¿Qué es la filosofía? Esa es la pregunta. Pregunta que nunca dejará de preguntarse, y nunca acabará de contestarse. Allí radica el primer indicio de grandeza de la Filosofía. En ese fugaz momento en que nos maravillamos de la cognocibilidad pero insondabilidad de lo real. Nunca acabaremos. La filosofía es una eterna relación de amor entre el hombre y la verdad. Filósofos y filósofas, condenados Romeos sin sus Julietas, condenadas Julietas sin sus Romeos. Esclavos a perseguir al ser amado todas sus vidas. Como ese Eros hijo de Penia, que describía Diotima según Sócrates en diálogo platónico El Banquete, por momentos indigente, feo y pobre, buscando el amor sin poder alcanzarlo. Pero por otro ínfimo instante, valeroso y audaz como su padre Poros, logra conquistar al ser amado (que es la verdad para el filósofo) y de esa manera halla la felicidad.
Por eso Deleuze y Guattari nos enseñan que ya no existían en la antigua Grecia sabios, si no amigos de la sabiduría. Amigos que desean la sabiduría porque justamente no la poseen en su totalidad, pero no pueden hacer oídos sordos al llamado interior que los impulsa a la verdad.
Sin embargo también nos dicen que la filosofía es crear conceptos. Claro, los amantes tendrán términos que sólo ellos comprenden. Palabras vacías de sentido para otros pero plenamente significativas para ellos. Cambian la connotación de las palabras y así se crea un código íntimo entre aquellos que se conocen en profundidad. Pero por supuesto que la filosofía no se reduce a eso. Sino que es una consecuencia natural. Al darse la intimidad entre los amantes fluye naturalmente ese lenguaje interno entre ellos. Pero la filosofía es mucho más que esto. A pesar de esto, algunos eligen quedarse con una filosofía que haga filología antes que enamorase de la verdad y hacer verdadera filosofía.
Jaspers nos grafica muy bien al filósofo con su expresión “ir de camino” porque es lo propio del hombre justamente por su temporalidad. Ir de camino porque la filosofía no es una cosa acabada y nunca lo será por la condición propia del hombre que le da su sentido esencial.
Los ojos de la lechuza se encandilan con el sol pero tampoco pueden ver en la plena oscuridad, por eso siempre buscará el terreno de los claroscuros donde la luna refleje la luz del sol. Siempre habrá oscuridades pero esas oscuridades son las motivaciones de seguir en camino, de seguir en busca de ese amado ser que se nos presenta pero al instante se nos escurre por las rendijas de nuestra razón.
Por eso sabio el que afirmó que Dios de los males saca bienes. De nuestra naturaleza caída que dañó nuestra inteligencia, a nuestra razón discursiva se le “escapa” la amada verdad. Gracias a esto hay filosofía. Así estamos en eterna conquista de ese ser amado. Nuestra vida es toda ella una historia de amor.
Pero Jaspers nos dice que el filosofar es accesible todos hombres. Accesible sí en el sentido de que todos tienen la capacidad de razonar, reflexionar, contemplar y meditar: actitudes propias del filósofo.
Pero lo cierto es que no todos son los que se enamoran. No todos son capaces de enamorarse, como sí el filósofo, de la verdad. No todos tienen esa capacidad. Son sólo algunos los amantes. Somos pocos los Romeos y Julietas.
Pontificia Universidad Católica Argentina
Introducción a la Filosofía.
Trabajo practico Nro. 1
Deleuze, G y Guattari, F. ¿Qué es la filosofía? Revista Caronte, Bs. As, 1992. Pg 42.
Op. cit. pg. 42
Jaspers, K. La filosofía. FCE, México, 1987, pg. 11