Filosofía y Ciencia


El príncipe; Nicolás Maquiavelo


El Príncipe

resumen por Carlos Barrio

Muchas veces advertimos que las palabras que derivan del nombre Maquiavelo, tienen un significado bastante alejado de lo que en realidad significa. Maquiavelo fue un político, que vivió en la época del renacimiento, en la ciudad de Florencia, Italia, y es conocido por los diferentes libros que escribió a través de su vida. En este caso el libro a tratar es “El Príncipe”, obra por la cual la mayoría de la gente conoce al citado autor.

En el tiempo en el que Nicollo Machiavelli vivió, fue muy importante con respecto a los cambios que se iban a producir en la estructura del poder. En el Renacimiento, se tomaron en cuenta de nuevo las influencias clásicas, y las estudiaron los llamados Humanistas. En esta época, terminó definitivamente el poder que el Papa tenía tanto en el ámbito religioso como en el de emperador. Los estados de ese tiempo van a ser monárquicos, y van a dejar por un lado las pretensiones del Papa. Gracias a diversos descubrimientos, como el de América y la imprenta, la población en general va a sufrir un trastorno religioso, pues el conocimiento de otro continente, del cual no hablaba la Biblia, y que destruye la idea de que la tierra es redonda, como siglos atrás ya decía Copérnico, nos dejaba mucho que pensar. También se van haciendo más asequibles las diferentes obras del pensamiento político, filosófico, etc. Que contradicen las ideas que por tantos siglos la iglesia había catequizado.

Todo esto provocó el desencadenamiento de las multitudes. Se levantaban principados que no duraban mucho tiempo, se destruían, y nacían otros, a los cuales les tocaría vivir el mismo destino. Por ésta situación de constantes guerras, muchos eran los que ganaban, este es el ejemplo de la familia condottieri, la cual alquilaba mercenarios al mejor postor. Esta familia se las ingeniaba para ver de que manera las guerras seguían de mal en peor.

Florencia a causa de todas éstas guerras, querellas y conflictos estaba devastada. Hasta que los Médicis, se hicieron con el poder en el año de 1434. Lorenzo, se ganó el odio del pueblo al destruir las antiguas libertades públicas, tan queridas por los Florentinos. Murió en el año de 1492, y cedió su poder a Pedro, que huyó amotinado por el acuerdo que negoció con el rey de Francia, Carlos VIII.

En 1498 Nicolás Maquiavelo llega a ser un funcionario en la vida pública. Él pertenece a una familia burguesa. Comenzó después a trabajar como emperador para Florencia en los distintos estados del extranjero. El problema era que Maquiavelo recibía muy poco dinero como representante florenciano, pero ganó mucha experiencia en el trato con las diferentes personas con las que el se citaba, representantes también ellos de otros pueblos. Conoció mucho, y adoptó la idea de un ejército nacional, del pueblo alemán, en esos tiempos gobernado por Maximiliano, al pueblo de Florencia, creando con ayuda de los Diez una milicia florentina, que permitiría a la República no seguir estando a merced de los mercenarios. Todo iba bien hasta que una guerra en la que participaba el Papa Julio II y el rey de Francia Luis XII, vio diezmar su milicia, y Maquiavelo fue despojado de su empleo y cargos, y como si eso no bastase, lo expulsaron de Florencia. Es aquí cuando Maquiavelo tiene el tiempo suficiente como para escribir un libro que lo ayudase a regresar a su querida Florencia. Eso es “El Príncipe”, en realidad titulado “De los principados”. Un breve ensayo con una dedicatoria a Lorenzo, con la que como usted dice Amparo, se chaquetea vilmente a los Médicis, dándoles las claves para conservar lo que ha adquirido por fortuna.

Lo que se propuso Maquiavelo al escribir Los principados es conocer la esencia de éstos, de cuantas clases los hay, como se mantienen y porque se pierden. Los principados se oponen a las Repúblicas. Dice Maquiavelo que en los principados hereditario, al príncipe le es bastante fácil mantenerse en su trono, media vez no sobrepase los límites trazados por sus antepasados. Las verdaderas dificultades se encuentran al crear los nuevos principados. Maquiavelo propone diferentes métodos para las diferentes clases de principados que pueden existir. Este es el caso de los principados a lo que él llama mixtos por la unión de un principado nuevo con un ya existente de carácter hereditario. Estas uniones suelen plantear problemas, par los cuales Maquiavelo propone soluciones prácticas en un código de la anexión. Se toma en cuenta aquí el modo de gobierno, ya sea despótico, republicano o aristocrático.

Maquiavelo trata que el dominio se produce por la fuerza, el poder de que el más fuerte es el que triunfa. Maquiavelo sabe esto, y lo dice sin problemas. Y lo sabía porque había vivido en una época, como ya se explicaba antes allá arriba, llena de guerras, y en la que todos sus contemporáneos, veían como algo trivial el hecho de que el más fuerte es el que se gana la partida. Por así decirlo los principados son creaciones de la fuerza. Pero como el dice el deseo de adquirir es algo natural, y teniendo los medios necesarios es algo digno de admirar. Pero crear el la empresa y después no poder ejecutarla, es un grave error. Y esto Maquiavelo se lo achaca al reino de Francia el cual si tenía los medios para atacar al reino de Nápoles, debía hacerlo, pero no dividirlo. El tener suficiente fuerza es lo que nos mantiene en el poder o quien nos da más. Maquiavelo nos aporta el pensamiento de que la guerra, las instituciones y sus reglas es lo único que le debe de interesar al príncipe. Pues siendo éste su oficio, se puede mantener, y los que nacieron particulares llegar a ser príncipes. Conocer el arte de la guerra es conocer el modo de llegar al poder.

Maquiavelo nos cuenta que para que un Estado esté bien conformado, “las principales bases son buenas leyes y buenas armas”. Para Maquiavelo las buenas armas son el pueblo, no unos mercenarios a los que se les paga por hacer un trabajo, y que terminado se irán a combatir en donde les paguen más. No, los súbditos del príncipe son aquellos que en ningún momento lo defraudarían pues le son fieles a él. Únicamente son buenas tropas las tropas nacionales.

Maquiavelo explica entonces que hay cuatro maneras de adquirir, a las que corresponden cuatro maneras de conservar o de perder. Por la virtú, por sus propias armas, y por las armas de otro. Pero Maquiavelo se ve en conflicto al tener en cuenta el destino, la fortuna o fatum. ¿Que puede hacer un hombre ante las fuerzas implacables del destino? ¿Será posible que con nuestra virtú podamos llegar a hacernos con el poder?, ¿Y la suerte? La explicación que nos da Maquiavelo sobre esto nos hace reflexionar en el poder luchador del hombre. Hay que resistir a la fortuna, e incluso prepararle con nuestra virtú duros obstáculos.

Dice que los que llegan a príncipes por su propia virtú y por sus propias armas van a conocer muchos problemas y dificultades, para sentarse en el trono, pero una vez sentados va a ser muy difícil que sean destronados. Lo más difícil del comienzo, es el establecer las nuevas instituciones. He aquí donde se ha de formar el gobierno y la seguridad del nuevo príncipe. El problemas es que los que estaban en las instituciones antiguas ya no se van a poder beneficiar, y van a buscar la forma de causar un conflicto, y nuestros defensores van a ser muy tibios, porque tienen miedo de los antiguos, que van a pelear con todo el espíritu de partido, mientras que nuestros aliados se van a defender flojamente. He aquí donde el príncipe tiene que demostrar un gran poder de coacción y una fuerza singular, para que se logre el éxito de tan dificultosa estructura. Entonces, debemos hacer creer a nuestros aliados si es preciso hasta por la fuerza, pues un profeta que no esté armado siempre ha perecido. Hay que llenarlos de confianza. Y cuando el príncipe logra todo esto, cuando se apoya en la fuerza, y ha conseguido atravesar estos obstáculos, entonces será venerado, y permanecerán poderosos, tranquilos, honrados y felices.

Maquiavelo nos habla mucho sobre la fuerza de la fortuna, y nos pone el ejemplo, de los principados nuevos conseguidos con las armas de otro. Aquí es fácil conseguir, pero difícil conservar. Ellos dependen mucho de su voluntad, y de la fortuna. Además, habiendo vivido siempre como particular, es difícil que sepa como mandar. Y los nuevos estados carecen de raíces, y la primera tempestad amenaza con derribarlos. A menos que el príncipe servido por la fortuna, sepa prepararse sobre la marcha para conservar lo que la fortuna puso en sus manos.

Y Maquiavelo nos pone el ejemplo de ése hombre tan admirado para él como lo era César Borgia. Dice así:

César llega a ser príncipe por la fortuna de su padre. César se dio cuenta que tenía que hacerse independiente de los mercenarios de su propio ejército, y después del rey. Lo que hizo acribillar a todos los condottieri en una emboscada que les preparó a sus antiguos aliados. Terminado esto, habían muchos crímenes, sabotajes y el pueblo vivía mal, entonces decidió poner un hombre muy severo, para calmar los ánimos. Pero después pensó, que media vez se hubiese apaciguado la ola de crímenes, podría matar a éste señor, y que su nombre quedase limpio. Solo le hacía falta deshacerse de los franceses, cuando su padre murió inesperadamente, sin que el fuese lo suficientemente poderoso. Para terminar de estropearlo, César cae enfermo muy grave. Todo esto fue una gran cantidad de mal fortuna, aunque el todo lo hizo perfectamente, muy hábil y precavido, no pudo lograr sus objetivos.

Maquiavelo nos aclara que al príncipe le habitan y deben de habitarle dos temores, el temor del interior de sus Estados, y el temor a sus súbditos; Y el temor del exterior y los designios de las potencias vecinas. Hay algo que me gustó mucho de lo que Maquiavelo dice, y es que: “ Vivir como se debería en un mundo como el nuestro, lleno de malvados, sería como un juego de estúpidos”.

El príncipe tiene que aprender a se bueno o a no serlo según sea la necesidad. Se podría dar el caso de que un príncipe bueno, afable, franco, etc. Tiene todas estas cualidades, pero esto le podría llevar a perder su Estado. Y esto a nuestros ojos, sería más vergonzoso que si tuviera unos vicios, que le ayudasen a conservarlo. Que el príncipe fuese reputado liberal y generoso sería bueno, pero la pasividad, hace que la gente se levante. Y si para evitar que la sociedad entera hay que destruir, y guardarse la clemencia, para no utilizarla inoportunamente, venerable sea la crueldad para deshacerse de los embriones del desorden. Por eso hay que proteger ante todo a la sociedad, y es ahí donde radica la verdadera clemencia del Estado.

De ahí, sale la cuestión de que si más vale ser amado que temido o viceversa. Aunque lo mejor sería disponer de las dos. Pero esto es muy difícil. En conclusión es mejor ser temido, porque es más seguro. Los hombres suelen ser ingratos, mal agradecidos, mientras que el peligro está lejos todavía, te lo ofrecen todo, pues tu les estas favoreciendo, pero cuando se acerca te abandonan. Y además a los hombres les preocupa ofender a un hombre temido, porque saben que serán castigados, y este sentimiento no los abandonará nunca. Pero no hay que confundir el temor con el odio, pues ahí tendríamos un grave problema. Así que nos tenemos que abstener de atentar contra los bienes de los súbditos, como de tocar a sus mujeres.

Se nos propone otro tema “Como los príncipes deben mantener su palabra”. Pues se han conseguido grandes fortunas, gracias a los engaños, y teniendo a los que se fundaban en la lealtad, violando su fe. Lo que tenemos que hacer en materia de promesas es no observar la fe pactada, pues todos los hombres son malos, y como no ellos no mantendrán su palabra, tampoco nosotros debemos conservarla. Los príncipes que actúan como zorros, son los que más prosperan, pero con una condición, que hayan disimulado la naturaleza de zorros conociendo perfectamente el arte de simular y disimular. Disimular es prosperar. Cuando hablábamos de lo bueno que sería que un príncipe tuviera muchas cualidades, como la paciencia, la generosidad, que fuese compasivo, etc. ¡No es necesario que el príncipe las tenga todas! Tenemos que tener la virtú de saber disimular, del hacer parecer, y un arte bien refinado de la hipocresía. Maquiavelo nos dice algo muy frío, pero muy cierto, que el príncipe no se aparte de la vía del bien, aunque esté aparentando ser fiel, clemente, etc., pero cuando sea necesario, según venga el viento y la fortuna, sepa entrar en la vía del mal. Y algo difícil pero elemental que se sepa guardar muy bien de decir una palabra que no tenga estas cinco cualidades: DULZURA, SINCERIDAD, HUMANIDAD, HONOR, y RELIGIÓN, que es de lo que más importa tener apariencia. “Todo el mundo ve lo que parecéis, pocos conocen a fondo lo que sois, y este pequeño número no se atreverá a levantarse contra la opinión de la mayoría, sostenida, además, por la majestad del poder soberano”. Después de todo esto, lo que el príncipe tiene que hacer, es procurar conservar su vida y su estado. Tratando de conseguir los mejores consejeros, y que no haga jamás poderoso a otro príncipe, pues lo conduciría a la ruina. Y que se muestre claramente amigo o enemigo de tal o cual Estado. Sobre los ministros, bueno es aquel que piensa siempre en el príncipe, y que habla con el sobre asuntos que atañen al Estado. El príncipe debe colmarlo de riquezas, honores y demás cosas, para que así tema a todo cambio, sabiendo que todo lo que tiene se lo debe al príncipe, y a nadie más. Si el nuevo príncipe, procede así, su porvenir es seguro.

Y bueno, finalmente, como usted dijo, Maquiavelo en los últimos tres capítulos de su libro, se destapa, y nos da a entender su amor por Italia, el fervor de regresar a la tierra que lo vio crecer. Su sueño es sacar a ésta de las garras de los bárbaros, y le propone tan bella idea, como él dice, a la casa de los Médicis, “con el valor y la esperanza que convienen a las grandes empresas”, deberán de luchar, en combate bravo. Le declara pues que esta ocasión es irrepetible, y que la casa Médicis sería acogida con amor en todas las provincias que han sufrido las invasiones extranjeras, con sed de venganza, con fe, con piedad y lágrimas, encontrando ahí súbditos que se unirían para pelear por la causa, con obediencia y respeto.

En realidad Maquiavelo, supo que de esta manera podría regresar a su hogar, Italia. Como usted dice Amparo, chaqueteándose a los Médicis con su libro. Las ideas que proporciona son realmente cínicas, pero consiguió su objetivo, aún a costa de tener que rebajarse, pero como él bien dice, aunque la lectura no lo menciona, “El fin justifica los medios”.




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Enviado por:Carlos Barrio
Idioma: castellano
País: Guatemala

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