Literatura


El conde Lucanor; Don Juan Manuel


RESEÑA HISTÓRICA

El libro del Conde Lucanor, se desarrolla con un modelo social dominante propiamente fuedal. La obra es escrita en el siglo XIV, donde encontramos grandes diferencias sociales. Existían dos estamentos: uno era el estamento privilegiado y otro el estamento popular. En el estamento privilegiado se encontrarían el rey la nobleza y el clero y en el estamento popular estarían los artesanos, comerciantes y campesinos.

El personaje creado por don Juan Manuel, sería un miembro de la nobleza. En muchas ocasiones los señores feudales eran incluso más poderosos que el propio rey.

BIOGRAFÍA DEL AUTOR

Don Juan Manuel nació en Escalona en 1282. Su padre, el infante don Manuel, era hijo de san Fernando y hermano por tanto, de Alfonso el sabio. Era señor de Pañafice. Huérfano de padre a los dos años, quedó don Juan Manuel al cuidado de su madre, Beatriz de Saboya, que murió seis años después. Don Juan Manuel recibió de sus padres extensa cultura- latín, derecho, historia, teología -,armonizaba con la práctica de los ejercicios caballerescos, como la equitación, la caza y la guerra. Heredó de su padre el cargo de Adelantado Mayor del reino de Murcia y muchos señoríos en tierras castellanas y valencianas. Se casó tres veces, por el deseo de aumentar su casa y su linaje: la primera con la infanta doña Isabel de Mallorca; la segunda con doña Constanza, hija de don Jaime II de Aragón, y la tercera con doña Blanca, hija del rico hombre don Juan Nuñez de Lara. Luchó de forma activa en batallas políticas de su tiempo, movido más por la ambición y por la codicia que por el celo del pro común. A los doce años, inicia en la vida pública al ser llamado por Sancho IV. Durante las luchas de la minoría de Fernando IV, don Juan Manuel comenzó apoyando al rey niño y a doña María de Molina, su madre; se pasó luego con otros principes y señores, al partido de don Alfonso de la Cerda, proclamado rey de Castilla con el apoyo del de Aragón, y, al ser estos derrotados, volvió a la obediencia de Fernando IV. Al morir Fernando IV, en 1311, don Juan Manuel reconoce como regente al infante don Pedro, tío carnal del nuevo rey; pero no habiéndole cumplido la promesa de hacerlo gobernar el reino de Toledo, además del de Murcia, se pasa al partido del infante don Juan. En Lorca obtiene una victoria señalada contra los moros que habían invadido el reino de Murcia.

Don Juan Manuel acordó, en 1320, con doña María de Molina y con el infante don Felipe, el reparto de la regencia, hasta que por fin llega Alfonso XI a ser mayor de edad. Para atraerse a don Juan Manuel le promete casarse con su hija Constanza, aunque al final acaba casándose con la infanta doña María de Portugal. Don Juan Manuel se desnaturaliza: ofrece sus servicios al rey de Granada y combate al de Castilla con tan poco éxito que al poco tiempo se somete de nuevo, a cambio de la devolución de lo que antes tenía. Alejado de la corte, realiza entonces una importante labor literaria. Alfonso XI se ofrece a concretar el matrimonio de doña Constanza con el primogénito del rey de Aragón, lo que tampoco llega a realizarse. Pero don Juan Manuel no se resignaba a que doña Constanza no sea reina y acaba casándola con el heredero de Portugal, con lo que la corona que su padre soñaba le resultó corona de espinas, ya que éste fue el don Pedro famoso por sus amores con doña Inés de Castro, a la que hizo coronar, al subir al torno ,después de muerta.

Alfonso XI le nombra miembro de su Consejo y dispone que sea su hijo don Fernando quien ejerza el cargo de Adelantado Mayor de Murcia. Manda don Juan Manuel la vanguardia cristiana en la batalla del Salado, sin pasarse a los moros, como por un momento teme el rey, y acompaña a éste al sitio de Algeciras. Muere en Córdoba en 1348. Fue enterrado en el convento de los dominicos de Peñafiel, que él había fundado. Sus restos se han perdido. Después de su muerte, otra hija suya, doña Joana Manuel, casada con don Enrique de Trastámara, reinó en Castilla, y andando los años un nieto suyo, llamado Juan en su honor, fue rey.

LOS CUENTOS

La primera parte de la obra del libro del conde Lucanor está dividida en cincuenta y un cuentos.

Cuento I

Un amigo del conde Lucanor pretende dejarle sus tierras por tener ciertos problemas. El conde Lucanor, duda si aceptarlas por lo que le pide consejo a su consejero Patronio este le cuenta lo que le pasó a un rey con un ministro suyo. Y es que había un ministro que era el preferido del rey y todos le envidiaban por ello por lo que le contaron al rey una mentira sobre el ministro. El rey decidió poner a prueba al ministro y este superó la prueba con ayuda del consejo de un sabio, por lo que el rey pudo confiar siempre en él. Moraleja: no esperes que un amigo por el bien del otro pierda lo que es suyo. Y que con ayuda de Dios y con un buen consejo el hombre sigue viviendo.

Cuento II

Esta vez estaba el conde preocupado por ser o no criticado al actuar de una manera u otra. Al pedirle consejo a Patronio este le contó lo sucedido a un honrado labrador con su hijo. Y es que un labrador y su hijo se dirigían un día al pueblo con una bestia; al principio iban los dos andando, luego se subió el hijo, después se subió el padre y por último se subieron los dos encima de la bestia. Y de todas las formas anteriores fueron criticados por la gente que pasaba. Enseñanza: no se debe obrar de una forma distinta a la que pienses tú mismo que esté bien por miedo a ser criticado.

Cuento III

Esta vez el conde Lucanor estaba preocupado por el día que tuviera que comparecer ante Dios por lo que quería hacer penitencia de sus pecados. Al pedirle consejo a su consejero Patronio este le contó el salto que dio en el mar el rey Ricardo de Inglaterra peleando contra los moros. Y es que un ermitaño de vida muy santa tuvo la aparición de un ángel que le contó que iría a la gloria y que su compañero sería el rey Ricardo; al oír esto el ermitaño se enfadó pues el rey Ricardo había empobrecido a muchas gentes. Entonces el ángel le contó una batalla en la que jugó su vida por luchar contra los moros y el ermitaño quedó muy satisfecho de compartir paraíso con hombre tan bueno. Conclusión: quien sea un caballero debe lechar y no en cerrarse un monasterio a orar a Dios.

Cuento IV

El conde Lucanor quería aventurarse a montar una empresa de éxito dudoso. Al oír esto Patronio quiso contarle lo sucedido a un genovés con su alma. Y es que cuando un genovés estaba a punto de morirse colocó sobre una mesa todas sus pertenencias que eran bastantes y le dijo a su alma que le cambiaba todo eso por quedarse con él en lugar de irse con Dios. Conclusión: quien esté bien servido económicamente, que no se arriesgue.

Cuento V

Un amigo del conde Lucanor le había alabado mucho, proponiéndole después una cosa que al Conde parecía interesarle. Al pedirle consejo a Patronio, le contó lo sucedido a una zorra con un cuervo que tenía un trozo de queso en el pico. Resultó que un día un cuervo subido a un árbol vio pasar a una zorra, esta al verle le empezó a decir lo hermoso que era; para finalizar, la zorra le pidió al cuervo que cantara, este cantó y se le cayó el trozo de queso que cogió la zorra. Moraleja: el que te alaba lo que no tienes puede que te quite lo que tienes.

Cuento VI

Contáronle al conde Lucanor que unos vecinos más poderosos que él querían hacerle daño. Al pedirle consejo a Patronio, le contó lo sucedido a golondrina con los otros pájaros cuando sembró el hombre lino. Y es que viendo un día una golondrina que el hombre sembraba lino, avisó a los demás pájaros para que previnieran el peligro de que el hombre los cazara con redes de lino. Los pájaros no hicieron caso y fueron víctimas de las redes, mientras que la golondrina ganó poniéndose al servicio del hombre. Moraleja: para que no lleguen males mayores, debemos cortarlos desde un principio.

Cuento VII

Un hombre le aconsejó al conde Lucanor la posibilidad de hacer una cosa e incluso como hacerla. Y sería ventajosa para el Conde. Al oír esto Patronio le contó lo sucedido a una mujer llamada doña Truhana. Resultó, que doña Truhana llevaba sobre su cabeza una olla de miel. Iba pensando en el dinero que sacaría por la miel, que lo invertiría en otra cosa, que con las ganancias se compraría otra y así sucesivamente. De la alegría que le entró se le cayó el tarro de miel y se le rompió. Enseñanza: no se debe confiar en las cosas fantásticas sino en las reales.

Cuento VIII

Esta vez andaba el conde Lucanor necesitado de dinero y pretendía vender algunas fincas, aun así había gente que, sin necesitarlo, le pedía dinero. Al oír esto Patronio le contó lo sucedido a un hombre al que tuvieron que limpiar el hígado. Y es estaba un hombre enfermo en una operación en la que le estaban quitando el hígado para limpiarlo y un hombre que estaba al lado pidió que le dieran un trozo para su gato.

Enseñanza: el no saber qué se debe dar daña a los hombres.

Cuento IX

El conde Lucanor estaba preocupado porque un enemigo de él de siempre pretendía unirse al Conde para luchar juntos con otro enemigo más poderoso. Al pedirle consejo a Patronio le contó lo sucedido a dos caballos con el león. Resultó que dos caballos se llevaban muy mal por lo que los pusieron de cara a un león a los dos caballos juntos; al verse solos ante el león, los dos se unieron y pudieron juntos vencer al león a base de coces. Moraleja: si estas protegido de otros daños, evita que te los causen extraños.

Cuento X

Esta vez estaba el conde Lucanor bajo de moral ya que estaba mal de dinero y no le importaría abandonar esta vida. Al pedirle consejo a Patronio le contó lo sucedido a un hombre que por pobreza y falta de otra cosa comía altramuces. Resultó que un hombre iba comiendo altramuces y se iba lamentando porque no tenía nada más para comer. Cuando miró y vio que había un hombre que venía comiéndose las cáscaras que el tiraba sintió consuelo y así consiguió salir de la pobreza. Enseñanza: nunca te desmoralices por ser pobre ya que siempre va a haber otro que tenga menos que tú.

Cuento XI

El conde Lucanor estaba preocupado por un conocido al que había hecho algunos favores pero esa persona cuando el Conde necesitaba algo, él siempre ponía excusas para no ayudarle. Al oír esto Patronio le contó lo sucedido a un deán de Santiago con don Illán, el mago de Toledo. Y es que don Illán enseña a un deán de Santiago el arte de la magia con la condición de que algún día le devolviera el favor. El deán fue teniendo oportunidades de devolverle el favor pero siempre decía que más tarde con algún pretexto inútil. Don Illán acaba harto de esperar, y un día que claramente debía de haberle devuelto el favor tampoco lo hace; por lo que don Illán muy enfadado se va. El “deán” pide perdón al mago, pero el mago ya supo que no era un hombre de palabra. Moraleja: la persona que no agradece, menos lo hará cuanto más importante se haga.

Cuento XII

Esta vez el conde Lucanor recibía consejo de algunos amigos que decían que en tiempo de guerra debía de estar en sus tierras más centradas y fuertes y no en las alejadas. Al pedirle consejo a Patronio le contó lo sucedido a la zorra y el gallo. Resultó que un gallo iba por el campo y al ver a una zorra se subió a un árbol que estaba un poco alejado. Al verlo la zorra le asustó y el gallo fue volando de árbol en árbol con la zorra debajo asustándole hasta que la zorra consiguió cogerlo y comérselo. Enseñanza: no te asustes sin razón y defiéndete.

Cuento XIII

Algunas personas que habían hecho daño al conde Lucanor decían luego estar arrepentidas y haberlo hecho obligados. Al oír esto Patronio le contó lo sucedido a un hombre que cazaba perdices. Y es que estaba un hombre matando a las perdices de las redes y de repente, el viento le hizo llorar; una de ellas habló del buen corazón del hombre que lloraba por ellas. Pero otra que era más sabia dijo que no había peor persona que el que hace daño y simula sentirlo. Enseñanza: evita siempre al que al hacerte daño muestra pesar.

Cuento XIV

Amigos del conde Lucanor le aconsejaron que juntara mucho dinero. Al pedirle consejo a Patronio le contó el milagro que hizo santo Domingo cuando predicó en el entierro del comerciante. Resultó que un lombardo que junto mucho dinero murió sin limpiar antes su alma. El día del entierro predicó santo Domingo que dijo que donde está tu tesoro está tu corazón y le pidió a los que estaban allí que miraran donde estaba el corazón del lombardo y el corazón se halló en el arca de dinero en lugar de en su cuerpo. Conclusión: gana el tesoro verdadero y no el perecedero.

Cuento XV

Esta vez el conde Lucanor se hallaba preocupado por un antiguo enemigo con el que ahora había hecho las paces. Gente le había dicho que el otro quería entablar de nuevo, guerra con él. Al oír esto Patronio le contó lo sucedido a don Lorenzo Suárez en un sitio de Sevilla. Resultó que tres caballeros querían saber quién era el mejor Enfrentándose con los moros quedó vencedor don Lorenzo Suárez ya que esperó con calma e ser atacado. Conclusión: no ataques tú por miedo, pues siempre vence el que espera.

Cuento XVI

Cansado ya el conde Lucanor, quiere descansar libre de preocupaciones. Al pedirle consejo a Patronio le contó la respuesta que dio el conde Fernán González a Nuño Laínez, su pariente. Y es que Nuño Laínez le dijo al conde Fernán que después de todas las guerras podría descansar. Respondió Fernán que sino descansar moriría el hombre pero no su nombre. Moraleja: si por descanso pierdes la fama luego quedarás deshonrado al morir.

Cuento XVII

Esta vez preocupado estaba el conde Lucanor por un cumplido de un conocido pero que al conde le convenía mucho aceptar. Al pedirle consejo a Patronio le contó lo sucedido a un hombre que tenía mucha hambre, a quien convidaron por cumplido a comer. Resultó que un hombre que tenía mucha hambre le invitó un amigo por cumplido; este le dijo que si insistía comería con él y al final el hombre calmó su hambre. Conclusión: No te hagas mucho de rogar si algo te puede beneficiar.

Cuento XVIII

El conde Lucanor temía por su salud, además había de llegar antes que un vecino suyo a una villa para poder quedársela. Al pedir consejo a Patronio le contó lo sucedido a don Pedro Meléndez de Valdés cuando se le rompió la pierna. Resultó que Pedro Meléndez fue calumniado; el rey creyó esas calumnias y mandó matarlo pero de camino a junto del rey, don Pedro se cae y se rompe una pierna. El rey supo luego que todo era mentira y benefició a don Pedro. Moraleja: no te quejes de lo que hace Dios que será por tu bien.

Cuento XIX

El conde Lucanor estaba preocupado porque un pariente de un enemigo suyo se había unido a él. Al oír esto Patronio le contó lo sucedido a los cuervos con los búhos. Resultó que los cuervos y los sabios estaban en guerra. Un cuervo sabio llegó afligido a donde estaban los búhos diciendo que los demás le habían herido. Los búhos creyeron el engaño y los cuervos pudieron derrotarles. Enseñanza: el que solía ser tu enemigo no debes confiarle nada.

Cuento XX

Esta vez un hombre le ofreció al conde Lucanor mucho poder y riquezas a cambio de algún dinero. Al oír esto Patronio le contó le sucedido a un rey con un hombre que le dijo que sabía hacer oro. Y es que un pícaro le dijo a un rey que sabía hacer oro, se lo demostró y le dijo que eran necesarios todos los ingredientes. Al rey le faltaba el tabardíe y el pícaro afirmó poder conseguirlo pero que era muy caro y el rey le dio mucho dinero. El pícaro se fue con el dinero y el rey se sintió engañado. Conclusión: no te juegues nunca tus riquezas por consejo del pobre.

Cuento XXI

El conde Lucanor estaba preocupado por un niño al que había criado que llegaba a la mocedad, por lo que el Conde pensaba le engañaran como es típico. Al pedirle consejo a Patronio le contó lo sucedido a un rey mozo con un gran filósofo al que su padre le había encomendado. Resultó que un mozo criado por un filósofo llegó a gobernar. Al hacerse rey hizo cosas que no le convenían. Pero el filósofo de una manera muy peculiar le hace ver al rey lo mal que estaba gobernando. Moraleja: no se debe reñir al mancebo, pero si persuadirle.

Cuento XXII

Un amigo del conde Lucanor parecía estar buscando la forma de romper con él. Y temía que los dos tuvieran recelo y acabaran por desavenirse. Al oír esto Patronio le contó lo sucedido al león y al toro. Y es que el león y el toro se ayudan mucha para conseguir comida. Para frenar esto, los demás animales dijeron mentiras de los dos, esto los llevó a tener una guerra entre ellos y perder su amistad. Enseñanza: no pierdas a un amigo de provecho por lo que te diga el mentiroso.

Cuento XIII

Unos conocidos del conde Lucanor le habían aconsejado que se preocupara ya, solo de comer y gozar. Al oír esto Patronio le contó lo que hacen las hormigas para mantenerse. Resulta que las hormigas siempre cogen el grano en tiempo de siega y que, aunque tenga suficiente, siempre van a coger más comida. Conclusión: no comas de lo que has ganado y vive de modo honrado.

Cuento XXIV

El conde Lucanor quería saber cual de sus mancebos llegará a ser hombre de provecho. Al pedirle consejo a Patronio le contó lo sucedido a un rey con sus tres hijos. Y es que un rey moro quiso probar a sus tres hijos para nombrar un sucesor. Los dos primeros fueron cómodos y no se fijaron un ningún detalle; peor el tercero fue al más astuto y franco por lo que fue nombrado sucesor. Moraleja: por sus dichos y hechos se conoce al mancebo.

Cuento XXV

Un vasallo había pedido consejo al conde Lucanor para casar a su hijo y había tres posibles mujeres. Al pedirle consejo a Patronio le contó lo sucedido al conde de Provenza. Y es que el conde de Provenza cayó preso de Saladino y se convirtió en su consejero. El Conde debía casar a su hija y tenía varios pretendientes por lo que pidió consejo a Saladino, este le dijo que casara a su hijo con un hombre, lo hizo y le fue bien. Moraleja: la que se casa con un hombre aumentará sus riquezas.

Cuento XXVI

Estaba el conde muy preocupado por unos granujas que siempre contaban mentiras pero con color de verdad. Al oír esto Patronio le contó lo sucedido al árbol de la mentira. Resultó que la Mentira y la Verdad plantaron un árbol. La Mentira engañó a la Verdad para que fuera a las raíces y la Mentira se quedó con las hojas y el tronco. La Verdad estaba siempre sola por lo que en día se comió las raíces fastidiando así a la Mentira. Moraleja: el que miente acaba siempre mal.

Cuento XXVII

Esta vez el conde Lucanor se preocupaba por sus dos hermanos, uno quería demasiado a su mujer y el otro no la quería nada. Al pedirle consejo a Patronio le contó lo sucedido con sus mujeres a un emperador y a Alvar Fáñez Minaya. Resultó que un emperador quería separarse porque su mujer tenía muy mal genio, pero no pudo. Por no hacer caso a su marido murió por una hierba mala. Alvar Fáñez se casó con una mujer que la quería mucho. El sobrino de don Alvar no entendía que le diera tanta confianza, pero pusieron los dos a prueba a la mujer y se dieron cuenta del cariño que tenía la mujer por su marido. Moraleja: debe decir el hombre a la mujer como deben vivir.

Cuento XXVIII

Un hombre le había pedido al conde Lucanor amparo, pero le habían dicho que ese hombre había hecho mal. Al oír esto Patronio le contó le sucedido a don Lorenzo Suárez Gallinato en Granada. Resultó que don Lorenzo vio en Granada como los moros ofendían a Dios por lo que luchó contra ellos. Ante el rey moro don Lorenzo no fue castigado porque demostró lealtad hacia sus creencias. Moraleja: las cosas que se hacen sin razón suelen ser buenas.

Cuento XXIX

Un pariente del conde Lucanor pensaba que debía aventurar lo suyo antes de que los poderosos le ataquen. Al oír esto Patronio le contó al Conde lo sucedido a una zorra que se hizo la muerta. Resultó que una zorra en un pueblo se hizo la muerta. La gente al verla la fueron trasquilando y le llegaron a quitar el corazón movidos por supersticiones falsas. Al final la zorra escapó pero estaba casi muerta. Moraleja: disimula todo lo que puedas, deja solo lo que debas forzosamente.

Cuento XXX

Esta vez el conde Lucanor estaba preocupado por un hombre que le pedía dinero, ya que a la siguiente vez si no le daba más, parecía como si olvidara lo dado anteriormente. Al pedirle consejo a Patronio le contó lo sucedido al rey Abenabet de Sevilla con su mujer Romaiquia. Y es que el rey estaba casado con Romaiquia, pero ella era muy caprichosa. El rey le daba cualquier cosa que quería. Entonces un día ella le dijo al rey que no hacia nunca nada para agradarla y el rey le recordó una cosa que sí hizo por ella. Moraleja: el que no agradezca lo hecho, no sacrifiques tu provecho por él.

Cuento XXXI

Estaba el conde Lucanor preocupado porque pensaba hacer una cosa que le convenía mucho con un amigo, pero no se atrevía por no estar él. Al pedirle consejo a Patronio le contó la sentencia que dio un cardenal a los canónigos de París y a los franciscanos. Resultó que los canónigos decían tener que tocar antes las campanadas que nadie, pero los frailes decían tener que estudiar y perdían horas de trabajo. Un cardenal les dijo que quien despertara antes, tocaría antes. Moraleja: si algo que te conviene puedes hacer, no esperes y hazlo.

Cuento XXXII

Un hombre le había propuesto al conde Lucanor que decía convenirle mucho, pero le pide que no le diga nada a nadie. Al pedirle consejo a Patronio le contó lo sucedido a un rey con los pícaros que hicieron la tela. Resultó que tres pícaros le dijeron al rey que sabían hacer una tela que solo la podían ver los que tuvieran sangre real. Cuando dijeron que la tela estaba terminada nadie, incluido el rey, era capaz de ver la tela. Por miedo a ser criticados por no ser de sangre real no dijeron que no la veían; pero al final se supo el engaño de los pícaros y es que en realidad no había ninguna tela. Moraleja: el que te aconseja que encubras algo a tus amigos es que quiere engañarte.

Cuento XXXIII

Esta vez el conde Lucanor había sido aconsejado por unos que le decían que después de una guerra debe descansar y por otros que decían que debía empezar otra. Al pedirle consejo a Patronio le contó lo sucedido a un halcón del infante don Manuel con un águila y una garza. Y es que estaba don Manuel cazando y tiró a un halcón para que cazara a una garza. Al ver esto el águila fue contra el halcón, y el halcón, muy sabio se deshizo del águila antes de cazar a la garza. Conclusión: si Dios te da seguridad piensa en la muerte y la eternidad.

Cuento XXXIV

Un pariente del conde Lucanor le aconsejaba ir a un sitio al que el Conde temía ir; pero el pariente insistía. Al oír esto Patronio le contó lo sucedido a un ciego que conducía a otro. Resultó un hombre ciego le propuso a otro, también ciego, ir a la ciudad. A pesar de tener el camino muchos barrancos y pozos, dijo el primer ciego saber muy bien como ir. Los dos ciegos se fueron y quedaron los dos muertos. Enseñanza: la mayor seguridad es huir del peligro aunque algún amigo te diga lo contrario.

Cuento XXXV

Uno de los deudos del conde Lucanor se iba a casar con una mujer muy rica pero le habían dicho que tenía muy mal carácter. Al oír esto Patronio le contó lo sucedido a un mozo que se casó con una muchacha de muy mal genio. Resultó que un buen mozo se casó con una muchacha de muy mal genio, pero el mozo se hizo respetar por la mujer desde un primer momento y la vida les fue muy bien juntos. Moraleja: si no te muestras como eres desde el principio no lo podrás hacer nunca.

Cuento XXXVI

Estaba el conde Lucanor muy enfadado porque le habían ofendido y quería vengarse. Al pedirle consejo a Patronio le contó lo sucedido a un mercader que halló a su mujer y a su hijo durmiendo juntos. Y es que un mercader llegó a su casa después de mucho tiempo y vio a su mujer con un mancebo al que llamaba marido y comía y dormía con él, pero en realidad era su hijo. El padre al ver eso quiso matarlos pero se acordó de un consejo que le dieron: “no hagas nada hasta saber toda la verdad”. Más tarde se enteró el padre que aquel era su hijo. Enseñanza: de la solución que tomes puede que te arrepientas cuando estés bien informado.

Cuento XXXVII

Estaba el conde Lucanor cansado a la vuelta de una guerra cuando se enteró del comienzo de otra. Unos le aconsejaron que descansara un poco y que luego ya vería. Al saber esto Patronio le contó la respuesta que dio el conde Fernán González a sus gentes después de vencer la batalla de Hacinas. Resultó que terminó el conde Fernán una batalla y le propusieron otra. Sus soldados decían estar cansados pero aún así el conde dijo que las nuevas heridas curarían las anteriores y ganaron también la segunda batalla. Moraleja: la honra y el descanso no pueden ir acompañados.

Cuento XXXVIII

Esta vez le habían dicho al conde que si se quedara en un sitio haría mucho dinero pero sabía que correría peligro su vida. Patronio le contó, entonces, lo sucedido a un hombre que iba cargado de piedras preciosas y se ahogó en el río. Resultó que un hombre iba cruzando un río con una bolsa de piedras preciosas, tal fue su codicia de no soltar el saco que se ahogó. Moraleja: quien por codicia pone en peligro su vida puede que le sea en muchas ocasiones muy dura.

Cuento XXIX

Sin saber que hacer estaba el conde porque no había modo de evitar la guerra con uno de sus vecinos, pero el más cercano no era tan poderoso como el otro. Al oír esto Patronio le contó lo sucedido a un hombre con las golondrinas y los gorriones. Y es que un hombre que decía no poder dormir por las golondrinas y los gorriones. Otro hombre le dijo que el sabía como deshacerse de ellos pero sería solo de unos, es decir, las golondrinas o los gorriones. El hombre decidió deshacerse de los gorriones aunque fueran menos escandalosos que las otras pero las golondrinas iban y venían y era más llevadero. Moraleja: ataca al más cercano y no al de mayor poder.

Cuento XL

Esta vez quería el conde ser bien recordado una vez muerto, por lo que quería hacer una gran obra. Al oír esto Patronio le contó por qué perdió su alma un senecal de Carcasona. Resultó que en senecal que iba morir dispuso lo que debía de hacer por su alma; pero aún así su alma estuvo en el infierno ya que no había actuado como buen cristiano disponiendo su alma solo en caso de morir y que la había donado para que quedara eterna fama de lo que había hecho. Moraleja: si quieres ganar eterna salvación haz bien mientras vivas con buena intención.

Cuento XLI

Estaba el conde preocupado por las burlas de algunos a sus innovaciones en la caza. Al saber esto Patronio le contó lo sucedido a un rey de Córdoba llamado Alhaquen. Y es que al rey Alhaquen en Córdoba se le ocurrió hacer un agujero más a un instrumento para que sonara mejor, esto fue motivo de burla para el pueblo, ya que los reyes debían hacer grandes obras. Al saber esto el rey hizo un añadido muy bonito a la mezquita de Córdoba y la terminó y desde entonces el rey fue muy bien recordado. Conclusión: haz cosa pequeñas, pero también algunas que cuya fama nunca mueran.

Cuento XLII

Había estado el conde hablando con algunos amigos sobre como podía hacer más daño un hombre. Al saber esto Patronio le contó lo sucedido a una falsa devota. Resultó que una devota quiso separar un feliz matrimonio diciendo mentiras de uno al otro y viceversa. El matrimonio iba cada vez pero hasta que por una confusión el hombre mata a su mujer. Al ver esto los familiares mataron también al marido. Moraleja: juzgar por las obras y no por la apariencia.

Cuento XLIII

Estaba preocupado el conde por sus dos vecinos. El primero, tenía motivos de agradecimiento pero también le había perjudicado y el otro no era muy amigo suyo y le había perjudicado también. Al saber esto Patronio le contó lo sucedido al Mal con el Bien y al cuerdo con el loco. Y es que el Bien y el Mal criaron ovejas, cerdos, nabos, coles. El Mal como era malo todo lo hacía en su provecho y al repartir era muy injusta, hasta que al repartirse una mujer el Mal necesitó del Bien. Por otra parte, el hombre cuerdo pegó al hombre loco ya harto de que le espantara a los clientes y el loco dijo que tuvieran cuidado que había otro loco. Moraleja: el Bien vence el Mal por medio del bien; aguantar al malo, ¿qué ventaja es?

Cuento XLIV

Esta vez estaba el conde preocupado por la traición de algunos de sus vasallos al pasarse en la guerra al bando de su enemigo. Al oír esto Patronio le contó lo sucedido a don Pedro Núñez el leal, a don Ruy Gómez Ceballos y a don Gutierre Ruiz de Blanquillo. Resultó que tres caballeros fueron a cuidar a su señor porque tenía lepra. Los caballeros fueron muy leales a su señor y no le abandonaron hasta morir. Al morir, volvieron a su ciudad, pero por el camino Pedro Núñez perdió un ojo. Cuando llegó a su casa, tuvo su recompensa por lo leal que había sido. Moraleja: el bien que hagas no será nunca perdido aunque algunos se porten mal contigo.

Cuento XLV

El conde temía pecar al hacer caso a un conocido que decía poder hacerle bien por medio de brujería. Al oír esto Patronio le contó lo sucedido al que se hizo amigo y vasallo del demonio. Y es que un hombre que era pobre se hizo vasallo del demonio. Este le dijo que robara y que si algún día le cogían él iría a salvarle. Varias veces cogieron al hombre y el diablo le socorrió. Pero como el diablo siempre engaña un día acabó el hombre ahorcado por robar. Conclusión: el que no ponga su confianza en Dios tendrá muy mala suerte.

Cuento XLVI

Estaba el conde preocupado por tener siempre limpia su fama. Al pedirle consejo a Patronio le contó lo sucedido a un filósofo que por casualidad entró en la calle donde vivían malas mujeres. Resultó que un filósofo entró por una enfermedad a una calle donde vivían malas mujeres. Al ver esto el pueblo pensó mal del sabio, pero él al enterarse escribió un libro en el que aclaraba el malentendido. Moraleja: haz siempre el bien y evita la ocasión de que duden de tu buena fama.

Cuento XLVII

Esta vez se preocupaba el conde por su hermano mayor; pues cada vez que el conde le pedía un favor él le decía que era pecado. El conde pensaba que le envidiaba ya que él era más rico que su hermano. Al pedirle consejo a Patronio le contó lo sucedido a un moro con una hermana suya que decía que era muy medroso. Resultó que un moro que trabajaba en el cementerio tenía una hermana muy miedosa. Un día que acompañó la mujer a su hermano al cementerio descoyuntó a un cadáver. Al día siguiente la hermana decía tener miedo; por lo que le dijo el hermano que cómo tenía miedo de eso y no de cortarle la cabeza a una muerta. Moraleja: si uno no quiere lo que te conviene por él, no expongas lo tuyo a perder.

Cuento XLVIII

Amigos del conde Lucanor le aseguraban no romper nunca su amistad aunque corriera peligro sus vidas y haciendas. Al pedirle consejo a Patronio le contó lo sucedido a uno que probaba a sus amigos. Y es que un hombre le aconsejó a su hijo que tuviera siempre muchos amigos; el hijo le hizo caso. Al cabo de un tiempo el padre le dijo a su hijo que probara a sus amigos diciendo que había matado a un hombre y le encubrieran. Ninguno de los “amigos” del mancebo quiso ayudarle, solo un amigo de su padre que llegó a arriesgar la vida de su hijo. Moraleja: el hombre no podrá encontrar nunca a un amigo como Dios, que lo quiso comprar con su sangre.

Cuento XLIX

Unos conocidos le habían aconsejado al conde que aumentara sus riquezas y poder ya que le convenía. Al pedirle consejo a Patronio le contó lo sucedido al que dejaron en una isla al concluir su mandato. Resultó que en un país dejaban al señor que mandaba, cuando terminara, en una isla desierta sin nada. Un señor muy precavido hizo construir sin que lo supiera nadie y así cuando llegó su hora de irse a la isla, pudo vivir muy bien. Moraleja: por este mundo que se acaba no te arriesgues a perder el duradero.

Cuento L

Estaba el conde Lucanor preguntándose cuál era la mejor cualidad de un hombre. Al pedirle consejo a Patronio le contó lo sucedido a Saladino con la mujer de un vasallo suyo. Y es que Saladino se había enamorado de la mujer de un vasallo suyo, esta le dijo que haría lo que él quisiera si le decía cuál era la mayor virtud que un hombre podía tener. Después de mucho trabajo, esfuerzo y tiempo Saladino supo que la mayor virtud del hombre era la vergüenza y se dio cuenta de que él no la estaba teniendo al intentar que una mujer honrada traicionara a su marido. Enseñanza: la vergüenza es el origen del bien y por ella no hace el hombre lo que quiere.

Cuento LI

Esta vez estaba el conde confuso pensando en qué era más grato, la humildad o la soberbia. Al oír esto Patronio le contó lo sucedido a un rey cristiano que era muy poderoso y muy soberbio. Resultó que un rey muy soberbio recibió una lección de Dios a través de un ángel. El ángel adoptó la forma del rey y al verdadero rey nadie le hizo caso y todos le tomaron por loco. Pasado mucho tiempo, el verdadero rey se arrepintió de su soberbia por lo que Dios le perdonó y le devolvió su reino. Moraleja: a los humildes, Dios los cuida pero a los soberbios no.

ESTRUCTURA

Interna: Cada cuento del libro del conde Lucanor estaría divido en seis partes.

Primera, el conde le cuenta su problema a Patronio.

Segunda, Patronio dice conocer una historia con un problema semejante al que tiene el conde Lucanor.

Tercera, el conde pide a Patronio que le cuente el problema.

Cuarta, Patronio desarrolla toda la historia que tiene semejanza con el problema del conde.

Quinto, el conde actúa según el consejo que le da su vasallo. El consejo suele ser bueno para él.

Sexto, se saca una moraleja o enseñanza escrita en verso.

Externa: el libro está escrito en prosa, se divide en cincuenta y un cuentos independientes. Cada cuento narra una historia diferente. Las moralejas o enseñanzas constan de dos o cuatro versos con rima consonante y suelen ser de arte mayor.

Expresa su idea a través de fábulas, como la de la zorra con el cuervo que tenía un trozo de queso; batallas, como el salto que dio en el mar el rey Ricardo de Inglaterra peleando contra los moros; alegorías, relatos fantásticos, parábolas e incluso utiliza cuentos satíricos.

TEMAS A TRATAR EN LA OBRA

En el libro del conde Lucanor se tratan diversos temas. El más destacado es, bajo mi punto de vista, el honor. El honor es para el conde Lucanor lo más importante y perderlo para él supone toda una odisea.

El carácter religioso de la obra se da a relucir en muchas ocasiones, puesto que, como el conde era un noble, participó en numerosas guerras por lo que manifiesta en algunas ocasiones ese miedo a llegada del día que tuviera que compadecer ante Dios. Un ejemplo bien claro de la influencia religiosa en la obra es el comienzo del prólogo: “ En el nombre de Dios. Amén.”

La obra tiene un carácter didáctico ya que pretende enseñar y moralizante y de esto avisa don Juan en el prólogo.

LOS PERSONAJES

Personajes principales y comunes en todos los cuentos:

Son los que aparecen en todos los cuentos. Y son:

El conde Lucanor: Personaje idealizado, preocupado por la opinión de la gente que le rodea. Tiene muy claros sus ideales: lealtad, honradez, humildad … Actúa siempre que puede de acuerdo con la moralidad cristiana. Aún siendo un noble, al parecer importante, el conde pasa también momentos económicos difíciles. Soñador, a veces demasiado crédulo.

Patronio: Es también un personaje idealizado. Gran sabio conocedor de las intenciones de la gente, mejor consejero del conde y en el que tiene plena confianza. Es realista y es capaz de “abrir los ojos” al conde Lucanor.

Decimos que estos dos personajes son idealizados porque no representan la realidad de la época. Lo normal no era que un importante señor pidiera consejo a un vasallo, sino que le obligara a pagarle muchos impuestos y a lo mejor llegara a maltratarle. Este hecho es el que denuncia don Juan Manuel; y se le considera algo importante ya que es algo basado en lo que llegaría más tarde.

Los antagonistas: Son los personajes que aconsejan mal al conde. Suelen ser personas malas que solo quieren confundirle. Algunos son vecinos, parientes o conocidos que suelen querer aprovecharse del conde.

Otros personajes secundarios e independientes:

Cuento I: un rey, un ministro, otros ministros suyos.

Cuento II: un honrado labrador, su hijo.

Cuento III: el rey Ricardo, el ermitaño, los moros.

Cuento IV: un genovés.

Cuento V: una zorra, un cuervo.

Cuento VI: una golondrina, otros pájaros, el hombre que sembró lino.

Cuento VII: doña Truhana.

Cuento VIII: un hombre al que le limpiaron el hígado.

Cuento IX: dos caballos, dos caballeros, un león.

Cuento X: un hombre pobre, otro hombre más pobre.

Cuento XI: un deán de Santiago, don Illán.

Cuento XII: la zorra, el gallo.

Cuento XIII: un hombre que cazaba perdices, las perdices, la perdiz sabia.

Cuento XIV: santo Domingo, comerciante.

Cuento XV: don Lorenzo Suárez, don García Pérez, el rey don Fernando.

Cuento XVI: conde Fernán González, Nuño Laínez.

Cuento XVII: un hombre que tenía mucha hambre.

Cuento XVIII: don Pedro Meléndez de Valdés.

Cuento XIX: los cuervos, los búhos.

Cuento XX: un rey, un hombre que sabía hacer oro.

Cuento XXI: un rey, su padre, un gran filósofo.

Cuento XXII: el león, el toro.

Cuento XXIII: las hormigas.

Cuento XXIV: un rey, sus tres hijos.

Cuento XXV: el conde de Provenza, Saladino.

Cuento XXVI: la Mentira, la Verdad.

Cuento XXVII: un emperador, sus mujeres, Alvar Fáñez.

Cuento XXVIII: don Lorenzo Suárez, rey de Granada, los moros.

Cuento XXIX: una zorra, habitantes del pueblo.

Cuento XXX: rey Abenanet, su mujer Romaiquia.

Cuento XXXI: los canónigos, los franciscanos, un cardenal.

Cuento XXXII: un rey, unos pícaros.

Cuento XXXIII: infante don Manuel, su halcón, un águila, una garza.

Cuento XXXIV: dos ciegos.

Cuento XXXV: un mozo, una muchacha de muy mal carácter.

Cuento XXXVI: un mercader, su mujer, su hijo, un sabio.

Cuento XXXVII: el conde Fernán González, sus gentes.

Cuento XXXVIII: un hombre cargado de piedras preciosas.

Cuento XXXIX: un hombre, golondrinas, gorriones.

Cuento XL: un senescal de Carcasona, mujer endemoniada.

Cuento XLI: rey de Córdoba llamado Alhaquen.

Cuento XLII: una falsa devota, un matrimonio, el demonio.

Cuento XLIII: el Mal, el Bien, el cuerdo, el loco.

Cuento XLIV: don Pedro Nuñez el leal, don Ruy Gómez Ceballos, don Gutierre Ruiz de Blanquillo, el conde don Rodrigo el Franco.

Cuento XLV: el demonio, uno que se hizo vasallo suyo.

Cuento XLVI: un filósofo, malas mujeres, discípulos del filósofo.

Cuento XLVII: un moro, su hermana.

Cuento XLVIII: un hombre que probaba a sus amigos, su padre, los amigos del hijo, los amigos del padre.

Cuento XLIX: un rey al que dejaron desnudo.

Cuento L: Saladino, un vasallo suyo, su mujer, unos juglares.

Cuento LI: un rey cristiano, su mujer, sus caballeros, un ángel.

VALORACIÓN PERSONAL

La obra ha tenido cosas buenas y otras no tan buenas. Poniéndonos en la situación de don Juan Manuel, este libro supone todo un esfuerzo, ya que intenta cometer los mínimos errores gramaticales en una época en la que encontramos muy pocas reglas acordadas. La obra es bastante extensa para la época. Es sencilla y con exactitud en sus expresiones. A la hora de leerla se hace bastante amena, ya que, a pesar de tener todos sus cuentos una estructura muy rígida, trata diferentes temas importantes en un noble de la época como lo era el personaje del conde Lucanor. Refleja muy bien la mentalidad y la forma de vida de entonces.

Por otra parte he encontrado esta obra demasiado extremista en algunas ocasiones, como en el cuento XLIV en el que unos caballeros beben del agua de su amo con al que habían lavado su cuerpo que tenía lepra y una mujer se saca un ojo con una aguja por compasión a su marido. Estos casos y algunos más me han resultado muy absurdos. También quiero manifestar el machismo que se demuestra. Ya que se trata a la mujer como una “marioneta” que el hombre puede dominar cuando y como le plazca. Desgraciadamente esto no es una exageración sino lo ocurrido entonces.

Una característica en la obra destacable es la influencia que ejercía la Iglesia sobre la vida de las personas (teocentrismo), además el conde se preocupa en varias ocasiones del día que tenga que compadecer ante Dios.

Las moralejas que saca al final las encuentro, la mayoría, con bastante lógica.

El vocabulario que utiliza es bastante sencillo, sus cuentos tienen un hilo conductor que estructura el libro muy trabajado. Tiene un estilo elegante y personal pero escrito con sencillez y claridad. Es importante la sobriedad y exactitud de las expresiones. Los periodos sintácticos son largos con mucha coordinación.

Don Juan Manuel se esfuerza por darle más importancia al castellano que al latín por lo que evita el uso de latinismos.

Uno de los cuentos que más me ha gustado es el del sabio que comía altramuces y se quejaba por ello hasta que vio a otro detrás que comía las cáscaras que tiraba al suelo; este cuento ser ha hecho famoso por la décima de Calderón de la Barca en su obra La vida es sueño.

Esta obra supone el arranque de la prosa castellana.


ÍNDICE

Reseña histórica.

Biografía del autor.

Los cuentos.

Estructura: externa e interna.

Temas a tratar en la obra.

Los personajes.

Valoración personal.

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Enviado por:Paloma Guerrero
Idioma: castellano
País: España

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