Literatura


El sí de las niñas; Leandro Fernández de Moratín


LOCALIZACIÓN:

ÉPOCA:

E

n política ocupan el trono en ese momento Carlos III(1.759-1.788), Carlos IV(1.788-1.808) y Fernando VII(1.808-1.833). Se firmó en estos momentos el funesto pacto entre España y Francia (1.761), que dio como resultado la guerra con Inglaterra en 1.762 acabada tras algunas intermitencias con el desastre de Trafalgar en 1.805.

Se produjo también en ésta época el motín de Esquilache (1.766). Se expulso a los jesuitas en 1.767. Fue reconquistada Menorca, que estaba en poder de los ingleses. En el 1.789 la Revolución Francesa y Floridablanca es sustituido por Aranda y éste por Godoy.

Murió en el cadalso Luis XVI; se dio una guerra contra los revolucionarios franceses entre 1.793 y 1.795. Se produjeron los tratados de Fontaneiblau entre España y Napoleón, ya emperador, que motivan la entrada de tropas francesas en España con pretexto de una acción común contra Portugal. En el 2 de mayo de 1.808 se dio la guerra de la Independencia. Las Cortes de Cádiz implantan la Constitución en 1.812, que sufre varias suspensiones.

Respecto a la literatura; muerte de feijóo en 1.764, se prohibió la representación de los autos sacramentales; murió Torres Villaroel en 1.770, a su vez apareció la tragedia de Cadalso Sancho García. Aparece en Francia el último volumen de la Enciclopedia, también en estos momentos aparece la comedia lacrimosa de Jovellanos. Se representa por primera vez El Barbero de Sevilla, de Beachumarchais; muerte de Voltaire y Rousseau en 1.778; se estrenó La Raquel, de García de la Huerta en 1.778. En 1.782 muere Cadalso e Iriarte publica sus Fábulas Literarias. También ahora, García de la Huerta publica los 16 volúmenes de su Theatro Hespañol. En 1.791 mueren Iriarte e Iglesias y en ese mismo año nace el Duque de Rivas. Después Jovellanos emite su Informe en el expediente de la ley agraria. En 1.803 muere Alfieri y en el 1.810 lo hace Jovellanos.

En las artes de la segunda mitad de siglo XVIII se impone ya el estilo neoclásico en la arquitectura, frente a las últimas manifestaciones del Barroco. Se introdujo este estilo con motivo de la reconstrucción del Palacio Real por artistas italianos, de quienes fue discípulo Ventura Rodríguez, autor de la reparación de la capilla del Pilar de Zaragoza, Villanueva es autor del edificio del Museo del Prado. A ésta misma época corresponde la edificación de la Puerta de Alcalá y del Ministerio de la Gobernación, en Madrid; de la fachada de la Seo zaragozana, etc.

En la escultura también se impuso en este tiempo el estilo neoclásico, frente a los imagieros barrocos, entre los que descuella Salzillo. A esta época corresponden las estatuas y fuentes de los jardines de Aranjuez y La Granja, los leones de la Cibeles, etc. Entre los escultores sobresalen Manuel Alvarez, Lamberto Martínez, Pascual de Mena y otros.

En pintura sobresalen Mengs, autor del retrato de Carlos III, su discípulo Bayeu y, sobretodo Goya, grabador aguafuertista y pintor genial, que, como Moratin, de quien pintó un gran retrato, murió en Francia en 1.828.

Respecto al teatro de su época, hay que señalar la Poética de Luzán, publicada en Zaragoza en 1.737, y vuelta a imprimir, corregida y aumentada, por Llaguno y Amirola en 1.789, es el código literario del siglo XVIII. De ella dice Moratín, con motivo de esta segunda edición, que “es lo mejor que tenemos en la materia”. Si no por primera vez, es más intensa y extensamente que, la Poética plantea una serie de problemas de critica literaria cuya discusión por parte de los intelectuales de aquel tiempo facilitó el ambiente de la llamada escuela neoclásica. Uno de estos problemas, que llegó a ser el principal, fue la cuestión del teatro.

La escuela de Calderón había desintegrado el teatro de éste, aplicándose en particular a intensificar cada uno de sus rasgos fundamentales. Esta desintegración llevó a los cultivadores de cada uno de los elementos del teatro de Calderón a las más absurdas exageraciones, y los escenarios, ya excesivamente barrocos de La hija del aire o de La estatua de Prometeo calderonianas, se convierten en verdaderos laberintos inextricables, acogedores de los elementos menos propios para el género dramático.

La nueva conciencia neoclásica, con sus preceptos y limitaciones, echa por tierra la técnica de la comedia nacional y trata vanamente de aclimatar en España un género dramático con una arquitectura clásica que ni Moratín padre, ni Montiano, ni en ninguno de sus otros cultivadores logró adquirir un valor literario.

LA OBRA:

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a última y más perfecta de las comedias de Moratín, acabada ya en 1.801, fue publicada por primera vez en 1.805, y estrenada un año más tarde en el madrileño teatro de la Cruz. Permaneció veintiséis días en cartel, constituyendo así el mayor éxito teatral de Neoclasicismo español, pues superó en asistencia de público a cualquier otra obra, neoclásica o no, representada durante la segunda mitad del siglo XVIII. Poco después, diversas compañías la dieron a conocer en provincias con similar aplauso. Sólo en el año de su estreno tuvo cuatro ediciones, y muy pronto fue traducida a otros idiomas.

Esta inmediata popularidad evidencia del interés que el tema de la despertó en el público e invalida la tan repetida idea de que el teatro neoclásico, constreñido en sus propios principios estéticos, era la irreconciliable con el carácter del espectador español.

Estaba dividida en tres actos y escrita en prosa, siete únicos personajes sustentan la acción cuyo desarrollo temporal se amplía, en este caso, a las diez horas, pues empieza a las siete de la tarde y acaba a las cinco de la mañana siguiente. Tampoco es esta vez una sala burguesa el único escenario, sino una posada de Alcalá de Henares.

AUTOR ,SUS DATOS BIOGRÁFICOS Y FECHAS MÁS IMPORTANTES:

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eandro Fernández de Moratin nació en Madrid el 10 de marzo de 1.760, a principios del reinado de Carlos II. Era hijo de don Nicolás, conocido autor, a quien debió una temprana afición a la lectura. Siendo aún muy niño sufrió un ataque de viruelas, que le dejó definitivamente picado el rostro, haciéndose esquivo con los extraños. Tuvo que complementar su educación con toda probabilidad en el entorno familiar, porque el padre se negó a enviarle a Alcalá por miedo a que los malos métodos de enseñanza, le echasen a perder.

En 1.779 obtuvo el accésit en un concurso poético de la Academia Española por su romance endecasílabo sobre la toma de Granada por los Reyes Católicos.

El 11 de mayo de 1.780 murió su padre, don Nicolás, y en 1.782 obtuvo el segundo premio en un nuevo concurso de la Real Academia por su sátira en tercetos titulada Lección Poética.

En 1.785 publicó el poema de su padre Las naves de Cortés destruidas. Viajó a París como secretario del político Cabarrús, donde conoce a Goldini. Intentó por segunda vez estrenar El viejo y la niña, pero el vicario eclesiástico no la aprobó. Conoció a Goya y a Paquita Muñoz, presunta musa de El si de las niñas. En 1.804 estrenó La mojigata y en el 1,806 lo hace con El si de las niñas. Acabada la guerra con Francia, se le obliga a vivir en Barcelona, tras serios disgustos por su afrancesamiento. Después se refugió en Montpellier, de donde va a París. En 1.820 se trasladó a Bolonia y vuelve desde allí a Barcelona, después vuelve a París y allí muere en 1.828.

DETERMINACIÓN DEL TEMA:

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os temas en general de las comedias moratianas son muy restringidos, pues, a pesar del corto número de sus piezas dramáticas, algunas de ellas coinciden por el asunto de que tratan. Tal sucede con El si de las niñas, a la que han servido de precedentes inmediatos y de estudio para conseguir una obra perfecta El viejo y la niña y El barón.

Todo el teatro de Moratín tiene una intención moralizadora y se mueve en un ambiente costumbrista con el propósito de evidenciar puntos flacos de la sociedad de su tiempo. Como en el tema de La mojigata es una crítica de la mala educación de que se hace objeto a las jóvenes, en virtud de la cual una de ellas finge atender a los deseos de su padre, que interesadamente piensa hacerla ingresar en convento, mientras a espaldas suyas mantiene relaciones amorosas con un galán, con quien por fin acaba por casarse.

En El Barón y El sí de las niñas son igualmente criticas de la autoridad que ejercen los padres sobre sus hijos en punto al matrimonio, obligándolas a tomar por marido al partido más ventajoso económicamente. El resultado de estos matrimonios desiguales, se patentiza en El viejo y la niña, donde se muestra la desavenencia de un viejo caduco con su joven esposa, que ha tenido que dejar a un novio de su edad para con el que es su esposo. También está La comedia nueva o El café, es también una crítica del ambiente literario de la época, en la que resultan mal parados los pseudoliterarios metidos a comediógrafos. Estos son todos los repertorios moratianos en general reducido a dos temas, familiar uno y literario el otro.

“Con todo eso, mis cincuenta y nueve años no hay quien me los quite”(1).

El tema en concreto de la obra es el siguiente, Moratín, siguiendo su preocupación moralista nos presenta los funestos resultados a que conduce la educación al uso de los jóvenes .

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(1) El si de las niñas, Leandro Fernández de Moratín, Colección Austral, página 122.

El tema en concreto de la obra es el siguiente, Moratín, siguiendo la su preocupación moralista nos presenta los funestos resultados a que conduce la educación al uso de los jóvenes, cuya personalidad queda ahogada por mal entendida autoridad de los padres que, sin contar con la voluntad de las interesadas, realizan, por si solos los actos más trascendentales como la elección de estado de sus hijas, lo que motiva en éstas una vida a espaldas de la vigilancia paterna, con sus consiguientes corruptelas: hipocresía, falsedad, etc.

De todo ello se deduce la infelicidad de las jóvenes, si se lleva a cabo la imposición superior; o la rebeldía y el escándalo, si triunfa la iniciativa personal. Es esta última la solución que Don Leandro da a su comedia, que acaba con el triunfo del sentimiento frente a los intereses mezquinos, pero no sin poner de relieve el camino tortuoso del fingimiento que ha sido necesario seguir y cuya crítica es, en suma, la finalidad de El si de las niñas. Esto resulta del abuso de autoridad, de la opresión que la juventud padece; éstas son las seguridades que dan los padres y los tutores, y esto es lo que se debe fiar en El si de las niñas, exclama Don Diego con gesto dolorido al final de la comedia.

“¿Cómo te hallo aquí? ¿Con quien estás? ¿Cuándo llegaste?”(2).

“ Pero bien sabe la Virgen que no me sale del corazón”(3).

El tema de esta comedia moratiana es muy corriente en el teatro de todos los tiempos. Como por ejemplo, La discreta enamorada, de Lope de Vega, y Entre bobos anda el juego de Rojas Zorrilla. Según parece esta es la última comedia que Moratín ha tenido en cuenta para la suya.

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(2) El si de las niñas, Leandro Fernández de Moratín, Colección Austral, página 136.

(3) El si de las niñas, Leandro Fernández de Moratín, Colección Austral, página 138.

En El si de las niñas Moratín es el primer poeta cómico que ha dado un carácter lacrimoso y sentimental a un género en que sus antecesores sólo habían querido presentar la ridiculez. Aunque las comedias desarrollen una trama parecida, hay entre ellas todo un mundo, tras el que queda el espíritu pensativo t melancólico de Moratín.

“¡Ay! ¿Cómo puedo ayudarlo?...Pero¿qué me vas a contar?(4).

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(4) El si de las niñas, Leandro Fernández de Moratín, Colección Austral, página 139.

ESTRUCTURA:

L

a obra está dividida en tres actos y escrita en prosa, siete únicos personajes sustentan una acción cuyo desarrollo temporal se amplía en éste caso, a las diez horas, con evidente beneficio de su verosimilitud, pues empieza a las siete de la tarde y acaba a las cinco de la mañana siguiente.

Tampoco es esta vez una sala burguesa el escenario, sino, una posada de Alcalá de Henares.

El argumento resulta inmediatamente familiar, es de la siguiente manera:

El adinerado y ya maduro Don Diego (cincuenta y nueve años) tiene intenciones de contraer matrimonio con Doña Francisca (dieciséis años), muchacha de familia venida a menos, educada en un convento, a la que su madre, Doña Irene, y sus tías monjas imponen, mediante la autoridad, aquella, o el consejo piadoso, éstas, el proyectado matrimonio. Pero la joven y Don Carlos, sobrino de Don Diego, se conocen desde hace meses y mantienen relaciones en secreto.

“¿Qué habrá dicho al ver la carta?...¡oh!Yo bien sé lo que habrá dicho...¡válgate Dios!¡es lástima!. Cierto ¡pobre Paquita!...”(5).

Aparece Don Carlos, cuya ayuda reclama Doña Francisca, pero al enterarse que su rival es su propio tío, a quien quiere y respeta, y por si mismo y por orden de éste decide abandonar su amor.

“Si, diez y siete años y no cumplidos, pero ya sé lo que es querer bien, y la inquietud y las lágrimas que cuesta”(6).

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(5) El si de las niñas, Leandro Fernández de Moratín, Colección Austral, página 140.

(6) El si de las niñas, Leandro Fernández de Moratín, Colección Austral, página 143.

La solución vendrá por parte de Don Diego, quien, conocido el caso, acaba sacrificándose en beneficio de los jóvenes amantes.

La obra sigue fielmente y con admirable maestría la estructura habitual: Planteamiento(primer acto), nudo(segundo acto) y desenlace(tercer acto). La escena primera cumple una función introductoria, al ofrecer condensados todos los elementos dramáticos que se irán desarrollando a lo largo de los dos primeros actos para quedar resueltos en el último. El esquema podría ser el siguiente:

- Noticia del matrimonio proyectado, dada por Don Diego a su criado Simón. Descripción de Doña Francisca, a la que acaban de sacar del convento, como esposa ideal:

“Es muy linda, muy graciosa, muy humilde...Y sobretodo,

aquel candor, aquella inocencia. ¡Vamos, es de lo que no

se encuentra por ahí...Y talento...si, señor, mucho talento”.

(7)

Estas palabras, por más triviales que parezcan, cumplen una función dramática precisa, pues esconden el núcleo del conflicto, al presentarnos como auténtico, algo que, en realidad, es producto de una forzosa simulación.

- Velado pero evidente desacuerdo de Simón con respecto a los planes de Don Diego. Una mala interpretación de las palabras de éste le ha llevado a creer, en un primer momento, que el futuro esposo iba a ser Don Carlos, lo que le da pie para describir al joven como “mozo de talento, instruido, excelente soldado, amabilísimo por todas sus circunstancias” y de comportamiento heroico en la pasada guerra. Don Carlos aparece así, a través de las palabras de Simón, como el marido al que verdaderamente convendría Doña Paquita y, en consecuencia, como un potencial antagonista de su tío.

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(7) Cuadernos de literatura, colección Austral, Madrid 1988.

Don Diego, por su parte, hace referencia al engaño de que le hizo objeto su sobrino unos meses atrás fingiendo escribirle desde Zaragoza, donde se encuentra su regimiento, cuando, en realidad, estaba ausente de allí. Más tarde sabremos que la causa de esta ausencia fue precisamente el amor de Don Carlos y Doña Francisca, consolidado entonces.

- Dudas de Don Diego acerca de la sensatez de su proyecto de boda, que trata de mantener en secreto, hasta el punto de que ni siquiera Don Carlos conoce. Teme lo que digan y que Doña Francisca no esté obrando libremente por impedírselo su madre.

Estas dudas de Don Diego, expresadas desde sus primeras intervenciones, constituyen un factor esencial en la progresión dramática de la obra, pues nacen de su prudencia e irán aumentando con ella, hasta que la funcionalidad del personaje como solucionante del conflicto que lo suficientemente justificada desde el punto de vista psicológico.

Así pues, de los primeros materiales temáticos surge el conflicto. El terceto será la clave de su resolución. El resto del primer acto queda dividido en dos partes claramente delimitadas, correspondientes en su desarrollo a los dos temas enfrentados.

Acaba el acto en distensión con el consuelo de la muchacha al darse cuenta de que su amante no la ha olvidado, como ella creía, pero con el aviso de Rita de que “hallándonos todos aquí, pudiera haber una de Satanás entre la madre, la hija, el novio y el amante, lo que podría interpretarse como una irónica amenaza por parte del autor de que el conflicto derive por el camino de la comedia de enredo tan característica del teatro del Barroco.

En el acto segundo se sigue un esquema semejante, completando el desarrollo de los tres materiales temáticos y llevándonos a su punto de máxima extensión. El abuso de autoridad de Doña Irene, se hace más evidente ahora a los ojos del espectador, por conocer éste los verdaderos sentimientos de Doña Francisca, a la que en modo alguno se le ha puesto en la cabeza el ser monje, ella también como ridículamente piensa su madre a la vista del poco entusiasmo que la muchacha le produce su boda con Don Diego.

La prudencia del personaje se acentúa por momentos y queda ya reflejada en su respuesta la decisión declarada por Doña Francisca de obedecer a su madre en todo lo que ésta le mande:

“¡Mandar, hija mía!...en estas materias tan delicadas los

padres que tienen juicio no mandan. Insinúan, proponen,

aconsejan...”(8).

El resto del acto gira en torno a la presencia en escena de Don Carlos, que mantiene una entrevista amorosa con Doña Francisca y un posterior encuentro con Don Diego.

En el tercer acto potencia al máximo la figura de Don Diego en el momento clave de la trayectoria que le ha llevado desde sus dudas iniciales hasta la prudencia final. Las primeras escenas hubieran podido suponer la realización del enredo temido por Rita en el primer acto. Todo transcurre por cauces muy sencillos. Don Diego descubre el amor existente entre su sobrino y “la niña”. Se siente profundamente herido, aspecto destacable, puesto que los elementos sentimentales de la obra, emanan gran parte del sacrificio doloroso que va a realizar el personaje. Su decisión es rápida: hace volver a Don Carlos y mantiene con él una conversación en la que insinúa el riesgo de que, de celebrarse el matrimonio, el alma de Doña Francisca se verá desgarrada entre dos sentimientos amor / deber conyugal.

Don Diego lo comprende y renuncia en favor de los que desde ahora se van a considerar sus hijos. El mensaje moral de la comedia queda encerrado entre palabras que se han hecho famosas:

“Esto resulta del abuso de la autoridad, de la opresión que la

juventud padece; éstas son las seguridades que dan los

padres y los tutores, y esto es lo que se debe fiar en el si de

las niñas...Por una casualidad he sabido a tiempo el error

en que estaban...¡Ay de aquellas que lo saben tarde!.(8)

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(8) Cuadernos de literatura, colección Austral, Madrid 1988.

DETERMINACIÓN DE LA FORMA:

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a técnica: el arma principal que los neoclásicos esgrimen contra el teatro español de los siglos XVI y XVII, es la no observación por parte de éste de las normas trazadas ya por Aristóteles y resumidas en la famosa ley de las tres unidades, que para los teorizadores del siglo XVIII llega a ser la garantía de la perfección técnica. Pero si las leyes aristotélicas son burladas por nuestro teatro nacional, hay en él una facundia y un vigor que en vano buscaríamos en las producciones de los escritores neoclásicos.

Lo peor es que, por lo general, en los dramaturgos del siglo XVIII las normas formales, repetidas desde el Estagirita, tampoco pasan de ser un objeto de discusión, un arma de combate que rara vez se ponen en práctica acertadamente; y contra el disparado contenido, ausente de toda luz que sólo nace del genio, y a la vez contra la no menos disparatada forma de los dramas de su tiempo, se dirige la crítica literaria de Moratín que se convierte en tema central de una de sus comedias.

Con esto Moratín escribe para el teatro con la intención ejemplificadora de dar en sus comedias un modelo técnico a seguir, una arquitectura perfecta de la obra dramática. En todas ellas observa minuciosamente las leyes neoclásicas y estudia los detalles con todo detenimiento, hasta el punto de pecar por excesivo academicismo. El teatro moratiano muestra hasta donde llegaron las posibilidades técnicas de neoclasicismo y en señalar a su tiempo la forma acabada de la comedia.

HIPÉRBATON:

“Si, hombre, algo más hay de lo que has visto”(9).

“Los dos acabamos de llegar”(10).

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(9) El si de las niñas, Leandro Fernández de Moratín, colección Austral, página 120.

(10) Ibid, página 135

EPANALEPSIS:

“Algo, algo...Ello tú al cabo lo has de saber y no puede tardarse mucho”

(11).

“Ya, ya conozco el tal número tres”(12).

ANÁFORA:

“ ...he tenido frecuentes noticias de ella, he leído muchas de las cartas

que escribía, he visto algunas de su tía la monja...”(13).

ANADIPLOSIS:

“Si, por cierto...Es muy linda y...Es muy linda, muy graciosa, muy

humilde...”(14).

PROSOPOPEYA:

“Hoy se ha dejado sentir el calor en formar”(15).

HIPÉRBOLE:

“Y gracias a que los caballitos dijeron, no podemos más; que sino por

esta vez no veía yo el número tres ni las plagas de Faraón que tiene

dentro”(16).

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(11) Ibid, página 120.

(12) Ibid, página 134.

(13) El si de las niñas, Leandro Fernández de Moratín, colección Austral,

página 120.

(14) Ibid, página 120.

(15) Ibid, página 126.

(16) Ibid, página 134.

ELIPSIS:

“¡Que gusto me das!...Ahora si se conoce que la tiene amor”(17).

POLISINDETON:

“...que no lo estoy por cierto, y reírme y hablar niñería...y todo por dar

gusto a mi madre...”(18).

IRONÍA:

“Si, señora, bien lo oigo, pero no lo quería interrumpir a usted”(19).

SÍMBOLO:

“Le he dado un abrazo con licencia de usted, y ya sabe por la escalera”

(20).

PLEONASMO:

“Yo conozco a su madre de usted ni...”(21).

CONTRASTE:

“Amor ha unido nuestras almas y sólo la muerte bastará para dividirlas”

(22).

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(17) Ibid, página 155.

(18) El si de las niñas, Leandro Fernández de Moratín, colección Austral, página 138.

(19) Ibid, página 146.

(20) Ibid, página 153.

(21) Ibid, página 155.

(22) Ibid, página 157.

BILIOGRAFÍA:

El si de las niñas, Leandro Fernández de Moratín, colección Austral.

Cuadernos de literatura, colección Austral, Madrid 1988.

Enciclopedia Larousse tomo 5.

OPINIÓN PERSONAL:

P

ienso que ante el aspecto formativo para las personas esta obra es muy importante, ya que la mayoría de las veces nuestros padres nos obligan a hacer cosas a los hijos de las que muchas veces, éstos podrían llegar a arrepentirse.

Afortunadamente en la obra el personaje Don Diego se pudo dar cuenta a tiempo del error que se estaba cometiendo y lo solucionó rápidamente. Mirándolo desde otro punto de vista, esta obra también va en contra de lo innatural, ya que todo en tiempo del final de la obra pone de manifiesto, la imposibilidad de que una persona de casi sesenta años, se case con otra que aún no ha cumplido los diecisiete, es decir, que nos intenta acentuar que las cosas se deben hacer como se han realizado siempre y que no se debe de salir de esa rutina.

Respecto al vocabulario empleado es bastante variado así como la forma y el grandioso argumento de esta obra ejemplar que ha dado como resultado un gran análisis de su tema y forma, por esto también no he tenido dificultad alguna, a la hora de entender todos los vocablos que se utilizan.

ÍNDICE:

Cápitulo Página

Localización............................................... 1 - 5

Determinación del tema.................................... 6 - 8

Estructura................................................. 9 - 12

Determinación de la forma................................. 13 - 15

Bibliografía................................................ 16

Opinión personal............................................ 17

EL SI DE LAS NIÑAS

El sí de las niñas; Leandro Fernández de Moratín

Marta Sanz Benedé

3º B.U.P. Literatura

Diciembre 1995

15




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Enviado por:Marta Sanz Benedé
Idioma: castellano
País: España

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