Historia


Andrés de Santa Cruz


El Señor Maestre de Campo

En tiempos inmemorables, donde los colosos de piedra dormitaban sin molestia alguna, peinando sus frescas hierbas con el dulce soplido del viento; donde las vírgenes pampas jamás fueron seducidas por sujeto alguno; donde el lago sagrado servia de espejo de los Dioses, de su inmortalidad y poder.

En tiempos inmortales, donde una civilización había surgido, con tanto poder, con tanto que tener. Una civilización que había aprendido a cuidar su territorio y a trabajarlo.

Nace en las orillas del lago Sagrado un villorio llamado Huarina, viviendas rusticas de paja y barro, posadas en una colina; la vida fue tranquila, la vida fue pacifica, pero el hombre siempre fue codicioso.

Extraños personajes con armaduras resistentes al viento, a las rocas y al coraje de los valientes guerreros, arribaron en busca de que conquistar.

Sangre.

Las orillas del Lago Sagrado se tiñeron en un color muerte, ese día lo llamaron “la batalla de Huarina” que arrastro consigo, la esclavitud, el desorden, la caída de un Imperio, de un sueño que no se pudo alcanzar, todo fue para nada.

Transcurrieron los años.

España dominó al valiente nativo, a su tierra, a su Lago Sagrado y a sus gigantes. Al dios Sol lo olvidaron, o no le tomaron en cuenta.

La Colonia.

En tiempos inmemorables, aquel lugar fue Omnipotente. Pero hoy ya no.

En el siglo XVIII llega al suelo donde se derramó sangre inocente, Joseph Santa Cruz y Villavicencio, un maestre de campo que esta de viaje de negocios.

Como en el lugar conquistado no había mujer blanca y europea, las indiecillas tímidas no muestran indiferencia al avaricioso y sediento de poder, el hombre blanco conquistó sus tierras y sus corazones.

Don Joseph encuentra una doncella indígena, Juana Bacilia Calahuamana, el fuego arde en sus ojos al verse. Supieron que estarían juntos.

En cierto modo la alianza resulta simbólica, pues son dos dinastías las que se conjugan. Empero los dos se aman y son felices.

El 5 de diciembre de 1792, nace en Huarina, a orillas del Lago Sagrado, un vástago de Dn. Joseph y de Juana Bacilia. Es el segundo de la familia, pues antes han tenido una hija, María.

Iglesia de La Merced

El Canónigo don Antonio Rodríguez de Olivera escribe con complicada letra, la correspondiente partida:

“En el año del Señor de Mil setecientos noventa y dos en cinco de Diciembre; yo el Dr. Dn. Antonio de Olivera, Canónigo de la Merced de esta Santa Iglesia Catedral de Nuestra Señora de La Paz, con licencia parroquial baptisè a un Niño recién nacido, español, hijo legitimo del Maestre de Campo Dn. Jossef Santa Cruz y Villavicencio y de Da. Juana Bacila Calaumana; púsele por nombre Joseff Andrés, fue su padrino el señor Dr. Dn. Baltasar Reque de este Obispado y para que conste, lo firmé -- D. Antonio Rodríguez de Olivera”.

El pequeño Andrés - sangre española y aimara en sus venas - hereda también las cualidades y defectos de las dos razas.

El maestre de campo, le habla de los Conquistadores, de tesoros ocultos, de imperios desconocidos. Juana Bacilia musita historias de Incas remotos, leyendas del Tahuantinsuyo, tradiciones transmitidas por los viejos amautas.

Crece el infante, y, a medida que su inteligencia se desarrolla, va percatándose de la nobleza de su origen. Ha heredado de su padre la ambición; de su madre, la tenacidad, parece que la tierra ejerce extraña influencia sobre él. Su aspecto mismo delata su origen altiplánico.

No se podía soportar esa mirada, de penetrante agudeza.

Andrés ya tiene suficiente edad para empezar sus estudios, su padre lo inscribe en el colegio de San Francisco de La Paz.

En 1809, vuelve a La Paz. Tiene otra mentalidad. Sus objetivos más anhelados son hacia la corona Española. El mismo año viste armaduras de batalla, aun mas resistentes que de los que habían conquistado la tierra de su madre. El 1º de agosto se enrola, con el grado de Alférez, en el Regimiento de Dragones de Apolobamba, que manda su padre.

En Julio de 1810, llega a Zepita, pueblo del Bajo Perú cercano al Lago, un Brigadier arequipeño llamado José Manuel de Goyeneche en busca de suministros para las cruentas batallas en contra de la rebelión que ya urge en toda América.

Don Joseph divisa a lo lejos y cada vez mas distante e imprecisa, la polvareda que levanta la caballería de Goyeneche, en cuyas filas va su hijo Andrés en pos de gloria y fortuna.

El Realista

Goyeneche dispuesto a proseguir la guerra contra los insurgentes, junto a sus ayudantes de campo, Andrés de Santa Cruz y por otro oficial peruano, Agustín Gamarra.

La Paz ha vuelto ha sublevarse.

Es recién la madrugada del 20 de Octubre de 1811 cuando sobre el Alto de la ciudad, aparecen mil hombres, los cuales al mando del Gral. Pedro Benavente y de Joseph Santa Cruz y Villavicencio, quien lucharía hasta la muerte por su Rey.

Y así fue.

Desgraciadamente. El 24 de septiembre de 1814, Don Joseph cae prisionero en las manos del jefe rebelde Pinelo, para luego ser ejecutado. Sus últimas palabras retumbaron en el firmamento, el Maestre de Campo calló para siempre con la memoria de su hijo.

Aunque son algo confusos los detalles de la tragedia que hasta él llegan, el teniente Andrés de Santa Cruz puede medir la magnitud de su desgracia. En adelante deberá luchar solo, recogiendo esa herencia empapada en sangre.

Santa Cruz se hace mas fuerte que nunca, pelea con el corazón al son de los tambores de guerra, sin saber la razón, se pregunta; si hace el bien matando y rompiendo sueños de sus compatriotas. ¿Siente algún remordimiento de perseguirles?

¿Por qué siente dolor? ¿Por qué recuerda a su madre y las historias de los héroes incas?

El 6 de Diciembre de 1820, el ejército Argentino rompe fuegos a la cabeza del General Antonio Álvarez de Arenales, con instrucciones de internarse en la sierra peruana y hostigar a los hombres del Virrey Pezuela.

El combate, muy sangriento, dura poco, Arenales destrozó al ejercito de mil hombres que había ido a detenerle, al mando del brigadier Diego O'Reilly, capturando 343 prisioneros, 2 piezas de artillería. 360 fusiles y una bandera.

Entre los prisioneros se encuentra el Teniente Coronel Andrés Santa Cruz, pálido y abatido. O'Reilly vió como su división fue destrozada, sin poder sobreponerse a este infortunio, pone fin a su vida, disparándose en el corazón.

Santa Cruz es trasladado ante la presencia del General Argentino, San Martín, fue donde por primera vez conoció al cadete Felipe Santiago Salaverry, del batallón “Numancia”. Sus miradas se cruzan, los dos saben que no será la última vez que se vean cara a cara.

“Siente ya el escalofrío de su destino”.

Un dilema torturante se plantea ante él. ¿Deberá seguir combatiendo por el Rey? ¿Por un monarca al que no conoce y de quien lo separa miles de kilómetros? ¿No sería más noble - y también más conveniente - poner su espada en servicio de aquellos que pelean y mueren por conseguir su libertad?

Después de las batallas en las que ha sangrado, ha luchando al lado de valientes hombres, realistas, pero no tanto como los patriotas, que su sed de batalla es por la libertad, y que inevitablemente la obtendrán.

¿Qué hacer?

La tierra tiembla en sus pies, lo llama, lo aclama América será libre. La dinámica de los acontecimientos conduce fatalmente a ese resultado.

¿Qué hacer?

No vacila ya. El 8 de Enero de 1821 ofrece sus servicios al general José de San Martín y éste los acepta al punto.

Andrés de Santa Cruz, el realista, no existe más.

El Patriota

Le es asignada la división de Arenales. En Enero de 1822, cruza la frontera con sus tropas, apoderándose sin resistencia de las provincias de Loja y Cuenca, el 9 de Febrero. Reúnese luego con la división colombiana que manda su nuevo compañero de armas, Antonio José de Sucre.

En Quito está atrincherado el jefe español Aymerich quien cuenta con dos mil hombres. Sucre decide atacar. El 21 de Mayo ocupa el llano de Turubamba, al sur de la ciudad de Quito. Los españoles se retiran a posiciones más sólidas, en Jalupana.

Aymerich es listo, siempre tiene un As bajo la manga, Sucre es prevenido. A las nueve de la noche del 23 de Mayo, emprende la marcha hacia las cumbres del Pichincha.

Andrés Santa Cruz, comandando el batallón Trujillo y a la cabeza de su división, descargan hasta la ultima munición de sus fusiles en los cuerpos realistas.

Sangre.

El día 25, al mediodía, Aymerich entrega Quito.

La victoria de Pichincha decreta la Independencia del ecuador y es Andrés Santa Cruz el artífice de ella.

El 13 de Junio, por decreto del Libertador Bolívar, Andrés Santa Cruz es ascendido al grado de General de brigada del Ejército de Colombia.

La guerra lo llama a Perú. Donde el general Jerónimo Valdés destroza a las tropas de Alvarado, en Torata. El plan del ejército peruano ha fracasado.

La junta gubernativa del Perú busca un nuevo presidente. Santa Cruz hace su primera actuación política, una subversión.

Sale electo el Coronel José de la Riva Agüero, quien nombra General en jefe del Ejército Peruano. Santa Cruz jura al cargo el 8 de Abril de 1823.

Santa Cruz, fuertemente armado, se embarca en la expedición “Intermedios”, por ser estos los puertos que tocará en su travesía, hasta desembarcar en Arica.

Antes de partir jura “triunfar o morir”.

Más no puede detener al sanguinario general Canterec, quien con 9000 hombres, captura Lima.

El libertador Bolívar manda une expedición de 3000 hombres nacidos para matar a la voz de mando de Antonio José de Sucre.

El general realista Olañeta, don Pedro Antonio, que opera en el Alto Perú. Se repliega al sur, encuartelándose en Puno con 1800 hombres para luego ser replegado hasta Zepita por la valentía y coraje de Santa Cruz, que ahora es mas fuerte estando presente en su tierra, o eso cree.

El 25 de Agosto de 1823 ataca al ejército real, la batalla se prolonga hasta caer la noche que pone un alto a los disparos de los fusiles.

El ejército realista sin mayores perdidas que las sufridas en el campo de batalla, se retira sin victoria y sin derrota.

Santa Cruz se ve honrado con el titulo de Mariscal de Zepita.

Vuelve a Lima, sin triunfo y sin muerte.

El 24 de Mayo de 1824, ve renacer una esperanza al designarle, comandante de la infantería del Perú y luego Jefe del estado Mayor del Ejército de Perú.

Santa Cruz se halla habilitado como guerrero, empero, no lo esta para el General Sucre, quien consigue que el Mariscal de Zepita sea alejado del ejército libertador y destinado a Huamanga en calidad de prefecto.

El libertador Bolívar es el primero en darse cuenta que Santa Cruz deslumbra en ser un administrador y no un guerrero.

El Mariscal de Zepita admite ser prefecto a regañadientes, pero buen soldado, sabe obedecer. En tanto Sucre, ha alcanzado la victoria de Ayacucho, que significa la liberación del Alto Perú. Jefe del Estado Mayor en esta batalla ha sido el General Agustín Gamarra. Él también posee sus sueños de grandeza; él también aspira a la gloria. Y la desea con mas vehemencia por que sabe que existe un General altoperuano, cuyo nombre amula al suyo y que tiene los mismos anhelos y quizá el mismo destino.

Santa Cruz.

Intermezzo

El Alto Perú, libre de opresión, quiere ahora su gobierno autonomista.

Santa Cruz, como Bolívar y acaso mas que Bolívar, comprende poco a poco que el deseo autonomista está demasiado arraigado en el espíritu de los altoperuanos.

Santa Cruz ama a la Patria de su nacimiento, pero hay un extraño magnetismo que lo orienta hacia el Perú. Y es por ello por lo que su ambicion mayor es que ambas patrias formen una sola.

Cuán lejano parece estar, sin embargo, el día en que estos deseos pedan cristalizarse.

El año 1825 concluye entre arrebatos de nacionalismo de las nuevas Repúblicas y nacientes ambiciones y rivalidades entre los dirigentes de ellas.

Bolívar ha intentado implantar en el Perú la Constitución Vitalicia. Mas se ha creído ver en ese proyecto una desembozada ambición cesarista. Se la resiste y se la tilda de extranjero. Comprendiéndolo, el Libertador considera que al Perú lo debe gobernar un peruano. Con ese propósito, en Junio de 1826, llama A Santa Cruz para que presida el Consejo de Gobierno que debe regir en Lima. Bolívar dice a Sucre: - “El General Santa Cruz servirá para la presidencia del Perú, amenos que se desagraden de él, lo que no espero, pues él es bastante agradable y sagaz”.

30 de Junio de 1826, el Libertador escribe a Agustín Gamarra, su rival: - “El general Santa Cruz queda aquí de Presidente del Consejo de Gobierno, rodeado de las personas mas respetables por su probidad, por sus luces y por la opinión que gozan. Me ha sido muy satisfactorio ver que ha sido generalmente aplaudida la elecciòn hecha en él para este alto destino”.

El 29 de Junio de 1826 se instala solemnemente el congreso peruano. En el acto de posesión, Santa Cruz dirige una proclama a los peruanos y les dice:

“El padre de la República, el hombre insigne del siglo, me ha encargado de la presidencia del Consejo de Gobierno. Su excelencia no ha contado más que con mi subordinación y buena fe, y con el profundo respeto que le debo, como al salvador de mi patria”.

¿Se refiere a Bolivia? ¿Se refiere al Perú?

La habilidad administrativa de Santa Cruz, se muestra de inmediato. Fomenta la instrucción popular; le preocupan la salubridad e higiene del pueblo.

José Maria de Pando, Ministro de Hacienda, envía una circular a los prefectos, para que convoquen a los colegios electorales y se decida si se acepta la Constitución Vitalicia , formulada por Bolívar. El 6 de Julio, estalla una sublevación en Huancayo. El Libertador debe marcharse a su tierra que descuidó.

En materia Internacional, el Consejo de Gobierno del Perú celebra un acuerdo importante con Bolivia, aunque sus resultados son frustrados por el mismo Santa Cruz. Ortiz de Zeballos, plenipotenciario peruano, celebra dos tratados con el Gobierno Boliviano.

La federación Boliviana y de Límites. La acción diplomática de Ortiz de Zeballos, despierta inquietud en los departamentos del sur del Perú, que ante el temor de verse desmembrados por los tratados, intentan confederarse por su cuenta. Santa Cruz, jamás apoyó este movimiento separatista.

Ni un alejado Bolívar, cesa la resistencia del Perú contra la Constitución

El desorden se desata, se habla de golpe de estado, se habla de ruina y de nuevo Presidente. ¿Por qué?, ¿acaso ya no se escucha la voz del Libertador?, ¿ni de su sucesor?

Santa Cruz sin más que hacer convoca a elecciones el 28 de Enero de 1827, el 1º de Mayo del mismo año, habrá nuevo Presidente.

El 9 de Junio, el General ecuatoriano José de La Mar. Aplasta a Santa Cruz. Eliminado Santa Cruz, el Congreso declara abolida la CONSTITUCIÒN Vitalicia.

Cumplió su deber en el Perú, ha sido un buen administrador. Le alejan ahora los mismos que gozaron de sus beneficios. Pero está seguro que volverán a llamarle, obligados por las circunstancias.

Es sólo un “intermezzo”.

Arístides

¿Ha olvidado a su patria este Embajador del Perú en Chile y la Argentina? ¿Son ya extraños a sus afectos y a sus recuerdos, aquel lago plácido en cuyas orillas transcurrieran las horas de su niñez dichosa; esas montañas inmutables que le enseñaron la grandeza de su tierra; esa pampa yerma y gris en la que moran unos hombres siempre reconcentrados y tristes?

¿Es que acaso olvidó a su madre, que aun vive en el altiplano remoto?

¿Olvidó que en La Paz se halla la tumba de don Joseph?

Jamás. Tiene a Bolivia en sus venas.

Pese a todos los contratiempos, no ha muerto su ambición. Tiene amigos, cuenta con posibilidades. Quizá Bolivia puede brindarle lo que el Perú le niega.

Existen reportes de que Agustín Gamarra ha estado invadiendo Territorio Boliviano con un ejército propio. Quien a su vez invita al Mariscal Sucre a una conferencia. Dieronse las manos. Rumores de Paz.

El vil Gamarra ha procedido con cicaterìa, pues el 4 de mayo cruza el Desaguadero afirmando que 82 peticiones con más de dos mil firmas le llaman. Exige un "ósculo de paz y una amistad fraternal con el Bajo Perú”.

- “Vengo a ponerme entre la víctima y los asesinos”. “El enemigo huye regando el camino de hombres y armas”, dice Gamarra, olvidando pronto lo del ósculo de paz. Entra en La Paz el 8 de Mayo, sin encontrar oposición.

Sucre se marcha de Bolivia.

“Aún pediré otra recompensa a la nación y a sus gobernantes. La de no destruir la obra de mi creación y de conservar por entre todos los peligros la integridad de Bolivia”. Ha propuesto en su mensaje al Congreso boliviano que su sucesor en la presidencia, sea el General Andrés de Santa Cruz.

“Arístides” el maestre de campo.

“Ya diviso a mi estrella tan brillante

Como el sol”

A los treinta y siete años de edad, Andrés Santa Cruz es Presidente de Bolivia, pero ¿Qué es Bolivia en 1829?

La nación boliviana constituye en 1829 un todo invertebrado, inconexo e informe. Nacen ambiciones y apetitos y no hay militar que no sueñe con la presidencia de la republica. Un millón de habitantes, mal alimentados y en su mayor parte analfabetos, pueblan más de tres millones de kilómetros cuadrados.

En menos de cuatro años de vida Independiente, dos revoluciones han ensangrentado ya el suelo boliviano. Se ha asesinado al primer presidente; el país ha sufrido una invasión extranjera: la de Gamarra.

La primera Constitución Política, anulada por el Congreso; la hacienda pública, en plena falencia. Lo confesará el mismo Santa Cruz: -“Desde la fundación de la república, jamás bastaron los ingresos ordinarios a llenar las necesidades sociales. En 1826 no pasaron aquellos de la suma de 1.500.000 pesos, en tanto que los egresos ascendieron a 1.800.000”. en el tesoro de La Paz “no hay cuatro reales”, según pintoresca confesión del prefecto; se debe siete meses de sueldos a los empleados públicos, pese a que los recursos han sido recaudados con medio año de anticipación.

Continúa siendo preponderante la influencia del clero.

Dueños de las conciencias, los sacerdotes tienen todavía inmenso poder espiritual y político. Santa Cruz que lo sabe, se encarga de difundir sus convicciones religiosas católicas.

La agricultura, no respuesta del golpe que le infirieran los conquistadores al destruir el sistema agrario incaico, no recupera su esplendor en la república. Languidece por falta de brazos y modernos sistemas de labranza. La tierra está mal distribuída.

La minaría-fuente fabulosa de riqueza durante el Coloniaje- tampoco prospera y su explotación continúa tan rutinaria como antes.

Bolivia está encerrada entre sus breñas y rarísimo es el extranjero que posee el coraje de internarse en Tibet americano.

Ésa es Bolivia en 1829.

Sus primeras disposiciones son políticas. El 24 de mayo promulga una generosa “Ley del olvido”, que concede “amnistía absoluta hasta el 11 de mayo a todo boliviano culpado, culpable o sospechoso de los errores y extravíos políticos a que fueron consiguiente los desórdenes que ha experimentado la republica; los cuales quedan entregados al olvido bajo un velo impenetrable”.

Gana así el agradecimiento de muchos de estos levantiscos, a quienes la justicia tiene algo que reclamar.

Asegura su colaboración a los prefectos de los departamentos, busca también el apoyo de otra fuerza poderosa: el clero.

Finalmente, antes de emprender su labor administrativa, promulga un decreto que considera indispensable: Establece la pena de muerte para los instigadores de revoluciones.

Consagra su primera atención a las finanzas públicas, que se halla en lastimosa bancarrota. Comienza introduciendo una contabilidad fiscal, científica, minuciosa, y estrictamente supervigilada. No se moverá un peso del tesoro Nacional sin su previa aprobación. Simplifica los métodos contables “dándoles por base fundamental la más estricta economía en los gastos y en la pureza en las recaudaciones”.

En 1829 aparece el nuevo “Arancel aduanero”, cuyo autor es el Ministro de Hacienda, José María Lara. Libera de impuestos la importación de hierro, acero y maquinarias para la industria. Estimula la libre internación de textos de estudio y libros de todo género.

En 1831, las rentas nacionales alcanzan a 1.700.000 pesos, y la gestión presupuestal de ese año concluye sin déficit. Empieza a redimir las deudas nacionales contraídas por gobiernos anteriores. La casa de la Moneda de Potosí y los Bancos de rescate comienzan su giro, con el auspicio económico del Gobierno.

Al asumir Santa Cruz la presidencia, la deuda interna es de 4 millones de pesos. Dos años después, ha desaparecido.

Bolivia es el único país americano sin deuda externa.

Realiza constantes esfuerzos por impulsar la agricultura y la ganadería. Ofrece premios a quienes cultiven el algodón y establece el monopolio fiscal en la extracción de cascarilla. Se da cuenta que el estado boliviano depende de la minería, crea el “banco de Refacciones”, que es en el fondo un banco de rescate de minerales, destinado a aviar las explotaciones mineras y pagarse luego con el importe del mineral extraído.

Santa cruz torna sus ojos al ejército. Las guerras de la Independencia han dejado como saldo una propensión a los motines y cuartelazos. Los soldados estan acostumbrados a ganar ascensos en las revoluciones y la mayoría de ellos vive pendiente de éstas, tratando de averiguar quién será el próximo caudillo.

En lo moral, el ejército ha sufrido la vergüenza de la última invasión peruana. Además, no tiene un concepto preciso de sus funciones y las confunde con aquéllas privativamente políticas.

Santa Cruz moraliza al oficial y dignifica al soldado. Por primera vez en Bolivia, señala las atribuciones del ministerio de Guerra, así como las del Estado Mayor general; reforma el reglamento Orgánico del ejército, dictado por el mariscal sucre; redacta códigos, reglamentos y ordenanzas.

Así, en 1834, el ejército boliviano llega a contar con 2.577 hombres, distribuidos en cuatro batallones de infantería, dos regimientos de caballería y una brigada de artillería. Crea un colegio militar para la formación de oficiales profesionales.

Crea, además, la Guardia nacional, reserva considerable para el ejército de línea. Son 22 batallones de infantería y 13 de caballería., que algún tiempo después son aumentados a 23 batallones y 43 escuadrones.

Santa Cruz impone su prestigio ante los jefes del ejército. Los doblega sin que ellos mismos reparen en su ascendiente. Gana el cariño de los soldados, que le respetan y le obedecen.

Está satisfecho con su ejército y puede vanagloriarse de haber realizado, en corto tiempo, la hazaña de convertir a unas montoneras anárquicas, en una organización profesional disciplinada y aguerrida.

“Deseo que Bolivia sea en Sud América lo que Esparta en Grecia”.

Se detiene, y piensa, ¿Qué necesita para comunicarse con las demás naciones? Contempla entonces a Cobija, es perfecta.

Su primera medida es declararla puerto franco, para atraer a ella el comercio boliviano que se efectúa por Arica.

El 30 de Diciembre realiza una visita de inspección al puerto después de haberlo defendido con una fortaleza impenetrable.

Hasta 1883, el presidente Santa Cruz, no dejó de trabajar en aquella obsesión de tener un puerto eficiente, poderoso, único. Y así fue.

Santa Cruz admirador e imitador de Napoleón Bonaparte, no ignora que este, yergue la más pura y perdurable obra de sus Códigos.

Le habla a Bolivia, cansado de estar perdidos en el laberinto de la legislación española, forma comisiones especiales, encargadas de redactar los Códigos Civil y Penal.

Por decreto de 22 de Marzo de 1831, se declaran en vigencia desde el 2 de Abril del mismo año los Códigos Civil y Penal. El primero cuenta con 1.556 artículos. El Código Penal es modelado sobre el español.

Con ambos códigos, Bolivia puede enorgullecerse de ser la primera nación sudamericana que cuenta legislación propia.

Se siente tan orgulloso de su faena; mira hacia al horizonte, puede divisar su estrella tan brillante como el Sol.

Mientras el lago musita su

canción eterna…

Cada día que pasa le proporciona mayor experiencia y abre ante él más vastos horizontes.

El día más triste de América, el 17 de Diciembre de 1830, el libertador descansa en un sueño eterno. Entrega sus honorarios al presidente boliviano. Después de discenir estos honores al Presidente, la Asamblea sanciona una nueva Constitución Política del Estado, creando las Cámaras de Diputados y Senadores. Establece un Consejo de Estado, compuesto por un representante por cada departamento y, luego, por ley de 14 de agosto, designa a Andrés Santa cruz presidente constitucional por un nuevo período.

El presidente se preocupa por articular la república mediante vías de comunicación. Abre un camino a yungas, otro a Cochabamba. En 1831, realiza el censo de la nación, que arroja 1.088.898 habitantes.

Impulsa la educación pública. Crea el Colegio de Minería; envía estudiantes a Europa; reforma la antigua Universidad de San francisco Javier y crea en La paz la “Universidad Mayor de San Andrés”. Erige en cada capital de departamentos un asilo para huérfanos.

Multiplica los hospitales, reedifica el de La Paz y construye uno nuevo en Chuquisaca y dos en Santa cruz y Potosí.

Erige en Tarija un colegio y varias escuelas. Ningún departamento está alejado de sus preocupaciones. Bolivia fue conocida como una de las naciones mejores organizadas en toda Sudamérica; Francia estaba interesada en hacer mantener una relación amistosa y fructuosa con el nuevo país independiente que había surgido del olvido.

En tanto, ¿Qué es del Perú? ¿Habrá caído en el olvido?

En 1829 se desató un sangrienta batalla, el Némesis de Andrés de Santa Cruz, Agustín Gamarra, cae vencido, por tropas del Mariscal de Ayacucho. Fue el General Domingo Nieto quien salvo la batalla contra Colombia.

Pero la victima de la campaña contra Colombia, no ha sido Gamarra, como podía esperarse si no el Presidente La Mar. Se habló de traición de aquél y algunos años mas tarde será el mismo Santa Cruz quien formule la acusación.

El 4 de Junio de 1829, el General La Fuente ha destituido al vicepresidente del Perú. Gamarra, dos días después hace lo mismo con el Presidente La Mar. El 9 de diciembre de 1829, Gamarra es elegido Presidente de Perú, y vicepresidente al general La Fuente.

Pondràn las cartas sobre la mesa, un 15 de Diciembre de 1830. Santa Cruz esta acompañado por su ministro de relaciones exteriores Casimiro Olañeta, y a Gamarra le asesora su ministro Manuel Ferreiros. Las conferencias duran tres días y en ellas Ferreiros propone la cesión por Bolivia de los territorios de Copacabana y la banda del Desaguadero para recibir, en compensación, tierras en la provincia de Tarapacá. Olañeta responde negando la proposición y pide para Bolivia el puerto de Arica.

Las conversaciones llegan a un punto muerto.

Pero no quedaría en nada, Santa Cruz insiste en firmar un tratado de Paz, para ambas repúblicas. El 8 de Noviembre se firma en la ciudad de Arequipa, el tratado de Paz y Amistad después de muchas negociaciones rechazadas e ignoradas.

Pese a todo, tiene en su alma una aguja magnética que sigue señalándole el camino del Norte, allá, esa otra orilla del Lago Sagrado.

En Nombre de la Santísima Trinidad

Concluido el periodo presidencial de Gamarra, le sucede el General Luis José de Orbegoso, el 20 de diciembre. Un nuevo personaje para el drama que se avecina.

La situación aparece inestable y precaria; se vive bajo la amenaza constante de una revolución.

4 de Enero de 1834. Desorden.

Gamarra decide arrancarse la máscara. Estalla en un motín en Lima.

El Perú que alguna vez Santa Cruz unió, en paz y armonía, ahora yace partido en dos.

Al verse en situación difícil, el general Nieto-aquel del duelo con el colombiano Camacaro- solicita ayuda a Santa Cruz.

Está claro que Perú arde en llamas. Desde cualquier punto cardinal se pueden presenciar conflictos y batallas sangrientas. Peruanos que matan peruanos. Gamarra lo quiere todo.

Ya no más.

Los ejèrcitos de Orbegoso y Gamarra estàn cara a cara, por el nùmero de soldados nacidos para matar, es inevitable que Gamarra gane esta batalla en Maquinhuayo. 24 de Abril de 1834, arrojan sus armas y corren a fraternizar. Es el famoso “abrazo de Maquinhuayo”.

Gamarra queda solo, no tiene salida, a menos que cruce el Lago Sagrado. Que llegue a tierra boliviana. No vacila.

Llega ante la presencia del Mariscal de Zepita, quien lo acoge como a un hermano. Se dan la mano y llegan a acuerdos que Gamarra nunca imagino hacerlos con Santa Cruz, lo ayudará a establecer una Confederación.

¡Vil Gamarra! Fingió oír y dejarse convencer por los razonamientos del boliviano. Lo que él buscaba era salir de Bolivia, y a ser posible, llevar consigo municiones, armas y vituallas.

Perú sigue como antes, peor aún. El general Felipe Salaverry insita a la rebelión.

¡Pero ya es suficiente! ¡Basta!

El 15 de junio de 1835 marca una fecha trascendental en la vida de Andrés de Santa cruz y una jornada histórica para el Perú y Bolivia

Anselmo Quiroz, el cuarto enviado de Orbegoso, y Mariano Enrique Calvo, Ministro de Relaciones de Bolivia, firman un tratado, en el que “en nombre de la Santísima Trinidad”, comprometen en forma decisiva el apoyo de Bolivia al Presidente peruano.

Salaverry se ha percatado del temor que infunde y, jactancioso y arrogante, proclama que todas las propiedades bolivianas quedarán sujetas a la ocupación bélica.

Santiago Salaverry, es el nombre que Santa Cruz jamás olvidará

Santa Cruz siente próximo su viejo ensueño, siente ser observado por los dioses panates; sus antepasados los Incas…Invisibles ñustas le sonríen en la otra vera del lago Sagrado.

Es el llamado de su sangre y de su tierra, que le ordena reconstruir el imperio.

El 15 de Junio de 1835, 4.632 soldados bolivianos cruzan la frontera con el Perú.

La Guerra a Muerte

Santa Cruz arma al Perú con todo lo que puede ofrecer.

Hay guerra en todas partes, pero el primero en romper lanzas es gamarra, que se ha proclamado ya Presidente del Estado del Centro de la Confederación.

Salaverry es aún más concluyente y expeditivo. El 7 de Julio de 1835, lanza contra Santa cruz su Decreto de “Guerra a Muerte”, que constituirá a la larga su propia sentencia.

¡Vil Gamarra!, firma un pacto de alianza con las tropas del caudillo Salaverry. Olvida por completo la confianza que Santa Cruz depositó en él.

Pero Salaverry esta contra todos. Solo esta usando a Agustín Gamarra, que puede servir como un buen aliado contra el verdadero enemigo. Empero, Gamarra decide esperar, están en sus manos los medios militares que le permitirán intentar la gran hazaña. La oportunidad es propicia. Debe presentar batalla a Santa Cruz antes que llegue Salaverry y esperar a éste con los laureles del triunfo.

En la lejanía, se avistan ya las tropas bolivianas. Gamarra despliega sus banderas de combate.

A las cinco de la mañana del día 13 de Agoto de 1835, se recuerda un día rojo, un día de muerte, un día de gloria. El campo de Yanacocha tumba de 1.500 soldados, es la primera autèntica victoria militar de Santa Cruz.

Asegura que la victoria no hubiese sido posible sin la cooperación del presidente constitucional Orbegoso. Jamàs olvidara aquel lugar llamado Yanacocha, donde derrotò a Gamarra. Que yace en cualquier lugar. Fugitivo.

Pero aún queda, amenazante y más peligroso que nunca el hombre a quien Santa Cruz realmente teme:

Se llama Felipe Santiago Salaverry…

Felipe Santiago Salaverry

- “¡Soldados! Tenéis trazado el camino del triunfo y de la gloria inmortal. ¡Seguidlo, soldados!... que es el camino mismo de vuestro General.-

¡Tirano, Sanguinario Salaverry!, provoca a Santa Cruz a derramar más sangre en combate. Intenta desde cada lugar, no se pierde de los detalles. Tropas comandadas por el Coronel José Quiroga, toman el puerto Cobija. Manda a fusilar a dos prisioneros bolivianos: el teniente Manuel Goizueta y el sargento mayor Calixto Guiraldes.

Ya es tiempo de atacar.

El Mariscal de Zepita domina en el Sur del Perú, sus tropas son disciplinadas y la reciente victoria de Yanacocha ha elevado su moral y su instinto guerrero.

El ejército de Santa Cruz supera en número al de Salaverry. En tanto Trinidad moràn ha ingresado a Huancavelica a la cabeza de una columna. Todo indica que que el norte Peruano es adicto a Salaverry, habrá guerra.

Se producen los primeros choques, se regaron cuerpos sin vida desde el 26 de Enero de1836. Tantas pampas vírgenes presenciaron tan cruentas batallas.

De tantos lugares hubo un en especial, Socabaya, es una lomada de insensible pendiente; pedregosa, estrecha, poco propicia para la maniobra, lugar donde se desataría la batalla final.

El 7 de Febrero, a las 9 de la mañana, fue cuando comenzò. Un soldado de las avanzadas, ha visto relampaguear las primeras bayonetas bolivianas.

Salaverry, espada en mano y vistiendo una capa colorada, ruge y se bate con obstinación. Ha perdido sus mejores unidades, es inútil intentar. A las once y cuarto del día, no queda ya nada por hacer. Santa cruz ha triunfado en Socabaya

- “¡Felipe Santiago salaverry debe morir!”-

Patético es la ceremonia del fusilamiento, más aún los intentos de Salaverry para ser sometido a un juicio justo. Más no es aceptado, es condenado a muerte, en la plaza principal de Arequipa lo espera el escuadrón de fusilamiento. Ya escribio una ultima carta a su amda esposa. Ya no tiene a nadie más, solo queda Salaverry.

¡Soldados! …¿no me conocéis? … ¡Qué! …¿no sabéis a quien fusiláis?...

A su frente sólo responde una descarga cerrada y el caudillo Salaverry se desploma para siempre…

Viejo Ensueño

A los treinta y siete años de edad, Santa Cruz ha alcanzado a ser el amo indiscutible de Bolivia; a los cuarenta y cuatro, lo es del Perú y Bolivia. En aquella época salvó a una nación desorganizada que se hallaba al borde de la disolución, ¿logrará repetir la hazaña frente a una obra más completa?

Quizá en este momento en que, destrozados sus enemigos, nada ya amenaza a su patria, otro gobernarte habría plegado sus pendones de guerra y retornado al seno de ella, para consolidar dentro de modestos límites, su labor administrativa.

Pero él no está satisfecho.

Aunque ha vencido, Santa Cruz desea que la Confederación Perú -boliviana no sea impuesta por las armas sino que emerja de la voluntad de ambas repúblicas, consultadas mediante comicios populares o por medio de sus representantes legales.

Para ello, ha llamado a dos asambleas deliberantes, en las que estarán presentes delegados nor y sur peruanos, respectivamente.

El bloque del Sur, se halla formado por los departamentos de Arequipa, Cuzco, Puno y Ayacucho. Sus representantes se dan cita en Sicuani, que inaugura sus deliberaciones el 16 de Marzo de 1836. Como corolario de sus deliberaciones, la Asamblea de Sicuani, declara el 17 de Marzo de 1836, la independencia de los cuatro departamentos, comprometiéndose a federarse con el Estado que se forme con el Norte del Perú y con Bolivia. Confiere a Santa Cruz la suprema autoridad.

Otra ley de 19 del mismo mes, aprobaba el tratado de Auxilios, celebrado en junio de 1835, y todos los demás actos administrativos del gobierno provisional del Perú.

Fija las armas del nuevo estado: un sol radiante con cuatro estrellas colocadas en forma de un arco de círculo. La bandera está compuesta por los colores rojo, verde y blanco.

El primer obstáculo esta vencido.

Los acontecimientos se desarrollan como Santa Cruz ha previsto. El 20 de junio de1836, el Congreso aprueba todos los actos del gobierno. Ratifica la disposición de Bolivia para confederarse con los Estados Nor y Sud peruanos.

15 de Agosto, los obstáculos están vencidos. Designan a Santa cruz con el título de “Invicto Pacificador”

El 20 de Octubre de 1836, Santa Cruz expide el decreto que crea la Confederación Perú-boliviana.

¡El viejo ensueño se ha realizado!

¿Por qué, Dios mío, por qué?

Pese a sus victorias, Santa Cruz no ha dejado de ser el administrador y gobernante de siempre, antes que el militar.

Declara a Arica, Cobija y Callao, puertos de depósito, para contrarrestar el influjo del comercio chileno y vitalizar el de Perú. Con ello, acrecienta la suspicacia chilena.

Procura cancelar la deuda interna y externa del Perú mediante un severo régimen de economías, en las que él mismo brinda el ejemplo. Las actividades industriales en todos sus rubros son alentadas, con buenos resultados. Empero, hay mucho de dramático y premonitor en esta prisa afiebrada de Santa Cruz, por cumplir su obra de gobernante. Parece que extraños presentimientos le indicaran que dispone de poco tiempo; que es preciso apresurarse.

La Confederación es sordamente resistida tanto en el Perú como en Bolivia. Se rumorea que el esfuerzo que empeñó fueron vanos, o insuficientes.

Bolivia se resiste a la Confederación, por que cree que estando dividido el Perú en dos estados, se hallará en situación de inferioridad.

Se acusa a Santa Cruz por no haber obrado como “boliviano”, se repite que sin Bolivia, que sin su dinero, armas, sangre, jamás hubiese existido la Confederación.

El Perú tampoco está satisfecho. No ha olvidado que Santa Cruz ha nacido en Bolivia. Además sus victorias han lastimado el amor propio nacional. Se reara inclusive en bagatelas:

“la bandera de la confederación lleva mas colores bolivianos”

“se pretende sojuzgar políticamente al Perú, imponiéndole inclusive la legislación boliviana”…

Santa cruz se entristece al comprobar que su obra no es comprendida y que los pueblos que deberían alentarle son los que -con increíble miopía política - le combaten con su frialdad y su pasiva resistencia.

Cuando más medita y cavila, mayormente se convence que el Perú y Bolivia están llamados por el destino a constituir una sola Nación. Su estructuración geográfica, su común origen, su historia, señalan este derrotero. Ambos han formado el Imperio de los Incas…

¿Por qué, Dios mío, por qué?

¿Acaso la Confederación es un error político?, ¿Por qué sigue siendo un paso en el vacío?

Días negros para el Mariscal de Zepita.

En esta época muere su madre, Juana Bacilia. Más solo que nunca, echara de menos el consuelo espiritual de una persona que nunca le pidió nada y que no habría de engañarle ni traicionarle jamás…

Así es imposible gobernar, la Confederación comienza a minarse sin haber alcanzado su edad adulta y quizá esta ya perdida, antes que haga su aparición el enemigo tradicional:

Chile.

El peligro se cierne desde Chile; país austral pobre y sin recursos naturales, el Coloniaje ha constituido una mera Capitanía, mientras el Perú era un virreinato en repúblicas, Chile advierte que fatalmente, por el peso inexorable de las leyes económicas y políticas, será absorbido por esta nueva potencia continental en gestación.

Unos años más y la obra de Santa Cruz estará consolidada y firme. Es pues, preciso atacarle ahora, que aún se bambolea. Asentada la Confederación, resultará menguada y acaso perdida para siempre la naciente hegemonía chilena en el Pacífico Sur.

Durante los primeros años de su vida republicana, Chile mantuvo relaciones amistosas con Perú y Bolivia. Pero hacia 1832, comienza a vislumbrarse las primeras sombras, coincidentes con la aparición en el escenario político chileno de un hombre autoritario, antiguo comerciante en Lima: Diego Portales.

Sus propòsitos bèlicosos crecen de punto, cuando desde la montaña andina, desciende un guerrero dispuesto a realizar la fusiòn entre Bolivia y el Perú.

- “Ese Cacique del Perú, nos va a dar mucho que hacer”, exclama.

Es preciso destruir a Santa Cruz, a cualquier precio.

Hombre fuerte del gobierno chileno, Portales se ha percatado que la guerraes el unció medio de malograr el fortalecimiento de la Confederación.

Santa Cruz queda más abatido aún cuando oye que se aproxima un guerra para destruir a la Confederación.

¿Por qué, Dios mío, por qué?

El 26 de diciembre de 1836, el Congreso chileno aprueba la declaratoria de guerra. Considerando juicios absurdos contra el Mariscal de Zepita.

Tras tratados y negociaciones, los chilenos niegan y desaprueban cualquiera de estos, encerrándose en el camino del conflicto.

Santa Cruz hubiese cedido, pero al darse con esta roca, se prepara para los días rojos.

Pero el destino ha dispuesto los acontecimientos en otra forma.

El 3 de Junio de 1837, el cuerpo expedicionario chileno se amotina en Quillota y apresa al propio Portales. Encabeza a los sublevados el coronel Vidaurre,

quien redacta un memorial en el que acusa al Ministro por sus actitudes despóticas.

Lanza un grito antes de morir. - “¿es posible, soldados, que tiréis contra mi?”-

Muere Portales; pero el motín es sofocado. Se acusa a santa Cruz como a instigador del asesinato. Empero, vuelve a Bolivia negándose de cualquier responsabilidad de la muerte de Portales. Rumores de invasión argentina lo atrae a su tierra.

El plan chileno comienza a entrar en ejecución: distraer al Protector; crearle enemigos en todas partes; acosarle; no darle tregua; fomentar la disensión interna.

¿Por qué, Dios mío, por qué?

La patria está en peligro. La amenazan, por dentro y por fuera, los enemigos extranjeros y sus malos hijos. Santa Cruz desoladoramente solo, deberá luchar contra los chilenos, contra los argentinos y contra los propios bolivianos. Está solo.

En el tranquilo amanecer del 15 de Septiembre de 1837, esa flota peruana por su origen chilena, enfila proas rumbo al norte, llevando la guerra a las tierras del Inca.

Tienen como objetivo tomar Arequipa. Todos al mando de Blanco Encalada.

Santa Cruz piensa en otras maneras de resolver los conflictos, de desarmar al enemigo con elegancia. Muestra hospitalidad a los residentes chilenos.

El Protector establece una Amistad con franqueza y sin máscaras con el chileno Blanco Encalada, quien el 15 de diciembre de 1837 retorna a su País sin gloria, silencioso. Encuentra nobleza y amistad donde fue a buscar odio y destrucción.

Es Argentina ahora la que hace las maniobras. El 19 de Mayo de 1837, declara la guerra a Bolivia. Esta vez que no se van sin destruir la Confederación.

Las fuerzas armadas no pierden el tiempo y se ponen en marcha. El 13 de Septiembre corre sangre argentina. En Santa Bárbara se enfrentan el teniente Coronel Fernando Campero y el General Felipe Heredia.

No fue la única batalla, los caudillistas argentinos atacaban a cada momento, sin previo aviso. Más ninguno puedo atravesar las paredes bolivianas. Nadie quebró la Confederación ni el corazón del Protector.

Blanco Enalada llega a chile sin triunfo. El recibimiento es hostil. Empero los Chilenos no se quedarían a ver como decaen, el 18 de diciembre el presidente Joaquín Prieto expidan un decreto por el que se desconoce el Tratado y se ordena la continuación de hostilidades contra el gobierno protectoral.

El destino de la Confederación yace en el uso de las armas, esta vez sus propios amigos, colegas, compañeros, le dan la espalda.

¿Por qué, Dios mío, por qué?

Son pocos sus seguidores, militares. Puede presenciar como su confederación será desplomada.

¡No será tan fácil!

El Mariscal de Zepita, lucha por el todo, por la carne y los huesos.

Chile, no esperaba a un adversario tan potente, tan enajenado.

Chile huye del campo de batalla, se queda sin municiones, sin armas, sin corazón. Sin vida.

Hay alguien que le repite al Salvador, “ataquemos ahora que están agotados”. Pero Santa Cruz no ataca. Entre bostezos repite. “mañana morirán, mañana”…

20 de Enero de 1839, 5 de la madrugada, se oye el clarín chileno que anuncia el ataque. Santa Cruz comete un gran error.

Santa Cruz ha sido espectador del desastre. Todos sus hombres han muerto, batidos después de lanzarse a una desesperada y estéril carga a la bayoneta.

¿Por qué, Dios mío, por qué?

El Cóndor tiene las alas quebradas

¡Vil Gamarra!, ha vuelto a sembrar más odio, ha vuelto a hundir a Bolivia. Y a su Protector.

El 16 de Julio de 1839, se instala en Chuquisaca el Congreso nacional, y su presidente, José Maria Serrano, antes incondicional colaborador de Santa Cruz y co-responsable en su política, inaugura las deliberaciones con estas palabras:

…”Por haber influido (el Mariscal Santa Cruz) directamente con medias de coacción y violencia en las elecciones populares.

…”Por haber destruido el hecho de la Independencia y soberanía de Bolivia…

Santa Cruz es acusado de traidor de la Patria. Es despojado de todos sus bienes, aún de los de herencia de sus padres.

Sus amigos, lo entregaron en bandeja de oro. Pero su alma es grande y sabe sobreponerse a estas miserias. Todo ha sido inútil y Bolivia, la patria lejana, vuelve a ser presa de la anarquía, del desorden y de las ambiciones de caudillejos militares.

Triste en verdad. El Perú y Bolivia acceden a la petición chilena y suscriben un convenio tripartito por el que Santa Cruz es entregado en calidad de rehén del gobierno de Santiago. La suprema gratitud de aquellos pueblos.

Cóndor de alas quebradas, Andrés Santa Cruz es conducido a bordo de la fragata “Chile”, que parte de inmediato rumbo a la tierra enemiga.

Su propia Patria le ha vendido…

Ministros de relaciones exteriores vienen en busca del Mariscal de Zepita. Quien es partícipe de un tratado, de un trueque por el “Protector”.

El 19 de Abril de 1846, desde Valparaíso, dirige a sus compatriotas un mensaje de despedida. Al día siguiente se embarca a bordo de la fragata “Nouvelle Gabrielle”, rumbo a Burdeos. No volverá más a Bolivia.

Se ha obscurecido para siempre esa estrella tan brillante como el Sol…

En Europa recibe la justicia que Merece. La Corte francesa le acoge con honores extraordinarios.

El tiempo pasa, y la voz de Andrés Santa Cruz, ya no es la misma arma que solía mover naciones. Quiso, trató de volver a Bolivia, candidatear para Presidente, que absurda idea. Jamás volverá. Jamás.

Camina como un fantasma, su figura imponente se ha encorvado, sus pensamientos vuelan más atrás. A esos remotos días de su infancia, junto a su madre. Los cuentos de Incas, de sangre y conquistas. ¡el gran Perú! … el viejo ensueño…¡La Confederación …! …sus viejos amigos: los gigantes de piedra…las pampas vírgenes…el Lago Sagrado de sus antepasados…

Otoño 1865…

El 12 de Junio ha redactado su testamento un documento severo, lleno de melancólica dulzura. Palabras de agradecimiento a su esposa… consejos a sus hijos… perdón para sus enemigos…

Un día, al subir las escaleras de su casa, se desploma de súbito. Cuando sus hijos acuden a asistirle, encuentran que los ojos de Andrés Santa Cruz y Calahumana, están ya velados por la muerte.

Es la una de la tarde del 25 de Septiembre de 1865.




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Enviado por:Hassasin
Idioma: castellano
País: España

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