Ecología y Medio Ambiente


Ecología urbana


Ecología urbana

Ecología urbana

INTRODUCCIÓN

¿QUÉ ES UNA CIUDAD?

Las ciudades son los centros de la vida cultural, así como del poder político, social y económico; son puntos de intersección para el transporte, y sus actividades están orientadas principalmente a hacia la industria manufacturera y no hacia la agricultura. Se caracteriza por la concentración de edificaciones y por unos determinados tamaños y densidades de población”

De esta forma describe H. Sukopp a una ciudad, aunque de una forma más simple la podríamos definir como un nuevo ecosistema adaptado a las necesidades de la especie humana, y no a las comunidades animales y vegetales.

LA CONTAMINACIÓN EN LOS ESPACIOS URBANOS

  • La contaminación y su problemática.

  • La actividad geológica de la Tierra, la acción humana, o incluso la actividad de todos los seres vivos genera una serie de emisiones o residuos que en general son eliminados y reciclados mediante los procesos naturales de la dinámica global del planeta.

    Cuando la cantidad de sustancias que se emiten al medio sobrepasa la capacidad de reciclaje de la naturaleza aparece la contaminación. Podemos considerar, en un sentido amplio, que la contaminación ambiental es toda actividad, tanto energética como material, que tenga efectos perjudiciales sobre o equilibrio de un ecosistema, en términos de una disminución de la biodiversidad y que no responde a un ciclo propio del ecosistema.

    La contaminación incide de forma negativa sobre el medio ambiente y sobre las personas. Así, la preocupación que suscita el estado del medio ambiente en las ciudades responde a razones objetivas y justificadas: los fundamentos de la problemática tienen en cuenta el impacto del crecimiento demográfico y una acelerada urbanización.

    Es obvio que la concentración urbana lleva aparejado un aumento de la demanda de agua potable, de energía, de alimentos, de espacio urbanizado y viviendas, de redes de alcantarillado, y de vertido de residuos sólidos, etc., a la vez que implica una multiplicación de emisiones residuales de todo tipo gaseoso, sólido y líquido. Las llamadas de atención que los ciudadanos reciben son cada vez más numerosas y se solicita la contribución de ellas para frenar la conversión acelerada de muchos espacios urbanos en símbolos de una gran crisis ambiental.

  • Claves explicativas.

  • Claves del actual deterioro urbano-ambiental en España:

  • Los postulados de la civilización técnico-industrial y las tendencias de localización industrial.

  • Una práctica urbanística errónea.

  • La expansión del transporte motorizado.

  • Las limitaciones de los tramos urbanos históricos.

  • Una actuación política ambiental escasamente preventiva, rígida y muy sectorial.

  • La tendencia a disfrazar los impactos ambientales trasladándolos fuera del perímetro urbano.

  • Un deficiente conocimiento del habitante urbano respecto de su entorno y una actitud hipócrita bastante extendida a la hora de contribuir a la mejora de éste.

  • La industria en los últimos decenios ha originado un conjunto de alteraciones ambientales debidas a la emisión de productos tóxicos, a problemas generados por la actividad industrial en las periferias urbanas (impactos paisajísticos, abandono de instalaciones...Tales problemas ambientales se han visto intensificados por la tendencia a la concentración espacial de las unidades productivas, que ha privilegiado la cercanía a los grandes núcleos urbanos en torno a los grandes puertos.

  • En España, particularmente en los años 60 y 70, son multitud los casos de mala gestión urbanística presidida por un desordenado crecimiento de las ciudades, por la desaparición completa de espacios de arquitectura popular y por la ejecución de grandes proyectos de construcción en zonas de alto valor natural.

  • El desarrollo económico y las intensas migraciones interiores contribuyeron a acrecentar -sobre todo en las ciudades industriales- la presión demográfica y la concentración de funciones económicas; su principal plasmación territorial consistió en una expansión del tejido urbano acelerada, desordenada y de baja calidad acompañado todo ello por una pérdida progresiva de la identidad cultural del espacio urbano.

    La concentración demográfica y funcional se ha visto agravada por una práctica de “vertebración interna” de las ciudades inspirada en moldes de planificación y zonificación de corte funcionalista. El incremento de desplazamientos que el nuevo modelo de ciudad impone al habitante urbano que ha originado una dependencia de los transportes, acompañada de altos niveles de contaminación atmosférica y acústica.

    Además, la especialización de un buen número de ciudades como “centros de servicios” ha desembocado en una espectacular inmobiliaria sobre los centros urbanos, con intensa construcción de oficinas...

    Así, la calidad de vida de los ciudadanos queda en un segundo plano: la presión de los agentes económicos y de los intereses políticos... son factores en contra que sobrepasan la capacidad de respuesta del planificador y de los propios ciudadanos afectados.

  • Alternativas a los problemas medioambientales.

  • Las actividades humanas que generan problemas medioambientales, pueden ser solucionables a través de la aplicación de algunas alternativas que, aunque en la actualidad no representen la solución definitiva, contribuyen a una mejora en la calidad del medio ambiente: el uso de energías renovables, la disminución de residuos, la depuración de las aguas o la creación de una conciencia ecológica son algunas de estas vías, en las que luego profundizaremos.

    CAPÍTULO I

    LA CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA

  • El problema de la contaminación atmosférica.

  • Introducción.

  • La contaminación atmosférica es un problema general para todos los países del mundo. El rápido crecimiento urbano e industrial ha tenido como resultado la emisión a la atmósfera de enormes cantidades de productos residuales potencialmente nocivos. Las naciones se han resistido a admitir o, simplemente, han dejado de reconocer, el carácter limitado de las propiedades purificadoras de la atmósfera. La consecuencia ha sido que la contaminación del aire ha afectado a la salud y el bienestar de las personas, ha causado daños generalizados a la vegetación, las cosechas, la fauna, los objetos, los edificios y la atmósfera, y ha provocado la disminución de los escasos recursos naturales necesarios para el desarrollo económico a largo plazo.

    La peor contaminación del aire ha tenido lugar dentro y alrededor de las zonas urbanas e industriales. La gravedad de la contaminación atmosférica para las comunidades urbanas, puesta de manifiesto especialmente por cortos episodios de contaminación o por escapes accidentales de grandes cantidades de algún contaminante, ha conducido a la puesta en práctica de medidas nacionales de control, que han sido generalmente dirigidas a atacar los problemas de contaminación local.

    Muchos problemas actuales de contaminación son una consecuencia del rápido incremento demográfico y del hacinamiento de población en grandes aglomeraciones urbanas, en las que se concentran industrias de residuos ( más del 40% de la población mundial vive en áreas urbanas). Esto supone que los países subdesarrollados se convertirán en los contaminadores más significativos en el futuro ya que su índice de crecimiento demográfico aumenta, mientras que en los desarrollados decrece. En 1965 sólo había una ciudad (Buenos Aires) en el mundo en vías de desarrollo con una población de más de 4 millones; en 1975 había 17 (en contraste con las 13 de los países desarrollados) y en 1980 en número había ascendido a 22 (16 en países desarrollados). En el año 2000 hay al menos 61 ciudades de unos 4 millones de habitantes en los países en vías de desarrollo, en contraposición a las 25 de los países desarrollados, y se cree que esta población urbana total en los países en vías de desarrollo se ha duplicado entre 1980 y 1999.

  • Definición de la contaminación atmosférica.

  • Existen muchas opiniones sobre lo que constituye la contaminación de la atmósfera. Para algunos, la contaminación supone el aumento, o a veces la disminución, de ciertos componentes de la atmósfera, que no se habrían producido sin la actividad humana. Dado que la atmósfera ha sufrido profundos cambios en su constitución a lo largo del tiempo, esta es una definición limitada. Hay otras definiciones más útiles, tales como “la presencia de sustancias en la atmósfera que resultan de la actividad del hombre o de procesos naturales y que producen efectos negativos en el hombre y en el medio ambiente” (Weber,1982).

    Una versión extendida de esta definición es la que identifica la contaminación del aire como “la presencia en la atmósfera de sustancias o energía en tales cantidades y de tal duración que son capaces de causar daños a los hombres, a plantas y vida animal, a objetos y estructuras fabricadas por el hombre, o de provocar cambios de temperatura y clima, o dificultades para el disfrute de las actividades humanas”.

  • Las fuentes contaminantes básicas.

  • Hasta bien entrado este siglo, la contaminación del aire para la mayoría fue sinónimo de partículas en suspensión (hollín, humo) y anhídrido sulfuroso. Éstos eran residuos producidos principalmente por equipos de calefacción doméstica, una amplia gama de plantas industriales y plantas de energía. A medida que avanzaba el siglo XX, la preocupación por la contaminación de la atmósfera ha alcanzado a un amplio número de contaminantes. Las zonas urbanas españolas están sometidas a una amplia gama de contaminantes atmosféricos y la mayoría proceden de las siguientes fuentes: la industria local o próxima, los vehículos a motor y la utilización de combustibles fósiles para la calefacción o para generar electricidad.

    La fuente más preocupante es la del tráfico, responsable de la producción de casi el 100% de las emisiones de CO y plomo, el 60% de las de hidrocarburos y NO, el 50% de las emisiones de partículas y el 10% de las de SO2. Las calefacciones constituyen también una fuente importante de contaminación en las ciudades. Aportan entre un 20 y un 30% de las emisiones totales a la atmósfera en áreas urbanas (Comisión Europea, 1990) Los contaminantes producidos dependen del tipo de combustible utilizado, siendo las calefacciones de gas natural y las eléctricas las menos contaminantes. Otro gran agente contaminante es la industria, emplazada generalmente en entornos urbanos o periurbanos. Sus contaminantes más importantes son las partículas en suspensión, N2O, clorofluorcarbonos y plomo. Además, el desarrollo de nuevas industrias introduce el problema de los productos químicos tóxicos, mientras la producción de energía nuclear revela la radiación ionizante como contaminante.

  • Los principales contaminantes atmosféricos.

  • Partículas en suspensión y anhídrido sulfuroso.

  • La expresión “partículas en suspensión” hace referencia a la amplia gama de sólidos o líquidos finamente divididos que se encuentran dispersos en el aire por procesos de combustión (generación de calor y energía), actividades industriales y fuentes naturales. Las partículas en suspensión miden entre 0,1 y 25 m de diámetro. Los componentes de las partículas en suspensión varían en el tiempo y en el espacio, aunque los componentes típicos en áreas urbanas son el carbono, berilio, cadmio, mercurio, plomo, níquel o hidrocarburos superiores formados por la combustión incompleta de combustibles de hidrocarburo. Más del 20% de la cantidad total de partículas en suspensión puede estar compuesta de ácido sulfúrico y otros sulfatos (el 80% de las partículas mide menos de 1 m).

    El anhídrido sulfuroso es un gas incoloro emitido por fuentes similares a las de las partículas en suspensión, especialmente por la combustión de carbón y petróleo. Puede reaccionar catalítica o fotoquímicamente con otros contaminantes formando anhídrido sulfúrico, ácido sulfúrico y sulfatos.

    La cantidad total de partículas en suspensión y el anhídrido sulfuroso son considerados a menudo como los contaminantes “tradicionales” de las áreas urbanas. Los mayores índices de estos contaminantes tienen lugar cuando se crean las neblinas sulfurosas a las que han estado sometidas algunas grandes ciudades industriales, como las de la región del Ruhr en Alemania y Londres en el Reino Unido. Se dan en periodos en los que las condiciones meteorológicas no ayudan a dispersar la contaminación, por ejemplo, una situación anticiclónica en invierno con vientos leves, temperaturas bajo cero…Si el área urbana está en una cuenca o en un valle se produce un efecto “tapadera” que concentra todos los contaminantes en esa zona. Aunque las partículas en suspensión y las concentraciones de anhídrido sulfuroso dentro de cualquier zona de la ciudad conciernen sobre todo a las emisiones locales, los contaminantes pueden extenderse por toda la ciudad.

  • Dióxido de azufre.

  • Tiene gran importancia en España, tanto por la cantidad emitida como por sus efectos sobre la salud. En 1980, el SO2 emitido a la atmósfera ascendió a 3172000 toneladas, el 68,2% del cual procedía de las centrales térmicas, el 22,9% de las calderas industriales y el 4% de refinerías, siderurgias y otras instalaciones de combustión. Por su capacidad emisora destaca la central de “As Pontes de García Rodrígues” en A Coruña. La evolución reciente ha sido positiva, reduciéndose en 1993 las emisiones de SO2 hasta algo más de 2 millones de toneladas. La reducción es debida a la utilización de carbón de importación, de bajo contenido en azufre, aumento del uso del gas natural y la implantación de nuevas tecnologías más limpias. Sin embargo, aún es un nivel alto, sólo superado en la Unión Europea por el Reino Unido (Cuadro 1).

  • Monóxido de carbono.

  • Sus principales productores son vehículos a motor, como ya señalaba al citar el problema del tráfico. Como promedio, el 57% de la producción procede de los vehículos, con porcentajes mucho más altos en grandes ciudades, en tanto que diversas fuentes estacionarias emiten otro 40%.

  • Óxido de nitrógeno.

  • Éstos también contribuyen, como el dióxido de azufre, a la lluvia ácida y tienen otros alcances nocivos. Los de consecuencias más nefastas provienen, sin duda, de los derivados de la combustión del nitrógeno orgánico contenido en los combustibles. En España, en 1980, las emisiones globales se elevaron a casi 2 millones de toneladas. En 1993, la cifra se había reducido hasta 1,2 millones, procedentes en un 62% de fuentes móviles (vehículos a motor principalmente), un 21% de las centrales eléctricas, y un 15% de la industria; la reducción obedece a las mismas causas comentadas para el dióxido de azufre. En el momento actual las emisiones españolas de estas sustancias se sitúan en el promedio de la UE (Cuadro 1).

    Cuadro 1. Emisiones de gases contaminantes en la UE (1994):

    Países

    Emisión de CO2

    (toneladas)

    Emisión de SO2

    (toneladas)

    Emisión de NO2

    (toneladas)

    Bélgica

    11,6

    9

    17

    Dinamarca

    12,1

    36,8

    51,9

    Alemania

    11

    48,5

    36,2

    Grecia

    7,5

    50

    32,8

    España

    5,8

    56,6

    32

    Francia

    6

    21,3

    26,5

    Irlanda

    8,9

    52,8

    36,1

    Luxemburgo

    29,9

    25,6

    ------

    Países Bajos

    10,7

    11,2

    37,4

    Austria

    7

    9,7

    25,5

    Portugal

    4,6

    29

    21,9

    Finlandia

    11,9

    27,6

    53,3

    Suecia

    6,4

    11,7

    46,5

    Reino Unido

    9,4

    60,3

    43,9

    Italia

    6,9

    29,6

    36

    UE

    8,3

    38,2

    35,6

  • Hidrocarburos.

  • Básicamente son los vehículos la fuente principal de compuestos que únicamente contienen carbono e hidrógeno, pero cuya combinación con óxidos de nitrógeno en presencia de luz solar produce ozono y otros oxidantes fotoquímicos. La preocupación por la incidencia del ozono troposférico ha aumentado en España y prueba de ello es el Real Decreto 1494/1995 sobre contaminación atmosférica por ozono, acompañado por un incremento sustancial del número de estaciones de medida operativas.

  • Plomo.

  • Su peligrosidad es incluso mayor que la del resto de contaminantes atmosféricos descritos, si consideramos la magnitud de sus emisiones y la facilidad que tiene para dispersarse en la atmósfera; desde que en los años veinte se implantó su uso en las gasolinas, la mayoría de éstas lo han contenido en mayor o menor proporción; su combinación con otros aditivos, como el dibromuro de etilo da lugar a productos volátiles (bromuro de plomo) en los gases emitidos. Todavía se usa como aditivo en las gasolinas españolas, aunque la legislación se está adaptando a la normativa comunitaria y el empleo del catalizador y las gasolinas sin plomo dibujan un panorama esperanzador.

  • Dióxido de carbono.

  • Las emisiones españolas de este gas de efecto invernadero se sitúan claramente en un promedio inferior al de la UE (Cuadro 1), pero su evolución es preocupante por cuanto entre 1985 y 1993 aumentaron en un 17%, alcanzándose los 223 millones de toneladas. Las fuentes básicas de procedencia son la transformación energética (35%), los vehículos de motor (34%), la industria (21%) y otras diversas (10%).

  • CFC.

  • España colabora a la alteración de la ozonosfera con la emisión de 46500 toneladas anuales de CFC o freones (refrigerantes, propelentes de aerosoles, espumantes). La fabricación se localiza fundamentalmente en el País Vasco, casi un 82%.

  • Efectos negativos de ámbito local y regional.

  • Las consecuencias de la contaminación sobre las ciudades españolas son variadas y preocupantes. Su incidencia es compleja en función de la diversa naturaleza de los agentes contaminantes, de la capacidad de almacenamiento de sustancias nocivas en el aire y de las posibilidades de acumulación de las mismas en puntos concretos a través de la precipitación húmeda o la deposición en seco. La tendencia reciente ha sido de reducción de las concentraciones de SO2 y de partículas debido a la reducción de azufre en los carburantes y al menor uso del carbón, pero de incremento de NO, CO y ozono debido al crecimiento del parque de vehículos, de manera que la contaminación del aire es hoy un problema clave, sobre todo en aglomeraciones urbano-industriales.

  • La incidencia en las condiciones climáticas urbanas.

  • Los procesos de concentración de contaminantes se ven muy determinados por las condiciones climáticas particulares de las ciudades. El clima en las áreas urbanas puede verse alterado por la propia estructura y funcionamiento de la ciudad, dando lugar a “microclimas urbanos” específicos, con balances de radiación, temperaturas, humedad ambiental, vientos…diferentes a los del entorno periurbano o rural. En las zonas urbanas, el centro de la ciudad suele ser unos grados más cálido que las afueras (efecto isla térmica) y esto puede producir a la generación de una circulación de brisa cálida, análoga al efecto brisa de mar. Esto hace que el aire cálido del centro vaya también hacia las afueras y los contaminantes se extiendan por todo el área urbana. Las causas básicas de esta “isla de térmica” se relacionan con la configuración de las ciudades, por ejemplo:

    • La considerable conductividad de muchos materiales de construcción provoca una gran absorción de calor emitido.

    • La proliferación de superficies lisas más o menos brillantes hacen del paisaje urbano un laberinto de espejos, favoreciendo la reflexión múltiple de la energía emitida por el sol.

    • La altura de los edificios que cortan el viento dificulta la dispersión de los contaminantes por aireación.

    • La eliminación inmediata de las aguas de lluvia por el alcantarillado y el pavimento de las calles reduce la evapotranspiración y, con ello, mantiene una temperatura ambiente más elevada que la que se produciría en un medio natural.

    Las causas también se relacionan con la propia morfología de las ciudades (densidad de edificios, parques, vaguadas) y de su entorno (proximidad al mar, disposición de alienaciones montañosas, huertas), con el calor de la quema de combustibles, el uso de la electricidad…

  • Efectos nocivos sobre la salud.

  • Es crucial el carácter carcinógeno de algunos contaminantes, pero también debemos destacar su responsabilidad en enfermedades respiratorias y cardiovasculares, y en las irritaciones cutáneas y oculares. Tradicionalmente, las concentraciones de SO2 han provocado episodios trágicos en numerosas aglomeraciones urbanas. La exposición a largo plazo o crónica a niveles moderados de partículas en suspensión y anhídrido sulfuroso dañan la salud, agravando o haciendo aparecer bronquitis crónicas, asma, enfisemas pulmonares, enfermedades cardíacas…

    Sin embargo, en la actualidad, el monóxido de carbono se encuentra entre los gases más peligrosos para las ciudades españolas, debido a los automóviles. La capacidad de este gas para reaccionar con la hemoglobina de la sangre da lugar a la reducción de la capacidad de la sangre para transportar oxígeno. Este proceso deriva en afecciones diversas, que van desde simples mareos hasta problemas visuales, dolencias cardiacas y pulmonares y, excepcionalmente la muerte. Los efectos del CO se agravan considerablemente en personas fumadoras, cuyos alvéolos ya presentan niveles importantes de esta sustancia.

  • Normativa y esfuerzo planificador de las políticas medioambientales.

  • En España el punto de partida de las actuaciones contra la contaminación atmosférica estuvo en la Ley de Protección del Ambiente atmosférico de 1972 y su decreto reglamentario de 1975. Sin embargo, ha sido en la década de los 80 cuando se han emprendido y consolidado los grandes programas de vigilancia y saneamiento de la atmósfera, en buena medida debido a una mayor concienciación social y política, a la entrada de España en la Comunidad Europea y a los compromisos adquiridos con la ratificación de diversos protocolos internacionales sobre reducción de emisiones.

    En el apartado de las actuaciones concretas sobre control y vigilancia, debemos destacar en nuestro país:

    • Plan de Optimización de Redes de Vigilancia de la Contaminación Atmosférica.

    • Estudios Zonales para la Planificación del Saneamiento Atmosférico.

    Medidas correctoras aplicadas

    Entre las medidas correctoras que se han aplicado en España en los últimos años, las principales han estado dirigidas a los tres desencadenantes del actual estado ambiental: transporte, energía e industria.

  • Sector de transportes:

    • Aumento sostenido del consumo de combustibles más limpios (gasolina sin plomo). España ha adoptado las directrices de la UE, en relación a la calidad del combustible, y en el momento actual el contenido de azufre en el gasóleo está limitada a un 0,3% y el plomo a 0,15gr/litro.

    • Obligatoriedad de la inspección técnica de los vehículos.

    • Introducción obligatoria del catalizador de 3 vías en los nuevos vehículos.

    • Incentivos financieros para renovar el parque de automóviles antiguos (Plan Renove).

  • Sector energético:

    • El Plan Energético Nacional de 1991 incluye numerosos objetivos relacionados con el medio ambiente y la reducción de emisiones (Favorecimiento del gas natural y la cogeneración).

    • Proliferación de energías renovables (España ocupa el 4º lugar en utilización de estas energías en los países de la UE).

  • Sector industrial:

    • España se acoge a la Directiva Europea sobre grandes plantas de combustión de 1991, mediante la cual, se fijan unos límites más estrictos sobre emisiones gaseosas de las plantas existentes y las que se instalen en el futuro.

    • Acuerdos voluntarios de subsectores industriales con el Ministerio de Industria y Energía para reducir emisiones atmosféricas en refinerías, fundiciones y plantas siderúrgico.

    Cuadro 2. Emisiones atmosféricas permitidas de azufre en algunos países de la OCDE (en gr/Nm*):

    Países

    Refinerías

    Fundiciones

    Plantas siderúrgicas

    Dinamarca

    1,0

    2,0

    2,0

    Portugal

    0,4-2,0

    0,75

    0,75

    Alemania

    0,035-1,0

    0,5

    0,4-0,5

    España

    1,7

    2,4

    2,4

    Suiza

    0,1-0,35

    0,25

    0,25

    CAPÍTULO II

    LOS RESIDUOS SÓLIDOS URBANOS E INDUSTRIALES

  • Producción, composición y tratamiento de los residuos en España.

  • En la actualidad los residuos urbanos e industriales han alcanzado en España la categoría de un gran problema ambiental, tras considerar su volumen total, su variedad cualitativa, su extendida presencia territorial y sus previsiones de crecimiento. Esta aseveración se refuerza si tenemos en cuenta los escasos avances aplicados a la gestión de residuos hasta hace pocos años y el considerable porcentaje de vertidos incontrolados que hoy se detecta en nuestro país. En el concepto de residuo existen 2 categorías básicas:

    - Los residuos sólidos urbanos (RSU)

    - Los residuos industriales (RI)

    Los primeros son los producidos por cualquier actividad en los núcleos de población o sus zonas de influencia. Son algo más que los desechos generados en el ámbito doméstico, ya que se ha de contemplar el conjunto de otras actividades generadoras de recursos ubicados en el medio urbano: mercados, construcción, hospitales, etc. (Otero del Peral, 1988).

    Los segondos son los provenientes de procesos industriales que conforman una categoría diferenciada en virtud de su especificidad y su mayor poder contaminante, lo que en parte viene determinado porque bastantes de ellos son catalogados como tóxicos y peligrosos.

    También es heterogénea la responsabilidad en la gestión de residuos en nuestro país. El papel del gobierno central -representado hasta 1996 por el Ministerio de Obras Públicas, Transporte y Medio Ambiente (MOPTMA) y desde entonces por el Ministerio de Medio Ambiente (MMA)- está circunscrito a la financiación, la coordinación, la investigación y la redacción de planes nacionales; las CCAA tienen a su cargo la elaboración de planes regionales de RSU, y la ejecución de la normativa nacional (sobre residuos peligrosos, recuperación de suelos contaminados, etc.); los municipios llevan a cabo la gestión de los RSU generados en sus áreas y, finalmente, las empresas industriales son responsables del adecuado de los residuos peligrosos que producen.

    De entrada, las cifras globales permiten adivinar la magnitud del problema y sus consecuencias; las últimas estimaciones oficiales disponibles indican que en España se han generado 14'9 millones de toneladas de RSU (1995) -un 5% más que en 1985- y 13'3 millones de toneladas de RI (1994), de los cuales 3'4 millones han sido tóxicos y peligrosos. Este aumento ha sido una de las consecuencias del devenir reciente de la sociedad y economías españolas; éste ha comportado diversos procesos que han contribuido a situar a los residuos en la cúspide de las preocupaciones medioambientales del Estado español; recordemos, entre otros, el incremento demográfico y la fuerte concentración de la población en núcleos urbanos.

  • Los residuos sólidos urbanos (RSU).

  • La mayor parte de los ayuntamientos españoles ha centrado su atención en los residuos domésticos y sólo en los últimos años se va generalizando en los entes locales un servicio de recogida de enseres, electrodomésticos y todos aquellos que se integran en la categoría de RSU. Según las estimaciones oficiales, las materias de este tipo recogidas suponen sólo el 5% respecto del total de residuos domésticos contabilizados en la actualidad; sin embargo, todavía escapan a la contabilidad oficial la mayor parte de RSU no domésticos. La problemática se presenta de tres formas:

    • La producción de residuos ha crecido en los últimos años y no se espera un cambio de signo en esa tendencia.

    • La diversidad de materias residuales dificulta su gestión y exige a las administraciones el diseño de estrategias muy variadas para su control y recogida.

    • Existen distintos sistemas de eliminación y tratamiento pero son cuestionados pues todavía 2'6 millones de toneladas (18%) se depositan en vertederos incontrolados.

    • Lo dicho no es, privativo de España, ya que en la UE la producción de RSU ha crecido también.

    Sin embargo, no puede ignorarse que existen diferencias regionales que demuestran la relación existente entre la generación de basuras y el entorno socioeconómico del habitante urbano. Sólo tres autonomías producen casi la mitad (48'8%) de los residuos domésticos españoles: Cataluña, Madrid y Andalucía. En principio, esta concentración suele asociarse con el volumen demográfico de este trío regional, por lo que a veces se olvida que esta relación no es directamente proporcional y que existen otros ingredientes diferenciadores.

    Por ello, mientras que la media anual española se sitúa en 378 Kg de basura por habitante, determinadas CCAA superan esta cifra, destacando Barcelona, Madrid, Canarias, Cataluña, Castilla-León y Navarra. Con lo que habrán de tenerse en cuenta diversos factores cuya incidencia es desigual de uno a otros ámbitos: nivel de renta, importancia del turismo (clave en Canarias y Baleares), pautas de consumo, existencia de campañas de sensibilización y educación ambiental, percepción que los habitantes tienen del problema, etc…

    La Renta per Cápita, siendo un elemento clave, no es la única a la hora de explicar los contrastes regionales en producción de basuras, como así lo demuestran situaciones tan dispares como la de Extremadura -baja RPC y alta generación de residuos- o Valencia - alta renta y baja producción.

    Otro atributo que caracteriza a los RSU es la heterogeneidad de su composición, lo que dificulta su control y manejo. En España, la materia orgánica encabeza la lista de sustancias residuales seguida del papel, el plástico y el vidrio -también en menor medida de metales, textiles, gomas, madera, etc…

    La diversidad de materias que integran las basuras urbanas españolas convierte en necesaria la existencia de varios sistemas para su eliminación y tratamiento.

    • En 1995, casi el 18% de los residuos domésticos tienen como destino final algún vertedero incontrolado.

    • Diferencias en el grado de utilización de los diferentes sistemas que se aplican el 82% restante de residuos: vertederos controlados, compostaje e incineración (ésta última provoca mayor rechazo en España a diferencia de los países de nuestro entorno).

  • El problema de los residuos peligrosos.

  • La magnitud del problema puede considerarse de menor alcance cuantitativo debido a la inferior cantidad de los mismos y a su localización menos generalizada, pero desde un punto de vista cualitativo -según la degradación ambiental que provocan- sus consecuencias son mayores que en el caso anterior.

    Las cifras obtenidas por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (1995) indican que la industria española origina 13'3 millones de toneladas de residuos, de los cuales 3'4 son clasificados como peligrosos ya que el resto, por su composición y carácter inerte, son considerados asimilables a los RSU y comparte las características y tratamientos antes citados.

    El principal efecto de los RI incontrolados y especialmente de los considerados como peligrosos es la contaminación del suelo y de las aguas subterráneas. En España existen 18142 puntos de actividad industrial potencialmente contaminante y 4389 emplazamientos contaminados. A escala regional, Andalucía, Cataluña, País Vasco y Madrid figuran a la cabeza de las CCAA con suelos contaminados por motivos industriales.

    Los residuos peligrosos son generados por un grupo reducido de sectores industriales entre los que destacan la industria química, la fabricación de automóviles y la fabricación de productos metálicos. La localización: Cataluña, País Vasco, Asturias y Galicia encabezan la lista de regiones productoras (producen el 70% de los recursos peligrosos españoles). Las 2 primeras debido a su extenso tejido industrial y las otras 2 porque se acogen a factorías concretas pero generadoras de un gran volumen de residuos peligrosos (Ensidesa, Asturiana de zinc, Inespal...).

    Las estimaciones cuantitativas no son fiables del todo porque uno de los grandes escollos de las administraciones competentes, es la dificultad en censar los residuos peligrosos que se crean desde el momento en que los productores no cumplen con su obligación de efectuar la declaración anual.

    El poder contaminante de las sustancias tóxicas y peligrosa hace necesario contar con una vigilancia especial, y unos sistemas específicos de recogida, tratamiento y eliminación o depósito. El desfase existente entre el presupuesto teórico y su aplicación en la práctica es hoy otro de los grandes problemas ambientales de España pues sólo reciben algún tipo de tratamiento alrededor de la tercera parte de los residuos peligrosos censados.

  • Actuaciones encaminadas a lograr un mayor control de los residuos generados.

  • RSU: la incidencia de estas acciones ha sido muy desigual en el territorio español; en parte porque las competencias en la materia se encuentran repartidas entre diferentes administraciones y ello se ha traducido en gestiones dispares (Rodríguez y Ruiz, 1983).

    Las principales actuaciones en el control de los vertidos ha consistido en inversiones para la adquisición de equipos de recogida y transporte de residuos, y para la instalación de vertederos sanitariamente controlados y en la adopción de un conjunto de medidas planificadoras entre las que sobresalen la redacción de Planes Directores de gestión de residuos sólidos (PGRS) para ámbitos territoriales concretos.

    La administración central, al amparo de la “Ley de recogida y Tratamiento de RSU de 1975” estableció desde el año 1981 una partida presupuestaria concreta para subvencionar los proyectos tendentes a corregir la gestión de los residuos en todo el territorio español y facilitó las dotaciones de equipo, vertederos y planes directores en aquellas zonas con mayores problemas. Posteriormente esta función ha pasado a ser competencia de las diferentes CCAA que han continuado en esa línea.

    No obstante, estamos ante un problema de desigual capacidad de planificación y gestión de unas CCAA a otras, e incluso de unas provincias a otras, pero también es evidente el desequilibrio de recursos económicos a favor de ciertas regiones para llevar a cabo las actuaciones necesarias -lo cual tiene mucho que ver con la óptima valoración de Madrid y Cataluña en la materia-. A tales escollos se añade en algunos ámbitos la existencia de un fuerte poblamiento disperso que contribuye a dificultar las actuaciones de recogida, transporte y tratamiento de los RSU; situaciones pésimas, como la gallega y la murciana.

    El esfuerzo en materia de control de RSU ha sido considerable para el conjunto de España y las inversiones dirigidas a la creación de centros de tratamiento se han multiplicado en los últimos años. Sin embargo, persisten graves carencias, entre otras razones porque el problema de los residuos incontrolados se caracteriza por una gran dispersión y por la existencia de agudos contrastes territoriales.

  • Residuos industriales.

  • Se ha progresado en el control de los RTP (residuos tóxicos y peligrosos) a lo largo de la última década, en parte debida a la promulgación en 1986 de la Ley básica sobre RTP. Esta ley ha contribuido a regular legalmente el uso y vertido de los RI de mayor impacto, pero no ha conseguido el deseado control sobre los mismos. Como apoyo a ella, en 1989 se aprobó el plan Nacional de Residuos Industriales, con el que se pretendió “crear el marco adecuado para garantizar el tratamiento o eliminación de los RI especiales y fomentar las técnicas tendentes a reducir su generación”, sin embargo, los resultados dejan mucho que desear.

    Aunque es cierto que ha aumentado el porcentaje de residuos controlados desde 1984, al haber crecido su volumen, la situación sigue siendo grave. La causa se encuentra en la actitud de las empresas productoras de estos residuos, obligados por el reglamento vigente a entregar anualmente una declaración de residuos generados, y de los que sólo la efectúan el 14%.

    Otro problema relacionado con los vertidos incontrolados de RTP es el de sus importaciones y exportaciones, con el fin de ser almacenados o tratados en un país distinto al de su origen. Estos tránsitos han carecido de controles rigurosos hasta el año 1990, fecha de aprobación de una orden ministerial reguladora de los mismos entrando más tarde en vigor el Reglamento CEE Nº259/93.

    En definitiva, ni la promulgación de una ley específica para su gestión, ni la puesta en marcha del citado Plan Nacional, han logrado una solución eficaz y puesto que existen los instrumentos jurídicos necesarios, es imprescindible que las administraciones autonómicas exijan a las empresas productoras el cumplimiento de sus obligaciones con mayor empeño.

  • Políticas auspiciadoras del reciclado y reutilización de los residuos.

  • Es conveniente destacar 3:

    • La “recogida selectiva” de los RSU y RI. En España se ha centrado básicamente en el papel, el cartón, el vidrio y últimamente el plástico.

    • El “compostaje” de los RSU y asimilados. El compostaje se obtiene a través de la fermentación controlada de la parte orgánica de los RSU y de los RI asimilados a aquellos y el producto resultante es un regenerador de suelos. Su aprovechamiento puede tener una trascendencia singular en países que, como España, presentan graves deficiencias edáficas de materia orgánica. Por ello la mayoría de las instalaciones están ubicadas en las regiones levantinas y meridionales, en virtud de la considerable extensión de sus tierras agrícolas.

    • La “regeneración” de los aceites minerales y sintéticos usados. Se consideran todos los aceites industriales con base mineral o sintética y lubricantes que se hayan vuelto inadecuados para su uso, en particular los aceites utilizados en los motores de combustión y de los sistemas de transmisión, turbinas y sistemas hidráulicos. La situación de estos productos es preocupante en España, porque aunque la mejora en gestión de estos residuos ha sido considerable, los resultados sólo son sustanciales en lo referido al control de los aceites usados y no así a su regeneración.

    La administración central subvenciona a las CCAA para la gestión de sus aceites usados y sin embargo, las cifras de regeneración no son aceptables, con lo que se pretende invertir la tendencia a medio plazo con la promulgación de una ley específica de aceites usados.

    5. Medidas específicas para el saneamiento de suelos contaminados por RITP

    En 1995 el MOPTMA inició un Inventario Nacional de Suelos Contaminados de los que se deduce que:

    • La práctica totalidad no cumplen las exigencias legales establecidas.

    • El riesgo de afección de las aguas es muy alto.

    • La mayoría de suelos contaminados están dentro de cascos urbanos o a 200 metros de los mismos.

    • Los contaminantes más frecuentes son diversos metales pesados, aceites minerales, hidrocarburos y arsénico y mercurio.

    Andalucía, Cataluña, País Vasco y Galicia figuran a la cabeza de las CCAA con suelos contaminados por causa industrial. La constatación de la magnitud de este problema ambiental ha desembocado, en el diseño de un Plan Nacional de Recuperación de Suelos Contaminados.

    *Búsqueda de alternativas para un grupo homogéneo de residuos específicos.

    Hay residuos cuya heterogeneidad es tal que dificulta la gestión y la consecución de alternativas satisfactorias. Residuos radiactivos, residuos

    biosanitarios especiales, pilas y acumuladores, neumáticos usados, aparatos eléctricos y electrónicos desechados, etc., son los que mayor atención suscitan en el momento actual, a los que se sumarán a corto plazo, productos diversos. Pero la actuación sobre éstos ha estado más volcada en la planificación y búsqueda de soluciones que en la resolución de problemas concretos.

  • Las grandes actuaciones en marcha o la imposible obtención de resultados espectaculares a corto plazo.

  • Los resultados de las actuaciones dirigidas a resolver el problema de los residuos -diseñadas mayoritariamente en el periodo 1980-1995- no han sido los pronosticados en su día. El reconocimiento de intervenciones insuficientes y de actuaciones mal diseñadas y ejecutadas han sido el principal motivo de un rediseño de la política española de residuos.

    Las nuevas líneas de trabajo recogen las directrices comunitarias plasmadas en la “Estrategia de gestión de residuos” (1989) de la Comisión de las Comunidades Europeas, sobre todo en lo concerniente a la potenciación de la prevención y del reciclado. A corto plazo se pretenden alcanzar logros espectaculares a través de la ejecución de diversos macroplanes a escala estatal:

  • El plan nacional de residuos peligrosos (1995-2000).

  • Este documento es la consecuencia del fracaso del Plan Nacional de residuos tóxicos y peligrosos de 1989 que ha encontrado problemas de tipo financiero, de rechazo social y de discrepancia política. No obstante, el nuevo plan en marcha no debe ser entendido como un continuador de aquel, puesto que recoge renovadas orientaciones emanadas de las directrices comunitarias más recientes en virtud de las cuales ahora se establecen 3 grandes prioridades:

  • Reducción en su origen de la cantidad de residuos: reducir la generación de residuos en la industria.

  • Fomento del reciclaje y reutilización.

  • Tratamiento ambiental adecuado para los residuos generados.

  • Para la consecución de estos objetivos el Plan diseña un conjunto de incentivos fiscales, financieros y legislativos a aplicar mediante convenios entre el Estado, las CCAA y las empresas implicadas. Las 1ª estimaciones evalúan en 180.000 millones de pesetas la inversión necesaria, cantidad que deberá provenir en gran parte de los Fondos de Cohesión comunitarios.

  • El plan nacional de recuperación de suelos contaminados (1995-2005).

  • Este plan aspira a ser exclusivamente un instrumento coordinador e impulsor -mediante la vía financiera- de las actuaciones de las CCAA, puesto que éstas tienen asignadas las competencias para actuar en los suelos contaminados de sus respectivos territorios.

    La estrategia consiste en actuar en las 274 zonas más conflictivas. La inversión prevista es de 130000 millones de pesetas de los cuales el Ministerio de Medio Ambiente aportará el 50%. Hay un respaldo claro de la UE ya que a través de los Fondos de Cohesión y Feder, financiará hasta el 80% de algunas actuaciones concretas.

  • Perspectivas para el problema de los residuos urbanos e industriales.

    • Recomendaciones de la OCDE (1997) a la administración española sugiriéndole la utilización de una serie de instrumentos fiscales para propiciar la minimización de recursos, tales como tarifas por la recogida de basuras, tarifa para su descarga en vertederos, tarifas aplicables a los productos, sistema de depósito y evaluación, etc…

    • Desde el Ministerio de Medio Ambiente se trabaja en la elaboración de una Ley Básica de Residuos para ordenar el panorama de la gestión de basuras urbanas e industriales en España, e intentar paliar algunas de las graves deficiencias sectoriales y territoriales.

    CAPÍTULO III

    LOS VERTIDOS DE AGUAS RESIDUALES

  • La pérdida de calidad del recurso hídrico en España.

  • El crecimiento demográfico de las zonas urbanas españolas y desarrollo industrial han tenido efectos desastrosos para la calidad de las aguas superficiales y subterráneas que se encuentran afectadas por 2 situaciones: su escasez en buena parte del territorio y la gran intensidad de utilización de agua disponible.

    El proceso de alteración y pérdida de calidad se agudiza a medida que los núcleos de población dejan de depender de sus ríos para el abastecimiento de agua a la vez que éstos han ido convirtiéndose en cómodos receptores de aguas residuales de distinto origen; mientras tanto, los sistemas de depuración y tratamiento se van implantando progresivamente, pero no aún con la suficiente celeridad.

    Por otra parte, la propia estructura urbana contribuye a incrementar los efectos nocivos sobre los ríos pues las superficies impermeables de la ciudad concentran la escorrentía que procede de zonas asfaltadas, arrastra una mezcla de las sustancias contaminantes que normalmente se encuentran en las calzadas urbanas. También la participación de la industria en este problema es fundamental porque las estimaciones oficiales señalan que provoca el 50% de la contaminación del agua.

    Así se mezclan con el agua elementos artificiales que alteran su función ecológica y que pueden ser “residuos orgánicos”, con un alto requerimiento en oxígeno y aceleradores de la eutrofización (sustancias procedentes de las fábricas de celulosa y pasta de papel) o “residuos inorgánicos y minerales” como el plomo, el mercurio, el cadmio o el níquel, que incrementan el nivel de salinidad del agua y le confieren un alto índice de toxicidad.

  • Rasgos actuales de la calidad de las aguas superficiales españolas:

    • Muchos ríos españoles están contaminados alcanzándose niveles preocupantes en las grandes concentraciones industriales y urbanas: el Ebro en Zaragoza, el Llobregat en Cataluña, el Tajo entre Madrid y Toledo...

    • Solamente en las cabeceras de las cuencas es posible encontrar tramos donde las aguas se pueden utilizar para el abastecimiento con un simple tratamiento físico y desinfección.

    • La aptitud de las aguas para el baño está muy condicionada por los vertidos de ciudades e industrias (lo más frecuente que no resulten aptas).

    • En cuanto al riego son pocas las aguas con peligros potenciales tan altos de salinización y/o alcalinización que lo impidan.

    • Atención especial merecen los fosfatos, ya que una concentración excesiva de estas sales significa la entrofización y posterior contaminación de las aguas, cuya autodepuración es muy lenta.

    • La calidad de las aguas de las cuencas mediterráneas es inferior a las aguas del resto de España, al disponer de menor caudal para la disolución de la contaminación.

  • Las aguas subterráneas.

  • También han experimentado procesos contaminantes intensos en las últimas décadas.Según la información recogida en el avance del Plan Hidrológico Nacional, alrededor de 50 grandes acuíferos presentan problemas de contaminación. Las causas de los mismos están relacionadas con sustancias asociadas a las prácticas agrarias (fitosanitarios, fertilizantes, etc.) y con la sobreexplotación y salinización de acuíferos en las zonas costeras.

    Pero también las dinámicas urbano-industriales están contribuyendo a la desnaturalización de las aguas subterráneas españolas; cada vez se conoce mejor la incidencia de los vertidos incontrolados de residuos domésticos e industriales sobre los acuíferos próximos, a través de los procesos de lixiviados, de las conexiones entre río y acuífero, y de las fugas en las conducciones de aguas residuales.

    En el caso de los afluentes industriales, la toxicidad, bioacumulación y persistencia de algunas de las sustancias agrava la magnitud del problema; los vertidos industriales de las plantas petroquímicas, textiles, metalúrgicas y de y de curtidos suelen incrementar los contenidos en metales pesados, tal como está sucediendo en las áreas más industrializadas vascas, catalanas y valencianas, o en los polígonas de Huelva, Algeciras, Cartagena, etc.

    En España la contaminación del agua preocupa cada vez más debido a la escasez del recurso y esta atención se extiende a las tradicionales ignoradas aguas subterráneas puesto que abastecen aproximadamente el 30% de la población española y satisfacen las necesidades de la cuarta parte de la superficie agrícola regada. En este caso, el enfoque preventivo es el único efectivo, ya que la alteración de aguas subterráneas se detecta con mucho retraso, debido a la lenta dinámica de éstas y a la carencia de un sistema estable de control en nuestro país, de modo que es difícil, a posteriori, localizar e inculpar a los responsables de la agresión ambiente.

  • Situación y tratamiento de las aguas residuales. Contrastes territoriales.

  • En España se contabilizan alrededor de 300.000 puntos de vertido, de los cuales 56.400 tienen carácter directo (a las aguas naturales) y el resto se canaliza a través de redes de alcantarillado y sistemas de depuración.

    Lógicamente los directos son los causantes principales de los niveles actuales de contaminación de las aguas españolas, de éstos, 47000 proceden de actividades productivas y el resto son vertidos municipales. Aunque este tipo de vertido directo requiere de autorización previa, lo cierto es que, en 1994, sólo 13000 contaban con ella y la gran mayoría con carácter provisional.

  • Las aguas residuales urbanas.

  • La situación de las aguas residuales urbanas es sumamente grave en España.

    El 41% de la población no dispone de ningún sistema de depuración de sus aguas residuales. En cuanto al 59% de la población cuyas aguas son tratadas, hay que diferenciar entre el 13% que tiene únicamente un tratamiento primario y el 44% restante que no dispone de tratamiento secundario, y en algún caso, terciario.

    Las cifras españolas se comprenderán si tenemos en cuenta que, en la práctica, no ha existido una estrategia global de control y depuración de las aguas españolas hasta 1991. Ese año se aprobó la Directiva Comunitaria 91/271, referente al tratamiento de las aguas residuales municipales, con el objetivo fundamental de proteger todas las aguas superficiales contra el deterioro causado por los vertidos provenientes tanto de aglomeraciones urbanas como de ciertas industrias.

    No obstante, es preciso distinguir entre población conectada a un sistema de depuración cualquiera y población con un tratamiento de sus aguas que sea “conforme”, según los preceptos establecidos en la Directiva 91/271/CEE, que exigen parámetros de calidad concretos. Pero este hecho se manifiesta de forma desigual en el territorio español.

    La mayoría de las autonomías no alcanzan el porcentaje medio estatal de tratamiento conforme a que antes aludíamos y como casos extremos reparemos en Cantabria, Galicia, Navarra, Castilla-León y País Vasco, es decir, las carencias más agudas se concentran en la España húmeda, donde las dificultades estructurales de gestión-poblamiento muy diverso -hay que sumar la abundancia de agua, aspecto éste que puede explicar una menor sensibilidad y preocupación por las consecuencias de la contaminación hídrica.

    En el otro extremo, solo 6 CCAA superan el promedio nacional de tratamiento conforme, entre los cuales la gestión positiva está encabezada por Madrid y Canarias, seguidas por Baleares, Castilla-la Mancha, Comunidad Valenciana y Aragón. También es destacable el deficiente estado de algunas regiones muy pobladas como Andalucía y Cataluña. Hay que hacer mención especial a Ciudades que han venido evacuando sus vertidos directamente al mar -Cádiz, La Coruña, Pontevedra...- y las consecuencias ecológicas de estos vertidos masivos y directos al mar, que son irreversibles.

  • Las aguas residuales industriales.

  • Su situación varía dependiendo de la localización y el género de la industria. La presión de los vertidos industriales ha sido muy fuerte en las cuencas septentrionales del País Vasco, Asturias y Galicia, con origen en los grandes complejos fabriles allí radicados. Por sectores industriales merecen atención las papeleras, con un enorme impacto ambiental por el empleo del cloro en el blanqueado del papel.

    El tratamiento de esta agua en las grandes instalaciones es aceptable; sin embargo la pequeña industria presenta normas considerables, sobre todo en sectores como el agroalimentario y el ganadero, así como en regiones concretas (Andalucía, Castilla y León, Extremadura).

  • Una gestión insuficiente frente a un antiguo y extendido problema ambiental.

  • Nos referimos al complejo entramado institucional que rodea a la gestión del agua en nuestro país, y a los cambios normativos acaecidos desde 1985.

  • Un marco institucional complejo.

  • La administración central tiene la responsabilidad de toda política del agua: problema de cantidad y calidad, redacción y seguimiento del Plan Hidrológico Nacional, supervisión de las Confederaciones Hidrográficas, etc… Estas funciones se ejercen en la actualidad a través del Ministerio de Medio Ambiente.

    • El Consejo Nacional del Agua ejerce las funciones de órgano consultivo principal. Forman parte del mismo representante de los gobiernos centrales y autonómicos, confederaciones hidrográficas y los organismos sociales, profesionales y económicos relacionados con la gestión del agua.

    • Las Confederaciones hidrográficas son los grandes organismos gestores del agua en España. Asimismo son responsables de la seguridad de los embalses y de la protección de las zonas de captación.

    • Las CCAA realizan una labor de coordinación y apoyo técnico y financiero a los servicios municipales de abastecimiento de agua.

    • Los ayuntamientos tienen a su cargo el abastecimiento del agua potable y el tratamiento de las aguas residuales urbanas.

    • Otro componente del engranaje lo constituye la participación de determinadas empresas privadas que intervienen en los servicios de suministro de agua a las ciudades, bien en solitario, bien en combinación con los ayuntamientos mediante empresas mixtas; sin embargo, en materia de saneamiento de aguas residuales el papel del sector privado es poco importante.

  • Cambios normativos esperanzadores.

  • La protección medioambiental de las aguas españolas adquiere un considerable respaldo jurídico desde mediados de los 80 en virtud de dos circunstancias: En primer lugar, en 1985 se promulga la Ley de Aguas que recoge la necesidad de que el recurso esté disponible en cantidad y calidad suficiente en función. Además pasan a integrarse las aguas subterráneas al dominio público hidráulico.

    La nueva Ley de Aguas se ve desarrollada por los Reales Decretos que aprueban el Reglamento de Dominio Público Hidráulico y el de la Administración Pública del Agua y de la Planificación Hidrológica. Además, el marco jurídico de protección de recursos hidráulicos se ve complementado por la nueva normativa básica de Impacto Ambiental y de Residuos tóxicos y Peligrosos. También se produce la incorporación de España a la CEE, con obligatoriedad de asumir las directrices comunitarias en materia de aguas.

    Sin embargo, los problemas relacionados con la contaminación de las aguas persisten en nuestro país. No obstante, la situación es mejor que la existente a finales de los 70 debido a medidas adaptadas por la Administración que pueden ser agrupadas en 3 categorías:

    • las destinadas a obras de saneamiento, construcción de colectores y estaciones depuradas.

    • las dirigidas a intensificar la vigilancia sobre la calidad de las aguas en diferentes cuencas.

    • las orientadas a controlar los vertidos a las aguas, tanto los que cuentan con autorización administrativa como los efectuados ilegalmente.

  • Las instalaciones de depuración y tratamiento.

  • La dotación de este tipo de infraestructuras debe ser un objetivo prioritario si se pretende frenar la contaminación del recurso hídrico. A las cuantiosas inversiones necesarias para la instalación de Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR) hay que añadir los elevados costes de mantenimiento que éstos conllevan (personal especializado, etc…). Pero muchas de estas Estaciones no satisfacen las normas de emisión exigidas, sólo ofrecen un tratamiento primario (la mayor parte de ellas), y otras no están bien dimensionadas y son incapaces de absorber las aguas residuales que les llegan.

    En los últimos años los planes de saneamiento de las CCAA han contemplado como acción prioritaria la inversión en EDAR, además de la renovación o adaptación de las existentes a la norma europea. Los resultados han sido dispares debido a la realidad regional.

  • La vigilancia de la calidad de las aguas.

  • El esfuerzo por ampliar la depuración del vertido se complementa con la vigilancia de la calidad de las aguas en los diferentes tramos de la red hidrográfica, al objeto de detectar con rapidez las alteraciones graves y determinar su origen.

    Hasta 1973, España no contó con un sistema nacional para controlar la calidad de las aguas continentales; ese año se inició la denominada Red COCA (red de Control Oficial de la Calidad de las Aguas), basada en el análisis periódico de las aguas de cada cuenca, en determinados puntos estratégicos. Progresivamente esta red se ha visto complementada con otras dirigidas a controlar diversos aspectos como por ejemplo la ROEA, RCOAS...

    Sin embargo los defectos de diseño y eficacia de estas redes han sido numerosos y desde 1991 la estrategia de control y vigilancia de las aguas continentales españolas se ve abocada a un cambio profundo. La racionalización del sistema español pasa ahora por la unificación y mejora de las distintas redes de control existentes, de cara a establecer criterios similares en todas sus cuencas hidrográficas, a partir de las recogidas en la normativa comunitaria. Con esta finalidad se ha creado recientemente la denominada Red ICA (Red Integrada de Calidad de las Aguas).

  • Racionalización y mejora de los vertidos.

  • Junto con las actuaciones diseñadas para la depuración de las aguas residuales urbanas y la vigilancia de la red hidrográfica, es preciso fijar la atención en la regulación de los vertidos que diariamente se siguen evacuando en los diferentes cauces españoles.

    Una Orden Ministerial de 1949 sobre la regulación de vertidos de aguas residuales clasificó los cauces en: protegidos, vigilados, normales e industriales; en la práctica esto vino a suponer una disponibilidad de cursos de agua industriales en los que se toleró cualquier grado de contaminación, al no exigirse establecimiento de sistema depurador alguno.

    Este problema hoy no ha desaparecido del todo, debido a la insuficiencia de instalaciones de saneamiento de aguas residuales urbanas y, también al hecho de que no se ha encontrado un destino final idóneo por parte de los residuos que generan algunas de las actividades industriales; su reconocimiento y aceptación son claros en la Ley de Aguas vigente, texto que en su artículo 69 posibilita el vertido de aguas y productos residuales susceptibles de contaminar las aguas continentales, siempre y cuando se disponga de la preceptiva licencia administrativa. La única contrapartida positiva de los vertidos autorizados ha venido siendo la existencia de un “canon” que la grava, regulado por la Ley de Aguas en su art.105 y destinado a la protección y mejora del medio receptor de cada cuenca hidrográfica.

    En la práctica, la recaudación por este concepto se torna insuficiente para cubrir los objetivos reseñados; de hecho una actuación prioritaria de la Administración Hidráulica es la revisión del canon. Pero, en paralelo a las autorizaciones citadas, se continúan realizando numerosísimos vertidos ilegales.

    En la línea de combatir este extendido problema se han destacado medidas recientes como la colaboración entre los Comisarías de Aguas y el servicio de Protección de la naturaleza de la Guardia Civil, etc. Es de interés reparar en la evolución de las sanciones por vertidos no autorizados en los últimos años; su descenso continuado puede ser consecuencia de nuevas y positivas circunstancias; por ejemplo, el aumento de la cuantía de sanciones por vertido ilegal y el hecho de que la indemnización por daños al dominio público hidráulico ya no tienen límite.

    Este panorama está inclinando al sector industrial a invertir en instalaciones depuradoras en lugar de decantarse por contaminar y pagar una irrisoria multa; otra circunstancia reside en la concienciación del sector empresarial respecto de los problemas medioambientales en su conjunto.

    Pese a esta tendencia esperanzadora, el excesivo número de vertidos ilegales y la fragilidad de un sistema que otorga permisos provisionales, que, de hecho, se convierten en definitivos, ha obligado recientemente a reorientar la estrategia seguida en los últimos años. Así, la aprobación de un nuevo Real Decreto (484/1995) sobre Medidas de Regulación y Control de Vertidos trata de superar el vacío legal existente y ordenar definitivamente los vertidos.

    En virtud de este nuevo texto legal se habrán de producir a corto plazo sustanciales modificaciones en el procedimiento tradicional de los vertidos; pues se pretende regular las autorizaciones concedidas y además contempla una línea de ayudas económico-financieras para la implantación, muy costosa, de los sistemas de depuración. Además, el sector industrial puede acceder a distintas subvenciones con cargo a fondos comunitarios, estatales y autonómicos.

  • Perspectivas a medio plazo para el problema de la contaminación hídrica de origen urbano-industrial.

  • Los niveles de contaminación hídrica son cualitativamente y cuantitativamente importantes, la proporción de aguas residuales sin tratar es mayor de la aceptable y los contrastes regionales cuestionan la existencia de una política ambiental de carácter estatal.

    Problemas que a pesar de la gestión reciente, mantienen hoy nuestras aguas residuales:

  • Reducidos niveles medios de “tratamiento conforme” -de acuerdo con las disposiciones comunitarias- y persistencia de situaciones regionales, provinciales y municipales deficientes.

  • Redes urbanas de saneamiento y estaciones depuradoras obsoletas, con escapes a las aguas freáticas e incapacidad para tratar los volúmenes actuales de aguas residuales.

  • Los vertidos de las industrias escapan al control ambiental. No se cumple la normativa relativa a emisiones, el número de vertidos no autorizados es abrumador y no se pagan los cánones establecidos para buena parte do los vertidos autorizados.

  • Inexistencia o insuficiente cumplimiento de las ordenanzas municipales que regulan el vertido al alcantarillado.

  • No se dispone de un destino idóneo para el importante volumen de aguas procedentes de la depuración de aguas residuales, lo cual es preocupante teniendo en cuenta que, a partir de 1998, la normativa comunitaria prohíbe su vertido a aguas superficiales.

  • Se desconoce el alcance de los vertidos urbanos e industriales, es decir, sus efectos negativos globales sobre las aguas superficiales y subterráneas. La escasez de evaluaciones científicas periódicas es patente.

  • Las causas del panorama descrito son hoy conocidas y las medidas para corregirlas se encuentran diseñadas parcialmente, e incluso presupuestadas.

    En lo referido a actuaciones concretas -a partir de 1995 las perspectivas del problema dependerán de la capacidad de gestión y coordinación de los poderes públicos (y del grado de implicación de las corporaciones locales), de la participación de los sectores industriales (“prevención”)y del escollo presupuestario. Si estos 3 factores clave se desenvuelven con eficacia podrán alcanzarse los objetivos perseguidos.

    Las metas a corto plazo aparecen recogidas en 2 grandes instrumentos planificadores que actuarán en este ámbito: el Plan Hidrológico Nacional y el Plan Nacional de Saneamiento y Depuración de las Aguas Residuales (1995-2005):

    • Del 1º se espera que ponga las bases para resolver los problemas que rodean a la calidad del agua y corrija las deficiencias en la gestión de recursos hídricos en todos los aprovechamientos relacionados con éstos.

    • El 2º persigue coordinar la estrategia nacional para el cumplimiento de la Directiva de la Unión Europea relativa al tratamiento de las aguas residuales de núcleos de población.

    Pero no sólo habrán de realizarse las nuevas infraestructuras de saneamiento y depuración en zonas donde no existían, sino que el alcance del Plan se amplíe a otras actuaciones igualmente necesarias y costosas: ampliación y rehabilitación de los sistemas colectores y emisarios, modernización de las instalaciones obsoletas, con renovación y adaptación a los nuevos y mayores cargos contaminantes que se están produciendo; incorporación de tratamiento secundario en la mayoría de las instalaciones españolas de depuración, que sólo cuentan con procesos primarios, e, incluso mejoras para reducir el impacto ambiental de los EDAR.

    No obstante, las dificultades para la consecución de los grandes objetivos planteados en el Plan no sólo son de orden financiero. Creemos que el cambio de mentalidad de los poderes municipales será la clave del éxito (pues en la jerarquía actual de las inversiones locales el gasto en mejora ambiental no disfruta de un lugar prioritario). Aún así se entiende que el Plan haya sido calificado como uno de los mayores compromisos de protección ambiental puestos en marcha en España.

    Se preparan además diversos planes para reforzar el control de los vertidos industriales a los cauces naturales, con la pretensión de mejorar el sistema actual de carga y descarga de aguas residuales industriales. Una pieza clave consiste en implicar a las propias empresas en la mediación y control de los vertidos.

    CAPÍTULO IV

    LA CONTAMINACIÓN ACÚSTICA

  • El problema de la contaminación acústica.

  • El deterioro de la calidad de vida en las ciudades se constata también en el empeoramiento de las percepciones sensitivas que tenemos en nuestro entorno urbano, proceso éste en el que debemos encuadrar el problema del ruido. España es el país europeo donde mayor porcentaje de habitantes se ve afectado por este problema y el segundo de la OCDE tras Japón. Evidentemente, no es que nuestro país tenga mayor capacidad para crear ruido, sino más bien la inhibición constante de los poderes públicos frente a esta cuestión hasta fechas recientes.

    Si valoramos la situación de áreas urbanas de más de 20000 hab., algunos datos confirman la gravedad del problema. Según mediciones de 1993, casi el 57% de sus viviendas están expuestas a niveles superiores a los 65 dB (A) durante el día, llegando un 25% a sufrir niveles por encima de 70dB(A). Estos son los límites admisibles en la mayor parte de los países europeos. Además, la mayoría de las fuentes disponibles confirman el diagnóstico anterior, ya que en las encuestas de la Federación Española de Municipios y Provincias se concluye que la contaminación sonora es considerada un problema grave por más de la mitad de la población residente en núcleos urbanos de más de 100000 hab.

  • Las fuentes del ruido urbano.

  • Cuadro 3. Fuentes principales de la contaminación acústica urbana.

    Fuente

    Aportación porcentual

    Tráfico terrestre

    77,35

    Tráfico aéreo

    0,61

    Fuentes de origen comunitario

    6,36

    Fuentes de origen animal

    2,22

    Fuentes de origen mecánico

    4,47

    Fuentes comerciales y de ocio

    8,99

    Dentro del Cuadro 3, diferenciamos:

    • Tráfico terrestre: turismos, camiones y autocares, motocicletas, camiones de basura, servicios de ambulancia y policía, trenes…

    • Tráfico aéreo: aviones, ruido de aeropuertos, helicópteros…

    • Fuentes de origen comunitario: niños jugando, gritos, radio, televisión y música en viviendas, conversaciones en la calle…

    • Fuentes de origen animal: pájaros, perros…

    • Fuentes de origen mecánico: obras, maquinaria, ventilación/climatización, carga/descarga, actividades portuarias…

    • Fuentes de origen comercial y de ocio: talleres mecánicos, de lavado de coches, reparto urbano, pubs y discotecas, actividades deportivas…

    El tráfico rodado es, con diferencia, el principal foco generador de ruido en las ciudades españolas. En parte, esto es consecuencia del incremento del número de vehículos y del volumen de tráfico en el conjunto del país, un problema que se precipita verdaderamente en la segunda mitad de los ochenta: entre 1981 y 1985, el parque automóvil experimentó un crecimiento del 9,8%, pero en el quinquenio siguiente se incrementó en un 34%.

    Sin embargo, la incidencia del tráfico sobre el nivel del ruido es compleja y mutables, pues no se reduce al número de vehículos que circulan por una vía en un momento concreto. También hay que tener en cuenta aspectos tan dispares como el tipo de vehículo, la velocidad del mismo, tipo de motor, carga, tipo de combustible…Por otra parte la diferenciación es más difícil aún cuando se consideran también las características de las vías de circulación: anchura de la calle, altura y estructura de los edificios, material de pavimentación…Así, el problema del ruido se torna complicado en España, donde la red urbana está protagonizada por ciudades que mantienen extensos cascos históricos con callejeros densos y estrechos, pavimentos rugosos, escasos espacios abiertos…

  • Efectos negativos del ruido.

  • Convencionalmente se considera que un ruido inferior a 45dB(A) apenas genera molestias, éstas aparecen en un 10% de la población cuando el ruido alcanza los 55dB(A) y en la totalidad cuando superan los 85dB(A). Considerando estas premisas, la mayoría de los países desarrollados han establecido un límite máximo de tolerancia al ruido ambiental diurno cifrado en 65dB(A), al que antes hacíamos alusión.

    Es difícil establecer generalizaciones acerca de los efectos nocivos del ruido, pero, en cualquier caso es evidente que las secuelas de la exposición a niveles altos de ruido son variadas y no poco importantes. Entre los trastornos de tipo fisiológico se encuentran la pérdida parcial o total de audición, afecciones cardiacas y circulatorias (hipertensión) y otras menos conocidas de tipo respiratorio, digestivo y neurovegetativo. En el terreno de las alteraciones psíquicas y del comportamiento sobresalen las alteraciones del sueño y del descanso, la irritabilidad y los trastornos de la conducta (agresividad), los trastornos depresivos y una disminución de la concentración que deriva en bajo rendimiento en estudios y trabajo.

  • Actuaciones contra el ruido.

  • Actualmente, el verdadero problema en relación al ruido, más que el ruido en sí, es la dejadez o inhibición de los poderes públicos españoles a la hora de emprender acciones efectivas contra este elemento agresor del medio ambiente.

  • Estancamiento legislativo en materia de ruido.

  • España no dispone aún de una legislación básica de ámbito estatal para la prevención y reducción del ruido ambiental. Las únicas disposiciones concretas de rango estatal están referidas a la regulación de niveles máximos de emisión sonora y vibraciones de ciertos vehículos, maquinaria de construcción, aparatos domésticos…. Desde la Administración del Estado se han fijado niveles máximos de ruido (65dB(A) de día y 55dB(A) de noche) en la construcción de infraestructuras públicas, que están sujetas a la declaración de impacto ambiental.

    Para paliar la carencia de reglamentación nacional, La Dirección General de Política Ambiental del MOPT elaboró un “Modelo de Ordenanza Municipal de Protección Ambiental”, con la pretensión de ser una referencia útil para los ayuntamientos con respecto a niveles de ruido admisibles, condiciones acústicas de los edificios, ruidos de vehículos, trabajos en la vía pública que produzcan ruido, etc… y se plantean unos objetivos básicos:

    1º. Unificar criterios para todo el territorio nacional.

    2º. Elaborar una normativa actualizada que contemple las recomendaciones sobre políticas de lucha contra el ruido, formuladas por la OCDE y que se llevan a cabo en diferentes países de la Unión Europea.

    3º. Extender una obligatoriedad de contemplar la variable ruido en todas las obras de infraestructura públicas y privadas.

  • Actuaciones concretas sobre el ruido.

  • A pesar de las carencias legislativas citadas, durante la década de los noventa se está intentando acelerar en España la ejecución de algunas medidas concretas para paliar el ruido. Destacan las de contenido planificador e informativo (cartografía acústica), las dirigidas al control permanente (redes de vigilancia de la contaminación sonora) y las que pretenden corregir los altos niveles de ruido registrados en “puntos negros” concretos (pantallas acústicas).

    CAPITULO V

    CARACTERÍSTICAS ECOLÓGICAS DE LA CIUDAD:

    Desde un punto de vista ecológico, el paisaje urbano y los hábitats de la ciudad, marcados por la gran influencia del hombre, se caracterizan como sigue:

  • La producción y el consumo de energía secundaria son altos. En los casos más extremos es más de cuatro veces la energía irradiada por el sol.

  • Gran importación y exportación de materiales. Enorme cantidad de deshechos, formados principalmente por materiales venenosos y no descomponibles.

  • Fuerte contaminación del suelo, aire y agua. Presencia de eutrofización y del llamado efecto invernadero.

  • Disminución de las aguas subterráneas debido a su extracción y a la construcción de superficies impermeables.

  • Cambios en el perfil de la superficie del suelo y en la formación natural del suelo debidos a la pavimentación, rellenado, excavación y compresión.

  • Desarrollo de un clima típicamente urbano, caracterizado sobre todo por mayores temperaturas y sequedad relativa: es la llamada isla térmica urbana.

  • Desequilibrio a favor de los organismos consumidores. Baja producción primaria y débil actividad de los organismos detritívoros.

  • Cambios fundamentales en las poblaciones animales y vegetales.

  • 1. El clima en las ciudades:

    El clima de las ciudades es claramente diferente del de los espacios naturales de su alrededor, como se demuestra en una gran cantidad de estudios desde principios de siglo. La naturaleza del clima de la ciudad se puede resumir con el concepto de “isla térmica urbana”.

    Los datos que a continuación se exponen, dependen en gran medida de del tamaño de la ciudad y de su topografía. Para poder tener en cuenta estos datos, debemos prestar especial atención a estas dos variables, ya que sólo así podremos obtener unos datos fiables para poder comparar las condiciones climatológicas del campo y la ciudad.

    Cuadro 4: Cambios medidos en las condiciones climatológicas provocadas por la urbanización.

    Elemento

    Comparación con el entorno rural

    RADIACIÓN

    Global

    2-10% Menos

    Ultravioleta, invierno

    30% Menos

    Ultravioleta, verano

    5% Menos

    Duración día-luz

    5-15% Menos

    TEMPERATURA

    Media anual

    1-2ºC Más

    Días de sol

    2-6ºC Más

    Mayor diferencia nocturna

    11ºC Más

    VELOCIDAD DEL VIENTO

    Media anual

    10-20% Menos

    Sin viento

    5-20% Más

    HUMEDAD RELATIVA

    Invierno

    2% Menos

    Verano

    8-10% Menos

    PRECIPITACIONES

    Total

    5-30% Más

    NUBOSIDAD

    Cielo cubierto

    5-10% Más

    Niebla, invierno

    100% Más

    Niebla, verano

    30% Más

    CONTAMINACIÓN

    Núcleos de condensación

    10 veces más

    Mezclas gaseosas

    5-25 veces más

    Los agentes responsables del aumento de la temperatura son la alta proporción de energía secundaria, la modificación de las características de absorción, y el menor efecto refrigerador.

    En muchas ciudades, la aportación de energía procedente de recursos minerales fósiles está entre el 25 y el 50 % de la energía solar irradiada. En algunas zonas fuertemente urbanizadas, el porcentaje de energía antropogenia puede ser el 400 % de la energía procedente de los recursos solares directos.

    Los edificios y las superficies aisladas poseen una capacidad térmica superior a la del agua y a la de zonas verdes, y por la noche liberan calos más despacio que por el día, de tal manera que pueden alcanzar fácilmente diferencias de temperatura de hasta 10ºC con respecto a zonas no edificadas. El aumento de temperatura media es mayor en invierno que en verano, por ser mayor el calentamiento en esta época del año, y, por tanto, se registran menores índices de nevadas y heladas que en su entorno rural. Este menor índice de nevadas supone una mayor absorción de radiación solar y un mayor almacenamiento de calor en el suelo.

    Los efectos refrigerantes provocados por la evapotranspiración son menores en la ciudad, como consecuencia de la escasez de vegetación y de zonas acuáticas, produciéndose una menor evaporación del agua al drenarse rápidamente las aguas superficiales.

    El efecto de “isla térmica” es característico de los días soleados y sin viento, lo que unido a la fuerte contaminación produce lo que se conoce como efecto invernadero.

    1.1 Pluviosidad y humedad:

    Como he mencionado antes, el grado de humedad en las ciudades es menor que en su entorno rural por disminución de la evapotranspiración en éstas. Sin embargo, se producen también aumentos periódicos de la humedad relativa, fundamentalmente por las noches en épocas de buen tiempo, y en invierno cuando, como consecuencia del sobrecalentamiento, aumenta la condensación. En aquellas zonas donde existe una alta concentración de edificaciones o de plantas industriales, es donde, como consecuencia de la disminución del viento, se alcanzan niveles de pluviosidad más altos y frecuentes.

    La formación de nubes se produce por la presencia de núcleos de condensación provocados por la contaminación y el estancamiento de calor en estas zonas relativamente cálidas, lo que puede cambiar totalmente la economía acuífera de las zonas cercanas a la ciudad.

  • El viento:

  • La construcción de tipo vertical de las ciudades, que aumenta las desigualdades del terreno, hace disminuir la velocidad del viento a nivel del suelo. Esta menor velocidad se correlaciona positivamente con la altura de los edificios, sin embargo, esto depende en gran medida de si los edificios bloquean la corriente de aire, o por el contrario, provocan un efecto de cañón reforzándolas. A veces se da el caso de que a pesar de que los vientos predominantes fuera de las ciudades son suaves, las turbulencias térmicas generadas en ellas pueden generar grandes corrientes de aire. Este mismo fenómeno se produce por las noches cuando el calor desprendido por los edificios hace aumentar las turbulencias.

    Los gradientes de temperatura entre zonas urbanizadas y las zonas verdes o las masas de agua, mejoran las relaciones de intercambio entre ellas. En este sentido, los ríos pueden actuar como pasillos de aire frío.

    2. El suelo:

    El suelo, como elemento del ecosistema natural, cumple una función muy importante, ya que es un espacio vivo que sirve de nutriente y soporte a plantas y animales, garantiza la renovación de las aguas subterráneas y representa un sistema de filtrado y amortiguación vital. En el medio urbano, esta capacidad se restringe a los espacios abiertos sin edificaciones, lo cual, unido a la fuerte tensión ambiental hace que la capacidad del suelo disminuya sustancialmente.

    El aumento de la actividad humana ha llevado a una mayor compresión del suelo, descendiendo su porosidad, y deteriorando el equilibrio hídrico de las plantas. Por otra parte, la variedad de usos que se dan al suelo ponen en relación una gran cantidad de nutrientes diferentes, con lo que aumenta la diferenciación. La mayor parte de los suelos calcáreos se eutrofizan por la gran cantidad de materias alcalinas y materiales de deshecho, y por la utilización de fertilizantes, lo que hace que terrenos oligotróficos no sean frecuentes en las ciudades. La eutrofización se da sobre todo en terrenos húmedos, donde predominan suelos ligeramente oligotróficos debido al frecuente lavado por la lluvia.

    La compresión y aislamiento del suelo hacen disminuir el número de organismos presentes en él. También hay que considerar otro factor adicional que es la contaminación, que excede con mucho la capacidad amortiguadora del suelo, y alcanza frecuentemente niveles tóxicos.

    En general, el tipo de contaminación característico de los suelos urbanos es debido a la presencia de metales pesados, mientras que los residuos de pesticidas se encuentran en grandes concentraciones en los parques.

    Los suelos cercanos a las carreteras son poco porosos, menos permeables, altamente salinos y muestran una alta relación C:N, que es un indicador de la disminución de la actividad de descomposición como consecuencia de la contaminación, que reduce el número de los microorganismos presentes y la actividad de los enzimas.

    La gran contaminación de las ciudades provoca tales desajustes en la actividad del suelo, que sus características de amortiguación y filtrado no son suficientes para evitar la concentración de metales pesados, cloro, nitratos y otras sustancias en las aguas subterráneas.

    CAPITULO VI

    VIDA SILVESTRE EN EL MEDIO URBANO:

    No debemos olvidar que casi un 50% del terreno urbano no está edificado y que la estructura heterogénea de la ciudad permite la existencia de una gran variedad de hábitats, lo que hace aumentar la diversidad de organismos. Algunos estudios demuestran que en los espacios urbanos hay más cantidad de especies distintas (sobre todo en los límites de la ciudad) que en terrenos de las mismas dimensiones de su entorno rural.

    Por otra parte, el espacio urbano está sometido a una gran cantidad de tensiones como ruidos, perturbaciones y contaminación que, combinados, reducen la presencia de flora y fauna en él.

  • Tensiones causadas por los espacios urbanos vivos:

  • La calidad como nicho de los espacios abiertos de la ciudad se reduce sustancialmente como consecuencia del alto nivel de tensión ambiental al que están sometidos, tales como ruido, contaminación,... ; y las continuas agresiones, como pisoteo, cortas, ... Muchas especies no son capaces de adaptarse a esta situación y mueren o no llegan a colonizar estos espacios urbanos. El ejemplo más claro es el de los líquenes, por medio de los cuáles se analiza el afecto entre polución y clima urbano. Afecta también en gran medida a los animales y plantas acuáticos, y a los animales que dependen de ellos, por el alto grado de contaminación de las aguas urbanas.

    Normalmente, la contaminación hace disminuir la vitalidad, acelera la vejez, aminora la biomasa y altera la capacidad reproductora de especies. Por ejemplo, en el caso de la vegetación de las ciudades, como consecuencia del polvo que cubre las hojas de las plantas, se produce un sobrecalentamiento de éstas, permitiendo un mayor absorción de radiaciones de onda larga, lo que reduce la eficacia de la actividad fotosintética. Esta situación se agrava cuando el anhídrido sulfuroso, el ozono y otros contaminantes gaseosos pasan a las hojas a través de los estomas. Las fugas en los conductos subterráneos de gas y la compresión del suelo hacen disminuir el nivel de oxígeno presente, y como consecuencia, se produce una inhibición del crecimiento de las raíces y de las micorrizas. Los efectos más pronunciados en la vida animal y vegetal se producen indirectamente, ya que ciertas partes de la cadena alimenticia desaparecen, y las que dependen de ellas también decaen.

    En el caso de las zonas verdes, son los cuidados intensivos a los que se somete y su sobreutilización lo que produce alteraciones sustanciales en la vida animal y vegetal. La continua presencia de personas en ellas hace huir a los animales y somete a las plantas a la acción de un continuo pisoteo, lo que comprime las capas más superficiales del terreno y afecta a la vida animal que depende de ellas. Estas consecuencias se dan sobre todo en los parques abiertos con grandes zonas de césped y con árboles dispersos, donde sólo existen unas pocas zonas tranquilas donde puedan desarrollarse sin problemas especies no antropógenas. Por el contrario, los viejos cementerios con matorrales y arbustos ofrecen muchos sitios escondidos y variadas formas de vegetación.

    La recogida de hojarasca en los parques empobrece el aporte de nutrientes, el número de detritívoros disminuye, con lo cual se interrumpe la cadena alimenticia.

    La utilización de fertilizantes tanto en el suelo como en las masas de agua afecta al equilibrio de nutrientes. Esto es especialmente importante en las masas de agua, donde se produce una alta eutrofización, que permite que ciertas plantas y animales se transmitan como plagas y expulsen de estos biotopos a otras especies.

    El alimento que los hombres suministran a ciertas especies animales ha mejorado sus condiciones de vida hasta el extremo de que aparecen en las ciudades en cantidades muy altas, como es el caso de las palomas.

    2. Características ecológicas de la flora y la fauna:

    Como consecuencia del proceso de urbanización disminuyen las especies vegetales originales y se desplazan las especies nativas. Este fenómeno afecta especialmente a aquellas especies con un requerimiento especial de hábitat, que cambian como consecuencia de las tensiones ambientales comentadas anteriormente.

    En las ciudades se producen alteraciones en el desarrollo a largo plazo de la condiciones ambientales hasta el extremo de interrumpir el desarrollo de los estrategas de la k. Por otra parte, las especies pioneras y los estrategas de la r, por sus altas tasas de reproducción y su corto ciclo vital, se ven favorecidas por su capacidad de adaptarse a estas condiciones. Estas especies pioneras, que normalmente dependen del viento para dispersarse, son capaces de colonizar zonas totalmente aisladas.

    Algunas especies se han adaptado al biotopo ciudad, formando a lo largo de su desarrollo una resistencia genética a los agentes contaminantes y a los efectos de los herbicidas e insecticidas. En el caso de los animales es posible que se produzca una alteración en su comportamiento.

    La cusa de la disminución del número total de especies en la zona urbana no radica solamente en la muerte de especies nativas como consecuencia de la tensión ambiental. Especies alóctonas fueron introducidas a través del tráfico, importación de mercancías o escapadas del medio agrícola. Muchas de ellas se adaptaron mejor a las nuevas condiciones que las especies autóctonas, por lo que terminaron desplazándolas. Algunas especies se han adaptado satisfactoriamente a esta situación pudiendo encontrarse en ciudades de todo el mundo, como la mosca doméstica (Musca domestica) y la rata común (Rattus norvegicus).

    Como consecuencia del efecto de “isla térmica”, se puede constatar un aumento de especies propias de zonas meridionales e Norteamérica y Europa septentrional. Su dependencia respecto a la ciudad aumenta conforme se alejan de su optimo geográfico, así como de sus exigencias ecológicas. En principio, la condiciones climáticas influyen en el aumento de especies xerotérmicas que toleran bien los aumentos de temperatura y la escasez de humedad.

    En el caso de las especies vegetales, las condiciones climáticas alteran el periodo de floración, acentuándose esta situación cuanto más cerca están del centro de la ciudad. En los animales se pueden producir reproducciones tempranas y reiteradas y, en el caso de las aves, que no emigren a sus zonas de invierno.

    3. Vegetación:

    El aumento del tamaño de las ciudades conlleva la destrucción de los ecosistemas naturales y la desaparición total de la vegetación autóctona. Incluso en los espacios no edificados, las especies autóctonas son sustituidas por vegetación planificada y por plantas ornamentales no propias del lugar, a la vez que las características del suelo se modifican por la aportación de otros tipos de tierra. Como consecuencia, en las zonas urbanas sólo quedan pequeñas muestras de la vegetación natural.

    Los espacios semi-naturales que quedan son sometidos también a alteraciones como consecuencia de las influencias antropógenas en su entorno. Estas alteraciones son debidas a factores tales como la presión que las distintas especies ejercen sobre otras por su supervivencia, su utilización como zona de recreo,...

    3.1 Función de las zonas verdes urbanas:

    A estas zonas verdes se les asigna una función ornamental en cuanto a su diseño, aunque cumplen también un función recreativa y de contacto con la naturaleza. Estos espacios mejoran las condiciones climáticas de la ciudad al actuar como refrigeradores y reguladores del intercambio de aire. Sin embargo, todavía no se conoce bien si sus efectos para el clima son relevantes o hasta qué punto dependen del tamaño de las zonas verdes. Las plantas cumplen además la función de reducir la contaminación ambiental. Este es un proceso meramente pasivo, en el cual las zonas verdes actúan como elementos no contaminantes en los que se depositan partículas contaminantes, que posteriormente son absorbidas por el suelo. Los bosques y las franjas arboladas actúan también como filtros reduciendo la velocidad del viento e impidiendo que desplace partículas de un lugar a otro.

    Las coníferas, por ser árboles de hoja perenne cumplen mejor la función de filtrantes de partículas contaminantes que los de hoja caduca. En comparación con zonas sin vegetación, éstas son capaces de reducir el nivel de contaminación ambiental entre un 10 y un 20 %. Sin embargo, dado que la mayor parte de las coníferas no pierde las hojas al final de la fase de crecimiento, están más expuestas a sufrir el ataque de la contaminación que los árboles que sólo las tienen en verano.

    La efectividad de la vegetación como amortiguadora de la contaminación acústica difiere de unas plantas a otras y es relativamente alta cuando se trata de absorber ruidos de baja frecuencia. En este sentido son especialmente eficaces las vallas cubiertas por vegetación.

    Diversos estudios muestran que entre el 25 y el 30 % de la flora de las ciudades es característico del medio urbano, pudiendo ser mayor este porcentaje si se comparan sólo especies del centro de las ciudades. Los espacios abiertos de grandes dimensiones cubiertos por vegetación tienen un importancia decisiva para el mantenimiento de la variedad en los centros urbanos, ya que hay una correlación positiva entre el tamaño de la zona y el número de especies presentes.

    3.2 Árboles urbanos:

    Los bosque s alcanzan su grado de sucesión más avanzada o su estado de clímax en aquellas zonas de la Tierra con una pluviosidad alta y con un estación de crecimiento suficientemente larga. Los árboles dependen de la etapa en que esté el suelo dentro de sus proceso de formación y de una ubicación con unas buenas condiciones de luz y temperatura. Partiendo de estas premisas podremos ver cuáles son los principales problemas que afectan a los árboles urbanos. En estudios realizados en EE.UU. se enumeran las siguientes condiciones adversas por orden de importancia: sequedad, contaminación por sales, compresión del suelo y deficiencia de nutrientes. En ciudades pequeñas, donde la incidencia del clima urbano es menor, los factores que más inciden en el desarrollo de los árboles son de tipo mecánico a través del tráfico rodado, los proyectos de construcción y el vandalismo.

    La mayor parte de la flora presente en las ciudades pertenece sólo a unas pocas especies como Acer platanoides y Platanus acerifolia que, por motivos económicos se prefieren a otras. La adopción de este tipo de medidas simplificatorias pueden crear graves problemas como ocurrió en el caso de la “grafiosis” del olmo, ya que se crea un ambiente muy homogéneo, idóneo para la propagación de plagas.

    Los catálogos existentes de especies arbóreas más adaptadas al medio urbano nos permitirán seleccionar las más adecuadas para cada zona. Se deberán seleccionar las que más representen a la flora nativa. Esto supone que no sólo se deberán elegir las especies más adaptadas a las condiciones adversas, sino también las que creen las condiciones idóneas para la propagación de la flora nativa.

    En algunos casos, los responsables municipales agudizan esta situación al considerar su inventario arbóreo sólo en términos cuantitativos, sin tener en cuenta, por ejemplo, que la capacidad fotosintética y de transpiración de un haya de cien años es la misma que la de 2.500 hayas jóvenes.

    En Europa central, como consecuencia de la gran influencia ejercida por las condiciones ambientales urbanas, se ha adoptado un stock básico de árboles muy homogéneo, que es el predominante en todas las grandes ciudades (arce, roble, castaño y haya), sin tener en cuenta las diferentes condiciones naturales originales de cada zona.

    Los bosques urbanos o los ubicados en zonas próximas a las ciudades conservan en parte su vegetación original, pero con ciertas modificaciones impuestas por su manejo. Los cambios en la flora del suelo están determinados por las actividades económicas y por la influencia del medio urbano, lo que ha llevado a un aumento de especies foráneas. Los bosques urbanos son además de vital importancia para la supervivencia de aquellas especies animales y vegetales que están poco o nadad adaptadas a las condiciones urbanas.

    4. Fauna:

    4.1 Mamíferos, reptiles y anfibios:

    El número de mamíferos, anfibios, y reptiles que se encuentra normalmente en las ciudades es relativamente pequeño. Sólo la rata parda (Rattus rattus) y el ratón casero (Mus musculus) son omnipresentes, encontrando condiciones de vida ideales en alcantarillas, basureros y edificios. Los mamíferos de mayor presencia en las ciudades europeas son: la ardilla, la garduña, los topillos y las musarañas; un poco menos abundantes el conejo, el topo y el erizo y, entre los mamíferos superiores, el más representativo es el zorro, que coloniza parques, terrenos sin construir y jardines de los centros urbanos. Los corredores con vegetación seminatural sirven de soporte para la expansión de mamíferos como el ratón de campo.

    Entre los mamíferos urbanos debemos incluir también a los perros y gatos, que son los más abundantes en todas las ciudades del mundo y ocupan un lugar destacado entre los animales urbanos de gran tamaño. Las autoridades municipales mantienen un política de captura y reducción de perros y gatos callejeros por su incidencia en la propagación de infecciones, lo que mejora la situación de la fauna silvestre.

    Entre los anfibios y reptiles, sólo las lagartijas (Lacerta spp.) están ampliamente distribuidas en el medio urbano. Las únicas especies que actualmente están aumentando en las ciudades son el lagarto ágil (Lacerta agilis) y el sapo común (Bufo bufo).

    Las condiciones de vida de los límites de la ciudad han resultado ser muy favorables para los depredadores como mustélidos (Mustela spp y Martes foina) y el zorro (Vulpes vulpes). Estas zonas proporcionan estructuras apropiadas para la caza con gran cantidad de micromamíferos. En este biotopo el zorro reduce al máximo su territorio, quedando limitado a la mitad de su tamaño habitual en el medio rural. En el centro urbano, éste depende del tamaño de los parques, terrenos no construidos y jardines, que no permiten alcanzar densidades de población tan altas como en las afueras.

    Las alteraciones producidas en los biotopos acuáticos son el factor que más incide en la disminución del número de reptiles y anfibios y en su grado de amenaza. Cuanto más aumenta el grado de urbanización de las aguas corrientes, más decrecen sus poblaciones. Esto se debe a que la erosión de los cauces altera la estabilidad de las riberas, y por tanto, la de las poblaciones que dependen de ellas. Los anfibios y muchos reptiles necesitan para poder vivir zonas de transición entre tierra y agua. Esta condición no se da en los cauces rodeados de muros de contención. Estas especies necesitan además la existencia de una vegetación ribereña intacta.

    La situación de las ardillas se ve favorecida por el aporte de comida adicional por parte de los hombres, que se divierte alimentándolas. Además, el biotopo urbano proporciona a la ardilla cantidad de sitios seguros donde esconderse.

    4.2 Aves:

    Las aves se distinguen de los demás vertebrados por su gran movilidad, lo que les permite no sufrir, tan directamente, los efectos de la urbanización. Las zonas de nidificación, alimentación y caza pueden estar lejos unas de otras.

    Las aves cuyo biotopo original es el terreno rocoso, no se dan en los centros urbanos, algunas de estas especies son la paloma bravía (Columba livia), el vencejo común (Apus apus), el colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros), la grajilla (Corvus monedula), o el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus). Las especies de llanura colonizan los centros urbanos y otras zonas dispersas; entre la más representativas se encuentra el gorrión común (Passer domesticus). La mayor parte de las aves de los centros urbanos son trogloditas y granívoras. En las ciudades europeas las especies dominantes son la paloma domestica y el gorrión común. En zonas de construcción dispersa y en grandes parques, las especies mejor representadas son las insectívoras. Las especies típicamente forestales no se dan en este medio.

    Hay diversos estudios que muestran un gradiente de diversidad que aumenta desde el centro hasta los alrededores, dado que en los extrarradios de la ciudad existen amplias zonas de borde con árboles y arbustos.

    La disponibilidad de comida para los omnívoros urbanos es muy grande. No se sabe muy bien el papel que juega la aportación por parte del hombre de comida extra, aunque a veces cubre hasta el 50% de las necesidades alimenticias de las aves que viven en los centros urbanos.

    Las altas densidades de población que se alcanzan en este medio se deben probablemente a la gran variedad de zonas alimenticias posibles en la distintas zonas urbanas. La mayoría de las especies implicadas son las que tienen unas exigencias menos estrictas respecto a un determinado espectro alimenticio. El alto número de individuos está también relacionado con la ausencia de enemigos naturales. Las rapaces sólo se dan en las grandes ciudades en los límites de ésta. La mortalidad de la mayoría de las aves urbanas se debe a factores como el tráfico, los cables de tendido eléctrico, etc.

    Entre las rapaces, solo el cernícalo vulgar ha conseguido asentarse en los centros urbanos. Por otra parte, podemos destacar que las especies europeas se han adaptado mejor a las condiciones impuestas por la ciudad que las especies norteamericanas, debido a la mayor tradición histórica de los asentamientos en Europa. En los centros urbanos de EE.UU. las aves dominantes son la paloma europea y diversas especies de gorrión.

    3. Invertebrados:

    El importante papel de los invertebrados en los ecosistemas es algo que escapa de la comprensión de los habitantes de las ciudades, como por ejemplo las moscas, que cumplen un papel decisivo para acelerar la descomposición de basuras aprovechando la baja densidad de población de otros detritívoros; y deberían comprender que su control no tiene por qué ser su total exterminio.

    Las larvas tienen una especial importancia en el ciclo de los nutrientes. Los hábitats predominantes de las larvas son la tierra, las masas de agua y el follaje de las plantas. Los daños producidos por algunos fitófagos se deben a menudo a la desaparición de sus recursos alimenticios naturales por prácticas como la destrucción del follaje muerto, la erradicación de malas hierbas muertas y otras operaciones de limpieza del terreno. Como consecuencia tienen que buscarse otros recursos como plantas ornamentales, etc. La practica en las ciudades de ciertos tipos de cultivo por motivos estéticos, permite alargar la vida de una gran selección de flores, lo que mejora la situación de los insectos.

    La mayoría de los pequeños invertebrados necesitan biotopos más diferenciados y complicados que los vertebrados. Muchos artrópodos necesitan además biotopos distintos según estén en la etapa larvaria o sean adultos.

    Es muy difícil encontrar características generales aplicables a los invertebrados. Las condiciones generales y hábitats específicos favorecen la abundancia relativa de la entomofauna: amplio abanico de comunidades y especies vegetales diferentes edificios; puentes y vallas son habitados por insectos, los primeros, por sus condiciones climáticas, son excelentes para la reproducción de moscas, cucarachas, etc. ; los materiales de construcción de madera son ideales para termitas y escarabajos; los mosquitos se propagan en el agua y en macizos de flores; los vertederos potencian la riqueza de especies; animales domésticos y excrementos; aguas residuales e instalaciones de desagüe; zonas de almacenamiento, tratamiento y consumo de alimentos.

    Las comparaciones entre la ciudad y el campo indican que en la primera, la densidad de insectos es relativamente alta. En ciudades pequeñas y medianas es similar a la del campo, mientras que en la grandes ciudades hay una clara diferencia debido a la naturaleza perjudicial de las zonas céntricas para muchas especies.

    En un estudio con mariposas se establecieron los factores urbanos que influyen en la presencia o ausencia de especies y los que afectan a su desarrollo. Los factores claramente negativos son la presencia de aves durante todo el año, dado que la tasa de mortalidad invernal de éstas disminuye por el aporte extra de comida; debido a la intervención humana, los insectos depredadores predominan sobre los insectos fitófagos; las mariposas son capturadas y coleccionadas por los hombres. Los factores que influyen positivamente en la presencia y desarrollo de las mariposas son: destrucción de parásitos por el uso de pesticidas; mayor abundancia de flores para los individuos adultos; desarrollo de resistencias genéticas a los agentes contaminantes; modificación de las exigencias alimenticias; adaptación a espacios verdes de menor extensión; etc.

    CAPÍTULO VII

    CONSIDERACIONES FINALES.

    En general, se ha prestado una escasa atención a la cuestión medioambiental, tanto desde ámbitos políticos como científicos. Las actuaciones mediatizadas por las CCAA, han derivado en situaciones de clara disparidad territorial, quizá provocadas por la respectiva capacidad financiera y/o de gestión de cada autonomía, por la distinta sensibilidad ambiental del gobierno regional en ejercicio, o por las relaciones entre éste y el poder central.

    Se ha instalado en la Administración Central la preferencia por la política de buenas intenciones (redacción de ambiciosos documentos teóricos), antes que la aspiración a alcanzar resultados efectivos y concretos; ha sido necesaria la promulgación de una nueva directiva comunitaria para que la Administración española se movilice en este campo proponiendo unas metas cuya consecución depende de frágiles compromisos con los ayuntamientos -endeudados y con un amplio catálogo de problemas ambientales por resolver- y con los sectores industriales, cuyos pequeños y medianos establecimientos se encuentran escasamente sensibilizados y soportan graves limitaciones financieras.

    Otro inconveniente a revisar del pensamiento dominante en la gestión ambiental española es la tendencia a luchar contra la degradación ambiental corrigiendo el deterioro causado, en lugar de insistir en evitar la aparición del problema.

    Podemos esperar un cambio de giro a esta dinámica si se refuerzan las directrices de carácter preventivo que a lo largo de la presente década se han ido incorporando a la política medioambiental española.

    En resumen, podemos poner unos puntos clave para la conservación da las áreas naturales en los entornos urbanos:

  • Reducir el consumo de suelo urbano.

  • Recalificar con base ecológica los descampados.

  • Regenerar los procesos naturales posibles en la ciudad.

  • Favorecer la recuperación del patrimonio municipal existente.

  • Reducir el consumo de energía mediante el uso correcto de la tecnología.

  • Elegir los materiales de construcción de acuerdo con los dictámenes de la bioarquitectura.

  • Promover instalaciones con multiplicidad de funciones.

  • Promover la reducción de tráfico automovilístico.

  • Favorecer productos y tecnologías ecocompatibles.

  • Practicar la recogida diferenciada de residuos.

  • Promover el uso correcto de las vías urbanas.

  • Favorecer la participación de los ciudadanos.

  • BIBLIOGRAFÍA

    - Bettini, Virginio: Elementos de ecología urbana,(1998) Ed. Trotta. Seria medio ambiente. Madrid. 1ª edición

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    - Legislación sobre Medio Ambiente, (1991) Ed. Civitas, Madrid, 1ªedición.

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    - Mulero Mendigorri, Alfonso: Introducción al medio ambiente en España, (1999) Ed. Ariel Geografía, Barcelona, 1ª edición.

    -Sukopp, H ; Werner, P : Naturaleza en las ciudades. (1989) Monografías de la Dirección General de Medio Ambiente.

    Decibelio (A): se utiliza esta medida porque el oído humano no percibe con la misma sonoridad 2 ondas sonoras de igual intensidad y distinta frecuencia. Por esto, los sonómetros incorporan unos filtros de frecuencia (denominados A) que compensan las diferencias de sensibilidad. La medición resultante se expresa en dB(A).

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    Enviado por:Luis Matías
    Idioma: castellano
    País: España

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