Política y Administración Pública


Conflictos bélicos Chile-Perú


Análisis sobre la Guerra con Chile

1. Primeros conflictos donde el Perú no era protagonista

2. El segundo militarismo destinado a debilitar las instituciones del Estado.

Conclusiones

Bibliografía

La Misma Inmadurez de Siempre

No sé si por la anomia social o la plena inconsciencia de nuestros políticos y gobernantes, lo cierto que el Perú siempre se ha visto inmerso en una suerte de panorama confuso, difuso, plagado de zancadillas. Quizás ya, desde la Polémica entre Bolívar y Riva güero, añadiendo este primero que de seguir con esa inconsciencia retrógrada, los males se repetirán una y mil veces hasta el infinito. No es posible darle la razón sin optar por una verdadera interpretación de los acontecimientos; sin embargo, los hechos acabaron de darle la razón al Libertador. Aún cuando el Libertador soñaba con la libre elección de los pueblos, en la otrora famosa entrevista de Quito, con San Martín, señaló que los pueblos acabados de ser libres, parecieran que no tuviera otra opción de elegir por un gobierno nacido de la expresión popular. En aquél diálogo histórico y memorable, Bolívar enfatizaba que los pueblos no podían vivir más en un ambiente de Monarquía, que sí lo quería San Martín porque no estábamos preparados para la democracia.

Desde ya, los Libertadores advirtieron que los pueblos tendrían dificultades para ejercer plenamente su dominio. Es indudable que no hemos avanzado en gran medida, apenas unos cuantos gobiernos democráticos escoltados paralelamente o interrumpidos por otros tantos dictatoriales militares. Cuando apareció el conflicto infausto del 1879, el Perú nuevamente se encontraba en esa disyuntiva, obviamente desunidos entre Piérola y Pardo, no podríamos hacer frente a la amenaza, para diluir el conflicto. Este trabajo trata de resumir este periodo y esbozar un punto de vista crítico que ayude a seguir desentrañando este periodo, tan clásico por su ineficiencia como por el sentir histórico a espaldas de los protagonistas, lo dividiremos en dos partes; la primera que verá los aspectos a priori de la Guerra y la segunda parte, los aspectos a posteriori, para finalizar con una breve conclusión.

1. Primeros conflictos donde el Perú no era protagonista

Estos dos países: Chile y Bolivia, estaban teniendo escaramuzas diplomáticas e intentos militares con tropas, básicamente por la ambición chilena de extender su territorio hacia el lado norte, habíase visto que los ricos yacimientos de salitre, un boom para la época, eran de gran valía y capaces de sostener la economía de un país. Extrañamente o producto de la incapacidad de los líderes bolivianos, no dieron importancia hacia esta zona de su territorio y más bien se concentraron el zona oriental, rica en tierras y yacimientos minerales, vieron a esta zona de Antofagasta, como muy alejada e infértil, aún cuando les daba acceso al mar, parecieron no darse cuenta de su valor estratégico.

Pero desde mucho antes, en 1817, para implementar esa toma, fueron los pescadores chilenos, llevados por el interés de zonas más ricas en peces, tomaron la zona en mención.

Basadre nos señala:

un grupo de pescadores chilenos ocupó Paposo (25º, latitud sur) y esta zona se adhirió en 1817 a la independencia chilena. Fue así cómo la “tierra de nadie” conocida con el nombre de desierto de Atacama vino a ser el límite norte de Chile.

De toda forma, no estaba todavía suspirado sus ambiciones, el Presidente Portales, seguía mirando más al norte y para 1832 se proyectó un ataque contra el Perú, para ello en 1866, se azuzaba a Bolivia tomarse por la fuerza hasta la zona del morro de Sama. Es claro que si Bolivia lo hacia, lo podrían hacer también a su vez por esos mismos territorios ocupados por Bolivia, así como se apoderaron de la zona de Atacama, para entonces ya ricos en Guano.

Para 1872, cuando Chile ya se había tomado la zona de Antofagasta, en el Perú, azuzado básicamente por la prensa, se advertía de los planes chilenos, que pronto se tomarían esa zona hasta llegar al Perú. Un año después, se firmó un tratado secreto entre Perú y Bolivia para defender estos territorios en forma mutua, pero sobre todo para resguardar la zona de Tarapacá.

Aún cuando se sentía la estrategia chilena, a parte del manejo que tenían sobre los gobernantes bolivianos, y la preparación bélica contra el Perú: se estaban construyendo buques de guerra a la par que una carrera armamentista también; sin embargo, aquí cabe resaltar la gota insustancial en nuestras relaciones internacionales, ya venidas a menos para la época y en momentos tan importantes, el ministro de Relaciones Exteriores José de la Riva Agüero manifestó que las relaciones peruano-chilenas estaban pasando por momentos cordiales y que creía que no había fundamentos que éstas podrían transformarse en un conflicto bélico. Así, tenemos como el Perú no atisbaba en sus más mínimas intenciones la carrera chilena iniciada desde muchos años atrás

Se sumó a esto, la inoperancia del Presidente Pardo, en destinar los fondos públicos para combatir al insurrecto Nicolás de Piérola (lo manifestamos en la introducción).

Basadre señala:

En el manifiesto del general Prado(...) “Es público que este hombre (piérola) desde el año 1872 no ha cesado de conspirar, obligando constantemente a uno y otro gobierno a distraer su atención en la cosa pública y a consumir sus estrechos recursos en atajar revoluciones y sofocarlas. (...) no pudo dar cumplimiento a la ley que autorizaba para invertir hasta 4 000 000 de pesos en comprar blindados superiores a los chilenos (...)

Otro punto a considerar y que lamentablemente la diplomacia peruana nunca pudo advertirla, fue la injerencia de Inglaterra, que apostaron por Chile, preferentemente por los capitalistas inversores allí, sobre todo porque pensaban que Chile era la única nación “eficiente y enérgica en el pacífico sudamericano”. Así bloquearon un préstamo peruano por parte de Sir Charles Russel, tenedor de bonos de la deuda peruana, para comprar armamento.

“Neutralizando a Prado”, así se podría llamar un capítulo de los meses previos al conflicto. Pues, luego que las fuerzas chilenas tomaran Antofagasta y aclamadas por la gente, so pretexto de librarles del gobernante Hilarión Daza que los oprimía, el canciller chileno Joaquín Godoy, viajó a Lima para entrevistarse con Prado, e informarle sobre el conflicto, seguramente que en nada alteraría la vida pacifica del Perú y responderle con énfasis y calor, complaciente la medida, de que nada equitativo y justificado iba contra el Perú, “ahora no tengo, dijo Prado, la menor duda de que pronto se habrá llegado al término satisfactorio de la dificultad, entregándola al fallo arbitral, pues no pienso que el gobierno de Bolivia entorpezca este procedimiento insistiendo en la aplicación de la ley que ha motivado el conflicto”

Se habla también de la posibilidad cercana de acceder a un “arbitraje internacional” para dirimir esta cuestión limítrofe, como si no fuera de conocimiento del Presidente Prado respecto de su ingenuidad y falto de tacto político, advertir las verdaderas intenciones chilenas. Se les refuta porque no hacia poco que libramos una batalla decisiva con España para la independencia de América; no podemos caer en el inconformismo de querer pretender tomarnos como una nación insomne, cansada de guerras. El Perú vivía todavía al calor de la gesta de 1866, resulta reprobable la actitud de los gobernantes y la clase pensante peruana.

Todos a una para sacar provecho posible

Es importante señalar el sentimiento de la población ante la sensación de guerra, en todos había aprobación, no sólo en el pueblo, el gobierno y los civilistas, los partidarios de Prado; pero más que todo para así poder afianzar sus posiciones de interrelación. Por ejemplo, Basadre señala que, el pueblo con sus aires guerreros, incitando al Presidente a defender al Perú; los partidarios de Prado, porque a partir de esta situación la forma de consolidar y consensuar la opinión respecto del Presidente; los civilistas, porque lucharían hasta aprovechar su influencia ante el gobierno y consolidarla, es decir, dominar al país y asegurar el triunfo electoral próximo; los civilistas porque así, sería motivo para ver regresar a su caudillo Piérola al país y su encumbramiento a la presidencia; los militares y marinos, por el noble deseo de demostrar su valor y patriotismo; los desempleados, porque así hallarían una ocupación fija, seguramente con un sueldo más que honeroso; los negociantes eran los más entusiastas, para hacer grandes transacciones, a gran escala y enriquecerse en corto tiempo, etc., todos veían a la guerra como el factor de progreso y la llegada de un futuro promisorio. Sólo cabría hacer la pregunta: “¿A costa de quién?”

Poco tiempo después, las consecuencias son harta conocidas para todos, a tal extremo que se llama a este periodo negro protagonizado por las mentes “lúcidas” del país, como la infausta guerra del Pacífico.

En todo este cúmulo de situaciones extrañas para los peruanos y bolivianos, pero claramente definidas y obedeciendo a un plan premeditado de años, de muchos años en realidad, Chile lanzó una jugada maestra de pedir al Perú se declare neutral en el conflicto, en realidad lo estaba neutralizando y llevando hacia un callejón sin salida, pues si se declaraba tenía solo un rival: Bolivia y si no lo hacía, como realmente pasó, tenía todas las excusas para declararle la guerra por intromisión o sospecha de agresión. Ese día esta sindicado el 5 de Abril de 1879

2. El segundo militarismo destinado a debilitar las instituciones del Estado.

Como consecuencia de la derrota de la Guerra con Chile, se presentó en el Perú, la llamada fase del segundo militarismo, extrapolados en dos frentes, representados por Miguel Iglesias, llamado a hacer la paz, y otra posterior de 1886 a 1895, encabezados por el héroe de la Breña, caracterizados por su inclaudicable resistencia frente al enemigo.

Se caracteriza básicamente por la inoperancia pública, al que llamaron “paz pública”, donde no hay tiempo, ni recursos, ni algún elemento que lo enmarque dentro de la obra necesaria para el gobierno y el pueblo. Donde el orden y la paz están ausentes y observamos a un país fragmentado con la amenaza de las guerras civiles. Fue un periodo negro, donde cada uno trataba de sacar provecho de la situación y sindicar al rival político de la derrota sufrida en manos de los chilenos.

Lamentablemente no hubo un caudillo, una gran personalidad que aglutinara a todos las desorganizaciones: Los aliados de ayer, ahora se quitaban el poder y la memoria por el dolor de la guerra parecía olvidada.

Jorge Basadre señala que el Perú,

Al terminar la pesadilla de la guerra y de la ocupación, el país seguía viviendo. Pero era un país exangüe, amputado, dolorido. En suma, un país yacente

En general la situación del país se consideraba en banca rota; no había aspecto de la vida nacional en donde se veían el nefasto rastro dejado por la guerra. Aún cuando el Presidente Iglesia estaba al mando y se podría decir si cabe el término que hacía lo que podía por reconstruir lo irreconstruible, la clase pensante peruana no le mostraba el mínimo respeto y no lo apoyaban, más bien trataban de acercarse a Cáceres, el héroe que pudo sitiar a los chilenos. Este grupo estaba formando por el partido liberal, con un ánimo de recuperar la doctrina anterior a 1870. Se debe sumar a este desconcierto al caudillismo de Piérola que no reconocía a ninguno de los grupos y se mantenía por una independencia que “interpretaba verdaderamente el sentir nacional”, para ello fundó su partido demócrata en 1884.

Aún cuando Iglesia ya debía retirarse del gobierno y llamar a elecciones según acuerdo de la Constituyente de 1884, prefirió permanecer y exigir el sometimiento incondicional del otro caudillo: Andrés A. Cáceres, circunstancia que favoreció a éste último para proclamarse Presidente el 16 de Julio de ese mismo año. El presidente Iglesias lo buscó y se enfrentaron en Lima, después en Trujillo donde fue vencido y se retiró al sur: Cuzco, Arequipa, Apurimac, Ayacucho, donde pudo reorganizar su ejército para volver a atacar, hasta que a fines de 1885 se hizo de la presidencia después de un enfrentamiento en la sierra central y finalizándolo en Lima el 3 de diciembre.

Durante este periodo, no funcionaba las cortes supremas de justicia y la sociedad pública de Lima, se deprimió a tal forma que se veían andar por las calles grupos de personas en mal estado, mal vestidos, ocasionalmente se veía andar a algún caballero bien vestido y se le daba por extranjero, hasta familias de la aristocracia solían pasar hambre, el dinero para los pagos era escaso y tardío.

Basadre señala:

La economía sufría las consecuencias de la depreciación continua del papel moneda, la emigración en masa de capitales visibles desde 1880 y los tremendos daños causados a la agricultura, la ganadería, la minería, la industria y el comercio por la guerra, la ocupación y la guerra intestina.

Se considera que este militarismo fue producto del reconocimiento nacional a los triunfadores decisivas o como escarmiento después de la derrota o en situaciones de indecisión política y social, liquidación de una dictadura, defensa desesperada contra la revolución social

Conclusiones

Se ha observado que, efectivamente, al observar desde 1845 los ricos yacimientos en salitre y en Guano, al sur del territorio chileno, éstos empezaron una campaña de expansión territorial, para ellos utilizaron a los Bolivianos en tomar zonas peruanos para después retomarse ellos, como lo hicieron en 1879.

Es lamentable la reacción de los peruanos, sobre todo porque se pensaba que el ambiente de festividad y jolgorio por lo vivido en 1866, bastaba para neutralizar al enemigo.

Es también reprobable la actitud de Piérola que hallándose al sur del Perú, hizo todo lo necesario para desfragmentar más, al derruido país, sólo con ánimos personalistas de tomarse el poder y “reconstruir el País.

Sin embargo, aún hoy no encontramos el horizonte como país, la clase dirigente peruana, no ha podido trazar las líneas maestras del Perú como nación estratégica. SE ven, al igual que en los días previos y posteriores a la guerra con Chile, pequeños aprendices de caudillos que, con su accionar pretenden erigirse “como los verdaderos pensantes e interpretadores de lo que realmente necesita el país”.

Aún cuando la fuente es histórica, se tomó del ensayo comparado El Autoritarismo en el gobierno de Hugo Chávez y Alberto Fujimori 1990-1999.

La Guerra con Chile, Cap. XCV, pag. 7

Pag 24 del mismo texto

Pag. 37

Se considera 1er militarismo al periodo surgido como consecuencia de la batalla de Ayacucho y sus contiendas durante el periodo del apogeo entre 1845 y 1866

Tomado de El Perú Yacente y los comienzos del segundo militarismo, pag 10.

Pag 39 del mismo texto.




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Enviado por:Iván
Idioma: castellano
País: Colombia

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