Literatura


Crónica de una muerte anunciada; Gabriel García Márquez


Personajes de crónica de una muerte anunciada:

Santiango Nasar: tenía 21 años, era esbelto y pálido, tenía los párpados árabes, los cabellos rizados y su cara siempre fue indulgente, incluso después de muerto. Conserva la lengua árabe a diferencia del resto de su generación. Era hijo único del matrimonio de conveniencia entre Plácida Linero e Ibrahim Nasar. De su madre heredo el instinto y de su padre aprendió no solo el dominio de las armas de fuego y la maestranza de las aves de presas altas, sino también las buenas artes del valor y la prudencia. Como su padre murió cuando el solo tenía 18 años, tuvo que abandonar la escuela secundaria y hacerse administrar, con muy buen juicio pero sin mucha fortuna, la hacienda que heredó de él, El Divino Rostro. Otro de sus talentos era disfrazar, y su mayor diversión era trastocar la identidad de las mulatas. Según el padre Amador (encargado de su autopsia) tenía una inteligencia superior y un porvenir brillante. Santiago era alegre, pacífico y de corazón fácil. Tenía la piel tan sensible que no soportaba el ruido del almidón, por eso siempre pedía que le lavaran su ropa solo con agua. Solía salir por la puerta trasera de su casa, pero el día del crimen salió por la principal ya que esperaba la llegada del obispo que lo emocionaba mucho y se encontraba bien vestido.

Santiago Nasar era también un hombre de fiestas y su gozo mayor lo tuvo en la víspera de su muerte, calculando el costo de la gran boda que se había llevado poco antes entre Ángela Vicario y Bayardo San Román. Nunca se imagino que los hermanos de Ángela lo asesinarían por creer que había sido él quien le quito la virginidad. Santiago y ella eran de mundos diferentes y ni siquiera se llevaban bien. Además él era un “gavilán pollero”, andaba solo. En realidad tenía una relación con Flora Miguel pero había sido arreglada durante su adolescencia. Su verdadero amor había sido María Alejandrina Cervantes, durante catorce meses tuvieron un tormentoso amorío que termino cuando Ibrahim le prohibió estar con ella.

Su rutina diaria era despertar a las siete, tomar el café y bajar a dar las instrucciones para el almuerzo.

Plácida Linero: era la viuda pero bella madre de Santiago Nasar. Tenía una reputación muy bien ganada de interprete certera de los sueños, siempre que se los contaran en ayunas. No trabajaba (debido a la sociedad machista en que vivía) y era muy desconfiada ya que siempre creía que la iban a robar. Venía de una familia que fueron gente de poder y de guerra hasta que se les acabó la fortuna.

Luego de la muerte se su hijo se la paso postrada en su hamaca con un dolor de cabeza eterno. Nunca se perdono por confundirle augurio magnífico de los árboles con el infausto de los pájaros que le había contado santiago la mañana del asesinato. Finalmente sucumbió a la perniciosa costumbre de la época de masticar semillas de cardamina.

Ibrahim Nasar: era el padre de Santiago Nasar que murió de repente cuando su único hijo tenía 18 años. Llego al pueblo del caribe con los últimos árabes, al termino de las guerras civiles, y compró un depósito para poner una tienda de importaciones que nunca puso. Cuando se caso lo convirtió en una casa donde vivieron él y su familia.

Victoria Guzmán: era la cocinera de la familia Nasar que a pesar de la edad se conservaba entera. Había sido seducida por Ibrahim Nasar en la adolescencia que, luego de amarla en secreto en los establos, la llevó a servir en su casa. Tenía una hija de un marido reciente, Divina Flor, y la protegía arduamente de Santiago Nasar, ya que sabía que el joven haría con su hija lo mismó que le habían echo a ella.

Divina Flor: era la hija de Victoria Guzmán y trabaja para la familia Nasar también. Era todavía una niña montaráz, que parecía sofocada por el ímpetu de sus glándulas. Se sabía destinada a cama furtiva de Snatiago Nasar y eso le causaba mucha ansiedad.

Cuando el narrador la entrevista ella, que se encontraba gorda y mustia rodeada por los hijos de otros amores, le dice “No ha vuelto a nacer otro hombre como ese”, admitiendo que se sentía muy atraída por él.

María Alejandrina Cervantes: era una mulata con ojos de leoparda que arrasó con la virginidad de la generación del narrador y les enseño aún más de lo que debían saber. Fue , según el narrador, “la mujer más elegante y la más tierna que conocí jamás, y la más servicial en la cama, pero también la más severa.” Nació y creció en el pueblo donde se narra la historia, en una casa de puertas abiertas con varios cuartos de alquiler y un enorme patio de baile. Simpre estaba despierta al amanecer, desnuda por completo cuando no había extraños en su casa. Su único modo de llorar era comer sin medida, y así lo hizo luego de que Santiago Nasar murió.

Mulatas del burdel: amigas de María Alejandrina Cervantes. Se preparan para el funeral de Santiago Nasar tiñendo sus prendas de negro.

Familia Miguel: entre familiares sanguíneos y políticos sumaban más de catorce. Eran gente tempranera y laboriosa aunque se creía lo contrario por que dejaban la casa cerrada hasta muy tarde.

Flora Miguel: sus padres y los de Santiago Nasar se habían puesto de acuerdo para casarlos y así mismo lo iban a hacer, en la navidad, hasta que mataron a Santiago. Ella gozaba de cierta condición floral y se mantenía como una rosa, pero carecía de gracia y de juicio. Había servido de madrina de bodas a toda su generación, de modo que el convenio de sus padres fue para ella, que ya no era tan joven, una solución.

La mañana del crimen, muy poco después de despertarse, se entero de lo que iba a ocurrir y sufrió una crisis de humillación creyendo que él la había engañado. Entonces se dispuso a esperarlo con uno de sus vestidos de arandelas infortunadas (que solía llevar en ocasiones memorables) y el cofre de cartas que él le había escrito. Cuando entró a su casa le entregó el cofre, le deseo la muerte y corrió a su cuarto. Luego del asesinato se fugó con un teniente de fronteras que la prostituyó entre los caucheros del Vichada.

Nahir Miguel: era el padre de Flora Miguel y el varón sabio de la comunidad. Era inmenso, parsimonioso y con mucha autoridad. Usaba la barba colorada y la chilaba de beduino que trajo de su tierra.

Teniente de fronteras: junto a él se fugó Flora Miguel luego de que sucedió el crimen y es también quien la prostituyó entre los caucheros del Vichada.

Familia Vicario: En total eran cuatro hijos, dos hermanas mayores que se casaron muy jóvenes, los gemelos y una hija que murió de fiebres crepusculares y a la que le seguían guardando luto. La mujeres fueron criadas para casarse, sabían bordar en bastidor, coser a máquina, tejer encaje de bolillo, lavar y planchar, hacer flores artificiales y dulces de fantasía, y redactar esquelas de compromiso. Las cuatro eran maestras de ciencia antigua de velar a los enfermos, confortar a los moribundos y amortajar a los muertos. Por otro lado, como era de esperarse, los gemelos fueron criados para ser hombres.

Luego del incidente, que afecto al honor de la familia, todos, incluso los esposos de las hermanas, se retiraron del pueblo, por iniciativa del coronel Aponte, a Manaure.

Purísima del Carmen o Pura Vicario: era la madre de la novia devuelta. Había sido maestra de escuela hasta que se casó con Poncio Vicario para siempre. Tenía un aspecto manso y un tanto afligido que disimulaba muy bien el rigor de su carácter. Según Mercedes parecía una monja. Se consagró a la atención de su esposo y a la crianza de sus hijos. Cuando su hija Ángela fue devuelta la castigo a golpes y veintitrés años más tarde, estando ya envejecida, el narrador la visito y se negó a hablar del pasado.

Poncio Vicario: era el esposo de Pura Vicario. Era orfebre de pobres, y la vista se le acabó de tanto hacer primores de oro para mantener el honor de la casa. Como cualquier ciego que llevara poco tiempo siéndolo, confundía lo que ocurría a su alrededores.

Murió poco después del asesitano de Santiago Nasar, según Ángela Vicario: “se lo llevó la moral”.

Ángela Vicario: era la hermosa muchacha, prima del narrador, que se había casado el día anterior al crimen con tan solo veinte años y había sido devuelta por que su esposo encontró que no era virgen. De cierta forma ella fue la culpable de que Santiago Nasar fuera asesinado ya que lo acusó de haber sido quien le quitó la virginidad y por ello sus hermanos tomaron la decisión de matarlo.

Ella nació nacido en el mes de octubre con el cordón umbilical enrollado en el cuello. Tenía un aire desamparado y una pobreza de espíritu que le auguraban un porvenir incierto. Llevaba escondida, debajo de la estolidez impuesta por su madre, una decencia pura que no le permitió mentirle a su esposo la noche de bodas. Por las tardes se sentaba en la ventana de su casa a hacer flores de trapo y a cantar valses de solteras con sus vecinas.

Luego del crimen, el narrador se mantuvo en contacto con Ángela mediante noticias de ráfagas que como él dice, le “inspiraron una imagen idealizada”. Compro una casa de material con un patio muy grande de vientos cruzados cerca de la costa. Se volvió absorta y diestra en la máquina de bordar, y a través de su industria logró el olvido. Veintitrés años después del crimen el narrador la encuentra de medio luto con antiparras de alambre y canas amarillas bordando a máquina en la ventana de su casa. Se había vuelto tan madura e ingeniosa que le costaba trabajo creer que fuera su prima. Incluso hablaba de su desventura sin ningún pudor, aunque escondía que su verdadera desventura: el amor que sentía por su Bayardo San Román, el hombre con quien la habían obligado a casarse sin amor y que luego la devolvió a su familia. Ángela Vicario se dio cuenta de este sentimiento esa misma madrugada de desdicha y luego de verlo una tarde, tiempo después del asesinato, comenzó a escribirle cartas. Se volvió lúcida, imperiosa, maestra de su albedrío, volvió a ser virgen sólo para él y no reconoció otra autoridad que la suya ni más servidumbre que la de su obsesión.

Pedro y Pablo Vicario: eran gemelos, hermanos de Ángela Vicario, y se parecían tanto que costaba trabajo distinguirlos. Tenían veinticuatro años el día en que cometieron el crimen y según decía el sumario: “Eran de catadura espesa pero de buena índole.” Todos en el pueblo concordaron en que eran buenas personas y fue por eso que a pesar de que le avisaron a todos que pretendían matar a Santiago Nasar e hicieron más de lo que etra imaginable para que alguien les impidiera matarlo, nadie se preocupó pensando que no serían capaces de cometer un crimen. Incluso sus compañeros reclusos los recordaban de buen carácter y espíritu social. Tenían un criadero de cerdos en el fondo del patio de su casa, con su piedra de sacrificios y su mesa de destazar, que fue una buena fuente de recursos desde que su padre, Poncio Vicario se le acabó la vista. El negocio lo empezó Pedro vicario pero cuando se fue al servicio militar, su hermano debió aprender el oficio de matarife.

En personalidad no se parecían tanto, tenían caracteres contrarios. Pablo Vicario era seis minutos mayor que el hermano y fue más imaginativo y resuelto hasta la adolescencia. Pedro era más sentimental y autoritario. Se presentaron juntos al servicio militar a los veinte años pero Pablo fue eximido para quedarse al frente de la familia. Durante su servicio, Pedro, maduró la vocación de mandar y la costumbre de decidir por su hermano por lo que se volvió más resuelto que su hermano. Regresó del servicio con una blenorragia (gonorrea) de sargento que no pudo curarse con nada y una cicatriz de bala en el costado izquierdo. Desde entonces pablo se volvió dependiente de él.

Pedro vicario, según declaración propia, fue quien tomó la decisión de matar a Santiago Nasar, pero también fue él quien pareció dar por cumplido el compromiso cuando los desarmó el alcalde. Entonces Pablo fue quien asumió el mando.

La mañana del crimen todavía llevaban la ropa de la boda y tenían un aspecto devastador por tantas horas de mala vida, aunque al menos se habían afeitado en la tienda de Clotilde Armenta. Fue en esa misma tienda donde esperaron a Santiago como ansiosos de cumplir con su deber ,según Clotilde “lo miraban más bien con lástima” que con ganas de matarlo. Fue por eso que se encontraban pálidos y apenas terminaron con su obligación para recobrar el honor de la familia, fueron a la iglesia a entregarse ante Dios.

Luego de cometer en asesinato Pedro tuvo problemas para dormir y Pablo sufrió en la celda una colerina pestilente debido a que su comida estaba envenenada. Una ves que salieron de la cárcel Pablo Vicario aprendió el oficio del oro de su padre y llegó a ser un orfebre depurado y se casó con Prudencia Cotes. En cambio Pedro Vicario, sin amor ni empleo, volvió tres años después a las Fuerzas Armadas, mereció las insignias de sargento primero pero una mañana espléndida su patrulla se internó en territorio de guerrillas cantando y nunca más se supo de ellos.

Prudencia Cotes: era la novia de Pablo Vicario. Ella estaba de acuerdo con la decisión de su novio y el hermano en matar a Santiago Nasar eh incluso admitió que según palabras textuales: “nunca me hubiera casado con él si no cumplia como hombre”. Esperó sin un instante de desaliento durante tres años hasta que su novio saliera de la carsel y fue a Manaure, donde vivía en ese momento la familia Vicario, a casarse con él.

Madre de Prudencia Cotes: la saludaron lo gemelos la mañana del crimen al pasar por su casa.

Amigas de Ángela Vicario: eran las únicas confidentes de Ángela Vicario, se juntaban con ella a bordar y la convencieron de que no debía contarle nada a su madre. Fueron sus cómplices en el engaño a Bayardo San Román y fueron quienes le enseñaron como hacer para que él no se diera cuenta de que ella no era virgen. Claró está, no tuvieron en cuenta la resistencia de bebedor de Bayardo San Román ni la decencia pura de Ángela Vicario que no le permitió mentir.

Dueño del Hotel del Puerto: conocido de Pura y Ángela Vicario. Fue en su hotel donde Ángela Vicario vio pasar a su lado a Bayardo San Román tiempo después de que ocurrió la tragedia.

Empleadas del correo: seis veces cambiaron la empleada de correo durante el periodo en que Ángela Vicario escribía cartas a Bayardo San Román, y las seis veces ella consiguió su complicidad. Una de ellas iba todos los viernes en la tarde a bordar conÁngela Vicario para llevarse las cartas.

Familia San Román: eran cinco: el padre, la madre, dos hijas perturbadoras y Bayardo San Román ( el hermano mayor). Primero llegó al pueblo Bayardo y más tarde, cuando él decidió que queria casarse con Angela Vicario, llegaron los demás en un Ford T.

Alberta Simonds: era madre de Bayardo San Román, una mulata grande de Curazao que hablaba castellano atravesado de papiamento. Había sido proclamada en su juventud como la más bella entre 200 más bellas de las Antillas.

Petronio San Román: el padre, héroe de las guerras civiles del siglo anterior y una de las glorias mayores del régimen conservador por haber puesto en fuga al coronel Aurelio Buendía en el desastre de Tucurinca. También le disparó por la espalda a Gerineldo Márquez.

Las hijas: acabadas de florecer, parecían dos potrancas sin sosiego.

Bayardo San Román: llegó al pueblo por primera ves, en agosto del año anterior al del asesinato de Santiago Nasar, en el buque semanal con unas alforjas guarnecidas de plata que hacían juego con las hebillas de la correa y las argollas de los botines. Tenía alrededor de treinta años pero era muy apuesto. Tenía una cintura angosta de novillero, los ojos dorados y la piel cocinada a fuego lento por la salitre. Según Magdalena Oliver: Era bastante raro, ya que nadie conocía nada sobre su vida pero de todas formas era querido por la gente. Cuando alguien le preguntó de donde venía, él le contestó “Andaba de pueblo en pueblo buscando con quien casarme”. Dio a entender que era ingeniero de trenes, pero nada era seguro acerca de él. Aparte de apuesto, era muy buen nadador, inteligente y rico. Sin embargo cuando el narrador lo conoce, le parece aparte de atractivo, un hombre triste. De todos modos, con el tiempo, Bayardo se hizo amigo de tragos de él y de Santiago Nasar.

Decidió casarse con Ángela Vicario un día a fines de septiembre cuando la vio, desde la sala de la pensión donde vivía, atravesar la plaza junto a su madre. Un mes más tarde se conocieron y en las fiestas patrias de octubre. A ella no le gusto por que detestaba a los hombres altaneros, sin embargo su familia estuvo de acuerdo con el casamiento y obligaron a Angela a aceptar la propuesta. Como siempre, consiguió lo que quería y seis meses después de que llegó al pueblo, se llevó a cabo la boda.

La misma noche de bodas, devolvió a su esposa Ángela por que se dio cuenta de que no era virgen. Luego de la tragedia fue conocido como el pobre Bayardo ya que lo había perdido todo. Lo encontraron al sábado siguiente de la boda tirado, “Estaba en el último grado de intoxicación etílica”, según dijo el Doctor Dionisio Iguarán. Luego de su recuperción volvió a quedar postrado por el alcohol y se lo llevaron su madre y hermanas en un buque. Eso fue lo último que supieron de él en el pueblo.

Muchos años después, en un medio día de agosto, llegó a la puerta de la nueva casa de Angela Vicario. Ya estaba gordo, se le empezaba a caer el pelo y necesitaba espejuelos para ver de cerca, pero llevaba la misma correa y las mismas alforjas de cuero descocido con adornos de plata. Entro a la casa con dos valijas, una con las cartas que ella le había mandado pero él no habia leido y otra con su ropa para quedarse.

Telegrafista: es ayudado por Bayardo San Román en una ocasión en que él nesecitaba mandar un mesaje telegráfico, incluso le enseña un truco.

Dos mujeres mayores: aparentaban ser hermanas de Petronio San Román y fueron enviadas por él junto a su esposa e hijas para ayudar a Bayardo San Román luego de la tragedia ocurrida.

Dos hombres del municipio: bajaron a Bayardo San Román en una hamaca colgada de un palo, tapado hasta la cabeza con una manta y con el séquito de plañideras cuando se encontraba nuevamente postrado por el alcohol.

Propietaria de la pensión de hombres solos: en su pensión vivía Bayardo San Román cuando llegó al pueblo. Fue quien le contó al narrador como fue la primera vez que Bayardo San Román vio a Ángela Vicario y la que le recordó a él que debía casarse con ella luego de que despertó de su siesta.

Maestros de Mompox: armaron el escaparate de seis lunas de cuerpo entero dentro de la casa del viudo Xius para los recién casados.

Magdalena Oliver: una mujer que había venido en el mismo buque que Bayardo San Román, y no pudo quitarle la vista de encima durante todo el viaje. Cuando hablo con el narrador le dijo: “Parecía un marica” “Y era una lástima, por que estaba como para embadurnarlo de mantequilla y cómpreselo vivo.”

Familia del narrador: tenían parentesco con la familia Vicario, eran varios hermanos, incluso a algunos no se lo nombra más que para decir que salieron de los cuartos cuando se enteraron

de la tragedia y que los más chicos rompieron a llorar,

Padre del narrador: solo sabemos que se entera de todo desde la cama, que en pijama se dirige al comedor y le pregunta a su esposa a donde se dirigía.

Luisa Santiaga: era la madre del narrador, la madrina de Santiago Nasar y tenía un parentesco de sangre con Pura Vicario. Era una mujer lívida y sigilosa. Se la pasab dentro de su casa, pero de todas formas siempre estaba al tanto de todo lo que ocurría en el pueblo. Apenas se enteró corrió a ponerse los zapatos y la mantilla de iglesia, que solo usaba entonces para las visitas de pésame, y se dirigió a prevenir a Plásida Linero.

Narrador: era amigo de santiago Nasar, primo de Ángela Vicario. El día del asesinato se quedo durmiendo hasta tarde, y por eso no se enteró de lo acurrido hasta que escucho las campanas de la iglesia anunciando el funeral.

Mucho después, veintitrés años después del drama, trató de entender algo de sí mismo vendiendo enciclopedias y libros de medicina por los pueblos de la Guajira. Un día de casualidad se encontró con Ángela Vicario y hablaron de lo sucedido.

Se dedicó más tarde a hacer una crónica del asesinato de su amigo e hizo reportajes a los testigos y protagonistas que encontró. De este modo es que se él escribe la novela.

Luis Enrique: hermano del narrador, tocaba la guitarra como un profesional. La mañana del asesinato se despertó luego de la noche de farranda con el grito de su hermana la monjo que decía “¡Mataron Santiago Nasar!”.

Hermana monja del narrador: la mañana del asesinato tení una cruda de cuarenta grados, pero de todas formas se puso su habito y asistió al funeral de Santiago Nasar.

Margot: hermana del narrador. Se encuentra con Santiago Nasar en el muelle, lo invita a desayunar como solía hacer cuando su medre preparaba cariñolas de yuca. Le gustaba mucho Santiago y no dejaba de pensar en lo afortunada que era Flora miguel por que iba a casarse con él.

Jaime: hermano del narrador, no tenía mas de siete años. Era él único vestido a la hora de la tragedia ya que tenía que ir a la escuela.

Wenefrida Márquez: era la tía del narrador. Ella estaba desescamando un sábalo en el patio de su casa cuando vio a Santiago Nasar moribundo descendiendo las escalinatas del muelle antiguo buscando con paso firme el rumbo de su casa. Luego de hablar unas pocas palabras con él entro en su casa por la puerta trasera y se derrumbó de bruces en la cocina.

Mercedes Barcha: era una joven que apenas había terminado la escuela primaria cuando el narrador le propuso matrimonio la noche de la fiesta. Catorce años más tarde se casa con él.

Mujer del sueño del narrador: una mujer que el narrador soñó, luego del asesinato, que entraba al cuerto de María Alejandrina Cervantes. Esta llevaba en brazos a una niña.

Niña del sueño: la niña ronzaba sin tomar aliento y dejaba caer los granos de maiz a medio mascar en el corpiño.

Familia Bedoya: Cristo Bedoya, sus padres y sus abuelos son nombrados en la obra.

Cristo Bedoya: amigo de Santiago nasar y el narrador. Estubo de parranda con ellos la noche de la boda y a la mañana siguiente caminó junto a Santiago por el muelle. Fue uno de los últimos en enterarse de que iban a matar a su amigo y cuando lo hizo corrió para prevenurlo, sin embargo lo encontro muy tarde. Era estudiante de medicina y años después del drama, se convirtió en un cirujano notable.

Don Lázaro Aponte: coronel de academia en uso de buen retiro y alcalde municipal por un largo periodo. Era un hombre feliz, rechoncho y frívolo. No había tenido ninguna experiencia en justicia hasta el día del crimen y era demasiado fatuo para preguntarle a alguie po donde devía empezar.

Gobernador de la provincia: sostuvo una conversación telegráfica con el coronel Aponte luego del asesinato de Santiago Nasar y lo autorizó para que hiciera las diligencias preliminares mientras mandaban un juez instructor.

Carmen Amador: era el cura de la iglesia del pueblo. Se cruza con Santiago Nasar, poco antes de que lo asesinaran, seguido por sus tropas de oficiar, un acólito que tocaba la campanilla y varios ayudantes con el altar para la misa campal que el obispo no hizo. El padre ya conocía el destino de Santiago Nasar, pero no lo previno por que no supo que hacer. Había echo la carrera de medicina y cirugía en Salamanca pero ingresó en el seminario sin graduarse, de todo modos realizó la autopsia de Santiago Nasar debido a la ausencia del doctor Dionisio Iguarán. Tiempo después se fue a un retiro de Calafell y le admitió al narrador que: “Fue como si hubieramos vuelto a matarlo después de muerto”, refiriéndose a la autopsia terrible que realizó.

Obispo: pasa por el muelle del pueblo en un buque, pero no desciende, solo echa una bención que según Plácida Linero fue de compromiso ya que odiaba a aquel pueblo.

Doctor Dionisio Iguarán: era primo hermano de Luisa Santiaga. Además de médico era hombre de letras.

Clotilde Armenta: dueña de la tienda de leche en la plaza en frente de la casa de Santiago Nasar en donde lo sgemelos Vicario esperaron el momento para asesinarlo. La tienda vendía leche y víveres durante el día y se transformaba en cantina desde las seis de la tarde. Clotil Armenta conocía tan bien a los gemelos que era la única que podía diferenciarlos. Ella fue la que más colaboró para prevenir a Santiago nasar ya que le mando un recado a su madre, aviso al padre Amador, retardó a los gemelos cuando lo iban a matar y por último le aviso a Santiago gritando que debía correr por lo pensaban matar.

Don Rogelio de la Flor: era el marido de Clotilde Armenta, un prodigio de vitalidad a los ochenta y seis años. Se levantó por última vez para ver como desguazaban a Santiago Nasar contra la puerta cerrada de su propia casa, y no sobrevivió a la conmoción.

Señora que pasa por la leche: era una pordiosera que pasaba todas las mañanas a pedir un poco de leche por caridad a las casa de Santiago Nasar. La mañana del asesinato pasó a después de las cinco y le contó a Victoria Guzmán lo que pensaban hacer los gemelos Vicario, los motivos y el lugar donde lo esperaban tal como se lo había indicado Clotilde Armenta.

Viudo Xius: era el viejo al que Bayardo San Román le compra su casa, en la que había sido feliz más de treinta años, y todo los objetos que tenía adentro que habían sido comprados por su difunta esposa. Por supuesto al principio se rehusó a venderla, pero finalmente cedió cuando Bayardo San Román le ofreció pagarle diez gavillas de billetes de a mil. Era un hombre sano, sin embargo murió dos meses después de la venta, según el doctor Dionisio “Se murió de eso”

Yolanda Xius: era la esposa muerta del viudo Xius.

Juez instructor: era el juez que se encargó del juicio a los gemelos Vicario. Había venido de Rioacha. Acababa de graduarse y llevaba todavía el vestido de paño negro de la Escuela de Leyes y el anillo de oro con el emblema de su promoción. Su nombre no apareció en ninguno de los pliegos del sumario que rescató el narrador. Sin embargo era evidente que era un hombre abrasado por la fiebre de la literatura. Sin duda había leído a los clásicos españoles, y a algunos latinos y conocía muy bien a Nietzche (que era el autor de moda entre los magistrados de su tiempo). Había muchas notas marginales y todas parecían escritas por sangre.

El juez tenía un gran interés en darle una explicación racional a las coincidencias ocurridas el día del crimen y lo que más lo alarmó al final de su diligencia excesiva, fue no haber encontrado un solo indicio de que santiago Nasar hubiera sido el verdadero causante del agravio.

El representante de la parte civil: durante el juicio puso su mayor empeño en la falta de evidencia en contra de Santiago Nasar.

Boticario y estudiante de medicina: ayudaron al padre Amador a llevar a cabo la autopsia en el local de la escuela publica, el boticario fue quien tomó las notas. El estudiante estaba en primer año y se encontraba en el pueblo de vacaciones.

Faustino Santos: era un carnicero amigo de los gemelos Vicario que los vio entrar al mercado a las 3.20 horas cuando acababa de abrir su mesa de víceras. Luego de hablar con ellos, se quedo preocupado y le avisó a un agente de policía.

Leandro Pornoy: era el agente que habló con Faustino Santos cuando pasó a comprar una libra de hígado para el desayuno del alcalde. El narrador no tuvo oportunidad de hablar con él por que murió un año después del crimen por una cornada de toro en la yugular durante las fiestas patronales. Sin embargo se enteró por Clotilde Armenta que fue él el primero que estuvo en su tienda cuando ya los gemelos Vicario se habían sentado a esperar.

Hortensia Baute: fue la primera en llorar por Santiago Nasar por que cuando abrió la puerta de su casa justo vio pasar a los gemelos Vicario y le pareció que llevaban los cuchillos ensangrentados aunque realmente no lo estaban. Luego se sintió tan afectada por la alucinación que cayó en una crisis de penitencia y un día no pudo soportar más y se echó desnuda a loas calles.

Árabes: constituían una comunidad de inmigrantes pacíficos que se establecieron a principios del siglo en los pueblos del Caribe, aún en los más remotos y pobres. Allí se quedaron vendiendo trapos de colores y baratijas. Eran unidos, laboriosos y católicos. Se casaban entre ellos, importaban su trigo, criaban corderos en los patios y cultivaban el orégano y la berenjena. Su única pasión tormentosa eran los juegos de barajas. Los mayores siguieron hablando el árabe rural que trajeron de su tierra y lo conservaron hasta la tercera generación que les oían a sus padres en árabe y les contestaban en castellano. Aunque los gemelos temían que los árabes se vengaran matándolos ya que habían matado a un miembro de su comunidad, pero eso era muy poco probable. Sus únicas reacciones fueron golpes y persecuciones. Cuando el coronel Aponte los visitó luego del crimen, para asegurarse de que no cometieran ningún agravio contra los gemelos o su familia, los encontró perplejos y tristes, con insignias de duelo en sus altares e incluso algunos lloraban a gritos.

Suseme Abdala: era la matriarca centenaria árabe que recomendó la infusión prodigiosa de flores de pasionaria y ajenjo mayor que acabó con la colerina que padecía Pablo Vicario en la carcel pero que a la vez desató el manantial florido de su gemelo.

Aura Villeros: era la comadrona que había ayudado a nacer a tres generaciones. Cuando conoció la noticia del asesinato sufrió un espasmo de vejiga y hasta el día de su muerte necesitó de una sonda para orinar.

Francis Drake: por dos días uso de cuartel general el decrépito edificio colonial donde el narrador debío buscar entre más de un siglo de expedientes, el correspondiente al juicio de Santiago Nasar.

Meme Loaiza: creyó que el asunto había terminado cuando vio pasar a Santiago Nasar junto a Cristo Bedoya tan contentos.

Polo Carrillo: era el dueño de la planta eléctrica, pensaba que la serenidad que llevaba Santiago Nasar no era inocencia, sino cinismo.

Fausta Lopez: era la mujer de Polo Carrillo y frente al comentario de su marido de que Santiago Nasar creía que su plata lo hacía intocable, ella agregó: “Como todos los turcos”.

Indalecio Pardo: los gemelos le dijeron que pensaban matar a Santiago Nasar tan pronto se fuera el obispo pero el creyó como muchos otros que eran fantasías de amanecidos. Clotilde Armenta lo convenció de que debía prevenirlo, pero a pesar de sus vínculos con Santiago Nasar, no lo hizo por que no se atrevió. “Se me aflojó la pasta” de dijo al narrador en la entrevista.

Escolástica Cisneros: era una mujer del pueblo que creyó observar que los dos amigos, Cristo Bedoya y Santiago Nasar, dentro de un circulo vació formado por la multitud que no se atrevía a tocar al futuro cadáver.

Sara Noriega: era la dueña de una tienda de zapatos. Ella abrió su tienda justo cuando pasaban los amigos y se espantó con la palidez de Santiago Nasar, quien la tranquilizo sin siquiera detenerse.

Celeste Dangond: ella estaba sentada en pijama en la puerta de su casa y decidió invitar a Santiago Nasar a tomar un café para ganar algo de tiempo mientras pensaba que hacer para salvarlo. Él se rehusó por que iba de prisa a cambiarse de ropa para desayunar con Margot. Celeste Dangond le explicó al narrador: “Me hice bolas, pues de pronto me pareció que no podían matarlo si estaba tan seguro de lo que iba a hacer.”

Yamil Shaium: era uno de los últimos árabes que llegaron con Ibrahim Nasar, fue socio de de barajas hasta la muerta y seguía siendo el consejero hereditario de la familia Nasar. Tení más autoridad que nadie para hablar con Santiago Nasar y por eso fue el único que hizo lo que se había propuesto. Tan pronto supo lo que pensaban hacer los gemelos Vicario salió a la puerta de su tienda de géneros y lo esperó para prevenirlo. Cuando vio pasar a los dos amigos, luego del usual juego de paklabras en árabe con que se divertí junto a Sntiago Nasar, llamó primero al pasar a Cristo Bedoya para consultar el rumor y así fue como él se enteró de todo. Lástima que no hicieron a tiempo de prevenirlo por que Santiago Nasar había seguido camino.

Próspera Aranga: era la cachaca. Le suplicó a Cristo bedoya, que se encontraba en camino a prevenir a Santiago Nasar, que la ayudara a curar a su padre y luego a llevarlo hasta su dormitorio.

El padre de Próspera Aranga: se encontraba agonizando en el sardinel de su casa, inmune a la bendición fugás del obispo.

Gente que regresaba del puerto: todos comenzaron a tomar posiciones en la plaza para presenciar el asesinato.

Familia Lanao: eran los vecinos de la familia Nasar. En total eran siete, el padre, la madre y cinco hijos. Ninguno de ellos se había enterado del asesinato que había ocurrido a solo veinte pasos de su casa. Empezaban a desayunar cuando Santiago Nasar entró empapado de sangre y llevando sus tripas en las manos.

Poncho Lanao: era el padre. Cuando hablo con el narrador le comentó que nunca pudo olvidar el “olor a mierda”.

Argénida Lanao: era la hija mayor, contó que Santiago Nasar caminaba con la prestancia de siempre, midiendo bien los pasos, y que su rostro sarraceno con los rizos alborotados estaba más bello que nunca.

Una persona no identificada: fue quien le mostró a Plácida Linero el papel que se encontraba en el piso de su casa que contaba lo que pensaban hacer lo gemelos Vicario. Desgraciadamente lo hizo después de la tragedia, por lo que no fue de ayuda.




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Enviado por:May
Idioma: castellano
País: Argentina

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