Literatura
El Coronel no tiene quien le escriba; Gabriel García Márquez
ANALISIS DE: EL CORONEL NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA
DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES, RUTA EN ESTUDIOS LITERARIOS,
SEMINARIO ESPECÍFICO HL 412,
NOVELA.
Rojas había cumplido su papel. Sus proyectos políticos autónomos, así como los roces en el ámbito económico, lo hacían ya un acompañante incómodo e innecesario. Poco a poco ambos partidos fueron soltando amarras de su gobierno, y rojas que se basaba cada vez más en el apoyo militar, fue endureciendo su régimen. Vinieron la clausura de periódicos liberales y el hostigamiento a otros conservadores que eran hostiles”.
A propósito de la obra de García Márquez y de la violencia impregnada en el país en el tiempo en que este autor publica su obra: El coronel no tiene quien le escriba, podríamos considerar ciertos aspectos para penetrar mejor en el intento de establecer unos parámetros argumentativos para dicha obra.
A raíz de la publicación de: Relato de un náufrago, el periódico El Espectador consideró prudente enviar a García Márquez a Europa en previsión de una posible represalia por parte del gobierno.
Puede suponerse que desde unos pocos años antes, Quizás desde el histórico “Bogotazo” que sucedió a la muerte de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, Ya se percibía que el ambiente de violencia política venia creciendo a grandes pasos para el país y que esa ola de furor político se convertiría en el gran tema de lo que fue “la literatura de violencia” , la cuál caracteriza la primera etapa de la literatura Garciamarquiana, este periodo esta comprendido por la aparición de cuatro de sus obras, tres novelas: La hojarasca (Bogotá,1955), El coronel no tiene quien le escriba” (México,1961) y la mala hora, y un libro de Cuentos: Los funerales de la mamá grande (xalapa, México, 1962). Hay un texto crítico clave para fijar la posición de García Márquez al respecto y que es bueno tener en cuenta al leer sus novelas iniciales: “Dos o tres cosas sobre la novela de la violencia”, publicado en la calle en 1959.
Aún estando fuera de su país el autor sentía el impacto de la represión y la censura, tras cerrarse el periódico en 1956, cuenta el autor en una de sus muchas entrevistas que el coronel tiene mucho también de autobiografía, pues es la situación personal: García Márquez, tras la clausura de El Espectador estuvo un buen tiempo esperando un cheque del periódico que le comunicara que este lo había reintegrado a sus labores; pero se sabe que hay también una situación real, un referente a la cruda violencia social y política de Colombia.
Esta primera impresión le da a la obra su toque anecdótico, y reafirma la influencia del medio y de la propia vida del autor en el estilo y temas que abarca su obra, pero vemos que quizás el elemento que más pesa es la situación política general del país y el peso de ciertas imágenes obsesivas que fueron para García Márquez el impulso de lo que muchos años después sería la forma acabada de la obra.
-“Gabriel García Márquez ha precisado en mas de un caso la “imagen visual” que fue el punto de partida del proceso creador:
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La siesta del martes (el cuento privilegiado de García Márquez) de 1962: “Surgió de la visión de una mujer vestidas de negro y con un paraguas negro, caminando bajo un sol ardiente en un pueblo desierto.”
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El Coronel no tiene quien le escriba de 1961
“Es la imagen de un hombre esperando una lancha en el mercado de Barranquilla.”
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La Hojarasca de 1951 (fecha de publicación: 1955)
Es un viejo que lleva a su nieto a un entierro.”
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Cien años de soledad de 1967:
“Durante muchos años, lo único que se sabía de Cien años de soledad era que un viejo llevaba a un niño a conocer el hielo, exhibido como curiosidad de circo.
En todo el transcurso de esta obra podemos ver como esta imagen persecutora ahonda en una abundancia creadora de detalles visuales, claro que este aspecto se pudo ver influenciado además por las primeras tendencias de García Márquez por el cine, dice García Márquez en otra de sus entrevistas, que él escribió El coronel no tiene quien le escriba pensando en un guión de cine, y a la pregunta ¿“El coronel…” no es literatura sino cine? El autor responde:
“Quiero decir que la novela tiene una estructura completamente cinematográfica y que su estilo narrativo es similar al del montaje cinematográfico; los personajes no hablan apenas, hay una gran economía de palabras y la novela se desarrolla con la descripción de movimientos de los personajes como si los estuviera siguiendo con una cámara…, En esa época para describir algo, yo necesitaba imaginarme exactamente el escenario y me doy cuenta de todo esto porque también me doy cuenta de lo que son las soluciones literarias y las soluciones visuales o cinematográficas y me doy cuenta que todos mis trabajos anteriores a “ Cien años…” son cine…”
Pero es este personalísimo estilo narrativo y descriptivo es el que va a jugar un papel muy importante en el argumento de la obra. La grandiosidad y perpetuidad que de la obra logra García Márquez radica ahí mismo en un estilo descriptivo, pues en esta obra el autor extiende el clímax desde sus mismos inicios con un método descriptivo y lo intensifica en un final que no concluye ninguna acción pero que todo lo posibilita desde un punto sugestivo, acentuado aún mas por el soberbio manejo del lenguaje, donde analógicamente con un crimen pasional, tiene menos importancia el balazo final que las causas que rigieron el motivo del disparo del arma; este aspecto es lo que hace que la novela trascienda de ser una simple crónica de violencia donde el interés no es enumerar los actos de violencia y el número de víctimas que esta deja, sino que se dedica a una sutil pero magnifica descripción de la situación en la que se ven sumergidos quienes sobreviven a dicha violencia a través de un desarrollo lineal mezclado con elementos analépticos de directa retrospección, sin que los personajes abandonen la realidad para insinuar las causas que los ubican en sus propios dramas.
Ningún asunto grande, ninguna acción violenta, ningún fenómeno de revolución se avisa en el desarrollo de la obra, pero todo lo sugiere, y logra evocar todo un referente histórico de la violencia colombiana, esto lo logra con un estilo sutil y a la vez trágico, logra todo un estilo literario de violencia, no numerando ni nombrando las muertes y tragedias sino describiendo las duras condiciones de los que sobreviven, esta representación requiere de un estilo mas sutil y simbólico, aspecto que abordaremos mas adelante.
El coronel no tiene quien le escriba narra la historia dramática de un anciano que fue coronel a los veinte años y durante los últimos quince años no ha hecho otra cosa que esperar la promesa del gobierno de su pensión de veterano de guerra.
A lo largo de tres interminables meses, el narrador da cuenta al lector de la agonía cotidiana del coronel, de su miseria y de la degradación de su condición humana, del incumplimiento del estado, para lograr una majestuosa diataxis que lleva los hechos de lo particular a lo general, entendido como toda una descripción de violencia que es la de la misma sociedad. Una diataxis que transversa el plano físico, que es la espera irremediable del coronel y su mujer, combatiendo contra la vejez y la enfermedad que, el ambiente, la atmósfera, y el tiempo” en que viven contribuye a empeorar, con el plano espiritual, donde tanto el coronel como su esposa logran simbolizar la lucha contra el tiempo y el deseo de supervivencia en un mundo aislado física y culturalmente y lleno de violencia.
“Los elementos dramáticos se encuentran en la narración misma, en las respuestas descarnadas de la mujer, en la forma ingeniosa como el coronel se defiende de la realidad. Incluso podría decirse que hay un cierto humor malévolo en los comentarios y las actitudes del coronel, pues mentirse y burlarse de si mismo, son las defensas mas fuertes con que él cuenta para hacer frente al mundo: `La lluvia es distinta de esta ventana`, `Es como si estuviera lloviendo en otra parte`.
Este mundo es el ambiente del pueblo y en la obra se dan varias descripciones de las condiciones mencionadas anteriormente en las que se encuentra el pueblo: En la descripción que hace el autor de la escena en que el coronel espera el correo desde el almacén del sirio Moisés, nos habla de las ocho horas en lancha que se deben viajar para llegar al pueblo, y en la conversación con el médico sobre el avión:
“…-A veinte mil pies de altura se vuela por encima de las tempestades.
- veinte mil pies - repitió el coronel, perplejo sin poder concebir las cifras… - Debe ser como las alfombras. -“ (pag 33)
También nos da cuenta de la situación política del pueblo, cuando narra que el coronel se dispone a ir a un entierro, el cual es todo un acontecimiento, por ser la primera muerte natural en muchos años, además del toque de queda, de las censuras al cine, del asesinato de su hijo por difundir información clandestina, de los problemas económicos del momento que llegan al lector a través del periódico, nos ubican en todo en tiempo real y un referente “Histórico” de una continua situación de violencia.
Con estos enunciados concluimos el drama argumentativo: La lucha de un pueblo por sobrevivir a la situación dejada por la violencia en un tiempo de tregua armada.
Digo que la novela sucede en un tiempo de tregua, pues podemos ver que solo un incidente nos insinúa violencia. El coronel entra a un salón de billar en un momento de gran concurrencia, y luego cae en una redada de la policía y siente un fusil apuntado en su vientre, por primera vez ve al asesino de su hijo, pero al mirar desafiante al sujeto, este le abre paso y no sucede nada.
Los oprimidos no han sido derrotados y mantienen un espíritu desafiante…
Ahora podremos dirigirnos a observar los elementos estructurales que logran enriquecer dicho drama y a través de los cuales el autor logra definir toda una poética literaria y da forma a esa diataxis entre lo real y lo simbólico para dar el efecto de verosimilitud a su obra.
Como primera medida analicemos la posición y el punto de vista narrativo del autor, el cual toma parte de los hechos y de las conciencias de los personajes de un modo Heterodiegético e intradiegético respectivamente, estos aspectos
se observan porque no sabemos la identidad del que narra la historia, ni si estuvo presente, nunca participa de los hechos, pero lo conoce todo, hasta el punto de aclarar lo que piensan y sienten los personajes, dándole voz directa a estos mismos, es decir, conoce las palabras y el lenguaje que usan sus agonistas, para verse como un autor grandemente omnisciente y consecuente entre los hechos dramáticos de la historia. Para todas estas descripciones se vale de un modo mimético, una combinación de los diálogos de los personajes mediados por descripciones físicas y psicológicas del narrador lo cual le da a la obra todo un aspecto de verosimilitud y cercanía, tanto al punto de que el universo fantástico llega a hacerse real por la exactitud de las descripciones y a veces hace que el lector ya no pueda separar lo imaginado de lo real lo cual puede desencadenar muchas veces en la omisión de la importancia de los elementos simbólicos de la obra.
El hecho es que el realismo del autor entra constantemente en lo imaginario, permitiendo también que esta obra pueda ser reconocida a través de elementos míticos y simbólicos.
Un elemento que cumpliría con estas dos características es el tiempo, pero no me refiero al tiempo lineal, monótono y lento del diálogo parsimonioso de sus personajes, sino a la “Historia” que esta “historia” de un modo simbólico evoca. A la relevancia que el autor le da a la descripción del mismo, a la constante precisión del día y a veces de la hora que de otro modo resultaría, sino superflua, sí excesiva.
El tiempo se muestra como ciclos, como secuencias repetitivas de una constante situación, pero que mágicamente logra tomar nuevos matices, este ciclo es la renovación, el resurgimiento de las antiguas y últimas esperanzas.
Estos ciclos se dan como semanas y años. La historia comienza en octubre, y este octubre es mencionado algo mas de nueve veces en todo el transcurso de la obra que tan solo dura tres meses pero que el autor los extiende de una manera agónica para los personajes, en estos tres meses resultan la conclusión de otro año, en el cual se revive el drama físico de la pareja, tratando de sobreponerse al hambre y a la enfermedad en la espera del cheque y en el plano simbólico de la esperanza por una revolución y un cambio de estado político, durante toda la semana el pueblo se muestra como frío, con calles desiertas y llenas de censura, hasta el viernes que llega el correo y surgen las esperanzas de la llegada de la pensión del coronel el cual remediara su dura situación que les permita sobrevivir, a otro día, a un nuevo octubre.
Entonces la novela es narrada entre Octubre y Diciembre, estos tres meces han sido analizados por muchos desde referentes míticos y simbólicos, muestra de lo primero lo encontramos en: tiempo mítico y salvación en “El coronel no tiene quien le escriba”, Donde la autora argumenta:
“Estos tres meses corresponden al tiempo mítico cristiano que culmina en la Navidad y tiene su comienzo en el equinoccio de octubre. Octubre representa la regeneración espiritual del hombre…una tentativa de restauración aunque sea momentánea. Todo año nuevo es volver a tomar el tiempo en su comienzo, es decir una repetición de la cosmogonía.”
En la obra la ansiedad que experimenta el coronel por el cambio de las situaciones, se renueva cada año, cada mes, cada semana y cada día; Estos elementos temporales se presentan como unidades de tiempo que vivifican y dan significación al argumento, “Hacia cada cosa como si fuese un acto trascendental” nos informa el narrador; el sentido de la repetición del tiempo también esta sugerido en otra parte del texto: “Octubre era una de las pocas cosas que llegaba”. Esa espera pasa a ser, al final del libro, una esperanza y una afirmación de fe, cuando consciente de la realidad, el coronel confirma sus esperanzas, de lo cual nos enteramos por el final del texto; Al cabo de largas horas de discusión, la mujer hace la pregunta clave: “Dime qué comemos”, y la novela termina con estas memorables palabras: “El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder:
-Mierda”.
Pero además de cualquier contexto mítico que se le pueda dar al tiempo también esta el contexto simbólico enmarcado en la historia donde posiblemente, ese obsesivo octubre de García Márquez, aquel octubre que pone en los intestinos del coronel hongos y lirios venenosos.
Este octubre puede entonces recordar el tiempo en que para el coronel se perdieron las últimas esperanzas, al firmarse el tratado de Neerlandia (24 de octubre de 1902) y que en octubre comienza el invierno en la Costa Atlántica.
-(porque también el autor nos da pistas del espacio y el lugar, aunque en esta obra no se mencione el pueblo, lo situamos en una región del caribe Atlántico Colombiano, es esa Ciudad al que el coronel se fue después de ver llegar un tren amarillo y polvoriento con un olor a banano que le descomponían las tripas:
“Y abandono la ciudad el miércoles veintisiete de junio de mil novecientos seis a las dos y dieciocho minutos de la tarde” (pag 67).
“Si Agustín tuviera su año me pondría a cantar, dijo, mientras revolvía la olla donde hervían todas las cosas que el trópico es capaz de producir”.)-
De ahí la no simple casualidad de la duración narrativa de la obra, que como ya lo habíamos dicho antes va hasta Diciembre, donde aún no ocurre nada pero que durante el transcurso de la obra se va planteando la proximidad a un cambio, a una revolución, este planteamiento se da a través de otro elemento simbólico bien importante, que logra definirse como un personaje principal en cuanto a su potencial para cambiar la inacabada “historia” que es el gallo.
Al comienzo de la obra la acción sugestiva es presentada a través de dos agonistas principales, concretos y redondos en su protagonismo, el coronel y su esposa que sin trabajo y sin pensión muere literalmente de hambre, que él soporta con estoicismo ya hasta con auto-ironía:
-“Estas en el hueso pelado” dijo la mujer, -“Me estoy cuidando para venderme -dijo el coronel-. Ya estoy encargado para una fabrica de clarinetes-“ (pag.46).
El coronel vive de ilusiones y tercas negativas a aceptar que las cosas pueden empeorar, es casi un personaje quijotesco, mientras que por su lado la mujer es como una conciencia oculta del coronel, que tiende hacia la sensatez y el sentido común.
Aunque hemos mencionado tan solo algunos aspectos de la estructura, nos detendremos en este punto para recalcar los elementos que desarrollan la acción: Las disyunciones del código político y cultural involucradas en el argumento de la novela van a resolverse en otro código, el mitológico que da, por cierto, cuenta de ambos pero que permite que esas grandes tensiones internas, se disciernan en un campo simbólico de fuerzas para trabajar el argumento de la obra, este código simbólico va a estar encarnado por La carta y el gallo. La vida de todos los protagonistas, girará en torno a uno de estos dos elementos. El animal une los hechos exteriores de la pareja y la carta queda como elemento revelador de una realidad personal, pero ambos elementos como antes mencionábamos, reflejan a su vez toda una inconformidad del pueblo, toda una política de corrupción, perdida entre la ineficiencia y la burocracia. La carta viene a representar el ideal supremo del coronel y la justicia que nunca llega, mientras que el gallo viene a crecer en importancia durante toda la obra al punto tal de convertirse en el personaje principal, este es el que involucra las situaciones y la esperanza del pueblo, irá adquiriendo características humanas como lo insinúa el narrador:
“Cuando vio al coronel emitió un monologo gutural, casi humano, y echó la cabeza hacia atrás. El le hizo una sonrisa de complicidad: -La vida es dura camarada.” (pag 49)
“El gallo produjo un sonido gutural que llego hasta el corredor como una sorda conversación humana. -A veces pienso que ese animal va a hablar. Dijo la mujer”. (pag 62)
En el gallo se funda un porvenir fabuloso, se imagina un estado económico y social diferente, al punto de que todo el pueblo vela por el bienestar del gallo.
El animal se humaniza cada vez más y la gallera se va asemejando a una arena política. Don Sabas tiene temor del gallo: No acepta el precio que el coronel pide por el animal porque “Ahora nadie se atreve a soltar un buen gallo. Siempre hay el riesgo de salir muerto a tiros de la gallera” (pag 77).
La relación gallo hombre se acentúa cuando el coronel dice que su gallo “se alimenta de carne humana”. Según el médico, sin embargo, don Sabas es ”el único animal que se alimenta de carne humana”.
Dejando aun muchos mas aspectos que pueden ser considerados a la hora de establecer unos parámetros argumentativos de esta novela, podemos aludir entonces a su trama mediante la capacidad del autor para aludir por Elipsis, de condensar toda una vida en un gesto rutinario y volver significativo lo insignificante, la repetición de las mismas escenas con distintos matices, la presencia de objetos simbólicos (La carta, el gallo de pelea, entre otros) que persisten pese a su deterioro, pero que funcionan perfectamente calibradas para hacernos sentir lo mismo que sienten los personajes:
Un irreversible hundirse en la sofocante atmósfera de silencio, derrota e irreparable injusticia que sufre “el pueblo”.
BIBLIOGRAFIA
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Carmenza kline, Los orígenes del relato, Ceiba Editores,1992, pag 89.
Gabo, ritmo, percusión y voces, Barranquilla, 2001
Tomado de: García Márquez habla de García Márquez. Recopilación de Alfonso Renteria 1946. Pag. 46.
Conrado Zuluaga, “Prólogo”, El coronel no tiene quien le escriba, Bogotá, Norma, colección cara y cruz, 1991, pag. 3.
Cito para este caso y demás apartes de textos de la obra a la que se haga referencia por la edición de El coronel no tiene quien le escriba, colección biblioteca El Tiempo, Casa Editorial el tiempo. 2002
Maturo Graciela, Colección estudios Latinoamericanos, Argentina, 1972. Cap. VII, pag 103-112
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Enviado por: | Lofraso |
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