El dióxido de azufre, por ejemplo, procede de las centrales que queman carbón o petróleo. Otros contaminantes se forman por la acción de la luz solar sobre materiales reactivos emitidos a la atmósfera. El ozono, que forma parte del smog, se produce por la interacción de hidrocarburos y óxidos de nitrógeno bajo la influencia de la luz solar. La concentración de los contaminantes se reduce al dispersarse en la atmósfera, proceso que depende de factores climatológicos como la temperatura, la velocidad del viento, el movimiento de sistemas de altas y bajas presiones y la interacción de éstos con la topografía local, por ejemplo las montañas y valles. La temperatura suele disminuir con la altitud, pero cuando una capa de aire frío se asienta bajo una capa de aire caliente produciendo una inversión térmica, la mezcla atmosférica se retarda y los contaminantes se acumulan cerca del suelo. Las inversiones pueden durar bastante bajo un sistema estacionario de altas presiones unido a una baja velocidad del viento.
En tres días de inversión térmica pueden concentrarse muchos productos peligrosos en áreas de alta contaminación e incluso producir enfermedades o la muerte. Los efectos a largo plazo de la exposición a bajas concentraciones de contaminantes no son muy conocidos; los grupos de riesgo son los niños, los ancianos, los fumadores, los trabajadores expuestos al contacto con materiales tóxicos y quienes padecen enfermedades pulmonares o cardiacas. La contaminación atmosférica también puede causar daños en el ganado y las cosechas.
Los primeros efectos de la contaminación suelen ser estéticos y no necesariamente peligrosos. Por ejemplo, la disminución de la visibilidad debido a la presencia de partículas en el aire, y los malos olores, como el sulfuro de hidrógeno que emana de las fábricas de papel y celulosa.
La combustión de carbón, petróleo y gasolina es el origen de buena parte de los contaminantes atmosféricos. Más de un 80% del dióxido de azufre, un 50% de los óxidos de nitrógeno, y de un 30 a un 40% de las partículas en suspensión emitidos a la atmósfera en EE.UU. proceden de las centrales eléctricas que queman combustibles fósiles, las calderas industriales y las calefacciones. Un 80% del monóxido de carbono y un 40% de los óxidos de nitrógeno e hidrocarburos emitidos proceden de la combustión en los motores de los automóviles. Otras importantes fuentes de contaminación son la siderurgia y las acerías, las fundiciones de cinc, plomo y cobre, las incineradoras municipales, las refinerías de petróleo, las fábricas de cemento y las fábricas de ácido nítrico y sulfúrico.
SMOG
El Smog es una mezcla de niebla con partículas de humo, que se forma con alta humedad y viento muy flojo; el humo se acumula cerca de su fuente. El smog reduce la visibilidad e irrita los ojos y el aparato respiratorio. En zonas muy pobladas, la tasa de mortalidad suele aumentar durante periodos de smog, sobre todo cuando una inversión térmica crea una cubierta sobre la ciudad que impide su disipación. El smog se produce con más frecuencia en ciudades con costa o cercanas a ella, o en ciudades situadas en valles amplios, como Los Ángeles o Tokyo, o la ciudad de México.
La prevención del smog requiere el control de las emisiones de humo de calderas y hornos, la reducción de los humos de las industrias y el control de las emisiones de vehículos e incineradoras. Los motores de combustión interna son los mayores contribuyentes del smog, ya que emiten grandes cantidades de contaminantes, sobre todo hidrocarburos no quemados y óxidos de nitrógeno. El smog está compuesto por un número considerable de componentes indeseables, y sus proporciones son muy variables. Suelen ser ozono, dióxido de azufre, cianuro de hidrógeno, hidrocarburos, y los productos derivados de estos por oxidación parcial.
El smog fotoquímico, que irrita las membranas sensibles y daña las plantas, se forma cuando los óxidos de nitrógeno de la atmósfera reaccionan con los hidrocarburos excitados por radiaciones provienentes del Sol.
LLUVIA ÁCIDA
La lluvia ácida es una forma de contaminación atmosférica que últimamente ha adquirido una gran importancia debido a los daños medioambientales que se le atribuyen. Se forma cuando los óxidos de azufre y nitrógeno se combinan con la humedad atmosférica para formar ácidos sulfúrico y nítrico, respectivamente. Éstos ácidos pueden ser arrastrados a grandes distancias antes de depositarse en forma de lluvia. También pueden adoptar forma de nieve o niebla, o precipitarse en forma sólida. De hecho, aunque el término lluvia ácida viene usándose desde hace más de un siglo, un término más apropiado sería deposición ácida. La forma seca de la deposición es tan dañina para el medio ambiente como la líquida.
El proceso de formación de la lluvia ácida a partir del azufre es el siguiente:
El dióxido de azufre se libera a la atmósfera en la combustión de combustibles fósiles, siendo uno de los contaminantes más problemáticos del aire. La concentración de dióxido de azufre en el aire puede alcanzar desde 0,01 a varias partes por millón, y puede afectar a edificios y monumentos. El dióxido de azufre se combina con el oxígeno atmosférico formando trióxido de azufre (SO3). Éste se hidrata, a su vez, con el vapor de agua de la atmósfera para formar ácido sulfúrico (H2SO4). Debido a la concentración relativamente baja de dióxido de azufre en la atmósfera la lluvia ácida no es totalmente ácido sulfúrico, sino que éste se encuentra muy disuelto en el agua de lluvia. Sin embargo, en lugares donde cae frecuentemente lluvia ácida los efectos del ácido destruyen bosques enteros.