Economía y Empresa


Desempleo en España


¿Por qué es tan alto el paro en España?

A la hora de plantearnos porqué es tan alto el paro en España hemos de buscar las raíces del conflicto. Por ello conviene entender cómo se ha estructurado el mercado laboral en los últimos años y cuales son los momentos en los que el desempleo encontró sus fases ascendentes. Sólo así podremos analizar las pautas vigentes para esos periodos que nos permitan encontrar respuestas a nuestras preguntas.

Punto de partida: El gran desarrollo de los 60 en la economía española

A pesar de que el capitalismo español y la industrialización tienen su inicio para la mayoría de los autores en el Siglo XIX podemos tomar como punto de partida el periodo franquista. La industrialización acelerada que tuvo lugar entre 1959 y 1973 creó una nueva estructura social donde la población asalariada pasó a ser mayoritaria con un fuerte proceso de urbanización y ruptura definitiva con el mundo agrario tradicional.

Distribución en % de la población activa

Agricultura y pesca Industria Servicios

1960 41´7 31´8 26´5

1975 21´6 38´7 37´7

En estos tiempos el desempleo era prácticamente insignificante pero ciertamente podemos concluir que permanecía oculto. España tenía graves problemas para crear empleo y mientras el PIB crecía a ritmos del 6 o 7% el empleo lo hacía a tasas de apenas el 0´6.Es fácil deducir que el crecimiento económico se cimentaba en aumentos de productividad pero el paro se mantenía bajo porque las mujeres que entraban al mercado laboral lo hacían en pequeñas dosis y el papel de los emigrantes descargaba mucha presión de nuestro índice de desempleo.

La crisis de los 70

1973 constituye en muchos aspectos un punto de inflexión para nuestra historia. La OPEP subió por primera vez con espectacularidad sus precios y en España el atentado al almirante Carrero Blanco empezaba a tambalear el régimen franquista iniciando una complicada crisis política.

Las tasas de paro sobre la población activa son en este año del 2´3% y en 1985 se situarán en el 22´21%.El paro se multiplicó por nueve y el fenómeno más trascendental de la crisis es la destrucción de puestos de trabajo. En 1985 tendremos 10.956.000 personas ocupadas (un 15% menos que en 1975) frente a la reducción media de la OCDE que perdió un 1´5% de ocupación. Para los jóvenes entre 16 y 19 años el índice de paro en el conjunto de la OCDE era del 20% y en nuestro país el paro afectaba a un joven de cada dos.

Parece por tanto que nuestra actual situación remonta sus orígenes a este periodo de finales de los 70 y principios de los 80.Hasta seis explicaciones se han estudiado para explicar este proceso:

1)La debilidad de la estructura económica que se había generado en los 60.Muchas empresas dependían para su supervivencia de la falta de competencia internacional y de la barata mano de obra que primó en esta década. En cuanto se modificaron las variables tuvieron que cerrar y supusieron la destrucción de multitud de puestos de empleo. La economía española se había especializado en industrias como la siderúrgica o la naval y en otras intensivas en mano de obra como la textil o la del calzado. Esto ocurrió porque nuestras condiciones tecnológicas no nos permitieron hacerlo en otras más avanzadas pero al llegar la crisis de los 70 las empresas que mas energía requerían fueron igualmente las más dañadas y el encarecimiento del factor trabajo dañó del mismo modo a las intensivas en mano de obra, por ello nuestro entramado industrial se vio seriamente perjudicado y nuestra estructura económica mostró a la luz que quizá no era tan competitiva como quería hacer ver suponiendo cierres masivos en algunos sectores. Cambios en la estructura de la demanda según han desarrollado algunos autores pudieron perjudicar igualmente a sectores punteros en nuestro país como pudo ser el del cuero.

2)El papel de la transición política actuó de fondo y fue uno de los puntos claves por el alto grado de incertidumbre que incorporó al conflicto. En el marco laboral supuso un nuevo coste para las empresas que ahora se debían enfrentar a los sindicatos. En la dictadura se reprimían las organizaciones autónomas de trabajadores y las explosiones reivindicativas que en algún momento pudieron llevar a conatos de huelga. El clima de represión anterior y la inexistencia de sindicatos hacia que muchas personas renunciasen a sus derechos, el predominio de pequeñas empresas con relaciones personalizadas ... hacían que la base social fuese fácilmente adaptable a las demandas empresariales. El control estatal era nulo y desinteresado y las empresas obtenían gran flexibilidad práctica en las relaciones laborales imponiendo jornadas de trabajo largas y variables con salarios diferentes según los empleados...Desde inicios de los 70 en cambio se produce un reforzamiento del movimiento obrero por las continuas alzas en los precios, los intentos de imposición como el unilateral Impuesto sobre rendimiento del trabajo personal en lo últimos años del franquismo y el previsible cambio de régimen que se debía producir de modo inminente. Hubo una enorme participación social que combinada con la poca resolución política supuso elevaciones salariales en órbitas desmesuradas que no cabe duda acabarían perjudicando a los niveles de empleo.

3)Las perturbaciones del petróleo en 1973 y 1979. En España la primera alza en los precios del petróleo no se quiso tener en cuenta con los responsables más pendientes de mantener el orden público, y aún se subvencionaba el consumo de productos encarecidos, cuando lo más apropiado hubiese sido reducirlo. Se produce un hecho insólito porque todos los países ponen en marcha medidas de ahorro energético excepto España donde el consumo de energía aumentó. La situación era especialmente grave si valoramos que en 1961 el petróleo suponía menos del 30% del total de la demanda energética de nuestro país y en el 74 suponía ya más del 70 por los derroteros que habían seguido nuestras industrias productivas.

Sólo tras los Pactos de la Moncloa se intentó buscar alguna solución pero sin apenas tiempo para notar los efectos llegó la segunda elevación de lo precios petrolíferos. Afortunadamente para este periodo ya se había entrado en un proceso de concertación social y los acuerdos salariales excluyeron en general para las revisiones las alzas de los precios en la energía importada por lo que la inflación de costes se vio en parte sostenida.

4)El papel de la política macroeconómica. En el periodo de la transición y en los últimos años del franquismo la política macroeconómica fue algo pasiva pues los gobernantes se veían influenciados por el inestable clima político que no les permitía actuar con firmeza. Con ello la inflación de costes creció y creció y algunas empresas no pudieron soportarlo.

5)El papel de los salarios. Una de las explicaciones más extendidas de la disminución del empleo especialmente a principios de los años 80 fue la explosión salarial de los años 70.Hasta los Pactos de 1978 donde se fijó una estrategia de desinflación salarial progresiva, la crisis vigente hizo que los gobernantes no enfrentaran el conflicto y la espiral inflacionista se retroalimentó espectacularmente. Entre 1970 y 1977 el salario bruto por persona se multiplicó por más de cuatro y el coste de unidad de trabajo creció en España un 75% más de lo que lo hizo en el conjunto de países de la OCDE. Los controles posteriores no compensaron la explosión de este tiempo y los costes reales de los salarios se multiplicaron entre 1970 y 1983 por 2´2.

6)El papel de la rigidez del mercado de trabajo. Además de la falta de flexibilidad salarial antes citada cabe citar como factor explicativo del aumento del paro la falta de flexibilidad también existente para el empleo. Aunque hayamos constatado que los empresarios en la práctica adecuaban a los trabajadores a sus necesidades empresariales, el marco franquista ponía por ejemplo muchas trabas al despido individual y en todo el periodo se mantuvieron altos costes de despido que presionaban aún más ahogando a las empresas. En muchos casos esto no fue un beneficio para los trabajadores sino todo lo contrario porque los despidos finalmente se produjeron y las empresas no se pudieron adecuar a la situación transitoria de crisis. Dos millones de personas perdieron su empleo entre 1980 y 1985.

En resumen observamos un muy negativo panorama internacional que afecta en mayor medida a nuestro país por la tensiones políticas y por su estructura productiva que se veía especialmente golpeada por ser tan dependiente de las importaciones energéticas. Las empresas observaron como se elevaban sus costes de energía y con la entrada de los sindicatos también los salariales. Para no incurrir en los altos costes de despido elevaron precios disparando la inflación y entrando en una espiral que sólo se intentó atemperar en los Pactos de la Moncloa. Pero las posteriores entradas de impuestos, elevaciones en los tipos de interés para controlar la inflación etc. hicieron que muchas empresas no pudieran resistirlo y se destruyó empleo creándose una bolsa de paro que aun hoy desgraciadamente sufrimos.

La recuperación de la segunda mitad de la década de los 80

A partir de 1985 la actividad económica y el empleo empezaron a crecer en todo el mundo y especialmente en España. Tras el ajuste tan fuerte de los años anteriores se habían sentado las bases para recoger cualquier tendencia positiva. Las tensiones políticas habían desaparecido, en 1985 se dio incluso una noticia positiva con caídas de los precios energéticos y sobretodo teníamos una economía cada vez más aperturista y dispuesta a acabar de internacionalizarse para cerrar una de sus etapas más negras y mirar hacia adelante. Desde la victoria del PSOE en 1982 parecían aventurarse estos pronósticos pero será entre 1984 y 1985 cuando se empiece a ver claramente la recuperación que ya desde el 83 se dejaba ver en la mayoría de los países de la OCDE.

Cuarenta millones de españoles querían integrarse en el mercado europeo a costes relativamente reducidos y la internacionalización acabó por consolidarse con el ingreso en la Comunidad Económica Europa en 1986.El aliciente de ser miembros plenamente europeos y los elevados tipos de interés que manteníamos para combatir la inflación propiciaron la entrada de capitales extranjeros que favorecían el empleo pero también el mantenimiento de las tensiones inflacionistas que tan preocupantes han seguido resultando hasta la más práctica actualidad.

Estos nuevos empleos se centraron sobretodo en los servicios y la construcción aunque hasta el 91 también acabaría por recuperarse en parte el sector industrial. En los servicios se expandió todo lo público con educación, sanidad y administraciones en general aumentando también el sector financiero y todos los servicios entre empresas. Pero por otro lado también supusieron la entrada masiva de empleo temporal ante los temores candentes de lo que había sucedido años atrás. Los gobernantes ofrecieron flexibilidad lo que en más de una ocasión supuso enfrentamiento con los sindicatos llegando al punto cumbre con la huelga general de 1988 ante el tan precario plan que presentó el gobierno para reducir el desempleo juvenil. Desde 1984 se realizaron reformas para facilitar el uso de la contratación por tiempo determinado pero aunque se creció en empleo también se elevó la inestabilidad por lo que tal vez los resultados no fueron tan brillantes como se esperaba.

Si buscamos causas que nos analicen porqué el paro se mantuvo en tasas tan altas en este periodo habremos de decir que aunque creció el empleo también lo hizo la tasa de actividad especialmente la femenina que entró mayoritariamente al sector publico y a empleos secundarios del sector privado. El empleo creció entre 1985 y 1991 en 1.800.000 personas pero el paro sólo se redujo en 500.000 hasta el 16% de la población activa. Además es ahora ante lo halagüeño del futuro cuando en mayor cuantía llegaron las remesas de emigrantes que se habían marchado del país en las décadas anteriores con lo que la población activa también creció en este sentido. Tal vez a finales de los 80 se observa un cierto desajuste para nuestro mercado laboral porque se están incorporando unos trabajadores (mayoritariamente mujeres) que no se correspondían con los perfiles que estaba ofreciendo la economía; En 1988, por ejemplo, se dejaba sentir escasez de mano de obra cualificada en la construcción y las cifras de paro estaban por la nubes. Estos ajustes han sido bastante problemáticos porque no permiten anexionar fluidamente a oferentes y demandantes de factor trabajo. Otros aspectos que se han citado para explicar los altos niveles de paro que llegarían al 24% en 1993 han sido la excesiva generosidad de las prestaciones por desempleo en este periodo o la turbia relación con las organizaciones de trabajadores pero fue sobretodo el aumento de población activa el que no permitió ver mayores frutos cuando si se creaba empleo, y el bienio de crisis que llegaría en el 92-93 el que lo haría repuntar hasta sus más altas cotas.

Nuestra economía creció pero tal vez su crecimiento se debió a un impulso puntual como fue la entrada masiva de capital extranjero y el fuerte gasto que conllevó la organización de Barcelona´92 y la Expo de Sevilla entre otras cosas. Los altos tipos de interés que manteníamos para luchar contra la inflación hacían que nuestra moneda estuviera sobrevalorada y cuando a finales de lo 80 los inversores observaron problemas de fondo como esa sobrevaloración, los continuos déficit públicos o la propia inflación que no se corregía el dinero que antes había entrado salió del país y entramos en una nueva época de corrección que condujo hasta 1993. La devaluación de la peseta mejoró nuestra competitividad pero no era desde luego signo de estabilidad y el empleo se resintió.

Recuperación desde 1994

El bienio de crisis 1992-1993 supuso un fuerte ajuste estructural con grandes pérdidas de empleo sobretodo para la industria pero aunque fue más breve que el de los primeros 80 fue más intenso y permitió allanar el camino hacia una rápida recuperación. La contención del gasto público ,los intereses a la baja y la confianza reinante en la sociedad han permitido crecer a nuestra economía en los últimos años. Además esas espirales que antes eran negativas ahora soplan a favor y eso ha permitido mejorar en términos de empleo.

La tasa de actividad ha crecido; En los momentos de bonanza económica la población se anima para entrar masivamente en el mercado laboral y la incorporación de las mujeres en las generaciones jóvenes cada vez más frecuente añadida al fenómeno de inmigración masiva que estamos padeciendo explican este crecimiento. Quizá se esté desarrollando un proceso como el que ya vimos en los 80 de que lo aumentos en población activa no permiten ver todos los frutos que está generando la creación de empleo pero por otro lado cabe indicar que el crecimiento de los últimos años se ha caracterizado por tener una mayor capacidad generadora de empleo. Podemos ver un cuadro que nos permita incluso observar como esta capacidad generadora de empleo ha sido creciente. Así:

1993-1997

Aumentos en % de ocupados Aumentos en % del PIB

Agricultura -9´7 +17´2

Industria +3´8 +26´0

Construcción +19´4 +18´7

Servicios +12´2 +28´8

Total +8´9 +26´3 Fuente: INE

1997-2000

Aumentos en % de ocupados Aumentos en % del PIB

Agricultura -7´0 +4´3

Industria +11´1 +14´3

Construcción +27´0 +25´4

Servicios +10´8 +16´3

Total +9´4 +16.1 Fuente: INE

Relacionando ocupación con PIB entre 1993 y 1997 el PIB triplica en ritmos de crecimiento al aumento en % de ocupación, entre 1997 y 2000 no llega siquiera a doblarlo por lo que parece que en este segundo periodo hay mayor capacidad generadora de empleo.

En este mismo sentido podemos analizar como ha evolucionado la productividad por persona ocupada desde 1970 hasta nuestras fechas. El siguiente cuadro nos permitirá reafirmar que el crecimiento de los últimos años se ha desarrollado con crecimientos en la productividad relativamente más bajos con lo que se deduce la mayor capacidad generadora de empleó a la que antes se ha aludido:

Productividad por persona ocupada en distintos

periodos en miles de pesetas constantes de 1995

  • 2.508

1975 3.218 (+710)

1980 3.825 (+607)

1985 4.418 (+593)

1990 4.767 (+349)

1995 5.452 (+685)

2000 5.642 (+190) Fuente: Informe anual BBVA

El buen clima que hasta hace poco se estaba viviendo con los sindicatos ha permitido igualmente crear un marco estable en el que se ha desarrollado la actividad empresarial pero sobretodo la fase expansiva del ciclo económico es la que al final acaba imponiendo su ley. Con entornos de crecimiento internacional, tipos de interés a la baja que permiten desarrollar la inversión etc. se ha podido crecer y generar empleo. Ahora parece que esa fase ha llegado a su culmen; si es así las alzas en el paro no tardarán en volver a aparecer en escena.

El desempleo masivo en España: Líneas explicativas.

Una vez que hemos visto como se ha desenvuelto el mercado laboral en los últimos años y los porqués de las creaciones de las bolsas de paro en las fases de contracción y sus no disminuciones en fases más expansivas cabe dar una vista general que explique grosso modo el conflicto en su conjunto y nos permita además compartir algunas opiniones que teóricos han intentado aportar englobando lo ya dicho o añadiendo ideas nuevas.

Así en “El desempleo en España. Tres ensayos críticos” Oscar De Juan considera la evolución demográfica y explica que entre 1974 y 1994 la población activa experimentó un aumento de dos millones de personas por el alza en la tasa de actividad (sobretodo femenina) que ajustándose al ciclo amortiguó los aumentos de empleo en las épocas de expansión y suavizó el incremento de paro en las recesiones. También recoge como causas la palanca de la emigración que en la época desarrollista había disipado el problema del paro pero luego pasó a incrementarlo más, y acompaña el boom natalicio de los sesenta para decir que dejó sentir su impacto incrementando la población activa sobretodo en los ochenta.

No perdiendo la perspectiva, evidencia que la población ocupada en 1994 es en cualquier caso 1.200.000 personas menor a la que teníamos en 1974 y data que en el periodo la agricultura perdió dos millones de empleos que se vieron compensados con una creación similar de puestos para el sector servicios y pérdidas de más de un millón de empleos para la industria y construcción, sectores que por otro lado son los que más se ajustan al ciclo. Por ello introduce la variable del cambio tecnológico a través de un estudio anterior que estimaba la repercusión que se le podía suponer cuantitativamente en pérdidas de empleo en la época de desarrollo de los 80 y dice que los bienes demandados en 1980 con la tecnología de 1991 hubieran requerido de 1.700.000 puestos de trabajo menos y extrapolando el ritmo de progreso técnico al periodo 74-94 cifra en tres millones y medio la pérdida en esto años por el alza en la productividad. El desempleo tecnológico varía mucho según sectores y casi la mitad se atribuiría al sector agrícola. “...Hasta que las empresas españolas consigan un nivel tecnológico homologable al de los países más avanzados, nuestro crecimiento será menos intensivo en trabajo...” sentencia en palabras textuales, lo que parece ratificar la anterior exposición sobre el informe del Bbva y nos hace por otro lado tener esperanza de cara al futuro.

De Juan considera también que los aumentos de población activa y de productividad lejos de verse como un problema son un reto y una necesidad por lo que pasa a debatir otros factores en los que también opinan nuevos autores.

La mayoría de los estudios sobre por qué es tan alto el paro en España desarrollan un apartado al estudio de los costes laborales que también se han expuesto aquí, pero algunos autores dan a este factor mayor relevancia que otros. Termes en “Aproximación teórica al desempleo en España” incluye unas conclusiones bastante críticas con las alzas salariales por encima del IPC. Se basa en un estudio de la central de balances del Banco de España y dice que se puede comprobar que por ejemplo en 1997 las empresas que aumentaron las remuneraciones medias un porcentaje inferior al crecimiento del IPC, aumentaron en más del 2% su número de trabajadores; en cambio las que subieron las retribuciones por encima del IPC destruyeron su empleo en un 4%. Lo mismo en 1998 con incrementos de empleo para las empresas moderadas del 8% y disminuciones del 5% para las que sobrepasaron la inflación. Además critica la excesiva carga de seguridad social que sufren los empresarios españoles y dice que la incidencia de la remuneración del trabajo en el nivel de empleo, en España, viene magnificada por el hecho de ser las empresas españolas las que, dentro de la UE, soportan el mayor peso en la financiación de la Seguridad Social. Las altas cotizaciones de las empresas, añadidas a las que teóricamente soportan los trabajadores, encarecen notablemente el factor trabajo y repercuten negativamente sobre los costes laborales unitarios, dañando nuestra competitividad exterior. Lo cual explica que, para intentar compensar este deterioro, las empresas reduzcan o no aumenten sus plantillas.

Las cotizaciones sociales para cubrir las prestaciones sociales y otras, como el fondo de garantía salarial, y los accidentes de trabajo se calculan aplicando, en el caso más corriente, una deducción del 38,69% del salario, y determinan un elevadísimo impuesto sobre la mano de obra. Teóricamente este impuesto se divide, en un 6,40% a cargo del empleado y un 31,79% a cargo de la empresa, lo cual significa que los empresarios españoles asumen la mayor carga en cotizaciones sociales de la Unión Europea..La realidad económica es que tanto lo que se satisface a nombre del empresario como lo que se retiene al empleado integran el coste de la mano de obra, haciendo aparecer una muy notable cuña fiscal entre lo que la hora de trabajo cuesta a la empresa y lo que percibe el trabajador. Este aumento de los costes laborales unitarios, disminuye la productividad, desanima el uso del factor trabajo en favor del factor capital, y redunda, en definitiva, en menor empleo y más paro.

Sin embargo De Juan en la obra antes citada y en este mismo sentido dice que el factor de los costes laborales está sobrevalorado y que si bien el aumento de los salarios en tasas mayores a los países de nuestro entorno ha podido perjudicar a sectores como el textil o el calzado o generar incertidumbre en los 70 frenando inversiones ... no se pueden generalizar las conclusiones a lo sucedido en el bienio 92-93 ni al resto de sectores de la economía porque por ejemplo las multinacionales al trasladar sus plantas de producción no lo hicieron hacia países de salarios bajos sino hacia el centro de Europa cuando cayeron las barreras con la CEE por lo que las razones de asiento para el empleo deben ser otras.

Del mismo modo se pronuncia Albert Recio en “Trabajos, personas, mercados”.Recio defiende que la reducción en términos reales de los costes salariales por la moderación de los 80 y 90,la introducción de contratos temporales que renuncian a la antigüedad y otros costes de importancia como los de despido no se han visto acompañados de una inmigración masiva de inversores extranjeros por lo que cabe pensar que las decisiones de inversión obedecen a otros factores y no solo a los costes de trabajo.

Evolución de los costes salariales reales

en España y el exterior

1974 1985 1990 1993 1995

España 100 91´2 86´7 86´8 80´7

Unión E. 100 96´7 93´2 89´6 88´6

USA 100 98´2 98´3 97´5 97´6

Japón 100 100.0 98.5 99.4 101.2 Fuente: Europpean Economy

May/june 1996

A la hora de valorar la presunta inflexibilidad del mercado laboral Recio en “Trabajos, personas mercados” y De Juan en “El desempleo en España. Tres ensayos críticos” vuelven a coincidir a la hora de valorar que se ha intentado excusar la mala situación de nuestro mercado laboral amparándose en la rigidez del mismo y que sin embargo cuando este ha ido a suavizarse no se ha resulto el problema como cabía esperar.

Así De Juan dice que no se debe exagerar la magnitud del desempleo estructural que no debe ser en España en tasa muy distinto de lo que es en el resto de economías desarrolladas y que tampoco se debe responsabilizar a los trabajadores del desempleo masivo porque como decía Tobin “...cuando millones de personas quedan desempleadas no es causa de sus características individuales. No es que súbitamente se hayan vuelto perezosas, ingobernables o improductivas es que simplemente no existen puestos de trabajo...”.Presenta además una serie de hechos para avalar su hipótesis como el fracaso de los costes de despido elevados en la gran destrucción de empleo de inicios de los ochenta o la igual infructuosa existencia de ordenanzas laborales en la época franquista para restringir la movilidad que no impidieron que ésta finalmente acabara por producirse

Del mismo modo Recio apunta que la introducción de la temporalidad o las rebajas en los costes de despido han aumentado la incertidumbre para los trabajadores sin que se haya reducido el desempleo. Tal vez se elevó la contratación en la fase expansiva pero igualmente se destruyó cuando la coyuntura era negativa.

Termes en este punto de la inflexibilidad del mercado de trabajo se muestra especialmente crítico con la prestación por desempleo a la que reconoce cuatro inconvenientes:

1)Desincentiva la búsqueda y la aceptación de empleos por parte de los parados, aumentando el nivel y la duración del paro, ya que la renta salarial tiene que competir con un subsidio que representa una proporción muy elevada de dicha renta; un subsidio, además, que pueden percibir por un período prolongado. 2)Presiona al alza las demandas salariales de los trabajadores empleados aun cuando dichas presiones no estén justificadas por las condiciones económicas, ya que el generoso subsidio disminuye su temor a perder el puesto de trabajo, lo que reduce la demanda de empleo de las empresas y las posibilidades de encontrar trabajo de los parados.

3)El gasto público causado por el alto y prolongado paro inducido por dicho subsidio se ha de financiar mediante impuestos sobre empresas y trabajadores, lo que también reduce la demanda de trabajo y tiende a perpetuar el paro. 4)Aumenta el trabajo temporal, ya que para muchos trabajadores es más rentable aceptar puestos de trabajo sólo por esos períodos necesarios para recobrar el derecho a seguir gozando del subsidio

Una prueba incontrovertible, según Termes, de los efectos negativos de nuestro esquema de subsidio de paro sobre la magnitud y la duración del desempleo son los datos que suministran estudios sobre el flujo de trabajadores que pasan del paro a encontrar un puesto de trabajo. Según estos estudios cerca del 80% de los parados elegibles para percibir el subsidio que encuentran trabajo, lo hacen en el mes inmediatamente anterior o posterior al vencimiento del subsidio. Además opina que resulta preocupante que, en la actual fase alcista del ciclo económico, se mantenga una alta tasa de paro, en general, y del paro juvenil y femenino, en particular, y que la duración del desempleo siga siendo larga cuando en muchas zonas de España se esta reclamando mano de obra. La escasez de personal, coexistiendo con el paro declarado, se da tanto en actividades de baja cualificación, por ejemplo, la construcción y la agricultura, como en actividades de calificaciones intermedias, como las manufactureras. Y se da no sólo en autonomías con bajo nivel oficial de paro, como Baleares, sino también en aquellas, como Extremadura, donde la tasa de desempleo alcanza el 28 por ciento. Esto es tan cierto que los empresarios se han dirigido al Ministerio de Trabajo, pidiendo que se amplíen los cupos de inmigración de mano de obra, tanto sin calificar como especializada. Por ello sostiene que el mercado es rígido y que hay que tender a su flexibilización.¿Es que los parados no reúnen las características requeridas por las empresas que ofertan los puestos de trabajo o es que los parados no quieren optar a dichos puestos porque les resulta más ventajoso cobrar un subsidio de paro, al tiempo que complementan sus ingresos con actividades más o menos remuneradas en el mercado sumergido?. En apoyo de esta última pregunta comenta que según la encuesta de población activa, el 40% de los parados no están decididos a aceptar un empleo por menos de su subsidio y que un 72% no están decididos a cambiar de residencia para obtener un empleo.

Recio realiza una reflexión en este sentido en “Trabajos, personas, mercados”y dice que aunque se haya relacionado el elevado nivel de desempleo con las presuntamente demasiado generosas prestaciones por desempleo los que afirman esto deberían valorar las siguientes precisiones:

1)Que una parte importante de los parados no recibe prestación (por ejemplo los que buscan su primer empleo).

2)Que este sistema ha sufrido modificaciones (1981 y 1992) reduciendo en tiempo y cuantía las percepciones a recibir y lo único que supuso fue que hubiese menos beneficiarios pero no se generó empleo, más al contrario justamente anticipó épocas de fuerte recesión para el mismo.

El propio Albert Recio por último nos presenta finalmente dos interpretaciones para explicar las causas del desempleo que afectan a nuestro país, son el paro keynesiano y la estructura productiva.

Del paro keynesiano dice que la generalización del empleo temporal y el paro masivo han sido los que han provocado los ahondamientos de las crisis al desanimar el consumo. Como indicios a favor explica la moderación salarial, el aumento del paro y los recortes de las prestaciones. Para Recio desde que se ha recomendado en Europa la contención del Gasto Público se han cerrado puertas a la solución del problema.

De las problemas de la estructura productiva el autor explica la mala situación de nuestra economía para participar con éxito en el contexto mundial. Las razones que expone en este sentido son dos:

1)El predominio de empresas de pequeña dimensión con un bajo nivel tecnológico incapaces de adaptarse a un mundo económico capaz de organizar un proceso productivo a escala planetaria.

2)El control que las multinacionales han tomado sobre la practica totalidad de la economía española y que por ejemplo afectó a nuestro empleo con la reestructuración de los inicios de los 90 y que seguirá afectando por el tamaño de las plantas y el menor peso político de nuestro país para fijar los centros de decisión.

Críticas como el poco apoyo a la actividad o los desincentivos impositivos que supone por ejemplo el IAE y que no sólo rechazan los teóricos sino buena parte de la sociedad no hacen sino confirmar los que son excesivos los motivos para explicar el alto paro que reina en nuestro país y que por otro lado no tiene fácil solución.

Conclusión

El problema del paro en España ha sido de continuo debate en los últimos años en nuestro país. Ni siquiera los expertos se ponen de acuerdo para saber que medidas se pueden poner en marcha para vencer esta lacra, unos apuestan por la flexibilización laboral y otros opinan que así sólo se introduce más incertidumbre y que no reportan beneficios en comparación con lo derechos que retrae a los trabajadores. Lo único cierto es que en los últimos años de los 70 e inicios de los 80 se generó una bolsa de paro en nuestro país de la que aún hoy no nos hemos logrado desprender, en las épocas de crecimiento el paro apenas se redujo por la introducción de nuevas tecnologías aunque parece que últimamente sí se está dando un mayor crecimiento sobretodo por el desarrollo de los servicios y porque la tecnología española cada vez tiene menos que envidiar a la de otros países. Confiemos en que el ciclo económico permita mantener los ritmos de generación de empleo porque en última instancia crecimiento y empleo tienen correlación positiva y sólo si el entorno es bueno se podrá lograr el objetivo por todos deseable del pleno empleo.




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Enviado por:Alberto
Idioma: castellano
País: España

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