demandas de la situación y no puede disminuir),

  • la fase de agotamiento (en la cual ya no se mantiene el nivel de alta activación fisiológica, que cae bruscamente). 

Estas tres fases componen el Síndrome General de Adaptación.

Síndrome General de Adaptación:

El estrés es un proceso normal. Frente a estímulos que caracterizan una situación desafiante, el organismo se prepara para la lucha. Se ponen en marcha mecanismos que favorecen el desarrollo de las capacidades del individuo, producen una activación intelectual positiva, facilitan la actividad de las áreas neuromusculares y mejoran las funciones cardiovasculares.

Pero cuando la situación supera determinado nivel, y se vuelve amenazadora, se desencadenan mecanismos nocivos para el organismo. El proceso pasa a ser patológico y algunos lo denominan distrés. (Producido por la inadaptación).

Hoy en día el estrés se interpreta como un proceso interactivo, en el cual están en juego las demandas de la situación y los recursos del individuo para afrontar la situación. Las demandas de la situación dependen de la valoración subjetiva que el individuo realiza sobre cómo dicha situación afectará a sus intereses. Por lo tanto, una misma situación puede ser mucho más estresante para un individuo que para otro. A su vez, los recursos de afrontamiento son valorados también por el propio individuo, que puede juzgarlos inadecuados, aunque realmente no lo sean. Este rumbo en la valoración de los recursos propios originará también una mayor reacción de estrés, una mayor sobrecarga, y un peor aprovechamiento de los recursos propios.

Los sistemas de evaluación con los que el organismo distingue un estímulo que representa una amenaza, de uno que constituye un desafío, están determinados por los rasgos de personalidad de cada individuo, de tal forma que cada persona utiliza un estilo de afrontamiento particular. Por eso el estrés/distrés es un fenómeno individual.

Los estímulos desafiantes producen la activación del sistema nervioso como una preparación positiva frente al estresor, desencadenando mecanismos adrenérgicos en los que predomina la descarga de adrenalina, noradrenalina y dopamina por parte del sistema nervioso central y la corteza suprarrenal.
En los mecanismos relacionados con estímulos amenazantes, predomina una descarga de cortisol.

La extensa lista de enfermedades que hoy en día la medicina asocia con el distrés, puede a su vez subdividirse en:

  • aquellas desencadenadas por episodios agudos de estrés

  • y las que progresivamente van tomando cuerpo en el marco de una situación crónica.

El estresor crónico produce una sensación de vacío personal y un estado de indefensión, pues se ha convertido en algo que no puede resolverse, que actúa sin modificarse, cualquiera sea la conducta de la persona.

La disminución en el rendimiento, que ocurre cuando una persona está sometida a un estrés superior al que puede manejar, es un proceso paulatino que el afectado trata de compensar sobre esforzándose.

En la etapa siguiente aparecen signos psicofísicos como cansancio, palpitaciones, miedo, dolores musculares, trastornos sexuales, inseguridad.

Si no se hace nada para corregir el proceso, se le franquea el paso a alguna enfermedad relacionada con la predisposición individual.

Una vez que se determina la sensibilidad al estrés, esta situación se puede modificar trabajando desde un punto de vista médico y desde un punto de vista psicológico:

  • sobre los hábitos y las conductas

  • y sobre los objetivos y prioridades del individuo

El estrés fue denominado en 1936 por el médico austríaco Hans Seyle, como el síndrome de adaptación general. El estrés es la repuesta del cuerpo a la tensión o al peligro. El estrés agudo es cuando los hombres actúan como los animales cuando se ponen en estado de alerta, se eriza y reacciona a ese estimulo; existen dos tipos de reaccion: pelear o huir. Lo que sucede en un caso de estrés agudo es: el cerebro percibe la situación estresante, envía un mensaje que provoca la liberación de adrenalina y otras sustancias, estas actúan proporcionando aumento de energía. Se incrementa la frecuencia respiratoria y la presión arterial, la boca se seca, las manos sudan los músculos se tensan y el corazón late desbocado. Cuando la amenaza pasa el organismo vuelve al equilibrio. Esta reacción no es mala, sino todo lo contrario, es útil.

Pero en la vida actual, cuando las amenazas son cuentas que no se pueden pagar, problemas laborales, conflictos de pareja, problemas de tránsito, ruido, los estresores se superponen y el estrés se vuelve crónico. Ese produce tensión permanente, baja de defensas y la persona se vuelve propensa a contraer angustias y enfermedades.

Los primeros síntomas del estrés crónico son:

  • Dolor de cabeza

  • Contracturas

  • Mareos

  • Taquicardia

  • Depresión

  • Baja productividad

Además de la cantidad de enfermedades que podemos contraer en estado de estrés y de la agresión al organismo, el estrés envejece y disminuye las facultades más importantes de la persona. Alguien estresado ve disminuida su creatividad, liderazgo, adaptabilidad, iniciativa y optimismo. La eficiencia y el bienestar de la persona disminuyen. A esto se le llama estrés malo o distrés.

El estrés es el principal causante del ausentismo, accidentes de trabajo y perdida de la productividad.

El trabajo es siempre un disparador del estrés. En el ámbito laboral, las mas afectados son las personas que tienen grandes responsabilidades. Sin embargo, hoy hasta el ama de casa está estresada o porque no puede llegar a fin de mes o porque teme por la continuidad laboral de su marido.

La mayor parte de las personas no tratan al estrés, sino a sus consecuencias:

  • Cefaleas

  • Cansancio

  • Contracturas musculares

  • Trastornos digestivos

  • Tensión nerviosa etc...

Y las tratan con analgésicos, vitaminas, antiácidos, ansiolíticos, relajantes musculares, entre otros y así tapan los síntomas antes de averiguar su origen. Recientemente el estrés empezó a poder tratarse desde el origen.

Los principales causantes del estrés son:

  • Situación económica

  • Situación laboral

  • Inseguridad sobre el futuro

  • Relaciones familiares y de pareja

  • Problemas de salud

En esta sociedad de “cuánto tenés” o “cuánto medís” el estrés no se puede medir.

El problema es que no hay una cultura que permita percibir las necesidades del cuerpo. Por eso se pasan por alto los síntomas que éste transmite como información. Hay dos señales básicas que habría que tomar en cuenta para reconocer este síndrome: fatiga y dolor.

Es muy alarmante que más allá del virus del SIDA, las cinco principales causas de muerte a nivel mundial estén relacionadas de manera directa con el estrés. Las cinco principales causas de muerte son: afecciones cardiovasculares, tumores cancerígenos, afecciones cerebro vasculares, accidentes de transito y diabetes/arterioesclerosis. “No nos estamos muriendo por bacterias, sino por conductas.”

Con entrenamiento, el estrés se puede controlar y revertir, pero la gente necesita asesorarse. Es una lástima que se haya perdido la costumbre de hacerse chequeos y análisis clínicos, estos hoy llegan después de la enfermedad.

El estrés es un fenómeno subjetivo. No importa tanto lo que esta pasando como lo que la persona cree que está pasando.

Al estrés hay que administrarlo mediante estados de relajación, calma y bienestar. Si uno se entrena con este método puede lograr incorporarlo de manera tal que, frente a situaciones estresoras, la reacción sea controlada por uno mismo. No todo el mundo reacciona igual frente al estrés. Los especialistas dividen la vulnerabilidad al estrés en dos tipologías de perdonas:

  • Los reactores tensos

  • Los reactores calmos

La conducta de los reactores tensos es propia de aquellas personas impacientes, perfeccionistas, con un alto grado de actividad, eficientes, competitivas y capaces de atender muchas ocupaciones al mismo tiempo.

La conducta de los reactores calmos, en cambio, es más relajado, reflexivo, maduro y se define por oposición a los reactores tensos.

Conocerse a uno mismo, aprender a relajarse, disfrutar cuando se puede y no amedrentarse ante los problemas. Los especialistas coinciden en que el camino para vencer al estrés corre llamativamente paralelo al que conduce a la felicidad.

Dicen que el estrés causa el 40 por ciento de los infartos

Innumerables estudios vinculan hoy las dolencias cardíacas y la muerte repentina con la agresividad, el nerviosismo, la ansiedad, la impaciencia, la irritabilidad y la hostilidad.

La mayoría de las pruebas muestran una fuerte vinculación entre el estrés emocional excesivo y un elevado riesgo de sufrir y morir de una dolencia cardíaca.

Ahora, en un vasto estudio publicado por la Clínica Mayo, un cardiólogo e interno del Instituto del Hospital St. Luke y la Universidad de Missouri en Kansas City detalla la fisiología que explica estos y otros factores relacionados con las enfermedades cardíacas. Y asegura que el estrés es la causa del 40% de los infartos y muertes repentinas.

Los seres humanos poseen una compleja red de nervios llamada sistema nervioso autónomo, que regula de forma automática todos los procesos internos del organismo, incluido el ritmo cardíaco, la producción cardíaca, el ritmo respiratorio, la presión arterial y la dilatación de las arterias grandes y de los bronquíolos que llevan oxígeno hasta los pulmones.

Este sistema cuenta con dos componentes opuestos: el sistema nervioso simpático, que al ser activado prepara al cuerpo para responder a las amenazas, y el sistema nervioso parasimpático, que calma.

El sistema nervioso simpático desencadena un estimulante torrente de adrenalina y prepara a los animales para huir o luchar frente a peligros externos (como el ataque de otro animal) e internos (como la interrupción de la circulación), capaces de amenazar su supervivencia.

Los problemas aparecen en quienes apelan reiteradamente a este mecanismo de supervivencia por motivos que difícilmente constituyen una amenaza para la vida: quedarse atascado en el tránsito, manejar detrás de un conductor lento, sufrir la rotura de un electrodoméstico o esperar a alguien que está retrasado, por ejemplo.

La gente que se enoja enseguida o que reacciona de forma exagerada ante situaciones estresantes utiliza en su propio detrimento la respuesta natural de huir o luchar. Otros factores psicosociales, incluida una depresión importante, la ansiedad crónica y el aislamiento social, también se asocian con un sistema nervioso simpático que reacciona con exageración.

El cardiólogo de Kansas, el Dr. James O''Keefe Jr., y el coautor de su estudio, el Dr. Brian Curtis, sostienen que "el estado del sistema nervioso autónomo, si bien es ignorado muchas veces por los clínicos, es un importante factor determinante del pronóstico y estado del corazón".

Las pruebas que aportan muestran que la activación crónica del sistema nervioso simpático, o una erosión del sistema parasimpático, aumentan el riesgo de sufrir ataques al corazón o arritmias e infartos. Entre los que sufren mayor riesgo figuran las personas que "reaccionan con gran enojo", los que tiene un ritmo cardíaco acelerado o experimentan una suba en su presión arterial ante situaciones de estrés.

"La activación del sistema nervioso simpático se produce por lo general en respuesta al estrés emocional, pero nuestro cuerpo se prepara como si respondiera a una amenaza física", escribieron los autores de este estudio.

La agresividad fue relacionada con los infartos. "La gente agresiva se estresa más por las relaciones conflictivas que tiene con el resto de las personas o porque no logra sacar provecho de la ayuda potencial de otros, que podrían reducir su nivel de estrés", escribió hace unos años un grupo de investigadores daneses en el American Journal of Epidemiology.

Este grupo siguió de cerca a 409 hombres y 321 mujeres que tenían 50 años y gozaban de un buen estado de salud cuando comenzó el estudio. Los que demostraron tener una personalidad agresiva fueron los que más sufrieron infartos y los que murieron en el transcurso de los 27 años que duró la investigación.

Pero no sólo el estrés y la agresividad pueden causar un desequilibrio capaz de poner en peligro al corazón. Los médicos de Kansas citan toda una serie de factores que pueden producir una estimulación excesiva de los nervios del simpático y un mayor riesgo cardíaco.

Entre estos factores figuran problemas como la diabetes, la obesidad, la hipertensión, la apnea, el consumo de drogas como la cocaína y la ingesta de cierto tipo de medicamentos para la hipertensión.

Existen varias formas para equilibrar un sistema nervioso simpático hiperactivo: establecer fuertes relaciones sociales, incluido el matrimonio, la fe religiosa y hasta la compañía de un perro, que están todos relacionados con la activación del sistema nervioso parasimpático y un menor riesgo de trastornos cardiovasculares. Así lo explicaron los médicos de Kansas.

Actividades físicas fuertes como la vida sexual y los ejercicios físicos activan también al sistema nervioso simpático. Este tipo de actividades son relacionadas con un mayor riesgo inmediato de sufrir infartos o muertes repentinas, en especial en personas que llevan una vida sedentaria.

Pero a la larga, la práctica regular de un ejercicio mejora tanto el físico como el carácter y es fuertemente asociada con un menor riesg

o cardíaco.

Manejar con estrés aumenta los riesgos de sufrir accidentes
Estrés

Están los que andan en zigzag. O le tiran el auto encima a los peatones y a otros conductores. Dicen que la falta de trabajo, el corralito y otras angustias hacen que muchos circulen como locos.

Es fácil de constatar. Y no importa si se es conductor, pasajero o peatón. La cuestión es que el de adelante se apure, se corra. (¡Dale apurate!). Tocarle bocina, "apretarlo" con las luces. Meterle el coche pegado al guardabarros. (¡Correte, metele!). Cruzarle el vehículo adelante, tras un peligroso zigzag en plena avenida.

El tránsito porteño parece una carrera por la supremacía del más fuerte, del más irritado, del más apurado. Sin medir siquiera el riesgo de poner en peligro la propia vida y la de los demás. Hoy, en Buenos Aires, se está manejando con la adrenalina explotando en las venas.

Según los especialistas, manejar bajo un fuerte estrés, angustiados, con bronca o presiones —como las que viven hoy la mayoría de los argentinos— aumenta los riesgos de accidentes del tránsito. "El estrés y la accidentología están íntimamente relacionados. Alguien con un alto estrés tiene disminuidas sus facultades mentales y físicas", explicó a Clarín Daniel López Rosetti, presidente de la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés.

Esto quiere decir que un conductor que sale a la calle así tendrá una menor capacidad de respuesta. Su concentración no será óptima, presentará menos iniciativas para resolver situaciones por sencillas que sean, y habrá dificultades para tomar decisiones adecuadas en los momentos justos.

Manejará en forma automática, sin estar alerta; su control y dominio del vehículo no será el mismo que en situación normal. "Sus respuestas para evaluar situaciones de tiempo y espacio bajan, sobre todo si es de noche", dijo el especialista.

No hay dudas de que muchos de los conductores que en este momento andan por la ciudad están bajo un fuerte estrés. El corralito, las deudas, la devaluación, la plata que no alcanza. Los estados de incertidumbre por lo que vendrá, de temor y duda ante la posibilidad de perder el trabajo, como situaciones prolongadas en el tiempo, atentan contra el bienestar mental y psicológico de cualquiera. Llevado al volante, incrementa el riesgo de que protagonice o produzca un accidente del tránsito.

Para la licenciada María Cristina Isoba, de la Asociación Luchemos por la Vida, "un conductor excesivamente preocupado o ansioso no está en condiciones para manejar porque no podrá responder en forma correcta a las diversas situaciones problemáticas que plantea el tránsito".

Según los especialistas, los conductores estresados, angustiados, ansiosos, se muestran irritables, no pueden esperar, quieren pasar siempre, y no pueden coordinar con los demás, los movimientos de espacio y comportamiento en la calle. Le "tiran" el auto al de adelante, no respetan los semáforos en rojo, suelen ir a alta velocidad. Su conducción es agresiva.

"Todas estas son conductas de riesgo. Estudios hechos en Estados Unidos sostienen que en el 70 por ciento de los accidentes de tránsito, el estrés estaría presente como una causa", comentó Isoba.

Es cierto que el tránsito porteño siempre fue caótico. Sin embargo, de la mano de la crisis, esto parece haber aumentado. Animos caldeados, conductores irritables. Basta pararse a mirar en alguna esquina del microcentro para comprobar que choferes, pasajeros y peatones parecen estar al borde de un ataque de nervios permanente.

Un lunes cualquiera, al mediodía, en Diagonal Norte y Florida, puede ser una muestra. Los ahorristas que protestan contra los bancos. Particulares, taxistas y colectiveros que pretenden abrirse paso entre el cacerolazo. Un roce, una mirada, una frenada, en fin, cualquier excusa desata discusiones e insultos. Algunos, terminan en trompadas.

Laura Burgos tiene 34 años y maneja desde los 20. Hace una semana tomó la decisión de dejar el auto en el garaje y usar el transporte público. "Estoy más cansada mentalmente por todo lo que pasa y siento que las cosas que hacen los demás cuando manejan me exceden", justificó.

Por más cuidadosa que sea, para ella el tránsito se había transformado en un ensayo a la locura. "Veía cada vez más gente hablando sola adentro del auto. Al principio pensé que tenían un celular con manos libres. Pero me di cuenta que no: van hablando realmente solos", contó.

Particulares y profesionales consultados por Clarín, coinciden en que la hora del regreso, a partir de las cinco de la tarde, es cuanto más se perciben las tensiones. Están los que pretenden abrirse espacios que no hay, dispuestos a quebrar cualquier ley física. Los semáforos en rojo se violan impunemente. Y cualquier norma de mínima convivencia —como poner el guiño de giro— no se tiene en cuenta.

Los riesgos son muchos. La agresividad también. Y más que nunca, dicen los especialistas, el vehículo se está transformando en un arma peligrosa. "Para el varón el auto es una suerte de poderío y esto gravita en las conductas que se ven en la calle. La más peligrosa y común es la velocidad", explicó Jorge Franco, médico psiquiatra, jefe de consultorio externo de Salud Mental del Hospital de Clínicas.

Según Franco, "el estrés normal es una reacción del sujeto que le sirve para atacar o huir. Y el auto se presta para estas dos cosas. Es un instrumento agresivo".

Con él coincide Gabriel Jure, de la Asociación Psicoanalítica Argentina: "El conducir implica también el control de aspectos hostiles del individuo. Y un auto puede transformarse literalmente en un arma". Según Jure, "en el tránsito existe de por sí una relación de contacto y rivalidad. Y hoy, cualquier fricción o inconveniente, libera una hostilidad muy fuerte".

La ciudad muestra un tránsito anárquico y nervioso, que se convierte, a su vez, en inductor de más estrés y más desorden. Un círculo vicioso. Y el riesgo de chocar, matar o morir.

La salud, bien, pero el estrés hace lo suyo
El plantel entero goza ahora de buena salud. Ya pasaron los 12 días de la adaptación horaria y hasta la comida parece natural. El idioma impenetrable se parece ahora a una música lejana. El acostumbramiento es una sagrada virtud humana y está en pleno ejercicio en esta tierra japonesa. Hace poco, vivimos un gran acontecimiento: la visita masiva a un lavadero de ropa automático. Sin empleados, claro. Y con inscripciones exclusivas en el idioma nativo. Y el Negro Cardozo, que nunca lavó con propias manos un par de medias, actuó como maestro de ceremonias. Había que introducir monedas de 100 yenes para conseguir lo que se consideraba que era jabón, "y suavizante", agregó con sabiduría. Y así empezó la función que duró poco más de una hora, con una máquina con la ropa blanca y otra con la de color. Al fin llegó una japonesa que no se cansó de reírse de nuestras ineptitudes. Y de querer explicar, siempre en japonés, los pasos a seguir. La ropa quedó limpia pero arrugada. Pero contábamos con la solución en el propio hotel. En cada habitación hay una especie de mesita plegable (eso creíamos que era) con un cable. Se trata en realidad de una gigantesca plancha del tipo de las viejas tintorerías. El intento fue en vano. Una gentil mucama se ocupó del menester.

La salud está bien. Pero el estrés crece. Miguel Vicente volvió de Tokio, tras dos días de exilio, y cuando llegó al hotel de Iwaki se cansó de golpear la puerta de la habitación que comparte con Ariel Scher sin respuesta alguna. Al cabo, lo llamó al celular. ¿Por qué no me abrís?, le preguntó. Aquí nadie golpea, respondió Scher. Miguel seguía firme frente a la puerta 902. La excursión le había dejado en el olvido que en los doce días anteriores siempre habían estado en la 802. El otro caso lo ofreció el Toto Ronzano en su salida prematura hacia Sapporo. Con el Gordo Gómez, el fotógrafo, y su gigantesco baúl. El periplo incluyó dos horas de tren hasta Sendai, media hora de bus hasta el aeropuerto, una hora y pico de avión, taxi en Sapporo y hotel. El resto del grupo tenía que ir por la tarde a la concentración Argentina para espiar y esperar pacientemente las conferencias de los jugadores. Antes el viaje se hacía en tren hasta Hirono. Luego llegó el auto y el trayecto se simplificó. Ayer volvió a hacerse en tren: Ronzanito se había llevado consigo a Sapporo las llaves del vehículo.

Bibliografia:

  • Internet

  • Revista “Viva”

  • Diario “Clarin”

Indice:

Caratula........................................................................0

Introduccion.................................................................1

Qué es el estrés?...........................................................2

Síndrome General de adaptacion..................................3

Más estrés.....................................................................5

Ejercicios para combatir el estrés.................................8

El estrés causa el 40% de los infartos...........................9

Manejar con estrés.......................................................11

Salud y estrés................................................................13

Test...............................................................................14

Bibliografia...................................................................17

Indice............................................................................18

Monografia de

Biología

“El estresante mundo del estrés”




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Enviado por:Caro
Idioma: castellano
País: Argentina

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