Religión y Creencias


Dioses egipcios













INTRODUCCIÓN












Cuando los egipcios salieron de los oscuros tiempos de la Prehistoria, ya

presentaban todas las características de la civilización. Sobre el mundo de

las creencias de los egipcios del Neolítico sólo se conoce muy poco. Los

supuestos ídolos y el tipo de los enterramientos señalan hacia un mismo

mundo de ideas religiosas que parece haber sido característico de todas las

culturas prehistóricas. La supremacía de los dioses es reconocida y deseada

por el clan. El cabecilla y, posteriormente, el rey asume el poder de

mediador entre los hombres y los dioses. Los ajuares funerarios introducen a

pensar que ya existía una creencia en otra vida después de la muerte.

El hombre en el Antiguo Egipto estaba rodeado de dioses. Su imagen del

mundo no se presentaba bajo la forma de ideas abstractas y carentes de

cuerpo sobre lugares distantes y tiempos inconcebibles, sino que era

representada como la actuación visible de figuras poderosas que se movían

sobre el escenario del teatro del mundo con un montaje sobredimensionado y

creado por ellos mismos, a saber, el propio cosmos. Todos encarnaban para

los egipcios, independientemente del papel que desempeñaran, el mundo real y

el estilo de vida igualmente auténtico. Incluso allí, donde el hombre

moderno supondría más bien caos y muerte, existe para el egipcio una

dinámica vital que está en conflicto activo y necesario con el mundo

deseable. Por doquier se ve, pues, movimiento y actuación, representados por

incontables dioses en el mundo perceptible para los sentidos y a la vez

visionario.

La multiplicidad de formas en el mundo egipcio de los dioses es la que

irrita y fascina a los hombres, tanto de entonces como actuales, y se

exterioriza en el campo de tensiones entre la homogeneidad formal y la

variabilidad múltiple. No en último lugar esta aquí presente la imagen bajo

la que aparecen los dioses, que pueden distanciarse en poco o completamente

de las formas humanas y adoptar apariencias copiadas de la fauna y de la

flora o también estar representada como atributos o símbolos. Dioses-hombre,

dioses-animal, dioses-planta -las formas naturales de los seres vivos se

mezclan y se elevan a la categoría de representación figurativa de fuerzas

perceptibles-, que están alrededor y fuera de lo puramente humano. Con ello

se convierten en portadoras de los aspectos de las funciones divinas bajo la

forma exterior elegida. Queda claro que es de validez fundamental que el ser

en sí de una divinidad se escapa a la percepción de los sentidos, por mucho

que sus formas de aparición existan en el mundo de lo real.

Las tres dimensiones han adquirido un nombre para tipificar la realidad

del mundo de los dioses en todos sus aspectos: cada dios se representa con

un nombre, bajo la forma de aparición en el transcurso del tiempo cósmico y

la representación de su imagen en el espacio dedicado al culto. Esta

manifestación bajo tres componentes no está, ni mucho menos en

contraposición con la unidad de idea de dios, sino que se caracteriza a un

significado universal que sobrepasa la capacidad humana de entendimiento. La

concepción de la unidad en la multiplicidad, es decir, la correspondiente a

la idea básica de dios en sus múltiples formas de aparición nos acompañará a

lo largo del EGIPTO DIVINO.














































EL EGIPTO DIVINO















1. Los Grandes dioses de la creación:

Comencemos con Atum, un dios de los tiempos más remotos, oriundo de

Heliópolis y cuyo nombre significa la perfección aunque incluye lo "todavía

no existente" y con ello una dimensión contrastante: en el Impero Medio

recibe la denominación, entre otras, de "el no perfecto, que ha alcanzado la

perfección". En el Imperio Nuevo es el señor del Universo, el que existió

primero" y ala vez quien "engendró a los dioses primogénitos, el que formó a

Re, y con ello se perfeccionó con Atum" . Como "Padre de los Dioses" está al

principio de la creación cuya realización se cuenta en el mito.

El mito establece un nexo con el omnipresente encuentro del egipcio con

el mundo real que le rodea: aquí es el desarrollo del recorrido diario del

Sol, a lo largo de su trayectoria en el cielo, que conduce al astro de la

salida por el Oriente y pasando por su cenit con su máxima intensidad hasta

el ocaso por el Poniente, a su estadio de compleción. Las tres

estaciones -que tienen nombres documentados para cada una de las formas de

aparición o encarnaciones del Sol, una para el Sol matutino como Khepre,

otra para el Sol de mediodía Re y para el Sol del ocaso Atúm- culminan en la

mirada retrospectiva y predominante del dios del ocaso, de cuya potencia

concentrada se vuelve a crear, una y otra vez, la creación de forma cíclica.

Este mito estaba representado en todos los templos del Antiguo Egipto, a

diferencia de los actuales centros de culto los templos egipcios funcionaban

como máquinas diseñadas para mantener en movimiento al ciclo del Universo y

para controlar al caos. Literalmente llamados "la Mansión de Dios", cada uno

estaba diseñado cuidadosamente para reflejar al cosmos en el momento de las

creación. Dos grandes torres llamadas pilones flaqueaban la entrada, estaban

diseñados para representar el horizonte y alineados de manera que el Sol, se

elevara entre ellos. Para desviar los males los pilones eran decorados con

imágenes recurrentes del faraón venciendo a sus enemigos, dentro estaba el

atrio bañado vivificantes rayos del Sol se encontraba dentro del templo y

era el límite hasta el que la gente común podía llegar. Desde aquí una rampa

llevaba hasta un salón poco iluminado lleno de columnas en forma de papiros

y plantas de loto que representaban los pantanos que bordeaban al emergente

montículo de la creación, sus brotes y flores evocan la fertilidad de la

creación a punto de desarrollarse. Más allá estaba el santuario interior en

donde, la estatua del dios era el centro del ritual sagrado.

Cada mañana poco antes del amanecer un sacerdote purificado y vestido con

lino blanco, encendía una antorcha para guiarse através de la oscuridad en

el santuario interior purificaba el aire con incienso para despertar al dios

que residía en un relicario preparado para sus visitas terrenales. El

sacerdote se identificaba ante el dios, solo el rey, un dios en si mismo,

podía estar en presencia de la deidad, a menos que delegara su autoridad en

un elegido -"es el rey quien me envía"- decía el sacerdote, luego se abría

el relicario, se le quitaba el velo al dios y el momento de la creación era

representado nuevamente como en el comienzo de los tiempos.

La aparición del Sol evocaba el verdadero significado y el misterio del

universo para antiguos los egipcios, la promesa de la continuidad de la vida

y el triunfo sobre la muerte. También marcaba el comienzo y el fin de un

viaje épico. Cada día, el dios Sol, Re, viajaba através del cielo de Este a

Oeste en un vote solar de las aguas del Nilo celestial. Por la noche se

sumergía nuevamente, en las primitivas aguas del abismo y descendía hacia

los infiernos, el dominio de los muertos, El ciclo debía completarse para

que Re renaciera, pero el infierno era un lugar peligroso, un sin número de

horribles demonios esperando para devorar al dios, el peor era una criatura

llamada Apep.

Viviam Davis el conservador de antigüedades egipcias del Museo Británico,

inspecciona una inscripción que describe el trayecto más peligroso del viaje

en la cámara de sepultura del faraón; muestra al dios Sol, Re, con sus

ayudantes divinos sobre el barco sagrado, en su viaje através de los

infiernos, el viaje es muy peligroso ya que se encontrará con las poderosas

fuerzas del mal y del caos, se destaca entre ellos, una serpiente gigante,

Apep, que pretende destruirlo, sin embargo en la imagen hay unos hechizos en

jeroglíficos aseguraran que Re emerja ileso, ya que, en unos de los

jeroglíficos muestran a Apep asesinado por un cuchillo que cortó su

garganta, entonces Ra surgirá nuevamente al amanecer y así el dios muerto

resucitará con él.

La resurrección del rey así como la renovación del cosmos eran un concepto

crucial para la continuación del mundo tal como lo conocían los egipcios.

A la función primaria y universal del dios se corresponde la rareza de

las representaciones antropomorfas (con forma humana). El escondrijo de

estatuas descubierto en tiempos modernos en el templo de Luxor presenta una

que tiene esas características. La inscripción, el tocado y las insignias

identifican a la divinidad. Más frecuentes son las representaciones

zoomorfas, que están vinculadas con las funciones de Atum como dios

primigenio hermafrodita, capaz de autofecundarse (entre otras, las que lo

representan como león o serpiente) o como dios-Sol (entre otras como

carnero, escarabajo o icneumón). El nombre, la forma de aparición y su

representación en imagen interactúan, determinan en su conjunto la esencia

de la divinidad y subrayan cada uno de los rasgos específicos que lo

caracterizan. No en todos los casos le es dado al observador moderno captar

claramente la vinculación de la de la forma animal con la propiedad divina

correspondiente. Mientras que las comparaciones del león con la fuerza o del

carnero con la fertilidad se pueden entender si dificultad, las ideas de la

función como dios primigenio de las serpientes o de la fuerza de

regeneración propia del escarabajo solamente se pueden aprehender leyendo

los numerosos textos religiosos.

La forma de aparición cósmica del dios primigenio, que con las tres fases

se nos presenta como Khepre, Re y Atum, se desarrolla en el mito de la

generación de los procesos y fuerzas naturales. Con el mito se anuncia

también la imagen del mundo, que no precisa de abstracciones ni fórmulas,

entendiendo más bien el mundo, que no precisa de abstracciones ni fórmulas,

entendiendo más bien el mundo como el entorno de lo viviente. La cosmología

heliopolitana hace que Atum sea el creador, sea escupiendo, sea eyaculando,

de la divinidad del aire Shu y de la divinidad de la Humedad, Tefnut, de las

que a su vez nace la pareja de la diosa del cielo Nut (pensada como hembra)

y el dios de la tierra Geb (pensado como macho). Con las divinidades del

inframundo se completa la esfera de los dioses hasta formar una eneáda que,

de ahí en adelante, se nombrará como cifra mítica clave, no numérica, para

designar toda la multiplicidad de formas de la realidad divina.

Con la concepción cósmica (no sobrenatural) del dios primigenio Atum

concurre la idea menos drástica, aunque no menos intensiva, del dios Ptah en

el lugar del culto vecino, Menfis, la capital del Imperio Antiguo. Su nombre

le caracteriza como el "escultor" y "el que abre", es decir, igualmente como

un dios primigenio y creador. Según la "teología menfita", que quedaría

definida más adelante en la capital del Imperio Nuevo tal y como la

conocemos hoy, su "lengua" crea lo que su corazón ha pensado, por lo que

también crea la diversidad del mundo de los dioses, tal y como se adoraba

ésta en Heliópolis. Ptah preside a su modo la enéada, él, cuyo nombre

caracteriza al "escultor" -el artesano divino- y es comparable al dios

Hefeso (Hefaistos) de los griegos. Los epítetos (adjetivos diferenciadores)

asignados a Ptah lo caracterizan como divinidad "de rostro accesible". Sus

incontables imágenes, tanto del arte mayor como menor, nos lo muestran en la

mayoría de los caos con formas humanas en postura hierática, en pie y dentro

de una especie de capilla, con un birrete azul dotado con una borla,

sosteniendo con las dos manos el centro. Aquí se pone de manifiesto a la vez

su atribución como señor del orden cósmico (Maat). Ptah está adjudicando de

forma especial a la monarquía y él da cuerpo a la idea fundamental de la

encarnación de lo divino.

Como en lugares de culto centrales del antiguo Egipto, Ptah está en la

cúspide de una tríada, es decir de un grupo formado por tres dioses. Tales

triadas, que en la mayoría se presentan como familia de dioses con la

constelación padre-madre-hijo, forman la base mítica para los rituales del

culto celebrado en la realidad. En Menfis estaban, junto al dios Ptah, la

diosa Sakhmet y el dios Nefertem. La diosa Sakhmet, cuyo nombre significa

"la poderosa", lleva esta denominación como encarnación de la dinámica

vital, que se exterioriza primero como protección, pero luego en medida

creciente como rechazo agresivo. En el mito aparece como una diosa guerrera;

por ejemplo, según el Libro de la Vaca Celeste, está incluso dispuesta a

aniquilar al género humano. Precisamente representa, de modo ejemplar, la

divinidad sacadora y que mata, vinculándose así con el concepto fundamental

apotropaico (que defiende del mal), inmanente a todo lo sagrado. La imagen

con cabeza de león con que aparece frecuentemente en las esculturas subraya

esta dualidad, que también tiene su réplica en las representaciones de la

diosa madre tebana Mut.

2. El dios universal Amón:

En la triada de las cosmogonías (concepciones de la creación) más

importantes ha de tratarse ahora la correspondiente a Hermópolis, la del muy

misterioso dios primigenio Amón, cuyo nombre significa "el oculto", a quien

se consideraba como el origen del acontecer universal. Si bien pertenecía,

en un principio, a los dioses primigenios del caos anterior al mundo, entra

en un proceso de transformación que lleva hasta la cúspide del panteón

egipcio. Aquí formará él, finalmente, una "divinidad-conglomerado" al unirse

con el dios-Sol Re, a la que se asigna el carácter de un dios universal.

Amón encarna la fuerza vital elemental, que permanece oculta y que se

autoengendra (Kamutef) y cuya exteriorización se produce trascendiendo el

espacio y el tiempo. Como dios de cualidades neumáticas está actuando por

todas partes, si siente su aliento, pero no se conoce ni su origen ni su

destino. Como dios del aire, está aparentado con Shu. Como dios principal de

Tebas, la metrópolis del Imperio Nuevo, preside la triada formada con la

diosa Mut, que es comparable con Sakhmet, y con el dios hijo Khons, el que

atraviesa los cielos (dios lunar) y "que hace planes". Como dios nacional y

universal, Amón-Re es el "padre de los dioses". A Amón están dedicados la

mayoría de los himnos de la poesía egipcia; es el dios "uno, que se ha hecho

millones". En la iconografía relativa al culto aparece Amón frecuentemente

como dios entronizado con rostro humano y la llamada corona de plumas, que

remite a su función supraterrenal. El nombre del rey Tutancamón ("imagen

viva de Amón") tipifica la relación del rey con Amón de forma exquisita.

Cuando se habla de la semejanza de la imagen del faraón con la de Dios, ello

se hace guiándose especialmente por la particular relación de Amón con el

monarca.

De la triada regional compuesta por una familia de dioses tipificada se

va imponiendo, conforme crece la formación del Estado y aumenta la

convergencia de las dos tierras que forman el reino en el sur (Alto Egipto)y

en el Norte (Bajo Egipto), la concepción de la triada del reino, compuesta

por tres mayores: Re, Ptah y Amón. Una de las imágenes más expresivas de

culto de la triada del reino se ofrece en el sancta sanctorum del famoso

templo rupestre de Abu Simbel. Puede que resulte irritante la presencia del

constructor del templo y el más poderoso faraón de todos los tiempos, Ramsés

II, a la derecha del heliopolitano dios-Sol Re. Sin embargo se trata de una

manifestación de una elección consciente y tácitamente aceptada, que ensalza

al rey en la superlativización de su título como "hijo de Dios" hasta

alcanzar el nivel de lo divino y lo sienta en este caso excepcional "a la

derecha del padre omnipotente". La equiparación de las imágenes divinas de

Re, Ptah y Amón, en la que se incluye al faraón como dios entre los dioses,

evoca el recuerdo del esquema cosmogónico en el que se basan en última

instancia prácticamente todas las concepciones centrales de la creación. El

dios primigenio, al principio en el plano de la manifestación divina del

caos, surge del lado de las tinieblas para iluminar y guiar la tierra con la

fuerza de su resplandor, para constituir siempre de nuevo el espacio

vinculado con Ptah (Tatenem) y ascender finalmente en la encarnación de Re

hasta alcanzar el dominio absoluto del lado de la luz y del ciclo de los

tiempos. Únicamente este ascenso condiciona la materialización del

representante divino en la tierra, del rey, quien coopera con el dios-Sol al

buen fin del devenir cósmico.

3. Los dioses del cielo y los dioses-reyes:

La idea del "padre todopoderoso", que también se expresa en la triada del

reino, se funde con la idea de la transformación del dios primigenio en el

proceso (es decir, en le transformación cíclica del dios-Sol) de conversión

en una magnitud divina propia llamada Re-Harakhte, "Horus del Horizonte/de

la tierra de la luz". Con ello se hace referencia a la dimensión mítica del

reino de los cielos. En Re-Harakhte se presenta el papel cósmico del dios

supremo que trasciende todo el ciclo diurno y que no sólo se presenta en la

magnificencia del cielo y del panteón, sino también en la misteriosa

capacidad de diálogo para con el que está ante él. La forma de

representación con cabeza de halcón extrapola la idea de una distancia, una

omnipresencia y una visión de todo en su más alta instancia asociadas con el

elevado vuelo y con la agudeza vista de dicha ave con las que se deja sentir

de lejos y de cerca por igual como ninguna otra divinidad.

Una de las divinidades más importantes en el panteón Egipto es el Horus

contenido en el nombre Hakhte cuya denominación típica al "distante" ,es

decir, el mensajero e intermediario del misterio divino. Horus está

íntimamente ligado al supremo, que en la esfera de los dioses se les

describe como "hijo del dios-Sol". Se trata aquí de un título que tiene un

significado trascendental para la historia y la religión, ya que es,

ciertamente la base de toda teología del "hijo de Dios". En el plano de lo

terrenal, su posición y su función se corresponde con la del rey, que desde

la tercera dinastía es considerado como "hijo de Rey" se conserva esta

titulatura hasta entrado el Período Grecorromano. El Horus con cabeza de

halcón se encarna en el rey, que de esta forma también participa en la

munífica presencia de Horus en el mito. Osiris el biznieto de Amón Re,

heredó el derecho de ser rey, pero su hermano Seth, estaba celoso. Para

poder ganar el trono, hizo entrar engañado a Hosiris en un ataúd lo selló, y

lo arrojó al río. Isis la hermana y esposa de Osiris fue en busca de su

esposo muerto, cuando lo halló utilizó sus poderes mágicos para revivirlo.

Pero Seth era intrépido mató y desmenuzó a su hermano y nuevamente lo hecho

al río. Isis recuperó la cantidad necesaria de fragmentos, como para

concebir un hijo. Luego Osiris descendió al los infiernos para convertirse

en Rey de los Muertos, mientras Isis se escondía en los pantanos, para

proteger a su hijo recién nacido Horus el legítimo heredero. Entonces éste

se convirtió en vengador de su padre luchando con Seth (encarnación del Mal)

que se estableció en Egipto al principio de forma paulatina. Horus vence

finalmente a Seth, convirtiéndose así en protagonista de la victoria sobre

la muerte y sobre las fuerzas del caos.

Horus, que así avanzó hasta convertirse en la imagen simbólica de la

perpetua lucha de la luz contra la oscuridad, encontró un reconocimiento muy

extendido en el mundo religioso de la Antigüedad a todo lo ancho y largo de

la cuenca del Mediterráneo, representando por la imagen del niño Horus,

llamado en griego Harpókrates. El amuleto con la imagen del niño divino con

los pies aplastando las peligrosas fuerzas animales del caos es uno de los

"artículos de exportación" más conocidos y apreciados, con el que

ciertamente se pretendía hacer partícipe a cada hombre de una mágica

certidumbre de estar protegido incluso de la violencia que pusiera en

peligro su vida y de poder alcanzar la curación de toda enfermedad.

4. Diosas madre y del amor:

Con las ideas de la creación está también vinculada la diosa madre

Hathor, cuyo nombre "casa de Horus" señala claramente que ella hace posible

que la encarnación del Dios supremo llevándolo a su seno. Como "señora" que

todo lo abarca, otea con su mirada los cuatro puntos cardinales y acapara

todos los ámbitos de la vida, desde la alegría de la próxima jornada hasta

el exotismo de la atractiva pero inasequible lejanía y el de la muerte. Como

diosa lejana, que ha abandonado Egipto, tiene que buscarse un retorno en el

mito, para buscar la perpetuidad de la vida presente y del más allá. Ella es

garante del amor creativo y de una vitalidad que se renueva siempre por sí

misma. Su iconografía muestra a la diosa con rostro humano, coronada con

cuernos de res que enmarcan un disco solar, atributos que son la fuerza

creativa y regeneradora. Se la encuentra, lógicamente, también bajo la forma

de vaca dotando al rey con fuerza vital. Adoradas por amplias capas de la

población, es la ayuda en todas las situaciones de necesidad que se

presenten en la vida.

Al igual que Hathor, también Isis ha de entenderse como una madre de

Dios. Desde el Imperio Nuevo, pero sobre todo en el I milenio a.C., va

asumiendo en medida creciente puestos y funciones de la diosa Hathor, aunque

también de otras madres divinas, llegando finalmente a convertirse en "la

diosa de todas las diosas" y ello hasta mucho más allá de las fronteras de

Egipto. En lo que al significado de su nombre se refiere, hoy como ayer, se

sigue discutiendo, más ciertamente Isis puede aparecer desde un principio

como esposa de Osiris y madre de Horus. El apareamiento mítico la deja

embarazada y la convierte en la "virgen" y "esposa divina", en la señora de

la magia y del cielo,; sus cuidados para con el niño Horus hace que aparezca

como divinidad protectora como divinidad protectora ejemplar a todos los

ojos. Como atributo y símbolo inconfundible aparece sobre su cabeza el

trono. Pero con ello, este símbolo no representa al objeto en sí, sino como

jeroglífico reproduce el equivalente sonoro del nombre de la diosa. No es de

sorprender que precisamente Isis se diera a conocer como la madre de Dios

clásica más allá de las fronteras egipcias, en la cuenca del Mediterráneo y

en Europa, ya que su representación con el Horus niño, en calidad de "Isis

lactante", pudo servir como modelo para imágenes religiosas posteriores.

5. Dioses y hombres:

El halo mítico que envuelve a Horus, Isis y Seth tiene lógicamente, una

divinidad como imagen de referencia propia, sin la cual no hubieran sido en

absoluto concebibles las esperanzas puestas en los humanos en la vida

después de la muerte o, incluso, la creencia en la resurrección delos

muertos que se desarrolla en el curso de la historia de la religión oriental

y la occidental. Se trata aquí de Osiris, cuyo nombre sigue precisando un

esclarecimiento en medida no menor que el de su esposa Isis. Osiris es en sí

una divinidad de la vegetación y de las cosechas procedente de la región del

Delta. En Abidos se convierte en el "primero de los occidentales", es decir,

en el representante y garante por antonomasia de la otra vida, del hecho de

la resurrección y de la justificación con ella vinculada. El mito muestra

precisamente la resurrección de su cuerpo que depende de la victoria del

Horus vengador. Re comparte con él la función de velar por el ciclo de la

realización de la vida cósmica y le cede vigilancia del tiempo de la noche y

del mundo de los muertos. Él ésta investido de la función de juez, es quien

ayuda a encontrar los caminos hacia el dios-Sol después de que el tribunal

ha dictado un fallo favorable en el juicio de los muertos.

A los dioses egipcios no les son extraños ni las pasiones ni las

emociones, por mucho que les caracterice finalmente su magnificencia

inaccesible. El mito les atribuye una y otra vez actitudes y comportamientos

humanos. Precisamente de cara a la muerte y pese a los esfuerzos

sobredimensionales por alcanzar la vida eterna, también para el egipcio

existe y permanece el miedo a la muerte y el luto, como se manifiesta en la

estatuilla de la diosa Isis que muestra su duelo en silencio.

(Transparencia)

No obstante el duelo y , con él, el lamento, constituye el umbral de

entrada para salir de las penalidades. Isis no solo es compañera de camino

al principio de la vida, sino también la protectora en la transición de ésta

a la otra vida. En una misteriosa encarnación, en el proceso de la historia

de la religión egipcia se transforma cada difunto en el dios Osiris, para

participar así en la manutención vivificante de la diosa Isis. La vida y la

muerte están vinculadas en un sistema que trasciende el todo, cuyo sentido

determina las relaciones entre los dioses y los hombres. Este orden básico

es apenas traducible a nuestro idioma y lo constituye Maat, una divinidad

femenina adorada por los egipcios y considerada incluso hija del dios-Sol. A

pesar de esta aparición extraordinaria, la diosa Maat no aparece en primer

término, ni siquiera allí donde constituye un atributo explicativo y está

confrontado con otra divinidad. Así, la consideración de la diosa Maat,

representada por una imagen pequeña con el Gran Ibis, la encarnación del

dios Thot, es capaz de demostrar aún más claramente a que instancia están

comprometidos incluso los dioses más juiciosos.

(Transparencia)

Pues Thot es el más sabio entre los dioses, considerado como "jefe" de la

ciencia y del arte, de las matemáticas y de la medicina. Es en todo

comparable con el mensajero de los dioses griegos Hermes e igualmente dotado

con el aura de lo esotérico. Thot, el "tres veces más grande"(trimegistós),

puede ser calificado prácticamente como el antecesor histórico de la gnosis

egipcia.

Por mucho que Maat ya pueda herir la susceptibilidad de toda aspiración a

atribuir a la cosmología egipcia un carácter patriarcal, al volver los ojos

a la sólo aparentemente menos representativa diosa Neith se puede encontrar,

no en última instancia, cómo se perfila aún más la idea de una diosa madre.

Esta diosa, cuyo nombre este vinculado con la idea de las "aguas

primordiales", fue representada primeramente como una divinidad guerrera,

armada con arco y flechas. No obstante se convertiría en la diosa primigenia

creadora, aunque esto sería ya en el Periodo Tardío, que oculta tanto

cualidades masculinas como femeninas. Los epítetos que definen son "padre de

los padres" y "madre de las madres". En su función como señora de la ciudad

de Sais en l Bajo Egipto, al adquirir más peso desde el punto de vista

político-religioso desde la XXVI Dinastía, su atractivo aumentó también

incorporándose a las ideales teológicas griegas, de forma que pudo ser

equiparada con la diosa Atenea.

La diosa madre y la diosa primigenia trascienden hasta llegar a las ideas

del pueblo, también al margen de los cultos oficiales, sustentados por la

clase privilegiada del país. Dos divinidades caracterizadas por ser las que

ayudan a los hombres en situaciones propias de la vida cotidiana son las

diosas Meretseger y Thoeris. La primera, cuyo nombre significa "la que ama

el silencio", es una diosa de la vida y de la muerte, aparece por regla

general con la cara con forma de cobra, lo que apunta a su parentesco ideal

con la sapiente Maat. Meretseger es considerada tradicionalmente como una de

las diosas que dieron la vida, compartiendo este lugar con Renutet, la diosa

lactante igualmente con forma de serpiente, y con Isis. Está también

estrechamente vinculada con Hathor y tiene en la patrona de las

embarazadas, la diosa Thoeris ("la grande", también llamada Thaweret) a una

eficaz compañera. Ambas están dotadas con el tocado de Hathor para proteger

la vida gestante en el más acá y el más allá. Bajo la forma de hipopótamo

preñado (se sabía que los hipopótamos eran feroces protectores de su cría) y

, en ocasiones ornada también con la piel y cola de un cocodrilo, en

ocasiones esgrimía un cuchillo, Thoeris está presente como una poderosa

imagen protectora y embarazada, presenta tanto en el arte de la miniatura

que se refleja en los amuletos llevados en el íntimo contacto con el cuerpo.

(Transparencia)

El observador apenas puede sustraerse a la amable apariencia de la diosa

gata Bastet, aun cuando pueda pensar que esta es la última faceta fascinante

que tiene la misma. Tiene su hogar en la ciudad de Bubastis, en el Delta, a

la que ha dado su nombre. Bastet, al igual que el animal imprevisible que lo

simboliza, una diosa caprichosa, pariente de la lejana Hathor y, al igual

que ella, quien concede los deseos a las mujeres que a ella acuden pidiendo

fertilidad y un buen parto.

Pero la divinidad más popular de todas es, sin duda, Bes: un enano de

piernas curvas, con la melena de un león, con una prominente lengua (un

gesto para intimidar a los enemigos), descarado y apreciado como bailarín y

músico, pero representa a la vez el papel de "diablillo" de los espantos. La

dimensión mítica le vinculaba con la exótica Hathor, a la que hace volver

desde la lejanía, aplacándola. En la época griega se pensó que era la

encarnación de Pan, el amigo de perturbar "la hora de la siesta". Las

imágenes de Bes decoran paredes de los templos, objetos utilizados cuando se

acercaba el nacimiento (vara hecha del colmillo de un hipopótamo, por

ejemplo) en los que también constaban Hathor, Thoeris entre otros poderes

defensores, para dibujar un círculo de protección, alrededor del lecho y

luego alrededor de la cuna del bebé recién nacido, los exvotos así como los

diferentes objetos e instrumentos de uso diario.

Bes también tiene una manifestación femenina; Bese, representada

sosteniendo una serpiente de bronce en cada mano, que era utilizada en los

partos por un mago llamado "conocedor de las cosas", através de una máscara

que le convertía en el conducto de ésta. Éste o esta (el mago) actuaba

mientras dos comadronas, representando a la gran madre Isis y su hermana

Neptis, asistían a la madre, que se ponía en cuclillas sobre ladrillos

especiales para parir, mientras se recitaban conjuros invocando a los dioses

para un parto rápido y seguro. El mago era quien presidía los rituales.

*transparencia*

6. Fuera del Panteón:

Serapis es una divinidad con nombre compuesto, que delata ya de por sí

solo los elementos que lo componen, a saber, Osiris y Apis. El nacimiento

artificial de este dios en Alejandría prometía a los griegos y a los

egipcios a encontrar un camino común. Osiris y el toro Apis les recuerda a

los egipcios la renovación vital, mientras que la imagen de Zeus ilustra la

integración en la religión griega. Serapis es adorado como salvador en la

vida y en la muerte, como augur en el oráculo, como consuelo en la

enfermedad y en la soledad del abandono, como acompañante de los marineros.

Su fama se extiende por toda la cuenca del Mediterráneo y su gloria póstuma

llega hasta Occidente. Su iconografía contribuye a la representación del

dios creador en el arte protocristiano. Para los egipcios permaneció,

lógicamente, como un dios extraño. (Transparencia)

Atón, el dios con el nombre de "disco solar", había de alcanzar durante

el reinado de Akhenatón (Amenofis IV) la posición y función del dios uno y

único. El principio dual de la religión egipcia, basada en el "uno junto a

muchos", encontró repentinamente en este modelo monoteísta una supresión

provisional. El dios dedicado a la creación, concebido como una alternativa

para sustituir al progresivamente espiritualizado Amón, sólo accesible a

través de la mediación de la familia del rey, mantuvo el suficiente

atractivo incluso después del ocaso de la religión de Amarna. De allí en

adelante también se aplicó al dios ramésida del Universo, Amón-Re, con mayor

insistencia que antes, la frase que rezaba "uno, que se ha hecho millones".













Como única defensa los egipcios tenían a sus dioses, y como la gente no

podía ingresar, los dioses debían salir. Cada pueblo tenía su propio dios,

como Tebas que tenía a Amón Re. Oculto en un sudario, su estatua salía del

templo varias veces al año en dirección a Karnak, pasaba através de la

Avenida de las Esfinges, hasta el templo de Luxor. Durante la procesión un

peticionario acudía a preguntarle en nombre del pueblo. Las preguntas solo

podían tener respuestas de SI ó NO, como por ejemplo "seré engañado?"…etc…

Un paso hacia delante significaba sí pero por el contrario, un paso atrás

era no.

Los egipcios creían que si adoraban a dioses que hubieran pasado grandes

penurias estas no les pasarían a ellos. Un ejemplo muy claro lo encontramos

en el mito de la creación de Isis y Osiris:

-"Osiris el biznieto de Amón Ra heredó el derecho a ser rey, pero su

hermano, Seth, estaba celoso. Para poder ganar el trono hizo entrar engañado

a Osiris en un ataúd, lo selló y lo arrojó al río. Isis la hermana de y

esposa de Osiris fue en busca de su esposo muerto cuando lo halló, utilizó

sus poderes mágicos, para revivirlo. Pero Seth era intrépido y mató y

desmenuzó a su hermano con un cuchillo y nuevamente lo arrojó al río. Isis

recobró la cantidad necesaria de fragmentos como para concebir un hijo.

Luego Osiris descendió a los infiernos para convertirse en rey de los

muertos. Mientras Isis se escondía en los pantanos, para proteger a su hijo

recién nacido, Horus, El legítimo heredero".-

Utilizaban amuletos, uno de los más populares es Wetchat u ojo Udyat, el ojo

de Horus, símbolo universal de la sanación y la integridad. Representa el

ojo perdido de Horus, durante la batalla con el maligno dios Seth, para

vengar el asesinato de su padre el dios Osiris. Eran comunes los amuletos

para detener la maldad y promover la buena suerte. La cruz egipcia, el

jeroglífico significa "vida" símbolo de protección. El escarabajo

representa al insecto que emerge diariamente de la tierra aparentemente

recreándose. El poderoso símbolo de la renovación empuja su bola de

estiércol mientras la esfera del Sol rueda a lo largo del cielo. Los

amuletos también podían ser también conjuros escritos en un trozo de papiro

llevado alrededor del cuello. Una para calmar el dolor de cabeza

dice: -"vete Sajeqqek del cielo, de la tierra, cuyos ojos se encuentran en

su cabeza, y la lengua en su trasero, se alimenta de suciedad, conozco el

nombre de tu madre conozco el nombre de tu padre aléjate de mí."- Pero la

causa de una enfermedad o de una adversidad no siempre resulta clara, quizás

los dioses habían sido ofendidos. Para protegerse mantenían santuarios de

los dioses en todos los hogares; los trabajadores de Deir-el-Medina, podían

adorar a los dioses de su elección. Uno de sus favoritos era la diosa de la

serpiente, Meretseqer, "la que ama el silencio". Para asegurarse de que sus

ruegos eran oídos se grababan orejas en tablas de ofrenda hechas de piedra.

En el desierto eran comunes las serpientes venenosas, en teoría lo que

puede dañar también puede ser utilizado para ayudar. Los egipcios

divinizaban imágenes de animales peligrosos e invocar su ayuda y protección.

A la sombra de las grandes pirámides de Gise, los arqueólogos

descubrieron un cementerio de constructores, y a pesar de que sus tumbas

eran más humildes que las del faraón, asegurarse de una vida después de la

muerte menos importante. Tenemos la traducción de uno de los conjuros

utilizados en ataúdes, hecha por Sahi Haguas, director de la meseta de Gise,

específicamente éste es un maleficio dejado por un artesano, llamado Peteti.

Peteti trabajo en la construcción de las pirámides hace 4600 años. Para su

tumba quizás salvó algunos fragmentos destinados a la pirámide y escribió en

él: -"Nunca hice nada malo en mi vida, por eso los dioses sienten simpatía

por mí. Si alguien molesta mi tumba será comido por un cocodrilo un

hipopótamo y un león"-. Su esposa al otro lado dejó la misma inscripción

pero añadió: - "y los escorpiones y las serpientes"-. Esto es solo para

demostrar que en el pasado las mujeres eran más vengativas que los hombres.

Los muertos podían ser malvados pero también podían ser poderosos

aliados. Debido a que los demonios y los dioses residían en los infiernos

los aldeanos preparaban alteres domésticos y realizaban ofrendas a sus

antepasados, equipados con sus propios poderes divinos. Los muertos tenían

acceso directo a los dioses y podían interceder en favor de su familias.

Para comunicarse con ellos, los egipcios escribían cartas a los muertos que

incluían todo, desde problemas legales hasta rivalidades domésticas o

simples saludos. Pero no todos los ancestros tenían la voluntad de

interceder, aquellos que hubieran sido despreciados en el momento de su

muerte o envidiados en vida, podrían volver y perseguir a la familia. En el

año 1200 a.C. un hombre acechado por el infortunio, pensó que este podría

ser obra de su esposa muerta. Para reprochárselo le escribió recordándose

que había sido su esposa fiel y atenta, que realmente no era culpable por

haber estado en viaje de negocios cuando ella murió, aún esta por verse si

ella era responsable o no. Identificar espíritus malévolos y demonios

perniciosos era en el mejor de los casos una tarea delicada. Pero en el

viaje final hacía en talla no había lugar para el error.

El secreto de la inmortalidad yacía en el mito de la resurrección: en él

el dios del Sol Amón Re descendía hacia el infierno, para reencontrarse

luego al amanecer. Como el viaje era engañoso los egipcios elaboraron una

lista de conjuros mágicos, llamado el "Libro de los Muertos". Un libro

vitual hacia la vida después de la muerte, estaba escrito en papiro o papel

de lino y era ubicado con el cuerpo para ayudar a los muertos a reconocer a

los habitantes y el paisaje del infierno, así como pasar por él ilesos. Hay

conjuros para ayudar a los difuntos a recordar su nombre, un alma sin nombre

se desvanece desde su existencia. Uno para navegar en un bote através del

río celestial, para guiarlo por las respuestas apropiadas en el día del

juicio, para reunir el cadaver con su alma provisto de una cabeza humana.

Para alcanzar la felicidad en la versión egipcia del reino celestial de

los cielos. Los muertos primero tenían que atravasar el infierno de Oeste a

Este pasando através de varios puertas, y cada una estaba custodiada por un

demonio custodiada que devoraba las almas de aquellos destinados a morir. La

clave para desarmarlos era conocer sus nombres secretos; El Escuchador

furtivo, El gritón, La sanguijuela y los feroces con rostro de hipopótamo.

Pero los difuntos no eran los únicos visitantes en el reino de los muertos,

en la noche los que dormían y los que soñaban también descendían hacia los

infiernos para comunicarse con los dioses. Sedecía que el sueño era la

revelación de la verdad, y su simbolismo a pesar de no ser muy claro era un

presagio del bien o del mal, para descubrir de cual, los egipcios

consultaban a los especialistas que poseían el don de interpretar los

sueños. Un celebre escriba de Deir-el-Medina poseía su propio libro de los

sueños, el único jamás descubierto, contenía rimas de interpretaciones

hechas: si un hombre se ve en sueños muerto, bien, significa una larga vida,

si un hombre ve en sueños su lecho en llamas, mal, significa echar a su

esposa, si un hombre se ve bebiendo cerveza caliente, mal, significa

sufrimiento. Pero los egipcios con problemas podían pagar a otros para que

soñaran por ellos. Hacia el año 300 a.C. los sueños eran una industria, e

interpretarlos, un gran negocio.





Los origenes de la momificación en Egipto se deben a las condiciones

climáticas y orográficas de sus tierras. En tiempos prehistóricos se

enterraba a los muertos en la arena del desierto envueltos en pieles de

animales o en esteras. El ambiente, seco y ardiente, absorbía el agua de los

tejidos de los cuerpos, que así se conservaban, convirtiéndolos en momias

naturales. Cuando al principio de la historia se comenzaron a construir

tumbas y a enterrar a los muertos en ataúdes, dejaron de existir estas

condiciones naturales de conservación y los cadáveres se descomponían. Pero

según las ideas religiosas del antiguo Egipto, para que se diera vida en el

más allá era imprescindible la conservación del cuerpo terrenal, por lo que

se empezó a experimentar de qué forma se podía conservar éste de la

descomposición natural.

Se descubrió que sin extraer los órganos internos de la caja torácica y

del vientre no se podía evitar la descomposición. Así los embalsamadores del

Imperio Antiguo comenzaron a abrir las cavidades ventrales de los difuntos y

a extraer las vísceras. Pero no se logró, pese a la extracción de las

vísceras, conservar los tejidos del cuerpo de forma tal que llegaran

intactos hasta nuestros días. La envoltura de lino se encuentra en un estado

todavía muy bueno y en ella se hace apreciable el esfuerzo de los egipcios

por conservar el cuerpo después de la muerte.

Será ya en el Imperio Medio cuando se dió el pasó siguiente en el

desarrollo de la técnica de la momificación, consiste en la extracción del

cerebro del cráneo. Este procedimiento al principio solo se aplicó en casos

muy aislados. Apartir del Imperio Nuevo se generalizó extraer del cuerpo

tanto el cerebro como las vísceras para enbalsamarlo.

PROCESO DE MOMIFICACIÖN:

De este proceso solo tenemos la información recopilada por un viajero y

escritor del siglo V a.C. Heródoto.

Solo dos papiros de la época romana describen el llamado ritual de

embalsamamiento, pero aquí solo se trata de instrucciones de carácter

ritual, de como debe ungirse, vendarse y proveerse con la protección mágica

mediante amuletos y conjuros cada una de las partes del cuerpo. La técnica

de conservación del cuerpo no se describe en ellos.

Los embalsamadores trabajaban fuera de las localidades, a orillas del

Nilo o de una acequia que arrancaba del mismo, ya que para limpiar los

cuerpos necesitaban agua en abundancia. Los hallazgos de materia vegetal que

quedó accidentalmente como residuo en los cuerpo de las momias evidencia,

además, que el embalsamamiento se llevaba a cabo al aire libre. El cuerpo

yacía para ello sobre una mesa de piedra o de madera. Para un

embalsamamiento real se utilizaban mesas mucho más ostentosas comparables

con las de alabastro que se utilizaron para momificar los cuerpos de los

toros Apis.

Según Heródoto, los embalsamadores comenzaban a trabajar por la cabeza

del cadáver extrayendo de ella el cerebro, mediante unos ganchos de bronce

(descritos por Heródoto, como de hierro) que alcanzan hasta 40cm de

longitud. Uno de los extremos de este instrumento podía tener formas muy

diferentes: de aguja, de gancho o incluso arrollado en espiral. En los

craneos ya vacios se vertía una substancia (según Heródoto de aspecto

resinoso) que consistía en la mezcla de resinas de diversas coníferas, cera

de abeja y aceites vegetales aromáticos que una vez dentro del craneo se

solidificaban. Pero en algunos casos en vez de esta substancia se introducía

lino.

Después abrían su cavidad ventral. Se realizaba una incisión por encima

de la cresta iliaca y en el lado izquierdo. Los embalsamadores conservaban

las vísceras extraídas (pulmones, hígado, estómago e intestinos; no

conservaban los riñones porque no entendían su función) por separado, las

envolvían el un paño de lino y depositaban cada órgano en uno de los

llamados vasos canopos, recipientes especiales que se depositaban el en

interior de la tumba junto a la momia. De la protección mágica de las

vísceras se encargaban los cuatro hijos de Horus. De ellos, Amset tenía

apariencia humana, Hapi de mono, Kebekhsenuef de halcón y Duamitef de

chacal. Cada uno se asignaba a cada órgano. Al extraer las vísceras, los

embalsamadores ponían especial cuidado en dejar el corazón dentro del cuerpo

o lo volvían a colocar en su lugar. Era el lugar donde residía el

pensamiento y el sentimiento, y responsable por tanto de la individualidad

de cada ser humano. Aunque podía ser sustituido por el escarabeo-corazón.

El siguiente paso era tratar el cuerpo con natrón, que extrae de los

tejidos del cuerpo el agua que contienen, secándolos y conservándolos. El

natrón no era líquido, se ponía en el cuerpo como sal en el interior y en el

exterior. El tratamiento con sal de natrón duraba entre 35 y 40 días.

Para darle al cuerpo un aspecto externo parecido a lo que fuera en vida,

se tenía que rellenar nuevamente la caja torácica y la cavidad abdominal.

Ello se llevaba a cabo utilizando lino o aserrín, más rara vez barro del

Nilo o plantas olorosas. En el corte practicado en la cavidad ventral se

volvía a coser una vez introducido el relleno (aunque en casos muy

aislados), pero generalmente lo solían cerrar con lino, y al rey con una

delgada chapa de oro.

Para envolver el cuerpo momificado, los embalsamadores necesitaban gran

cantidad de paños y vendas de lino. Solían utilizar prendas de vestir y

telas desechadas procedentes del ajuar doméstico del difunto, que cortaban

en tiras. Sobre todo en el Período Tardío, los embalsamadores colocaban

sobre la momia casi totalmente vendada una gran cantidad de amuletos muy

diversos. Tutankamon tenía unos 143 amuletos muchos de ellos fabricados en

oro. Algunos eran imágenes de dioses, otros síbolos de la eternidad y fuerza

pero el más importante era el escarabeo colocado en el corazón hecho con

piedra verde, señal de regeneración. Un hechizo colocado en la parte trasera

del mismo aseguraría que su corazón no le traicionara el día del juicio

final: "En el corazón que llevo de mi madre, no seas testigo contra mí te

suplico".

Sobre el lienzo exterior de lino se disponía, en ocasiones, una red muy

artísticamente elavorada compuesta por cuentas de loza.

La cabeza de la momia estaba envuelta por una máscara pintada de lino

estucado: solo en caso delas momias reales se utilizaron máscaras de oro. El

rostro de la máscara de la momia muestra al difunto con una cara deificada,

con un rostro idealizado. Con los romanos comenzaron a darle sus propios

rasgos a cada momia.

En el Imperio Antiguo y a principios del Mediotenían forma de caja, pero

posteriormente se elaboraron con la forma de la momia. El entierro del

difunto se realizaba aproximadamente a los 70 días de su muerte.

Momificación de los animales:

Cada año miles de peregrinos agobiados por difíciles decisiones y

problemas iban a Saqqara a solicitar ayuda mediante la venta de animales

momificados que servían como mensajeros de los dioses considerados sagrados

por los egipcios. Thoot era el dios del conocimiento y la escritura, Horus

el dios alcón del cielo, vengador de su padre Osiris. El culto a los

animales era accesible para todo el mundo.

Bajo los templos de culto encontramos una serie de catacumbas atestadas

de tinajas que contienen las momias de los animales sacrificadospara los

dioses. Solo en las galerías pertenecientes al culto de Ivis hay más de un

millón y medio. Los ivis fueron alguna vez el animal más común de Egipto,

pero en Saqqara eran criados en cautividad en un lago cercano al templo de

culto y atendidas cuidadosamente por sacerdotes, cuando se les necesitaba se

les mataba y se les momificaba.

Una vez atrapados eran envueltos con bendajes de lino en algunos casos

solo fueron ó solo disecados con betún ó eviscerados y luego eran envueltos

con vendajes de lino. En algunos casos se aplicaban vendajes bastante

elaborados y ocasionalmente tienen ornamentos que muestran deidades

asociadas con la necrópolis animal. En las catacumbas del culto a Horus

encontraron que las momias no contenían un alcón genuino debido a la

dificultad de cría en cautividad, en algunas encontraron partes de Ivis y

estacas y ocasionalmente una parte de alcón envuelta como si fuera una momia

del dios completa. Y generalmente estas eran estas momias sustituidas por

las genuinas. Mientras en Saqqara se mataban millones de animales en otro

lugar la muerte de un animal, significaba el luto nacional. En Menfis se

creía que un buey llamado Apis era la encarnación de "Ptat", el dios creador

de Menfis, una de las deidades más importantes de Egipto. Al morir se le

daban todos los rituales característicos de un rey. Empezando por la

momificación. Los ataudes pesaban más de 80 toneladas, llamados cerapium

donde eran conservados.

























BIBLIOGRAFÍA

· Egipto. El mundo de los faraones/ editorial: Könemann/ editado por: Regine

y Matthias Seidel

· Tutankhamen/ autor: Christiane Desroches-Noblecourt/ Editorial Noguer S.A.

impreso en Inglaterra

· Ramsés. Templo de millones de años/autor: Christian Jacq/ Círculo de

lectores.

· Ramsés. El Hijo de la luz/ autor: Christian Jacq/ Círculo de lectores.

· Ramsés. La batalla de Kadesh/ autor: Christian Jacq/ Círculo de lectores.

· Ramsés: La dama de Abu Simbel/ autor: Christian Jacq/ Círculo de lectores.

· Discovery Chanel; La Semana de Egipto

· Gran enciclopedia del Mundo: Durván




































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Enviado por:Africa Amilivia
Idioma: castellano
País: España

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