Arte


Cerámica griega


La cerámica griega. La cerámica: figuras negras y figuras rojas

La exuberante producción de cerámica pintada corintia que dominaba el mercado se hundió en una rápida decadencia a mediados de siglo VI para dejar paso de nuevo a la cerámica ática, destinada a alcanzar un alto grado de perfección técnica y estilística.

Ya a partir de fines del siglo VII, los ceramistas áticos perfeccionan la forma de los vasos y desarrollan un tipo de ánfora con perfil continuo bastante pesada, completamente barnizada de negro, en la que, al igual que un cuadro, se destaca sobre fondo claro un espacio que recibe un elemento figurado. Esta especie de ventana abierta sobre el fondo negro ha sido comparada con la metopa del friso dórico; aunque, por su naturaleza, impide desarrollar un friso continuo, obtiene, sin embargo, una gran calidad y unas características fáciles de reconocer. Paralelamente a este primer tipo, otras producciones imitan aún los modelos corintios, con animales distribuidos en zonas, y, con asimilación de tradiciones corintias y áticas, se encuentran modelos en las zonas itálicas de Etruria a mediados de siglo. Precisamente en Italia se ha hallado el famoso vaso François (c.570 a J.C.) del museo Arqueológico de Florencia, quizás la obra más importante de la producción ática de figuras negras. Se trata de una crátera con volutas, obra del alfarero Ergótimo y pintada por Clitias, en la que se representa, distribuida en zonas, una carrera funeraria en honor

a Partoclo y una escena de caza. La disposición en frisos permite presentar gran número de temas (250 personajes y 128 inscripciones), con una continuidad iconográfica que demuestra la existencia de programas decorativos coherentes ejecutados por encargo.

La vivacidad del dibujo, el miniaturismo de los detalles y la originalidad del contenido hacen de la decoración del vaso François un ejemplo verdaderamente monumental. A partir de este momento, en que se ha superado por completo la producción corintia, los maestros y los estilos se multiplican dentro de este mismo grupo de pinturas con figuras negras.

Un nuevo tipo de kílix, llamado de Gordion, la capital de Frigia, se debe al propio Ergótimo; con él aparece un pie muy alto y decorado. De acuerdo con este mismo tipo de kílix, las fabricaciones llamadas de los “pequeños maestros” o “maestros menores” producen tres tipos principales. El primero, completamente barnizado en negro, posee una parte vacía entre las asas que recibe frisos decorados con animales; el segundo presenta la parte inferior y el pie barnizados en negro, mientras que el resto, dividido en dos campos, ofrece en el superior una representación y en el inferior una inscripción; el tercero, llamado de Antídoro, posee una decoración más completa y de tipo miniaturístico. Evidentemente este último se adapta más fácilmente a los vasos pequeños o a zonas reservadas d los vasos mayores. No es posible citar a todos los ceramistas conocidos por sus firmas. Repertorios de ellos han sido ya publicados repetidas veces. A título de ejemplo cabe mencionar la producción firmada Lidos (“pintado por el lidio”), que invadió el mercado en 550 y 530 a J.C.; su estilo escultural y monumental se reconoce fácilmente: la desnudez arcaica y el sentido del espacio contribuyen al dramatismo de los episodios de este ceramista, que prefiere sin lugar a dudas las representaciones del héroe ático Teseo. Durante el mismo período, aproximadamente, se desarrolla la obra de otro ceramista que pintó en el taller de Ámasis. Se trata de una producción muy variada, que va desde las ánforas con metopas hasta otras ánforas más tardías creadas bajo la influencia de los modelos del artista contemporáneo Execias. Éste ofrece un estilo muy diverso gracias también a la utilización de una forma de kílix con pie muy bajo y copa muy ancha, con perfil continuo sin orla. Su decoración externa, con ojos, sería muy popular incluso en la técnica opuesta de figuras rojas. Execias es quizás el pintor más brillante del momento; sus grandiosos vasos se adaptan bien a su estilo épico, y las ánforas de gran tamaño constituyen sus series más significativas junto con las placas utilizadas para decorar tumbas. Los numerosos pintores que le rodean ofrecen igualmente un testimonio indirecto sobre la grandeza de este artista.

Hacia los años 30 del siglo VI tiene lugar en Atenas el descubrimiento de una nueva técnica pictórica que se caracteriza por el color rojo de sus figuras. Éstas, reservadas, destacan sobre el fondo de la arcilla rosada, y reciben una pintura -o incisiones- que utiliza diversos colores y que, enmarcada en negro, ofrece un nuevo colorismo que supera el aspecto bicromo de las series precedentes. Las figuras rojas destacan sobre un fondo negro, a veces dispuesto sobre el fondo claro de la arcilla. El paso de este tipo de decoración se atribuye a Lisípides y al llamado pintor de Andócides y a su taller. Al principio, las dos técnicas se practican simultáneamente pero, poco a poco, las figuras rojas se hicieron predominantes. Entre los pintores más conocidos cabe destacar a Hisquilos, del taller de Epíceto, y, sobre todo, a Psiax, quien utiliza todas las técnicas: figuras negras, figuras rojas, combinaciones de ambas, figuras negras sobre fondo blancos, etc. Otro pintor, llamado de Antímedes, está documentado en el último cuarto de siglo. De entre las formas y los tipos, el ánfora y la hidria son los recipientes más utilizados. Eufronio y su taller, así como su contemporáneo Eutímides, representan el momento de mayor vigor del período que discurre entre 530 y 400 a J.C. Ambos talleres rivalizaron por hegemonía, c. 510-500 a J.C.

La calidad y la importancia de todas estas fábricas áticas que, a principios del siglo V, desembocaron en el estilo llamado severo, borraron del mapa griego a las otras producciones regionales durante el siglo VI. La cerámica corintia continuó saliendo de los talleres que habían triunfado en el siglo anterior. El repertorio animalístico orientalizante se adaptó a las nuevas formas monumentales, principalmente en dos estilos: el llamado pesado y el más amanerado o estilo delicado. Hasta mediados de siglo predominan las escenas narrativas, que imitan a veces la pintura ática, pero, contrastando con las figuras negras, aparece una policromía variada en la que se ha querido ver el reflejo de la pintura monumental de la época. Esta producción se tornó progresivamente más local, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo VI, en que se limita a un estilo, llamado blanco por su fondo claro, en el que destacan los elementos geométricos y florales.

Durante el siglo VI otras fábricas de cerámica son conocidas en diversos lugares tanto en Grecia como del resto del Mediterráneo. La cerámica laconia produce un tipo de kílix de forma muy alargada con un pie muy alto, en el que la superficie interna se utiliza para exponer un cuadro narrativo. En el continente, sólo la cerámica de Beocia presenta una producción original por la pervivencia de las fórmulas orientalizantes en una serie de copas y de platos que poseen un pie bastante alto y en los que, sobre un fondo claro, se dibujan pájaros y temas vegetales. Este mismo gusto orientalizante, aunque mucho más decorativo, persiste en las Cícladas. Los centros menores son muy numerosos; así el ambiente microasiático del que se han identificado algunos talleres del siglo VI en adelante. En el Clazómenas, por ejemplo, se utilizan las figuras negras, pero con gran calidad colorística, y se usa también el blanco para representar una iconografía de estilo narrativo ático. A pesar de la existencia de estos talleres, a los que hay que añadir los de Magna Grecia, las cerámicas áticas dominan incontestablemente todo el siglo VI.

Las cerámicas del período griego arcaico son muy importantes dentro de la historia del arte no sólo por lo que nos enseñan del saber técnico y de la fabricación que permite el paso de un tipo a otro, sino también porque constituyen básicamente las únicas formas de arte conservadas en cantidad suficiente para poder extraer conclusiones en lo que respecta a la cultura, prácticas religiosas y vida cotidiana. El primer problema que plantean estas producciones es el de los artistas y los talleres. Conocemos las dinastías de escultores de este período no sólo por sus firmas, sino también por sus producciones; en el campo de la cerámica, las firmas conservan igualmente el nombre de pintores y de talleres que, por otra parte, pueden detectarse bien por sus producciones; en el campo de la cerámica, las firmas conservan igualmente el nombre de pintores y de talleres que, por otra parte, pueden detectarse bien por sus particularidades estilísticas. El historiador del arte intenta ver a través de esas pinturas y de su aspecto monumental un reflejo de lo que debió ser la decoración mural de los monumentos públicos y privados. ¿Hasta qué punto podemos deducir una de la otra? Lo que parecen manifestar claramente los ejemplares conservados es la diferencia esencial que existe, en todas estas obras, entre el ceramista, el artesano que ejecuta el objeto, o por lo menos el responsable del taller, y el pintor a sueldo.

Dos tipos de recipientes dominan generalmente el mercado. El primero, el más lujoso, es la copa ancha y poco profunda puesta sobre un pie sólido y bajo que ofrece al decorador un espacio de gran amplitud, tanto en el interior como en el reverso. El segundo, más artesano, esta constituido por producciones más groseras y de uso cotidiano: lequitos y esquifos. Las cráteras estaban muy de moda, sobre todo la nueva variedad llamada estamno, con dos asas cortas, un cuello bastante bajo, y probablemente una tapa. Otras formas, como el apeliké, también son corrientes. Gracias a esta gran variedad se difunde una iconografía del placer cotidiano (bailes, cantos, banquetes, deportes), las escenas de guerra, las leyendas mitológicas y las representaciones épicas. Estas dos últimas ilustran, sin embargo, preferentemente el tiempo presente; las imágenes son, privilegiadas, responsables a un tiempo de las conquistas y de la prosperidad económica.




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Enviado por:Alizia
Idioma: castellano
País: España

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