Literatura
El sí de las niñas; Leandro Fernández de Moratín
ACTIVIDADES DE “EL SÍ DE LAS NIÑAS”
Localización
Los hechos se sitúan en una posada de Alcalá de Henares, y se aprecia que son
muy verosímiles, por lo que se ambientan en el marco histórico real de la época (las posadas eran frecuentes).
El libro se escribió en la época del neoclasicismo, y en él se reflejan características de ella (tanto en el contenido, tema y argumento, como en la forma), que comentaremos más adelante. Fue escrita alrededor de 1801.
El autor, Leandro Fernández de Moratín, fue el creador de la comedia neoclásica. Nació en Madrid en 1760, en la época de Carlos III. Su sucesor fue Carlos IV, al que le sucedió Fernando VII. Napoleón, con engaños, consiguió la corona española, e hizo rey a su hermano José, que no era aceptado por el pueblo, excepto por los afrancesados. Moratín se encotraba en este grupo.
Su padre le influyó en su formación y su futuro. Tuvo pocos amigos, pero fieles. Entre ellos se encontraba Jovellanos. Era de carácter reservado y meditabundo con aquéllos a los que no conocía. Viajó por Francia, Inglaterra e Italia, y escribió libros sobre estos viajes. Algunos títulos importantes suyos son: “La derrota de los pedantes” (1789), “La comedia nueva o el café”, “El viejo y la niña” (1790), “El barón” (1805), “La mojigata” (1804) y “Ensayo sobre los orígenes del teatro español”. Tradujo “Hamlet”. Murió en París en 1828.
Argumento
El libro cuenta la historia de una muchacha joven que se ve obligada a casarse con un hombre de bastante más edad, presionada por su madre, que es viuda y está en mala situación económica, y busca buena posición para su hija, sin contar con los sentimientos de ésta. Paquita, la protagonista, está enamorada de don Carlos, sobrino de don Diego, para el que estaba destinada ella. Esta casualidad hace posible el desenlace feliz, porque todo el mundo consigue sus objetivos: don Diego obtiene la compañía deseada, y gracias a su riqueza Paquita y don Carlos podrán vivir bien, que era el deseo principal de doña Irene, madre de Paquita.
Tema principal y temas secundarios
El tema principal es la falta de libertad para escoger marido por parte de las mujeres. Esto estaba provocado por lo que a su vez son temas secundarios (la educación severa, el materialismo, la influencia del prestigio, los matrimonios concertados, la desproporción en la edad de los contrayentes...).
Acto I, escena I (la desproporción de edad):
“DON DIEGO: No, yo ya sé lo que dirán, pero... Dirán que la boda es desigual, que no hay proporción en la edad, que...”
“DON DIEGO: ¡Qué hombre! ¿Qué hablas de siete u ocho años? Si ella ha cumplido dieciséis años pocos meses ha.”
“DON DIEGO: Y yo, aunque gracias a Dios estoy robusto y...; con todo, mis cincuenta y nueve años no hay quien me los quite.”
Acto I, escena I (los matrimonios concertados):
“DON DIEGO: ...Yo, la verdad, nunca había visto a la tal doña Paquita; pero mediante la amistad con su madre, he tenido frecuentes noticias de ella;...”
Crítica
Moratín critica la falta de libertad y de sinceridad en general de la gente, no sólo de las mujeres, que se veían obligadas a acatar la decisión que tomaran sus madres.
Acto III, escena VIII:
“DON DIEGO: Ve aquí los frutos de la educación. Esto es lo que se llama criar bien a una niña: enseñarla a que desmienta y oculte las pasiones más inocentes con una pérfida disimulación. Las juzgan honestas luego que las ven instruidas en el arte de callar y mentir. Se obstinan en que el temperamento, la edad ni el genio no han de tener influencia alguna en sus indicaciones, o en que su voluntad ha de torcerse al capricho de quien las gobierna. Todo se las permite, menos la sinceridad. Con tal que no digan lo que sienten, con tal que finjan aborrecer lo que más desean, con tal que se presten a pronunciar, cuando se lo manden, un sí perjuro, sacrílego, origen de tantos escándalos, ya están bien criadas, y se llama excelente educación la que inspira en ellas el temor, la astucia y el silencio de un esclavo.”
También critica las supersticiones.
Acto I, escena II:
“DOÑA FRANCISCA: ...mire usted (...) cuántas cosillas traigo. (...) ¡Ay, y una campanilla de barro para los truenos!...”
La falta de higiene se aprecia también:
Acto I, escena IV:
“DOÑA IRENE: ...veintidós he tenido (...), de los cuales sólo esta niña me ha venido a quedar”
Otro objeto de crítica es la educación exclusiva de la mujer en labores domésticas.
Acto I, escena I:
“DON DIEGO: ...bordar, coser, leer libros devotos, oír misa y correr por la huerta detrás de las mariposas, y echar agua en los agujeros de las hormigas, éstas han sido sus ocupación y sus diversiones...”
Además, el autor no está de acuerdo con la incultura de las clases pudientes.
Acto II, escena V (hablando sobre el padrino de doña Francisca):
“DOÑA IRENE: ... y no es ningún catedrático, ni bachiller, ni nada de eso, sino un cualquiera. (...) Cuasi toda la carta venía en latín, no le parezca a usted, y muy buenos consejos que me daba en ella.”
Moratín critican del mismo modo las costumbres sociales, la desconfianza, la inseguridad, la falta de modales... Se observa en la obra una actitud anticlerical del autor.
Género y subgénero al que pertenece:
Es claramente una obra dramática, puesto que los hechos se narran a través del diálogo que mantienen unos personajes, situados en un lugar (en este caso una posada de Alcalá) y en un tiempo (la época de Moratín).
Dentro de la dramática, pertenece al subgénero mayor de la comedia, porque sus personajes son variados y pertenecen a distintas clases sociales (don Diego es rico y burgués, con tierras y dinero; él mismo lo dice en ocasiones; doña Irene es una viuda que está en mala situación, al igual que su hija; aparecen criados, arrieros, posaderos...).
Además, el lenguaje que usan no es excesivamente culto, sino coloquial (se observan laísmos y leísmos; asimismo la forma de expresarse de los personajes es cotidiana...)
Véase un ejemplo (acto primero, escena I):
“SIMÓN: ... si no la asusta la diferencia de edad...”
También se aprecian toques de humor satírico, que dan dinamismo a la obra. (Acto tercero, escena XI):
“DON DIEGO: Lo echó todo a rodar... Esto le sucede a quien se fía de la prudencia de una mujer”
Por último, tiene un desenlace feliz, propio de las comedias, en las que se resuelve el conflicto de manera favorable a todos.(Acto tercero, última escena):
“DON DIEGO: Aquí no hay escándalos... Ése es de quien su hija de usted está enamorada... Separarlos y matarlos viene a ser lo mismo... Carlos... No importa... Abraza a tu mujer. (Se abrazan DON CARLOS y DOÑA FRANCISCA, y después se arrodillan a los pies de DON DIEGO .)
Características del teatro neoclásico
De acuerdo con las normas neoclásicas, la obra sigue la regla de las tres unidades:
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Unidad de tiempo: la acción dura diez horas (desde las siete de la tarde del día anterior hasta las cinco de la madrugada siguiente).
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Unidad de lugar: todos los personajes han de encontrarse en un lugar para el desenlace, pero ello es difícil de imaginar de manera verosímil, por lo que la obra se sitúa en una posada, lugar de paso, en donde es fácil que se reúnan los personajes casualmente.
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Unidad de acción: hay un único conflicto, que se presenta en el primer acto: el matrimonio forzado de doña Francisca. El autor, para hacer referencia a otros hechos, usa fórmulas, como “Ya sabe usted que...” o “¿No se acuerda usted de que...?”
Moratín propone modelos de conducta, y el libro en general es una crítica a la sociedad. Estos dos aspectos son típicos de las obras de la época.
En el aspecto del decoro de los personajes, se debe comentar que siempre corresponde su forma de hablar con su clase social, y, pese a que no hay demasiadas indicaciones sobre el vestuario, las pocas alusiones que se realizan mantienen la relación entre el personaje y las prendas que maneja. (Acto primero, escena I):
“(SIMÓN se va por la puerta del foro. Salen por la misma las tres mujeres, con mantillas y basquiñas. RITA deja un pañuelo atado sobre la mesa, y recoge las mantillas y las dobla.)”
Don Diego es un hombre rico, de clase alta, pudiente.
- Acto I, escena V: “(Entra Simón al cuarto de Don Diego, saca un sombrero y un bastón...”
- Acto I, escena I:
“DON DIEGO: ...yo no he buscado dinero, que dineros tengo;”
Doña Francisca es una mujer obediente siempre, que no se atreve a interrumpir a su madre. Siempre pide permiso antes de obrar, haciendo continuas reverencias.
Acto I, escena III:
“DOÑA FRANCISCA: ¿Quiere usted (Se levanta, y después de hacer una graciosa cortesía a Don Diego, da un beso a Doña Irene...”
Doña Irene es una mujer que quiere lo mejor para su hija, y es la que le da permiso a ella para hablar, y también la manda callar, hasta tal punto que a veces don Diego se ve forzado a mandarla callar, para que deje a Paquita hablar libremente.
Acto II, escena V:
“DON DIEGO: Ella, ella debe hablar, y sin apuntador y sin intérprete.”
“DOÑA IRENE: Cuando yo se lo mande”
Don Carlos, galán amante de Paquita, siempre le dice cosas bellas, y aunque se disputa su amor con don Diego, no olvida que éste es su tío, y le tiene gran respeto.
Acto II, escena XI:
“DON CARLOS: Tío. (En ademán de besar la mano a don Diego, que le aparta de sí con enojo)”
Acto II, escena VII:
“DOÑA FRANCISCA: ...Él también será hombre de honor, y no es justo insultarle porque quiere bien a una mujer tan digna de ser querida...”
Los criados se asemejan todos al mismo perfil. Ante sus amos son obedientes y hacendosos, pero luego se hacen cómplices de otros personajes. Un ejemplo es Rita, que ante Irene es obediente, pero colabora con doña Francisca a la llegada de don Carlos. Calamocha, criado de don Carlos, intenta encubrirle cuando es descubierto en la posada por don Diego.
Acto II, escena XI:
“DON DIEGO: ...¿Por qué estás aquí?”
“CALAMOCHA: Porque le tiene a usted ley, y le quiere bien, y...”
“DON DIEGO: A ti no te pregunto nada... ¿Por qué has venido de Zaragoza sin que yo lo sepa?”
(...)
“CALAMOCHA: Si todo ello no es más que...”
“DON DIEGO: Ya he dicho que calles... Ven acá”
Valoración personal (contenido y forma)
“El sí de las niñas”, además de dar una visión crítica y satírica hasta cierto punto, es una obra didáctica que aporta numerosos datos sobre la vida social de la época. Refleja la diferencia jerárquica entre las madres y las hijas, y la mala educación que se les daba. Su lectura nos hace reflexionar sobre el tema, y sobre las mismas diferencias jerárquicas presentes, aunque a distinto nivel, en nuestra sociedad. El tema está bien tratado, y el efecto (criticar y enseñar al mismo tiempo), perfectamente conseguido, intercalando pequeños episodios graciosos para no aburrir en ningún momento, y manteniendo la incertidumbre de la trama hasta el desenlace, bastante inesperado. Así se pretende divertir al lector y que siempre quiera seguir leyendo. El estar escrito en prosa hace que su lenguaje no sea tan culto y bello, pero en esta obra la belleza está en la sencillez de la crítica, que en un principio parece una insinuación, pero se convierte luego en una satírica ridiculización de la educación tradicional.
Similitudes y diferencias con nuestra época
a) Diferencias:
En nuestros días, el respeto hacia los padres por parte de los hijos ha disminuido. Esto es en cierta manera bueno, ya que ahora hay en ocasiones más confianza. En todo caso, siempre puede haber confianza pero a la vez respeto. En general, hay libertad para expresar los propios sentimientos, tanto de agrado como de desagrado, delante de todo el mundo, sin que esto pueda afectar al hablante, siempre y cuando éste cuide lo que diga.
Además, ahora la mujer no tiene por qué casarse para vivir, y puede estudiar y trabajar por su cuenta.
La religión es hoy menos importante. La cortesía y el refinamiento son poco comunes en nuestros días. Tampoco lo son las supersticiones. Las clases sociales no están tan diferenciadas.
El marco histórico es muy distinto. Por ejemplo, ahora las posadas ya son casi una anécdota (han sido sustituidas por lujosos hoteles, al alcance de la mayoría de las personas). Los transportes han mejorado, la ropa es completamente diferente...
b) Semejanzas
El prestigio continúa siendo importante, aunque a distinto nivel. Los casamientos por bienes materiales se dan, aunque no son frecuentes en los países desarrollados. Los matrimonios desequilibrados no son frecuentes, pero continúan haciéndose, sobre todo por bienes materiales (prototipo del anciano millonario y la joven avispada que quiere heredar la fortuna). La valoración de la cultura es ahora mayor, y el nivel cultural de la población ha subido en general. Casi todo el mundo va a la escuela, y la mayoría hace carreras universitarias, cosa que en el siglo XVIII no estaba tan extendida.
Caracterización de los personajes
Doña Irene es una mujer mayor, juiciosa, autoritaria, ridiculizada en algunos casos (intenta enseñar siempre tanto, que resulta ridícula). Es muy habladora y dicharachera (acostumbrada a interrumpir, y a no dejar hablar a nadie sin añadir detalles). Esta actitud la zanja en una escena don Diego: (acto III, última escena):
“DON DIEGO: ¡Este vicio maldito de interrumpir a cada paso! Déjeme usted hablar.”
“DOÑA IRENE: Bien, vamos, hable usted”
La ridiculización de doña Irene culmina en esta misma escena:
“DON DIEGO: Pero ¿es posible que no ha de atender usted a lo que voy a decirla?”
“DOÑA IRENE: ¡Ay! No señor, que bien lo sé (...) Usted ya no quiere a la niña, y busca pretextos para zafarse de la obligación en que está.”
“DON DIEGO: Señora doña Irene, hágame usted el gusto de oírme, de no replicarme, de no decir despropósitos, y luego que usted sepa lo que hay, llore y gima, y grite cuanto quiera...”
Doña Francisca es el prototipo de hija de la época. Joven, obediente (como ya se ha mencionado), sacrificada, educada (véase el episodio de la reverencia, reproducido más arriba), sentimental.
Acto III, escena VIII:
“DON DIEGO: ...dentro de ocho días será usted mi mujer”
“DOÑA FRANCISCA: Y daré gusto a mi madre”
“DON DIEGO: Y vivirá usted infeliz.”
“DOÑA FRANCISCA: Ya lo sé.”
Don Carlos, el amante de doña Francisca, es un joven apuesto, docto (sabe matemáticas y las enseña, según dice don Diego en el primer acto, primera escena), ilustrado, razonador, defensor de su amada.
Acto II, escena VII:
“DOÑA FRANCISCA: ...¿Qué piensa usted hacer?”
“DON CARLOS: Si me dejase llevar de mi pasión y de lo que esos ojos me inspiran, una temeridad... Pero tiempo hay...”
Don Diego es el ilustrado por excelencia, culto, aristocrático, rico, generoso (sacrifica su matrimonio por la felicidad de doña Paquita y don Carlos).
Acto III, última escena:
“DON DIEGO: ...Ése es de quien su hija de usted está enamorada... Separarlos y matarlos viene a ser lo mismo... No importa... Abraza a tu mujer.(Se abrazan don Carlos y doña Francisca, y después...”
Los criados son serviciales con sus amos, hacendosos y trabajadores, obedientes, y en algunos casos, cómplices de sus amos (amigos, como acaba llamando doña Francisca a Rita).
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Enviado por: | Glotis |
Idioma: | castellano |
País: | España |