Historia
Caída del Muro de Berlín
Caída del muro de Berlín
Un acontecimiento de la revolución europea
La caída del Muro de Berlín fue el resultado de una imparable revolución popular que se anidó durante más de cuarenta años, y que conoció sucesivos estallidos debido a la inviabilidad del régimen stalinista de la Alemania oriental, y de los regímenes stalinistas en general, principalmente el ruso. Se inscribió en la ola de levantamientos que inició la clase obrera polaca en 1980, una ola que puso al desnudo la negativa de la clase obrera a soportar la carga de la 'coexistencia pacífica' y de la 'distensión' entre el imperialismo mundial y la burocracia stalinista, que se traducía en pesadas deudas externas y descomunales 'ajustes' económicos. Por eso, aunque las grandes potencias de los dos bloques ya habían tomado la decisión de enfrentar a los pueblos del este, no mediante la represión sino mediante el 'desvío democrático', el derribamiento del Muro por una revolución popular fue un episodio de la revolución europea, que quebró "el artificio montado (por el imperialismo mundial y la burocracia soviética) para dividir al proletariado más fuerte de Europa" (1); la caída del Muro puso sobre el tapete "la descomposición conjunta del imperialismo y de los regímenes burocráticos y el completo agotamiento de las relaciones políticas establecidas entre ellos a partir de la posguerra" (2).
La movilización que acabó con el Muro fue tempranamente estrangulada por la pequeñoburguesía democratizante, el sector 'perestroiko' de la vieja camarilla stalinista y el imperialismo, mediante recursos principalmente políticos, fundamentalmente el pasaje abierto de la burocracia al capitalismo y de la pequeñoburguesía a la democracia imperialista. Esto explica que el derribamiento del Muro se convirtiera, al cabo de un proceso político muy claro, en la anexión forzada del sector oriental a la Alemania capitalista, y que el episodio revolucionario quedara limitado a "una semi-revolución, lo cual hasta cierto punto o relativamente significa que fue una contrarrevolución" (3). "Hasta cierto punto", porque aunque el contenido social de la anexión política del sector oriental es contrarrevolucionario, las masas alemanas recuperaban un protagonismo político que el imperialismo y el stalinismo les habían destruido desde el ascenso del nazismo.
El error que llevó a la casi totalidad de la izquierda a su derrumbe político, luego de la 'caída del Muro', tiene su raíz en la incapacidad de esa izquierda para definir por medio de contradicciones, el carácter de esos acontecimientos, o dicho de otro modo, caracterizarlos en su movimiento y devenir, y no reducirlos a formulismos sociológicos fijos.
Las direcciones pequeñoburguesas y gorbachovianas aseguraron que, rápidamente, el control político del proceso pasara íntegramente a las manos del imperialismo alemán. Anudando un conjunto de 'garantías' y 'salvaguardas' con el imperialismo norteamericano y con la burocracia moscovita, el gran capital alemán se lanzó a la 'unificación' del país, que no fue tal sino que consistió en "la integración del aparato estatal staliniano y sus burócratas al régimen capitalista" y en "un operativo financiero que apunta a la privatización masiva de las empresas estatales del este" (4). Es esta anexión capitalista la que ha provocado la crisis actual. Consecuencias económicas
La privatización de las empresas estatales del este en favor de los pulpos del oeste fue subsidiada masivamente por el Estado alemán (que se hizo cargo de la deuda externa de la RDA y de las deudas internas y externas de sus empresas), lo que provocó una descomunal emisión monetaria y un crecimiento espectacular del déficit fiscal. El 'costo' de la 'unidad alemana' ascendió a varios cientos de miles de millones de dólares ... que ahora se pretende que paguen los trabajadores del este y del oeste mediante la reducción del seguro al desempleado, de los subsidios familiares y el elevamiento de la edad jubilatoria. Este 'costo', enfatizábamos entonces, "está expresando dos cuestiones fundamentales: de un lado, la falta de pujanza, el envejecimiento o la descomunal crisis del capitalismo mundial; y, del otro lado, los métodos de destrucción económica que inevitablemente ha tenido que imponer para encarar la 'unificación' ... Todo esto importa porque demuestra los límites insalvable!
s de la penetración capitalista en el este, y su tendencia a generalizar las condiciones revolucionarias al este y al oeste de Europa" (5).
La anexión significó, efectivamente, una enorme destrucción de fuerzas productivas: desaparecieron las dos terceras partes del PBI industrial este alemán y la desocupación trepó más allá del 40% de la población activa. Esta sangría sistemática del este sirvió para que los capitalistas del oeste amasaran enormes beneficios y para que la economía alemana escapara por un tiempo a la recesión ... pero cuando la 'fiesta' de la 'unificación' pasó, dejó al descubierto una crisis capitalista agravada, pero por sobre todo, ha dejado en claro que la unidad alemana sólo puede hacerla la dictadura del proletariado y el socialismo.
La crisis 'oriental' se ha convertido, entonces, en una crisis general; que la gigantesca masa de beneficios provocada por el copamiento (subsidiado) de los mercados orientales y la eliminación (también subsidiada) de los competidores orientales por los grupos occidentales, no haya alcanzado para elevar de una manera decisiva la tasa de beneficio, es una demostración inapelable de la envergadura de la crisis del capitalismo alemán. La política capitalista frente a la crisis apunta a la 'convergencia de los salarios' y a una 'flexibilización radical del mercado del trabajo en toda Alemania'. Esto significa agudizar la competencia entre los trabajadores mediante la eliminación de la estabilidad en el empleo y la introducción de la famosa 'flexibilidad'; la burguesía trata de utilizar el desempleo oriental para forzar la reducción de los salarios y las condiciones de trabajo de los obreros del oeste.
El 'problema' para la burguesía alemana es que debe llevar adelante este ataque en las condiciones históricas determinadas por la caída del Muro de Berlín:
"la conjugación del desmantelamiento del aparato de opresión del stalinismo con la declinación histórica mundial del capital (que) ha abierto un período de
características revolucionarias, cuya perspectiva sería la de unir al conjunto del proletariado alemán en un combate común" (6).
La crisis social y el agravamiento de la lucha de clases en Alemania confirman el pronóstico fundamental de que "la cuestión de la unidad alemana sigue abierta: o se consuma como resultado de una revolución socialista o como resultado de una contrarrevolución burguesa -cuya misión no es solamente el desmantelamiento de la propiedad estatal en la parte oriental sino la liquidación de las conquistas sociales y democráticas del movimiento obrero de Alemania occidental" (7).
Hoy, más que nunca, cuando la 'guerra social' se desenvuelve cada vez más abiertamente, "no se puede comprender la situación alemana si no se establece la conexión histórica y política que objetivamente existe entre el conjunto de la clase obrera alemana" (8).
El complejo orden mundial con la caída del muro
Entre 1989 y 1991, el mundo experimentó, en secuencia rápida, una serie de acontecimientos drásticos (la caída del Muro de Berlín, la reunificación de las dos Alemanias, el estallido interno de la Unión Soviética, el término del Pacto de Varsovia y la guerra en la antigua Yugoslavia), que resultó en los siguientes hechos:
Fin de la guerra fría y del mundo bipolar, emergiendo los Estados Unidos como potencia hegemónica. Los Estados Unidos de América reunió 28 naciones aliadas y obtuvo permiso de la O.N.U. para sacar las tropas iraquíes del territorio de Kuwait en caso de que las mismas no se retiraran de sus fronteras antes del 15 de enero de 1991. La Guerra del Golfo duró desde el 16 de enero al 27 de febrero de 1991 con la rendición incondicional de Iraq.
El inicio de las reivindicaciones del Japón y Alemania, grandes potencias económicas, pero alejadas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial de las decisiones políticas mundiales. El Japón, al recibir la negativa de Rusia de devolver las islas Curiles, ciertamente reevaluará su estructura militar, hoy limitada al 1% de su PBI por disposición constitucional impuesta por los Estados Unidos durante la ocupación al final de la Segunda Guerra Mundial.
Alemania reivindicó la retirada de las tropas de la OTAN de su territorio, ya que no existe amenaza justificada. Ambos, Japón y Alemania, desean tomar asiento como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. No se justifica tomar parte del "Grupo de los Siete" (líderes de las naciones más industrializadas) si no se tiene la contrapartida del poder político, a través del poder del veto, en el órgano de mayor representación política en el planeta. Tal reivindicación causó el pronunciamiento de los 108 países del Movimiento No-Alineado, reunidos en Indonesia en septiembre de 1992, manifestando preocupación con el ingreso de esas naciones como miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
Formación de mega-bloques económicos y políticos. La formación del NAFTA, conformado por los Estados Unidos, Canadá y México, sorprendió a los países de América del Sur pues se constituía otro mega-bloque económico en el eje Norte-Norte. Por ello se concibió la creación del MERCOSUR, del cual formaban parte inicialmente Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y ahora Chile. La posibilidad de formación de nuevos mega-bloques económicos (en el sudeste asiático encabezado por Japón, en el Oriente Medio a través de la identificación islámica, arrastrando las repúblicas islámicas a la ex-URSS y otros) es seria en relación a la perturbación que podría producir en las relaciones internacionales.
Interferencia cada vez mayor de la O.N.U., a través del Consejo de Seguridad, en las querellas regionales con el consecuente aumento del número de tropas y el número de "Peace Keeping Forces" (Fuerzas de Mantenimiento de la Paz).
Hasta el final del año pasado, había trece "operaciones de paz" en ejecución:
Se ha observado que las sociedades del primer mundo ya no aceptan con facilidad que sus hijos sean enviados a regiones de conflicto, aumentando así los efectivos de los países en desarrollo, siendo una paradoja la gran presencia de sudamericanos tratando de hacer la paz en tierras europeas.
A la luz de los temas discutidos brevemente arriba, y teniendo en vista las tendencias observadas en estos preludios de la postguerra fría, saco las siguientes conclusiones:
En el campo político: el paso de un mundo bipolar a otro unipolar, de potencia hegemónica global, significa un cambio en la situación inicial de alta confrontación y baja inestabilidad, hacia una situación de baja confrontación y alta inestabilidad en el escenario mundial. En esa nueva situación, los conflictos bélicos regionales, siendo menos apocalípticos en cuanto a la amenaza de la paz mundial. En el campo económico: el comercio multilateral, que floreció bajo el sistema del mundo bipolar, ahora ha evolucionado hacia la relación entre bloques o regionalismo económico. El concepto de soberanía no prevalece en el mundo de los altos intereses económicos, dado el hecho de que cada Estado ya no tiene la capacidad de sobrevivir sólo, lo cual ha conducido a la aparición de las economías de conjunto. En el campo militar: la baja observada en los gastos militares durante el final de la guerra fría, en términos mundiales, no habrá de continuar, debiendo volver a aumentar en los próximos años, aunque de manera discreta. A lo largo del tiempo, habrá una reducción drástica de las armas nucleares de largo alcance y destrucción masiva y una implementación de las armas no nucleares de alta tecnología. En el campo psicosocial: la mayor amenaza a la paz se originará a través de la pobreza, de las discriminaciones étnicas, del nacionalismo exacerbado, del radicalismo religioso, del narcotráfico y de las condiciones del medio ambiente, más que de cuestiones políticas.
Repercusiones sobre América Latina
En primer lugar, considero, desde un punto de vista estrictamente personal, que las expresiones "América Latina" y "latinoamericano" son meras figuras de carácter discriminatorio, creadas por los anglosajones europeos. Los países de origen hispánico de América Central y del Caribe tienen profundas diferencias en materia de factores condicionantes geopolíticos con respecto a los de América del Sur. La expresión "América Latina" fue usada también como consecuencia de la presencia del Brasil, de origen portugués, y nunca fue utilizada para referirse a los países de origen francés del continente americano.
México, integrante ahora del NAFTA, es vecino fronterizo de la nación más poderosa del mundo moderno, siempre tuvo y tendrá perspectivas diferentes de los demás países de origen hispánico.
Los países de origen hispánico de América Central y el Caribe están situados en un área de influencia directa del NAFTA y deberían recibir atención especial de los Estados Unidos y Canadá, principalmente con inversiones en los sectores básicos de energía y saneamiento, tratando con ello de reducir la "brecha" actual, pues de lo contrario permanecerán como focos de tensión y amenaza a la paz del continente.
De esta manera, el análisis conciso que haré en términos de perspectivas y repercusiones del nuevo orden mundial, tendrá que ver exclusivamente con América del Sur, la cual debido a la presencia de las naciones hermanas Guyana y Suriname (hoy sin muchas conexiones con los colonizadores que le dieron origen) no podría denominarse "América Latina".
A pesar de las diferencias acentuadas existentes entre los países de América del Sur en términos de extensión territorial, población, densidad demográfica, mezclas raciales, PBI, grado de desarrollo, etc., considero que tales diferencias son manejables, pudiendo la región ser tratado como conjunto.
América del Sur continúa dependiendo del ahorro externo para completar su desarrollo ya que todavía no existe el capitalismo de mercado y es bien clara su condición de importadora de tecnología y de bienes de capital, y por otra parte, su situación de exportadora de materias primas y bienes manufacturados, hace que esté enfrentando cada vez más, mayores dificultades, debido a la recesión no totalmente superada, y que ya se encuentra arraigada en las naciones desarrolladas. Ha sido notable la dificultad -para no decir: la discriminación- que la América del Sur ha experimentado para tener acceso a la tecnología de punta que le podría imprimir mayor velocidad a su desarrollo. Son preocupantes también las ideas recién formuladas por líderes políticos del eje Norte-Norte, sobre el recorte drástico de los gastos militares, con vistas al redimensionamiento o reducción de las fuerzas armadas de los países en desarrollo, especialmente en América del Sur, o el cambio de la misión de la!
s mismas para fines de seguridad tipo Guardia Nacional o fuerzas policiales.
Otra gran preocupación proviene de la reivindicaciones territoriales históricas de algunos de los países en relación a otros del continente, las cuales serían extremadamente perjudiciales para la convivencia pacífica si llegaran a surgir, tal como está aconteciendo en el hemisferio norte.
Finalmente, en el aspecto psicosocial, preocupan los bolsones de pobreza, fruto de desajustes internos, y también los problemas del narcotráfico y su envolvimiento con la guerrilla, que son resultado de la real falta de voluntad para reducir, mejorar o exterminar este problema, por parte de los grandes consumidores de droga del hemisferio norte.
Debemos considerar que somos la macrorregión más desarmada y con menor índice de conflictos en el mundo. Las fuerzas armadas sudamericanas, en su gran mayoría, tiene que desempeñar sus tareas en tiempos de paz, empleando medios militares, sea por razones económicas, por no ser viable la ejecución de las mismas por entidades privadas por motivo de costos, o bien por razones administrativas o por la imposibilidad de que ellas sean ejecutadas por agencias civiles del gobierno, debido a dificultades con las leyes laborales.
Los países en desarrollo emplean sus batallones de ingenieros y sus batallones logísticos en el control, reducción y contención de los desastres naturales, así como en la construcción y reparación de vías férreas, carreteras y puentes en las áreas poco habitadas o de difícil acceso, donde los costos de los empresarios privados ocasionarían grandes cargas financieras para el gobierno. Los países en desarrollo emplean a sus marinas en labores de salvamento y socorro marino, en la cartografía náutica, en la señalización náutica y en todas las tareas de guardacostas, pues sería tremendamente costoso, o en algunos casos poco práctico, que otra agencia del gobierno o entidad privada se hiciera cargo de ellas.
En muchas instancias la atención médica y odontológica en determinadas regiones del interior y ribereñas, es brindada exclusivamente por las fuerzas armadas.
Por lo anterior, discierno para las naciones de América del Sur las siguientes perspectivas, que son en verdad esperanzas para solucionar necesidades que deben ser concretadas:
a) En el campo político
Aceptar la fronteras actuales como definitivas, excluyendo a Bolivia donde, por una vía rigurosamente pacífica, las naciones envueltas pueden garantizarle el acceso al océano Pacífico, a través de un acuerdo específico.
Contribuir de manera decisiva al fortalecimiento de la O.E.A. y de sus organismos subsidiarios, incluida la JID, como foro principal para llevar a cabo las discusiones de los problemas del continente americano, evitando soluciones impuestas por el eje Norte-Norte, contribuyendo así a evitar que surja cualquier
tipo de crisis, dificultad o conflicto Norte-Sur.
Incentivar al máximo la cooperación internacional mediante aproximaciones bilaterales o subregionales.
Luchas en los foros internacionales, por la reducción o eliminación de las dificultades de acceso a la tecnología de punta.
Aunar todos los esfuerzos para la manutención de la paz en el continente americano.
Fortalecer la democracia representativa como el mejor sistema de gobierno.
b) En el campo económico
Fortalecer y ampliar el MERCOSUR con la admisión de los demás países del continente.
Mantener el multilateralismo del comercio con los socios tradicionales y buscar decididamente los mercados asiáticos y los mercados emergentes del Africa.
Crear condiciones favorables para un verdadero capitalismo de mercado, reduciendo drásticamente la interferencia de los gobiernos en la economía, a través de la eliminación o reducción al mínimo de las empresas estatales y reservas de mercado.
Conceder un tratamiento especial a los países menos desarrollados tecnológicamente a fin de disminuir las desigualdades en el continente.
Hacer fuertes inversiones en la educación y establecer políticas modernas de distribución de ingresos para evitar los bolsones de pobreza y reducir los niveles socio-económicos.
Crear condiciones adecuadas para el aprovechamiento total de la red de navegación fluvial interregional y aumentar así la capacidad de transporte y reducir los gastos de los fletes.
Mantener control sobre el crecimiento demográfico, a través de una planificación familiar consciente.
c) En el campo militar
Mantener los actuales niveles de fuerza, con miras a la continuación de la disuasión mutua, como contribución expresiva a la mantensión de la paz en el continente.
Mantener programas de intercambio y estrechar las relaciones de buena vecindad entre las fuerzas armadas de los diversos países con miras a aumentar la confianza mutua.
Mantener los programas de intercambio, operaciones conjuntas y relaciones de aproximación con las fuerzas armadas de los Estados Unidos, con vistas a lograr una mejor preparación para la defensa del continente, acompañando los avances en el campo de la alta tecnología.
Fortalecer la Junta Interamericana de Defensa y su órgano subsidiario como instrumento de máxima importancia para contribuir al mantenimiento de la paz y la seguridad colectiva del continente.
Continuar empleando los medios militares en tiempo de paz, contribuyendo a la reducción de los desastres naturales y apoyando el desarrollo socioeconómico, inclusive en el área de la ciencia y la tecnología, buscando un acercamiento en las relaciones con las universidades.
d) En el campo psicosocial
Establecer políticas de largo plazo con miras a buscar la integración y aculturación de las comunidades aborígenes restantes, respetando en la medida que sea posible, sus usos, costumbres y tradiciones.
Tratar en forma rigurosa los focos de la discriminación étnica o religiosa.
Mantener la libertad de prensa y los medios de comunicación de masas del sector privado, como instrumento de fortalecimiento de la democracia representativa.
I ncentivar la participación de los liderazgos de las sociedades en las reuniones, encuentros y conferencias internacionales promovidas por las Organizaciones No Gubernamentales, como forma de buscar un acercamiento y conocimiento mutuo.
Fortalecer los partidos políticos, evitando la supremacía de los grupos de presión, para defender de esa manera la democracia representativa.
Conclusión
Es cierto que durante la guerra fría, a través del "equilibrio del terror", las dos superpotencias garantizaron la paz en Europa, lo que significó la ausencia de grandes conflictos. Sin embargo, durante esos 45 años, se registraron 125 conflictos armados fuera de Europa, con la pérdida de casi 40 millones de vidas.
En los albores del nuevo orden mundial, algunos interrogantes claves aún no están resueltos. Rusia se encuentra en una grave situación de crisis política y económica, sin haber perdido su poderío militar; se hace necesaria la ayuda de los siete grandes, para que los liderazgos ultranacionalistas que comienzan a aparecer en Rusia no puedan, en su desespero, en caso de que asuman el poder, emplear tal poderío de una manera insensata.
El esfuerzo para combatir la pobreza tiene que ser universal, pues aunque el 95% del PBI mundial se concentra en el hemisferio norte, las estadísticas muestran que en los 12 países de la C.E.E. existen cerca de 50 millones de pobres, 1 millón de personas sin techo, y 12 millones de seres condenados a la llamada "pobreza extrema".
La elevación del índice de desempleo en las grandes economías mundiales conduce a movimientos ultranacionalistas mundiales, y los analistas pasan a preocuparse más por el número de inmigrantes que por el número de misiles de un potencial enemigo.
El Muro de Berlín era repudiado bajo todos los aspectos, mas contribuyó a mantener los 45 años de paz en Europa; espero que el "Muro" de Maastricht no demuestre ser perjudicial para la paz en el continente europeo.
Todos debemos esforzarnos por la paz, pero no podemos que a lo largo de la historia las ideas de Sun-Tsu, Maquiavelo, Clausewitz, Mahan y tantos otros, han quedado constatadas.
Junto a la defensa de los principios fundamentales de autodeterminación de los pueblos y de la no-intervención, debemos también adoptar la filosofía del pragmatismo responsable, pues más vale prevenir que curar.
Dentro de la filosofía del pragmatismo responsable, debemos reconocer que el mundo ya ha vivido épocas de paz, definida ésta como una ausencia de grandes conflictos, bajo la égida de una potencia hegemónica.
Tuvimos la paz romana, la paz británica ahora, iniciamos la era de la paz americana o, por la propia actitud de la potencia hegemónica de procurar actuar a través de la Organización de las Naciones Unidas, la PAX UNUS.
Espero que la potencia hegemónica continúe siendo amante de la democracia representativa y del respeto de los derechos humanos, como siempre lo ha sido.
¿Liberación o desastre?
Hace 10 años el muro de Berlín cayó. Este acontecimiento simbolizó la caída de todo el sistema que había existido en Europa del Este desde la segunda guerra mundial.
Fue un momento lleno de contradicciones. Por un lado, millones de personas se movilizaban para liberarse de una dictadura. Por otro, los dirigentes y empresarios occidentales se frotaban las manos anticipando los beneficios que podrían sacar de estos nuevos mercados.
Ahora, 10 años más tarde, las contradicciones son más fuertes que nunca, y las dudas abundan.
¿Fueron un error las revoluciones de 1989? Los habitantes de los países del este, ¿estaban mejor antes que ahora? ¿Qué representa la caída de ese sistema, significa el fracaso del socialismo?
por David Karvala
De En lucha Nº 45, noviembre de 1999
La creación de Europa del Este
El sistema estalinista en Rusia se había desarrollado más o menos gradualmente, con el aislamiento y la consiguiente degeneración del Estado soviético, surgido de la revolución de 1917, y luego con su transformación en capitalismo de Estado, a manos de la burocracia.
La aparente continuidad entre la revolución de octubre y la dictadura de Stalin contribuyó a que la mayoría de la izquierda viera a Rusia como algún tipo de socialismo.
Los Estados de Europa del Este, en cambio, no surgieron de ningún tipo de revolución. Fueron creados en base a acuerdos entre Stalin, Churchill y Roosevelt, los dirigentes de los poderes victoriosos, para dividirse Europa.
Lejos de representar un avance hacia al socialismo, la creación de las "democracias populares", como las llamaron, significó la continuación de muchos aspectos de los regímenes, poco democráticos, de antes de la guerra.
En Rumania, por ejemplo, gran parte de la Guardia de Hierro, un grupo fascista, entró en el "Partido Comunista", el nuevo poder.
En Checoslovaquia, la creación del nuevo Estado "socialista" fue acompañada por la expulsión de la población alemán hablante de los Sudetes, una auténtica "limpieza étnica". En palabras de un ministro comunista: "el problema alemán está solucionado definitivamente... con la eficaz ayuda del ejército rojo purificaremos Praga y los distritos fronterizos...".
Ocupación
Con excepción de Yugoslavia, donde Tito llegó al poder apoyándose en la lucha de los partisanos, los nuevos regímenes fueron impuestos totalmente desde fuera.
Los partidos comunistas llegaron a ser los nuevos dirigentes, no como representantes de los trabajadores, sino en base al poder del Estado ruso y de su ejército, la fuerza de ocupación en toda la región.
Un resultado de esto, que alcanzó toda su importancia en 1989, fue que las burocracias de Europa del Este dependían casi totalmente del liderazgo ruso.
La crisis del Capitalismo de Estado
En los años 50, la economía mundial estaba viviendo un boom. El crecimiento era aun mayor en los países del este, debido a la mayor eficacia de un sistema de producción a nivel estatal, frente a la producción en unidades privadas, que habían sido típicas en los tiempos de Marx.
Así que era fácil pensar, como hacía casi toda la izquierda, incluidos los que se oponían a la política de Stalin, que estos países habían superado los problemas del capitalismo, que representaban algún tipo de socialismo o Estado obrero.
Jefes
Sin embargo, para los revolucionarios, el socialismo significa una sociedad sin opresión, una sociedad donde la gente tiene el poder, no unos pocos jefes, por muchas banderas rojas que éstos llevan en sus Mercedes, e incluso a pesar de los servicios públicos que otorguen a sus trabajadores.
Además, el hecho de que lo que existía en Europa del Este no era socialismo, sino capitalismo de Estado, no sólo explicaba por qué seguía habiendo problemas sociales.
También implicaba que estos países iban a sufrir, en una forma u otra, los demás males del capitalismo, entre ellos la tendencia hacia la crisis.
Ya en los años 70, Polonia empezó a pedir préstamos a bancos occidentales. Su deuda externa subió de algo más de 100 mil millones de Pesetas en 1971, a tres billones en 1979, treinta veces mayor. A la vez, las grandes inversiones estatales ya no daban los beneficios de antes.
Como cualquier otra clase dirigente, los jefes polacos intentaron hacer que los trabajadores cargaran con el peso de la crisis, y subieron los precios.
Solidarnosc
El resultado fue la creación en 1980 del mayor movimiento obrero conocido hasta ese momento. Solidarnosc, organización que se encontraba entre un sindicato combativo y una red de consejos obreros, llegó a contar con diez millones de trabajadores, y representó la posibilidad de instaurar un Estado obrero de verdad.
Trágicamente, Solidarnosc fue reprimido por el golpe de Estado de 1981. La amenaza inmediata había sido contenida, pero los más inteligentes entre los dirigentes estalinistas vieron que, si no encontraban una solución a sus problemas económicos, otros movimientos de oposición volverían a surgir.
Perestroika: reestructuración
Este es el origen de los cambios que llegaron a asociarse con el nombre de Gorbachev, resumido en el término "Perestroika", o reestructuración económica.
En los años 80, la economía mundial ya había pasado por varias crisis profundas. En sus intentos de evitar sus efectos, los grandes jefes occidentales -tal y como había explicado Marx más de un siglo antes- habían centralizado cada vez más su producción. Ahora sobrepasaba más que nunca las fronteras nacionales.
La Ford, por ejemplo, ya no producía un coche en Detroit y otro en Birmingham. Ahora, la línea de producción del coche se extendía por la mitad del planeta: las llantas se fabricaban en un país, los motores en otro, etc.
Así aprovechaban de economías de escala, no sólo en comparación con las viejas empresas privadas, sino incluso comparado con los capitalismos de Estado.
El proyecto de Gorbachev, y del sector de la burocracia soviética que él representaba, pretendía conseguir avances en eficacia parecidos. Si bien era un proyecto arriesgado, no tenían opción: por un lado les amenazaba la nueva carrera armamentística de Reagan en los EEUU, por el otro, temían las luchas desde abajo.
Explosión
De aquí vinieron las reformas económicas. Para endulzarlas, también se introdujeron unas reformas democráticas, conocidas como Glasnost, o apertura.
La limitada libertad de prensa y de expresión rápidamente sobrepasó las intenciones de los dirigentes, con la explosión de la ira acumulada durante 60 años del estalinismo, con la creación de movimientos populares, con la convocatoria de las primeras huelgas desde los años 20.
Las revoluciones de 1989
En Europa del Este, existían los mismos problemas económicos, y las mismas tensiones sociales que en la URSS. Pero en gran parte de la zona, las clases dirigentes intentaron evitar seguir el camino emprendido por los diregentes rusos.
Las excepciones fueron Polonia y Hungría, donde la burocracia también había aprendido, de la revolución de 1956, la amenaza que representaba, para sus intereses, las luchas desde abajo. Ambos regímenes abrieron una "mesa redonda" de diálogo con la oposición, un paso que llevó a la creación de nuevos gobiernos ya no exclusivamente dominados por el partido comunista.
Sueños
En el verano de 1989, el Gobierno húngaro decidió permitir a los ciudadanos de Alemania del Este, que se encontraban de vacaciones en Hungría, cruzar la frontera con Austria, desde donde podían llegar a Alemania Occidental, el país al cual, durante décadas, se les había prohibido el acceso por medio del muro de Berlín.
En poco tiempo, miles de personas de Alemania del Este, sobre todo jóvenes hartos de la falta de libertades y de sentirse sin futuro, tomaron el camino hacia el Oeste, pensando que allí podrían cumplir sus sueños.
El efecto más importante de este éxodo fue el demostrar que el sistema no era tan poderoso como se había vendido. Esto dio la suficiente confianza a la gente de Alemania Oriental para empezar a convocar manifestaciones con el fin de conseguir cambios democráticos en su país. Al principio éstas eran pequeñas, y sufrieron represión a manos de la Stasi, la policía secreta, pero la gente había probado su propia fuerza, y las manifestaciones se extendieron cada vez más.
El 9 de noviembre el Gobierno de Alemania del Este intentó suavizar la situación abriendo el muro de Berlín. Empezó la ola que arrasaría los regímenes por toda la zona.
Manifestaciones
En Checoslovaquia, ya había habido protestas contra el Gobierno, pero la caída del muro dio al movimiento un impulso importantísmo.
A finales de noviembre, 3 millones de trabajadores hicieron una huelga general de 2 horas, y las manifestaciones para conseguir la democracia, llevadas a cabo en la Plaza Wenceslas en Praga, crecieron hasta contar con 500.000 personas. Fue la "revolución de terciopelo", que hizo del escritor y opositor Vaclav Havel, Presidente del país.
En Navidad de 1989, en Rumania, la lucha tomó su forma más extrema, cuando en un mitin, convocado para aplaudir al dictador Ceausescu, miles de rumanos explotaron en abucheos. Al cabo de pocos días un conflicto armado había estallado, que llegó a ejecutar a Ceausescu.
El sistema que llevaba 40 años oprimiendo a la gente de Europa del Este había acabado.
Qué fracasó?
Diez años más tarde, queda claro que las esperanzas no se cumplieron.
Después de 1989, los Gobiernos empezaron a introducir el mercado y la democracia parlamentaria.
La verdad es que los nuevos partidos "demócratas", modelados según el ejemplo de Occidente, con demócratas cristianos, liberales, y unos pocos socialdemócratas, estaban casi todos formados por los antiguos burócratas.
Las nuevas empresas privadas, producto de las privatizaciones, pertenecían, en su mayoría, a los mismos dirigentes de antes.
Lejos de solucionar los problemas, la introducción del mercado llevó a la pobreza extrema a millones de personas del este.
La explicación es bastante sencilla, si se reconoce que lo que existía en Europa del Este era capitalismo de Estado.
El capitalismo, de mercado o de Estado, implica que cada capital depende de la explotación de los trabajadores, para competir con otros capitales, en la producción de coches o de armamentos. Esta es la raíz de la crisis capitalista, y cambiar la forma del capitalismo no cambia este hecho.
Y, en Europa del Este, si el problema era que la industria era menos eficaz que la de occidente, el hecho de abrirse al mercado mundial, lo único que ha conseguido ha sido extremar la crisis.
Precio
Pero el proteccionismo tampoco hubiera funcionado. El sistema, aislado de los avances tecnológicos del resto del mundo, no podía competir, ni en la producción de comida, ni mucho menos en ordenadores, telecomunicaciones, armas, etc.
El precio pagado por intentar seguir con el viejo sistema habría sido una continua reducción en el nivel de vida de los trabajadores, sin la posibilidad de formar sindicatos o manifestarse libremente.
De hecho, el intento de seguir como antes lo representó la policía secreta de Ceausescu, cuando disparó a los trabajadores. Lo representó el golpe de Estado en la URSS en agosto de 1991, cuando un grupo de burócratas estalinistas intentó instaurar la ley marcial, y fue derrotado por la oposición popular.
Las revoluciones no fueron completamente un fracaso. Consiguieron unos avances políticos importantes, pero se quedaron muy lejos de una auténtica transformación social.
Reformas limitadas
En esto se parece a la transición española: se puede lamentar lo poco que abarcó, pero cualquiera que utilice este argumento para defender el viejo sistema es obviamente un reaccionario. Lo mismo se aplica a las revoluciones de 1989.
El error no fue luchar, sino que los movimientos, y fundamentalmente los trabajadores, no supieron llevar el proceso más allá de la democracia burguesa y de unas reformas limitadas.
Los pequeños grupos opositores de izquierdas en Europa del Este en 1989 tenían muchas ilusiones, primero en la posibilidad de llevar a cabo reformas dentro del estalinismo, y luego en el mercado y la democracia parlamentaria.
Pero ¿cómo podía ser diferente?
Casi toda la izquierda, de los países "democráticos", que disfrutaban de libertad de expresión y organización, y que en un principio eran los que podían haber ofrecido ayuda y consejos a estos grupos, llevaba décadas defendiendo al sistema que les oprimía como "socialismo".
Mirando hacia el futuro
Ahora, a pesar de los problemas, hay sindicatos que luchan -aunque sea con los obstáculos de la burocracia como en occidente- por los intereses de los trabajadores; hay pequeños grupos revolucionarios en estos países que pueden organizar manifestaciones y charlas, y vender sus publicaciones.
La alternativa socialista, tanto al capitalismo de mercado como al estalinismo, estuvo casi ausente en 1989, pero aun así, millones de trabajadores hicieron huelgas, se manifestaron, y lucharon por lo que pensaban sería un mundo mejor.
Tales luchas volverán a ocurrir, en Europa del Este, y en otros países, el Estado español incluido.
Desprestigiado
No podemos controlar cuándo pasará, pero sí podemos, y debemos, prepararnos para que la alternativa socialista esté presente en tales luchas.
Cuando el sistema occidental -los partidos socialdemócratas incluidos- quede desprestigiado, la alternativa de la derecha no será el mercado y el parlamento, como lo era en el Este, sino algo mucho más peligroso, como ya se ha visto con la subida de los partidos de extrema derecha en Austria y Suiza.
Toda persona de izquierdas debería no lamentar, sino celebrar la caída del estalinismo.
Pero a la vez, deberíamos organizarnos para que cuando estallen luchas aquí, haya una alternativa revolucionaria de izquierdas, para llevar las luchas hasta el final y no dejarlas desviarse hacia meras reformas, o algo mucho peor.
Qué dicen los revolucionarios de Europa del Este?
Aquí recogemos algunos comentarios de socialistas revolucionarios, activos en Europa del Este. Explican sus experiencias de 1989 así como lo sucedido más tarde.
Barbara Fuchs, Alemania del Este:
"Fui a una manifestación en Berlín del Este el 8 de octubre de 1989. Me detuvieron, y me llevaron a una comisaría llena de gente arrestada. Lo increíble es que no tuve miedo. Fue una experiencia fantástica porque de repente se creó una solidaridad entre nosotros, los detenidos. Todos empezamos a cantar, o a hacernos guiños los unos a los otros, a pesar de la brutalidad policial. Toda la experiencia me politizó, y salí de la comisaría aquella noche con una sensación de poder, y rápidamente todo empezó a explotar."
Zoltan, Hungría:
"Las encuestas muestran una creciente nostalgia por el viejo sistema de capitalismo de Estado. Había pobreza antes de 1989, pero era una pobreza escondida. Había menores diferencias en los ingresos. Las cosas están empeorando en términos económicos. Los derechos políticos son mucho mejores que hace 10 años. El problema es que si no estás activo no ejerces tus derechos políticos y esto te hace creer que no son importantes... En 1988, la policía nos daba palizas. La gente podía perder su trabajo o perderlo todo, por sus actividades opositoras."
Philip, Polonia:
"Después de 1989, la gente dijo: «queremos vivir como la gente en Alemania o Gran Bretaña.» El Gobierno dijo: «En un principio viviréis peor, pero al cabo de dos o tres años viviréis mucho, mucho mejor.» La nueva economía de mercado no es como el paraíso, es más bien como el infierno...
Cuando hablas con la gente de una alternativa socialista, dicen: «Lo tuvimos antes, y no era muy bueno». Así que es muy importante que digamos que estamos en contra de este sistema ahora y en contra del sistema anterior, porque era capitalismo. Ahora podemos hablar más abiertamente del socialismo y vender nuestro periódico en las manifestaciones."
Para leer
HYPERLINK "http://www.izquierdarevolucionaria.org/folletos/capest.html"
Qué es el capitalismo de Estado?
(publicación de Socialismo Internacional: en la web, o envía 100 Ptas a Apdo. 563, 08080 Barcelona).
Ve las páginas web de los grupos de Socialismo Internacional en Europa del Este:
Polonia:
HYPERLINK "http://www.waw.pdi.net/~ginjul/"
http://www.waw.pdi.net/~ginjul/
República Checa:
HYPERLINK "http://www.geocities.com/CapitolHill/8039/"
http://www.geocities.com/CapitolHill/8039
A 40 a
os del Muro de Berlín, símbolo de la Guerra Fría
240 personas murieron y 75.000 fueron encarceladas por intentar cruzar la inmensa barrera durante sus 28 años de vida
ANA ALONSO MONTES
Corresponsal
BERLIN.- Cuando comenzó a ejecutarse la «Operación Rosa», que transformó un caluroso domingo de agosto de 1961 en una jornada tensa y dolorosa, Chris Gueffroy ni siquiera había nacido. Una cruz blanca engarzada en una verja a pocos metros del Parlamento alemán recuerda que el joven Gueffroy murió a los 20 años, muy poco antes de que cayera el llamado en Occidente «Muro de la Vergüenza», y «barrera de protección antifascista», en el bloque oriental.
La «Operación Rosa», gestada por Erich Honecker, secretario del Consejo de Defensa Nacional, respondía a la decisión del presidente Walter Ulbricht de acabar con la sangría humana sufrida por la República Democrática.
Entre julio e inicios de agosto de 1961 se fugaron a Berlín occidental unas 50.000 personas, 4.000 de ellas la víspera de aquel domingo de agosto. A mediados de junio, Ulbricht aseguró que «nadie» pretendía levantar «un Muro». Dos meses después, a las 16.00 horas del 12 de agosto de 1961, daba luz verde a la operación, iniciada pasada la medianoche con el corte del transporte y vías de acceso. Los soldados germano-orientales colocaron alambre de espino en la línea de demarcación entre Berlín Este y Oeste.
A las 1.11 la emisora de Berlín oriental anunciaba que las autoridades, siguiendo el consejo de sus socios del Pacto de Varsovia, reforzarían la vigilancia de la frontera con Berlín oeste. El 18 de agosto comenzó a levantarse el Muro, una mole de placas de hormigón a lo largo de 155 kilómetros, con zonas de hasta cuatro metros de altura. El 23 de agosto sólo quedaban siete pasos fronterizos, entre ellos el más conocido, el Checkpoint Charlie.
La reacción internacional fue más tímida de lo esperado por la población. «El Este actúa, ¿qué hace Occidente? Occidente no hace nada. Kennedy calla... MacMillan se va de caza... y Adenauer echa la culpa a Brandt», titulaba el 16 de agosto el Bild.
Brandt, que era alcalde de Berlín en 1961, recuerda en sus Memorias cómo Kennedy se encontraba en su yate cuando se anunció el levantamiento del Muro, y se preocupó principalmente por si se habían infringido los derechos de los aliados. «Puedo movilizar a la Alianza si [Kruschov] hace algo contra Berlín Oeste, pero no si lo hace en Berlín Este», dijo.
Dos años después, en su célebre visita a Berlín proclamaría su «ich bin ein Berliner (soy berlinés)», parafraseando la frase latina «civis romanus sum», como grito de libertad frente al bloque comunista. Kennedy había respondido el 17 de julio de 1961 con una negativa al memorándum de Kruschov, redactado tras la Cumbre de Viena, en el que el líder soviético aludía a la necesidad de reglamentar las comunicaciones con Berlín mediante acuerdos con la RDA. Ya en 1948 los dos bloques habían librado un pulso con escenario berlinés cuando Moscú decretó el bloqueo de Berlín Oeste, batalla que Occidente ganó gracias a su tenacidad aérea.
En la construcción del Muro trabajaron más de 50.000 obreros, que ejecutaron los planos del soldado Hagen Koch, hoy uno de los murólogos más codiciados por los medios de comunicación. «En aquel momento estaba convencido al 300 por cien de que éramos los buenos y que queríamos la paz», asegura Koch, que tenía 21 años cuando Honecker lo reclutó.
Autor del libro 'Die Berliner Mauer', recuerda cómo el pueblo germano oriental no se quedó callado cuando vio aquel cálido domingo de agosto que quedaba cercado en su propio destino. Ese 13 de agosto la Stasi (policía política de la RDA) registró 20 concentraciones y protestas, de entre 20 y 600 personas. En las tres semanas posteriores 6.000 personas fueron detenidas por manifestarse o intentar huir.
La República Democrática Alemana tuvo que aplicar mano de hierro para contener a sus ciudadanos, que incluso con el Muro seguían intentado escapar. Según revelan los historiadores Bernd Eisenfeld y Roger Engelmann, en su libro'13.08.1961. Construcción del Muro, fugas y protección del poder', más de 75.000 personas fueron encarceladas por intentar traspasar la que llamaban «barrera de protección antifascista». En los 28 años y tres meses de vida del Muro siete personas fueron detenidas a diario por querer huir del régimen germano oriental. Eisenfeld y Engelmann señalan que quienes pagaban más cara su osadía eran los guardias. Además de Conrad Schumann, cuyo salto a Occidente quedó inmortalizado por la cámara de Klaus Lehnartz, lo intentaron con éxito 2.500, pero otros 5.500 fracasaron y pagaron con una media de cinco años de cárcel.
¿Quiénes son los responsables históricos de aquella aberración? ¿Quién debe pedir perdón a la madre de Gueffroy y las otras 240 víctimas mortales del Muro? Los poscomunistas del Partido del Socialismo Democrático (PDS), herederos del Partido del Socialismo Unificado (SED), que comandaba Ulbricht, acaban de condenar que se levantara el Muro, en una declaración en la que consideran «injusto e inhumano» que se matara a quienes intentaban escapar al Oeste.
Sin embargo, no han ido tan lejos como para pedir perdón, lo que irrita particularmente a los democristianos. Berlín celebra elecciones el 21 de octubre, y el PDS, con su candidato Gregor Gysi a la cabeza, podría desempeñar un papel fundamental en la formación del futuro gobierno regional de la capital alemana. Según Egon Bahr, que fuera mano derecha de Willy Brandt, no son los poscomunistas alemanes quienes deben pedir perdón, sino los herederos del poder soviético del que dependían los dirigentes germano orientales. «Deberíamos exigir responsabilidades a Gorbachov, a Yeltsin y a Putin. La RDA era satélite de la URSS, o al menos eso manteníamos en Occidente, mientras ellos se proclamaban soberanos, ahora se argumenta lo contrario. Krenz, cuando testifica en los juicios del Muro, asegura que la RDA no era soberana, pero nosotros mantenemos que sí lo era. Es otra de las paradojas de la historia», comenta Bahr, artífice junto a Brandt de la Ostpolitik.
«No sé cómo pudimos soportar tanto sufrimiento», confiesa Marianne Birhtler, guardiana de los archivos de la Stasi. En el fondo subyacía en uno y otro lado la esperanza de que los muros igual que se construyen también pueden derribarse.
Testimonio de la derrota
«Con la construcción del Muro, el Este daba cuenta de su derrota. Supuso un punto de inflexión en la historia de la ciudad y en la historia del país», aseguraba recientemente Egon Bahr, mano derecha de Willy Brandt, alcalde de Berlín en agosto de 1961. Marianne Birthler, responsable del archivo de la Stasi y entonces adolescente en Berlín Este recuerda el suceso como «uno de los más tristes de la historia alemana».
Muestra de que la población no se rendía es una anécdota de la que daba cuenta estos días el diario Frankfurter Rundschau. Frente a la famosa Puerta de Brandemburgo, en 1981, una niña preguntaba a su madre: «¿Qué hacen ahí esos soldados?». «Vigilan para que nadie pueda venir de allí [del Oeste]», a lo que añadió más bajo «y sobre todo para que nadie salga de aquí».
El «muro de la vergüenza»
TERESA GUERRERO
Hace ahora 40 años, el 13 de agosto de 1961, las autoridades soviéticas y de Alemania Oriental decidieron aislar la parte oriental de Berlín para detener el éxodo de ciudadanos hacia Occidente y ordenaron la colocación de las primeras alambradas. La construcción del muro comenzó unos días después, el 18 de agosto. Para entonces, muchos habían huido ya, y muchos otros siguieron intentándolo a pesar de la mole de hormigón. Alrededor de 250 personas pagaron con la vida su "osadía" de pasar "al otro lado". Para Occidente era el «muro de la vergüenza». Para el Este, su barrera contra el fascismo.
Su caída el 9 de noviembre de 1989, 28 años después de su construcción, fue el comienzo del fin de los regímenes comunistas en Europa Oriental.
Pero el muro de Berlín no cayó en un día ni en un otoño, como escribía Gorvachov en su libro «Cómo fue. La reunificación alemana». Y es que el empeño de los berlineses en recuperar su libertad hizo posible que el Telón de Acero que había dividido en dos al mundo pasase a formar parte del pasado.
Objetivo: Occidente
El deseo de libertad fue para muchos más grande que la altura del muro. 75.000 personas fueron arrestadas por intentar escapar, 200 resultaron heridas de bala y cerca de 250 fueron asesinadas. Además, miles de ciudadanos fueron juzgados por ayudar a otros en su huida.
El primero en formar parte de la lista negra fue Günther Liltin, de 24 años, que fue abatido a tiros cuando trataba de cruzar nadando el río Spree.
Sin embargo, muchos sí lo consiguieron. Más de 40.000 personas lograron escapar. En los últimos años la cifra se disparó. En el verano de 1989 se produjo el mayor éxodo de alemanes orientales hacia la República Federal desde la construcción del muro. Muchos huían aprovechando las vacaciones estivales. Desde Hungría, vía Austria, lograban salir.
El vopo (policía de fronteras) Conrad Schumann, de 19 años, considerado un soldado leal al régimen comunista, fue uno de los primeros en huir a las pocas horas de que se levantara el muro.
Quince vopos murieron durante estos 28 años. Uno de ellos fue asesinado por los soldados occidentales que evitaron así la muerte de un joven de 15 años que intentaba huir.
Los berlineses agudizaron su ingenio para intentar escapar: un hombre cruzó el mar Báltico con un minisubmarino y consiguió llegar a Dinamarca; un vehículo Isseta fue empleado 18 veces para transportar a fugitivos, que se escondían en el hueco de la calefacción y en la batería; un coche consiguió pasar por debajo de la barra fronteriza gracias a su pequeño tamaño; una familia utilizó un cable tendido sobre el muro por el que se deslizaron y otros huyeron con un globo aerostático.
Una cadena de televisión norteamericana financió a cambio de la exclusiva la espectacular fuga de 29 personas bajo tierra.
Otros tuvieron menos suerte. Las imágenes del joven Peter Fechter agonizando tras ser alcanzado por los disparos de la policía impresionaron al mundo occidental.
Otro caso significativo fue el de Klaus Brüske, que herido por una bala, aguantó al volante de su furgoneta hasta llegar al otro lado del Muro para poder salvar a sus compañeros.
La última víctima fue Chris Geoffrey, que murió nueve meses antes del derribo.
Los berlineses que consiguieron llegar a la RFA tuvieron una muy buena acogida por parte de sus paisanos occidentales y el Gobierno les dio todo tipo de facilidades. Los medios de comunicación también contribuyeron creando un clima favorable a la integración.
Familias separadas
El Muro de Berlín dividió también el corazón de cientos de familias y amigos que vieron cómo una mole de hormigón les separaba de sus seres queridos.
Alemania hoy
Alemania es desde hace más de una década un país política y económicamente unido pero en algunos aspectos el Muro sigue dividiendo a los alemanes.
«Pensaba que la integración del este con el oeste llevaría una década, pero ahora creo que harán falta 40 años», declaraba a la NBC Edmund Stoiber, jefe de Gobierno de Baviera, durante la celebración del décimo aniversario de la caída del Muro.
La llegada de mano de obra joven y cualificada procedente de Berlín Oriental fue una buena noticia para empresarios y Gobierno, a pesar de los dos millones de desempleados que había en la República Federal en 1989. Un alto porcentaje de los nuevos contratos que se hicieron, sobre todo en los primeros años, han sido para los berlineses orientales, lo que ha provocado malestar en un segmento de la población, que acusa a sus paisanos de robarles sus empleos. Además, las empresas no tienen más incentivos fiscales desde que desaparició la frontera y algunas se han ido a otra parte.
Alemania sigue siendo la primera potencia europea y la que más contribuye a las arcas de la UE, pero la última cifra oficial de desempleados roza los 3,5 millones y no deja de aumentar. Según un informe del Gobierno presentado en abril de 2001, Alemania no ha logrado repartir bien su riqueza y las desigualdades sociales han aumentado de manera notable en los últimos 20 años. La brecha entre ricos y pobres se ha incrementado al tiempo que se evidencia la diferencia de rentas entre el este y el oeste.
Algunos germano occidentales se quejan también de la subida de impuestos propiciada por la reunificación.
Por su parte, los berlineses del este se han tenido que acostumbrar al paro, un problema que no tenían con los comunistas. Y tampoco ha sido fácil adaptarse a la economía de mercado.
Otras heridas continúan abiertas. Los poscomunistas alemanes, herederos del Partido del Socialismo Unificado (SED), favorable a la separación de las dos Alemanias, admiten que el muro no fue una solución, pero no han llegado a pedir perdón a las víctimas de manera colectiva.
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Enviado por: | Jotapits |
Idioma: | castellano |
País: | Colombia |