Psicología
Bisexualidad
Introducción
El presente ensayo fue creado principalmente con la intención de dar a conocer un poco más de lo que es la bisexualidad, ya que el tema es muy poco tocado en los libros de sexualidad, en su mayoría de las veces, porque se le considera como una extensión de la homosexualidad o como un desliz de los heterosexuales, pero jamás es tratada como una preferencia y verdadera atracción hacia ambos sexos.
Para elaborar este ensayo, parto de la idea general de que la bisexualidad, en lo poco o mucho que es conocida o abordada, es menos señalada (e incluso menos condenada) que la homosexualidad, es decir, pretendo hacer una comparación con respecto a homosexualidad y bisexualidad, esclareciendo sus diferencias, semejanzas, hasta que punto se entremezclan la una con la otra y que pasa cuando una persona descubre sus tendencias bisexuales u homosexuales. ¿Es la bisexualidad una transición hacia la homosexualidad?, o bien, ¿es la bisexualidad un acto desesperado por querer ocultar verdaderamente las tendencias homosexuales?, trataré a lo largo de este ensayo, esclarecer las dudas aquí planteadas.
Al principio del trabajo dedico un apartado a lo que es la historia de la homosexualidad y la bisexualidad, esto con la finalidad de que el lector obtenga una traza más amplia de lo que ha pasado a través del tiempo con las personas que manifestaban desde aquel entonces, preferencias diferentes. Seguidamente mencionaré algunas de las causas tanto biológicas como ambientales que más se le atribuyen a la homosexualidad y a la bisexualidad. De igual manera mencionaré el ambiente en el que estas personas se desenvuelven cuando “salen del closet” (en el caso de los homosexuales) y que pasa cuando los bisexuales descubren sus tendencias, ¿las revelan o las guardan para sí mismos? Para finalizar, haré mención de ambas posturas y el desarrollo del trabajo en una conclusión.
Cabe aclarar que no pretendo el tomar postura en alguna de las dos preferencias comparadas o el decir que una es mejor que la otra, simplemente trato de diferenciar ambas posturas y lo que cada una conlleva.
Un poco de historia.
La homosexualidad, ha estado presente desde el principio de la existencia humana, en la cultura Griega era algo común el que los maestros filósofos mantuvieran relaciones sexuales con sus pupilos y aunque es sabido que la homosexualidad exclusiva no era alentada por ser una amenaza a la familia (es decir, al no procrear), era ampliamente tolerada en el caso de hombres mayores que ya habían tenido niños, y en los jóvenes antes del matrimonio. A las mujeres se les restringía su actividad sexual porque era necesario que parieran niños. Esto es, se propiciaba la bisexualidad como la mejor alternativa para todos los hombres, aunque no para las mujeres.
A pesar de esto, la humanidad no siempre ha tenido una definición, o más bien, un término, con el cual designar a las personas que tienen preferencia hacia las personas de su mismo sexo o a las que les gustan tanto hombres como mujeres, actualmente los conocemos como homosexuales y bisexuales respectivamente. De hecho, las personas que tenían dichas actitudes eran consideradas de lo más normal por la sociedad de aquella época, las sociedades primitivas llegaron a otorgarles valores mágicos y especiales a los transexuales, lo cual los predisponía a ser muy buenos hechiceros.
Aún en la época del renacimiento, el único término aplicado para las personas que mantenían relaciones con las de su mismo sexo, era “sodomía” (no había nada de homosexualidad, lesbianismo o bisexualidad), el matrimonio no era considerado como la limitación de la sexualidad a una sola persona, sino que era visto como una manera de procrear y asegurar la vejez, esto es, aún dentro del matrimonio en aquella época, se le “permitía” tanto al hombre como a la mujer tener amantes de su mismo sexo o del sexo opuesto (González, 2003).
La tolerancia de la homosexualidad pareció aumentar hasta aproximadamente el siglo XIII. Entonces hubo un momento en que desde el monarca hasta el plebeyo pudieron ser abiertamente homosexuales. Durante ese tiempo hubo una subcultura homosexual activa, que influenció muchas áreas de la vida social, incluyendo las artes y la iglesia. Pero entonces llegó la Inquisición, que condenó a muerte a muchas personas, por ser sospechosas de practicar actos de sodomía o de ser homosexuales. En ese tiempo, la sodomía llegó a ser identificada con casi cualquier tipo de conducta sexual distinta a la norma.
El surgimiento del intelectualismo y la Reforma protestante hicieron poco para cambiar las actitudes hacia la homosexualidad. De hecho, la Reforma trajo condenas más duras contra aquellos comprometidos en actos homosexuales. Henry VIII proscribió la homosexualidad en Inglaterra en 1533 con penas que iban desde la pérdida de propiedades hasta la muerte.
La policía vigilaba estrechamente las Molly Houses -o burdeles de prostitución masculina-, y aquellos que las visitaban eran condenados a muerte. Esta práctica continuó hasta el siglo XVIII temprano. Fue hasta finales del siglo XVIII cuando comenzó lo que Foucault llamaría “la medicalización de la sexualidad” (González, 2003) y así siguiendo esta corriente, el siglo XIX entró y empezó a acuñar nombres entre griegos y latinos a toda cuanta enfermedad se le atravesaba en el camino, y entre esas “enfermedades” quedaron impresas las palabras, los términos, bisexualidad y homosexualidad.
El concepto de “bisexualidad” era una de las ideas fundamentales enfatizadas por Freud en el siglo XIX, así, el impulso sexual en la teoría freudiana, no era específico en su origen, y “solamente los desarrollos posteriores canalizaban el impulso sexual en heterosexualidad u homosexualidad” (González, 2003, Pág. 27.).
La teoría freudiana de la bisexualidad ha tenido la particularidad de diferenciar a la sexualidad psíquica de la sexualidad biológica. Fuera del campo psicoanalítico, los investigadores ignoraron a freud y su teoría y continuaron su búsqueda hormonal. Siempre infructuosa.
Actualmente, hasta hace poco, la homosexualidad era considerada un trastorno sexual, en el DSM III se encuentra en el apartado de “otros trastornos sexuales” en los trastornos sexuales no especificados, y se puede diagnosticar “cuando hay un malestar notable y persistente acerca de la propia orientación sexual”. Cabe señalar que aquí cabe tanto la homosexualidad como la bisexualidad.
Como claramente se puede observar, es la homosexualidad y no específicamente la bisexualidad, la que a través de los tiempos ha sido contemplada, palpada e incluso condenada.
¿Qué es la bisexualidad?
“No debemos aspirar a la libertad oprimiendo al prójimo,
sino viviendo la vida de la forma que elegimos y pensando como queremos.
Nuestras acciones nunca deben impedir que los demás actúen y piensen libremente,
como nosotros lo hacemos”.
(Bertrand Russell)
Así como hay personas a las que les gusta el sexo opuesto al suyo (heterosexuales) y hay personas a las que les gustan las personas de su mismo sexo (los llamados homosexuales), así también hay personas que sienten el mismo grado de atracción por hombres o mujeres y pueden alcanzar el mismo grado de satisfacción o placer con uno u otro sexo, dichas personas son comúnmente conocidas como “bisexuales” (Álvarez-Gayou, 1996).
Las personas homosexuales, cuando deciden salir del closet, se enfrentan con múltiples adversidades, incluyendo el rechazo de su familia y amigos, así como una sociedad que los señala. Los bisexuales en cambio, si bien no han sido tan estigmatizados como lo han sido los homosexuales, son rechazados por ambos bandos cuando declaran que pueden amar tanto a un hombre como a una mujer de la misma manera, ya que tanto en el grupo homosexual como en el heterosexual, se les pide que se definan ya que en medio no pueden estar, lo peor del caso es que muchas veces, es la propia persona quien por toda la presión experimentada, siente la necesidad de autodefinirse.
Kinsey (citado en Reinisch y Beasley) declara que existe una preferencia intermedia y que únicamente nos centramos en los extremos (heterosexualidad u homosexualidad), cuando en realidad hay toda una gama de opciones entre estas dos posturas.
Salir del closet.
¡Suena tan fácil el salir del clóset!, pero bien hay un dicho popular que dice “del dicho al hecho, hay un buen trecho”. Pero, ¿porqué a las personas homosexuales y bisexuales se le hace tan difícil el decir su preferencia?, al fin y al cabo ¿no estamos acaso en un país donde la libertad de expresión puede ser ejercida?. No es tan fácil como parece, ya que cuando la familia y los amigos se enteran de la preferencia de alguno de sus seres queridos (ya sea gay, lesbiana o bisexual), experimentan un shock emocional y junto con su ser querido experimentan una salida del clóset, un destape como padre, madre, hijo, hermano o amigo, similar al que cualquier integrante de una minoría sexual experimenta (Nuñez, 1999). Y es que el salir del clóset es un proceso de desarrollo, en el cual la persona homosexual primero se da cuenta de su preferencia sexual y afectiva y decide si quiere integrar o no este conocimiento a su vida personal y social; salir del clóset involucra adoptar una identidad no tradicional, reestructurar el concepto propio, reorganizar el sentido personal de la historia y alterar las relaciones propias con otros y con la sociedad todo esto refleja una serie compleja de transformaciones cognitivas y afectivas al igual que cambios de comportamiento (Mogrovejo, 2000).
A resumidas cuentas, las personas homosexuales no salen tan fácilmente del “clóset” por diez motivos principalmente.
Miedo a la propia vergüenza
Miedo a la recriminación pública o al ostracismo social
Miedo a ser calificados como “anormales”
Miedo a tratar temas desagradables o sexuales dentro de la unidad familiar
Miedo a perder a familiares y amigos
Miedo a la duda sobre la propia sexualidad
Miedo a la violencia (para con uno mismo)
Miedo a intentar ser ligado (conquistado a la fuerza)
Miedo a la discriminación económica o laboral
Miedo al SIDA (porque Sí da)
Luego entonces, claramente se observa que no es nada fácil salir del closet, y de hecho, muchos homosexuales prefieren jamás decir sus preferencias y establecen una vida normal para la sociedad, de tal manera que las personas que los rodean jamás se enteran de su tendencia, aunque existen diversos grados de homosexualidad y heterosexualidad y entre ellos queda la bisexualidad, la cual también muchos homosexuales viven, pero solo para guardar las apariencias, y dado que la bisexualidad es socialmente fácil de disimular, se vuelve una opción de vida para muchos (Mondimore, 1998). Además si tenemos en cuenta la doble moral que se vive en nuestro país y que la moral restrictiva y dominante en nuestra sociedad es la cristiana, vemos que se trata de una moral que solo acepta la relación hombre-mujer con fines reproductivos y de preferencia dentro del matrimonio, además de que acepta y promueve los roles de género diferenciados (las mujeres al hogar, los hombres al trabajo) (Alvarez-Gayou, 2002).
¿Cuándo se da la bisexualidad o la homosexualidad? (Explicación de las causas)
Freud plantea en su postura que todas las personas son bisexuales por naturaleza y que conforme pasa el tiempo las personas se vuelven homosexuales o heterosexuales según sus relaciones con los padres y la sociedad (Freud, 1973).
Kinsey y sus colaboradores entrevistaron a 5300 sujetos masculinos y 5940 sujetos femeninos y propusieron la existencia en mujeres y hombres de un continuo hetero- homosexual en el que todos los seres humanos se colocan en algún punto, incluida la bisexualidad. Sin embargo, una de las críticas hechas a Kinsey, postula que este enfoque no capta el amplio espectro de estilos y atracciones que pueden denominarse bisexuales, como lo son las fantasías bisexuales, los encuentros ocasionales con personas del mismo sexo, el experimentar por curiosidad (como sucede frecuentemente con los adolescentes) o el mantener relaciones sexuales con personas del mismo sexo durante un periodo de encarcelamiento. Ciertamente todas estas personas son bisexuales pero no todos lo son de igual forma (Powers y Ellis, 1999).
Biológicamente se le ha dado muchas explicaciones tanto a la bisexualidad como a la homosexualidad, desde que son producto de una exposición fetal a los andrógenos hasta que el cerebro es más grande en determinada parte (Carlson, 1996), pero repitiendo lo anteriormente mencionado, la bisexualidad se cree que es innata de todo ser humano y que todos podríamos realizarnos plenamente en ella, pero sabiendo desde pequeños toda la letanía de calificativos y nombres despectivos que existen para una persona homosexual ¿quién va a querer experimentar con alguien de su mismo sexo?, de ahí viene la resistencia de los bisexuales y los homosexuales tardíos a admitir que lo son.
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Cuando se da la bisexualidad y la homosexualidad. (Situaciones reales).
Por lo general, es poco común que una persona con tendencias bisexuales se decida a decir sus preferencias a los cuatro vientos, ya que al igual que la homosexualidad, se les estigmatiza y se les pide que porfavor se definan, esto en el mejor de los casos, porque también se comenta de casos de personas que habiéndose declarado bisexuales, se les induce a que regresen a la senda del bien y sus relaciones sean meramente heterosexuales. Al estar averiguando sobre el tema en Internet, me topé con un foro que decía: Ayuda! Mi novia es bisexual, y un montón de jovencitos se solidarizaban y contaban sus experiencias con sus novias a las que les habían descubierto su bisexualidad, cosa que no es nada fácil en la mujer, según leía las experiencias de varios participantes, los cuales no sospechaban absolutamente nada de sus novias.
Cabe señalar que varios jovencitos no usaban el término “bisexual” para referirse a su novia, sino que utilizaban la palabra “lesbiana”, cosa que es un error muy grande ya que en su mayoría de los casos la chica experimentaba amor hacia las dos personas (su novio y su novia), tal y como lo refiere una de ellas que responde a uno de los novios que dejó escrita su experiencia (www.psicofxp.com). Dichas situaciones nos confirman que la bisexualidad siempre está siendo confundida con la homosexualidad (en este caso femenina).
De igual manera en otra página de Internet, Alejandra Sardá (2003), Coordinadora del Programa para América Latina y el Caribe, IGLHRC (Comisión Internacional de los Derechos Humanos para Gays y Lesbianas), nos dice que ante la "confesión " de bisexualidad, la mayoría de las personas asumen que se trata de alguien que no se atreve a vivir sus impulsos homosexuales o que busca presentarlos de una manera más socialmente aceptable. En el mismo trabajo, la autora cita varios comentarios de lesbianas que fue recopilando, los cuales solamente confirman la postura de que en efecto, el grupo homosexual (tanto femenino como masculino), presiona a los bisexuales para que se definan como homosexuales o heterosexuales, como podemos observar en uno de los comentarios:
“Impostoras: porque "en realidad" son gays o lesbianas que no se atreven a asumirse como tales, o que no quieren perder ni los privilegios sociales de la heterosexualidad ni los placeres de la homo” (Sardá, 2003).
Lo mismo pasa en el lado de los heterosexuales, la madre del (la) adolescente, piensa que su hijo (a) está confundido y lo presiona (si es que se entera) para que este (a) salga lo más pronto posible de “su confusión”.
Si la homosexualidad resulta difícil de aceptar cuando aparece durante la adolescencia, mucho más amenazante y conflictiva se la tiende a percibir durante la edad adulta, por razones anteriormente comentadas. Es frecuente que la persona adulta para evitarse y evitar conflictos con su entorno, utilice fuertes mecanismos de ocultación tanto personales como sociales. Intentar reprimir los deseos homosexuales, proponerse fingir y mantener (si es que se tienen) las relaciones sexuales heterosexuales o llevar una doble vida, han sido algunas de las estrategias que se han utilizado. Los casos más conflictivos en este sentido son aquellos en que se tiene una pareja heterosexual estable e hijos.
Ya para finalizar solo agregaré que la bisexualidad es tomada por muchos como la máxima expresión del ser humano, aquel que sin prejuicios se atreve a explorar su sexualidad al máximo sin limitarse a un solo sexo, aunque como bien dice el sentido común: “para gustos, hay sabores”.
Conclusiones:
El tiempo corre y la humanidad avanza, las costumbres, los eventos históricos que han quedado plasmados en los libros de texto, la religión y tantos y tantos factores, influyen en una de las necesidades básicas del hombre: Su sexualidad.
La homosexualidad, en nuestro país no es bien vista, sin embargo en muchos otros países es considerada una forma de vida de lo más natural, al tener tanta represión, las personas homosexuales, buscan alternativas para ejercer su sexualidad pasando desapercibidos, aquí es donde se presenta: La bisexualidad. O bien, cuando la persona descubre que de pronto le empezaron a gustar las personas de su mismo sexo (sea adolescente o adulto), experimenta un periodo de transición en el cual la mayoría de las veces pasa por la bisexualidad.
Tanto la homosexualidad como la bisexualidad son socialmente señaladas cuando estas se manifiestan, pero es más fácil que alguien con tendencias bisexuales oculte o disimule sus prácticas (esto a través de la doble moral), no así con los homosexuales al tener solo una preferencia, sin embargo, un bisexual cuando declara abiertamente su preferencia es rechazado tanto por los homosexuales como por los heterosexuales, al verse como un indeciso o incluso traidor del grupo tanto heterosexual como homosexual.
Aún falta mucho caminar para llegar (si es que llegamos) a aquella sociedad utópica que nos plantea un mundo feliz, donde el hombre y la mujer sean iguales y cada quien ejerza la sexualidad que quiera sin dañar a nadie.
Referencias:
Alvarez-Gayou, J. L. (1996), la sexualidad en la pareja, México: Manual moderno.
Alvarez- Gayou, J. L. (2002), Homosexualidad: derrumbes de mitos y falacias. México: Benemérita Universidad de Puebla.
Freud, S., Ferenczi, S., Kardiner, A., Thompson, C., Ellis, A., Rutenbeek, H. M., Beauvoir, S., et. al. , (1973), La homosexualidad en la sociedad moderna. Argentina: Siglo Veinte.
Carlson, N. (1996), Fundamentos de psicología fisiológica, tercera edición. México: Prentice Hall.
González, A. (2003), La orientación sexual, México: PAIDOS.
Mogrovejo, N. (2000), un amor que se atrevió a decir su nombre. Argentina: PAIDOS.
Mondimore, F. M. (1998) Una historia natural de la homosexualidad. España: PAIDOS.
Nuñez Noriega, G. (1999), sexo entre varones, poder y resistencia en el campo sexual. México: PORRUA.
Powers, B., Ellis, A. (1999), Acéptate, acéptalo. Cómo explicar y comprender las distintas orientaciones sexuales. España: PAIDOS.
Reinisch, J. M., Beasley, R. (1992), Nuevo informe Kinsey sobre sexo, todo lo que usted desea saber sobre sexualidad. Barcelona: PAIDOS.
Sardá, A. (2003) Bisexualidad, ¿un disfraz de la homofobia internalizada?, recuperado en: http://isisweb.com.ar/bisexual.htm#Principio, el dia 22 de junio de 2005.
Foro de opiniones: http://www.psicofxp.com/forums/
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Enviado por: | Silvia Verónica Franco May |
Idioma: | castellano |
País: | México |