Ecología y Medio Ambiente


El Parque Nacional del Teide


Índice

  • Introducción Pag 1

  • Geografía:

La Construcción del edificio Pag 2 y 3

Las Cañadas Pag 3,4 y 5

El Teide-Pico Viejo Pag 5,6 y 7

Los Domos o edificios adventicios Pag 8 y 9

La morfología Pag 10,11,12,13,14,15,16,17,18 y 19

  • Clima Pag 20

  • Flora:

Introducción Pag 21

Retama del Teide Pag 21

Tajinaste Pag 22

Violeta del Teide Pag 22

Alhelí y Margarita del Teide Pag 22

Hierba Pajorera Pag 23

  • Fauna:

Introducción Pag 24

Cernícalo Pag 24

Alcaudón real Pag 25

Canario Pag 25

Pinzón azul del Teide Pag 25

Perdíz Moruna Pag 25

Bisbita Caminero Pag 26

Paloma Bravía y Cuervo Pag 26

Lagarto Tizón Pag 26

Muflón Pag 27

Conejo Pag 27

  • Aprovechamiento (Teleférico) Pag 28 y 29

  • Bibliografía Pag 30

Introducción

La piramidal masa de Tenerife aparece truncada sobre los 2000 m, donde se hayan las Cañadas y en su interior el Teide. Estos forman un conjunto incomparable, que ha llamado la atención del estudioso como del viajero.

El paisaje de lavas y conos dispersos, enmarcados en un escarpe de amplia curvatura, con espectaculares espigones y alturas de casi 600 m en la vertical, ha merecido la declaración de Parque nacional por decreto el 22 de enero de 1954, con un área de 135 Km².

Geografía

La construcción del edificio

Según el esquema evolutivo de la isla planteado por Carracedo (1979), hace unos tres millones de años, después de una larga etapa de tranquilidad eruptiva, se inicia un nuevo periodo de actividad que tiene como área más importante el centro de Tenerife, y dio lugar a lo que se ha venido llamando el Edificio Cañadas, asimilando a una gran cúpula, con una altura de unos 3.000 a 5.000 m. Esta supuesta cúpula ha sido muy discutida, sobre todo en cuanto al aspecto que presentaría; en este sentido predominan las opiniones de los que piensan que tendría forma amesetada, en contraste con los que creen que se trataba de una gigantesca montaña. Martinez de Pisón y Quirantes (1981) dudan de su existencia y suponen una arquitectura irregularmente repartida de acuerdo con determinadas directrices, con valles en su interior que servirían de base para desarrollarse algo de drenaje.

Araña (1968) establece varias fases en la formación de este edificio, con varios ciclos eruptivos que, además, presentan la particularidad de que coinciden emisiones sálicas con otras básicas de menor importancia. Lo más llamativo del conjunto son las formaciones ácidas, que tienen su máxima expresión en el sector SW del edificio y cuyas “planchas” se extienden por el dorso de Las Cañadas. Estas emisiones sálicas suelen ser explosivas, con expulsión de gran cantidad de materiales en muy corto espacio de tiempo, aunque tienen poco recorrido debido a su naturaleza, pero dan lugar a capas de gran espesor, a diferencia de las coladas basálticas. Este periodo efusivo se sitúa entre los 3 y 1 millón de años.

Las Cañadas

Aunque hay cierto acuerdo entre los estudiosos en cuanto a la formación de la cúpula, sin embargo, las mayores discrepancias surgen al explicar la génesis de la gran oquedad de Las Cañadas y del remarcado escarpe de su pared o circo que tiene forma de elipse, de 12 por 17 Km. Para el origen de la caldera se han barajado todas las hipótesis posibles: explosión, hundimiento, vaciado por erosión o la combinación de parte o de todas las anteriores. Aceptando la imbricación de esas posibles soluciones, sigue en pie la proporción de cada una en el proceso. La hipótesis que más defensores tienen coloca el hundimiento en primer lugar.

Telesforo Bravo (1962) defendió que las Cañadas se habrían originado por efecto de un vacío semejante al de La Caldera de Taburiente, incluso gráficamente las compara, suponiendo que el valle de evacuación de aquélla estaría situado en Icod y se habría rellenado posteriormente por las lavas teideanas. Ante la crítica del escaso tiempo transcurrido para que un fenómeno de tales proporciones se produjera, Bravo arguye el estado de desagregación de las rocas, consecuencia de las crisis explosivas, y la existencia bajo las anteriores de una masa de materiales muy plásticos, que llama fanglomerado, la cual facilitaría la evacuación en un corto periodo, algo semejante a lo ocurrido en La Caldera de Taburiente con el complejo Basal y el barranco de Las Angustias. Coello (1973) apoya la anterior tesis, si bien agrega que el proceso erosivo se ha visto favorecido por una serie de avalanchas por deslizamiento de masas inestables sobre el fanglomerado -que actuaría como lubricante -, que llegarían al mar y éste, por su acción erosiva, las haría desaparecer.

En cuanto a la hipótesis de que la formación se deba a una gigantesca explosión, ésta cuenta con pocos defensores en la actualidad, salvo en el caso en que se correlacione con fenómenos de subsidencia, derivados de la formación de una cámara magmática superficial, cuya explosión provocaría un vaciado y hundimiento en los bordes de salida de los materiales. Ahora bien, otro problema es el alcance de este supuesto hundimiento, si se trata de algo superficial, como estima Martinez de Pisón y Quirantes, o de algo mucho más profundo, como considera Araña; sólo por citar los trabajos más divulgados.

Los defensores del hundimiento no han encontrado huellas que lo demuestren, por lo que su defensa se basa en métodos indirectos y en el establecimiento de analogías. La pared de Las Cañadas, por su morfología, lo mismo puede ser producto de un colapso o hundimiento, retocado por la erosión, que el resultado exclusivo de un proceso erosivo.

Hausen (1956) defiende la existencia de dos calderas a distinto nivel, separadas por el tabique de los roques de García, los cuales constituyen otro enigma que complica las formulaciones tanto explosivas como de hundimiento, pues muestran claramente los efectos de la erosión y sus rasgos corresponden a las “raíces” del primitivo edificio. Esta idea ha sido reavivada por Martínez de Pisón y Quirantes (1981), basándose en analogías con otras calderas, pero con una variante que es consecuencia de su preocupación por la búsqueda de líneas de distensión y directrices eruptivas, por lo que llegan a la conclusión de que “las grandes paredes de Las Cañadas, más que constituir una o dos elipses calderiformes, están conformadas por dos planos rectilíneos principales que se cruzan en ángulo reto cerca del Sombrero de Chasna, y orientados según las grandes directrices del Archipiélago”; el resultado de ello es una caldera mixta, retocada por la erosión y luego transformada por el gran volumen de rocas eruptivas en su interior.

El Teide - Pico Viejo

En el interior de Las Cañadas y en posición relativamente entrada se encuentra el edificio del Teide - Pico Viejo, con una topografía asimilable a un tronco de cono. Se trata del conjunto más llamativo y espectacular de la isla, pues se eleva 1700 m desde la base y está formado por un doble volcán. Corresponde a la llamada Serie Ácida Reciente, por la proximidad en el tiempo de su formación. Según Fúster (1968), hubo cierta imbricación de dos tipos de materiales emitidos: ácidos y básicos, “los cuales no están ligados genéticamente, sino que proceden de focos magmáticos distintos”.

Esta masa se levantó en un tiempo geológicamente corto y es bastante reciente, pues se calcula que empezó hace unos 600.000 años, y en realidad su fase final aún no ha terminado, ya que hay síntomas de permanencia, como lo refleja la erupción de 1798 y la existencia de fumarolas en el cráter del pico del Teide.

Se trata de un gran estratovolcán, que supone numerosas erupciones con apilamientos en corto recorrido y formación de “valles” por donde corren las lavas, que a su vez son rellenados por nuevas erupciones. Es probable que hace unos 2.000 años ya estuviera conformado el doble cono del Teide - Pico Viejo, con laderas de gran pendiente, que oscilan entre los 35º y los 20-25º. Como es lógico, las pendientes se suavizan algo en la parte baja. Contemporáneas a estas erupciones debieron producirse otras complementarias en las laderas y zonas próximas, muchas de ellas sepultadas. Martínez de Pisón y Quirantes (1981) suponen una línea directriz en la construcción de estos edificios, que complementan la estructura reciente del complejo Teide - Pico Viejo.

Según Fúster (1968), El Pitón es el último episodio de la actividad ácida, es decir, de las coladas negras de El Pitón que forman en esencia un estratvolcán, cuya emisión comenzó en el interior del cráter del Teide Antiguo; la fluencia rellenó el cráter y después hizo que las coladas se derramasen por las laderas del antiguo estratovolcán, formando en la actualidad un rosetón de coladas de tonalidad muy oscura, debido, en parte, a que todavía no se han alterado y, en parte, a su carácter obsidiánico. El Pitón está coronado por un pequeño cráter en cuyo recinto persiste una actividad fumarólica de tipo residual. “Las emanaciones son de carácter sulfuroso y han provocado una intensa alteración en la parte alta del Pitón, cuyos materiales se convierten en una pasta blanquecina”.

Para Martínez de Pisón y Quirantes (1981), Pico Viejo es “sin duda el cráter más interesante de todo el Archipiélago, resultado de una interesante evolución volcánica, que se puede leer en magníficas formas, que la constituyen, y que a su vez, son ejemplos morfológicos de primera calidad”. Las proporciones del cráter son de gran magnitud, pues su eje mayor mide 800 m, con un perímetro de 2´5 Km. En su interior hay una plataforma doble con un lago de lava solidificada, con una colada surgida en su interior, como fenómeno póstumo.

Fúster (1968) considera que la formación del Teide Antiguo y Pico Viejo fue simultánea, o a lo sumo ligeramente posterior a la del Teide Antiguo, cuyo cráter terminal era La Rambleta. Este autor basa el sincronismo en la similitud de los materiales y su estado de conservación, y supone que los últimos episodios fueron explosivos, creándose ambos cráteres.

Los domos o edificios adventicios

Una vez formado el edificio Teide-Pico Viejo y en una fase siguiente, según Fúster, hay una acidificación del magma, que sale por fisuras dispuestas radialmente con respecto al edificio central, por donde se expulsaron materiales de alta viscosidad, señalando que el grupo formado por Montaña Blanca, Montaña Rajada y Los Gemelos fue anterior a los situados más al Norte, como Montaña Abejera, el pico de Las Cabras y Roques Blancos, habida cuenta de la carencia en estos últimos de materiales menos gaseados, ausencia de pumita en superficie y mayor fluidez en las masas emitidas. Por otra parte, Martínez de Pisón y Quirantes (1981) se plantean la existencia de una serie de directrices ortogonales, que primero utilizan para explicar la formación del edificio precaldera y que mantienen para las fases posteriores. A estas emisiones Fúster las llama edificios adventicios, mientras que Martínez de Pisón y Quirantes las consideran domos, es decir, formas de extrusión, que crecen desde el interior por el empuje de los materiales, pero que tienen una fase de emisión de coladas de cierta magnitud en una fase posterior; a estos domos les dedican ambos autores bastante atención, comentando ampliamente sus fases.

Estos centros de emisión, a pesar de que sus materiales son similares, de carácter traquítico, suelen presentar una morfología con notables diferencias. El situado a mayor altura es el de Los Gemelos, entre el Teide y Pico Viejo, con lavas muy viscosas y de corto recorrido. Por el contrario, Montaña Blanca es el más destacado en la falda del Teide, completamente recubierto de pumita, que suaviza sus formas y le da el aspecto que responde a su nombre. Es posible que en su fase inicial creciera a consecuencia del empuje interno y luego derramarse coladas, para terminar con una fase explosiva con emisión de pumitas, que han sido explotadas comercialmente.

Montaña Rajada presenta rasgos espectaculares, tanto en su cráter, con agujas de protusión, donde pueden observarse las estrías del rozamiento en su salida, como los derrames de sus lavas, colgadas de las laderas. Debió tener una fase altamente explosiva.

Los picos de Las Cabras y La Abejera, situados al Norte, son dos aparatos volcánicos de características definidas y parecidas. El de Las Cabras es de mayores proporciones y está formado por espesas coladas que resaltan sobre el terreno colindante. Al NW del anterior se encuentra el domo de Los Roques Blancos, que dieron lugar al morro de la Mancha Ruana, un lomo muy destacado, formado por potentes coladas viscosas que se acumularon sobre el espacio. Además de los citados hay otras montañas de similares características a las anteriores, como en Montaña Majúa, o de basaltos, como Montaña Mostaza, Montaña Negra, etc.

La morfología

Al referirnos a la formación del conjunto se expusieron los rasgos fundamentales de la morfología de esta área, pues la geología es lo más visible y dominante de sus formas primarias, que apenas están alteradas por el modelado erosivo, y la cubierta vegetal es tan escasa que es incapaz de enmascarar las formas originales. El paisaje del Parque Nacional es el resultado de la disposición de las estructuras geológicas y las emisiones volcánicas recientes, excepto la parte correspondiente a los restos del anterior edificio Cañadas, el origen de cuyo reborde aún se discute si ha sido provocado por un hundimiento o por la erosión.

El interior del circo se encuentra cubierto de mantos lávicos, productos de numerosas erupciones. Hay coladas de todo tipo: Cordadas o pahoehoe, aa o de escorias, grandes bloques brechoides, mantos de pómez, etc., con sus diversas coloraciones, tanto por su composición química como por su grado de meteorización. En superficie aparecen numerosas canalillos por donde fluyeron las lavas; el ejemplo más claro de ello lo constituyen las coladas de la erupción de 1798. Las lavas más antiguas presentan superficies menos rugosas que las recientes; sobre ellas aparecen “lomos” formados por los volcanes adventicios, con algunas corrientes de gran potencia o bien caóticas masas, como en el valle de Las Piedras Arrancadas, que presenta gigantescos bloques con bordes de obsidiana.

Entre los frentes de las coladas o corrientes lávicas y la pared del circo hay una serie de espacios llanos, pequeñas cuencas endorreicas, cada uno de los cuales posee nombre propio, y la palabra añada antepuesta; ésta era la ruta seguida para pasar de una a otra vertiente de la isla. También aparece la palabra valle para expresar la vaguada entre dos dorsos de corriente lávica, sin que tenga el sentido de valle fluvial, pues la red de drenaje es poco significativa. Toda el agua caída, tanto en forma de lluvia como de nieve, se filtra in situ o con muy pequeño recorrido, sin salir del recinto. Todas las referencias de los antiguos viajeros que ascendieron al Teide siguiendo esta ruta, coinciden en comparar su paso por Las Cañadas a un recorrido por el desierto sahariano y se hacen eco de las molestias por el calor, la sequedad del ambiente y, sobre todo, por la cegadora luz, además de las condiciones del terreno.

El escarpe del Las Cañadas se presenta lobulado debido a los salientes espigones, que se corresponden con puntos de mayor resistencia a la erosión, como son los diques o las intrusiones magmáticas. Por otra parte, tampoco hay uniformidad en los materiales de la pared, pues desde el Norte hacia el Sudoeste va cambiando del dominio de las capas basálticas a masas de rocas sálicas; en realidad se pasa de una clara estratificación hacia formas más intrusivas mucho más potentes, como corresponde a las traquitas. Las diversas coladas procedentes del edificio interior quedaron detenidas al pie de la pared. La serie de diferencias también quedan marcadas den los materiales de derrubio, tanto en su abundancia como en sus rasgos.

Por el Norte se penetra en Las Cañadas por el Portillo de la Villa, entre el saliente de El Cabezón, de donde arranca el escarpe Oeste del Valle de La Orotava, y el Cerrillar como guardián de la entrada, junto con otros conos. La primera que se encuentra es Siete Cañadas, que forma un conjunto de pequeños espacios, entre coladas de lavas y piroclastos de los volcanes recientes de la zona, como Arenas Negras, Colorada, etc. En este espacio se ha iniciado un pequeño arroyamiento con ligera incisión en el terreno. Como se trata de la zona más húmeda, es donde se ha desarrollado una vegetación más abundante, lo que le da un carácter distinto al resto. La siguiente cañada es la de Pedro Hernández; el escarpe tiene forma de arco amplio y presenta una variada gama de colores, pues alternan las blancas pumitas, los rojizos o negros piroclastos y las capas de coladas, atravesadas por algunos diques. El Risco Verde separa esta añada de la de Las Pilas, el primero presenta un interesante fenómeno de taffonización, en la masa intrusiva que lo forma. El nombre de cañada de Las Pilas deriva de los pequeños montículos de rocas que sobresalen del plano de color claro, los cuales forman un extraño y pintoresco juego de manchas blancas y negras. A continuación, la cañada se estrecha por el acercamiento del frente lávico que forma el valle de Las Piedras Arrancadas, por lo que se llama de La Angostura, en la que se unen los grandes bloques caídos de la pared con los de la corriente lávica, si bien cuando se acerca al topo de La Grieta la pared presenta un amplio panel de pumitas, que por el efecto de taffonización recibe el expresivo nombre de El Palomar.

La Cañada de La Grieta, junto al topo del mismo nombre, que forma un gran espolón con hendiduras verticales, tiene como frente lávico una masa de rocas obsidiánicas, que le ha valido el nombre de Tabonal Negro (tabona es la denominación de los cuchillos de obsidiana que usaban los aborígenes, lo que indica la abundancia de ese material), que no es exclusivo de este lugar. De la cañada de La Grieta partía el antiguo sendero para ascender al Teide. La cañada de La Camellita presenta una serie de montículos de roca disgregada in situ, que recuerda “las playas” saharianas. La cañada de Hoya del Montón de Trigo es una hondonada blanca y plana entre los altos frentes de escoria y el marco de escarpe de la pared, con sus derrubios. La cañada de La Mareta es bastante pequeña y debe su nombre a que cuando llueve o deshiela se origina, durante bastantes días, una minúscula laguna por el depósito de arcillas, seguramente muy antiguas, en el lugar; justamente aquí ya aparecen más claros los fenómenos morfoclimáticos imbricados con los eruptivos. A esta cañada llega una pista que por el valle de Chinoque alcanza la base del Teide. En este “valle” se iniciaron las obras de un Sanatorio por los alemanes, que quedaron inacabadas como consecuencia de la Primera Guerra Mundial.

Pasada la cañada de la Mareta hay un imponente saliente conocido como la montaña de Piedra, por las gigantescas masas intrusivas que han sido descalzadas por la erosión. A continuación hay una vaguada donde sobresalen Los Caprichos, que con su aspecto uniforme, debido a una intensa taffonización, crean un paisaje insólito en Canarias, pues recuerda las formas erosivas propias de las calizas. Entre ambas hay barranqueras con caballones lobulados, seguramente solifluidales y con abundancia de materiales en sus frentes de avance, con grandes bloques; su formación debe ser muy anterior, pues ya se encuentran colonizados por la vegetación.

Más separada de la pared se encuentra la cañada Blanca; se trata de un espacio llano limitado al Sur por los Roques de García y entre la Base del Teide y Guajara, adonde llegan los materiales arrastrados por las aguas de La Corbata. Justamente como la fuerte pendiente teideana termina bruscamente sobre esta cañada se le llama Base del Teide, y en este lugar se ha construido el teleférico, mientras que en posición más cercana a los Roques de García se encuentra el Parador Nacional de Turismo.

Guajara es el mayor saliente de la pared y a la vez su punto culminante, con 2.715 m. de altura, donde destacan las diversas capas de gran espesor que forman el conjunto; Justamente a su pie se encuentra el comienzo de la cresteria de los Roques de García, “interfluvio estructural” perpendicular a la pared, su primer tramo son Los Azulejos, nombre derivado de la variedad de colores de sus rocas, donde abundan los verdes, que indican una situación de alteración hidroterrenal en profundidad; A continuación y en un tramo de unos 2 km. se alinea una serie de picachos con las más variadas formas, por tratarse de materiales exhumados por la erosión, donde destaca la diversidad litológica, con potentes intrusiones como la Catedral, y residuos erosivos como el Arbol de piedra. Estos materiales, por sus características, estuvieron a bastante profundidad antes de que la erosión los pusiera al descubierto; por su parte Oeste están rodeados por las lavas más recientes, sobre todo de Pico Viejo; incluso entre ellos desbordó una corriente de lavas pahoehoe, con formas cordadas y filiforrnes, llamada con el expresivo nombre de La Cascada. Este es el conjunto más espectacular y visitado del Parque, con fácil acceso. También algunos de sus picachos tienen taffonización, cuyos «nidos de abejas» realzan la belleza de las formas.

Ucanca es el centro del marco más interesante de Las Cañadas, al mismo tiempo es el “llano” más amplio, rodeado por el Norte por los Roques de García, al Oeste y Sur por los frentes lávicos, y al Este por la pared en el tramo llamado Cumbre de Ucanca. Es la cañada más amplia y la mayor cuenca endorreica del conjunto, además de que al pie de la citada cumbre se encuentran más desarrolladas las formas erosivas. Aparte de las formas exhumadas por la erosión, los derrubios indican la existencia de formas periglaciares cuaternarias, puestas de manifiesto por Morales, Martín y Quirantes (1977), pues en estos taludes han encontrado formas gelifluidales, cuyas lenguas de solifluxión están desfiguradas por los torrentes actuales. Las condiciones climáticas dan lugar a estos fenómenos en este conjunto, pues según Martínez de Pisón y Quirantes (1981) se “provoca una acentuación de los efectos morfológicos de la rexistasia de alta montaña, pero, aun así, la humedad sobre todo invernal es suficiente para permitir un periglaciarismo, como aún ocurre hoy; sin duda, además, la frecuente presencia de nieve proporciona aguas de fusión, cuya infiltración y rehielo debieron ser los principales modelados periglaciares. Por último, estos materiales se disponen en lenguas escalonadas y digitadas, como consecuencia de un comportamiento soli y gelifluidal”. Estas manifestaciones periglaciares, en distintas formas, se encuentran presentes en diversos lugares del alto Tenerife, aunque su alcance en la actualidad es pequeño, pero en cambio es del mayor interés científico, dada nuestra latitud.

A partir de Ucanca se encuentra la cañada de Pedro Méndez, donde las lavas se unen a los derrubios de la pared, que presenta potentes diques rematados en lo alto por el Sombrero de Chasna o La Cachucha, con entrantes y salientes como la Cortada del Diablo o el Andén del Gato. Pasado este bloque, la pared aparece cortada en Bocas de Tauces, por donde discurre la carretera hacia la vertiente Sur por Vilaflor. En la cañada ya todo está invadido por las lavas recientes que forman el mal país de Chafarí. A partir de Bocas de Tauce la pared aparece cortada por los barrancos que ascienden por el dorso, donde destacan los últimos salientes de la pared: El Cedro y Chasogo. A partir de aquí el paisaje cambia al desaparecer la pared y la ladera del Sudoeste del Pico Viejo sólo se ve interrumpida por volcanes adventicios recientes, que enlazan con la dorsal de Teno: montaña de Chío, Cruz de Tee y Reventada, esta última situada cerca del morro de La Mancha Ruana de donde parte la cumbre de Abeque, entre el antiguo macizo de Teno y el Teide.

Por la parte Norte el resto de la antigua caldera sólo se manifiesta en El Cabezón y La Fortaleza, con la cañada de los Guancheros, en cuyo origen parece tener mayor influencia la erosión, en otras condiciones climáticas, pues aparecen aislados y fuera del marco general.

La vertiente Norte del Teide aparece como un todo continuo hasta el re- manso de la comarca de Icod y es conocido como Las Laderas, que sólo presenta algunas ligeras vaguadas o estrías a las que generalmente se denomina con el término de corredor, como el de Munich, La Isla, La Raspa de Mario. Etc. Hacia el Oeste. Él corredor más destacado es el de La Corbata, con incipiente erosión, que se inicia en un pequeño circo de color blanco.

El clima del Parque se corresponde con el de alta montaña subtropical, con caracteres originales dentro del Archipiélago. Los datos precisos sobre sus valores son muy escasos, pues dentro de Las Cañadas sólo funcionó una estación entre 1913 y 1915, que aporta datos interesantes, pero lo corto de la serie y la gran variabilidad anual canaria los convierte en poco fiables. La estación meteorológica que puede servirnos de referencia se encuentra fuera del recinto del Parque, en la cima de Izaña a 2.367 m. de altura y abierta a todos los vientos, pero su información no es del todo aplicable a todas las variables que se encuentran dentro del Parque, con una cima a 3.718 m. de altura y el interior de un circo que modifica el mecanismo de la orientación.

Un dato básico es su situación por encima de la zona de inversión del alisio, con mayor temperatura y seque- dad. Dada la altura, las temperaturas son más bajas que en el resto de la isla, aunque a pesar de esto Izaña tiene una temperatura media de 9,2° C. Los meses más fríos son enero y febrero y el mes más cálido julio. Un rasgo importante es la gran oscilación diurna, debido a la menor densidad del aire, que da lugar a una intensa insolación durante el día y a una fuerte irradiación nocturna que hace descender notablemente la temperatura. En Las Cañadas hay dos datos muy expresivos al respecto y que corresponden a 1915; en agosto se registraron 30,6° y en febrero-16,1°C.

La insolación alcanza valores eleva- dos incluso en invierno, que supera el 60% de la iluminación teórica; en verano, con mayor dominio del alisio y sin borrascas, las cifras se elevan al 80%. Debido a la irradiación nocturna el número de días con heladas es relativamente alto para la latitud de la isla, pues en Izaña alcanza los 65 días de media, pero en algunos años supera el centenar, dada la gran irregularidad en estas alturas. Esta característica térmica es la que mantiene fenómenos periglaciares en el Parque y, sobre todo, en las zonas de mayor umbría, donde el número de veces que se produce el fenómeno hielo-deshielo es mayor.

En cuanto a las precipitaciones, éstas son relativamente abundantes, pero con una gran variación anual; en Izaña la media es de 540 mm, pero con la particularidad de que las lluvias suelen ser intensas y caen en cortos periodos de tiempo, en pocos días al año, concentrándose en los meses invierno, época en que las borrascas atlánticas y del frente polar llegan a Canarias; las primeras, como son de aire caliente, producen fuertes aguaceros, mientras que las segundas suelen producir nevadas. Algunas nevadas son singularmente importantes, especialmente en las laderas del Norte del Teide, y duran bastantes meses; en cambio, en Las Cañadas el suelo sólo está cubierto de nieve unos 15 días al año, con diferencias notables de unos lugares a otros. También suelen producir nevadas y lluvias las gotas de aire frío que con frecuencia se sitúan sobre el Archipiélago. Los meses de mayo septiembre suelen ser extraordinariamente secos, sin que en muchos años produzcan precipitaciones. Un aspecto importante de estas precipitaciones es que dado el carácter endorreico y la carencia de arroyada, suponen una importante infiltración que aporta grandes cantidades de agua a los caudales subterráneos. El tinerfeño ve siempre con alegría el manto de nieve sobre el Teide, como expresión de seguridad de que las numerosas galerías que se dirigen a su subsuelo tiene garantizada la aportación del líquido elemento.

Clima

Existen dos tipos de climas de altura. Uno representado por Izaña y que abarca hasta los 2.500 m. de altura, el cual, siguiendo la simbología de Köppen, sería Csc de montaña con escasa humedad (48 % de media), que incluso se reduce en verano (23 %), por lo que la evapotranspiración es elevada. Se trata de un clima semiárido, con temperaturas relativamente elevadas debido a la inversión del alisio. Por encima de los 2.500 m. hay un clima del que no se tienen datos; en esta zona las nieves pueden durar más de tres meses, por lo que corresponde a un clima frío de alta montaña (Dsc), aunque con rasgos muy específicos de carácter local.

Climograma de Izaña.

Flora

Introducción

Constituye uno de los capítulos más importantes de este Parque. Este paisaje volcánico, a excepción de la cúspide del Teide y aquellas coladas muy jóvenes, se encuentra invadido por un mundo vegetal completamente adaptado a las duras condiciones de la zona. La gran mayoría de estas plantas son genuinamente canarias y muchas de ellas (unas 15) son endemismos canarios.

Las plantas más características de Parque son: la retama del Teide (Spartocytisus supranubius), la hierba pajonera (Descourainia bourgaeana), la margarita del Teide la (Argyranthemum teneriffae), el alhelí del Teide (Erysimum scoparium), el codeso (Adenocarpus viscosus), pero las que verdaderamente captan la atención de los visitantes son la violeta del Teide (Viola cheiranthifolia), y sobre todo, el tajinaste rojo (Echium wildpretii).

Retama del Teide

Se cría en zonas de clima frío y seco. Se encuentra exclusivamente en la alta montaña canaria (Cañadas del Teide). Se reproduce mediante semilla, que madura a finales del verano.

Tajinaste

Una de las plantas más sorprendentes en sus dos variedades, azul y rojo. Esta especie se da hasta los 2.600 metros. En primavera se cubre de llamativas flores y puede alcanzar hasta tres metros de altura.


Violeta del Teide

Vive entre los 2.400 y 3.600 m de altitud. Aprovechando las aguas del deshielo florece en la misma cumbre del volcán y en los Altos de Guajara bajo unas condiciones verdaderamente extremas. La recolección por parte de naturalistas y excursionistas en general estuvo a punto de causar su extinción hace unos años. Aunque se halla protegida por las normas que regulan el uso del parque nacional de "El Teide", su facilidad de localización por parte de visitantes y de herbívoros, anula prácticamente los beneficios de dicha protección.

Alhelí y Margarita del Teide

El alhelí del Teide y la margarita del Teide son dos preciados endemismos al igual que el Aeonium y la Sventenia.

Hierba Pajorera

Todo cambia en invierno. La primavera es breve y tardía en el Parque Nacional del Teide y, cuando se cumple su ciclo y llegan las nieves, el paisaje cambia de color. La hierba pajorera vuelve a presentar su aspecto pajizo y amarillento que le da el nombre.

Fauna

Introducción

La fauna realmente interesante de este Parque es la invertebrada, y dentro de ella, los insectos. Se pueden cifrar más de 400 especies, de las que la gran mayoría son especies endémicas.

El Parque es pobre en animales superiores, y cabe destacar el lagarto tizón (Gallotia g. eisentrauti), el conejo (Oryctolagus cuniculus) que fue introducido y algunas especies de aves, entre las que destacan el cuervo (Corvux corax tingitanus), la perdiz moruna (Alectoris barbara koenig), la paloma bravía (Columba livia canariensis), el cernícalo (Falco tinunculus canariensis), el alcaudón (Lanius excubitor koenig), el caminero (Anthus b. berthelotii) y el mosquitero (Phylloscopus collybita canariensis), y entre todas, destaca el Pinzón Azul del Teide (Fringilla t. teydea), que aunque vive en los pinares también suele ser visto dentro del ámbito de Parque Nacional, al igual que otras aves, como el propio canario (Serinus canaria) o el Herrerillo (Parus cauruleus teneriffae), y como reseña también tenemos que añadir el Muflón (especie introducida).

Cernícalo

Sobrevuela todo el Parque y anida en él. Su relativa abundancia se debe a la existencia de unas condiciones altamente favorables tanto para su anidación, por la existencia de numerosos barrancos, como para su alimentación, por la abundancia de insectos y reptiles.

Alcaudón real

El alcaudón real habita el matorral de alta montaña. Es posible encontrarse con el cadáver de algún lagarto clavado de una rama, víctima de esta ave, que suple su falta de garras con este sistema para matar a sus presas.

Canario

El canario también sube hasta Las Cañadas formando grandes bandos en primavera y otoño, pero nunca ha sido observado nidificando en el Parque.

Pinzón azul del Teide

El pinzón azul del Teide vive sobre todo en los pinares adyacentes pero se le puede ver a menudo en Las Cañadas.

Perdiz moruna

La perdiz moruna se encuentra en peligro de extinción por la fuerte presión cinegética.

Bisbita Caminero

El bisbita caminero coloniza todas las latitudes del Parque Nacional.

Paloma bravía y Cuervo

La paloma bravía, como habitante permanente, y la migratoria tórtola son los dos únicos colúmbidos que se encuentran. En primavera y verano llegan abubillas, vencejos unicolores y otras especies. El cuervo, abundante hasta hace poco y al que se ha visto sobrevolando el propio Pico del Teide empieza a estar en regresión por la presión humana y el furtivismo.

Lagarto Tizón

El único reptil que encontramos en estos parajes es el lagarto tizón que puede llegar hasta 30 centímetros de longitud y vive tanto en los fondos de las Cañadas como en las cotas más altas del Parque.

Muflón

La amenaza más grave a la integridad del parque producida por la introducción de especies exóticas se debe a los muflones. Este herbívoro fue introducido en 1971 con fines cinegéticos y su número ha llegado a superar los 700 ejemplares. En la actualidad se calcula la existencia de unos 400 ejemplares que siguen constituyendo una grave amenaza para la flora endémica del Parque. Hasta ahora, pese a las reiteradas recomendaciones del Consejo de Europa, los proyectos de erradicación de esta especie han fracasado y no parece que se pueda hacerlo en un futuro más o menos inmediato.

Conejo

Otra especie introducida, en este caso desde el siglo XVI, es el conejo. La caza controlada permite mantener limitada la población y su impacto en la flora del Parque.

Aprovechamiento

Teleférico

El Teide, el Pico más alto de España, es como una soberbia atalaya que emerge en el Archipiélago Canario. Su cúspide alcanza los 3.715 m. sobre el nivel del mar y el espectáculo que se ofrece desde esta altura es sumamente grandioso y fascinante. Gracias al Teleférico que facilita el acceso en pocos minutos, el panorama va cambiando gradualmente de perspectiva produciendo esta ascensión una emocionante escala de impresiones. Una vez llegados a la base de la cima, se ofrece al visitante un mirador insospechado desde donde pueden admirarse las bellezas de una panorámica nunca vista, pues a corta distancia nuestra mirada puede abarcar en los días despejados, todo el Archipiélago que constituyen las Islas Afortunadas.

Datos Técnicos:

Longitud recorrido: 2.482 m.

Desnivel : 1.199 m.

Cota de partida: 2.356 m.

Cota de llegada: 3.555 m.

Velocidad máxima: 8 m/seg.

Potencia motores: 1.200 HP.

Capacidad cabina: 38 personas

Duración recorrido: 8 minutos.

Teleférico de El Teide (Tenerife)

Bibliografía

  • Varios Autores:“Geografía de Canarias”. Interinsular Canaria.

  • Varios Autores:”Atlas de Canarias”. Interinsular Canaria.

  • Moreno, J.M:“Fauna de las Islas Canarias”. Turquesa.

  • Moreno, J.M:”Flora de las Islas Canarias”. Turquesa.

  • Fotos: “Internet” y “Escaneadas”.




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Enviado por:Juan José Sacramento.
Idioma: castellano
País: España

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