Historia


El fracaso de la nación; Alfonso Muñera


DESAFIANDO MITOS CREADOS POR LA HISTORIOGRAFIA TRADICIONAL COLOMBIANA.

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MÚNERA, Alfonso. El fracaso de la nación. Región, clase y raza en el caribe colombiano: 1717-1810. Bogotá, Banco de la República, El Ancora editores, 1998.

Múnera inicia el texto criticando mitos creados por historiadores influenciados por la historiografía tradicional, donde se muestra la participación de los actores sociales más importantes de la época en hechos como la independencia, suprimiendo a minorías étnicas que jugaron un papel decisivo en la construcción de la historia colombiana.

El primer mito hace referencia a que la Nueva Granada del siglo XVIII, preservaba cierta unidad política; el segundo mito concierne a una imagen de una élite criolla que en su totalidad se levantó en contra de la corona española, motivada por el inconformismo y el ideal de construir una “nación independiente”; rebelión que fue sofocada debido al supuesto espíritu divisionista que se daba en territorio neogranadino, y un tercer y último mito donde se refiere al proceso de independencia como acción pensada y ejecutada casi exclusivamente por los criollos, sin que se aluda a la participación de otros sectores sociales.

Al respecto de estos mitos, Múnera sostiene que a través de su texto intentará desmitificar dichas “ficciones”, mostrando que la Nueva Granada se erigió como un territorio fragmentado en un conjunto de regiones autónomas en conflicto, donde nunca se dio una visión nacional compacta sino más bien, un conjunto de élites regionales con proyectos e identidades diferenciales.

La hipótesis central de Múnera señala "que la construcción de la nación fracasó porque la Nueva granada como unidad política no existió nunca. Que al estallar la independencia no hubo una elite criolla con un proyecto nacional, sino varias elites regionales con proyectos diferentes" y "que las clases subordinadas tuvieron una participación decisiva, con sus propios proyectos e intereses, desde los orígenes de la revolución de independencia". (Pág. 18- 19). Entre los sectores subordinados Múnera destaca el rol jugado por los mulatos durante la primera independencia de Cartagena (1811-1815), tal es el caso de Pedro Romero y Pedro Medrano. Por lo tanto, logra mostrar que el surgimiento de este grupo de artesanos mulatos será de gran importancia en la independencia de Cartagena, máxime cuando entre ellos se generó un sentimiento de igualdad frente a los llamados “blancos”. Para ejemplificar esa transformación en la conciencia de los mulatos frente al papel que podían desempeñar en su sociedad, Múnera alude al caso de Cristóbal Polo quien presentó a la corona un memorial pidiendo que no se le tuviera en cuenta su condición de mulato para la práctica del Derecho, la cual se le había prohibido (Pág. 96).

Múnera muestra que durante los años finales de la colonia, el Virreinato de la Nueva Granada se erigía como una división político administrativa de la metrópoli, donde era evidente la debilidad de la autoridad central y donde ésta (la corona española), había fomentado la fragmentación regional debido al influjo de una geografía en extremo dividida y con un precario estado de comunicaciones a causa de la misma topografía y características geográficas del país. Para enfatizar dicho fraccionamiento, Múnera señala que en ningún otro lugar de Latinoamérica se vio en forma extrema esta autonomía regional, como en el caso del actual territorio colombiano.

Haciendo referencia al caso de la zona del litoral atlántico, Múnera alude a lo acontecido en Cartagena donde la élite del lugar sustentaba que la posición geográfica de esta ciudad permitiría que la misma se erigiera como epicentro del Virreinato. En contraposición a esta opinión, la élite de Santafé de Bogotá recurrió al mismo argumento (posición geográfica del asentamiento) para desacreditar la solicitud de Cartagena y acreditar su punto de vista. Pese a que finalmente, la corona decidió fijar como corazón del Virreinato a Santafé de Bogotá.

La historia ha evidenciado incidente tras incidente, que el hecho de imponer a una única autoridad central en Nueva Granada, sólo provocó que las élites regionales entraran en desacuerdo, y la imposición de una autoridad central no pasó de ser sino una acción fallida de centralizar el poder, que sólo evidenció la imposibilidad de gobernar los puertos caribeños desde el Virreinato en los andes.

Múnera sostiene que "que la baja del primer virreinato de la Nueva Granada ocurrió principalmente por la imposibilidad del virrey para ejercer su actividad sobre los gobernadores de provincia, especialmente sobre Cartagena" (Pág. 32).

Señala que una vez se dio comienzo al siglo XIX, se dio cierto fortalecimiento de las élites regionales criollas, incluyendo la cartagenera, la cual estructuró una visión de progreso y desarrollo basado en la experiencia del Caribe Insular. Fue así como se dio cierto auge al comercio legal e ilegal (contrabando) del Caribe colombiano con los puertos americanos anglosajones, donde predominó el tráfico ilícito de productos como la harina, ropa y toda clase de elementos básicos como principal actividad económica.

Debido al auge comercial del litoral, miembros de la élite cartagenera como José Ignacio de Pombo, se empeñaron nuevamente en hacer de su ciudad el centro del comercio marítimo, para así lograr cierta expansión hacia el Caribe. Pero para contrarrestar el programa adelantado por la élite costeña, en Santafé de Bogotá se concibieron proyectos disparatados como el de traer azúcar del interior andino para exportarla a Panamá; programas que sólo tenían un fin: debilitar la autonomía regional del Caribe. Pese a todos los propósitos y proyectos para contrarrestar el contrabando, éste no dejo de presentarse hasta llegar a convertirse en el sustento comercial de la región.

A través de la lectura sale a flote el interés de los gobernantes de Cartagena por promover cierta autonomía política, y prácticamente se concluye que la única forma de no depender de las otras provincias, era a través del impulso del comercio libre donde se buscaba: “Convertir el fuerte en un puerto comercial mundial que liderara el transito del caribe hacia el progreso moderno” (Pág. 138-139). A pesar de la iniciativa de los cartageneros, el virrey Amar decretó prohibir totalmente el comercio libre sobre todo con los Estados Unidos, debido a que ello perjudicaría el comercio interno de la Nueva Granada; no obstante, el cabildo de Cartagena se reunió y pidió que de una vez por todas se les dejara comerciar libremente, ya que los productos del extranjero eran de mejor calidad y más baratos que los ofrecidos desde el interior (Pág. 143).

Advierte que a diferencia de lo que ha señalado la historia tradicional, el proyecto político propuesto por las élites criollas no tenían nada que ver con el propósito de formar una nación y de separarse de la metrópoli. En el caso de Cartagena, los comerciantes y hacendados de este puerto deseaban gozar de una autonomía frente a Santafé de Bogotá que les permitiera redefinir sus destinos como parte integral del Caribe, y si era preciso negociarían con la misma corona su autonomía. Tal como lo señala el autor, pienso que cuando el poder quedó concentrado bajo las elites andinas, éstas lograron imponer su gobierno con el propósito de conformar una nación independiente que trató de incorporar a las demás provincias, bajo una transitoria unidad que como lo presenta Múnera no fue más que un intento político que engendró una nación independiente de carácter “imaginado”, donde era más que evidente los constantes conflictos existentes entre las provincias, específicamente entre la de Cartagena y la de Santa fe de Bogotá (Pág. 222), las cuales, especialmente estuvieron enfrentadas por cuestiones económicas y políticas (por la conformación en Cartagena del consulado de comercio y por el establecimiento en Santa fe de Bogotá de una junta suprema).

Al respecto, pienso que la lectura del texto permite entrever que la posición enfrentada de ambas provincias se remonta a lo que sería una vieja pugna colonial, donde nunca existió la voluntad precisa de las provincias para conformar un verdadero estado-nación, y donde se hacía evidente el interés regional de cada una de las élites santafereñas y cartageneras, cada una por su lado; las cuales tenían entre sí serías diferencias a causa de la manera como se estaba llevando a cabo el comercio, las comunicaciones y la contribución que tanto el interior como Quito debían aportar a la construcción y mantenimiento de las fortalezas edificadas en Cartagena.

Por lo tanto, ese período denominado “la patria boba”, que tanta difusión tuvo por parte de la historia tradicional colombiana, más que una fase en que se muestra la inexperiencia e inmadurez de los neogranadinos; denota el enfrentamiento, los desacuerdos, las tensiones y los conflictos regionales que se dieron. Es así como para Múnera, la nueva lectura que debía dársele a la llamada “patria boba” debía ser desde un enfoque que no perdiera de vista el choque de una serie de proyectos geo-económicos diferentes. La imposibilidad de integrar apaciblemente estas dos regiones se hace evidente, al punto que cada una de estas regiones opta por seguir su propia voluntad.

El autor menciona la participación circunstancial en la independencia de los mulatos como clase subalterna. Considero que a través del libro, se puede evidenciar como al interior de una determinada ciudad o región se desatan una serie de conflictos étnicos y sociales que llegan inclusive a determinar el rumbo de los planes de autonomía e independencia. En el caso del texto, Múnera muestra que el movimiento independista liderado por los comerciantes y hacendados de Cartagena, fue también promovido por los artesanos mulatos, quienes tenían amplia influencia sobre la mayoría de la población, muy al contrario de lo que nos ha mostrado la historiografía tradicional.

En general, considero que Múnera a través de la base teórica propuesta por Benedict Anderson (sobre el concepto de “comunidades imaginadas”) revela cómo desde la historiografía tradicional se ha construido una representación de nación imaginada basada en la identidad regional andina, y desconociendo otras autonomías y particularidades regionales, por considerarlas distantes tanto física como culturalmente. Es así como regiones como el Caribe, desde la perspectiva historiográfica tradicional se han constituido como zonas de frontera, donde aparentemente se ha ausentado el orden social, y donde además, se manifiesta que la construcción de nación homogénea que tanto se ha promulgado, no fue tan uniforme como nos lo han hecho creer.

Finalmente, pienso que el trabajo de Múnera contribuye a desafiar una historiografía basada en el mito, que se ha reproducido por inercia y que hoy no puede ocultar el derrumbamiento del proyecto nacional. Pero tal vez sea, a través de un reencuentro no forzado entre lo local, lo regional y lo nacional como se pueda evitar que el esfuerzo de seguir inventado la nación colombiana nos conduzca, una y otra vez, hacia más guerras.

Citando a Múnera: “Para los historiadores colombianos, el origen de las discordias y el fracaso en construir un estado-nación había que encontrarlos en los eventos posteriores al 20 de julio; es decir en la secuencia manifiesto - federalismo y división que se dio entre Santa fe de Bogotá y Cartagena”. p. 166.

En el transcurso del capitulo VI Múnera muestra la intervención de los artesanos mulatos en la independencia de Cartagena, rompiendo de esta manera con uno de los mitos de la historia tradicional, donde se afirma que la independencia fue llevada acabo única y exclusivamente por la élite criolla.




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Enviado por:AlbaMeira
Idioma: castellano
País: Colombia

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