Geología


Campo de Gibraltar


INTRODUCCION

Los terrenos que integran el área denominada “Campo de Gibraltar” se sitúan en el extremo occidental de las cordi­lleras Béticas y más concretamente en las llamadas “unidades alóctonas del Campo de Gibraltar”, formadas durante el cielo sedimentario posterior a la Orogenia Alpina. Estructura en cuya evolución geológica, de forma esquemática, se diferen­cian los siguientes procesos:

1. Se trata de una unidad alóctona cuya procedencia citrabética, intrabética o ultrabética no se encuentra totalmen­te clarificada y no existe unidad de criterio entre los autores (Didon, Chauve...).

2. Del Creácido Superior al Mioceno Inferior se produce la sedimentación de una serie que, en algunos (casos) episo­dios tuvo carácter de Flysch.

3. La colocación de los Mantos del Campo de Gibraltar se sitúan a comienzos del Mioceno Superior dentro de los reajustes tectónicos del plegamiento alpino.

4. El sustrato de los depósitos alóctonos está constituido por materiales del zócalo, prolongación del correspondiente a la meseta, situados a gran profundidad.

5. La estructura interna de los mantos de corrimiento se complica por la infinidad de pliegues disarmónicos y peque­ñas fracturas que afectan a sus materiales.

6. Después de la fijación de la estructura en man­tos durante el Mioceno Superior, la región fue afectada por pliegues de gran radio de ~ relación con movimientos diferenciales de componente vertical.

7. El reajuste más importante de los movimientos initerciarios es, sin duda, la abertura del Estrecho de Gihral­ar por hundimiento de un segmento intermedio entre el xtrerno actual de las cordilleras Béticas y el de las Rifeñas.

8. Autores como Didon y Lhenaff dan gran importancia a las deformaciones tectónicas producidas con posterioridad al hundimiento del Estrecho, incluso en el pendo Cuaternario.

En la zona objeto de estudio afloran la siguiente gama litológica:

a) Plioceno. Predominan rocas detríticas, conglomerdos, areniscas, arenas y limos, de facies litorales.

b) Cuaternario aluvial forma la mayor parte del valle del río. Se trata de materiales detríticos de diversas edades dentro del Cuaternano.

Los materiales que conforman la zona, además de los arriba citados, son del Terciario (Plioceno) que se hallan sobre un sustrato de tipo Flysch que puede explicar el meandro del río Palmones pocao antes de su desembocadura. Su extensión es de unas 700 Has. Entre marismas y dunas litorales.

Los materiales Cuaternario son fangos y limos de aluviones modernos, arena de dúns y limos y gravas de las terrazas fluviales. La sedimentación cuaternaria ha tenido aportes de tipo marino y continental, ambos se entrecruzan dando lugar a cambios laterales de facies. Se pueden diferen­ciar claramente las arenas y limos arcillosos depositados por los ríos y las arenas de dunas que forman una alineación paralela a la costa.

Al parecer las arenas finas de las dunas proceden de la destrucción en la zona litoral batida por las olas de la caliza ostionera arenosa del Plioceno que forma la Plataforma litoral que está sumergida levemente en esta costa.

Desde el punto de vista geomorfológíco destacan las terrazas del Palmones, las Marismas así como las Dunas Costeras colindantes con la playa del Rinconcillo, entre cuyo frente existen depresiones con vegetación que se denominan corrales. Una de estas depresiones está cubierta permanente de agua dulce constituyendo una charca de dimensiones variables según la época del año.

RASGOS GEOLOGICOS CARACTERIZADORES DEL CAMPO DE GIBRALTAR

Geológicamente es un complejo conjunto tectónico formado por un apilamiento de mantos de corrimiento compuestos por diferentes unidades litoestratigráficas (unidades del Aljibe, Bolonia, Algeciras y Alrnarchal) que se sedimentaron, fundamentalmente des­de el Cretácico al Oligoceno, mediante procesos de corrientes de turbidez y gravitacionales en una cubeta de sedimentación que parece aceptado que ocuparía el cen­tro del actual Mediterráneo. De ahí el mimbre de unida­des alóctonas del Campo de Gibraltar, porque han sido “arrancadas” de su zona de sedimentación por los movi­mientos alpinos y sometidas a violentos corrimientos hasta que han llegado a ocupar su situación actual como conjunto de mantos apilados. Ello, junto al carácter flyschoide (1) propio de estas unidades litoestratigráficas, explica los fuertes buzamientos (2) de estratos próximos a la vertical, la densidad de líneas de fractura, que favo­recen la erosión e instalación de la red hidrográfica y, en general, la complejidad tectónica. La historia geológica se completa con la apertura del Estrecho de Gibraltar a principios del Plioceno y con la instalación de una red hidrográfica de gran potencial erosivo, al tener un nivel de base muy próximo.

Las características de las unidades litoestratigráficas tienen una clara influencia en las formas de relieve y, por tanto, en el paisaje. Destaca en primer lugar la Unidad del Aljibe, que presenta, a techo de la serie, una formación denominada `arenisca del Aljibe” (areniscas numidienses) que se sitúa sobre las series arcillosas de base de su misma unidad y, al ser de litología más resistente, forma los relieves más abruptos y destacados del Campo de Gibraltar, caracterizados por las formas duras, laderas pendientes y barrancos encajados. Esta unidad se dife­rencia nítidamente del resto (Bolonia, Algeciras y Almarchal), que ocupan una posición topográfica infe­rior ene! Apilamiento de mantos de corrimiento y presen­tan abundante material deleznable, margoso o arcilloso, lo que da lugar a relieves de formas menos abruptas en los que los valles se van ampliando paralelamente a la denudación de las colinas.

Tras estos rasgos generales podemos señalar que la Geomorfología, en estrecha relación con las formaciones superficiales constituyen los criterios básicos que estructuran el paisaje en el Campo de Gibraltar. En base a estos criterios se han delimitado 5 grandes unidades de paisaje:

1) Sierras de areniscas del Aljibe

2) Piedemonte detrítico de las Sierras del Aljibe

3) Colinas

4) Vegas

5) Litoral

Cada una de estas unidades de paisaje queda definida por unos rasgos característicos a cierta escala, pero si las analizamos a escala más detallada se constata una diver­sidad que exige la delimitación de unidades de paisaje más homogéneas a las que denominamos unidades ambientales. La vegetación, la geomorfología de detalle y el uso de suelo son los criterios que se aplican en la delimi­tación de las unidades ambientales, pues son los que estructuran el territorio a esta escala.

A continuación se exponen los principales rasgos que definen a cada unidad de paisaje y las unidades ambientales diferenciadas.

1.- SIERRAS DE ARENISCAS

Cubren alrededor de un 38% de la superficie comar­cal. Es una unidad estructural, pues sus características dependen fundamentalmente de factores estructurales como son litología y tectónica. Son sierras formadas por las denominadas areniscas del Aljibe correspondientes a la unidad del Aljibe, que constituyen una formación flysch compuesta principalmente por ci­clos sedimentarios de potentes barras de areniscas muy silíceas (con poca mica o feldespatos), que alternan de forma variable con capas de pelitas (finos) arenosas. Esta alternancia de materiales duros y blandos facilita la ero­sión diferencial y explica el modelado en crestas y gar­gantas.

Estas areniscas ocupan una posición estructural y topográfica superior dentro del conjunto de mantos de corrimiento que constituyen las unidades alóctonas del Campo de Gibraltar, y se componen de diversas escamas de varios kilómetros de longitud que en ocasiones están divididas en macizos independientes por fallas (como es el caso de las Sierras del Algarrobo, La Palma y Cerro del Aguila) y en otras ocasiones se apilan unas junto a otras, dando una falsa impresión de continuidad (Sierra del Niño).

Estas sierras constituyen una unidad de paisaje mon­tañoso, de alturas no muy elevadas (desde los 200 a los 1.100 m.) pero de fuertes pendientes (en tomo al 30-40% y a veces superiores), que se estructuran en un conjunto De divisorias de agua, barrancos y sobre todo laderas.

Sobre estas laderas actúan dos tipos de fuerzas: una componente perpendicular y otra paralela a la superficie. La perpendicular la constituyen los procesos de meteorización de la roca y la edafogénesis (formación de suelo), mientras que la paralela es más erosiva pues desplaza, bajo el efecto del arroyamiento y de la grave­dad, a los materiales (fundamentalmente formaciones superficiales) que la componente perpendicular facilita. La evolución y modelado de estas laderas, y de las sierras en general, depende de la relación entre ambas fuerzas; si domina la componente perpendicular se generan forma­ciones superficiales y el balance morfogenético es nega­tivo; si domina la componente paralela con salida de material, el balance morfogenético será positivo con las consiguientes repercusiones negativas que ello puede tener en el uso del suelo y en el paisaje en general.

La pendiente tiene gran influencia en el balance morfogenético; sólo en los casos en que es poco pronun­ciada puede dominar la componente perpendicular y pueden generarse formaciones superficiales, ya sean alteritas (roca alterada) o suelos (siempre de carácter autóctono o paraautóctono). Los suelos más abundantes son en realidad litosuelos sin horizontes diferenciados (Aljibe rocoso), pero en las condiciones más favorables de menor salida de material se forman inceptisoles, sue­los más desarrollados conocidos en la comarca como Aljibe forestal por ser buenos suelos forestales. Sin em­bargo, las fuertes pendientes, unidas a las precipitaciones abundantes y desigualmente repartidas, favorecen la escorrentía superficial y, por tanto, la capacidad de inci­sión y de transpone de las aguas de arroyada. En contra­partida la infiltración se atenúa y con ello la alteración bioquímica.

Son frecuentes en el paisaje las zonas en las que el sustrato aflora directamente dando lugar a escarpes, cres­tas y dorsos de capa que constituyen zonas de importante salida de material. En efecto, los desprendimientos y caídas de material rocoso (tanto detritus como bloques de mayor tamaño) son frecuentes cuando la pendiente supe­ra el 50%, pues los fragmentos aislados por la acción de la meteorización (favorecida por la diaclasión de las areniscas) pueden ponerse en movimiento sin ínterven­ción del agua y desplazarse por gravedad hasta pasar a formar parte de acumulaciones de derrubios en la zona de disminución de la pendiente, acumulaciones que van aumentando si las aguas de arroyada no tienen capacidad de evacuarlas.

También los desplazamientos individuales de partí­culas de pequeño tamaño, ya sea porreptación (la partícular rueda sobre la superficie) o por saltación (la partícula se desplaza mediante saltos), son frecuentes en estas laderas pendientes y su efecto acumulado influye considerable­mente en el balance morfogenético y modelado del relie­ve.

Por otro lado, los deslizamientos en plancha existen en numerosos puntos de las sierras, siendo más frecuen­tes en las zonas deforestadas y con capa freática a pocos metros de profundidad. Son favorecidos por las violentas precipitaciones, las fuertes pendientes y las característi­cas litológicas, y pueden movilizar conjuntos rocosos de varios metros.

La componente paralela parece dominar en esta uni­dad de paisaje, pero la influencia de la cubierta vegetal y de las intervenciones del hombre es decisiva a la hora de establecer el balance morfogenético definitivo, siendo preciso, por lo tanto, hacer referencia a las unidades ambientales identificadas. Son las siguientes:

a)Roca desnuda

Se trata de sectores en los que la arenisca aflora dando lugar a crestas, escarpes y paredones verticales que des­tacan nítidamente en el paisaje. La ausencia de vegeta­ción permite observar los efectos de la meteorización, que actúa por erosión diferencial fundamentalmente, sien­do más eficaz en las zonas de areniscas menos cementadas y duras y allí donde las diaclasas abundan más. Los procesos de hidrólisis, seguidos de desplomes y evacua­ción del material por el agua o viento, van modelando desde pequeños conjuntos de cavidades (nidos de abeja) hasta verdaderas cuevas (taffonis), algunas de las cuales albergan pinturas rupestres.

En esta unidad el balance morfogenético es positivo, no tiene aprovechamiento alguno y sus valores son paisajísticos, geológicos y arqueológicos.

b) Cimas y altas laderas

Tanto las cimas como las laderas altas están caracte­rizadas por el mismo tipo de matorral subarbustivo. Las pendientes son el rasgo que las diferencia, pues en las amplias cimas del Aljibe las pendientes son suaves, alternando, eso sí, con crestones verticales que destacan, mientras que en las laderas las pendientes suelen superar el 40%.

El matorral que define esta unidad ambiental es subarbustivo (no supera los 50-60 cm) y como especies más representativas pueden citarse la roulilla, brecina, jaras aulaga, matagallo, engordatoros . Es monótono pero den­so, y cumple una importante misión de retención del suelo frente a la erosión y está muy adaptado a los fuertes vientos que generalmente soporta y que, junto con la escasez de suelo, son el principal factor limitante de esta unidad. Este matorral se ha quemado muchas veces para aprovecharlo mejor como pasto y ha demostrado gran capacidad de regeneración.

c) Laderas con bosque autóctono: Alcornocal, quejigal, acebuchal

Esta unidad ambiental, de gran importancia ecológica y paisajística, presenta una extensión menor a la que le podría corresponder en potencia pues, exceptuando las unidades de roca desnuda y canutos, el resto de las unidades ambientales de las sierras ocupan superficie que pudo corresponder a estos bosques. Una larga histora le intervenciones humanas es la causa principal de este retroceso.

En las laderas donde puede generarse suelo (pardo­forestal, ácido) y que están más protegidas del viento (pequeños rellanos, lugares menos pendientes, vaguadas) el bosque se desarrolla y controla la erosión, contribu­yendo a un balance morfogenético más equilibrado. La vegetación climática corresponde a los bosques de tres de las series de vegetación antes citadas:

Alcornocales de la Serie Mesotermomediterránea hú­medo-hiperhúmeda silicícola del alcormoque, localiza­dos en las umbrías y zonas húmedas, vaguadas y barran­cos. Se encuentran en distintas etapas, muchos de ellos en regresión. En el matorral que les acompaña dominan especies como los brezos, escobón negro, escobón blanco, helecho común, zarzaparilla,...

Quejigales de la Serie Termomesomediterránea hú­meda-hiperhúmeda silicícola del quejigo, que están loca­lizados también en umbrías y vaguadas compitiendo con la serie anterior, más favorecida por el aprovechamiento del corcho. Forman parte del sotobosque especies como el madroño, brezos, helecho común, hiedra....

Alcornocales de solana y partes bajas de umbría de la Serie Termomediterránea subhúmeda del alcornoque, conviviendo a veces con acebuches. Tienen un carácter más termófilo, patente en las especies del sotobosque:

lentisco, brezo, brecina, matagallo, jerguen ...

Son masas que se encuentran en diversos estados de degradación y ello tiene un reflejo en el paisaje. La potencialidas de regeneración de estos bosques es consi­derable, pero disminuye si hay una excesiva pérdida de suelo y el balance morfogenético es positivo, pudiéndose llegar a situaciones irreversibles. Son frecuentes las eta­pas degradadas, pues son bosques muy intervenidos: se ha sacado el corcho, carboneado, aclarado, rozado, poda­do para mejorar la producción de bellota, se han incen­diado... No existen bosques climácicos sin intervencio­nes, ni defendemos que en este caso deban serlo, pero es preciso conseguirque la explotación económica del monte sea respetuosa con su conservación. En este sentido no debe desperdiciarse la oportunidad que brinda el nuevo Parque Natural.

d) Laderas con bosques repoblados

Existen amplias zonas repobladas con Eucaliptus camaldulensís, pino silvestre y pino piñonero. Son, en su mayoría, zonas altas o muy pendientes, cuya repoblación fue motivada, en muchos casos, por incendios, y muchas de las cuales han vuelto a incendiarse después.

Son repoblaciones siempre polémicas. Cierto es que, cuando llegan a desarrollarse bien, retienen el suelo contribuyendo a un balance morfogenético negativo y crean áreas de bosque que, además, pueden tener un aprovechamiento (piña y madera). Cierto es también que, en determinadas zonas, son especies que permiten mayo­res garantías de éxito en la repoblación que otras especies autóctonas como el alcornoque. Ahora bien, siempre significan la introducción de especies extrañas que mo­difican no sólo los paisajes propios de la zona, sino también los ecosistemas. Hay que tener en cuenta además que no siempre culminan con éxito, teniendo entonces un impacto negativo (erosión del suelo a consecuencia del abancalamiento, por ejemplo), mayor que si se hubiera dejado el terreno a expensas simplemente de la regenera­ción natural.

Repoblar es necesario, máxime en una zona tan afec­tada por incendios como el Campo de Gibraltar. Pero es preciso seguir investigando los métodos de repoblación con especies autóctonas que no alteran tanto paisajes y ecosistemas y, desde luego, potenciar los métodos de regeneración natural con cuidados selvícolas, que fueron puestos en práctica por los forestales de esta provincia ya en los años 60 y que han tenido excelentes resultados en esta Comarca.

e) Laderas con matorral

Las consideramos como una etapa de degradación con respecto a la situación climática que constituyen los bosques. Presentan gran variedad de estados y composi­ción, en ocasiones son monoespecíficos de escobón blan­co, jerguen, jaras, coscoja, bre­zos.

Estos espacios suelen aprovecharse como pasto y, por ello, se incendian periódicamente muchos de ellos. Esta unidad ambiental se caracteriza por una considera­ble capacidad de regeneración: existen por la sierra múl­tiples ejemplos de zonas incendiadas o sobrepastoreadas que, tras ser acotadas al ganado, han vuelto en pocos años a cubrirse por un denso matorral de dinámica progresiva. Muchas de estas áreas podrían seguir progresando hacia la etapa del bosque mediante tratamientos selvícolas de regeneración que lo potenciasen y, por supuesto, sin ser pastoreadas durante unos años. De cualquier forma ejer­cen una importante función de protección del suelo debi­do a su grado de recubrimiento.

f) Laderas con pastos

Son escasas en las sierras y tienen origen antrópico. A veces ocupan zonas de antiguas carboneras, o zonas con mas material fino, pero no son representativas de esta unidad de paisaje.

g) Canutos

Los denominados canutos constituyen barrancos an­gostos y pedregosos abiertos en la areniscas por las aguas de arroyada, donde se crea un microclima umbrío y húmedo con escasas variaciones térmicas a lo largo del año (ambiente subtropical propio de paleoclimas de la Era Terciaria). Estas condiciones han permitido la pervivencia de una comunidad vegetal muy valiosa por conside­rarse un testimonio relicto de la vegetación del Terciario, desaparecida de Europa a causa de los cambios climáticos, y que ha podido conservarse en los canutos del Aljibe debido a sus características específicas.

Además de su extraordinario valor botánico, esta unidad ambiental se define por una geomorfología abrupta (gran pedregosidad, perfil irregular con frecuentes sal­tos...) y una vegetación exuberante que hace difícil el tránsito en muchas ocasiones, caracterizada por el rodo­dendro, laurel, aliso, sanguino, avellanillo, durillo, madroño, acebo, agracejo, numerosas especies de hele­chos, algunos de ellos endémicos...

Los canutos que se encuentran en buen estado de conservación (que desde luego no son todos) suelen tener difícil acceso y es de desear que la fama que están adquiriendo en los últimos tiempos junto con la declara­ción del Parque Natural de Los Alcornocales no traiga como consecuencia un mayor riesgo de impacto y degra­dación por parte de visitantes irresponsables.

2.- PIEDEMONTE DETRÍTICO DE LAS SIERRAS DEL ALJIBE

Esta unidad de paisaje (12% de la supeficie comar­cal) la constituye una formación superficial alóctona formada a partir de los materiales procedentes de las Sierras del Aljibe, movilizados y depositados al pie de la ladera, la mayoría de las veces cubriendo las series de base arcillosas. Es una orla que se localiza al pie de las sierras, circunvalándolas, y que es más evidente y amplia cuando hay un espacio suficiente para la expansión del coluvión y, por supuesto, cuando la sierra es alta y genera detritus suficientes. Sus pendientes medias están entre 10 y 20%, con claro contraste con las sierras.

La morfogénesis fluviocoluvial, que dio origen a esta unidad, actualmente evoluciona con lentitud. Los proce­sos gravitatorios propios de las serranías son aquí mucho menos acentuados. La sierra es zona de salida de material y el piedemonte de recepción. Pese a ello son también frecuentes procesos de transpone individual por grave­dad. Los movimientos en masa de carácter hídrico han tenido su importancia en épocas más húmedas, centrados en el horizonte arcilloso. Hoy se constatan también algu­nos corrimientos en momentos de grandes lluvias (cola­das de barro). No existen desprendimientos ni deslizamientos en plancha y hay menos riesgo de erosión que en la unidad de paisaje anterior.

El suelo que se ha desarrollado es un inceptisol pardo-forestal (Aljibe forestal), que en esta unidad alcan­za más desarrollo que en las sierras. En general hay un espesor considerable de suelo, con horizontes superiores francoarenosos y un horizonte arcilloso. Es un suelo con claro carácter forestal por su alta pedregosidad, su pendiente y su acidez, y en él encontramos densas masas de bosques de alcornocal y quejigal, que enlazan con los bosques de las serranías.

La mayor accesibilidad, la menor pendiente y la fuerte presión antrópica, sobre todo en los montes públi­cos y en algunas épocas críticas, han supuesto numerosas intervenciones que han degradado estas masas, estando sustituidas hoy por matorral en algunos casos. Sin embar­go, su reversibilidad es grande, siendo una unidad que en varios casos ha mostrado su alto potencial de regenera­ción hacia el bosque autóctono (Barranco de la Miel, rodales de regeneración de Sierra de Tarifa, Los Barrios y Algeciras). Es una tierra declara vocación forestal y sus pastos no suelen ser de buena calidad, sobre todo en comparación con otros de la comarca.

Se diferencian varias unidades ambientales:

a) Piedemonte con bosque autóctono

Aunque existen masas en muy diversos estados de conservación, en esta unidad se localizan los alcornocales y quejigales más sanos y productivos de la comarca. Son bosques similares a los citados en las sierras (al ser más bajo está presente también la serie termomediterránea del Alcornoque y acebuche) y, de hecho, tienen continuidad espacial, pero las condiciones favorables para la formación del suelo y la mayor humedad edáfica posibilitan su mayor desarrollo. En contrapartida, la mayor accesibilidas supone un riesgo mayor de impactos negativos.

b) Piedemonte con matorral

Las áreas de matorral son, después de los bosques autóctonos, la unidad ambiental más representada. Co­rresponden a etapas de degradación de los bosques autóctonos. Este matorral suele estar pastoreado y ello es la causa de su sucesión regresiva, pues cuando deja de estarlo evoluciona de forma ostensible hacia etapas más avanzadas de la serie correspondiente, exceptuando los casos en los que el suelo se ha empobrecido en exceso.

c) Canutos bajos

Estos barrancos son menos abruptos, pero aún resul­tan umbrosos. Son canutos que se caracterizan por el aliso y el quejigo, a veces aparece la adelfa o persiste el rododendro, según lo cerrado que se encuentren.

No suele haber pastos: los manchones existentes corresponden a afloramientos de las arcillas de base.

3.- COLINAS

Los rasgos que definen esta unidad de paisaje, que ocupa el 35% del Campo de Gibraltar, son la escasa altitud, no superior a los 300 m., y una geomorfología denudativa que se resuelve en cerros y colinas separadas entre sí por una densa red hidrográfica. Es una sucesión de divisorias de aguas, muy estrechas a veces, y de barrancos, siendo las formas dominantes las laderas y los fondos de barrancos.

Las formaciones superficiales existentes son autóctonas o paraauctóctonas y, casi de forma generali­zada, se corresponden a vertisoles o suelos de gran con­tenido en arcillas (más del 30%), conocidos en la zona como “bujeos”. Son suelos de horizontes poco diferen­ciados, generalmente de poco espesor, aumentando éste en las laderas bajas. Tienen estructura en bloques y son duros en seco, malos para labrar, básicos y con pedregosidad. Estas características condicionan la morfogénesis dominante: abundan los fenómenos de re­tracción (grandes grietas en el verano) e hinchamiento que perjudi­can el enraizamiento. El drenaje es deficiente y son frecuentes los fenómenos de hidromorfía de masa (en pendientes suaves) que impiden una buena aireación y favorecen enormemente los procesos solifluidales ayu­dados por el pisoteo del ganado vacuno.

Estos suelos arcillosos y las pendientes relativamente suaves, unidas a su fácil acceso y proximidad a núcleos de población, hacen que nos encontremos hoy ante paisajes muy modificados por el hombre, que ha destrui­do la vegetación potencial (bosque de acebuches funda­mentalmente), correspondiente a la: serie termomediterránea del acebuche, para cultivar o pasto­rear. Así hoy es posible diferenciar cinco unidades am­bientales en estas colinas:

1) Laderas con pastizales en las que dominan com­puestas, gramíneas y leguminosas, .que debido a su agostamiento en la época árida imprimen variedad estacional en el paisaje, pues contrasta su color marrón del verano con el verde intenso. que adquieren a partir de las primeras lluvias. Son pastos de calidad media o alta, que sustentan la mayor parte del abundante ganado vacu­no de esta comarca. Ocupan hoy superficies anteriormen­te cultivadas (hasta los años 60-70) y, en cuanto la presión del ganado desaparece, el matorral las coloniza, quedando patente que constituyen una unidad ambiental artificial mantenida por los intereses económicos del hombre.

2) Laderas cubiertas por matorral, que se encuentran en lo alto de los cerros o en cualquier zona que ha dejado de pastorearse. Es el dominio de la asociación acebuche­palmito-lentisco, acompañados, entre otras especies, por torvisco, matagallo, jerguen... Frecuentemente se estructuran en grandes bolas muy densas indicativas de su estado de degradación. Pero, como ya se ha indicado, este matorral es muy reversible y con el tratamiento

adecuado su tendencia sería progresiva.

3) Laderas con bosque. Son escasas, pero quedan testimonio de lo que en potencia correspondería a esta unidad de paisaje. Son pequeñas superficies de acebuchales (a veces acompañados de alcornoques o algarrobos y con matorral similar al de la unidad ambiental anterior) que han resistidos los usos y manejos a los que tradicio­nalmente se han visto sometidos (ramoneo, poda para hincos, tala total porroturación...). Suelen estar adehesados y degradados, pero aún es posible encontrar algunas masas bien conservadas que sería preciso proteger. Su regeneración y expansión es difícil, pues continúan red­bieiido fuerte presión y los usos alternativos para el espacio que ocupan siguen constituyendo un peligro para su conservación. La dehesa como explotación mixta es una opción que ofrece una alternativa a la disyuntiva entre el aprovechamiento económico y la conservación de los recursos naturales.

4) Fondos de barranco que constituyen un claro refu­gio para la vegetación y destacan en el paisaje como densos cordones verdes. El estrato que domina es el arbustivo y, junto con las adelfas, lo forman las mismas especies que componen el bosque y matorral.

5) Cultivos de secano, fundamentalmente de cereal, maíz y remolacha. Se localizan en el sector de la depre­sión de Almarchal y entre el Hozgarganta y el Guadiaro. En décadas anteriores ocuparon áreas más amplias, pero los bajos rendimientos y las dificultades de mecanización derivadas de la pendiente y la pedregosidad han causado su abandono y sustitución por pastos o matorral.

Los rasgos generales citados son propios de toda la unidad de las colinas, pero existen algunas diferencias que permiten distinguir tres subunidades:

a) Colinas arcillosas.

Se modelan sobre las series de las unidades del Alji­be, Bolonia y Algeciras y se caracterizan por suelos muy arcillosos tipo vertisol, uderts con hidromorfía estacional. Estos materiales afloran entre las escamas del Aljibe, pues Son sus series de base, y de forma mas generalizada

por los sectores de Bolonia y Facinas. Su pendiente media es del 15%, y tienen pedregosidad abundante.

Como unidad ambiental destacan las laderas de pas­tos, que cubren más del 80% de la superficie.

b)Colinas pendientes de flysch margo-areniscoso

Localizadas fundamentaslmente en la oria entre la sierra y el mar Mediterráneo entre Tarifa y Algeciras, y en algunas zonas del interfluvio Palmones-Guadiaro. Son materiales flyschoides de las unidades de Bolonia y Algeciras y sobre ellos se desarrollan fundamentalmente suelos de tipo entisol, orthents (serie punta canales), poco evolucionados y también con abundantes arcillas.

Estas colinas son más abruptas que las demás, sus pendientes superan el 25-30% y constituyen una suce­sión de estrechas divisorias y empinadas laderas. Son también formas de denudación con control estructural. Abundan la pedregosidad y el arroyamiento lmeal (sur­cós, etc;) potenciados por la pendiente, lo que disminuye sus condiciones de hidromorfía.

Las unidades ambientales son algo diferentes en sus proporciones. El predominio del pasto es menos acusado (55,5%), por la mayor presencia del matorral termófilo (35%). El 10% restante se reparte entre el bosque y los fondos de barranco.

c)Colinas de la depresión de Alinarchal

Localizadas en una zona más deprimida, ligada a la vega del Almodóvar, enmarcada por las Sierras de laPlata y el Retín y el escarpe de La Janda.

Sobres las arcillas y margas grises con nivelillos de caliza del Cretácico superior se desarrollan formaciones superficiales autóctonas, suelos vertisol aquerts. Los re­lieves son más suaves, pendientes alrededor del 5-10%, altitud inferior a 100 m., lo que aumenta el carácter hidromorfo,pero disminuye el riesgo de arroyada y solifluxión.

La unidad ambiental dominante es el cultivo (cereal, maíz, remolacha) y algunas zonas

de pasto de calidad. El viento de Levante es un factor limitante de importancia para la producción.

Salvando las diferencias, podrían incluirse aquí las colinas modeladas sobre materiales pliocuatemarios del interfluvio Palmones-Guadiaro, pues son suaves colinas en las que alternan cultivos y pastos, aunque en este caso los suelos son distintos, pues son entisoles arenosos.

4.- VEGAS ALUVIALES

Esta unidad de paisaje la constituyen suelos o forma­ciones alóctonas de tipo aluvial, es decir,

materiales arrancados de las sierras y colinas, transportados por los ríos, con ocasionales

aportes coluviales (procedentes de las laderas), depositados todos ellos en tomo a los ejes

fluviales más importantes: Almodóvar, Jara, Valle, Vega, Pahnones, Guadarranque, Hozgarganta y Guadiaro prin­cipalmente. En su conjunto suponen el 9% de la superfi­cie de la comarca. —El balance morfogenético es negativo y se desarro­llan suelos tipo entisol orthents arenosos en el curso medio, y suelos más arcillosos en los cursos más bajos, sobre todo en el valle del Almodóvar. Son, en líneas generales, suelos aptos para el cultivo y ello, unido a las buenas condiciones de accesibilidad y las suaves pendientes (inferiores al 3%), hacen de estas tierras las más adecua­das para el cultivo en el Campo de Gibraltar, que no dispone de muchas zonas de pendientes suaves. El carác­ter vértico, el hidromorfismo y el mal drenaje, junto con los fuertes y desecantes vientos, son los principales fac­tores limitantes para las cosechas, sin olvidar la fuerte aridez estival, que está siendo compensada con los planes de riego.

Pueden diferenciarse tres sectores de vegas, mayoritariamente cultivados todos ellos: las vegas orien­tales (Guadiaro y Hozgarganta) están poco afectadas por los vientos de Levante, dominando en ellas los cultivos hortofrutícolas; las vega_ centrales (Guadarranque, Palmones y Guadacorte) tampoco están muy afectadas por el Levante y aquí destacan los recientes .regadíos del Plan Guadarranque; las vegas occidentales (Almodóvar, Valle, Jara, Vega), sometidas a la máxima intensidad del Levante, concentran la mayor parte de la superficie cul­tivable.

Es una unidad de paisaje muy antropizada. Además de las zonas cultivadas y de algunos pastos (perdurables y, por tanto, de calidad), en ella destacan otras unidades ambientales en tomo al lecho del río:

- Repoblaciones de eucaliptos.

- Adelfares con vegetación arbustiva mediterránea: lentisco, acebuche, zarzas...

- Bosques de ribera con fresnos, alisedas en las partes altas, alamedas más abajo, sauces, Tamarix africana cerca de la desembocadura.

Las riberas están muy alteradas (apetencia de agua, pastoreo, banda estrecha y muy alterable). Sin embargo son importantes, porque diversifican los ecosistemas y frenan la erosión de las orillas, siendo destacables, ade­más, sus valores recreativos.

5.-LITORAL

“el espacio litoral es todo lo que, tanto por encima como por debajo del nivel medio del mar, se halla sometido a la acción de las fuerzas responsables del trazado de la costa y de sus cambios”. El litoral en un sentido amplio tiene en común su propio carácter de frontera entre dos mundos distintos que se condicionan: el continental y el marítimo. El litoral del Campo de Gibraltar es muy variado y expresi­vo de estas relaciones. Es una unidad de paisaje de gran importancia desde los puntos de vista estrictamente ecológico, paisajístico y turístico-económico. Es también una unidad frágil, por lo que han de cuidarse mucho las actuaciones a realizar en ella.

Unidades :

1) Playas arenosas, formadas por acumulación de aren en las amplias ensenadas del sector atlántico, en 1a Bahía de Algeciras y en el extremo E. del sector mediterráneo. A partir del relleno de estuarios por parte de la red cuaternaria la línea de costa se ha ido regularizando con las acumulaciones de arenas que bordean las ensenadas.

2) Sistemas de dunas, ricos y variados. Dunas móviles (barkanas), cordones de fondo de playa, dunas artifi­ciales en la dirección del Levante (Punta Paloma, Bolonia). Mantos eólicos fijados con repoblaciones de retama (Retama monosperma) y pino piñonero.

3) Playas de cantos en el litoral mediterráneo.

4) Acantilados estructurales coincidiendo con estratos verticales y resistentes, ya sean de areniscas o deflysch margo-areniscoso-micáceo. Dan perfiles verticales con acumulación de bloques en la base (zapa y desplome).

5) Acantilados relictos. El descenso del nivel marino ha supuesto que estos acantilados dejen de estar afectados por el oleaje.

6) Plataformas de abrasión, con cordones, crestas y oque­dades, modelados por la acción mecánica y química, favorecida por la red de diaclasas.

7) Marismas. Zonas de transición entre la tierra y el mar, inundadas periódicamente. Destacan las del Palmones por ser las más amplias y mejor conservadas, perono deben olvidarse las pequeñas marismas del Valle y de la Jara. De la marisma del Guadarranque hoy no queda más que el recuerdo debido a la ocupación industrial de sus terrenos.

BIBLIOGRAFIA

PENDON, J.G. Sedimentación en las unidades del campo de Gibraltar.

(Varios autores) Estudio monográfico sobre la geología del estrecho de Gibraltar.

ESTERAS MARTIN, M. Geología del estrecho de Gibraltar.

IBARRA BENLLOCH, P. Las grandes unidades del paisaje campogibraltareño.

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Enviado por:Carlos Gil
Idioma: castellano
País: España

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