Historia
Comuneros
LOS COMUNEROS
Las esperanzas puestas sobre Carlos se esfumaron muy pronto: se trataba de un extranjero que desconocía el idioma, las leyes y las costumbres de sus súbditos y manifestaba escaso interés en conocerlas. Al igual que hizo su padre, se hallaba siempre rodeado de nobles flamencos ansiosos de prebendas.
Al poco tiempo de haber llegado, la desilusión y el descontento se extendían por Castilla, algo que se puso de manifiesto en las Cortes. Primero en las de Valladolid de 1518, convocadas para jurarlo como rey y en las que los procuradores le recordaron que la monarquía se basaba en un “pacto” entre rey y reino; en un “contrato callado” por el cual el reino da al rey “parte de sus fructos e ganancias” poniéndolo así al servicio de la nación. También le pidieron que hablara castellano, respetase las leyes y costumbres del reino, no saliese más dinero de Castilla y que no entrasen mas extranjeros en el gobierno.
En 1519, estando el rey en Barcelona, supo que le habían otorgado el trono imperial y decidió regresar a Castilla para pedir un subsidio extraordinario con el que hacer frente a los gastos de la coronación. Pero en Castilla, la noticia no se recibió con júbilo. Ese malestar se hizo evidente en las conflictivas Cortes de Santiago de Compostela.
Ese malestar, sin embargo, era general y afectaba tanto a chicos como grandes. En cuanto al clero, había sido crítico con la política de rey después de su llegada a Valladolid.
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¿Cómo gobernar Castilla?
Una vez concluidas las Cortes, el rey sale de España, dejando al frente del gobierno a un extranjero, Adriano de Utrecht con los reinos muy alterados: en Aragón estalla el movimiento de las Germanías una revuelta que prendió en la ciudad de Valencia y se extendió a otros lugares de este reino; La ciudad de Toledo se muestra en abierta rebeldía y toda Castilla se halla indignada por los acuerdos tomados en las Cortes.
Toledo envía una carta a todas las urbes castellanas con voz y voto en las Cortes. Esa carta, respetuosa con el rey, hacía recaer las responsabilidades del mal gobierno a sus colaboradores.
No solo era un problema fiscal lo que movía la protesta; era también la perdida de ciertas libertades que las ciudades habían conseguido, la presencia de extranjeros en cargos públicos y al frente de la iglesia.
Como consecuencia de todo ello, comenzaron a producirse incidentes violentos. Los primeros ocurrieron en Segovia. También en Zamora, Burgos, Guadalajara y León donde hubo incendios, saqueos y persecuciones.
Entonces se decidió <<castigar duramente y con todo rigor>> a Segovia al mando de Antonio de Fonseca. Al tener noticia de ello, Madrid y Toledo comenzaron a organizarse para acudir a su socorro, poniendo al frente de las tropas a Juan de Padilla.
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El incendio de Medina del Campo
Ante la resistencia de los segovianos, consideró el cardenal Adriano que para cumplir sus objetivos sería necesario utilizar la artillería que había en Medina del Campo, pero la ciudad no quiso entregar unos cañones por lo que Fonseca, enfurecido, ordenó entonces el asalto de Medina calle por calle y casa por casa provocando un incendio que destruyó buena parte de la población. Esta dura actuación provocó indignación en toda Castilla.
Fonseca tuvo que licenciar al ejército y buscar refugio en la corte del emperador, y el cardenal tuvo que ver como Padilla, Bravo y Zapata entraban victoriosos en Tordesillas e iniciaban conversaciones con la reina doña Juana.
La reina pareció acogerles con interés, aunque se negó a tomar decisiones en materia de Estado ni a firmar documento alguno. La Junta comunera se trasladó a Tordesillas, actuando como cortes y como gobierno.
La presencia de los comuneros en Tordesillas hizo reaccionar al emperador, que tomó algunos importantes acuerdos, como dispensar de pagar el tributo acordado con las Cortes de La Coruña a todas aquellas ciudades que fueran leales a la Corona.
En el otoño de 1520, la situación cambió: Los comuneros desbordados por el sector popular, comenzaron a acumular errores y no fue menor, el nombramiento de Don Pedro Girón como capitán general del ejército por lo que Padilla se retiró disgustado a Toledo y con él muchos toledanos. Tampoco había unidad entre los gobernadores, cuyos criterios oscilaban entre la acción militar inmediata y la solución pactada.
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Los Comuneros pierden Tordesillas
El ejército comunero había recibido el refuerzo del obispo Zamora, Antonio Acuña y de los clérigos que militaban a sus órdenes. Mientras tanto, el ejército imperial se iba incrementando con las mesnadas señoriales que aportaban los miembros de la Alta Nobleza. Los jefes del ejército imperial no mostraban intenciones de entrar en combate, alegando problemas de orden táctico, aunque se rumoreaba que lo que pretendían era prolongar aquella situación, haciendose así imprescindibles para la Corona.
La pérdida de Tordesillas supuso un duro golpe para los comuneros, cuyo ejército tuvo que buscar refugio en Valladolid; Pedro Girón dimitió.
Valladolid se había convertido en una pieza clave de las Comunidades, y por ello los gobernadores reales intentaron que la ciudad abandonase el movimiento y depusiera las armas.
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El fin de las esperanzas de Castilla
Desde Valladolid se pidió a Padilla que se pusiera al frente del ejército comunero, y este tomó Torrelobatón. Padilla recibió el apoyo de Juan Bravo con milicias en Segovia y de Francisco Maldonado con hombres de Salamanca.
La caída de Torrelobatón en manos comuneras decidió al condestable a salir de Burgos y a unir sus fuerzas a las del almirante.
Padilla pensó que retirándose a Toro podría recibir refuerzos. Sus hombres caminaron hasta llegar cerca de Villalar. La caballería realista alcanzó y desbarató al ejército comunero donde muchos huyeron sin presentar batalla.
Al día siguiente era degollado en Villalar junto con Bravo y Maldonado.
Sus muertes fueron muy lloradas en Castilla. Hombres y mujeres de todos los sectores sociales se estremecieron en Toledo con la muerte de Padilla
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María Pacheco, la viuda de Padilla
Tras la derrota de Villalar, en abril de 1521, las ciudades comuneras abandonaron las armas y fueron pactando su rendición, y solo es Toledo la que se mantiene en rebeldía hasta el 3 de febrero de 1522.
Durante ese tiempo una mujer, la viuda de Padilla dirigía la resistencia en la villa tratando de reivindicar la figura de su marido y defendiendo la causa comunera cuando muchos sólo pensaban en someterse.
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Enviado por: | Alber |
Idioma: | castellano |
País: | España |