Educación y Pedagogía


Educación en libertad


Universidad Academia de Humanismo Cristiano

Escuela de Educación

Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales

'Educación en libertad'

Santiago, 09 de Diciembre de 2004

¿Qué vinculaciones o relaciones tienen las teorías del aprendizaje con las concepciones del desarrollo humano?

En el transcurso de nuestra historia y por la experiencia de cada uno de los integrantes de este grupo durante los doce años en el sistema de educación tradicional, hemos reflexionado de como continuamos insertos en él, a pesar de haber generado conciencia critica y social, más allá de las aulas de nuestras escuelas.

Si es triste saber que en esos doce años se nos haya tratado como simples simios, a los cuales solo se les haya adoctrinado bajo una educación autoritaria e inhumana. Muchos de nosotros, sólo usábamos la memoria para creer que aprendíamos, pero de qué vale eso si sólo reaccionamos como seres máquinas frente a estímulos; manipulados por un acondicionamiento que irrumpió de manera fatal en nuestra construcción como personas. ¿Acaso se nos enseño a ser humanos como tal?, ¿Acaso se nos enseño a ser alumnos pensantes y críticos como lo es todo ser humano?

Desde nuestro trabajo, expresaremos como a través de una teoría más humana, podemos enseñar a nuestros futuros estudiantes. Es por esto, que nos basaremos en Paulo Freire para cumplir nuestros propósitos.

Primero que todo, partiremos diciendo que el ser humano se constituye como tal en la medida que interactúa con otras personas y éstas la reconocen como persona también, por lo tanto el ser humano es un organismo de relaciones. Es por esto que nos basaremos en la teoría humanista de Paulo Freire, la cual se basa en la educación para lograr la liberación del oprimido dentro de la sala de clase. Por ejemplo, los analfabetos, para los cuales la educación actuaría como un ente de liberación para darse cuenta de lo que ocurre a fuera de si mismo.

La liberación, entonces, sólo se logrará si soy capaz de tomar conciencia, no a través de un educador, sino que a través de mis relaciones con el resto de las personas que están mediatizadas por el mundo. Así, según Freire, no es necesario educando y educador por separado, es necesario que seamos parte de ambos y que nos complementemos y necesitemos del otro para conocer, el dice que “dictamos ideas, no intercambiamos ideas. Discurseamos clases. No debatimos ni discutimos temas. Trabajamos sobre el educado. No trabajamos con él. Le imponemos un orden al que él no adhiere sino que se acomoda. No le damos medios para pensar auténtico porque, recibiendo él las fórmulas que le damos, simplemente las guarda. No las incorpora, porque la incorporación es el resultado de la búsqueda de algo, que exige, por parte de quien lo intenta, un esfuerzo de recreación. Exige reinvención.”, que “tiene que ver con la posibilidad que tiene los sujetos de una práctica educativa dialógica y liberadora ya que facilita, por una parte, interpretar, significar, decir, expresar y por la otra de resolver, generar respuestas y poner, en la práctica, acciones alternativas”. En resumen, ser un humano capaz de tomar conciencia y generar cambios.

En la formula actual de la educación, no somos libres, nuestras mentes están bajo la dominación de las clases dirigentes, lo que se traduce en una pedagogía que está sujeta a los intereses de esta clase y que se lleva a cabo a través de la ley del temor. Los métodos aquí utilizados, en último término, no cumplen la finalidad de liberación a los oprimidos, que postula el humanismo de Freire. Finalidad que nosotros como personas y estudiantes compartimos, desde el punto de vista, que no es deber nuestro ni de ningún educador llevarlos a la liberación, sino que es deber de nosotros mostrarles el camino y motivarlos, para que ellos solos a través de su conciencia, tomen las decisiones que los llevará, finalmente a la libertad. A esto nos referimos como la pedagogía del oprimido, es decir, la elaborada por el propio oprimido ya que la práctica de la libertad sólo puede darse es un contexto en que el oprimido se descubre y conquista a sí mismo, de manera reflexiva, como dueño de su propio destino, que es también histórico. “La pedagogía del oprimido, como pedagogía humanista y liberadora tendrá pues, dos momentos distintos aunque interrelacionados. El primero, en el cual los oprimidos van desvelando el mundo de la opresión y se van comprometiendo en la praxis, con su transformación, y, el segundo, en que, una vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación” Liberación que es necesaria, ya que nuestra libertad, según nosotros, ha sido arrebatada desde la infancia, ya que no nacemos oprimidos ni insertos en el mundo, pero nuestros padres y la sociedad, nos imponen un modelo de opresión y de estilo de vida que nos deshumaniza. Por lo tanto, requerimos luego, “volver a la infancia”, es decir, volver a ser humanos.

Para seguir con la teoría de la pedagogía del oprimido, en la medida que yo me mantengo deshumanizado, es decir oprimido, no me desarrollo, no soy yo, soy lo que me han hecho ser, soy lo que la clase dirigente ha querido que sea, en otras palabras, no soy lo que he escogido, sino lo que me ha tocado según mi nivel socio económico, soy el obrero que la clase alta tanto necesita para permanecer segura. Por lo tanto, es necesario descubrirme, comprenderme, hacerme humano a través de mis medios y crecer, ser conciente y finalmente, mantenerme permanentemente liberador.

En la teoría de Freire, el condicionamiento, no es más que una manera de deshumanizarnos, mientras que en las teorías conductistas, se transforma en el motor del aprendizaje. Así, existen muchas maneras de condicionar mi comportamiento, es decir, mis respuestas, de manera tal, que yo reaccione como se espera y no como deseo. Una de estas formas, está representada en Skinner, con los refuerzos positivos y negativos. En la medida que yo respondo como se espera, el refuerzo es positivo y reproduzco la conducta (respuesta), por ejemplo: al término de una disertación, el alumno obtiene las felicitaciones del profesor y los aplausos objetivos de los compañeros, esto hará que el alumno intente repetir la conducta para obtener los mismos resultados. El refuerzo es negativo, mientras yo no respondo como se espera, así, termino respondiendo de la manera esperada, ya que busco el refuerzo positivo, por ejemplo: si no llevo una tarea el día de entrega, tendré una mala nota y una anotación negativa e intentaré revertir la situación comportándome distinto, para lograr una felicitación por mi esfuerzo o por haber cumplido esta vez, es decir, un refuerzo positivo. Por lo tanto, podemos inferir que, no somos autónomos, sino que sólo una creación del ambiente social que nos conduce a comportarnos de las maneras determinadas por éste.

“…los defensores de la teoría hacen notar que el condicionamiento y el manejo del comportamiento ocurre constantemente, universalmente y es imposible de evitar” (el concepto de condicionamiento, lo podemos asimilar al concepto de deshumanización en Freire). Como contraposición, Freire nos dice que “si admitiéramos que la deshumanización es vocación histórica de los hombres, nada nos quedaría por hacer…, la lucha por la liberación por el trabajo libre, por la desalienación, por la afirmación de los hombres como personas, no tendría significación alguna. Esta solamente es posible por que la deshumanización, aunque siendo un hecho concreto en la historia, no es, sin embargo, un destino dado, sino resultado de un orden injusto que genera la violencia de los opresores y consecuentemente el ser menos.” Es gracias a aseveraciones como esta, que nos sentimos cercano a la teoría humanista de Freire y no al conductismo autoritario, que nos moldea y decide como vivir nuestras vidas, creando así un sistema social que se transforma en un régimen de ciertas clases sociales, quienes imponen sus ideas y concepciones sobre el resto constantemente, buscando su propio bien y lucro en desmedro de nosotros (resto del pueblo).

Según Freire, “la liberación necesaria que logre humanizar al hombre, no caerá desde el cielo, sino que, necesariamente, será fruto del esfuerzo humano por lograrla” y esta mediada por la conciencia crítica que logramos desarrollar y por las relaciones sociales basadas en igualdad. Desde esta perspectiva, y en contraposición de las teorías más conservadoras, nosotros, como Freire, nos declaramos utópicos, porque “lo utópico no es lo irrealizable; la utopía no es el idealismo, es la dialectización de los actos de denunciar y anunciar; el acto de denunciar la estructura deshumanizante y de anunciar la estructura humanizante. Por esta razón, la utopía es también compromiso histórico.” Por lo tanto, somos utópicos, no porque esperemos que un día, casi por generación espontánea, las cosas cambien, sino porque sabemos, que es nuestro deber hacernos motor de las transformaciones, asumiendo nuestro rol de educadores y portadores de un conocimiento crítico, expresado en la libertad, y para denunciar las estructuras deshumanizantes de un sistema tradicional, tanto de educación como social que crea personas sumisas y mentes condicionadas por este sistema.

El desarrollo humano, desde la perspectiva humanista, entonces, se enfoca principalmente en la persona y en las posibilidades de generar conocimiento y conciencia crítica que le entregan las interacciones con las otras personas y el desarrollo de su vida en libertad.

Por otro lado, para las teorías cognitivas, plantean que el sujeto es un “procesador activo e los estímulos. Es este procesamiento, y no los estímulos en forma directa, lo que determina nuestro comportamiento”. Por lo tanto, si bien es importante el estímulo que recibo, también es de suma importancia el proceso cognitivo que la persona genera impulsado por ese estímulo, para canalizar la respuesta. Así, en este caso, también toma importancia el ambiente, ya que de él surgen los cambios en mi estructura cognitiva y, por lo tanto, las formas que adoptarán mis respuestas.

El ambiente, no es generador en este caso, según nosotros, de cambios profundos ni conciencia en las personas, sino que se transforma en un ente que entrega nuevas posibilidades de respuestas, pero siempre, posibilidades que están inmersas en el orden social y en la “conciencia colectiva”, es decir, no se nos abren nuevas posibilidades de acción, sino que se nos entregan las ya existentes que desconocíamos.

En la teoría conductista, el desarrollo humano, se basa en las respuestas observables, frente a estímulos observables. Esto pretende, la presentación del ser humano, como un ente no autónomo, condicionable y manejable. Así, el desarrollo se torna completamente condicionado, por lo tanto, no soy yo quien decide mis acciones ni mis respuestas, sino que es el medio en que me muevo, quien condiciona mi vida, mi desarrollo y mis acciones. No soy dueño de mi mismo, sino que pertenezco a un sistema dominador, en el que mi conducta es la misma que la de todo el resto y es pasiva frente a la capacidad creativa y crítica que el ser humano puede desarrollar para cambiar las cosas.

“En general, el aprendizaje dentro de la teoría conductual se define como un cambio relativamente permanente en el comportamiento, que refleja una adquisición de conocimiento o habilidades a través de la experiencia. Es decir, se excluye cualquier cambio obtenido por simple maduración. Estos cambios en el comportamiento deben ser razonablemente objetivos y, por lo tanto, deben poder ser medidos”. Una de las principales tesis del pensamiento conductual, creada por Watson, es “no más niños, sino mejor educados”. Este planteamiento considera al niño o al educando como un objeto medible, manipulable y carente de autonomía, o sea un ser deshumanizado. Es por esto que esta teoría del aprendizaje la entendemos y asociamos al desarrollo humano como una práctica alienadora, autoritaria y carente de humanismo y conceptos de libertad.

El constructivismo de Vigotsky nos dice que “el desarrollo es gatillado por procesos que son en primer lugar aprendidos durante la interacción social. De esta forma, toda función psicológica superior es en primer lugar externa y sólo posteriormente”, interna. Su teoría se basa principalmente en que primero está el aprendizaje y luego el desarrollo y el segundo no es sino, consecuencia del primero. El mediador de esto es la cultura y utiliza el lenguaje como principal elemento para traspasar conocimiento. Todo lo que necesita un ser humano, para ser humano, está determinado por su cultura, por lo tanto, no está adentro, sino que fuera. En este sentido, es el educador quien debe actuar como un provocador de aprendizaje y no como un facilitador de aprendizaje, como lo postula Piaget.

Por un lado, la representación del educador como provocador de aprendizaje, se acerca bastante a lo que esperamos como “ideal” dentro de un aula, pero por otro lado, no creemos que todo esté determinado por la cultura ni por el ambiente, es decir, creemos que no todo está afuera, sino que somos nosotros los que creamos las posibilidades para generar cambios en nosotros mismo y a nuestro alrededor. De esta manera, el constructivismo, entrega (según nosotros) herramientas y fórmulas acerca de cómo funcionar en un modelo de educación tradicional -donde las libertades reales dentro del aula no son muchas- y que son las que más se acercan a la libertad dentro de éste. sin embargo, no entrega el punto de vista de la capacidad de generar conocimiento, a través de conciencia y aprendizaje por la acción que tan vital es en el ser humano.

Finalmente y respondiendo a cabalidad la pregunta planteada, nos referimos a las teorías del aprendizaje como el motor de impulso al desarrollo humano, siendo cada una de ellas distinta en su método y finalidad. Pero aún así, cada una de ellas, nos guste más o menos, generan desarrollo humano. Ambas son condición para la otra, se necesitan.

Escogimos nosotros, la teoría humanista, ya que creemos que el desarrollo humano adecuado, no es a través de condicionamiento y autoritarismo, sino que a través de una educación igualitaria que lleve a la liberación del ser humano y la generación de conciencia crítica, para que así el educado se convierta en educador y viceversa, de manera que se generen cambios reales en la sociedad.

Freire, Paulo, Pág. 43, La Educación como Práctica de la Libertad. ICIRA. Santiago de Chile. 1970. En Manosalva, Sergio, La Integración: la integración educacional de estudiantes con y sin discapacidad: desafió pedagógico y necesidad social, Paulo Freire. Revista de Pedagogía Crítica, Año, N° 2, diciembre de 2003.

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Ob. cit. Pág. 102

Papalia y Wendkost, 1987 en Ob. Cit, Pág. 46.

Watson, J. The psicological care of the infant and child, 1928. En Casas, Ana María y otros, Teorías actuales sobre el desarrollo, implicaciones educativas, Ediciones Aljibe, 1999.

Ob. Cit., Pág. 103




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Enviado por:Javiera Figueroa
Idioma: castellano
País: Chile

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