Literatura
El árbol de la ciencia; Pío Baroja
tabla de contenido
primera parte: la vida de un estudiante
1.- andrés hurtado comienza la carrera
Primer día de curso de la carrera, los estudiantes se amontonan en la entrada. Algunos provincianos arman escándalo en clase de química. Andrés Hurtado se encuentra con Julio Aracil, antiguo compañero del bachillerato, y con un amigo de este, Montaner, quién no congenia con Hurtado, tienen ideas opuestas en todos los aspectos.
2.- los estudiantes
En esta época, Madrid era una ciudad muy atrasada respecto al resto de ciudades europeas, pero su gente vivía en la ignorancia de la verdadera realidad, en un optimismo absurdo, en un ambiente de gran falsedad.
Hurtado pudo comprobar esto al iniciar su carrera de medicina. En la cátedra no existía una fuerte disciplina, ni afectuosa; sino que las clases eran grotescas, donde los alumnos se burlaban de los profesores. Su preparación para la ciencia no podía ser peor.
3.- andrés hurtado y su familia
Andrés Hurtado se encontraba solo desde la muerte de su madre. Su familia estaba formada por el padre y cinco hermanos. El padre era muy egoísta, y no sabía dirigir la casa adecuadamente; le gustaba darse caprichos de vez en cuando, aunque fuese más necesario para otras cosas de la casa. Hizo sufrir a su mujer mientras ésta vivió, y una vez muerta hacía el honor de reconocer sus virtudes.
De los hijos, el mayor y el pequeño, Alejandro y Luis, eran los favoritos del padre. Alejandro era aún más egoísta que el padre, y muy irresponsable, sentía las mismas simpatías dentro de la casa que el padre. Margarita era muy decidida, egoísta y dominadora, considerada por su padre como una persona mayor, quería sobretodo a Pedro y a Luisito, apreciaba a Andrés, y respetaba a su padre. Pedro vivía en la indiferencia respecto a todo. Y Luis, tenía muy poca salud.
El padre de familia casi odiaba a Andrés, porque éste no se sometía a su voluntad, siempre se encontraban contradiciéndose, entre ellos existía una incompatibilidad absoluta. Andrés quería un montón a Luis, sentía afecto por Pedro y Margarita, despreciaba a Alejandro y casi odiaba a su padre.
4.- en el aislamiento
A Andrés la religión al principio para él era muy importante, pero poco a poco le fue siendo indiferente. Andrés era tratado con inferioridad respeto a sus hermanos, y se sentía abandonado y triste. Él, a diferencia de sus hermanos, estudió en el instituto. Era una persona que prefería permanecer en su habitación, antes que salir fuera; Y tomaba las decisiones él solo, como la decisión de estudiar Medicina.
Don Pedro estaba predispuesto contra Andrés, y lo consideraba una persona rebelde y díscola. Entre ambos existían muchas discusiones sobre política, ya que Pedro era conservador y el hijo revolucionario. Andrés lo intenta considerar como a un extraño.
5.- El rincón de andrés
La casa donde vivía la familia era propiedad de un marqués. Don Pedro era amabilísimo con los de fuera y sabía mantener las amistades que le eran útiles. Sin embargo, no era el mismo con la gente baja y pobre. Andrés no soportaba los alardes cínicos de su padre, y únicamente se reunía con su familia a la hora de comer.
Andrés, al comenzar la carrera pidió trasladarse a un cuarto bajo el techo; éste tenía aspecto de celda, pero allí Andrés se encontraba a su gusto, solo; muchas veces se pasaba el tiempo leyendo novelas o sencillamente mirando por la ventana.
Al final del primer año de carrera, Andrés comenzó a tener miedo de no aprobar las asignaturas, pero para su sorpresa, únicamente suspendió una, química. Andrés decidió estudiar con energía en el verano, pero luego se olvidó de sus propósitos, y en vez de estudiar mira por la ventana con un anteojo la gente de las casas de la vecindad.
Andrés a pesar de que leía y leía el libro, no se enteraba de nada. Decidió ir a casa de su tío, quién le recomendó que fuese con una carta a casa del profesor, quién trató a Andrés como un recluta. A pesar de todo, el examen que finalmente hizo días después, le fue detestable. Pero para su sorpresa fue aprobado.
6.- la sala de disección
El curso siguiente era algo más fácil. Unos meses después del principio de curso, se comenzaron las clases de disección. Montaner, Aracil, y Hurtado se reunían en una misma mesa. Poco a poco, Andrés se hizo muy buen amigo de Montaner, al contrario del año anterior.
La anatomía y la disección les producían gran interés. Un amigo catalán de Aracil, Jaime Massó, era un gran apasionado por este tema. Pero éste era tratado muy mal por su amigo Aracil, quién se burlaba de él, era uno de sus amigos a los que dominaba y mortificaba. Por otro lado, Aracil, Montaner y Hurtado, evitaban reunirse con los estudiantes provincianos, sentían por ellos un gran desprecio.
Andrés iba formando su espíritu con el aporte de conocimientos y datos un poco heterogéneos. Su biblioteca aumentaba con los desechos que podía ir consiguiendo.
Andrés, tenía dos amigos a los que veía de tarde en tarde. Compañeros de instituto, Rafael Sañudo y Fermín Ibarra.
A Sañudo lo veía los sábados por las noches en un café de la calle Mayor, el Café del Siglo. A medida que pasaba el tiempo, veía Hurtado cómo divergía en gustos y en ideas de su amigo Sañudo, con quién antes se encontraba tan de acuerdo. Sañudo sólo hablaba de todo lo relacionado con la música. Con el tiempo, Andrés comprendió que aquel ya no era su centro y dejó de ir. Hurtado entraba de vez en cuando en algún café cantante. Aunque había algunos que eran muy peligrosos, como ocurría con el café del Brillante.
Andrés iba a casa de su amigo Fermín Ibarra muchos domingos por la tarde. Fermín estaba enfermo con artritis y se pasaba la vida leyendo libros de ciencia recreativa. Hurtado le contaba lo que hacía, le hablaba de la clase de disección, de los cafés cantantes,…
Andrés, al salir de la casa del enfermo sentía que tenía una vida agradable, pero fuera de esos momentos, la vida en general le parecía fea, sucia y desagradable.
7.- aracil y montaner
Aracil, Montaner y Hurtado concluyeron felizmente su primer curso de Anatomía. El verano pareció largo y pesado. Los primeros días del curso siguiente le parecieron muy agradables. Andrés tenía cierta ilusión por el nuevo curso, puesto que iba a estudiar Fisiología, y creía que el estudio de las funciones de la vida le interesarían tanto o más que luna novela; pero esto no fue así. En primer lugar, porque el libro de texto era un libro estúpido y por otro lado, el catedrático era un hombre sin ninguna afición al que explicaba.
Aquel curso, Hurtado intimó bastante con Aracil. Éste era un poco vanidoso, su gran deseo en el fondo era dominar. Julio era un verdadero fenicio, procedente de Mallorca, y perteneciente al tipo semita, con las cualidades rapaces, de intriga y de comercio. Era una persona a la que le molestaba todo lo que fuera violento y exaltado. Daba mucha importancia al dinero, y para él todo era agradable.
Montaner también era del tipo semita. Enemigo de lo violento y lo exaltado, perezoso, tranquilo, comodón, blandón de carácter. Cuando Andrés lo conoció a fondo, se hizo amigo suyo.
Cuando acabaron el curso, Hurtado y Montaner, quedaron solos en Madrid, e iban a pasear juntos por el caluroso Madrid. Montaner y Andrés hablaban caso siempre mal de Julio, pero cuando éste regresaba, siempre se juntaban con él.
8.- una fórmula de la vida
En cuarto de carrera, Andrés conoció al profesor José de Letamendi, del que se decía que era un hombre sabio, un gran genio.
Hurtado comenzó a leer sus libros y le parecieron admirables. Andrés fue al café donde se reunían Sañudo y sus amigos, y allí, comenzó a explicar las doctrinas que el profesor exponía en sus libros sobre la vida. Pero un amigo de Sañudo demostró con una serie de argumentos válidos, que lo que Letamendi exponía no era cierto, y ni siquiera tenía ni idea de lo que hablaba y escribía.
Entonces, Andrés leyó de nuevo el libro y siguió asistiendo a las clases del profesor hasta que se dio cuenta de que lo que le habían dicho era cierto: Letamendi sólo tenía palabrería y frases hechas. Esto llevó a Hurtado a interesarse por la filosofía y compró los libros de Kant, Fichte y Schopenhauer. Andrés tuvo que hacer un gran esfuerzo mientras leía los libros, para seguir adecuadamente el razonamiento.
Durante el verano también leyó libros de filosofía francesa moderna pero sólo reflejaban métodos y clasificaciones, cosa que a Andrés no le interesaba. Viendo que los libros modernos no le agradaban, volvió a leer los libros de Kant y, esta vez, pudo aprovechar algo más lo que leía, aunque le supuso un gran trabajo.
9.- un rezagado
Al comienzo del curso siguiente, Luisito cayó enfermo con fiebres. Lo visitó el doctor Aracil, quién indicó que retrataba de una fiebre tifoidea, enfermedad sin tratamiento específico, lo único que se podía hacer era bañar al muchacho, alimentarle y esperar.
Margarita y Andrés estuvieron casi de continuo cuidándolo. Esto los unió mucho más. Andrés leía los manuales de medicina para ver si podía encontrar algún tratamiento, pero era en vano. Estuvo 30 o 40 días con fiebre y cuando ésta desapareció, dejó al niño muy demacrado. Andrés empezó a pensar si la medicina no serviría para nada.
En ese curso Andrés se hizo amigo de Antonio Lamela, un estudiante gallego rezagado, bastante mayor que él. Su amistad comenzó porque un día Lamela se interesó por lo que le ocurría a Andrés, Hurtado le contó lo de su hermano y Antonio intentó consolarle.
Lamela se encontraba enamorado de una mujer de la aristocracia, la cual, según él, también estaba enamorada de él. Decía que era muy bella pero cuando se la mostró a Hurtado, este puedo ver que era fea, agria y que, no sólo no hacía caso a Lamela, sino que lo miraba con desprecio. Pero Lamela, en su fantasía, no veía nada de aquello.
Lamela dividía a los hombres en dos grupos: la gente franca y de buen corazón, y la gente mezquina y vanidosa, donde incluía a Aracil y Montaner, de los cuales ninguno tomaba en serio a Lamela. Andrés contaba en casa las extravagancias de Lamela; a Margarita le interesaban esos amores, Luisito había inventado un cuento sobre los mismos.
10.- paso por san juan de dios
En el cuarto año, Montaner, Hurtado y Aracil comenzaron a asistir a unos cursos de enfermedades venéreas que se impartían en el Hospital de San Juan de Dios. Unos meses después iba a haber exámenes de alumno internos para ingresar en el Hospital General, y como pensaban presentarse, no estaba mal el ver enfermos con frecuencia. Pero las visitas a San Juan de Dios fueron un nuevo motivo de depresión y melancolía para Andrés.
Allí, los enfermos vivían en unas condiciones terribles: sin higiene, sin cuidados, sin luz, sin aire y con castigos, porque el médico de la sala castigaba a los enfermos por delitos que se inventaba y los encerraba o los tenía a pan y agua.
Hurtado odiaba al médico y, en una ocasión, tras ver la gran injusticia que cometía con una mujer, intentó agredirle, pero se lo impidieron. Desde entonces Andrés no volvió a ir y su piedad, pesadumbre y compasión por los demás se acrecentó.
Aracil le comentaba que si lo que quería era ayudar a la gente y cambiar el mundo lo único que tenía que hacer era meterse a político y si no, que desistiese y se olvidase de esa idea, ya que de cualquier otra forma, no podría hacer nada. Así, a Hurtado ya no le entusiasmaban las ideas revolucionarias, y las nuevas ideas le mantenían en un desconcierto y en una excitación cerebral constantes a la vez que inútiles.
11.- de alumno interno
Hurtado, Montaner y Aracil se presentaron a los exámenes para interno del Hospital General. Aracil y Hurtado salieron aprobados. Comenzaban siendo nadie y ganando muy poco, pero tenían opción a ascender y ganar más dinero.
Andrés fue llamado por un médico amigo de su tío que visitaba una de las salas altas del tercer piso del hospital. La sala era de medicina. Pronto pudo ver el médico la poca afición de Hurtado por la carrera. A Andrés Lo que le preocupaba eran las ideas y los sentimientos de los enfermos y no el diagnóstico de las enfermedades. Para él, era más importante el lado psicológico de las cosas.
La inmoralidad dominaba dentro del vetusto edificio. Había mucha corrupción y filtración, se pasaban todo el día jugando a juegos de azar, los curas del hospital sólo pensaban en la manera de conseguir más dinero, las hermanas de la Caridad únicamente se preocupaban de las gestiones administrativas y de llamar a un cura si algún enfermo estaba grave,…
Una vez, llegó a manos de Andrés un diario de una hermana de la Caridad que ya había muerto. En su diario, se podía observar la vida del hospital de forma muy sencilla e ingenua. Esto a Andrés le causó curiosidad e incluso le gustaría haber conocido a sor María, que así se llamaba la hermana.
Un tipo misterioso y extraño del hospital que llamaba mucho la atención, era el hermano Juan. Sobre él se contaban varias historias. Unos opinaban que era un santo hombre preocupado por los demás, otros consideraban que no era más que un depravado sexual… Pero Hurtado opinaba que, bajo su punto de vista, no era más que una persona repulsiva, puesto que iba en busca del sufrimiento y el dolor ajeno, en vez de reaccionar como cualquier ser humano frente al dolor, huyendo de él.
segunda parte: las carnarias
1.- Las minglanillas
La vida en común tanto de Julio como de Andrés iba unificando sus costumbres, aunque no sus ideas y sus afectos. Julio comenzaba a sentir más estimación por Hurtado que por Montaner. Éste no sólo había suspendido los exámenes de interno, si no que también había perdido el curso, y había gastado todo su tiempo en hacerle el amor a una vecina suya.
Aracil quería que Andrés siguiera sus pasos de hombre de mundo y le presentó a las Minglanillas. Era una familia formada por una madre viuda y sus dos hijas, de las cuales la mayor era la querida de Julio. Él no pensaba casarse con ella, la utilizaba para divertirse y pretendía que Andrés hiciese lo mismo con la pequeña de las hermanas, pero a Hurtado no le parecía bien ese egoísmo.
Esta familia vivía en la miseria, aunque la madre aún relataba sus días de gloria, gracias a que su marido había sido subsecretario. Andrés comenzó a mantener conversación con Lulú, la hija más pequeña, quién bajo su punto de vista era bastante fea aunque inteligente. En cambio, Niní, la mayor de las dos hijas, era más mujer que su hermana, aunque más vulgar.
A Andrés le disgustaba las intenciones de Julio con aquella familia, y por lo tanto no se encontraba a gusto yendo a casa de doña Leonarda, que así es como se llamaba la viuda.
2.- una cachupinada
En Carnavales se celebró un baile en casa de las Minglanillas. Acudió mucha gente. Julio presentó a Andrés a sus amigos, entre ellos a un sainetero estúpido y sin gracia, y a Antoñito Casares, un periodista andaluz y con moral de chulo. Se dedicaba a la caza de la mujer rica constantemente, que primero le aceptaban y al saber de su profesión, no querían saber nada más de él.
En la fiesta, todos comenzaron a bailar, pero Hurtado, quién no sabía, fue a sentarse junto a Lulú, quién decía no apetecerle bailar. En el baile se encontraba Estrella, una chica que sobresalía entre todas y de quién se decía que había sido secuestrada por un viejo, del cual, tras varios días, logró escaparse. Todas las vecinas la odiaban porque lucía colgadas en el balcón, prendas interiores muy caras que hacían suponer un trabajo deshonroso. Tenía una hermana que seguía sus pasos y doña Leonarda no quería que sus hijas tuvieran relación con ellas.
Mientras los demás bailan, Lulú y Hurtado charlan amistosamente. Lulú comenta a Andrés, saber porque Julio está con su hermana y que, además, Aracil le ha dicho a Andrés que vaya a por ella. Andrés lo niega todo, pero ella está segura de lo que dice, y le comenta que sabe que él no podría hacer lo mismo que su amigo con una mujer. Ella opina que Andrés es distinto a Aracil.
Hurtado tras la conversación se dio cuenta que a Lulú no le atraían demasiado los hombres y pensó que se debería a la miseria vital entre la que se encontraba. Ella afirmaba que deseaba morirse. La conversación les hizo muy amigos, pero pronto doña Leonarda declaró que la fiesta había terminado.
3.- las moscas
Andrés y algunos más salieron a la calle y se dirigieron a casa de Virginia García, una comadrona. Andrés la conocía de vista por haberla encontrado en San Carlos en la clínica de partos. Virginia se encontraba acompañada por dos hombres. Uno de ellos era su amante, del cual dijo que era un profesor italiano, y el otro hombre era el director de la revista El Masón Ilustrado. Pronto se marcharon de la casa de Virginia, todos excepto el amante de la comadrona. Ésta les dijo que se encontraba cuidando a una parturienta.
En la calle, se encontraron a un amigo de Aracil en compañía de una chulapa, quienes se dirigían al baile de la Zarzuela. El director de la revista, le comentó a Andrés que doña Virginia era una mujer de cuidado: hacía abortar, suprimía chicos, secuestraba muchachas, las vendía,… Además le confesó que el profesor italiano no era más que un simple carterista, cómplice de los negocios de la mujer.
Se dirigieron todos a casa de Rafael Villasús, autor dramático, quién tenía dos hijas. Andrés opinó que se trataba de una persona majadera, que había echado a perder a sus dos hijas, Pura y Ernestina, las había llevado por un camino desastroso, ya que ninguna de las dos tenía condición para la escena; pero el padre no creía más que en le arte.
Ya en la casa del poeta, como él a si mismo se llamaba, ellos, Casares, Julio y el director de El Masón Ilustrado, comenzaron a mofarse de Villasús sin que el pobre infeliz si quiera se enterara. Andrés cansado del ruido y de las gracias, se dirigió hacia la cocina, donde encontró al director de la revista y a Casares, planeando una barrabasada para Villasús. Hurtado no pudo aguantar más y reprendió al director con un insulto y, si no llega a ser porque Casares intervino, se hubiese liado un gran escándalo. Andrés se marchó triste a casa. Mal impresionado por todo lo sucedido a lo largo de la noche.
4.- lulú
La conversación que tuvo en el baile con Lulú dio a Hurtado el deseo de intimar algo más con la muchacha. A Andrés le resultaba una muchacha simpática y graciosa. El primer día que fue Andrés a ver a Lulú después del baile, contó su visita a casa de doña Virginia. Después de todo, Hurtado comenzó a ir con frecuencia a casa, solo para oír a Lulú. Andrés consideraba que era una mujer muy inteligente, pero a pesar de que la muchacha le fascinaba, sólo podía ver en ella a una buena amiga.
Lulú bordaba, mientras estaba en esta labor, solía cantar canciones de la calle. Cuando le faltaba el humor, bordaba muy silenciosamente. Cuando por las noches terminaba su labor, se ponía a hablar con su habitual cinismo, escandalizando a su madre y a su hermana, estaba acostumbrada a no tener respeto ni a nada ni a nadie.
Pero era una persona muy servicial. Algunas veces, la miseria en que se encontraban le causaba una depresión que en muchas ocasiones le vencía. Pero siempre que Don Prudencio González, viejo amigo de su padre, les visitaba, la casa se animaba
5.- más de lulú
Algunos días de fiesta, Andrés acompañaba a dar un paseo a Lulú y a su madre. Se sentaban en algún banco y charlaban. Lulú contaba su vida y sus impresiones, sobre todo de la niñez. Contaba Lulú que de pequeña había sido una niña más bien enfermiza, con jaquecas y ataques de nervios; pero ya hacía mucho tiempo que no padecía ningún trastorno. Eso sí, era un poquito desigual, tan pronto se sentía con muchas fuerzas, como de repente se encontraba muy cansada.
Esto se reflejaba en su manera de ser, era muy arbitraria. Bajo la opinión de Andrés, Lulú era una muchacha con una idea muy humana y noble de las cosas. Sentía un gran deseo de lealtad. Lulú pinaba que si encontrase a un hombre que la quisiese de verdad, no le importaría irse con él sin casarse ni nada, aunque luego la maltratase, pero viviría determinado tiempo feliz y después, Dios diría.
Lulú contó a Andrés, que hacía un tiempo habían intentado violarla, pero a eso ella no le daba demasiada importancia porque, bajo su opinión, para una mujer que no es guapa y que siempre tiene que estar trabajando, la cosa no tiene mayor importancia. Andrés se encontraba muy confuso oyendo hablar a Lulú, no sabía si en realidad era original o únicamente pretendía aparentar ostentación.
6.- manolo el chafandín
Lulú tenía una amiga, la planchadora Venancia, una mujer mayor que trabajaba constantemente. Vivía con su hija, con su yerno Manolo el Chafandín y con los hijos de ambos. La hija de Venancia era una holgazana y una borracha. A su marido tampoco le gustaba trabajar, por lo que todos vivían a costa de la señora Venancia, pero con lo que sacaba del taller de planchar no era suficiente para mantener a toda la familia.
Cuando Manolo y su suegra discutían, la hija siempre se ponía del lado de su marido. Un día, Lulú salió en defensa de Venancia y terminó riñendo e insultando a la hija de la planchadora y a su marido, quién dijo que iría a pedir explicaciones a su casa por lo ocurrido.
Allí le estaban esperando Lulú, su madre, Niní, Julio y Andrés. Chafandín llegó y empezó a reprocharle las cosas a Lulú. Entonces Andrés no aguantó más y le reprendió una buena a Manolo el Chafandín. Al final éste tuvo que salir de la casa corriendo, porque Andrés deseaba darle un buen escarmiento para que aprendiese a tratar bien a las personas. Lulú, durante la riña, estuvo vibrando esperando el momento para saltar a la palestra. Cuando Hurtado se despidió le estrechó la mano más fuerte que de costumbre.
7.- historia de la venancia
Desde la trifulca con Manolo el Chafandín, hizo que se le considerara a Andrés como a un héroe. Lulú llevo un día a Hurtado al taller de la Venancia. Ésta tenía una idea del mundo un tanto caprichosa. Para ella el rico, sobre todo el aristócrata, pertenecía a una clase superior a la humana. A Andrés le asombraba esta filosofía tan extraña, por la cual el que posee salud, fuerza, belleza y privilegios tiene más derecho a otras ventajas que el que no conoce más que la enfermedad, la debilidad, lo feo y lo sucio.
La señora Venancia, mientras planchaba, le gustaba contar historias de sus amos. Y es por ello por lo que conocía toda la vida íntima del mundo aristocrático. A Lulú le interesaban estas historias, y Andrés intentaba convencer a Venancia de que los aristócratas eran gente sucia pero esto era en vano.
8.- otros tipos de la casa
Lulú tenía reconcentrada su atención en la vecindad y en el barrio. Una inquilina de las guardillas, que daba siempre que hacer, era la tía Negra, una verdulera ya vieja. Cuando se emborrachaba le daba por proclamar la república e insultar a ricos y ministros. La policía se la llevaba al calabozo de vez en cuando por blasfemar y estaba allí unos 15 días, pero cuando salía estaba en las mismas. Se llamaba Nieves.
Otra vieja rara de la vecindad era la señora Benjamina, a quién daban el mote de Doña Pitusa. Era pequeña y de ojos muy vivos. Pedía limosnas y contaba que había tenido muchas desgracias y pérdidas de fortuna. Su hijo se llamaba el Chuleta, era empleado en una funeraria, de aspecto fúnebre, vengativo, rencoroso, odiaba a Manolo el Chafandín, tenía muchos hijos y todos eran como él.
Había también una casa de huéspedes de la gallega Paca, mujer gorda y bizca. En la casa de huéspedes se alojaban un mozo de la clase de disección de San Carlos, un enfermero del Hospital General y don Clero, hombre bien educado y culto que había caído en la miseria. Era una persona muy limpia y arreglada. Era el filósofo de la casa y se le puede considerar estoico.
Otro tipo muy conocido era el maestría, un manchego muy pedante, droguero, curandero y sangüijuelo. Tenía una tienda, una hija y un gran sentido del honor. Toda esta gente de la casa pagaba su contribución al tío de Victorio, el prestamista de la calle de Atocha, llamado don Martín, se le conocía por el tío Miserias.
Don Martín tenía, además de la tienda de Atocha, otra de menos categoría en la del Tribulete. En esta última su negocio principal era tomar en empeño sábanas y colchones a la gente pobre. Vivía en una pequeña casa aislado de la sociedad pues decía que esta le debía atenciones que le negaba. Como usurero no perdonaba a nadie. El dinero que este recaudaba se lo quedaba Victorio, su sobrino, que iba como un donjuán y prometía ser peor que su tío.
9.- la crueldad universal
Tenía Andrés un gran deseo de comentar filosóficamente las vidas de los vecinos de la casa de Lulú, y decidió ir a ver a su tío Iturrioz, pues sus amigos no se interesaban por esas cosas. La mañana que se presentó en casa de su tío, éste estaba bañándose y el criado lo llevó a la azotea. Cuando ya llegó, se puso a regar las plantas mientras comenzaron a charlar.
Andrés habló de la gente de la vecindad de Lulú, de las escenas del hospital, de Manolo el Chafandín, del tío Míseras, de don Cleto, de doña Virginia,… Después de todo Andrés preguntó a su tío por las consecuencias que podía sacar de todas esas vidas. Iturrioz le comentó que para él, la vida no era más que una lucha constante, una cacería cruel en la que nos vamos devorando los unos a los otros. Plantas, microbios, animales.
Además, para su tío, la lucha era un proceso de la energía de un vivo contra los obstáculos del medio. Y respecto a la justicia, opinaba que lo justo en el fondo era lo que a cada uno le convenía.
Para Iturrioz, ante la vida no había más que dos soluciones prácticas para un hombre sereno: o la abstención y contemplación indiferente de todo o la acción limitándose a un círculo pequeño. Es decir, que se podía tener el quijotismo contra una anomalía; pero tenerlo contra una regla general según él era absurdo.
Andrés después de todo, decidió marcharse. Todo lo dicho por su tío le dio qué pensar, y le hizo preguntarse ciertas cuestiones sobre lo hablado, como qué hacer, qué dirección dar a la vida,….
tercera parte: tristezas y dolores
1.- día de navidad
Un día, en el último año de la carrera, antes de las Navidades, al volver Andrés del hospital, le dijo Margarita que Luisito había escupido sangre. Andrés empezó a pensar que el niño podía tener tuberculosis. Hicieron un análisis y no se encontró nada, pero no contento con esto, Andrés pidió al médico de su sala que fuese a reconocer al niño. Entonces el médico determinó que podía haber una posibilidad de que fuese una tuberculosis incipiente.
El profesor y Andrés discutieron el tratamiento, y finalmente consideraron conveniente llevarlo a un lugar templado, a ser posible a orillas del mediterráneo, así el niño podría mejorar. Andrés convenció a la familia de la gravedad de Luisito, y escribieron a unos primos que el padre tenía en Valencia. Estos contestaron rápidamente, y comentaron que tenían una casita sin alquilar en un pueblecito inmediato a Valencia.
Andrés decidió ir a verla, y quedaron en que si le parecía bien, entonces les mandaría un telegrama para que contestasen a sus primos con una afirmación. Cuando Andrés llegó a la casa le pareció ideal, así que mandó el telegrama a la familia y marchó de vuelta hacia Madrid.
2.- vida infantil
Unas semanas después se fueron todos a Valencia menos Andrés, Alejandro y su hermano Pedro. Andrés tenía que estudiar para la Licenciatura. Para librarse de la obsesión de la enfermedad del niño se puso a estudiar como nuca lo había hecho. Algunas veces iba a visitar a Lulú y le comunicaba sus temores.
En junio, Andrés se examinó y salió bien. Entonces Andrés se fue a Valencia. El niño estaba mucho mejor y Margarita estaba mucho más bella. Al día siguiente y todos los demás, Luisito y Andrés empezaron a hacer muchas cosas juntos, en el huerto, pasear, etc. Pero Andrés siempre estaba cuidando del bienestar de su pequeño hermano.
3.- la casa antigua
Varias veces don Pedro fue y volvió de Madrid al pueblo. Luisito parecía estar bien. Un día don Pedro comentó que ya era hora de que volviesen todos a Madrid, porque por un lado el muchacho, bajo su punto de vista, ya estaba curado, y por otro lado, Margarita no podía pasarse su vida en el pueblo encerrada. Además alegaba que él no podía mantener dos casas a la vez.
Andrés no estaba de acuerdo con esto, el objetaba que aún no estaba seguro de que el niño estuviese curado del todo, así que, tras discutir el tema, Andrés propuso solicitar una plaza de médico de pueblo y llevarse con él al chico. Después lo tendría unos cuantos años con él y luego haría lo que quisiese.
En esto, se presentó en la casa una prima de don Pedro, de Valencia. Doña Julia decidió que Margarita, Andrés y Luisito fueran a pasar una temporada a casa de los tíos. Don Pedro encontró la solución muy práctica
Un día fueron todos a ver a los parientes. Y unos días después de la visita, se instalaron Margarita, Andrés y Luisito en la casa. Margarita y Luisito se encontraban bien con sus tíos, pero Andrés, no; Luisito que se vio mimado por sus tíos, dejó pronto de hacer la vida que le recomendaba Andrés; no quería ir a tomar el sol, ni a jugar a la calle; se iba poniendo más exigente y melindroso.
La dictadura científica que Andrés pretendía ejercer no se reconocía en la casa. Muchas veces le dijo a la criada vieja que barría el cuarto que dejara abiertas las ventanas para que entrara el sol; pero la criada no le obedecía.
4.- el aburrimiento
Las gestiones para encontrar un pueblo adonde ir no dieron resultado tan rápido como Andrés deseaba. Andrés se aburría en aquella casa porque no había que realizar y tenía muy pocas ganas de hacer vida social. Así que empezó a preparar su doctorado. Luisito, pasaba el invierno bien, al parecer, estaba curado.
Debajo de su cuarto había una terraza donde paseaba las horas de calor. Al anochecer, salía a la azotea, donde se sentaba hasta que se hacía de noche. Margarita y Luisito iban a pasear en tartana con sus tíos. Andrés contemplaba el pueblo. Después Andrés bajaba a cenar, y muchas veces por la noche, volvía a la azotea y contemplaba las estrellas.
5.- desde lejos
Andrés volvió a Madrid para examinarse del doctorado. Allí en Madrid se encontró mal porque continuaban las desavenencias con su padre. Encontró un puesto de trabajo en Burgos como sustituto de un médico durante dos meses de verano y se marchó. A su familia no le comunicó que iba a trabajar, sino que le había invitado un compañero a pasar unas semanas en un pueblo.
Andrés y el médico se hicieron muy buenos amigos. Andrés se quedó en casa del médico al que iba a sustituir, en compañía de una criada vieja. Pasó el verano leyendo y paseando, deliciosamente. Mes y medio después le llegó una carta de su padre que le comunicaba que Luisito había muerto hacía ocho días. La noticia le produjo un gran estupor. Por carta Margarita le informó de como había marchado la enfermedad. Andrés intentaba imaginarse a su hermano enfermo como ya había visto a otros niños, pero le era imposible y sólo podía recordarle sano, contento, risueño y feliz.
cuarta parte: inquisiciones
1.- plan filosófico
Cuando terminó su sustitución en Burgos Andrés volvió a Madrid. Estaba dispuesto a marcharse a cualquier pueblo si no encontraba nada de trabajo en Madrid. Un día se encontró en la Biblioteca Nacional a Fermín Ibarra, quién ya estaba curado, y pensaba estudiar para ingeniero. El chico inventaba cosas. Fermín le llevó a su casa y le enseñó sus inventos. Andrés pensó que estaba loco, pero cuando vio un invento suyo comercializado, entonces se dio cuenta de que Ibarra en realidad sí era un buen inventor.
Por las tardes, Andrés, solía visitar a su tío Iturrioz. Muchas veces tío y sobrino discutieron largamente. Sobre todo, los planes ulteriores de Andrés fueron los más debatidos.
La muerte de su hermano despierta en Andrés una vez más la conciencia del dolor, lo que le lleva de nuevo a sus inquisiciones filosóficas. La preocupación principal de Andrés es la de encontrar un plan filosófico que le explique el mundo y la vida.
Habla con Iturrioz sobre esto y le dice que ha encontrado ese plan en la filosofía de Schopenhauer. Así se plantea un largo razonamiento filosófico sobre la realidad y el conocimiento, que se desencadena a partir de la pregunta ¿Qué piensas hacer? que Iturrioz hace a su sobrino.
Andrés le comentó a su tío que el único plan claro que tenía era vivir independiente en España. Andrés le dijo a su tío que lo que quería era encontrar una explicación entre el Universo físico y el moral. Éste le recomienda que lo busque en los filósofos ingleses, no en los alemanes. Pero para Andrés los mejores son los alemanes, Kant y Schopenhauer.
Kant señaló que Dios y la libertad son indemostrables. Además, de que el principio de causalidad, no existe fuera de nosotros, que puede ser distinto y que puede no existir.
2.- realidad de las cosas
La conversación entre Andrés y su tío, nos ofrece una radiografía de las ideas de Hurtado, a las que se llega de una forma deductiva a partir del conocimiento y del sentimiento. Se presentan las ideas de Andrés (las del Baroja joven), enfrentadas a las de su tío (Baroja maduro), o, a veces, completándose y desarrollándose, llegando a una conclusión.
Iturrioz es escéptico en cuanto a la idea de encontrar el plan filosófico que busca su sobrino. No aparece una solución para ese conjunto de misterios y exigencias de la vida, ya que el misterio del universo y de la vida es incognoscible.
Se observa que el mundo para cada uno es una cosa porque es el reflejo de nuestra mente. Se afirma que hay verdad en cuanto que todas las inteligencias están de acuerdo en una misma cosa; de lo que se deduce, que son unánimes para todos porque son verdades.
Se afirma que los datos científicos y empíricos no son absolutos pero creen en la ciencia como la única construcción fuerte de la humanidad que ha roto religiones, morales y utopías desde la antigüedad.
También se dice que la ciencia arrolla los obstáculos hacia el verdadero conocimiento, pero también al hombre.
3.- El árbol de la ciencia y el árbol de la vida
El diálogo de esta parte se concentra en un tema capital: la vida. Para hablar sobre este tema se basan en un pasaje bíblico: hacen referencia al Génesis. Esto sirve para explicarnos el título de la novela
Iturrioz dice que gente como Andrés han convertido a la ciencia en un ídolo y éste replica que hay esperanzas de que la ciencia pueda ser útil algún día. Así, Andrés opina, que vive más y con más intensidad que otros. La mentira es algo vital y la ciencia estudiaría, según Andrés, la cantidad de mentira necesaria para sobrevivir. Itirrioz, compara la felicidad a través de la inocencia con la historia del génesis de los dos árboles: el que daba la inmortalidad y el que daba el conocimiento.
Andrés cree que el semitismo, el oportunismo, etc. será barrido por la mentalidad científica europea, con Kant, Schopenhauer. Para Andrés, Kant pide que la libertad, el derecho, la responsabilidad, descansen junto al conocimiento, para que el hombre mire el mundo de diferente manera. Y los religiosos creen que el conocimiento científico es vulgar, pero que el que cree ciegamente en algo que no es demostrable, es distinguido y más inteligente que el que cree en la ciencia. La fuerza es la idea que empuja a todo el mundo a realizar grandes empresas.
En realidad lo que Andrés quiere es dar un valor absoluto a las relaciones entre las cosas. También opina que, tomando la verdad como norma, se puede llegar al fanatismo más bárbaro, convirtiendo a la verdad en algo que no lo es.
4.- Disociación
La conversación continúa entre sobrino y tío. Iturrioz opina que el intelectualismo es estéril porque todo el mundo lo repudia. Andrés objeta que lo que intentan hacer es disociar las ideas tradicionales para ver qué componentes tiene y qué nuevos aspectos va tomando. Pero Iturrioz expone que la sociedad no aceptaría tal cosa, puesto que la sociedad no suele consentir cambios que afecten en cuanto a la moral, en las tradiciones.
Andrés cree que es necesario descomponer la sociedad existente para crear un mundo mejor, pero Iturrioz le advierte que no va a ser tan fácil pues no habría ninguna garantía. Andrés afirma que la ciencia ha quitado al género humano muchos terrores infundidos y que así se van haciendo dueños del mundo y no al contrario.
5.- la compañía del hombre
Iturrioz reconoce la afirmación de Andrés, pero dice que también ha quitado vida, porque, bajo su punto de vista, la claridad quita la vida. Terminaron de hablar profundamente y Andrés le volvió a confirmar que se iría a algún pueblo si no encontraba nada allí. Finalmente dejaron de hablar y observaron el anochecer desde la azotea de Iturrioz
quinta parte:la experiencia en el pueblo
1.- de viaje
Unos días después nombraron a Hurtado médico titular de Alcolea del campo, pueblecito fronterizo entre La Mancha y Andalucía. En el tren, Andrés viajó en un vagón de primera. Aquí se encontró con un tipo muy peculiar con acento extranjero, y quién llevaba un billete de segunda, y no de primera.
Cuando el revisor de billetes se dio cuenta, el hombre se empezó a poner nervioso y a insultar a España y a los españoles. Entonces otro viajero se levantó y le objetó que si España no le gustaba que se marchase pero que no iba a permitir que hablase así. Después de todo el hombrecillo se calmó, e intentó dar explicaciones. Andrés pensó que el otro viajero había estado muy bien.
Al amanecer ya había llegado al lugar donde tenía que bajar. Tras apearse del tren, preguntó por la hora de llegada del coche hacia Alcolea y se sentó a esperar.
2.- llegada al pueblo
Llegó al pueblo bien entrada la mañana, le dejaron en la fonda y allí le acomodaron. Conoció allí a tres viajeros: un catalán, un riojano y un andaluz, de los cuales ninguno de los tres correspondía con el prototipo de cada una de sus comunidades. A Andrés le sorprendió la comida que le pusieron, allí sólo se alimentaban con carne y muchas especias picantes.
Tras terminar la comida, se fue al casino con los viajeros y al volver, Andrés se quedó aletargado en la cama; en la calle hacía un calor insoportable. A las seis fue a visitar al secretario del Ayuntamiento y al otro médico. Este último le dijo que allí, de médico, se ganaba poco, pero eso a Andrés no le importó. Después, los tres salieron a dar una vuelta por el pueblo para que Andrés lo conociese.
El médico se marchó, cuando el secretario y Andrés decidieron subir a un cerro para que Hurtado se hiciese una idea de cómo era el pueblo en realidad. Luego, tras observar el pueblo desde lo alto, bajaron del cerro y se marcharon a cenar. Después de la cena, Andrés salió un poco a observar el pueblo a la luz de la luna.
3.- primeras dificultades
Andrés habló largo tiempo con el doctor Sánchez de las obligaciones del cargo. Quedaron de acuerdo en dividir el pueblo por la mitad a la hora de hacer las visitas. Cada mes, se alternarían la mitad del pueblo. Sánchez dijo que si alguna familia pedía sus servicios, Hurtado no tendría que oponerse. Andrés aceptó, aunque sabía que comenzaba con mucha desventaja.
Andrés hacía las visitas por las mañanas y por las tardes ya no tenía que salir. El primer verano lo pasó soñoliento, escuchaba a los viajantes de la fonda y la visita no le daba problemas. Las visitas, por lo general, le daban pocos quebraderos de cabeza.
En la fonda, al principio se encontraba bien; pero pronto se cansó de estar allí. Las conversaciones terminaron aburriéndole, y estaba cansado de la comida típica, siempre carne con especias. Además, no podía bañarse porque los pozos eran muy profundos y sacar suficiente agua suponía un esfuerzo que no merecía la pena.
Sánchez le buscó una nueva casa, ya que a él le convenía, pues así no tendría tanto trato con la gente como en la fonda. Allí le dieron una habitación grande, le cedieron una tinaja y le ofrecieron llenársela todos los días para bañarse, Andrés les pagaría lo necesario. Además, le complacieron en las comidas. Allí estaba mejor.
El patrón, al que le llamaban Pepinito, era un hombre estúpido, pedante, degenerado, feo,… Su esposa era muy hermosa; y la hija de ambos, Consuelo, ni era tan estúpida como su padre ni tan bella como su madre.
4.- la hostilidad médica
Al doctor Sánchez le había fastidiado mucho el antiguo médico y ahora se creía en el derecho de hacer él lo mismo con Andrés. Cuando éste se dio cuenta se puso a la defensiva.
Una vez, llamaron a Andrés porque la hija del molinero estaba grave. Era paciente de Sánchez pero el se había ido a una corrida de toros. El molinero no quería que Andrés interviniese, pero la tuvo que operar. Esa operación la había salvado por el momento y esto le dio prestigio a Hurtado. Andrés recomendó a la molinera que visitasen a un especialista en Madrid y Sánchez le acusó de querer perjudicarle. Así que Sánchez emprendió una campaña contra él, y éste, al ver que le declaraba la guerra francamente, se puso en guardia.
Desde entonces, Andrés, cuando había que intervenir quirúrgicamente, mandaba al paciente a Sánchez. Hurtado no dejaba de tener éxitos, pero él mismo reconocía que casi nunca le salía un diagnóstico bien. Había enfermos que se quejaban de enfermedades graves y con un simple jarabe se les pasaba la dolencia, y otros que a simple apariencia no tenían nada y luego resultaban estar muy graves, y lo recetado no producía efecto.
Andrés consideraba que una terapéutica muy activa, sólo podía ser beneficiosa más que en manos de un buen clínico, y para ser un buen clínico era indispensable, además de facultades especiales, una gran práctica.
Andrés opinaba que sobre los preceptos higiénicos, nadie le hacía caso. Los ricos no querían a Hurtado porque, como cometían excesos, tenían dolencias y el médico les aconsejaba que no comiesen carnes. La mujer del secretario del Ayuntamiento se empeñó en casar a Andrés con alguien del pueblo para que se instalase allí definitivamente.
5.- alcolea del campo
Las costumbres de Alcolea eran españolas puras, de un absurdo completo. Los vecinos no tenían sentido social, no había solidaridad. Los hombres iban al trabajo y a veces al casino, las mujeres no salían más que los domingos a misa. El pueblo se había arruinado por falta de instinto colectivo. Tuvieron tratados con Franca por el vino y cambiaron todos los cultivos viñedos. Se enriquecieron, pero cuando se acabó el tratado, nadie cambió de nuevo los cultivos y se empobrecieron.
No participaban en admiraciones comunes, sólo la rutina les unía. No tenían cultura común. Además, en aquel pueblo todo estaba perfectamente ordenado. Había pocos robos y delitos de sangre.
Su política respondía perfectamente al estado de inercia y desconfianza del pueblo. Eran una política de caciquismo. Había dos bandos contrarios; los Ratones y los Mochuelo, liberales y conservadores. Por entonces ganaban los Mochuelos, con el alcalde a la cabeza, que poco a poco se iba llevando todo lo que podía del municipio. Los Ratones estaban liderados por un bruto, despótico que cuando mandaba lo hacía como conquistador, don Juan.
La gente del pueblo ya se había acostumbrado a la presencia de estos dos bandos. Andrés podía estudiar en Alcolea todas aquellas manifestaciones del árbol de la vida, y de la vida áspera manchega: la expansión del egoísmo, de la envidia, de la crueldad, del orgullo. Andrés muchas veces le comentaba a Dorotea, su patrona, que la revolución en Alcolea era necesaria. Su patrona se reía de las ideas que tenía el huésped.
El tiempo en este pueblo le resultaba a Andrés muy largo, además llevaba una vida muy monótona en la que todos los días eran iguales al anterior. Por la mañana hacía su visita; después volvía a casa y tomaba su baño. Después iba a comer, y luego era costumbre dormir la siesta. Cuando pasaba la fuerza del día, Andrés salía al patio y se ponía a leer. El ama, su madre y la criada cosía, la niña hacía encaje de bolillos; y al anochecer regaban los tiestos. Por las noches llegaba Pepinito, quién trataba muy mal a su mujer y a su hija.
Al final de septiembre, unos días antes de la vendimia, su patrona le enseñó a Andrés la bodega, que era un poco tétrica. Días después comenzó la vendimia. Andrés se acercó al lugar, y el ver a aquellos hombres sudando y agitándose en un rincón bajo de techo, le produjo una impresión desagradable. Él había creído que esta labor no era tan penosa. Andrés recordó a Iturrioz, cuando decía que sólo lo artificial es bueno, y pensó que tenía razón. Las decantadas labores rurales, motivo de inspiración para los poetas, le parecían estúpidas y bestiales.
6.- tipos de casino
Al llegar el invierno, comenzó a ir al casino de Alcolea. La mayoría de los que lo frecuentaban eran tipos vulgares, pero conoció a dos personajes interesantes: el pianista y don Blas Carreño, hidalgo acomodado. Andrés llegó a intimar bastante con los dos.
El pianista imitaba a Carreño y le tenía como modelo. Don Blas escuchaba a su discípulo sonriendo. Andrés creyó que estaba loco, pero luego vio que no era así. Únicamente habían tomado la manía de hablar de manera enfática y altisonante hasta familiarizarse con ella. Tenían frases hechas que las empleaban a cada paso.
Don Blas invitó a Andrés a ir a su casa, le mostró a Hurtado su biblioteca llena de libros y la puso a su disposición. Don Blas era un hombre extraordinario, vivía en plena arbitrariedad. A éste también le encantaba citar los pueblos con sus nombres antiguos.
Hurtado y don Blas se sorprendían mutuamente y a pesar de que divergían en muchas cuestiones, se llevaban bien. Al que si que no soportaba Andrés, era a un joven usurero que se creía el centro del mundo y que decía mirar a todo con ironía y piedad. Había invitado muchas veces a Hurtado a discutir, pero este rechazaba la invitación pues pensaba que el que ama la contradicción y la verbosidad es incapaz de aprender nada serio.
7.- sexualidad y pornografía
En el pueblo, había una escasa actividad sexual pero sin embargo se leían muchas revistas pornográficas. Esto le chocó a Andrés y concluyó en que esto era muy lógico, puesto que era normal que en las sociedades donde tenían libertad sexual, se consumiese menos pornografía; y en las que no tenían libertad, se consumiese más, como ocurría en Alcolea.
8.- el dilema
Andrés se fue ganando una mala reputación sin ni si quiera saber por qué. Comenzó a notar la hostilidad y decidió dejar de ir al casino. Se aburría y leía casi de continuo. Luego dejó de leer libros de filosofía porque creía que le irritaban y le pidió a don Blas algún libro de historia, pero Andrés se convenció de que la historia era una cosa vana y vacía. Después comenzó a leer un libro de astronomía, pero sólo consiguió aprender el plano estelar.
También se le ocurrió escribir, pero no servía para eso. Él creía que su estado de ánimo y sus consecuencias físicas se debían a la castidad, era lógico, pues era un neuro-artrítico. El diagnóstico lo consideró como exacto, el tratamiento era lo difícil. Sabía que tenía que casarse, pero el tema no le hacía gracia. Así que, empezó a controlarse la comida para no aumentar la excitación, hasta que llegó un punto en el que era completamente feliz con su ascetismo.
9.- la mujer del tío garrota
Una noche avisaron a Andrés de que una mujer se había caído a la calle desde la ventana y se estaba muriendo. Andrés fue hacia el lugar, la reconoció y vio que tenía una grave lesión en el cráneo. La hizo una sangría y la mujer comenzó a respirar poco a poco mejor. Cuando Andrés vio que estaba consciente, llamó al juez para que la interrogase. Ella solo decía un balbuceo que se creyó que era el nombre de su marido, al cual acusaba. Pero Andrés se dio cuenta de que a causa del golpe, se le había dañado la zona cerebral del lenguaje y sólo podía decir eso. Andrés y el juez fueron a la casa del tío Garrota y encontraron indicios del crimen, pero se concluyó que había que esperar la autopsia.
Cuando llegaron donde habían dejado a la mujer, ésta había muerto. El pueblo pedía justicia contra el tío Garrota, incluso Sánchez estaba de acuerdo con la voz popular. Pero tras la autopsia que se realizó entre Sánchez, Hurtado y otro médico arbitrario, el juez determinó que la mujer se había emborrachado, después se había intentado matar con una pala de la lumbre y que, viendo que no conseguía nada, se había arrojado por el balcón. Así quedó en libertad el tío Garrota.
El pueblo con la sentencia del juez se sintió defraudado. La gente aceptó por convicción que el tío Garrota no había matado a su mujer. Pero se resistió a reconocer la probidad de Andrés y del juez. A Sánchez, en cambio, lo elogiaban todos.
10.- despedida
Andrés, viendo la antipatía del pueblo hacía él, decidió marcharse. Se despidió de don Blas y del juez, y tuvo un altercado de virulentas palabras con Sánchez. Mientras preparaba el equipaje en su habitación, llegó la patrona. Ésta le comentó que cuando él quisiese podrían cenar, puesto que estaban los dos solos, ya que su hija y su marido habían salido de viaje.
Andrés comenzó a despedirse de ella, y le confesó que era una mujer estupenda, y lo peor que le podía haber pasado en su vida, era haberse casado con ese hombre tan estúpido, Pepinito. En esto, Andrés confesó que más de una vez le hubiese gustado hacerle el amor. Entonces, poco a poco, ambos se dejaron llevar por la situación y terminaron pasando la noche juntos.
Por la mañana, ella salió corriendo de la habitación, aunque Andrés intentó detenerla. Hurtado montó en el coche que le llevaría a la estación. Estaba abatido y pensaba que su vida y esa última noche habían sido absurdas. Estaba nervioso y en el tren la cosa empeoró. Decidió bajarse en Aranjuez y pasó allí tres días que le tranquilizaron.
sexta parte: la experiencia en madrid
1.- comentario a lo pasado
A los pocos días de llegar a Madrid, Andrés se enteró de que España había declarado la guerra a Estados Unidos por el interés colonial en Cuba. Toda la nación creía en la victoria española, pero Andrés no tenía ni idea de cómo estaba la situación. Andrés siguió los preparativos de la guerra con una emoción intensa. Andrés encontró un empleo en una consulta de enfermedades del estómago, sustituyendo a un médico que había ido a extranjero por tres meses.
Días antes de la derrota encontró a su tío en la calle. Éste le comentó, la mala situación de España frente a EEUU, y cómo no tenían ninguna posibilidad de ganar frente a ellos. Todo el mundo era demasiado optimista, era imposible que ganasen la guerra. Y así sucedió, España perdió con gran diferencia frente a EEUU.
A Andrés le indignó la indiferencia de la gente al saber la noticia. Cuando la impresión del desastre se le pasó, Andrés fue a casa de su tío; hubo discusión entre ellos. Hurtado le contó su experiencia en Alcolea. Andrés comentó a su tío su opinión sobre los pueblos, para él los pueblos se encontraban perdidos porque el egoísmo y la riqueza estaban mal repartidos y todo se encontraba en manos de los más ricos. En el momento en el que dejasen esa actitud pasiva y se enfrentasen a los egoístas, bajo su punto de vista, los pueblos evolucionarían.
Iturrioz le objetó que el motivo de su fracaso en Alcolea era haber intentado vivir independientemente y eso, había sido su problema, debía haber vivido en sociedad. Andrés le comenta a Iturrioz su intención de vivir otra experiencia en Madrid, buscando trabajo allí.
2.- los amigos
A principio de Otoño, Andrés quedó si nada que hacer. Don Pedro se había encargado de hablar a sus amigos influyentes, a ver si encontraban algún destino para su hijo. Hurtado pasaba las mañanas en la Biblioteca Nacional y las tardes y las noches paseando. Un día se encontró con Montaner, y fueron juntos a tomar un café. Éste le puso al día de su vida y de la del resto de sus condiscípulos.
Montaner, le informó que hacía un año había acabado la carrera y en ese momento estaba sin trabajo. Había estado trabajando con Julio, pero este le había echado. Le contó que Julio se había casado, pero que tenía una amante vieja y rica; y además, prostituía a su mujer. También le informa de las vidas del resto de sus compañeros, y llegan a la conclusión de que a nadie le había marchado demasiado bien. Después de todo, era ya muy tarde salieron del café y cada cual se fue a su casa.
A los pocos días se encontró con Julio. Este le contó como le iba y además, se supuso que Montaner no había hablado muy bien a Andrés sobre él. Aracil negó que prostituyese a su mujer, según él lo único que hacía era mantenerla bonita y arreglada. Cuando terminó la conversación, Andrés pensó que por mucho que su amigo subiera, no tenía nada que envidiarle.
3.- Fermín ibarra
Unos días después, Hurtado se encontró en la calle con Fermín Ibarra. Fermín estaba desconocido: alto, fuerte, ya no necesitaba bastón para andar. Ibarra comunicó a Andrés que se marchaba a Bélgica para ver si allí era posible que triunfara con sus inventos, porque en España no había conseguido nada.
Había intentado gestionar en Madrid, Bilbao, y en Barcelona, pero no había logrado nada. Objetaba que este país no estaba bien dirigido y gobernado, se encontraba lleno de chulos.
Unos meses después, Andrés recibió una carta de Fermín desde Bélgica, comunicando que le habían hecho jefe de un taller y sus empresas iban adelante.
4.- encuentro con lulu
Un amigo del padre de Andrés, había prometido encontrar un destino para Andrés, y así, un día le consiguió una plaza de médico de higiene que iba a quedar vacante,. Ese mismo día se encontró con Lulú y quedaron en un café para charlar. Cuando al día siguiente Andrés entró en el café, vio a Lulú con su madre y un señor joven con gafas. Se acercó y estuvo hablando con Lulú de Alcolea. Esta le contó que tenía un taller propio, que habían cambiado de casa y que todo eso gracias a Julio.
Un día Lulú llamó a Aracil y le preguntó si tenía intención de casarse con Niní, pero cómo éste no quería, Lulú hizo que Julio llamase a don Prudencio, hombre rico, informándole de que no pensaba casarse con Niní debido a que no tenía medios para ello. Don Prudencio, que estaba enamorado de Niní, se casó con ella y les arregló la vida. Además, también le informa de la vida de la gente de la vecindad.
A la una y media de la noche doña Leonarda y Lulú se levantaron y Andrés les acompañó hasta la calle. Hurtado les aseguró que volvería a verlas. Lulú informó a Andrés que algunas noches también iba al café Julio, hacía quién sentía un gran desprecio.
5.- médico de higiene
A lo pocos días de comenzar su nuevo trabajo, Andrés comprendió que no era para él. Su instinto antisocial iba aumentando; despreciaba al rico y no tenía ninguna simpatía por el pobre. En su trabajo debía reconocer a prostitutas, mientras sentía deseos de dejar que infestasen a muchos hijos de familia. La irritación le hacía ser en sus palabras violento y brutal.
Andrés creía ver en Madrid, la evolución progresiva de la gente rica que iba fortaleciéndose; mientras el pueblo evolucionaba a la inversa, debilitándose. Estas dos evoluciones paralelas eran sin duda biológicas.
Para Hurtado, los síntomas de la derrota se revelaban en todo. La talla de los jóvenes pobres era más pequeña que la de los muchachos ricos. Por otro lado, la inteligencia, la fuerza física, eran menores entre la gente del pueblo que en la clase adinerada. La casta burguesa se iba preparando para someter a la casta pobre y hacerla su esclava.
6.- la tienda de confecciones
Después de un mes de haber estado con Lulú en el café charlando, Andrés fue a visitarla a su tienda. Hurtado quedó un poco sorprendido al entrar a la tienda, ésta era bastante grande. Lulú vendía ropas de niños, y con todo ello, podía vivir muy bien. Ella comentó a Andrés que hacía poco tiempo había estado hablando con su compañero Julio, quién la comunicó que cuando Andrés era aún estudiante habló mal de ella. Hurtado aceptó que era cierto.
Dos días después, Hurtado volvió a la tienda, y los sábados se reunía con Lulú y su madre en el café de la Luna. El señor de los anteojos, era un boticario adinerado e inteligente, que pretendía a Lulu. Éste habló con él y le confió que, bajo su punto de vista, Lulú no era una mujer para casarse con ella, era muy cerebral y poco sensual.
Esa tarde Andrés vio que Lulú trataba muy mal al farmacéutico y Andrés se lo reprochó; le comentó que por el hecho de que se enamoran de ella no tenía que comportarse así y que se pusiese en el lugar del farmacéutico, ya que a ella eso nunca le pasaba. Ella le preguntó que como podía estar tan seguro de que eso a ella no le pasaba y además, le objetó que lo hacía porque no le agradaba para nada ese hombre.
7.- De los focos de la peste
Andrés cuando iba a visitar a Lulú, se solía sentar cerca del mostrador. Hurtado no soporta el trabajo sucio que le han dado. Éste comenta con Lulú lo mal que viven y son tratadas las prostitutas. Muchas veces son secuestradas, y tienen una esperanza de vida muy corta. Se encuentran atadas a la prostitución, si se escapan, el ama del prostíbulo las denuncian como delincuentes y los policías, que están compinchados con ellas las condenan.
No tiene protección ninguna, no existe hacia ellas ningún tipo de defensa, ni nombre, ni estado civil, ni nada. En cambio las amas, sí se encuentran protegidas por la policía. La prostitución no se puede impedir porque la gente alta la protege y algunos incluso hacen uso de ella.
Lulú le aconseja a Andrés que abandone su trabajo si no se encuentra a gusto con él.; él afirma que lo hará.
8.- la muerte de villasús
Con el pretexto de estar enfermo, Andrés abandonó el empleo, y por influencia de Julio Aracil le hicieron médico de La Esperanza, sociedad para la asistencia facultativa de gente pobre. No tenía a en este nuevo cargo tantos motivos para sus indignaciones éticas, pero en cambio la fatiga era diferente.
En verano sobre todo, Andrés quedaba reventado…tenía que hacer muchas visitas y muchas veces, los familiares de los enfermos descargaban su tensión con él. Andrés algunas veces oía con calma las reconvenciones, pero otras veces se encolerizaba y les decía la verdad de lo que opinaba sobre ellos, es decir, que bajo su punto de vista, eran unos miserables, que no se levantarían nunca de su postración, etc. Andrés opinaba que Iturrioz tenía razón: la naturaleza no sólo hacía al esclavo, sino que daba el espíritu de la esclavitud.
El oasis de Hurtado era la tienda de Lulú. Allí charlaban y muchas noches iba con ella y con su madre a pasear. Después de charlar, volvían, se despedían estrechándose la mano. Quitando estas horas de paz, todas las demás eran para Andrés de disgusto y de molestia…
Un día al visitar una guardilla de barrios bajos, se encontró con una mujer vieja. Ésta le pidió que hiciese el favor de reconocer a su padre. Andrés aceptó. Resultó ser un viejo que deliraba y estaba ciego; era Rafael Villasús, el artista. Andrés no se creía lo que esaba viendo, en tan solo unos años había desmejorado una exageración, al igual que su hija.
Pocos días después volvió Andrés a pasar por allí, y Rafael había muerto. En ese momento era el velatorio del difunto, al que tenían rodeado de desarrapados, quienes le daban la despedida melodramáticamente.
9.- amor, teoría, y práctica
A Andrés le gustaba divagar en la tienda de Lulú. Un día le contó una pequeña teoría que tenía acerca del amor. Para Andrés, en el amor existían dos procedimientos: la alopatía y la homeopatía. La alopatía estaba basada en la neutralización, los contrarios se curaban con los contrarios, era el procedimiento de los tímidos: que desconfían de sí mismos… El otro procedimiento, el homeopático, era el sistema de los satisfechos de su físico, los semejantes se curaban con los semejantes.
Aquel día, Lulú le preguntó qué era para él el amor. Para Andrés, el amor era la confluencia del instinto fetichista y el sexual. Éste último, empujaba al hombre hacia la mujer, y viceversa. Además, según Hurtado, el instinto fetichista hacía que el cuerpo de la persona elegida se embelleciera, se adornara y se idealizara. Por otro lado, el instinto de la especie, era la voluntad de tener hijos, de tener una descendencia. Así, Lulú concluyó que en el fondo el amor era un engaño.
Una mañana, Andrés se encontró en la tienda con un militar joven hablando con Lulú, era su primo. A Andrés le pareció que Lulú estaba algo displicente con él, y pensó en dejar de ir por la tienda.
Un día de otoño por la mañana, Andrés fue a pasear por la Moncloa. Sentía esa melancolía del solterón. Pensó en Lulú, y decidió ir a verla. Era su única amiga. Cuando llegó, Hurtado observó que aquel día Lulú estaba más guapa que nunca. Andrés la pidió que se acercase y confesó que la quería, entonces se besaron. En ese momento apareció por la tienda Leonarda, y Andrés se marchó.
séptima parte: la experiencia del hijo
1.- el derecho a la prole
Unos días más tarde Andrés le comentó a su tío que un paciente suyo, enfermo por artritis, nervioso, tenía una novia, antigua amiga suya, débil y algo histérica. Éste le había pedido consejo porque no sabía si casarse con ella.
Iturrioz le objetó que el consejo que podía dar a su paciente era que le recomendase casarse si quería pero que no tuviese hijos, porque si estaba enfermo, y además su novia era algo débil, iban a traer al mundo personas desdichadas, enfermas y pobres. Según Iturrioz, La fecundidad no podía ser un ideal social. No se necesitaba cantidad, sino calidad.
Cuando Andrés se marchó de la azotea, salió aturdido al máximo. Por la tarde, Andrés le escribió una carta diciéndole que el artrítico que se casaba era él.
2.- la vida nueva
Hurtado no tuvo ningún inconveniente en casarse en la iglesia, como quería doña Leonarda. Antes de casarse llevó a Lulú a ver a su tío Iturrioz y simpatizaron. Lulú pidió a Iturrioz que encontrase un trabajo para Andrés, en el que no tuviese que salir mucho de casa. Iturrioz encontró dicho trabajo, que consistía en traducir artículos y libros para una revista médica que publicaba obras nuevas de especialidades. Andrés dejó su cargo en la sociedad La Esperanza.
Hurtado tomó una casa en el barrio de Pozas, no muy lejos de la tienda de Lulú. Andrés pidió presado algún dinero para comprar muebles. Al principio doña Leonarda quiso ir a vivir con Lulú y con Andrés, pero éste se opuso. Lulú se entendió con su antigua amiga y vecina la Venancia y la llevó a su casa. Era una vieja muy fiel, que tenía carió a Andrés y a Lulú.
Por la mañana tomaba un baño y luego se ponía a traducir. Lulú volvía de la tienda y la Venancia les servía la comida. Después de comer, Andrés acompañaba a Lulú a la tienda y luego volvía a trabajar en su cuarto. Cada vez trabajaba con más gusto.
Al cabo de algún tiempo, no sólo tenía que hacer traducciones, sino estudios originales. Andrés se encontraba tan bien en su nueva vida, que sentía temores. Su pesimismo le hacía pensar que la calma no iba a ser duradera. Andrés y Lulú estaban estupendamente juntos, todos sus conocidos se maravillaban de la armonía del matrimonio.
3.- en paz
Pasaron muchos meses y la paz del matrimonio no se turbó. Andrés estaba desconocido. Aquel estado de serenidad le daba una gran lucidez en sus trabajos. Andrés y Lulú no tenía nunca la menor riña; se entendían muy bien. Sólo en cuestiones de higiene y alimentación, ella no le hacía mucho caso a su marido.
Un año, aproximadamente después de casados, Lulú se puso algo enferma; estaba distraída, melancólica, preocupada. Pasó aquella racha de tristeza, pero al poco volvió de nuevo con más fuerza. Andrés, preocupado, intentaba hacer parecer no darse cuenta de lo que ocurría, pero un día no pudo más, y le preguntó a su mujer qué le pasaba. El problema, era la tristeza de no tener un hijo. Era lo que temía Andrés.
Dos meses más tarde, Lulú le confesó a Andrés que estaba embarazada. Ya Andrés vivía en una angustia continua. El embarazo produjo en Lulú un cambio completo; se volvió triste y sentimental. Andrés notaba que lo quería de otra manera.
La madre de Lulú comenzó a frecuentar la casa. Uno de los médicos que colaboraba en la revista, fue varias veces a ver a Lulú. Según él, se encontraba bien. Quién en realidad no estaba bien era Andrés.
4.- Tenía algo de precusor
Cuando Lulú creyó que el momento se acercaba, Hurtado fue a llamar a un médico amigo suyo y de Iturrioz. Lulú estaba muy animada y valiente, pero tenía fuertes dolores. El médico dijo que los primeros partos eran siempre difíciles, pero Andrés comenzaba a sospechar que aquello no tenía el aspecto de un parto normal.
La noche fue terrible. De pronto el médico llamó a Hurtado. El niño había salido muerto. Lulú ante la noticia cayó desmayada, pero pronto recobró el sentido. Su situación era grave. El médico intentó provocar la expulsión de la placenta por la compresión, pero no lo pudo conseguir, finalmente tuvo que extraerla con la mano. Inmediatamente después dio a la parturienta una inyección de ergotina, pero no pudo evitar que Lulú tuviera una hemorragia abundante. Lulú quedó en un estado de debilidad grande.
En la mañana del tercer día Lulú murió. Por la mañana, a la hora del entierro, los que estaban en la casa comenzaron a preguntarse qué hacía Andrés. Entraron en el cuarto. Tendido en la cama, muy pálido, con los labios blancos, estaba Andrés. Se había envenenado. La muerte había sobrevenido por parálisis inmediata del corazón. Quiénes lo encuentran allí, comentan que, en cierto modo, tenía algo de precursor.
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RESUMEN DE LA OBRA: El árbol de la ciencia
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Enviado por: | CeliaTrlk |
Idioma: | castellano |
País: | España |