Arte
Diego de Silva y Velázquez
VELÁZQUEZ
Iº-INTRODUCCIÓN
Aunque sevillano de nacimiento y de primera formación, no parece que Diego de Silva Velázquez pueda ser incluido en ninguna escuela regional. Uno de los pintores más completos de toda la historia - el primero para muchos, si fuera necesario establecer un escalafón universal de pintores-, Velázquez asimila todas las influencias de su gran siglo, tanto técnicas como estéticas y espirituales, trabaja sobre ellas, las hace progresar y evolucionar y transforma por sí solo el panorama de la pintura, cerrando el magno ciclo iniciado por los pintores renacentistas italianos. Después de él, los objetivos básicos de la pintura tendrán forzosamente que cambiar, porque en el camino de la tercera dimensión, del estudio de la luz y de la composición no es posible ir más lejos de lo que el llegó.
De sus obras fundamentales, la mayor parte están en España y concretamente en el Prado, y, además, a Velázquez le debemos la elección y adquisición, por encargo del rey, de gran cantidad de obras capitales dela pintura europea que hoy acompañan a las suyas en el mismo Museo.
IIº-VIDA
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez nació en el último año del siglo XVI, vivió sesenta y un años de los cuales dedicó cincuenta a la pintura. Durante ellos, su arte progresó constantemente sin saltos ni rebeliones, con la serenidad, la fuerza, la fatalidad de un crecimiento biológico. Cultivó todos los géneros y alcanzó la perfección en cada uno de ellos. Fue mimado por los reyes de España y admirado en toda Europa. Y no solamente representa la culminación de una fecunda evolución pictórica de tres siglos, sino que en su obra se encuentra el germen de las que serían más importantes corrientes pictóricas de la pintura moderna.
Parece ser, aunque no está documentalmente probado, que el primer maestro de Velázquez fue Herrera el Viejo, pintor excelente y hombre de carácter violento; esto último sería la causa de que su discípulo le abandonase y pasara al taller de Pacheco. Mediocre pintor, pero hombre culto y bien relacionado, Pacheco tuvo el mérito de haber sabido apreciar la categoría de su alumno, entonces de doce años. Cuando tenía dieciocho pasó el examen gremial que le autorizaba a ejercer el oficio de pintor y un año más tarde se casaba con al hija del maestro.
Con el apoyo de su suegro y el aval de notables sevillanos logró, a los veinticuatro años, ser nombrado pintor de cámara.
Tuvo otros tres cargos: ujier de cámara, superintendente de obras particulares y aposentador mayor, pero finalmente fue ennoblecido con el hábito de cabalero de Santiago, que tanto había deseado.
Muere en el año 1660 en Madrid, cuando acababa de regresar de Fuenterrabía. Su esposa seis días después.
Pintor cumbre en la Historia Universal del Arte, genuina representación de lo español en su más noble aspecto, hombre sereno, de quien la obre es la vida, y de quien el genio es, además de otras muchas cosas, respeto.
IIIº-ETAPAS, VIAJES Y OBRAS RESPECTIVAS
A-ETAPA SEVILLANA (1610- 1623): en esta etapa Velázquez es un tenebrista, seguramente influido por Caravaggio cuya fama se conocía en Sevilla. Comienza sus estudios con el maestro Herrera el Viejo, pero meses después pasa al taller de Francisco Pacheco, donde consiguió seis años más tarde el título. A los diecinueve años empieza a ejercer su oficio, tras casarse con Juana, hija de Pacheco.
En 1622 realiza su primer viaje a Madrid donde pinta el retrato de Góngora.
Es la época en la que hace obras realistas tomadas de la vida ordinaria como:
-El Almuerzo: según parece es su primera obra conservada, se encuentre en el Ermitage de Leningrado. Se trata de un cuadro costumbrista y claroscurista, en el que los objetos situados sobre la mesa están cuidadosamente estudiados.
-La Criada Mulata y Los Músicos (Berlín): son cuadros que responden a las mismas características que el anterior.
-Cristo en casa de Marta (Londres):en el que utiliza el plan típicamente Barroco de colocar el tema principal en segundo término y dedicar el primero a una escena costumbrista con despliegue de materiales culinarios.
-La Vieja friendo huevos (Edimburgo): posee una notable técnica lumínica y un gran estudio de cualidades.
-El Aguador de Sevilla: obra magistral, de la que se hicieron copias. Interpretado como una alegoría de las tres edades del hombre en los tres personajes representados. Ensaya en ella una composición circular con las tres cabezas, al tiempo que destaca en primer plano el cántaro iluminado. Al igual que el anterior, también posee esa notable técnica lumínica y un gran estudio de cualidades.
Fue en esta época cuando Velázquez pintó mayor número de temas religiosos:
-La Epifanía (del Prado): pertenece a 1619 y en ella utilizó a su esposa y a su hija como modelos para la Virgen y el Niño, y a él mismo y a su suegro para los reyes.
-Cristo y los discípulos de Emaús(Metropolitan, Nueva York), Santo Tomás(Orleáns) y La imposición de la Casulla a San Ildefonso(Arzobispado de Sevilla), data de 1623 y tiene una notoria influencia del Greco.
También pintó Velázquez varios retratos en su etapa sevillana. Desde entonces manifiesta ya la maestría en este género que irá creciendo a lo largo de su vida; ejemplos más importantes:
-Sor Jerónima de la Fuente: fechado en 1620 y del que existen varias copias, una de ellas en Madrid.
-Pacheco(Prado).
B-PRIMERA ETAPA MADRILEÑA (1623-1628): a sus veintitrés años, Velázquez es ya el primer pintor de España. Así lo comprende Pacheco, que iniciaba hábiles gestiones con sus amigos de Madrid más o menos cercanos a la Corte. En 1923 viaja a Madrid reclamado por el conde-duque de Olivares y realiza un retrato de Felipe IV, al cual le seguirán muchos otros del mismo rey , de la reina y los infantes, del valido conde-duque de Olivares, y de todos los personajes de la Corte, incluidos los bufones y enanos.
Durante toda esta época se dedica a temas mitológicos y a representar personajes reales, por lo que será cada vez más apreciado y querido por su señor.
Antes de su primer viaje a Italia, Velázquez pinta:
-EL triunfo de Baco o Los borrachos: esta doble nomenclatura -oficial y popular- que se dio a muchas de sus obras tiene una doble significación. Por un lado, resalta el realismo desprovisto de todo énfasis con el que Velázquez interpreta los temas mitológicos. Por otro lado, indica que, a diferencia de los sucedido con la mayoría de los pintores de la Corte en los dos reinados anteriores, Velázquez es un pintor comprendido y adoptado por el gusto del pueblo.
Los borrachos es todavía un cuadro tenebrista, aunque en grado menos acentuado que las obras sevillanas. Sólo la diferencia en el color de la piel y la iluminación separan a dios de los humanos. Baco es un joven carnoso y blanco. Los personajes son un alegre grupo de borrachos rústicos que parecen estar proclamando las virtudes del vino. Cada figura es un retrato realista que respira vida elemental con excepción de dos de ellas situadas en diagonal, una en el ángulo inferior izquierdo y otra en el superior derecho, inesperadamente solo esbozadas.
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C-PRIMER VIAJE A ITALIA (1629): durante su vida realizó dos viajes a Italia, que tuvieron influencia cierta en su arte y suelen ser tomados como límites de etapa en la historia de su evolución. Hay que advertir, no obstante, que por falta de documentación fehaciente, puesto que Velázquez no fechaba sus cuadros y rara vez los firmaba, la cronología de su obra velazqueña es muchas veces conjetural.
Rubens, que se encuentra en España en misión diplomática, anima a Velázquez a viajar a Italia. Velázquez así lo hace y durante su viaje conoce distintas corrientes artísticas. Este viaje le lleva a dejar el tenebrismo y a interesarse por el colorido, el desnudo y la perspectiva aérea. Esto lo demuestra en:
-La fragua de Vulcano(Prado): la idea sigue siendo la misma que la de Los borrachos: un dios pagano colocado en un ambiente realista. La fragua es una obra mitológica representada con elementos estrictamente humanos, con una composición equilibrada y el tema es tocado con un cierto sentido burlesco y con elegancia. Los focos de luz son varios: la aureola de rayos que rodea la cabeza de Apolo, el hierro al rojo que Vulcano mantiene sobre yunque y la irradiación del fuego dela fragua. Es admirable la impresión de instantánea que prodúcela actitud de los sorprendidos herreros inmovilizados por la sorpresa en sus actitudes de trabajo.
-La túnica de José(El Escorial): de composición más enfática, se repiten dos de los desnudos de La Fragua.
D- SEGUNDA ETAPA MADRILEÑA (1630-1649): en esta época Velázquez pinta varias de sus obras religiosas más importantes y, además, tiene que encargarse de la organización, decoración y obras de los palacios reales.
Su mejor obra religiosa fue:
-El Cristo(Prado): con esta obra le basta para merecer el primer puesto en la pintura mística de la España del XVII. Es un Cristo de cuatro clavos. En ello existe una indudable influencia de Pacheco, que había practicado y propugnado esta fórmula. Pero si Velázquez la aceptó fue porque era la que mejor convenía a su temperamento. El Cristo de cuatro clavos tiende a expresar la serenidad y la majestad más que el sufrimiento físico, la divinidad por detrás de la humanidad. El Cristo de Velázquez es la víctima divina y voluntaria, la perfección clavada. La anatomía impecable, el rostro velado que entre sombras expresa aceptación y misericordia más allá de la muerte, la sobriedad de los signos del suplicio tienen una fuerza emotiva que ha inspirado a muchos poetas y ha convertido esta imagen en la más popular de los Cristos del mundo.
Entre los retratos de esta época figuran:
-Juana Pacheco: la esposa del pintor, figurada como Sibila (Prado).
-Conde Duque de Olivares.
-Príncipe Baltasar Carlos.
-Felipe IV: al que retrató desde su juventud a su vejez.
En los retratos omite todo recurso escenográfico y coloca al fondo paisajes serranos.
Suelen estar representados con símbolos ( la caza es uno de ellos).
Capta sicológicamente a los personajes.
También va a retratar una serie de tipos curiosos como:
-La serie de los bufones, ejemplo: El niño de Vallecas, El Primo, el bufón Pablo de Valladolid,Calabacillas, Don Sebastián de Morra, Barbarroja, El Inglés..., a los que trata con elegancia, sin recrearse en su deformidad.
Sobre los años treinta del siglo se concibe un amplio proyecto de decoración pictórica del palacio del Buen Retiro, especialmente del llamado Salón de Reinos o del Trono, al que contribuye Velázquez con:
-La Rendición de Breda o Las Lanzas: esta obra preside la gran sala de Velázquez en el Museo del Prado, representa uno de los grandes momentos de su pintura. Entre los aciertos de esta obra maestra podemos destacar el fondo de paisaje de gran profundidad y su significado; el noble espíritu que anima el conjunto, símbolo de toda una concepción del hombre; la composición, a un tiempo simple y audaz, muy estudiada de acuerdo con complejas leyes geométricas que logra producir un reposante efecto de espontaneidad. El numeroso grupo humano está organizado en dos diagonales que cruzan en aspa, lo cual deja en el centro del cuadro y destacados a los dos protagonistas: Justino de Nassau, general de los protestantes derrotados, que entrega la llave de la ciudad, y Ambrosio de Spinola, jefe de los católicos vencedores, que la recibe y, al mismo tiempo, felicita a su rival por el heroísmo de la resistencia. Entre ambas figuras centrales se abre un hueco que lleva la mirada hacia el amplio fondo en el que se ven agrupaciones de los ejércitos y numerosas humaredas, huellas de guerra. A la izquierda, muy en primer término, el grupo de los holandeses; a la derecha, más retirado, el de los españoles detrás de Spinola. Y delante de éste, como ruptura de la composición demasiado estudiada, el magnífico caballo en escorzo, de brillante grupa y nerviosas patas. Detrás de los españoles, el alto bosque de treinta lanzas, vertical en su conjunto, pero movido por tres o cuatro líneas oblicuas; detrás de los holandeses, media docena de picas que en sus posiciones desmayadas son el más claro símbolo de la derrota. Entre el gran caballo y el borde del marco, aparece la cabeza de un soldado al que , por semejanza, se ha considerado como autorretrato de Velázquez.
Entre los retratos reales pintados por Velázquez para el Salón de los Reinos, figuran dos grandes ecuestres que ha dado lugar a problemas de atribución:
-Felipe III.
-Margarita de Austria.
En cambio otros grandes retratos ecuestres del Salón de Reinos cuentan entre las obras maestras de Velázquez:
-Isabel de Borbón.
-Príncipe Baltasar Carlos.
Además de estos retratos, el Prado posee el del Conde Duque de Olivares.
De la misma época es la serie de retratos reales de caza, en los cuales cede el carácter oficial en provecho de una mayor naturalidad. Hay tres muy importantes:
-Felipe IV.
-Infante don Fernando.
-Príncipe Baltasar Carlos.
En los tres se utilizan los mismos accesorios -un perro y un chaparro- y distintos encuadres del mismo fondo de la Sierra Madrileña, común con los retratos ecuestres, y cuya entonación verdiazul, bañada en luz plateada, ha pasado al lenguaje común: colorido velazqueño.
Uno de los retratos femeninos más atractivo de Velázquez es:
-La dama del abanico(colección Wallace, Londres).
De esta época, y asimismo en el Prado, hay dos importantes obras religiosas de muy desigual calidad:
-Los dos santos ermitaños.
-La Coronación de la Virgen: de tamaño más bien pequeño, es un modelo de composición simple y armónica, notable además por la exquisita delicadeza del colorido.
E- SEGUNDO VIAJE A ITALIA (1649-1651): realiza este viaje para adquirir obras para las galerías reales españolas. En este viaje realiza su mejor retrato:
-Papa Inocencio X: la necesidad de economizar al máximo el tiempo de su modelo, hizo que Velázquez pintara en su forma más suelta y rápida. El colorido consiste en una gran variedad de matices de rojo.
Parece que como ejercicio previo para este retrato, Velázquez pintó a su criado: Juan Valera.
Aunque es tema discutido, lo más probable es que las dos vista de la Villa Médicis hayan sido pintadas en este momento, ya que sus características están dentro del último estilo del pintor. Son dos cuadros muy pequeños que representan dos vistas de jardines y son un antecedente indiscutible y expresamente reconocido de la pintura impresionista, con dos siglos largos de adelanto. La complejidad de los reflejos luminosos, la ligereza de las pinceladas que no se funden unas con otras, la ausencia de sombreado y delimitación, la instantaneidad y visualidad inmediata son rasgos que la pintura universal no sabrá desarrollar su técnicas hasta alcanzar el último tercio del siglo XIX.
El único desnudo realizado por Velázquez fue:
-La Venus del espejo: de indudable inspiración veneciana en cuanto al tema, patria del desnudo yacente, el cuadro de Velázquez representa a la modelo de espaldas. La línea es esbelta y pura, el color de la piel, exquisito. El espejo que aparece de fondo, sostenido por un amorcillo, refleja el rostro que evidentemente no pertenece a la misma mujer que el cuerpo, a pesar de que una deducción inmediata así lo haga suponer. El ángulo de reflexión, las formas y colores desmienten esta primera impresión. La línea de la mejilla del desnudo, vista en escorzo, corresponde a la finura del cuerpo y no a la imagen colorada y casi mofletuda que muestra el espejo. Sería curioso conocer la causa de esta curiosa trampa de Velázquez.
F- TERCERA ETAPA MADRILEÑA (1651-1660): a su regreso a Madrid realiza sus últimos retratos de Corte:
-Mariana de Austria: sobrina carnal y nueva esposa de Felipe IV.
-Infanta Margarita: esta niña es el centro de la que generalmente es considerada como obra máxima del pintor: Las Meninas, llamado oficialmente La familia de Felipe IV.
De esta época son dos de sus cuadros fundamentales:
-Las Meninas: llamado oficialmente La familia de Felipe IV. Se trata de un gran cuadro retrato de Corte que no se parece a ningún otro. Represente a la familia real, pero en nada responde a la etiqueta cortesana. Esto es en sí mismo un dato histórico de excepcional importancia, tanto para la Historia como para la pintura. En el más rígido siglo de la rígida Corte española, un pintor coloca a todos los miembros de la familia real, incluidos los reyes, en la forma que más le conviene para sus objetivos astísticos, y pone en primer plano el revés del lienzo en que está pintando. La hipótesis es que está pintando al matrimonio real -que ocuparía el lugar del espectador y en el cuadro sólo aparece al fondo, reflejados en un espejo- y que la infantita con sus damas y acompañantes ha entrado a ver a sus padres. Velázquez acaba de dar unas pinceladas y se ha apartado un poco del lienzo para mirar a sus modelos. La niña es atendida por sus dos jóvenes damas(meninas, damitas en portugués), y otras cinco personas y un perro se distribuyen por la gran habitación de altos techos. La luz entra por dos puntos: una ventana, cuya jamba se ve en el borde derecho del cuadro, y una puerta situada al fondo. En primer plano están el perro tumbado y el revés del lienzo; en último, el funcionario del palacio que aparece por la puerta de fondo, sin contar a los reyes reflejados en el espejo. La altura de techo de la habitación tiene una gran importancia, porque hace que toda la mitad superior del lienzo, por encima de las cabezas de los personajes, esté dedicada totalmente a la pintura del espacio, del aire, de la luz que flota por él. A esto se debe buena parte del misterio de Las Meninas, su incomparable efecto de profundidad.
La cruz de Santiago que figura en el autorretrato de Velázquez no fue pintada por él, sino añadida después de su muerte, por orden del rey.
-Las Hilanderas: el carácter mitológico de este cuadro fue descubierto recientemente, pues siempre había sido considerado como un cuadro de género o costumbre, cuyo tema era un obrador de tapices. Al fondo, en un nivel algo más alto, está expuestos varios tapices y ante ellos un grupo de cinco figuras, dos de las cuales son Aracne y Palas; es decir, la mitológica tejedora y la diosa ofendida que viene a castigarla por sus insolencias, convirtiéndola en araña. El tapiz colocado al fondo, único cuyo asunto puede distinguirse, reproduce El rapto de Europa, por Tiziano, que en aquella época pertenecía a la casa real española. Como se ve, la idea general utilizada por Velázquez des de sus primeras obras a las últimas, es la de colocar el tema teóricamente fundamental en el fondo del cuadro, dedicando a la ambientación los primeros planos. La composición es en aspa o diagonal doble, como en Las Lanzas, y la iluminación, como en Las Meninas, procede de dos focos; sólo que en este caso el principal es el del fondo y el lateral es el secundario.
Cinco son también las obreras que ocupan los primeros plano, todas ellas en actitudes y movimientos muy naturales propios de su oficio. La central, inclinada a recoger algo del suelo, queda ensombrecida por estar a contraluz del fondo. A derecha e izquierda, dos parejas en posiciones semejantes: a la derecha, una joven devanadora, hacia la cual se inclina otra que queda en parte fuera del cuadro; a la izquierda, una anciana hilandera se vuelve hacia otra joven que descorre una corina que las separa. La amplitud del espacio es menor que en Las Meninas, y aquí la protagonista es la luz misma, más que la profundidad. Las figuras del fondo y los radios en rápido movimiento de la rueda de la vieja hilandera son trozos plenamente impresionistas.
Quizás la última obra de Velázquez, en la cual se puede decir esto mismo sea:
-Mercurio y Argos: lienzo muy apaisado para subrayar la posición de las figuras: Argos dormido, Mercurio arrastrándose para robarle y detrás, acostada, la ternera en que Júpiter había transformado a Io, su amante, para sustraerla a las iras de su esposa Hera. Es notable el efecto de clandestinidad y silencio que consigue con el simple recurso de la horizontalidad y la unión del conjunto.
Velázquez no pintó mucho, si se tiene en cuenta que dedicó su vida entera a la pintura. Fue un hombre reposado y amante de la perfección. Murió en 1660 sin la suerte de encontrar un discípulo capaz de continuar su obra.
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Enviado por: | Leal |
Idioma: | castellano |
País: | España |