Economía y Empresa


Dolarización en América Latina


DOLARIZACIÓN

INTRODUCCION

El motivo del presente trabajo es realizar una investigación cabal acerca de una de las políticas económicas más controversiales que se han utilizado en estos últimos tiempos, la dolarización. La indagación pormenorizada de todos los detalles que rodean a la dolarización se realizó basándose en experiencias propias y ajenas de los momentos y situaciones vividas en los países donde se han llevado estos cambios. El estudio recorre detalladamente las situaciones de cada uno de los países que llevan la batuta en este tipo de decisiones, sus problemas económicos, lo motivos por los que llevaron a sus gobernantes a tomar esas decisiones y como ha evolucionado la implantación de esta nueva moneda a través del tiempo.

Se ha querido indagar también acerca de la posible solución de adoptar una moneda única en toda América, para eso se plantea toda la problemática económica, financiera, política, y social que rodea a la región.

Las conclusiones mencionadas al final del capítulo, sirven como resumen de todo el análisis realizado y a la vez, entregan la idealización y el pensamiento propio de los investigadores.

También se entregan recomendaciones a los países, es decir, una serie de reglas que deberían adoptarse para estar preparados al terrible cambio de enfrentarse sin proteccionismo alguno a la globalización.

La dolarización tiene amplia aplicación en países en vías de desarrollo porque pocos tienen monedas que se han desempeñado tan bien como el dólar de los Estados Unidos.

Esto indica que muchos países en desarrollo pudieron haber tenido monedas de más alta calidad reemplazando la moneda emitida localmente con el dólar. Si no hubieran querido usar el dólar, también les hubiera ido mejor usando el marco alemán o el yen japonés, las otras dos monedas internacionales importantes.

Hasta que Argentina empezó a considerarla, la dolarización oficial no recibió prácticamente

ninguna atención porque se la consideraba una imposibilidad política.

CONCEPTO

El análisis se centra aquí en una dolarización total, o en que un país adopte oficialmente la moneda de otro para el desempeño de todas las transacciones financieras, exceptuando quizás el empleo de moneda fraccionaria. El examen de esta opción de régimen cambiario exige tener en cuenta dos aspectos importantes:

Dolarización tiene en este caso un uso genérico: por dólar de EE.UU. cabe entender cualquier otra moneda; la situación significa siempre que un país utiliza la moneda de otro. Los aspectos que se plantean son idénticos ya se trate, por ejemplo, de los países que utilizan el rand sudafricano o, digamos, de un país de Europa oriental que esté estudiando adoptar el euro.

La mayoría de los países en desarrollo —y también las economías en transición que están adoptando mecanismos de mercado— ya emplean alguna modalidad limitada y extraoficial de dolarización.

En mayor o menor grado, los residentes en estos países ya mantienen moneda extranjera y depósitos expresados en moneda extranjera en los bancos nacionales. En los países de inflación elevada, el dólar de EE.UU. u otra moneda fuerte se utiliza amplia-mente en las transacciones diarias junto con la moneda nacional.

Este tipo de dolarización extraoficial surge en respuesta a la inestabilidad económica, las tasas elevadas de inflación, y al deseo de los residentes de diversificar y proteger sus activos frente al riesgo de devaluación de la moneda nacional. Conviene distinguir entre dos razones que impulsan la demanda de activos en moneda extranjera, a saber, sustitución de moneda y sustitución de activos.

En la sustitución de moneda los activos externos se utilizan como dinero, esencialmente como medio de pago y unidad de cuenta; esta sustitución suele presentarse en condiciones de inflación elevada o de hiperinflación cuando el alto costo de utilizar la moneda nacional en las transacciones lleva a que el público busque otras opciones disponibles.

Una vez que pasa a aceptarse la utilización de moneda extranjera en las transacciones, puede que ese uso no se abandone rápidamente. Es de señalar que el crecimiento de la dolarización en algunos países de América Latina y de Asia ha continuado y se ha acelerado en los últimos años incluso después de la estabilización de las condiciones.

La sustitución de activos se produce debido a consideraciones sobre riesgo y rendimiento de los activos nacionales y extranjeros. Históricamente, los activos expresados en moneda extranjera han ofrecido la oportunidad de protección contra los riesgos macroeconómicos, como la inestabilidad de los precios y las depresiones económicas prolongadas

en muchos países en desarrollo. Incluso en condiciones de estabilidad coyuntural, los activos expresados en moneda extranjera pueden servir a esos fines si los residentes de un país consideran que hay una pequeña probabilidad de que vuelva la inflación.

Hay diferencias importantes entre dolarización extraoficial y plena dolarización, que presentan problemas de transición para los gobiernos que estudian dar el paso. Con la plena dolarización, toda la deuda pública y privada se expresa en dólares, y tanto las cuentas públicas como las privadas tienen que convertirse en dólares de EE.UU. Para hacer la conversión, los países tienen que fijar el tipo de cambio al que se convertirán deudas, contratos y activos financieros en vigor.

Por último, la estabilidad que promete la dolarización es en sí misma relativa, pues el valor del dólar de EE.UU. —como el de cualquier otra moneda fuerte que un país elija como suya— fluctuará frente al conjunto de otras monedas ampliamente negociadas. En el período que ha seguido a Bretton Woods, las variaciones han sido a veces considerables.

IMPLICANCIAS

Vamos ahora a mencionar algunas de las ventajas y desventajas mas importantes de la dolarización:

La prima de riesgo.

Una ventaja inmediata que produce la eliminación del riesgo de devaluación es que reduce la prima de riesgo que paga el país sobre los empréstitos del exterior, y tanto el gobierno como los inversores privados pagarán tasas de interés más bajas. Con tasas de interés más bajas y mayor estabilidad de los movimientos internacionales de capital se reduce el costo del servicio de la deuda pública y se alienta que la inversión y el crecimiento económico sean más elevados.

La magnitud de esta ventaja potencial es difícil de medir. Argentina, que ahora utiliza un sistema de caja de conversión en virtud del cual se establece una relación unívoca entre el peso y el dólar de EE.UU., ofrece un buen ejemplo de esa dificultad. En este país, el crédito en pesos conlleva tasas más altas que el crédito en dólares de EE.UU., lo que demuestra que los prestamistas perciben el riesgo de que se abandone el vínculo cambiario establecido. Sin embargo, las tasas de interés sobre las obligaciones públicas y privadas argentinas expresadas en dólares de EE.UU. también son más altas que las que se aplican a la deuda de los países industriales, y ello refleja el riesgo de incumplimiento por parte del país, o riesgo soberano, que se asigna a los títulos argentinos.

Con la dolarización, desaparecería el recargo o prima de las tasas de interés por riesgo de devaluación, pero persistiría la prima por riesgo soberano. Como en Argentina, tanto el sector público como el privado, en una economía fuertemente dolarizada, pueden elegir entre recurrir al mercado extranjero o al nacional, ya es posible eliminar el costo del riesgo de devaluación obteniendo créditos en dólares de EE.UU. La cuestión clave, entonces, es la siguiente: si hubiera una dolarización plena que eliminase el riesgo cambiario, ¿se reduciría considerablemente la prima por riesgo soberano que recarga la deuda expresada en dólares de EE.UU.?

El examen del rendimiento de bonos con diferentes características puede contribuir a desenmarañar la manera en que los mercados perciben el riesgo soberano, o de incumplimiento, separándolo del riesgo de devaluación. El riesgo soberano puede medirse por el margen que separa a la deuda pública Argentina, expresada en dólares de EE.UU., de las obligaciones del Tesoro de Estados Unidos. Este margen ha estado reduciéndose pero, en el período 1997-98 se mantenía todavía en un promedio de 3,3 puntos porcentuales. El riesgo de devaluación puede medirse por el margen entre los euro bonos expresados en pesos o en dólares de EE.UU. que, durante ese mismo período, se ha situado en un promedio de 2,5 puntos porcentuales. Hay argumentos desde ambos lados de la cuestión a efectos de determinar la medida en que existe una influencia entre riesgo soberano, o de incumplimiento, y riesgo de devaluación. Si bien, ambos varían muy a la par, no por ello existe una relación causal entre ellos. De hecho, es concebible que la mayor parte de los márgenes, ya sea en pesos o dólares de EE.UU., obedezca a factores más comunes. Por ejemplo, el deseo generalizado de pasar a activos de mejor calidad elevaría tanto la percepción del riesgo de incumplimiento como del riesgo de devaluación. En este caso, la dolarización no contribuiría a reducir mucho los márgenes en dólares de EE.UU.

Por ejemplo, en Panamá, que tiene una economía totalmente dolarizada, la ausencia de riesgo cambiario no aísla al país frente a las variaciones del sentir del mercado hacia el conjunto de los mercados emergentes. Es más, como las variaciones de los márgenes que afectan a Panamá no pueden obedecer a un riesgo de devaluación, habría que suponer que al menos una parte de los márgenes que afectan a Argentina tampoco puede explicarse únicamente por el riesgo cambiario.

Hay varios motivos por los que el riesgo de devaluación pudiera influir para que el riesgo soberano fuera mayor. Por ejemplo, los gobiernos que intervienen para evitar una crisis monetaria pueden hacer que se eleve el riesgo de incumplimiento. Así ocurrió en México en 1994 cuando se emitieron demasiados bonos expresados en dólares de EE.UU., o bonos indexados al dólar de EE.UU., en defensa del peso mexicano. O puede que un gobierno establezca controles sobre el capital y ello lleve a otros deudores al incumplimiento de su deuda expresada en dólares de EE.UU., como ocurrió en Rusia en 1998, al bloquear el gobierno el acceso de los deudores privados al mercado de divisas, impidiendo el servicio de las obligaciones de deuda en el exterior. Desde la perspectiva contraria, puede que la devaluación reduzca el riesgo de incumplimiento al llevar a una mejora de la economía nacional y de la posición fiscal, como ha ocurrido en el sistema monetario europeo. Incluso las devaluaciones que frenan inicialmente la economía pueden mejorar las perspectivas a largo plazo y, así, reducir el riesgo de incumplimiento soberano. Sólo si se analizan los datos históricos de la tasa de interés en un país podrá obtenerse una idea de la magnitud de la reducción de la prima de riesgo en caso de dolarización, infiriéndose cuál sería la evaluación que haría el mercado de la probabilidad de incumplimiento del pago de la deuda externa en condiciones de ausencia de riesgo cambiario.

Señoreaje.

El país que adopta una moneda extranjera para que tenga curso legal sacrifica el derecho de señoreaje, es decir, las utilidades que percibe la autoridad monetaria por el derecho de emisión de moneda.

El costo inmediato de perder ese derecho de emisión puede ser considerable y continúa con carácter anual. La dolarización afecta a dos tipos de pérdida de señoreaje. La primera es el costo inmediato sobre la masa de moneda pues, a medida que se introduce el dólar de EE.UU. y se retira de la circulación la moneda nacional, las autoridades monetarias tienen que comprar el volumen de moneda nacional en poder del público y los bancos, devolviéndoles de hecho el señoreaje que se ha ido acumulando con el tiempo. Segundo, las autoridades monetarias pierden las utilidades del señoreaje futuro que produce la circulación de nueva moneda emitida cada año para satisfacer el incremento de la demanda de efectivo.

En el caso de Argentina, el primer costo de la dolarización, o retirada de efectivo en circulación, sería redimir unos US$ 15.000 millones de moneda nacional fuera del banco central, o aproximadamente el 4,0% del producto interno bruto (PIB). Además, la pérdida de señoreaje que representa el incremento de la demanda de efectivo ascendería aproximadamente a otros US$ 1.000 millones al año, o alrededor del 0,3% del PIB.

Los países que no dispongan de suficientes reservas sobre el exterior para comprar la moneda nacional y dolarizar, enfrentarían costos indirectos adicionales para poder efectuar la operación inicial de compra. Si el país carece de crédito para tomar en préstamo las reservas, se vería obligado a acumularlas mediante los correspondientes superávit de la balanza en cuenta corriente. El costo podría ser considerable en términos de inversión perdida si, como suele ocurrir en los países en desarrollo, la mejor política fuera aceptar un

nivel sostenible de déficit en esa balanza.

Estados Unidos obtendría un mayor señoreaje con la dolarización de otros países. En consecuencia, se plantearía la cuestión de que las autoridades estadounidenses compartieran todo o parte de ese ingreso adicional por señoreaje con los países que adoptasen la moneda

estadounidense. Existe un precedente en los acuerdos suscritos entre Sudáfrica y otros tres estados que utilizan el rand (Lesotho, Namibia y Swazilandia). Aunque Estados Unidos no ha suscrito ningún acuerdo con Panamá ni con ninguna otra economía legalmente dolarizada, en el Senado de Estados Unidos se han presentado algunas propuestas que prevén legislar el reembolso del señoreaje.

Estabilidad.

Por importantes que sean los márgenes de riesgo y el señoreaje, puede que la dolarización ofrezca ventajas que, si bien no serán observables de inmediato, quizá lo sean a más largo plazo. Además de elevar el costo de los empréstitos para los países en desarrollo, las crisis monetarias perturban gravemente la economía de un país. En México, el PIB disminuyó un 7% en 1995, y los países asiáticos afectados por las crisis monetarias tuvieron que soportar recesiones en 1998 que se situaron entre el 7% y el 15% del PIB. La mayoría de los países gravemente afectados por las crisis recientes tuvieron que devaluar y dejar flotar su tipo de cambio, e incluso países que habían establecido un sistema de caja de conversión, como la RAE de Hong Kong y Argentina sufrieron fortísimos ataques especulativos que, si bien pudieron aguantarse con éxito, golpearon gravemente la situación económica.

La dolarización no elimina el riesgo de una crisis externa, pues los inversores podrían huir debido a deficiencias en la posición fiscal del país o a la debilidad del sistema financiero. Este tipo de crisis de la deuda puede ser tan perjudicial como cualquier otro y, de hecho, Panamá ha sufrido más de una.

Con todo, la dolarización ofrece la promesa de que el sentir del mercado sea más estable, pues eliminándose el riesgo cambiario se tiende a limitar la incidencia y la magnitud de las crisis y los casos de contagio. Además, las grandes oscilaciones de las corrientes internacionales de capital causan fuertes fluctuaciones del ciclo económico en las economías con mercado emergente incluso en ausencia de una crisis de la balanza de pagos.

Efectos sobre el comercio y los lazos financieros.

Un argumento poderoso, aunque también a largo plazo, a favor de la dolarización legal es que facilita la integración económica con el resto del mundo y hace más difícil aislar al sistema financiero nacional.

Puede que la dolarización establezca una base firme para la solidez del sector financiero y de esta manera fomente un crecimiento económico fuerte y sostenido. Se aduce que la dolarización se percibirá como un cambio institucional irreversible hacia condiciones de baja inflación, responsabilidad fiscal y transparencia.

Es más, puede que la dolarización contribuya a una mayor integración económica de lo que sería posible con Estados Unidos, o con cualquier otro país cuya moneda se adopte. En varios estudios se han encontrado indicios de que las provincias canadienses tienden a estar más integradas entre ellas en volumen de comercio y diferencias en los niveles de precio que en relación con los estados estadounidenses geográficamente más cerca; el comercio es hasta 20 veces mayor entre las provincias canadienses que con los estados estadounidenses cercanos. El uso de una moneda común puede ser así el factor vital de la integración del mercado, pues el comercio transfronterizo entre Estados Unidos y Canadá presenta costos de transacción bastante bajos y restricciones menores.

La dolarización también podría conseguir una integración más estrecha de los mercados financieros. Uno de los efectos más profundos de la dolarización de Panamá ha sido la estrecha integración de su sistema bancario con el de Estados Unidos y, de hecho, con el resto del mundo, sobre todo después de la importante liberalización de 1969-70.

Opción de salida.

Con la plena dolarización, un país cede completamente el control sobre la política monetaria y cambiaria. Esta situación podría parecer idéntica a la modalidad de caja de conversión, pues un país que adopte esa modalidad no puede devaluar. Sin embargo, y aunque sólo sea en circunstancias excepcionales, el sistema de caja de conversión ofrece un resquicio para abandonar el tipo de cambio vinculado. Tanto es así, que el objetivo principal de la plena dolarización es eliminar ese riesgo de devaluación.

Devaluación aprovechada. Las grandes perturbaciones, como una fuerte subida del precio mundial del petróleo o la caída del precio de un importante producto de exportación, quizás exijan que los países devalúen. De lo contrario, tendrán que absorber las sacudidas mediante salarios nominales más bajos y ajuste de los precios internos. Puede que entonces sea inevitable una recesión importante, sobre todo en las economías con mercados laborales rígidos.

La experiencia con el abandono del patrón oro y la devaluación del franco CFA en 1994 indican que una opción de salida puede ser de gran valor si se presentan perturbaciones súbitas y extremas. Por ejemplo, durante la gran depresión económica del siglo pasado, los países industriales que mejor la atravesaron fueron los que antes abandonaron el régimen de tipo de cambio fijo de la época, es decir, el patrón oro. Argentina fue uno de ellos y sufrió consecuencias económicas relativamente leves al abandonar pronto la convertibilidad y estimular luego ampliamente la economía mediante medidas de política monetaria que compensaran el impacto deflacionario de la salida de capital.

Los países de la zona del franco CFA, en África occidental y central, son ejemplo reciente de estados con una moneda firmemente vinculada que han devaluado con éxito para superar las graves perturbaciones externas y el lento crecimiento. La zona del franco CFA, formada por 14 naciones, se asemeja a un sistema de caja de conversión, con moneda plenamente convertible y un tipo de cambio que estuvo fijado a la par con el franco francés desde 1948 hasta 1994. Desde la segunda mitad de los años ochenta hasta principios de los noventa, el producto de la zona del franco CFA se mantuvo estancado mientras el franco francés aumentaba de valor frente al dólar de EE.UU.; en consecuencia, el franco CFA se apreció, empeoró la relación de intercambio y los costos laborales se elevaron fuertemente. En 1994, los 14 países decidieron devaluar en un 50%, logrando un giro de la situación que condujo a que el producto, la exportación y la inversión crecieran. Por último, los países que cuenten con formuladores de política altamente creíbles podrían estar también en buena situación para aprovechar una devaluación, pues es probable que las expectativas de inflación sean más bajas que en los países con un historial de política laxa en materia fiscal y monetaria. Por ejemplo, la devaluación en la zona del franco CFA produjo poca inflación porque tuvo lugar en circunstancias en las que el pasado indicaba un largo período de recurso exclusivo al ajuste interno para hacer frente a las sacudidas económicas.

Devaluación con costo elevado. Los ejemplos que siguen parecen indicar que un país quizá tenga que pagar un costo elevado si no opta por salirse de un sistema de tipo de cambio fijo. Lo contrario es cierto si la política monetaria no se ha gestionado debidamente y las expectativas de inflación son muy sensibles al tipo de cambio. En estas situaciones, una devaluación puede conducir a que los precios internos suban fuertemente y ello dificulta la posibilidad de conseguir una variación del tipo de cambio real. De igual manera, en los países cuya economía está tan dolarizada que la moneda de Estados Unidos es frecuentemente la unidad de cuenta que se emplea de hecho, la devaluación conducirá rápidamente a una subida de los precios internos, lo que limita de nuevo la eficacia de la devaluación. Es por lo que Argentina decidió adoptar un sistema de caja de conversión.

Los países con un alto grado de dolarización de los activos financieros tienen motivos adicionales para evitar la devaluación. Si los bancos o empresas de un país reciben grandes cantidades de crédito expresado en dólares de EE.UU., la devaluación empeora gravemente la situación de los balances. Incluso si los bancos concedieran el crédito a las empresas nacionales en dólares de EE.UU., manteniendo así en sus libros una correspondencia de los riesgos en moneda, tendrían que soportar un importante riesgo cambiario.

La fuerte depreciación de la moneda nacional produciría una gran caída en el ingreso de los clientes del banco expresado en dólares de EE.UU. y ello reduciría su capacidad para atender el servicio de la deuda en dólares.

Como quedó demostrado en las crisis monetarias de México en 1994 y de Asia oriental en 1997, si los sistemas bancarios son frágiles y las posiciones del sector privado en divisas alcanzan fuertes sumas, la situación financiera de los bancos y las empresas corre tanto riesgo tras una devaluación que la actividad económica se ve gravemente perturbada. En consecuencia, la devaluación como opción de política puede acarrear un costo prohibitivo para las economías muy dolarizadas, y pasar a la plena dolarización no significaría perder una herramienta de política importante.

Función de prestamista de última instancia y estabilidad del sistema financiero.

Si bien la plena dolarización elimina la vulnerabilidad del sistema bancario ante el riesgo de devaluación, no por ello desaparecen todas las causas que pueden provocar una crisis bancaria. Si se produce una crisis de ese tipo, la situación de plena dolarización podría muy bien ser un obstáculo para la función nacional de prestamista de última instancia y, así, la respuesta del banco central ante una situación de urgencia en el sistema financiero.

La función que desempeña el banco central en la ventanilla de descuento para inyectar liquidez a corto plazo tiene que separarse aquí de la función que cumple como garante final de la estabilidad de los sistemas financiero y de pagos en caso de pánico sistémico.

La dolarización no impedirá mucho la capacidad de la autoridades para ofrecer al sistema liquidez a corto plazo o acudir en ayuda de los bancos que atraviesen dificultades. El servicio estará disponible siempre que el banco central (o la institución que le sustituya) aparte con antelación los fondos que hagan falta o negocie quizá líneas de crédito con los bancos internacionales.

En cambio, el gobierno pierde cierta capacidad para reaccionar ante una retirada súbita de depósitos bancarios en el sistema. En caso de pérdida generalizada de confianza, las autoridades no podrían garantizar la totalidad del sistema de pagos ni respaldar completamente los depósitos bancarios. En definitiva, la capacidad de imprimir dinero si hace falta es lo que permite que un banco central garantice sin fisuras que se satisfará plenamente todo derecho monetario (en moneda nacional) en cualquier circunstancia. Si la capacidad de imprimir dinero desaparece, surgen limitaciones en la función de prestamista de última instancia. Un país con una economía plenamente dolarizada que ya haya gastado sus reservas en divisas para rescatar la masa de moneda nacional podría muy bien carecer de recursos que le permitan reaccionar.

Margen para las cajas de conversión. Las cajas de conversión pueden crear dinero primario únicamente en la medida en que acumulen reservas, así que están casi tan limitadas como lo estarían las autoridades monetarias de una economía dolarizada. Sin embargo, en casos importantes de un sistema de caja de conversión, las autoridades se conceden un cierto margen de flexibilidad para crear dinero que no está plenamente respaldado, en parte para poder hacer frente a las crisis bancarias. Por ejemplo, en el caso del ataque contra el peso argentino durante la crisis llamada del efecto te-quila que ocurrió en 1995, las autoridades monetarias argentinas pudieron satisfacer parcialmente que los depósitos en pesos se convirtieran en depósitos en dólares de EE.UU. en el extranjero y también en dólares en efectivo. Reduciendo temporalmente la cobertura en reservas fijada para el dinero primario, pudieron aumentar la entrega de dólares en efectivo y facilitar crédito en dólares de EE.UU. a los bancos que los necesitaban para mantenerse a flote. Tras el ataque de 1997 contra el dólar de Hong Kong, la autoridad monetaria de Hong Kong estableció en septiembre de 1998 una ventanilla de descuento que facilitaba liquidez a corto plazo a los bancos de manera más flexible y a menor costo que con un sistema anteriormente en vigor. Se espera que el nuevo sistema reduzca la volatilidad de las tasas de interés internas a corto plazo. Sin embargo, el volumen máximo de redescuento es limitado, y la autoridad monetaria de Hong Kong respalda plenamente con divisas ese redescuento.

Inevitablemente, en un sistema de caja de conversión, el margen de flexibilidad ante situaciones de pánico bancario es limitado. Es más, incluso sin las restricciones que impone un sistema de caja de conversión, la capacidad de un banco central para encontrar salida a una crisis financiera recurriendo sólo a imprimir más dinero también es limitada. Inyectar liquidez en el sistema bancario para evitar que quiebre puede que sólo conduzca a mayores presiones sobre las reservas de divisas o el tipo de cambio.

MOTIVOS DE DOLARIZACIÓN EN LOS PAÍSES ESTUDIADOS.

Panamá.

El 3 de noviembre, el Departamento de Panamá, hasta entonces parte integrante de la República de Colombia, declaró su independencia y se convirtió en el vigésimo primer estado americano. Apenas 15 días después el secretario de estado norteamericano John Hay y un ingeniero francés, Philippe Bunau Varilla, que actuaba en nombre de la nueva nación, firmaron un tratado por el que Panamá cedía a perpetuidad a Estados Unidos derechos cuasi soberanos para construir un canal interoceánico, administrarlo, usufructuarlo y defenderlo. Ese tratado, que ningún panameño firmó, iba a signar la suerte del país a lo largo de todo el siglo. No era un secreto que tanto Gran Bretaña como Estados Unidos estaban desde hacía rato a la búsqueda de una vía que acortara la navegación del Atlántico al Pacífico. El descubrimiento de oro en California hacía más imperiosa esa necesidad, y Colombia ya había autorizado a empresas norteamericanas a construir un ferrocarril en el istmo, de una a otra costa, pero se mostraba reticente a aprobar la construcción de un canal en los términos reclamados por los estadounidenses. Los independentistas panameños (en su mayoría familias acomodadas que veían la posibilidad de enriquecerse aun más) temieron que el canal terminara por hacerse en Nicaragua, y consiguieron el apoyo de Estados Unidos para sus propósitos secesionistas. El tratado Hay-Bunau Varilla comenzó a ser impugnado en Panamá casi de inmediato, y dio lugar a una larga historia de fricciones entre Panamá y Washington, y a reclamos populares panameños a veces violentos. Estados Unidos fue haciendo concesiones menores para descomprimir la situación pero sólo en 1977 el presidente estadounidense Jimmy Carter y el general panameño Omar Torrijos firmaron unos tratados por los que a partir del primer minuto del 2000, Panamá recupera la soberanía plena sobre el canal y sus territorios adyacentes, y Estados Unidos abandona por completo las bases militares instaladas en la región. Para entonces, el canal habrá redituado a Panamá no más de 200 millones de dólares en aranceles, sueldos e impuestos, y a Estados Unidos no menos de 30.000 millones de dólares, principalmente en economías de transporte. El canal no permite la navegación de los modernos buques de gran porte y los grandes portaaviones actuales no pueden atravesarlo.

Fue así como en 1904 el dólar se declaró moneda de curso legal en Panamá. En 1970, una nueva ley bancaria permitió integrar el sistema a los mercados financieros internacionales, por medio de la participación de gran numero de bancos internacionales. Estos mediante un ajuste del portafolio resuelven los excesos de demanda u oferta de dinero, invirtiendo tanto interna como externamente los recursos, según sea el caso.

El sistema monetario de Panamá cuenta con las siguientes características: Se usa el dólar como circulante. El Balboa, la moneda nacional, es una unidad de cuenta y sólo existe en monedas fraccionarias. Los mercados de capital son libres, no hay intervención del gobierno, o restricciones a transacciones bancarias, o a los flujos financieros, o a las tasas de interés. Hay una gran cantidad de bancos internacionales, además no hay un Banco Central.

En la economía panameña el proceso de equilibrio monetario y macroeconómico puede no verse afectado por las distorsiones del sector financiero, la intervención gubernamental o políticas del Banco Central y sí juegan un papel importante la integración financiera y las decisiones del sector privado. En este país el incremento del gasto público es inefectivo para aumentar el nivel de actividad económica a corto plazo. Esto es claro si el gasto es financiado internamente, debido al desplazamiento de inversión privada (crowding out). Por otra parte, en situaciones de crisis el gobierno no puede pedir prestado cuando le plazca, porque ya se tiene comprometida la capacidad del préstamo, o, toma tiempo para obtenerlos. En efecto, los gastos del gobierno han decrecido durante las diferentes crisis económicas de los años 1964,1973,1983 y 1988-89, mientras que los gastos privados aumentaron en 1964 y en 1978-89.

Si el aumento en el gasto público se financia con fondos del exterior, esto aumenta la oferta de dólares al sistema bancario. Los bancos por su cuenta, ajustaran su posición neta de pasivos, reduciendo el uso de fondos externos o invirtiendo afuera la cantidad de dólares en exceso a las necesidades financieras. Por lo que el cambio en el nivel real de deuda pública es compensado por cambios opuestos en el nivel de deuda neta y capital de la banca. Como consecuencia se da que el flujo neto de recursos externos no cambia, comparado con lo que hubiera sido sin el aumento del gasto público, sólo cambia la composición de flujo de capital.

El sistema panameño es óptimo debido a su estabilidad, ajuste efectivo frente a choques, alto nivel de confianza y la ausencia de distorsiones en los macro-precios financieros -tipo de cambio real (TCR), tasa de interés real, los salarios reales y el precio de los activos-, que están determinados en el mercado. La integración financiera por su parte, produce bajas tasas de interés y amplio flujo de capitales, por ende, mayor crecimiento.

Condiciones ideales para una eficiente dolarización son: una importante proporción de las exportaciones en la moneda de reserva -lo que minimiza la necesidad de variaciones en la tasa de cambio real- y que los ingresos de las exportaciones sean estables y diversificados, lo que refuerza la estabilidad económica y evita que haya cambios abruptos del TCR.

El costo operativo del sistema monetario panameño, aún usando el dólar como circulante es menor que el costo de un sistema autónomo.

Con respecto al TCR, medido comparando el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de Panamá y el de Estados Unidos, presenta dos características: 1) Una persistente declinación, de 1,7 puntos porcentuales por ano, ya que la inflación de Panamá es menor que la de EE.UU. Esta tendencia a largo plazo ha resultado en una depreciación real del 46,2 por ciento desde 1961. 2) Un pequeño rango de variación de ano en ano, menor de 4 puntos porcentuales con respecto a la tendencia. La estabilidad del tipo de cambio es el resultado de su sistema monetario y de la estabilidad de sus ingresos de exportación. Un estudio del BID encontró índices de volatilidad del TCR de 13,3 para América Latina, 4,8 para países desarrollados y solo el 2,3 para Panamá.

El uso del dólar y la gran cantidad de bancos ha creado un mercado financiero muy competitivo, además, con bajo riesgo país y ningún riesgo de devaluación. Con integración financiera, las tasas de interés son determinadas por, y cerca de, los intereses en mercados internacionales, ajustados por costos de transacción y riesgo. La banca internacional paga a sus depositantes una tasa cercana al LIBOR, que es su costo alterno de fondos. El promedio de interés a depósitos es menos de medio punto por encima del LIBOR en Panamá. La tasa para préstamos comerciales es ahora menos de dos puntos porcentuales sobre la PRIME RATE.

La inflación en Panamá ha sido baja y estable. El promedio de aumento del IPC, entre 1961-97, fue del 3 por ciento por ano, 1,4 % anual excluyendo 1973-81, y menos del 1 % en 1998. La baja inflación es producto de que no hay exceso de oferta monetaria, y el gobierno no puede monetizar su déficit. Además, los cambios en el nivel de precios provienen principalmente de cambios en la inflación mundial ajustados a factores de política económica interna (impuesto y nivel de protección); el mecanismo de transmisión es a través de los productos importados. La tasa de crecimiento del PIB ha sido alta y estable, a pesar de distorsiones microeconómicas. La estabilidad es consecuencia de su sistema monetario y de la estabilidad de su ingreso de exportaciones de servicios relacionados a su posición geográfica, que son un alto porcentaje de la economía.

Los índices de volatilidad del PIB y de los términos de intercambio han sido 2,0 y 7,9 respectivamente, mientras que para América Latina han sido de 4,7 y 15,1 (BID, 1995). La ausencia de emisión monetaria significa que existe un límite presupuestario al gasto público. No existen políticas que crean desequilibrios fiscales, cuando hay necesidad de reducir el déficit se reducen los gastos, particularmente de inversión y ocasionalmente se aumentan los impuestos.

Ecuador.

En Ecuador la dolarización comenzó a debatirse en septiembre de 1998. La propuesta vino de diversos sectores productivos del país. Desde esa fecha se comenzaron a sumar adeptos a la propuesta, pues el sucre se había depreciado en 355% desde que asumió el poder el nuevo gobierno.

Para Ecuador, el 9 de enero del 2000 es una fecha histórica. Ese día, el ex Presidente de Ecuador, Jamil Mahuad, anunció a los habitantes su decisión de implantar un programa de dolarización económica.

A partir de ahí los ojos del mundo se volcaron a este pequeño país sudamericano. Análisis, estudios e informes provenientes de diferentes rincones del planeta, empezaron a hablar sobre las perspectivas de la nación con el nuevo modelo. También desde esa época en América Latina se comenzó a debatir la posibilidad de que en la región se instaure una moneda única (el dólar estadounidense), al estilo del euro en la Unión Europea.

Con la aprobación de la Ley Fundamental para la Transformación Económica del Ecuador, a la que se denominó trolebús (en alusión a Mahuad, quien previamente fue Alcalde de Quito y puso en marcha ese vehículo como alternativa de transporte), el nuevo mandatario, Gustavo Noboa Bejarano (quien asumió el poder en febrero del 2000 tras la destitución de Mahuad), ratificó y puso en marcha la dolarización.

Desde la vigencia de la República en 1830, Ecuador ha experimentado diversos sistemas cambiarios. La incautación de divisas, devaluaciones graduales, macro devaluaciones, bandas cambiarias o flotación sucia y la libre flotación del dólar, son algunos de ellos.

Al margen de los esquemas que aplicaran los gobiernos de turno, la dolarización informal de la economía era un hecho. Transacciones de bienes y servicios se realizaban tomando en cuenta a la divisa estadounidense como referencia, es decir la dolarización era tácita.

Su incidencia en las diversas actividades privadas y públicas se profundizó a raíz de la aprobación de la Ley de Instituciones del Sistema Financiero y Banco del Estado en 1995, durante el régimen de Sixto Durán-Ballén. Ella trajo de la mano la posibilidad de abrir cuentas bancarias en dólares y las operaciones en esa divisa se hicieron cotidianas en la vida de los ecuatorianos. Únicamente los salarios, no se pagaban en dólares.

Ecuador en menos de diez años pasó de ser una economía poco dolarizada a otra altamente dolarizada.

Frente a esa situación, en septiembre de 1998, Joyce de Ginatta, titular de la Cámara de la Pequeña Industria, planteó al régimen la alternativa de la dolarización para enfrentar la debacle de la economía e impedir que los salarios de los trabajadores continuaran pulverizándose.

Durante 9 meses había portado un crespón en su vestimenta como símbolo de luto por el mal manejo económico del gobierno. Desde ese día utiliza el tricolor nacional. Hecho que reflejaba la inconformidad de los diversos sectores económicos del país con este manejo.

Con su propuesta pretendía mitigar la desesperación ciudadana. Incrementos desmesurados en un mismo día en el precio del dólar, el congelamiento de los depósitos, la fuga de capitales al exterior, la desconfianza en la administración de Jamil Mahuad, fueron los causantes de ese estado de ánimo en los ecuatorianos.

La diaria devaluación del sucre mantenía en vilo a los habitantes. Pese a las intervenciones del Banco Central y al drenaje de la Reserva Monetaria Internacional, el sucre se depreció en 355,53%, desde que Mahuad asumió el poder. Es decir que los salarios al 9 de enero del 2000, se habían reducido a la tercera parte de lo que valían en dólares en agosto de 1998.

Desde el anuncio de la dolarización se estabilizó el mercado cambiario y se frenó el alza del dólar. La tranquilidad volvió a los habitantes, quienes empezaron a adaptarse al nuevo modelo.

Una muestra de la creatividad y esfuerzo de la sociedad civil es la comercialización de las tablitas de conversión, que han sido de gran ayuda para la comunidad. Bancos, industrias, comercios y el ciudadano común son los clientes del lucrativo negocio.

EVOLUCIÓN DEL TIPO DE CAMBIO DEL DÓLAR EN ECUADOR

AÑOS

PRECIO EN SUCRES

Diciembre 1990

899,50

Diciembre 1991

1.301,50

Diciembre 1992

1.846,94

Diciembre 1993

2.043,78

Diciembre 1994

2.279,69

Diciembre 1995

2.926,05

Diciembre 1996

3.633,85

Diciembre 1997

4.437,44

Diciembre 1998

6.770,42

Diciembre 1999

19.917,14

Enero 2000

25.000

Fuente: Banco Central del Ecuador

En pocas palabras, Ecuador estaba sufriendo una de las peores crisis de su historia, tenía una inflación acumulada de mas del 100% anual, desde diciembre de 1997 (que fue cuando empezaron en Ecuador los problemas políticos y económicos) a enero del 2000 el sucre se había devaluado mas de 500%.

Argentina.

Dos fueron, sintéticamente, los componentes del contexto económico y político en el que se

produjo el lanzamiento de las reformas de mercado en Argentina. El primero fue la explosión hiperinflacionaria que sacudió la economía Argentina a mediados de 1989 y que provocó literalmente el derrumbe de las finanzas públicas. La hiperinflación puso fin, en forma dramática a una serie de intentos estabilizadores que se sucedieron cada vez con menos éxito durante la segunda mitad de la década del ochenta, precipitados por la crisis de la deuda externa. A comienzos de 1989, a una situación fiscal sumamente deteriorada, un creciente endeudamiento gubernamental a tasas y plazos desfavorables y reservas internacionales en niveles mínimos, se sumó la incertidumbre generada por las inminentes elecciones presidenciales. En este contexto, las autoridades se vieron en dificultades para gobernar. Fue entonces cuando Raúl Alfonsín, el presidente en ejercicio, decidió renunciar cinco meses antes de finalizar su mandato legal, llevando a la asunción de Carlos Menem, electo en los comicios de mayo de 1989. Ante el potencial de aniquilamiento político que exhibía la crisis, el nuevo presidente peronista, sorprendiendo por igual a amigos y adversarios, dejó de lado el programa populista al que debía en gran parte su victoria electoral. En su lugar, adoptó la política de ajuste y liberalización económica en un esfuerzo por lograr la aquiescencia de los principales agentes económicos, internos y externos, que disponían de un insoslayable poder de veto sobre los mercados y la sustentabilidad política del flamante gobierno.

El segundo componente del contexto económico y político de reformas es la relación del Presidente Menem con el movimiento peronista y su coalición de gobierno. En retrospectiva, la opción de Menem en favor de la liberalización económica no fue el elemento determinante en la crítica coyuntura de 1989. De hecho, la crisis de las finanzas públicas y la necesidad de ganar reputación frente a la comunidad de negocios ni le dejaron otra alternativa. Lo que marcó la diferencia crucial desde el punto de vista político fue que pudiera abandonar las banderas estatistas y distribucionistas del peronismo sin perder por ello el respaldo de sus partidarios. Las razones de esto habría que buscarlas en las mismas causas que suscitaron las reservas iniciales de los empresarios, sus credenciales políticas.

Menem había resultado victorioso, primero dentro de su partido y luego en las elecciones presidenciales, levantando las consignas de un populismo mesiánico de hondo arraigo en el peronismo.

Con su victoria, por primera vez después de la muerte de Perón en 1974, el peronismo se había unificado en torno de un liderazgo aceptado por todas las corrientes. Por consiguiente, cuando llegó al gobierno lo hizo llevando consigo el capital político necesario para legitimar sus opciones de política.

Hay que destacar, no obstante, que el nuevo rumbo económico y político de Menem provocó tensiones dentro del movimiento peronista, pero los disidentes no tuvieron alternativas políticas para canalizar su inconformidad. Algunos sindicatos y militantes presionaron en favor de estrategias de confrontación. Sin embargo, la mayoría de los peronistas se mostró poco inclinada a seguir un curso de acción que podía poner en peligro el acceso a los recursos del patronazgo estatal. Menem explotó esta actitud y, aplicando de manera selectiva desde la presidencia premios y castigos, logró mantener bajo control a su movimiento. De este modo, pudo formar una inédita y poderosa coalición de gobierno, en la que reunió el poder institucional de la mayoría electoral peronista con el respaldo de los núcleos más expresivos del poder económico.

A lo largo de la gestión de Menem las condiciones originales del contexto económico y político experimentaron cambios. En lo que se refiere a la situación económica señalemos que, durante los primeros 18 meses, el gobierno intentó sin éxitos duraderos superar la coyuntura inflacionaria. Fue recién a comienzos de 1991 que se alcanzó ese objetivo con el Plan de Convertibilidad diseñado por el Ministro Domingo Cavallo. Este logró se combinó con las favorables circunstancias por las que atravesaba entonces el mercado internacional de capitales y dio paso a un período de estabilidad y reactivación económica. Paralelamente, el contexto político se desplazó desde una situación dominada por el monopolio de la decisión en manos del ejecutivo a otra en donde se asistió a la recomposición de un mayor equilibrio relativo en las relaciones del gobierno y los sectores integrantes de su coalición de apoyo.

El Salvador.

Durante el año 2000, la economía salvadoreña creció al 2 por ciento, lo que acentuó una tendencia a la desaceleración observada en la segunda mitad de los noventa. El comportamiento de la actividad económica durante el 2000 reflejó el drenaje de recursos que ocasionó el deterioro en los términos de intercambio, particularmente, el aumento en los precios del petróleo y la caída en los precios del café, así como la caída en la inversión pública. Por el lado de la demanda, el crecimiento fue impulsado por un fuerte aumento de las exportaciones (16,5 por ciento) y por la expansión más moderada de la inversión (5,2 por ciento). Sin embargo, el aumento de las importaciones también fue acelerado y absorbió una buena parte del aumento en la demanda.

El desempleo disminuyó levemente durante el 2000 para ubicarse en 6 por ciento en el último trimestre, en relación con 6,6 por ciento durante el último trimestre de 1999. A pesar de haber disminuido, la tasa de subempleo se mantuvo a niveles sumamente elevados (29,4 por ciento de la fuerza de trabajo). Esta situación es una manifestación del decreciente dinamismo de la economía formal en los últimos años.

El Salvador ha sido uno de los países de América Latina que durante la década de los 90 ha mostrado mayor estabilidad de precios. Durante el año 2000, la inflación anual, enero a diciembre, alcanzó 4,3 por ciento. Ello representa una aceleración considerable con respecto a 1999, cuando la economía experimentó una caída de precios de 1 por ciento. A pesar que la cifra para 2000 pudiera considerarse elevada, y de hecho supera la meta de inflación establecida por el Gobierno en su programa monetario (2 a 4 por ciento), el aumento en el índice de precios al consumidor refleja efectos transitorios y de una sola vez, tales como el incremento en los precios de los derivados del petróleo, la eliminación de ciertas exenciones al impuesto al valor agregado y la reducción de los subsidios al consumo de energía eléctrica.

En los resultados del sector externo, destaca el crecimiento en el valor de las exportaciones en 19 por ciento, liderado por el aumento registrado en el valor de las exportaciones de la maquila y en el volumen de ventas de café, compensando una fuerte caída en el precio, el cual llegó a sus niveles más bajos de la década. Las importaciones tuvieron un incremento de 21,4 por ciento con relación al valor de las importaciones del año anterior. Aún cuando hubo una desaceleración en el crecimiento de la actividad económica, las importaciones de bienes de consumo durables y no durables aumentaron en 20,3 por ciento, incremento que se vio acompañado por un aumento en las importaciones de bienes de capital de 17,5 por ciento y de bienes intermedios de 24,4 por ciento, reflejando estas últimas el impacto del aumento en los precios de los hidrocarburos. Como resultado, la balanza comercial amplió su déficit en US$ 349,1 millones para ubicarse en 12,9 por ciento del PIB (US$ 1,7 mil millones).

Por su parte, el déficit de la balanza de bienes y servicios representó 14,5 por ciento del PIB, el cual no pudo ser neutralizado por el aumento del 27,4 por ciento registrado en las remesas de trabajadores, que se situaron en US$ 1,8 mil millones (13,2 por ciento del PIB). En consecuencia, la cuenta corriente amplió su brecha durante 2000, llegando al 3 por ciento del PIB (US$ 402,8 millones). Las reservas internacionales netas en poder del Banco Central disminuyeron en US$ 48,6 millones, pero aún son elevadas (US$ 1,9 mil millones), representan 4,5 meses de importaciones e incluso superan a la base monetaria.

El tipo de cambio real efectivo registró una apreciación de casi 3 por ciento durante 2000, continuando una tendencia que se empezó a manifestar a comienzos de los noventa. Con el elevado nivel de remesas que entran al país (que son aproximadamente del mismo nivel que las exportaciones de bienes más el valor agregado por la maquila), es muy difícil evitar la apreciación. De hecho, ella refleja la forma en que la economía acomoda el ingreso de divisas por concepto de remesas. Esta es una de las razones que han llevado a las autoridades a adoptar un nuevo sistema monetario basado en la dolarización (véase más abajo).

Dolarización en América Latina

Los sismos incidirán significativamente sobre las cuentas externas de El Salvador. Las exportaciones tradicionales agropecuarias de El Salvador registrarán una merma que podría durar varios años, especialmente en el sector cafetalero y pesquero. Por otra parte, el aumento en la demanda impulsado por el programa de reconstrucción generará un aumento en las importaciones.

Las finanzas del sector público no financiero (SPNF) mostraron un ligero deterioro en 2000, al aumentar su déficit global en 0,2 por ciento PIB, para ubicarse en 3 por ciento del PIB. De no contarse con donaciones equivalentes a 0,8 por ciento del PIB, el déficit hubiese sido mayor en una cantidad equivalente. Un problema adicional que enfrentan las autoridades económicas es la baja carga tributaria, que en 2000 fue de sólo 10,2 por ciento del PIB, uno de los niveles más bajos de América Latina. Una carga tributaria tan exigua hace difícil que el Gobierno realice las inversiones en desarrollo humano indispensables para mejorar el bienestar de la población e impulsar el crecimiento acelerado. El desafío de aumentar la carga tributaria será aún mayor después de los sismos de comienzos de 2001.

El déficit del SPNF fue financiado con endeudamiento externo, utilización de depósitos en el sistema financiero y colocación de títulos públicos (LETES). El perfil de deuda de El Salvador es muy favorable. La deuda del sector público alcanzó los US$ 4,1 mil millones (31 por ciento del PIB) a fines de 2000. De esta cifra, US$ 2,8 mil millones (21 por ciento del PIB) corresponden a deuda externa. El servicio de la deuda externa representó 10,6 por ciento de las exportaciones en 2000. El saldo de la deuda pública de corto plazo es de sólo US$ 456 millones.

Las tasas de interés para operaciones en moneda nacional mostraron una tendencia a la baja a lo largo del año 2000. La reducción de las tasas se acentuó con la aprobación de la Ley de Integración Monetaria. Las tasas pasivas para depósitos a plazo de 180 días bajaron de 8,5 por ciento en la última semana de noviembre a 7,1 por ciento en la última semana de diciembre. Las tasas activas de corto plazo siguieron esta tendencia. En relación con las operaciones en dólares, las tasas de interés pasivas giraron alrededor del 6,5 por ciento durante el año, para los depósitos a 180 días, en tanto que las tasas activas de corto plazo se ubicaron en promedio en 10,6 por ciento a finales de diciembre.

Políticas económicas.

El programa económico de El Salvador para el año 2000 tenía como objetivo dinamizar el crecimiento de la actividad económica y mantener la estabilidad de precios. La evolución de la economía que se describe más arriba indica que el segundo objetivo se logró de manera más completa que el primero. La economía salvadoreña está acusando problemas de competitividad internacional que se han agudizado por la apreciación del tipo de cambio real en el último decenio, consecuencia ineludible de la fuerte entrada de divisas por concepto de remesas familiares. Ello obligará a las autoridades a intensificar sus esfuerzos por crear un marco económico favorable para reducir los costos de producir en El Salvador y para que las empresas busquen nichos de mercado en productos de mayor complejidad y capaces de sustentar salarios reales más elevados.

Quizás la medida de política económica más relevante del año fue la aprobación del nuevo sistema monetario que entró en vigencia el 1º de enero de 2001. A través de la Ley de Integración Monetaria se da curso legal al dólar como unidad de cuenta y medio de cambio, en un esquema bimonetario en el cual circularán el colón y el dólar de manera irrestricta a un tipo de cambio fijo de 8,75 colones por dólar; el dólar pasa a ser la unidad de cuenta del sistema financiero; y se otorga a los agentes económicos la libertad para contratar en cualquier moneda, conjuntamente con la obligación de pagar en la moneda contratada.

Se espera que la dolarización de la economía permita reducir las tasas de interés; aumente la competencia en el sistema financiero e incentive el crecimiento de los flujos de comercio internacional, por cuanto disminuirán los costos de transacción al eliminarse el riesgo cambiario. De hecho, como ya se anotó, las tasas de interés descendieron hacia fines de 2000 en anticipación a la dolarización. Efectivamente, entonces, con la dolarización desaparece el riesgo cambiario y hace que caigan las tasas de interés. Sin embargo, las tasas en El Salvador están aún bastante por encima de las estadounidenses, reflejando una percepción de riesgo país relativamente elevada.

La política fiscal estuvo dirigida a evitar que las necesidades de financiamiento del sector público se ampliaran, para lo cual se tomaron algunas medidas tanto por el lado de los ingresos como por el de los gastos. El impacto de estas medidas se percibirá en forma plena en 2001. Por el lado de los ingresos, las exenciones al IVA que beneficiaban a los granos, productos lácteos, químicos básicos y medicinas fueron eliminadas. También se redujo en forma gradual el subsidio al consumo de energía eléctrica. A finales de año se aprobó el Código Tributario que entró en vigencia el 1º de enero de 2001. Su puesta en práctica contribuirá a mejorar la recaudación, al contarse con un marco legal definido que permita sancionar a los infractores.

Para compensar los efectos expansivos de la política fiscal, durante casi todo el año, el Banco Central de la Reserva (BCR) condujo una política monetaria restrictiva, a través de sus operaciones de mercado abierto, que complementaron la esterilización de dinero base que tuvo lugar a través de la venta de dólares por parte del BCR al sistema financiero. Sin embargo, a finales del año, a fin de facilitar el proceso de integración monetaria, el BCR redujo la colocación de sus títulos (Certificados de Absorción Monetaria, CAM-D). Parte de los recursos liberados por la no renovación de los CAM-D fueron utilizados por la banca para financiar la adquisición de divisas al BCR.

En materia de política comercial, se ha continuado avanzando en la negociación y consolidación de acuerdos comerciales internacionales. En primer lugar, El Salvador es uno de los países beneficiarios de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe. Paralelamente, El Salvador mantuvo los tratados comerciales existentes con República Dominicana, la región centroamericana, México, y los acuerdos preferenciales de comercio con Venezuela y Colombia. Se firmó con Guatemala un Acuerdo Marco para el establecimiento de una unión aduanera, al cual se sumó Honduras posteriormente. En junio, se dio inicio al proyecto piloto de unificación aduanera con Guatemala, con la integración de dos puestos fronterizos. Finalmente, se continuó trabajando en una serie de acuerdos que tienen menores impactos en las relaciones comerciales de El Salvador, incluyendo tratados de libre comercio con Chile, Canadá y la Comunidad Andina. Con Panamá se está negociando un esquema de libre comercio centrado en servicios financieros y transporte marítimo.

Se ha reforzado el marco legal en dos áreas importantes. El 1º de enero de 2001 entró en vigencia la Ley de Intermediarios Financieros no Bancarios, que contribuirá a regular el sector. Asimismo, la transparencia en el sector público mejorará a través de la aprobación de la Ley de Adquisiciones y Contrataciones de la Administración Pública.

PERSPECTIVAS DE LOS PAISES DOLARIZADOS.

El Salvador.

El desempeño de la economía salvadoreña en el corto y mediano plazo estará vinculado al Plan de Reconstrucción de los daños causados por los sismos, el cual será impulsado en su mayor parte por el sector público. El monto total de la inversión contemplada en el plan de reconstrucción se estima en US$ 2 mil millones, de los cuales las tres cuartas partes corresponden a inversión pública a ser ejecutada en un período de seis años. Este programa generará presiones adicionales sobre las finanzas públicas, las cuentas externas y el perfil de deuda de la economía salvadoreña.

Si bien la mayor parte de las pérdidas del acervo de capital eran de propiedad del sector privado, más del 20 por ciento de los activos afectados corresponden a viviendas, afectando a segmentos de la población de muy bajos ingresos. El impacto social de las pérdidas ha hecho necesario que el Gobierno diseñe un conjunto de programas para apoyar al sector privado a reponer esos activos. Además, se está aprovechando la necesidad de reconstrucción para hacer inversiones que ayuden a mejorar las condiciones de vida de las poblaciones afectadas. En la agricultura, se está incentivando a los productores para que sustituyan los cultivos tradicionales por otros con mayor viabilidad financiera y potencial de exportación.

A pesar que las actividades de reconstrucción ayudarán a dinamizar la actividad económica, las pérdidas de potencial productivo a causa de los sismos redundará en una tasa de crecimiento de sólo 3 por ciento en 2000, inferior a la proyectada antes de los terremotos (3,5 a 4,5 por ciento). Los sectores agropecuario y de la pequeña y mediana empresa mostrarán cierto rezago durante los primeros años de la reconstrucción. Si bien los problemas de transporte podrían generar algunas presiones en precios, se ha mantenido la meta de inflación en 3 por ciento, al considerar la capacidad ociosa existente en el sector construcción (Banco Central de Reserva de El Salvador aún no proporciona los datos reales del año 2000).

Las finanzas públicas mostrarán déficits significativos durante los años de la reconstrucción, ubicándose alrededor del 5 por ciento del PIB en 2001, para descender en los años posteriores hasta alcanzar un déficit subyacente manejable, al final del período de reconstrucción. A fin de mantener la estabilidad económica, es necesario fortalecer la posición financiera del sector público aumentando los ingresos y reduciendo los gastos corrientes, por cuanto no existe margen para reducir los gastos de inversión del sector público ante las necesidades planteadas por la reconstrucción. La disciplina fiscal adquiere mayor relevancia si se consideran las obligaciones del fisco provenientes del esquema vigente de seguridad social.

Como ya se indicó, la brecha de balanza comercial será mayor en 2001 que la anticipada antes de los sismos. El aumento en las remesas continuará contribuyendo a mejorar los resultados de la cuenta corriente. El financiamiento externo permitirá mantener una posición de activos externos que sea compatible con la estabilidad del sistema monetario.

Por lo tanto, es importante que el país pueda acceder a recursos financieros para la reconstrucción. Las necesidades de financiamiento han aumentado dramáticamente. De no contarse con financiamiento en términos concesionales o donaciones para apoyar el programa de reconstrucción, el perfil de la deuda de El Salvador, así como los indicadores de solvencia y liquidez, registrarían un deterioro significativo, generando presiones adicionales sobre las cuentas externas y sobre las finanzas públicas.

Ecuador.

En Ecuador lo mas destacable es la reducción significativa de la inflación en los últimos meses, esto es debido a que se han internacionalizado los precios de los productos, una de las previsiones que se tenían al implementar la dolarización. La inflación paso de un 7% en enero a un 0.2% en mayo, y la inflación acumulada en los últimos 12 meses paso de un 78,7% en enero a un 39,6% en mayo, lo que refleja una tendencia al control de esta, dejando las perspectivas de inflación para finales de este año en un 25%, y algunos la sitúan en 14%, para alcanzar inflación de un dígito a partir del 2002.

Por otro lado esta la reducción considerable de las tasas de interés, en diciembre de 1999 la tasa activa referencial, que es la que cobraban los bancos por los préstamos se ubicaba en 74,97 % para sucres y 15,81% para dólares, actualmente esta se ubica en 16,14%. Esto muestra una tendencia a la baja de las tasas de interés, lo cual esta contribuyendo a la reactivación de la economía.

Se espera que la economía crezca a una tasa del 3,6% en el 2001, lo cual podría estar aun más favorecido por la reciente aprobación para la construcción del oleoducto de crudos pesado, lo cual ve a generar alrededor de 50.000 plazas de trabajo en los próximos 2 años y representa una inversión de alrededor de 600 millones de dólares.

Por otro lado se esta haciendo cierta inversión en educación y salud, se esta reestructurando el seguro social, lo cual de llevarse a cabo presentaría beneficios de largo plazo para los ecuatorianos.

Panamá.

Ya que Panamá esta dolarizado desde 1904, nos vamos a referir a los datos actuales únicamente.

Panamá tiene tasa de interés para créditos de comercio que oscilan alrededor del 10%, industriales alrededor del 9% y de consumo alrededor del 13% en la actualidad.

Tuvo una tasa de crecimiento promedio de 4,2% de 1990 a 1999 y se espera una tasa de crecimiento promedio de 4,6% desde el 2000 al 2003 y obtuvo un crecimiento de 2,3% en el 2000. La inflación en el 2000 fue de 2,0% y la tasa de inflación mas alta que ha tenido en los últimos 5 años fue de un 2.3% en 1996.

Panamá está procurando integrarse a la economía mundial y convertirse en una sociedad más equitativa sobre la base de un crecimiento sostenible del sector privado. Tras años de frustraciones, las perspectivas para una reforma eficaz de la economía panameña mejoraron considerablemente al asumir su cargo el Presidente Ernesto Pérez Balladares el 1 de septiembre de 1994. Durante sus primeros tres años, el Gobierno ha dado marcha atrás en muchas políticas populistas adoptadas anteriormente que obstaculizaban el progreso económico, y ha adoptado con éxito las medidas necesarias para situar a Panamá en la senda de un crecimiento sostenible que incluya una reducción de la pobreza.

En el actual programa económico de Panamá se atribuye especial importancia a los siguientes aspectos: i) el desarrollo del sector privado y la creación de empleos; ii) el ajuste fiscal y la modernización del sector público; iii) el alivio de la pobreza y el desarrollo de los recursos humanos, y iv) la conservación del medio ambiente. Hay indicios claros de una recuperación del crecimiento económico, se están ampliando los servicios sociales y el desempleo empieza a disminuir.

RESEÑAS Y SITUACION ACTUAL DE LA CRISIS MACROECONOMICA LATINOAMERICANA

En la década de los 70 la economía mundial vuelve a caer en crisis. Durante 1972 se origina una gran alza de precios que agrava los problemas reales y monetarios de la economía a escala general, reduciendo dramáticamente la capacidad de compra de los salarios nominales de los trabajadores. Los bienes agrícolas subieron en diciembre de 1972 y los de la energía en abril de 1973. En 1971 los productos alimenticios y materia prima pasaron de un índice de 102 ese año a 189 en 1974 y a 194 en 1976. El petróleo cambió su índice de precio situado en 132 en 1971 a 177 en 1973 y a 587 en 1976. Por su parte los precios generales al por mayor se incrementaron en un 54 por ciento entre enero de 1972 y diciembre de 1975.

Ese período de precios altos estuvo acompañado igualmente de un prolongado período de estancamiento económico. La etapa de estancamiento con inflación no solamente afectó a las grandes economías industrializadas como la de Estados Unidos; sino también a las débiles economías. La misma se conoce como estanflación. Esta nueva crisis de la economía mundial tuvo como causa fundamental la segunda crisis del petróleo (la primera fue en 1973); cuyo precio pasó del índice 875 en 1979 a 1,359 en 1980 con base a 1970 igual a 100. Las consecuencias fueron una inflación de costos de grandes proporciones en los países industrializados. Una parte importante de esta inflación fue transferida a los países en vías de desarrollo a través de importaciones de bienes industrializados realizados por éstos.

La segunda crisis de la economía mundial, dio lugar a un descenso del gasto público en el Reino Unido y en Japón. En cambio en Estados Unidos se adoptó una política fiscal expansionista desde 1981 que tuvo como eje central la reducción de impuestos y una alza de los gastos estatales. Concomitantemente con esto, se puso en práctica una política monetaria basada en altas tasas de interés, las cuales afectaron a los países pobres de América Latina y el Caribe, así como de África y Asia, los que tuvieron que recurrir a grandes endeudamientos externos acompañados de altas tasas de inflación y por cuya consecuencia se vieron obligados a realizar devaluaciones en sus monedas deteriorándose aceleradamente en sus economías. Esto ocurrió en la década de los 80 conocida como la década perdida.

Al iniciarse el siglo XXI, la economía norteamericana que venía de un crecimiento sostenible durante la última década, ha comenzado un período de desaceleración. Se estima que para el primer semestre del cursante año se registrará un crecimiento cero, lo que ha obligado a la Reserva Federal (Banco Central) a reajustar hacia abajo la tasa de interés en dos ocasiones solo en el mes de enero con el propósito de incentivar las inversiones. Las ventas de productos terminados se han caído y varias empresas tanto de automóviles como de telecomunicaciones han anunciado el despido de decenas de miles de trabajadores. Otras empresas se han acogido a la ley de quiebra o han tenido que fusionarse con otras en procura de competitividad. El cuadro de la economía de Estados Unidos es sombrío en la actualidad. Y no quisiéramos pensar que estamos en los albores de un ciclo de crisis de la economía norteamericana y por consiguiente de la economía mundial.

Este análisis lo hemos hecho para caer de nuevo a la propuesta de Roma del economista Mundell. Porque todos los indicadores apuntan hacia una crisis de la economía mundial con énfasis en las economías de Estados Unidos y Japón y que inevitablemente arrastrará a la Unión Europea y ni qué hablar de las economías de Latinoamérica y el Caribe. El establecimiento de una moneda única en la economía mundial, solo podría beneficiar a los Estados Unidos la Unión Europea y a Japón. No así al resto de la economía.

Las economías altamente desarrolladas concentradas en Estados Unidos, la UE y Japón, son exportadoras de bienes industrializados de alta capacidad competitiva y con un gran componente de valor agregado que desplazan de sus propios mercados a productos de fabricación nacional. Muchos de esos bienes incluyendo agrícolas y pecuarios, disfrutan de altas tasas de protección efectivas que entran a nuestros mercados libre de cuotas y con bajas tasas arancelarias. Mas no resulta igual con nuestros productos. Obra de la globalización de nuestros mercados que solo favorece a los que la propiciaron, para lo cual disponen de un instrumento institucional llamado Organización Mundial del Comercio -OMC-.

En América Latina hay casos de economías dolarizadas. Panamá, Ecuador y últimamente El Salvador.

RESEÑA Y SITUACION ACTUAL DE LOS COMPORTAMIENTOS COMERCIALES Y ECONOMICOS DE AMERICA

Es importante al evaluar los efectos que podrían presentarse en toda América si se establece una moneda única. Estos efectos deben de tomar en consideración toda la problemática comercial, política, estructural y económica de los grupos comerciales ya formados y países. Para esto a continuación se presenta un bosquejo de todo el comportamiento macroecómico y comercial de los países que integran las Américas.

Introducción de Los Bloques Comerciales

ALADI: La Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) es un organismo intergubernamental que, continuando el proceso iniciado por la ALALC en el año 1960, promueve la expansión de la integración de la región, a fin de asegurar su desarrollo económico y social, y tiene como objetivo final el establecimiento de un mercado común.

ALCA: Llevada a cabo en diciembre de 1994 en la ciudad de Miami. Los mandatarios de las 34 democracias en la región acordaron establecer un área de libre comercio de las Américas (ALCA) y concluir las negociaciones para el acuerdo antes del año 2005.

La Comunidad Andina CAN: Es una organización subregional con personería jurídica internacional constituida por Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela y compuesta por los órganos e instituciones del Sistema Andino de Integración (SAI). Los principales objetivos de la Comunidad Andina (CAN) son: promover el desarrollo equilibrado y armónico de sus países miembros en condiciones de equidad, acelerar el crecimiento por medio de la integración y la cooperación económica y social, impulsar la participación en el proceso de integración regional, con miras a la formación gradual de un mercado común latinoamericano y procurar un mejoramiento persistente en el nivel de vida de sus habitantes.

MERCOSUR: La República Argentina, la República Federativa de Brasil, la República de Paraguay y la República Oriental del Uruguay suscribieron el 26 de Marzo de 1991 el Tratado de Asunción, creando el Mercado Común del Sur MERCOSUR, posteriormente en 1996 se adhieren Chile y Bolivia. Este constituye el proyecto internacional más relevante en que se encuentran comprometidos esos países. El objetivo fundamental del tratado es la integración de los Estados partes, a través de la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos, el establecimiento de un arancel externo común y la adopción de una política comercial común, la coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales y la armonización de legislaciones en las áreas pertinentes para lograr el fortalecimiento del proceso de integración.

Unión Europea: La Comisión Europea desarrolla su trabajo en el corazón mismo de la Unión Europea (UE). Su papel como fuente de iniciativas políticas no tiene igual, y sin embargo, este papel no siempre se comprende con claridad. La Comisión ha utilizado su derecho de iniciativa para transformar el marco que ofrecían los Tratados constitutivos de las Comunidades Europeas en las estructuras integradas de hoy en día. Los beneficios para los ciudadanos y las empresas de toda la Unión han sido considerables: libertad de circulación, mayor prosperidad y mucho menos papeleo.

Es importante mencionar que existen además acuerdo bilaterales y multibilaterales entre diferentes países, entre diferentes bloques y entre bloques y países.

PORMENORIZACION DEL ALCA

La idea de la creación del ALCA la lanzó EE UU en la primera Cumbre de las Américas, celebrada en Miami hace siete años, y el compromiso asumido por los países americanos en Buenos Aires el fin de semana pasado fue el resultado de tres años de profundización de las negociaciones. Durante todo ese tiempo, el ALCA era una nube negra en el horizonte de la UE en la carrera con EE UU por ganar influencia en América Latina.

El calendario pactado en la capital Argentina es el primer paso concreto hacia la constitución del ALCA, pero los más importantes y difíciles -es decir, los acuerdos que definirán los productos y servicios que se comerciarán libremente, las condiciones de acceso a los mercados, la eliminación de subsidios y barreras tarifarias- aún no se han dado.

Los analistas más optimistas destacan que si EE UU y Brasil se ponen de acuerdo en que el ALCA vale la pena, la zona de libre comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego será una realidad. Ambos países son los que presidirán de forma conjunta las rondas de negociaciones del ALCA en su etapa más decisiva, desde mediados de 2002 hasta 2004. Para enero de 2005, las bases de constitución del bloque comercial ya deberían estar pactadas, según el calendario.

Los analistas, incluso los más escépticos, reconocieron que, a pesar de los traspiés del Mercosur, su existencia es irreversible y el ALCA, tarde más o menos, también lo será. Además, recuerdan los expertos más optimistas, hay que fijarse en el TLC, que ha progresado sin pausa desde su entrada en vigor, en 1994, y lo mucho que ha significado para el crecimiento económico de México. El TLC fue la primera batalla que Bruselas perdió ante Washington. Estados Unidos se adelantó seis años a la UE en crear un zona de libre comercio con México.

La próxima cumbre entre la UE y el Mercosur será en Madrid, en el primer semestre de 2002. La cita será clave, porque España, además de ser el primer inversor en América Latina, presidirá para ese momento la UE. Muchos observadores creen que la UE tendrá que aclarar sus negociaciones con el Mercosur, porque esa cumbre, muy probablemente, será la última oportunidad que tenga para adelantarse a EE UU en la batalla por el comercio con América Latina.

Dolarización en América Latina

EVOLUCIÓN DEL PROCESO DE INTEGRACIÓN REGIONAL

Durante el año 2000 la economía regional se desenvolvió en un contexto marcado por la continuación de la recuperación de la economía internacional. Esta evolución fue liderada por el crecimiento de la economía de los EEUU, sin que se verificaran algunos de los riesgos previstos hacia fines de 1999.

La disminución del dinamismo de la economía de los Estados Unidos, que ha mostrado en los últimos meses los mayores valores de desequilibrio comercial de su historia, ha superado las previsiones oficiales. Tampoco han cambiado las condiciones de volatilidad de los flujos financieros internacionales, los cuales siguen mostrando comportamientos que se retroalimentan y repercuten en una sucesión de crisis que han afectado de forma particularmente dura a los países en desarrollo.

También es claro que la limitada dinámica económica de la Unión Europea, y la aún menor de Japón, serán insuficientes para contrarrestar el proceso de aterrizaje de la economía estadounidense.

Otro elemento a considerar, y que contribuye a generar una mayor incertidumbre, se refiere a la evolución de los mercados bursátiles que, tanto a nivel internacional como regional, han alcanzado mínimos preocupantes.

Dicho escenario, sumado a los recurrentes problemas estructurales de la economía regional, afectan el crecimiento económico y el comercio regional

Principales tendencias en el año 2000

A pesar de los problemas de índole política en varios de los países de la región, en el año 2000 se observó una recuperación del crecimiento en la mayoría de los países miembros. Las excepciones fueron Argentina, Paraguay y Uruguay, cuyas economías dieron muestras de estancamiento.

Para la ALADI, en su conjunto, la tasa de crecimiento del PIB fue del 4,1%, lo cual debe compararse con su virtual estancamiento del año anterior. En este contexto, se verificó una fuerte recuperación del comercio intrarregional; es así como las exportaciones entre los países miembros superaron los 43.000 millones de dólares, con un aumento de 24% respecto al año anterior, aproximándose al máximo histórico alcanzado en 1997.

En dicho crecimiento, resultó relevante la dinámica de los flujos comerciales entre los países andinos, así como los del MERCOSUR con Chile y México.

Al mismo tiempo, el nivel del intercambio comercial alcanzado con el resto del mundo no tiene precedentes, tanto en el ámbito de las exportaciones como en el de las importaciones. Es más, dicho intercambio se tradujo en una reversión del saldo de la balanza comercial global de los países miembros.

Por otra parte, a pesar del dinamismo mencionado, y probablemente debido al mismo esquema utilizado, la participación del comercio intrarregional en el total parece haber alcanzado, en este momento, un nivel difícil de superar.

De lo anterior, y desde una perspectiva de diseño de políticas, el énfasis de las preocupaciones futuras de los responsables del proceso de integración debería centrarse en concretar iniciativas parciales conducentes a la consolidación de lo subregional, sobre todo al momento de enfrentar inminentes negociaciones hemisféricas, multilaterales y con otros bloques económicos.

I. EL CONTEXTO MUNDIAL Y REGIONAL

Situación internacional

Durante el año 2000 la economía mundial continuó expandiéndose. Las estimaciones indican que el producto mundial creció a una tasa de 4.7%, superior a la registrada durante 1999 (3.4%). El crecimiento fue mayor que el registrado el año previo en todas las regiones del mundo, siendo liderado por la fortaleza de la economía norteamericana, acompañado por la aceleración europea, la consolidación del repunte asiático y la recuperación de los mercados emergentes de América Latina, Medio Oriente y Europa.

Dolarización en América Latina


La economía mundial resistió mejor de lo que se había estimado inicialmente las crisis financieras surgidas en 1997-98. La caída registrada en 1998 en el ritmo de crecimiento no fue tan aguda y la recuperación ha sido más rápida que en situaciones similares anteriores. En este sentido, fue determinante el impulso que tuvo la economía estadounidense en el momento más importante de la crisis, así como las políticas adoptadas por Japón y Europa para acelerar el crecimiento.

El elevado nivel de consumo de los hogares se debe al efecto ingreso y al efecto riqueza derivado de los altos valores de los inmuebles y de las cotizaciones bursátiles. La expansión de la demanda interna, asociada a la fortaleza del dólar, trajo aparejado un nuevo aumento del déficit en cuenta corriente de 3.6% a 4.2% del PBI. A pesar de las presiones de la demanda y gracias a los aumentos de productividad de la mano de obra, la inflación permaneció contenida, explicándose su aumento, fundamentalmente, por efecto de los precios de la energía.

En el año 2000 la zona del euro registró mayor crecimiento (3.5%) que en el año anterior (2.4%). La consolidación de la expansión en Europa se basa en el dinamismo que han experimentado las exportaciones, favorecidas por la demanda mundial y por la debilidad del euro La debilidad del euro frente al dólar se explica fundamentalmente por el menor ritmo de crecimiento en Europa que en Estados Unidos. Sin embargo, en la medida que las expectativas sobre el crecimiento relativo de las dos áreas fueron evolucionando, a partir de octubre se ha comenzado a apreciar la moneda europea frente al dólar.. La mencionada expansión ha contribuido a reducir el desempleo de un 10% en el año 1999 a un 9.1% sobre fines del pasado año. La inflación permaneció contenida y su repunte se explica por el aumento en los precios del petróleo. En la medida que se observó una moderación del ritmo de crecimiento del PBI en el segundo semestre, se proyecta un crecimiento inferior (2.8%) para el año 2001.

La economía japonesa experimentó un crecimiento de apenas 1.4% en el año 2000. El repunte se explica por un crecimiento de la inversión en el sector de alta tecnología. El consumo privado permaneció deprimido debido fundamentalmente a la disminución del ingreso de los hogares y al elevado desempleo en términos históricos. El nivel de precios al consumidor siguió descendiendo (-0.2%) debido al escaso dinamismo de la demanda. El enfriamiento de la economía norteamericana, su principal socio comercial, y la deprimida demanda interna, permiten prever un escaso crecimiento para el presente año.


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Las economías del este asiático continuaron su rápida recuperación luego de la crisis de 1997-98, creciendo en el año 2000 a un ritmo del 7% Corresponde al crecimiento de todo el sudeste asiático. Las economías recientemente industrializadas presentan mayor crecimiento (7.9%) que las subdesarrolladas (4.5%).. El gran dinamismo de esta región se explica por la fuerte demanda externa de bienes de la tecnología de la información. El crecimiento de las exportaciones ha permitido a la región consolidar un importante superávit en cuenta corriente y aumentar las reservas internacionales, mejorando su posición relativa frente a eventuales shocks externos negativos. Se espera para el año 2001 un menor ritmo de crecimiento, debido al efecto que el enfriamiento de la economía mundial, y de la americana en particular, ejercerá sobre la demanda externa de la región. El aterrizaje de la economía americana tendría también efectos positivos sobre la región, en la medida que se traduzca en un retorno de los capitales al sudeste asiático.

Si bien las perspectivas de la economía mundial hacia el futuro son favorables y se prevé un crecimiento importante para el año 2001 (3.7%), subsisten aún factores de incertidumbre. El principal lo constituye la evolución futura de la economía norteamericana. Su brusca desaceleración tendría un impacto negativo sobre la demanda externa de los países industrializados y subdesarrollados, exportadores a este mercado. Adicionalmente, el descenso de las tasas de interés en la economía norteamericana tendría un impacto positivo derivado de una afluencia de capitales a otras economías del mundo y de un descenso en los intereses pagados por la deuda externa.

Otro elemento importante de incertidumbre radica en cuál será la evolución futura del precio del petróleo, considerando las restricciones actuales de capacidad y la disponibilidad limitada de stocks. Un eventual aumento en el precio de los hidrocarburos se trasmitiría a escala mundial, provocando un impacto negativo sobre la actividad económica, dando un impulso a la inflación y deteriorando la cuenta corriente de los países importadores de petróleo.

Situación regional

En los países integrantes de la ALADI, el desempeño global fue en general favorable durante el año 2000. El PBI de la región se expandió a una tasa de 4.1% anual, luego del crecimiento prácticamente nulo del año 1999 (0.2%). La explicación de este dinamismo se encuentra en el auge de las exportaciones y, en menor medida, en la expansión de la demanda interna. Las exportaciones crecieron más que las importaciones, permitiendo que el menor déficit en cuenta corriente se financiara con el ingreso de capitales, sin necesidad de recurrir a una reducción de reservas. La recuperación fue acompañada por bajos niveles de inflación en la mayoría de los países. El desempleo no experimentó cambios sustanciales a pesar del aumento del nivel de actividad.

El importante crecimiento de la región en el año bajo análisis se explica principalmente por el buen desempeño experimentado por las dos principales economías, México y Brasil. Estos dos países explican más de un 80% del crecimiento regional.

Tres países además de los anteriores presentan crecimientos superiores o iguales al 4%: Cuba, Chile y Perú. Al grupo anterior le siguen con un crecimiento moderado de 2 a 3.5%, Venezuela, Colombia, Ecuador y Bolivia. Los tres primeros se beneficiaron de la notable alza del precio de los hidrocarburos en el mercado internacional, lo cual les permitió recuperarse de situaciones recesivas. En el grupo de menor dinamismo se encuentran Paraguay, Argentina y Uruguay, siendo este último el único país con crecimiento negativo. Dolarización en América Latina
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La inflación permaneció en niveles bajos en la gran mayoría de los países de la ALADI. A excepción de Ecuador (91%) y de Venezuela (13.4%), todos registraron niveles de un dígito. En Ecuador la inflación mostró un registro elevado pero decreciente en el transcurso del año, al tiempo que en Venezuela fue menor al año anterior. En Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay, se aceleró su crecimiento como consecuencia del empuje en los precios del petróleo; sin embargo, en todos ellos la inflación permaneció controlada. Se destaca un nuevo descenso del nivel de precios en Argentina.

El crecimiento experimentado por la región no se tradujo en una mejora en los indicadores del mercado laboral. Las remuneraciones reales tuvieron una escasa mejoría y la tasa de desempleo no se redujo en forma sustancial en ningún país. Esto último se debió, en algunos casos, al aumento de la oferta laboral, y en otros, a la concentración del crecimiento en sectores poco intensivos en mano de obra. Este comportamiento confirma la tendencia observada durante la década pasada respecto a que reducciones importantes en la tasa de desempleo requieren de crecimientos del PBI mayores al 4%.

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El importante aumento de los valores exportados es resultado del efecto combinado de mayores volúmenes y mejores precios de exportación, con algunas excepciones. La expansión de la demanda mundial y de la economía norteamericana en particular, tornó la situación de los mercados externos más favorable para la región. Sin embargo, los precios de los bienes exportados por la misma siguieron trayectorias divergentes. Aumentaron respecto al año anterior los precios del petróleo (56%), el níquel (44%), el cobre (23%) y el azúcar (30%). Los precios de la carne (6%) y el trigo (4%), se mantuvieron deprimidos, mientras el precio del café volvió a bajar en el año 2000 (-25%) Se presentan entre paréntesis las tasas de variación entre los precios promedios anuales.

El crecimiento de las importaciones se debe fundamentalmente a un aumento en los volúmenes importados, fruto del mayor nivel de actividad en la región y, en menor medida, al aumento de los precios de los bienes importados en todos los países de la región sin excepción, donde tuvo una incidencia determinante el petróleo.

El ingreso de capitales a la región fue mayor que el año anterior y ascendió a 46.035 millones de dólares. Se destaca el ingreso de inversión extranjera directa por 54.760 millones de dólares, que, sin embargo, significó el primer retroceso después de seis años de crecimiento sostenido. Los otros flujos de capital registraron salidas netas, en un contexto de alta volatilidad.



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La crisis cambiaria que experimentó recientemente Turquía no tuvo un impacto importante en la región. El principal factor de incertidumbre lo constituye la forma en que evolucione la economía norteamericana. La región recibirá también un efecto positivo derivado del descenso de las tasas de interés en Estados Unidos, que se traducirá en un ahorro por concepto del pago de intereses de la deuda externa Este impacto positivo sólo comprende la parte del endeudamiento externo contraído a interés variable., y en un ingreso de capitales que probablemente presionará hacia abajo las tasas de interés, impulsando el nivel de actividad.

Respecto a la magnitud de la desaceleración norteamericana, existen básicamente dos escenarios posibles. El más probable es el de una caída importante pero breve en el ritmo de crecimiento. En este sentido, la política monetaria de la Reserva Federal ha sido muy efectiva en el pasado para impulsar la economía cuando fue necesario. Adicionalmente, a partir de las nuevas tecnologías, las acumulaciones de inventarios derivadas del efecto del ciclo económico se han minimizado, por lo que las caídas en el ritmo de crecimiento son más breves.

En este escenario, y dada la importancia de Estados Unidos como destino de las exportaciones, los países más afectados por la vía comercial serían México (88%), Venezuela (52%), Colombia (50%) y Ecuador (38%) Entre paréntesis se presenta el porcentaje de las exportaciones de cada país a Estados Unidos. En los países escasamente dependientes del comercio con los Estados Unidos, el efecto financiero positivo será probablemente predominante.

II. EVOLUCIÓN DEL COMERCIO REGIONAL

En el año 2000 se revirtió fuertemente el proceso de reducción en las ventas recíprocas entre los países de la ALADI, iniciado en 1998. Es así como las mismas alcanzaron niveles apenas inferiores a los registrados en 1997, año en el que se produjera el máximo histórico.

Corresponde destacar que la expansión de las ventas y las compras intrarregionales se extendió a todos los países de la región. En las compras, los aumentos más significativos en valores absolutos correspondieron a Brasil, México y Chile, los que experimentaron importantes crecimientos en su nivel de actividad y que, en conjunto, explican el 58% del crecimiento de las importaciones intrarregionales. En las ventas, Brasil, Argentina y Venezuela explican el 67% del crecimiento de las exportaciones intrarregionales.

En las ventas extrarregionales, los crecimientos más significativos en valores absolutos corresponden a México y Venezuela, que en conjunto explican 73% del crecimiento de las exportaciones regionales al resto del mundo. En las compras extrarregionales, por su parte, Brasil y México explican más del 84% del crecimiento de las importaciones regionales desde el resto del mundo.

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En lo relativo al comercio registrado por los principales circuitos de comercio intrarregional, corresponde destacar que si bien todos experimentaron crecimiento, el mayor dinamismo se observó en las relaciones comerciales del MERCOSUR con México, en el comercio intra-CAN y en el intercambio MERCOSUR-Chile.

Las exportaciones recíprocas de los países de la Comunidad Andina volvieron a crecer después de experimentar dos años consecutivos de retroceso, registrando un ritmo más acelerado que el promedio del comercio intarregional. Este dinamismo se explica en mayor medida por el importante crecimiento de las exportaciones de Colombia hacia Venezuela y Ecuador. Este circuito de comercio explica 15% del crecimiento del comercio regional.

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El intercambio entre el MERCOSUR y la Comunidad Andina se expandió a un ritmo importante, revirtiendo también un bienio de contracción, lo cual responde al significativo crecimiento del comercio brasileño con Colombia y Venezuela. Este circuito explica también un 15% del crecimiento del comercio intrarregional.

Los circuitos de comercio de MERCOSUR-Chile y MERCOSUR-México crecieron por encima del promedio regional contribuyendo, en un 17% y 11%, respectivamente, al crecimiento del comercio de la ALADI. El primero de estos dos circuitos pasó a ocupar el segundo lugar en importancia en la región.

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III. TENDENCIAS DEL PROCESO DE INTEGRACIÓN

Luego de un año 1999 caracterizado por una recesión generalizada en la región y, como consecuencia, por escasos avances en la mayoría de los planos del proceso de integración, el año 2000 mostró una significativa recuperación, fundamentalmente por el rápido restablecimiento de las corrientes comerciales intrarregionales.

A pesar de la consolidación del proceso de integración en el ámbito comercial bilateral y/o subregional, cabe señalar los escasos avances registrados en el ámbito regional, la que ha sido, por otra parte, característica del proceso en los últimos años. De todas formas, un aspecto importante para la integración regional ha sido la expresión de la voluntad política de concretar en un breve lapso un acuerdo de libre comercio entre la CAN y el MERCOSUR, así como los acuerdos bilaterales alcanzados entre los países del MERCOSUR y México, que sientan las bases para un futuro acuerdo de libre comercio entre ellos; de esta forma se iría completando la red de libre comercio al interior de la región.

Finalmente, debe destacarse que el mayor dinamismo se ha manifestado en el ámbito de las negociaciones con países no miembros de la Asociación, destacándose la entrada en vigor del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y México; del acuerdo de libre comercio alcanzado por este país con la Asociación Europea de Libre Comercio; el inicio de las negociaciones entre Chile y Estados Unidos; y el acuerdo de México con los países

Al comenzar el año 2000, 32 de las 66 relaciones comerciales bilaterales posibles entre los países miembros de la ALADI estaban amparadas por acuerdos de libre comercio, representando aproximadamente el 80% del comercio intrarregional. De esas 32 relaciones bilaterales, 20 tenían ya en ese año una liberalización amplia del comercio bilateral (más del 85% del universo arancelario libre de aranceles).

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Debido a lo presentado en los párrafos anteriores, es evidente que las asociaciones económicas buscan afanosamente resolver ciertos problemas estructurales propios de cada país para resolver la imagen y el comercio internacional de los mismos. Ahora lo importante es encontrar la vía más rápida a la obtención de un comercio más flexible, con menos trabas y por sobre todo que beneficie a todos.

Es innegable un acercamiento comercial entre las distintas organizaciones económicas mundiales, y la lucha por la supremacía comercial. Debido a esto es palpable una unificación de conceptos e ideas que permitan un movimiento único hacia fines similares. Esta tendencia sería la de la implementación de una moneda única en toda América. Lo importante de este análisis conlleva a determinar si es que la moneda adecuada, debe ser el dólar estadounidense o no.

Resulta importante y primordial dejar de lado toda una serie

La dinámica financiera internacional y la tendencia a la dolarización en las economías latinoamericanas

A continuación se presenta en cambio un análisis pormenorizado de la situación monetaria en la que se encuentran inmersos todos los países latinoamericanos.

Los Estados Unidos disponen hoy del más amplio mercado de capitales respecto de cualquier nación, y de inversores altamente sofisticados. La expansión de la lógica financiera de valorización, característica de sus mercados de capitales, inició el montaje de un nuevo esquema de flujos financieros que sintetiza cuatro grandes movimientos. Esto es, la interrelación de los diferentes mercados nacionales, promovida por la desregulación y la liberalización financieras conformando así un gran mercado global; la institucionalización del ahorro financiero; el proceso de securitización de las deudas, y la expansión de los derivativos financieros. En otras palabras, la liberalización monetaria y financiera, seguida por la desregulación de los mercados financieros nacionales, por el proceso de securitización y por los instrumentos derivativos constituirán un espacio financiero verdaderamente global, organizado a partir del sistema financiero americano.

El circuito financiero que se empieza a delinear de este modo es notablemente más complejo que los precedentes, aun si se considera la incidencia de los agentes especuladores, que participan en mayor número. Los agentes con superávit depositan sus recursos en las empresas de administración de fondos (fondos mutuos, fondos de pensión, fondos de inversiones, hedge funds, compañías de seguros, etc.). Estas mantienen en sus carteras de activos securities diversas (títulos, notas, commercial papers, acciones), emitidas por los tomadores de recursos, pero también monedas, oro, commodities, etc. Las emisiones de securities por los tomadores de recursos (empresas productivas, estados soberanos, bancos internacionales o de países en desarrollo) se realizan a través de instituciones financieras, que operan como broker (es decir, como corredores de títulos y valores inmobiliarios, generalmente cobrando una comisión). Los riesgos de plazos y de crédito son bancados por los fondos que componen sus carteras de activos, de forma tal que consiguen instrumentar plazos más largos a través de depósitos de diferentes vencimientos. Además, los fondos se constituyen en prestadores finales de recursos en cuanto los ahorristas son los depositarios de las cuotas correspondientes. Así, los riesgos de pérdida del capital más importante terminan atomizados en la red de pensionistas ahorristas. La institucionalización de los especuladores es lo que finalmente banca el riesgo de precio (oscilaciones en las tasas de interés, tipo de cambio, inflación, etc.) en la medida en que la mayoría de las securities emitidas en diferentes monedas se caracterizan por plazos relativamente largos y tasas fijas de interés. Tal comportamiento es pautado por la utilización de los derivativos financieros, a través de los cuales los especuladores hacen trueques de tasas de interés fijas por fluctuantes, o de una moneda por otra, entre los fondos y los tomadores de recursos (Mendonça, 1994: 59:60). Las Agencias de Clasificación de Riesgo (Credit Rating Agencies) son otro grupo de agentes que pasa a participar de ese circuito. Su función es determinar parámetros para la clasificación de riesgos inherentes a los distintos emisores de securities. La remuneración ofrecida para cada instrumento lanzado en ese mercado es establecida a partir de tal clasificación.

Esa dinámica financiera predominante en la economía americana, característica de sus mercados de capitales, es la que se impuso al resto del mundo como paradigma en el marco de la globalización. Una dinámica que se apoya en los títulos del Tesoro americano, en la dimensión y sofisticación de sus mercados de activos privados (acciones, títulos y monedas), en las carteras diversificadas de los inversores institucionales, en las operaciones cambiarias estructuradas por los bancos con instrumentos derivativos y en la actuación de las grandes empresas estadounidenses que se transnacionalizan, exportando sus formas de producción y de gestión. Además, la moneda de Estados Unidos prevalece en las operaciones financieras internacionales: 82% del valor nocional de los contratos derivativos de cambio en el mercado minorista tiene al dólar como moneda en uno de los extremos de la operación, así como son efectuadas en dólares el 50 % de las transacciones comerciales y el 50% de las transacciones en el mercado primario y secundario de títulos.

La presencia del dólar en por lo menos uno de los extremos de las operaciones de derivativos cambiarios (swaps, opciones a futuro) y de arbitrajes en los principales mercados de cambio y de títulos consolida la posición dominante de la moneda estadounidense en los mercados financieros globalizados. Este hecho amplía la influencia del dólar como referente financiero básico de la economía internacional. El atractivo, cualitativamente superior al resto, tanto de las posibilidades de aplicación como de las facilidades de transacciones del mercado financiero de Estados Unidos estableció las bases de un capitalismo sobrepujado por las finanzas y por la posición ocupada por ese país en todo el proceso.

Así, Estados Unidos, usufructuando su poder financiero, impone el predominio de su moneda al mismo tiempo que mantiene un déficit elevado y constante en cuenta corriente y una posición deudora externa. Los mercados financieros parecen dispuestos a aceptar, a despecho de las fluctuaciones del valor del dólar, que Estados Unidos ejerza, dentro de límites bastante flexibles, el privilegio de emitir y regir la moneda reserva internacional. Estados Unidos, entonces, a partir de Washington y Wall Street, cumplen un papel fundamental en la gestión del proceso de mundialización financiera: el hot money cuenta, en Estados Unidos, con un mercado amplio y profundo donde imagina poder descansar de las aventuras en playas exóticas. La existencia de un volumen respetable de papeles del gobierno de EUA, reputados por su bajo riesgo y excelente liquidez, permite que la recurrencia de los episodios especulativos con acciones, inmuebles o activos extranjeros sea amortiguada por un movimiento compensatorio en el precio de los títulos públicos estadounidenses. Los títulos de la deuda pública son vistos, por lo tanto, como un refugio seguro en momentos en que es sacudida la confianza de los inversores globales (como durante la crisis mexicana de 1994 y la de los países asiáticos en 1997) (Belluzzo, 1997: 187) Lo cual significa que la función de reserva universal de valor ejercida por el dólar se relaciona fundamentalmente con las características del mercado financiero de EUA y del papel desempeñado por éste, simultáneamente, como deudor y prestamista de última instancia.

En este sentido, el papel que actualmente ejerce el dólar como reserva de valor no se circunscribe a los límites de un patrón monetario clásico (Tavares y Melin, 1997). Su valor proviene de la capacidad de los Estados Unidos para mantener su divisa pública como título de seguridad del sistema financiero global. Al servir de referencia para el crecimiento de las transacciones financieras globales, la tasa de interés de EUA induce a la denominación de las operaciones de securitización en general (y, en particular, de los instrumentos de derivativos cambiarios) en dólares.

Desde la diplomacia del dólar fuerte, la Federal Reserve y el Tesoro ejercen un control riguroso sobre las tasas de interés y de cambio. Además, como la riqueza financiera mundial está fuertemente concentrada en títulos denominados en dólares, las decisiones de la Federal Reserve y del Tesoro son decisivas en sus procesos de valorización / desvalorización. De esta forma, la política monetaria de EUA se ha constituido en el principal mecanismo de regulación del sistema de acumulación financiera globalizado. Vale decir, la política monetaria de los principales países tiene una tendencia a moverse de forma interdependiente, con la Federal Reserve estableciendo la dirección básica. La interdependencia de los sistemas financieros nacionales en un contexto de creciente liberalización de los movimientos de capitales, con carteras cada vez más plurimonetarias, implica que una simple tensión en las tasas de los títulos públicos de treinta años del Tesoro estadounidense puede sacudir toda la estructura de las tasas de interés y no apenas el segmento de los títulos. Indirectamente, es afectado el segmento de las acciones y, a través de las exigencias de márgenes, el de los futuros de índices, etc.

A su vez, como mayor deudor del mundo, Estados Unidos depende de los flujos de financiamiento del exterior y, por lo tanto, de la necesidad de sostener la confianza de los inversores en los títulos del Tesoro. Esto implica el mantenimiento de una tasa de interés real positiva, dando lugar a lo que Chesnais (1996: 262) denominó régimen de tasas de interés real positivas. Inicialmente muy elevadas (entre 12% y 18% en términos reales, de 1980 a 1984), las tasas de interés fueron cayendo progresivamente a medida que el régimen de financiamiento de las demandas públicas y privadas en los mercados de capitales se extendía hacia otros países.

A partir de Estados Unidos se formó, entonces, un sistema financiero abierto e integrado que busca mantener un rendimiento real positivo. En el sistema de crédito característico de posguerra, lo relevante era mantener los flujos de financiamiento por parte de los bancos comerciales y la Federal Reserve mediante la utilización de las operaciones de redescuento y de la función de prestamista de última instancia. En los mercados de capital contemporáneos, lo relevante es la permanente evaluación de los stocks, puesto que el ajuste ocurre por la variación de precios de los activos (Belluzzo, 1995: 15-16)2. La administración de los stocks de activos (cambiarios, accionarios, de títulos e inmobiliarios) queda sometida a una gran vulnerabilidad de las tasas de interés respecto de las expectativas de inflación, a fin de mantener un interés real positivo. La tasa de inflación constituye una amenaza permanente de desvalorización de la masa de riqueza financiera.

El sistema se torna, en consecuencia, intrínsecamente antiinflacionario: la necesidad de eliminar la inflación para evitar una súbita y pronunciada recurrencia del ciclo de inflación de activos y/o los ataques contra las monedas establece un sesgo deflacionario para las políticas macroeconómicas: A las primeras señales de crecimiento del nivel de actividad y ante la percepción de que los activos están sobrevaluados y de que las tasas de interés de largo plazo están bajas respecto de la inflación proyectada, los agentes más ágiles disparan primero y precipitan un sell off provocando una espiral bajista de precios de los títulos, con lo que las tasas de interés de largo plazo se elevan abruptamente. De este modo el mercado señala a las autoridades monetarias que considera adecuada y al mismo tiempo inquietante la elevación de las tasas de interés cortas. Se explica así, además, el aumento de la volatilidad de los precios (y de las tasas largas) durante las etapas de retracción del ciclo financiero. Parece una peculiaridad de estos mercados de riqueza y de su dinámica cíclica la endogenización de los movimientos de la tasas de interés largas y la subordinación del manejo de las tasas cortas a las expectativas que comandan las alteraciones en el curso de las primeras (Coutinho y Belluzzo, 1996: 133-134).

En este contexto, la política económica de los diferentes países pasa a estar constantemente controlada por los mercados financieros, y cualquier medida juzgada incorrecta desencadena sanciones inmediatas fugas de capitales, ataques especulativos, etc. reduciendo el radio de maniobra de las políticas nacionales. Los mercados interrelacionados establecen un patrón de conducta económica liberalización financiera y cambiaria, con yield curves de los títulos de renta fija y variables subordinadas a las benchmarks internacionales; límites al déficit fiscal; tasas de inflación bajas; establecimiento de sistemas privados de previsión, ampliándose la actuación de los fondos de pensión en los mercados de capitales, y liberalización comercial que prácticamente no admite desvíos, a despecho de la gran diversidad de realidades nacionales. Así, el comportamiento de los mercados financieros pasó a desempeñar un papel restrictivo en las acciones de los estados respecto de las áreas fiscal, monetaria y cambiaria. Si se difunde la información de que un determinado país está enfrentando dificultades para controlar su déficit público, por ejemplo, los mercados financieros internacionales tomarán una serie de decisiones que podrían resultar en una fuga de capitales, con la consecuente elevación de las tasas de interés domésticas seguida de una desvalorización de la moneda.

Por fin, los bancos nacionales pierden autonomía en la fijación de las tasas de interés y de cambio bajo la influencia de una circulación financiera internacional fuera del control de las autoridades monetarias locales. La disciplina impuesta por los mercados monetarios y financieros internacionales, cuyos movimientos de anticipación pueden destruir las estabilidad doméstica, acaba inhibiendo los intentos de ejecutar políticas activas, destinadas a la promoción del crecimiento económico y de la renta, sobre todo cuando al implicar una elevación del endeudamiento del sector público afectan la credibilidad ante los mercados.

Las propuestas de reorganización de la arquitectura financiera internacional

Las crisis de los países asiáticos, de Rusia, del hedge fund llamado Long Term Capital Management, y de los países latinoamericanos entre 1997 y 1999 desencadenaron innumerables discusiones sobre la necesidad de una nueva arquitectura financiera internacional. En el auge de la crisis el propio presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, llegó a afirmar que estábamos ante la más grave crisis del capitalismo contemporáneo, y determinó la formación de un grupo de trabajo para estudiar la dinámica del sistema monetario y financiero (President'[Author ID1: at Fri Jun 8 04:04:00 2001]s Working Group on Financial Markets, formado por representantes del Department of the Treasury, del Board of Governors of the Federal Reserve System, de la Securities and Exchange Commission y de la Commodity Futures Trading Commission).

Simultáneamente fueron surgiendo propuestas para una reforma de la arquitectura del sistema financiero internacional, encaminadas a reformular las formas públicas y privadas de coordinación. Entre las opciones para la prevención de las crisis financieras en los mercados liberalizados, desregulados y securitizados, se observa una tendencia a evitar medidas de mayor alcance, tales como el control del movimiento de los capitales y la organización de un acreedor de última instancia mundial. Debe considerarse que hasta el momento los países exportadores de capitales tienen que haber sido afectados por la liberalización de los movimientos de capitales de forma mucho más positiva que negativa. Así, una re regulación de los flujos internacionales solamente sería posible si ocurriera una crisis dramática, que afligiese a las economías centrales.

Las soluciones que pasan por el mercado y no por el establecimiento de instancias normativas supranacionales tienden a ser preponderantes entre las propuestas defendidas por los gobiernos y por las instituciones de supervisión. Se destacan las que sostienen que los países debe ser capaces de adecuarse a las normas de un sistema financiero internacional integrado, sin contar con un acreedor internacional de última instancia, manteniendo libres los flujos de capitales y con algún mecanismo acordado internacionalmente para tratar reescalonamientos y moratorias que afectan recurrentemente a los países en desarrollo. Lo cual significa que los países necesitan de un sistema bancario fuertemente capitalizado, con controles prudenciales de supervisión, rigurosos sistemas de seguimiento de los pasivos y activos en moneda extranjera, elevado volumen de reservas internacionales, sólida posición fiscal, baja tasa de inflación y tasas de interés con un margen de fluctuación razonablemente libre, siempre con el sistema financiero y la política monetaria de los Estados Unidos desempeñando el papel de gendarme mundial.

Significa también la adopción de patrones de conducta aceptados internacionalmente, que perfeccionen la capacidad internacional de monitorear las políticas macroeconómicas domésticas, sobre todo en lo que se refiere al sistema financiero y a las políticas monetaria, fiscal y cambiaria. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha creado los Patrones de Divulgación de Informes Especiales o Códigos de Buenas Prácticas en Transparencia Fiscal y el Código de Buenas Prácticas en Política Monetaria y Financiera. El Fondo está perfeccionando las formas de divulgación a través de su boletín en Internet del desempeño comparativo de los diferentes países en cuanto a los patrones preestablecidos (Prácticas de los países Descripciones Experimentales acerca de la Observancia de los Patrones y Normas). Inició también la elaboración de un programa de Evaluación del Sector Financiero, que pretende analizar la estabilidad de este sector en cada país a partir de códigos y normas pertinentes (ver http:// www.imf.org) . Ante estas tendencias algunos analistas prevén aun la reducción progresiva de las monedas nacionales, y por lo tanto, de las autonomías para la definición de políticas macroeconómicas domésticas, permitiéndose, entonces sí, la coordinación financiera mundial. De acuerdo con el ministro de Finanzas del Ecuador, Alfredo Arízaga, el continente americano tendrá una moneda común, aunque no sea el dólar. Puede que al anticipar el cambio de moneda algunos países se enfrenten a problemas de confianza en su economía, como el Ecuador (Grimbaum, 2000).

La consolidación de los patrones de administración de las relaciones financieras internacionales la llamada nueva arquitectura financiera internacional comenzó en la reunión donde fue anunciado el aumento de capital del FMI (US$ 90 millones) mediante la elevación de las cuotas de los países miembro (30 de octubre de 1998). En ese momento, los países del G-7 (Estados Unidos, el Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá) decidieron:

a) crear líneas de crédito de corto plazo como medida de emergencia para atender a los países que acepten adoptar las medidas económicas del FMI;

b) solicitar la adopción de un código de conducta internacional por parte de las instituciones financieras (bancos y fondos de inversiones que operan en escala mundial) a fin de reducir el grado de apalancamiento y garantizar la transparencia de las transacciones, con el FMI como encargado de implementar dichas normas;

c) demandar a los organismos multilaterales la definición de sistemas eficaces de quiebra y de relaciones entre acreedores y deudores;

d) recomendar al sector privado el desarrollo de mecanismos de financiamiento de emergencia;

e) sugerir que los mercados de capitales de los países emergentes sean abiertos de modo cauteloso y ordenado.

En este sentido, a mediados de 1999 fue creada la Línea de Crédito de Contingencia (CCL) en el ámbito del FMI, una línea de crédito de acceso fácil y rápido para los países precalificados. A mediados de 2000, el mismo G-7 procuró reducir el costo de esa línea y endurecer los términos de acceso a las demás. O sea, buscó desalentar la utilización de recursos del Fondo para plazos mayores que los establecidos por la CCL, por eso la elevación de los costos de los demás empréstitos a la vez que los financiamientos de largo plazo deben buscarse en los mercados financieros privados. Faltaría aún definir eventuales techos para el uso automático de los recursos de la CCL, así como establecer criterios de salubridad financiera de las economías.

Recrudecimiento de la internacionalización del sector financiero y dolarización creciente de los países latinoamericanos

Sobre el final de la década de los 80, los países periféricos y en particular los países latinoamericanos fueron reinsertados, dentro de un esquema de subordinación, en el sistema monetario y financiero internacional. Después del movimiento iniciado por México y Chile a mediados de 1987, todos los países latinoamericanos promovieron las inversiones de cartera en los mercados de capitales domésticos, la emisión de bonos, acciones y recibos de depósitos de acciones en el mercado financiero internacional, y la entrada de bancos extranjeros en los mercados nacionales para facilitar el saneamiento de los sistemas. Además de eso, la inversión extranjera directa, irrelevante en 1990, alcanzó una meseta de US$ 54.100 millones en 1998, correspondiendo a 3,4 % del PBI. (Tablas No. 1 y No. 2)

Flujo líquido de capitales privados para los países emergentes, América latina y el Brasil US$ miles de millones

 

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

Total de los Mercados Emergentes

47,7

123,8

119,3

181,9

152,8

193,3

212,1

149,2

64,3

 

Inversión  Extranjera Directa

18,4

31,3

35,5

56,8

82,6

96,7

115,0

140,0

131,3

 

Portfolio

17,4

36,9

51,1

113,6

105,6

41,2

80,8

66,8

36,7

 

Empréstitos Bancarios y otros

11,9

55,6

32,7

11,5

-35,5

55,4

16,3

-57,6

-103,3

 

Total América latina

13,7

24,1

55,9

62,6

47,5

38,3

82,0

87,3

69,0

 

Inversión Extranjera Directa

6,7

11,3

13,9

12,0

24,9

26,0

39,3

50,6

54,1

 

Portfolio

17,5

14,7

30,3

61,1

60,8

1,7

40,0

39,7

33,0

 

Empréstitos Bancarios y otros

-10,5

-2,0

11,7

-10,6

-38,2

10,6

2,7

-3,1

-18,1

 

Brasil

8,1

3,1

14,1

12,0

10,0

33,1

35,2

20,5

17,1

 

Inversión Extranjera Directa

0,3

0,1

1,9

0,8

2,0

2,8

10,0

15,5

25,2

 

Portfolio

0,5

3,8

14,5

12,3

51,1

11,7

21,4

10,5

17,5

 

Empréstitos Bancarios y otros

7,3

-0,8

-2,3

-1,2

-43,2

18,6

3,8

-5,5

-25,4

 

Memo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Variación en las Reservas Internacionales

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mercados Emergentes

66,1

75,1

31,5

83,9

90,9

123,1

101,1

59,2

58,3

 

América Latina

14,7

18,0

23,0

20,2

-4,3

24,8

26,2

13,5

-9,9

 

Brasil

-0,1

0,6

14,5

8,1

6,5

12,6

8,6

-7,5

-8,2

 

Cuenta Corriente

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mercados Emergentes

-27,2

-79,0

-69,7

-107,2

-69,7

-96,0

-92,5

-91,8

-53,6

 

América latina

-1,0

-16,9

-34,5

-45,7

-50,9

-35,9

-39,0

-65,1

-89,5

 

Brasil

-3,8

-1,4

6,1

-0,6

-1,7

-18,0

-23,1

-33,3

-34,9

 

Flujo Privado en % de PBI

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mercados Emergentes

0,8

2,0

2,5

3,5

2,7

3,0

3,0

2,0

0,9

 

América latina

1,2

2,0

4,4

4,4

3,0

2,3

4,5

4,3

3,4

 

Brasil

1,8

0,8

3,6

2,7

1,8

4,7

4,5

2,6

2,2

 

Fuente: Adams et al (1999, pp. 92-93).

Emisión de bonos, acciones y empréstitos por los países latinoamericanos US$ millones

 

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998 (a)

Bonos (b)

7.085

12.933

28.794

17.990

23.071

47.157

54.165

23.439

Acciones

3.891

3.876

6.022

4.604

962

3.661

5.102

74

Empréstitos ©[Author ID1: at Fri Jun 8 04:04:00 2001]

8.576

4.998

3.554

6.394

7.711

18.674

26.202

2.788

Empréstitos Sindicalizados (d)

3.348

4.562

6.309

3.516

12.131

12.304

30.853

7.452

Renta Fija (e)

5.570

8.890

30.776

11.432

12.627

10.878

4.415

2.500

Otros Renta Fija (f)

40

95

128

73

0

0

25

0

Total

28.510

35.354

75.583

44.009

56.502

92.674

120.762

36.253

Fuente: Adams et all (1998, p. 26-27).
Notas:
(a) Hasta mayo de 1998;
(b) Incluyen la emisión de Euro medium-term note (EMTN);
(c) Incluyen bridge facilities, export/supplier/acceptance/buyer credits, revolving credits y overdraft facilities;
(d) Incluyen mezzanine y tax-spared loans;
(e) Incluyen note issuance facilities, commercial paper y certificados de depósitos;
(f) Incluyen certificados de depósitos.

En lo que se refiere a la entrada de los bancos extranjeros en los mercados nacionales, se verifica que en los años `[Author ID1: at Fri Jun 8 04:04:00 2001]90 los gobiernos del Brasil y México promovieron la profundización de la apertura del sector financiero, procurando consolidar los sistemas ya sea por medio de la liquidación de los bancos más frágiles, ya sea por facilitar la absorción por parte de las instituciones más saludables en su mayoría extranjeras . Vale destacar la compra por el ABN Amro Bank del 40% de los activos del Banco Real brasileño, que no presentaba dificultades financieras, en un movimiento que sorprendió a los mercados. Se trató del mayor negocio entre dos bancos en la historia latinoamericana, por un valor total estimado en U$S 3.000 millones. En la Argentina, la posibilidad de entrada de los bancos extranjeros ya había sido establecida por las reformas implementadas en la segunda mitad de los `[Author ID1: at Fri Jun 8 04:04:00 2001]70. En los años `[Author ID1: at Fri Jun 8 04:04:00 2001]90, lo predominante en toda la región fue el proceso de expansión de los bancos extranjeros a partir de sus estrategias de avance sobre los bancos nacionales más frágiles.


Tabla Nº 3. Número de instituciones financieras en países latinoamericanos

 

1994

1997

Variación

Argentina

202

138

-64

Brasil

271

233

-38

Chile

37

32

-5

México

36

53

17

Venezuela

129

109

-20

Fuente: Adams et all (1998: p. 39).

La tabla Nº 3 evidencia que entre 1994 y 1997 se fue extendiendo el proceso de consolidación de los sistemas financieros de América latina. Durante ese período desaparecieron 127 bancos en los cinco principales países mediante procesos de liquidación, privatización, fusiones y adquisiciones, sobre todo por parte de instituciones extranjeras. En la Argentina, los bancos extranjeros controlaban el 21 % de los activos totales hacia el final de 1994 y alcanzaron el 51% en mayo de 1999. En el Brasil, la participación de las filiales de bancos extranjeros y de los bancos con participación total o parcial de capital extranjero en los activos del sector bancario dio un salto del 11 % a fines de 1994 hasta el 24,6 % en diciembre de 1999 (Freitas, 2000). La privatización de Banespa en el segundo semestre de 2000 podrá ampliar esa proporción, ya que el Citibank, el Santander y el Bilbao Vizcaya están precalificados para la subasta. En México, la participación de los bancos extranjeros pasó del 1,2% en diciembre de 1994 al 40% en diciembre de 1998. Con la adquisición del Serfín por parte del Santander y del Bancomer por parte del BBVA en el segundo semestre de 2000, restaban apenas dos bancos privados nacionales (Banamex y Banorte). En Chile, los bancos extranjeros dominaban más del 35% del total de los activos del sistema financiero, con el Santander en posesión del 28% de los activos en 1999. En Venezuela, después de la quiebra del Banco Latino, el segundo mayor banco del país, en enero de 1994 se produjo una reacción en cadena por la cual más de la mitad de los 47 bancos comerciales necesitó auxilio financiero del organismo estatal garantizador de los depósitos y 16 fueron nacionalizados o cerrados (The Economist, 1997). En el consiguiente proceso de reconstrucción, los bancos extranjeros pasaron a controlar el 40,2% de los activos del sistema bancario. En Colombia, los bancos extranjeros habían captado el 28% de los activos bancarios en diciembre de 1998. Con la fusión del Banco Wiese y el Banco de Lima Sudameris, los bancos extranjeros pasaron a controlar el 85% del mercado en el Perú (Conger, 1999b).

En México y en la Argentina, de la misma forma que en otras economías menores, como por ejemplo en Bolivia y en el Perú, la internacionalización de los sistemas financieros fue acompañada por una tendencia a la sustitución de la moneda nacional por el dólar en las transacciones domésticas, como se ha observado en las experiencias del Cono Sur hacia el final de los años `[Author ID1: at Fri Jun 8 04:04:00 2001]70 (Damill, Fanelli y Frenkel, 1996, y Cintra, 1999b)9. En México, más del 30% del total de activos de las instituciones privadas están en dólares. Los títulos públicos mexicanos fueron el segmento más dolarizado hasta inicios del 2000; en la Argentina, el 61% de los depósitos bancarios eran designados en dólares. Si la Argentina mantiene su currency board, su sistema financiero será más internacionalizado y su economía cada vez más dolarizada. En el Perú, prácticamente el 70% de los depósitos bancarios están en dólares (Katz, 2000). En 1998, los depósitos en moneda extranjera en el Uruguay representaron el 80,7% del total, constituyendo US$ 9.800 millones del total depositado (US$ 12.100 millones), que corresponde al 51% del PBI (Fernández, 1999)10. El grado de dolarización del sistema bancario brasileño, tomado como un todo y por tipo de institución, aún es pequeño, de alrededor de un 20% del total de activos de las instituciones privadas. No es predominante, por lo tanto, una posición de alto riesgo cambiario en el sector bancario del Brasil. Los débitos externos están anclados en el hedge correspondiente, establecido en títulos públicos con indexación cambiaria.

Consideraciones finales

Para el debate actual acerca del nuevo orden financiero internacional observamos que, sobre el final de la década de los `[Author ID1: at Fri Jun 8 04:04:00 2001]90, han predominado en América latina las posiciones que defienden la implementación de políticas que profundizan la desregulación de los sistemas financieros domésticos reducción de los mecanismos de direccionamiento compulsivo de créditos y de las restricciones para determinados tipos de operación y amplían la integración con el mercado financiero internacional mediante el perfeccionamiento de las reglas de supervisión financiera, de los instrumentos de administración de riesgo de las propias instituciones y de las exigencias de capitales mínimos (Acuerdo de Basilea). La tendencia a profundizar la asociación de los capitales domésticos con los mercados financieros internacionales es cada vez más evidente, sobre todo en lo que se refiere a los mecanismos de financiamiento de largo plazo, en tres vertientes principales:

a) ampliar las alianzas entre empresas, principalmente las pertenecientes a sectores en expansión, tales como petróleo, telecomunicaciones y energía eléctrica;

b) ampliar las captaciones en los mercados de capitales utilizando los llamados procesos de securitización (inclusive securitización de retornos) y los project finance; y

c) aumentar el acceso de los agentes económicos domésticos al mercado internacional de crédito a partir de una mayor presencia de los bancos internacionales en el mercado financiero interno.

De un modo u otro, ciertos países se han ido enfrentando con la necesidad de adoptar la moneda fuerte, como afirmó el presidente del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), Francisco Gross, el alineamiento con el dólar sería uno de los patrones de buena conducta que se imponen a todos los que desean tener acceso a los mercados globales. Sabemos que la Argentina optó por la paridad entre el peso y el dólar desde 1991, emprendiendo un camino prácticamente sin retorno, pues el 65% de las deudas públicas y privadas ya se encuentran en dólares. El Ecuador se decidió por la dolarización plena a principios de 2000. Gran parte de los pequeños países de América central, altamente dependientes del mercado de bienes y de transferencias unilaterales de los Estados Unidos, difícilmente resistirán por mucho tiempo.

Posiciones contra la DOLARIZACIÓN

La dolarización amenaza la integración regional

Los peligros que enfrentan los procesos integracionistas en América Latina con la introducción de la dolarización, fueron expuestos hoy por el experto salvadoreño Raúl Rodríguez, al intervenir en un foro de economistas en esta capital.

La dolarización va a facilitar un proceso de unificación económica y comercial con Estados Unidos como centro hegemónico, que evitaría los mercados regionales y presionaría para desintegrar los existentes, advirtió el ponente ante el III Encuentro Internacional sobre Globalización y Problemas del Desarrollo.

Rodríguez, del Instituto para el Avance y la Consolidación de la Democracia (IADES), explicó que ese fenómeno conlleva a un hundimiento aún más grave de los países latinoamericanos y a entregar lo último que nos queda de soberanos: la moneda.

Este nuevo orden económico mundial se mueve hacia la formación de un banco central global en Estados Unidos, con Europa como sucursal, agregó.

La dolarización en El Salvador, impuesta desde el pasado 1 de enero, implica un asalto a nuestro sistema bancario, pues muchos bancos no podrán competir con los norteamericanos, explicó el experto.

Muchos países latinoamericanos verán desaparecer su banca central, lo cual significa, acotó, poner sus políticas económicas en manos de la Reserva Federal de Estados Unidos.

La dolarización, en tanto no fue diseñada por los sectores más pobres, no solucionará los problemas económicos, sociales y políticos en América Latina, sentenció Rodríguez al intervenir en la sesión matutina de la Comisión 1, dedicada a analizar la situación monetaria y financiera.

A este encuentro anual de cinco días asisten unos 300 especialistas de 45 países y representantes de una decena de organismos financieros internacionales, entre ellos los bancos Mundial e Interamericano de Desarrollo y la Organización Mundial del Comercio.

Los logros, retos y perspectivas de la economía cubana también serán debatidos en la penúltima jornada de este foro, inaugurado el lunes pasado en La Habana con la presencia del presidente Fidel Castro.

Los participantes, que representan a diferentes corrientes del pensamiento económico, tienen como objetivo primordial la búsqueda de alternativas y la formulación de propuestas frente a los desafíos del mundo actual.

ESTADOS UNIDOS Y LA DOLARIZACION EN AMERICA LATINA

En meses recientes en el Congreso de Estados Unidos se ha comenzado a discutir un proyecto legislativo denominado: Ley para la Estabilidad Monetaria Internacional (conocido por sus siglas en Ingles como IMSA); presentado por el senador republicano por la Florida Connie Mack, conocido por sus posiciones archireaccionarias y ultraderechistas. El IMSA comienza por exponer las supuestas ventajas de adoptar el dólar como moneda, tales como la estabilidad monetaria, la reducción de la inflación y de las tasas de interés hasta los niveles de Estados Unidos, un mayor crecimiento económico que estimule los ahorros y las inversiones, disciplina fiscal, contribución al fortalecimiento del sistema financiero y menor volatilidad de las tasas de interés y la inflación.

Mas adelante explica lo que debe hacer un país que decida adoptar el dólar estadounidense como moneda nacional, y la manera en que actuarían las autoridades de Estados Unidos ante dicha situación, dejando expuesto muy claramente el por qué la dolarización total de América Latina es importante para Estados Unidos.

Argumentan que ayudaría a estabilizar los mercados exportadores y hacer que crezcan mas rápidamente; que proporcionaría a los inversores norteamericanos la posibilidad de reducir la necesidad de los costos de cobertura contra el riesgo por tipo de cambio cuando inviertan en mercados emergentes, que podría reducir la carga de los contribuyentes al disminuir la ayuda financiera a países con problemas monetarios financieros; incrementaría las ganancias por señoreaje de los Estados Unidos y complementaría los esfuerzos de los Estados Unidos para fortalecer la arquitectura financiera internacional.

Según el IMSA, para acometer la dolarización en América Latina o cualquier otra región el Secretario del Tesoro debe dar el visto bueno al país en cuestión, para que Estados Unidos respalde el proceso de dolarización total. Esta aprobación depende de que el país cumpla con la apertura total del sistema financiero a los bancos extranjeros y la aceptación de los principios bancarios internacionales, que cese la emisión de moneda doméstica y que se destruyan los materiales (placas y troqueles) usados para producir monedas; que se elimine una porción sustancial de la moneda doméstica en circulación según sea más factible, eliminar el estatus de curso legal a la moneda doméstica y otorgar el estatus de curso legal al dólar de Estados Unidos; cesar la aceptación de moneda doméstica excepto en cambio por dólar y los pagos del gobierno en moneda doméstica; redenominar sustancialmente los precios, los activos y pasivos a dólares; comprometerse a hacer consultas con el Secretario del Tesoro para determinar si el país es un buen candidato para la dolarización oficial y cooperar con los Estados Unidos respecto a la prevención del lavado y falsificación del dinero.

Además de las anteriores consideraciones, el Secretario del Tesoro puede agregar factores adicionales que considere relevantes para el otorgamiento de la certificación, la que debe ser emitida por escrito, explicando porqué el país ha sido elegido.

Los países que buscan la certificación son estimulados a cooperar con la Reserva Federal e impedir el incremento artificial de la moneda local en circulación antes de la certificación para tratar de manipular los beneficios que podrían derivarse de este incremento. En ausencia de la certificación del Secretario, los países son libres de dolarizarse unilateralmente.

La adquisición de los billetes y monedas de dólar por parte del país a dolarizarse, no sería a través de un suministro directo de la Reserva Federal (FED), sino que tendría que llevar a cabo el siguiente mecanismo: primero, compraría bonos del Tesoro de Estados Unidos en los mercados, y más tarde los vendería a la FED por billetes y monedas.

En la actualidad la FED controla la cantidad de dólares en la circulación vendiendo billetes a cambio de Bonos del Tesoro. La FED gana intereses sobre esos bonos usando una pequeña porción de dichos intereses para costear sus operaciones y el resto lo envía al Departamento del Tesoro.

Si un país se dolariza oficialmente, la FED emitiría mas dólares a cambio de mas Bonos. El IMSA establece que una parte de los intereses que la FED obtenga como resultado de la compra de esta mayor cantidad de bonos, sería transferido al país que se dolarice.

Con lo anterior se soluciona una de las actuales desventajas de la dolarización que consiste en la pérdida, por parte de los países que se dolarizarían, de los rendimientos que ganarían por la colocación de las Reservas Internacionales. Esta cesión de ganancias por intereses es a discreción del Secretario del Tesoro. El país que decida dolarizarse recibirá este ingreso sólo si sustituye su moneda nacional por el dólar, en cualquier otro caso no tendrá derecho a recibirla.

Esta parte de las ganancias depende del menor de los montos entre: la cantidad de dólares que el país obtuvo de la FED al venderle los bonos del Tesoro, y el valor en dólares de la moneda nacional en circulación antes de recibir la certificación ( C ), de las tasas de interés a corto plazo (i), y los cambios en el nivel de precios de los Estados Unidos (P1 y P2) y se calcula a través de la fórmula C*i(25%)*(P2/P1)*(85%) los pagos se harán trimestralmente.

El gobierno de los Estados Unidos debe comprometerse, excepto en los casos que se determinen en esta ley, a extender legalmente cualquier pago estipulado bajo la misma. El Secretario puede hacer pagos bajo esta ley fuera de las ganancias que provengan de los depósitos de los bancos de la FED.

Si la cantidad de dólares en circulación en un país certificado es tal que los pagos bajo esta ley impondrían una perdida neta de ingresos para el gobierno de los Estados Unidos, el Secretario, a discreción, puede reducir el pago al país; pero sólo después de haber emitido una declaración pública explicando las razones.

En otro orden, el IMSA deja muy claro algunos puntos importantes para el país que decida dolarizarse oficialmente. En primer lugar, no cambia la estructura de la Reserva Federal ni los procedimientos y objetivos de la política monetaria de los Estados Unidos, tampoco compromete a la Reserva Federal, en materia de política monetaria, con la conducción de las economías que decidan dolarizarse oficialmente. Por otra parte, EE.UU no se compromete a ser prestamista de última instancia. El país dolarizado oficialmente podría establecer un prestamista de última instancia en la banca privada extranjera y utilizar las ganancias por señoreaje como colateral ante una línea de crédito de emergencia. En adición, el Secretario del Tesoro podría, si lo considera conveniente, extender líneas de créditos especiales, mientras que la supervisión de las instituciones financieras en los países dolarizados permanece bajo su responsabilidad.

Si el país oficialmente dolarizado utiliza los dólares para comprar bonos de cualquier otro país y mantenerlos en reserva o, si utiliza los dólares para comprar otra moneda (euro) y la adopta como moneda oficial, entonces pierde el derecho a obtener las ganancias por señoreaje. Este derecho es una «compensación» por usar el dólar como moneda oficial

CONSECUENCIAS DE ESTA INICIATIVA

Al hacer una valoración del IMSA lo primero que llama la atención es la forma clara en que se expresan las intenciones de Estados Unidos y la manera más clara aún de explicar lo que deben hacer los países que decidan dolarizarse oficialmente.

Evidentemente, como se deja ver en el documento, la dolarización total de América Latina aseguraría la existencia, para las empresas norteamericanas, de mercados seguros para sus productos con un mínimo de riesgos y una plaza igual de segura para las inversiones. Además, representaría la hegemonía total del dólar, en la región, en detrimento del euro, por lo que se puede inferir fácilmente que esta es la respuesta de EE.UU a la penetración económica de Europa en América Latina, y además significaría la expulsión de las empresas y bancos europeos del continente. Y algo muy importante, constituiría el «arma» más eficaz para destruir los bloques comerciales en Latinoamérica y evitar, de hecho, el surgimiento de una moneda común y la integración total de la región.

Por otra parte, y ya entrando en el mecanismo de aplicación de esta ley, la fórmula que propone este senador es muy sencilla: los países no están obligados a dolarizarse, pero si lo hacen tienen que cumplir una serie de condiciones que van mas allá de la simple apertura del sistema bancario a la banca internacional. Cualquier economista sabe bien que dicha apertura trae como consecuencia la pérdida del control del gobierno sobre la economía, ya que se pierde la política monetaria; y la política fiscal estaría atada totalmente a la estricta disciplina fiscal que exigiría Estados Unidos. Es decir, los países perderían la posibilidad de expandir la base monetaria para remontar una coyuntura económica adversa.

En ese mismo tema, ¿cómo se podrían implementar, por ejemplo, políticas de corte social o de impulso a disminuir el desempleo si los países no tienen moneda propia y dependen de la política monetaria de EE.UU?. La respuesta es obvia, prácticamente imposible o, como dicen los neoliberales a ultranza, a través del libre mercado; o sea ninguna.

Y por último, para no dar lugar a dudas, Estados Unidos no se compromete a tomarlos en cuenta a la hora de hacer política monetaria, no sería prestamista de última instancia, los gobiernos tienen que usar solo el dólar (se puede inferir comerciar casi o totalmente con EE.UU) y la más brillante y prepotente de las ideas expuestas por este senador, el Secretario del Tesoro tendría discreción absoluta para decidir que país puede acceder a la dolarización y cual no, e incluso revocarle la certificación concedida.

Por lo que se ha expuesto en este trabajo los gobiernos Latinoamericanos que acepten esta ley, se convertirían en gobernadores provinciales de segunda categoría, el papel del Estado en dichas economías no se reduciría sino que se eliminaría y los países se volverían lo mismo que dejaron de ser hace muchos años, colonias. Y, precisamente, esa es la verdadera intención de este Proyecto de Ley: la colonización monetaria de América Latina y más tarde la completa anexión a Estados Unidos. En palabras bien sencillas todas las ideas de integración e independencia latinoamericanas expresadas por Simón Bolívar y José Martí volarían en pedazos y la palabra soberanía prácticamente se excluiría del diccionario de estos países.

Desde luego, esta acta es una propuesta al Congreso de los Estados Unidos y debe ser discutida en el mismo, por lo que deberá recorrer un largo camino hasta ser aprobada o no. Por cierto, tanto la Reserva Federal como el Departamento del Tesoro han mostrado algunas reticencias en cuanto a la conveniencia de aplicar esta iniciativa para los EE.UU.

Es difícil imaginar que se esté hablando de dolarización e incluso se estén dando pasos en dirección a esto (Ecuador) y que Estados Unidos de forma explícita no haya rechazado tales intenciones. Es poco probable la idea de que todas estas iniciativas se estén realizando a espaldas del gobierno de los Estados Unidos y mucho menos que se lleven a cabo sin su consentimiento.

Panamá dolarizó su economía desde 1904 y sin embargo no ha podido resolver sus problemas de pobreza, desempleo y desequilibrio en sus finanzas. Sus exportaciones de bienes no se han incrementado porque su estructura productiva no está en capacidad de proveer a ese país de una oferta exportable capaz de competir en los mercados internacionales, ni siquiera han podido cumplir con sus obligaciones financieras internacionales, no obstante tener casi un siglo con el dólar como moneda de circulación nacional aceptada en todas sus transacciones comerciales y bancarias.

El otro país que ha dolarizado su economía es Ecuador desde hace un año. El cambio de moneda estuvo precedido de una gran inflación que se extendió hasta el año 2000 cuando alcanzó el 91 por ciento representando la más alta de América Latina y de una devaluación de su moneda original el Sucre del 197 por ciento en 1999 y de un 23.5 por ciento en el 2000. Las altas tasas inflacionarias del Ecuador no han sido resueltas por la dolarización. Tampoco ha podido reducir su enorme deuda externa que alcanza el 46 por ciento de su presupuesto, a pesar de ser un país productor y exportador de petróleo cuyos altos precios en el mercado mundial se han mantenido desde el año 1999. Todo esto significa que ni la dolarización de la economía latinoamericana ni mundial constituye la panacea que va a resolver los problemas estructurales de nuestras economías.

No obstante a esto, se cree que al final, las economías latinoamericanas y caribeñas terminarán dolarizadas a mediano y largo plazo. Todas estas propuestas de dolarización responden a una política muy bien definida de los Estados Unidos que necesitan mantener la hegemonía política, económica, monetaria y militar en toda la región como forma de contrarrestar los efectos de una Unión Europea cada vez más sólida, con una marcada tendencia a diferenciarse de manera decidida de Estados Unidos, que incluso ha diseñado y puesto en operación una ofensiva política comercial que le ha llevado a negociar firmemente con el Mercosur de manera general y con Brasil y México en forma particular. Estas negociaciones se encuentran en etapas avanzadas.


CONCLUSIONES

Debido al predominio de las posturas que defienden los procesos de profundización de la integración financiera y de la participación del dólar en las transacciones domésticas de los países latinoamericanos, y teniendo en cuenta la naturaleza y la lógica subyacente de tales posiciones, se sostiene la hipótesis de que el nuevo orden financiero internacional será, cada vez más, comandado por los mercados libres y desregulados, y por lo tanto, habrá una tendencia a la dolarización de las economías regionales.

Se podría dar que la dolarización en los países latinoamericanos sea una cuestión de tiempo. La importancia de hablar de dolarización, esta en que no se debe de implementar esta política como salida a crisis económicas, políticas y sociales de los distintos países; sino que se tiene que pugnar a una dolarización global en América siempre y cuando esta conlleve a un mejoramiento en el intercambio comercial de bienes y servicios.

Desde un punto de vista técnico, las economías de la Argentina, Bolivia, El Salvador, el Ecuador, México, el Perú y el Uruguay, ya están irremediablemente atadas al dólar. En algunos casos se emplea la palabra `[Author ID1: at Fri Jun 8 04:04:00 2001]dolarización'[Author ID1: at Fri Jun 8 04:04:00 2001], en otros no, pero en dichos países se encuentra una clara tendencia a no dar marcha atrás al proceso de no regresar a sus antiguas monedas.

Con monedas débiles, todos estos países afrontan un riesgo permanente de crisis cambiarias y financieras. Así, para mantener abiertas sus cuentas de capitales de los balances de pagos, quedan ante el siguiente dilema: si optaran por defender sus monedas nacionales, manteniendo de este modo algún grado de autonomía, se encontrarían sujetos a ataques especulativos periódicos; entonces, van profundizando la dolarización en las transacciones domésticas y renunciando a la soberanía monetaria. En cambio, si se decidiesen por adoptar la moneda del país dominante, con la expectativa de una convergencia entre las tasas de interés domésticas y las internacionales y de una estabilidad de los flujos de capitales por la eliminación del riesgo cambiario, estarían cediendo las funciones de administrador del crédito, de proveedor de liquidez y de prestador de última instancia a la Reserva Federal, y renunciando así a la soberanía monetaria.

La posición del gobierno de Estados Unidos respecto de la dolarización de las economías latinoamericanas se modificó con mucha rapidez. Una aparente oposición se transformó en una clara defensa a las tendencias de dolarización de las economías. Demostrando la importancia comercial y económica que esto significaría para el gran país del norte. Sumado a esto los importantes acuerdos comerciales (ALCA) que se pretenden llevar a cabo.

A lo contrario de lo que pregona la dolarización, eliminando la incertidumbre cambiaria, se eliminaría el riesgo país y se reduciría las tasas de interés domésticas de acuerdo con los niveles internacionales, permitiendo así mayor estabilidad en los movimientos de capitales y, por lo tanto, mayores tasas de inversión y de crecimiento de los procesos de dolarización; los cuales implican una pérdida en la capacidad de implementar políticas monetarias, cambiarias y de expansión crediticia. Las cuales son reguladas por los mercados internacionales.

Las economías latinoamericanas quedan de este modo expuestas a las ondas de optimismo y pesimismo inherentes a los mercados globalizados. Los picos de liquidez y de endeudamiento externo asociados con la elevación de los precios de los activos son acompañados por crisis de confianza, fugas de capitales y profundos procesos de ajustes recesivos. Las economías quedan sujetas, entonces, a violentas fluctuaciones del producto y del empleo. Lo que demuestra una vez más que la dolarización implementada sin fundamentos económicos, sociales y políticos claves; continuaría con la inestabilidad en todo sentido; pues se ve afectada la capacidad de implementar políticas monetarias, cambiarias y crediticias autónomas, por parte de los países. Este proceso de unificación monetaria se complementaría con la postura de la liberación del comercio a nivel regional, programada para el año 2005, cuando se haga efectiva la liberalización prevista en los acuerdos del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que puede resultar en la formación de un sistema neocolonial; vale decir, América latina podría constituirse en un conjunto de protectorados de los Estados Unidos de no darse antes una unión entre los países latinoamericanos para negociar los acuerdos como bloque.

Finalmente, la tarea ardua de seguir investigando y pormenorizando en el tema de la dolarización, implica según lo observado hasta el momento; que no hay alguna forma de resistir tales tendencias, aparentemente implacables. La política alternativa necesariamente debería pasar por una centralización de los movimientos cambiarios que posibilitaría retomar los controles sobre el dinero y el crédito doméstico, dado que el mantenimiento de una cuenta de capitales relativamente abierta implicaría alto riesgo cambiario y tasas de interés extremadamente elevadas. Además, los países latinoamericanos deberían adoptar políticas activas de exportaciones y de sustitución de importaciones a fin de que el superávit comercial sea capaz de financiar los flujos de servicios de la cuenta de transacciones corrientes.

PROPUESTAS DE CUANDO SE DEBERIA APLICAR UN SISTEMA DE DOLARIZACIÓN EN AMERICA LATINA.

Antes de pensar en dolarización, se deben realizar los siguientes pasos estructurales.

  • Reducir los altos niveles de deuda interna de cada uno de los países, lo que imposibilita entregar servicios necesarios para la población, y a la vez dificulta el crecimiento. Esto se lograría en primera instancia eliminando los altos niveles de corrupción reinante en cada uno de estos países.

  • Aprovechar los altos precios del petróleo, y de los otros productos exportables por los países latinoamericanos, para incrementar las Reservas Nacionales y de esta manera destinar esos recursos a pagar o reducir la deuda externa.

  • Aprovechar las bajas tasas de interés que Estados Unidos mantiene para reducir las deudas externas, con el objetivo de destinar los fondos necesarios para educación e investigación y desarrollo.

  • Fortalecer el sistema bancario nacional, reduciendo al máximo el número de estos, y fomentando el ingreso de la banca internacional. El objetivo es reducir al máximo el nivel de riesgo de éstos, lo que se expresa como apreciación de la calidad crediticia de cada país.

  • Es necesario incentivar una moral, y una visión de ordenamiento y cumplimiento en las leyes, es decir, inculcar el cumplimiento de éstas en aquellas personas que han cometido algún ilícito político, económico o desfalcos contra el Estado.

  • Unión sincera Latinoamericana para complementar una ayuda global en la región, es decir, si se piensa aceptar las normas del ALCA, primero se debería formar una agrupación de países latinoamericanos, para pelear de igual a igual con Estados Unidos en las decisiones de vital importancia para los intereses de cada una de las naciones latinoamericanas.

  • Fomentar programas de ayuda a la pobreza, lo cual se lograría reinvirtiendo los dineros destinados para situaciones que no posean esa radical importancia, como lo son la modernización de ejércitos, disminución de tamaño del Estado, eliminar burocracia, etc. Una vez que se tengan los fondos suficientes para entregar una mejor calidad de vida a las personas construyendo nuevas soluciones habitacionales, nuevos centros de atención médica y sicológica, mejorar el control policial, etc. Se verá que la población esta dispuesta para nuevos cambios radicales y que en el futuro les dará nuevos réditos.

  • Fomentar programas para la reducción del desempleo. Esto se logrará ayudando a la pequeña y mediana empresa, reduciendo sus deudas, enseñando nuevos oficios, entregando cursos de capacitación, etc; fomentando la inversión extranjera, poniendo reglas claras en lo que tiene que ver con impuestos, desaduanización de mercaderías, facilitación a la inversión, mano de obra calificada, reduciendo los niveles de riesgo del país, etc.

  • Mantener una tendencia de igualación en el precio de los factores, con el objetivo de que no haya necesidades de ir a buscarlos en el extranjero. Lo cual ayuda a evitar la sobreexplotación dela mano de obra barata por parte de Estados Unidos; y se reduce la posibilidad de la fuga de cerebros de los países latinoamericanos hacia el norte. Este punto se lograría en el largo plazo una vez que todas las políticas ya mencionadas, se hayan empezado a materializarse.

  • Resulta muy claro que para llevar a cabo cada uno de estos proyectos, es necesaria la presencia de numerosos recursos que en su mayoría son difíciles de conseguir por los países latinoamericanos, pero que si se creara una conciencia de país, una conciencia de convivencia común, no estaría muy alejado el sueño de resolver todos estos problemas. Para que se logre lo anterior, es necesario y a la vez lo más fundamental, que los gobiernos de turno, aprovechen la confianza depositada en ellos y resuelvan de una vez por todas , la infinidad de problemas que sus antecesores ocasionaron.

    Ahora nos vamos a referir al caso ecuatoriano, ya que el proceso de dolarización está plenamente implementado, para describir lo que ha significado y lo que entonces podría significar en otros países. No nos referimos a El Salvador ya que este recién está empezando el proceso. Ecuador ha recuperado la estabilidad en los últimos meses, ha bajado la inflación significativamente y con todo esto esta regresando a la senda del crecimiento. Uno de los principales cambios que se han notado es la conciencia en los empresarios por la eficiencia, ya que en dólares no se puede exigir una alta tasa de retorno a un proyecto, estos se han visto en la obligación de mejorar sus sistemas productivos, lo que es un punto a favor del nuevo esquema ya que esta haciendo que por su propio peso haya una mejora en la mentalidad empresarial, factor fundamental para iniciar el desarrollo. ¿Por qué el desarrollo? Porque al tener una mayor exigencia en la eficiencia de los procesos productivos, se va a requerir de un recurso humano mejor capacitado, mas apto, mas saludable, con lo que esperamos que esto influya en una mayor exigencia al sistema educativo, la salud, etc. Si bien esto no cae por su propio peso, el hecho de que exista la conciencia de esta nueva necesidad puede impulsar estos cambios tan fundamentales, pero para esto es necesario que los gobiernos que apliquen este esquema estén al tanto de estos requerimientos, si no puede pasar lo que pasa en Panamá, que a pesar de tener índices macroeconómicos excelentes, no ha traducido esto en desarrollo, apenas el 21% de los panameños alcanzan educación superior, y definitivamente no es eso lo que se busca, lo que se quiere es darle estabilidad macroeconómica al país para que tenga un crecimiento sostenible y esto produzca desarrollo.


    Bibliografía

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    Enviado por:Pepe1978
    Idioma: castellano
    País: Chile

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