Antropología
Darwin y la evolución humana
Charles Darwin nació en Sherewsbury, Inglaterra, en 1809. Era hijo y nieto de médicos. Su abuelo, Erasmus Darwin fue un célebre médico y poeta del siglo XVIII, precursor de sus teorías y al que no llegó a conocer.
Después de estudiar medicina en Edimburgo, ingresó en Cambridge para estudiar teología. Uno de sus profesores le hizo recuperar su interés por las ciencias naturales, y en especial por la geología, botánica y entomología.
Tiempo después se embarco en el Beagle como naturista, en 1831. Durante 5 años recorrieron América del Sur y las islas del pacífico. Al regreso del viaje, recopilo las notas tomadas, las publicó entre 1840 y 1843 y las bautizó con el nombre de "Zoología del viaje del Beagle". Durante este tiempo se casó.
Pero no fue hasta 1859 que publicó el libro "El origen de las especies": el libro contiene una teoría explicativa de la evolución, llamada darwinismo, basada en numerosas observaciones hechas por este.
En el "Origen del hombre", publicado en 1871, defendió la teoría de que la evolución del hombre parte de un animal similar al mono. Las autoridades religiosas lo calificaron de ateo y blasfemo.
Sir Chales Lyell era un defensor de que las especies se habían mantenido inalterables desde su aparición, admitió su error al contrastar sus estudios con los de Darwin, y se convirtió en un fiel defensor de sus aportaciones.
Pero fue el anatomista y antropólogo británico Thomas Henry Huxley quien de una forma más enconada hizo defensa de las teorías evolucionistas.
Profesor del Real Colegio de Médicos y Presidente de la Royal Society, Huxley recabó pruebas que apoyaran las teorías de Darwin, hasta el punto de ser apodado "el Bulldog de Darwin".
El examen de la fauna de las islas Galápago hizo dudar a Darwin de que realmente las especies fueran estables en el tiempo. Su explicación se basa en dos puntos fundamentales:
Factores como las modificaciones del medio y los cambios en la alimentación pueden provocar en los individuos de una especie variaciones que pueden dar lugar a modificaciones en la morfología e incluso en sus elementos reproductores. Darwin distinguió las variaciones definidas, idénticas siempre que aparecen, de las no definidas, que pueden presentar características muy diferentes al aparecer en diferentes individuos.
"El mundo no está estático: evoluciona. Las especies cambian continua y gradualmente; se originan unas y se extinguen otras. El proceso evolutivo es gradual y continuo: no consiste en saltos bruscos o discontinuos. Los organismos están emparentados y descienden de un antepasado común."
Además, como influencia de las teorías del economista Malthus en lo referente al desequilibrio entre el incremento de la población y el de los alimentos, Darwin supuso la necesidad de los seres vivos de competir para obtener suficiente alimento que les garantice la mejor situación posible en el entorno.
De aquí surgió el concepto darwinista de lucha por la vida, en la que la victoria ha de corresponder siempre a quien posea una ventaja respecto a los competidores. Estas ventajas distinguen solo a algunos individuos y pueden parecer de poca importancia hasta el momento en que al ser necesarias determinan la selección natural y la supervivencia de los más aptos. El resultado es un proceso continuo de mejora y adaptación, así como la aparición de especies nuevas.
También desarrolló una teoría que denominó "selección sexual" según la cual los individuos machos luchan por conseguir a la hembra de forma que los más sanos y mejor dotados asumen la tarea de continuar la especie. Del mismo modo, las hembras seleccionan a los más fuertes, vigorosos y mejor dotados.
Asimismo, Darwin suponía que la muerte respetaba en mayor grado a los individuos con modificaciones, mientras que mantenía una tendencia por eliminar a los individuos que se salen de los valores medios, de la normalidad de una especie, al presentar malformaciones o enfermedades.
Alfred Russell Wallace, remitió sus teorías a Darwin sobre selección natural. Las teorías de Wallace, concebidas durante un viaje por Australia, fueron publicadas en 1870 como "Contribuciones a la teoría de la selección natural", pero sus diferencias con Darwin lo llevaron a dedicarle en 1889 una de sus obras: "El darwinismo". Darwin sistematizó la teoría, pero el evolucionismo como tal no fue, en contra de lo que suele pensarse, un concepto de creación propia.
Como opositores a la teoría del fijismo, según la cual todos los seres permanecen inmutables desde su creación, los antiguos griegos formularon el evolucionismo, según el cual todas las especies partirían de un tronco común del que se separan al desarrollar transformaciones y divergencias. Anaxanimo de Mileto y Empedocles de Agrigento son quizá los principales predecesores de estos estudios.
El conocimiento de estas teorías ayudó a los humanistas del Renacimiento a tener una idea bastante precisa de los mecanismos de la evolución, pero no fueron analizados de una forma científica sino únicamente intuitiva.
El siglo XVIII fue decisivo en la evolución de estas ideas, favorecidas por los enciclopedistas y la mayor apertura del conocimiento científico. Maupertuis, Maillet, Robinet y el propio Erasmus Darwin destacaron entre los científicos que se ocuparon de la cuestión.
Pero fue necesario esperar a que el también francés Jean-Baptiste de Lamarck, discípulo de Buffon, expusiera en 1809 sus conclusiones acerca de la necesidad de que las especies descendieran unas de otras, aunque los postulados en que las basaba están hoy desfasados, especialmente la herencia de los caracteres adquiridos.
Los trabajos de Darwin y de Wallace cristalizaron y dieron solidez al evolucionismo, pero dando origen también a los mayores debates y enfrentamientos contra los detractores de algo tan denigrante como el hombre descienda del mono.
Como reacción a las críticas sufridas por los postulados de Darwin, sus discípulos han desarrollado una segunda teoría, llamada neodarwinismo y que viene a unirse a al lamarckismo, el mutacionismo y el propio darwinismo en la defensa de la teoría de la evolución.
Esta teoría es el resultado de la síntesis de un grupo de biólogos, Huxley, Dobzhansky, Simpson y Mayr. Combina las teorías de Darwin y Mendel, integrándolos a la teoría cromosómica de la herencia, la genética de las poblaciones, la bioquímica y la citología.
La evolución se produce a través de la selección natural. A través de este mecanismo, se seleccionan los organismos cuyos rasgos responden de mejor manera al medio y que se reproducen en mayor número y en menor tiempo. La variabilidad genética que existe al interior de las poblaciones naturales, corresponde al sustrato sobre el que actúa el proceso evolutivo.
La teoría sintética de la evolución proporciona un contexto diferente a los planteados anteriormente: el poblacional. En este contexto, el concepto de población se entiende como el grupo de organismos que se reproducen entre sí y que comparten un reservatorio génico (la suma de los alelos de todos los individuos de una población). La evolución sería el resultado de los sucesivos cambios a través del tiempo en la composición relativa del reservatorio génico.
G. Hardy y G. Weinberg plantearon en 1908, en forma independiente, un principio que relaciona los organismos de una población con los cambios en la frecuencia de un alelo.
Según este principio, en una población de gran tamaño de individuos, que se reproducen sexualmente y al azar (panmixis), no se modificarían las frecuencias genotípicas y génicas de una generación a otra; es decir, no habría evolución.
En una población natural, este principio no se mantiene, por la acción de la selección natural, además de las mutaciones, migraciones, la deriva génica, los cruzamientos no aleatorios y factores bióticos y abióticos.
La teoría sintética de la evolución explica el proceso evolutivo a través de la genética de población e intenta describir con ayuda de modelos matemáticos.
Los detractores de la teoría señalan que el valor evolutivo de la selección es discutible, ya que la selección no explica como un grupo taxonómico se transforma en otro sin dejar más huellas que los fósiles, y como unos grupos desaparecen, mientras que otros sobreviven en las mismas condiciones de vida.
Otro aspecto que se critica de la teoría es que el rol de las mutaciones en la evolución se sobrevalora, ya que una serie de mutaciones puede explicar fácilmente alteraciones del metabolismo, pero no la aparición de órganos complejos.
El papel que desempeña el azar es otro de los aspectos cuestionados. Sus detractores señalan que la evolución ha tenido en todos los tiempos una tendencia hacia una finalidad: un órgano específico no puede aparecer por efecto del azar.
Durante el presente siglo se han planteado otras teorías evolutivas que intentan explicar como se ha producido la evolución; entre ellas podemos mencionar: la teoría del equilibrio puntual, planteada por Eldredge y Gould la teoría neutralista, propuesta por M. Kimura.
La teoría del equilibrio puntual sostiene que la evolución no tiene siempre un carácter gradual, como lo afirma la teoría sintética, sino que en muchos casos se produce a saltos. La teoría neutralista afirma que la mayor parte de las mutaciones que sufre el genoma de una especie, origina genes neutros que no alteran la supervivencia de los organismos. Sin embargo, al heredarse estas mutaciones pueden modificarse y provocar la aparición de nuevas especies.
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