Literatura


Alejandra Pizarnik


PLAN DE TRABAJO Nº 1:
La pregunta por la especificidad de lo literario

El profesor Enrique Pezzoni inicia su texto "Alejandra Pizarnik: la poesía como destino" con un epígrafe del escritor Octavio Paz: "El arte no es un espejo en el que nos contemplamos, sino un destino en el que nos realizamos"
La frase de Octavio Paz puede ser útil a la hora de decidir una posición, un punto de vista, para indagar los rasgos específicos que caracterizan a la literatura. Cobra, además, un valor especial cuando auscultamos en la


1. Dos elementos son recurrentes en estos poemas: la referencia a una segunda persona (tú) y las alusiones a su propia escritura (el poema, la acción de nombrar, la formas, la voz). Un análisis sólo centrado en la primera cuestión podría llevarnos erróneamente a destacar cierto estado de desilusión amorosa en su poesía. Aunque dicha ausencia se explicite, la misma es el origen de la escritura y de la búsqueda de una forma que diga un estado diferente, un mundo alternativo en el que ciertas visiones (dice Sckovski) estarán hechas de palabras. Para comenzar a profundizar en dichos universos realizados en/con palabras le proponemos:

a)Identificar algunos de los procedimientos de la puesta de manifiesto de la lengua poética en los textos seleccionados, explicitar sus relaciones en el interior de cada uno de ellos y su integración en el nivel semántico. Precisar esta última cuestión a partir de una breve reseña sobre Los trabajos y las noches (la misma podría estar destinada a sus alumnos o podría ser publicada en ocasión de una reedición del poemario).

a)Estos poemas representan un tema que es central en la poesía de Pizarnik: la búsqueda de la palabra exacta. Entrega a nivel semántico y fónico una de sus preocupaciones básicas.

El juego de oposiciones será una constante de la poesía de Pizarnik. Los oxímorons que siguen crean la tensión poética de este poema: El lenguaje de Pizarnik se cristaliza en Los trabajos y las noches:

Hay, en la espera,

un rumor a lila rompiéndose.

Y hay, cuando viene el día,

una partición del sol en pequeños soles negros.

Y cuando es de noche, siempre,

una tribu de palabras mutiladas

busca asilo en mi garganta,

para que no canten ellos,

los funestos, los dueños del silencio.

El primer poema, titulado significativamente “Poema”, inicia el largo cuestionamiento acerca de la palabra en sí, vuelta sobre sí misma, el análisis de un metatexto. En este texto se habla del ritual de la ceremonia poética pura:

Tú eliges el lugar de la herida
en donde hablamos nuestro silencio
Tú haces de mí vida
una ceremonia demasiado pura.

El poema la controla, la dirige. El tú aparece explícito. Implica un “yo” que es el autor implícito, Alejandra. Pero el “tú” del poema, también es un “tú” corporizado. La anáfora Tú eliges, Tú haces pone el acento imperativo que la hace volver hacia la palabra como mandato.

El tema de la palabra, del amor, son constantes en esta fase de su obra, y su lenguaje se transforma en juego de oposiciones, al crear las metáforas da una belleza diáfana y cálida a su poesía “hablamos nuestro silencio” Aquí, la pasión, el amor —ya sea el amante o el poema, o ambos— la convierten en “la viajera fascinada, en un fuego incesante”, y su vida es aún “un cuento para niños / en donde naufragios y muertes / son pretextos de ceremonias adorables”.

Los sustantivos para el amado son la noche, la sed. Le ruega:

tú me desatas los ojos
y por favor
que me hables
siempre

El rostro del amado como “piedra preciosa”, la voz del amado “petrificada en mi memoria”, como un “pájaro asido a su fuga”, “un aire tatuado por un ausente”, la ausencia del amado como “una grieta en un muro”, “algo en el viento / un sabor amargo”. Todo ilustra el uso de un lenguaje iconizado la grieta / la herida, fuerte por el uso de oposiciones y sinestesias, y que mantiene un tono de esperanza, aún en poemas que expresan el abandono que ha sufrido de ese amado:

Cuando sí venga mis ojos brillarán
de la luz de quien yo lloro
mas ahora alienta un rumor de fuga
en el corazón de toda cosa.

“Anillos de ceniza”. El tema central será, desde ahora, el amor perdido, y el sujeto de la enunciación ya no es un “yo”, sino “alguien”. Pizarnik toma distancia de un “yo” lírico, y aparece ese “alguien que soñó muy mal”.

Nunca de nuevo la esperanza
en un ir y venir
de nombres, de figuras.
Alguien soñó muy mal,
alguien consumió por error
las distancias olvidadas.

.

La especialización es rigurosa en Los trabajos y las noches. A la palabra se le concede una arquitectura que la sostiene en el espacio. El ritmo está claramente marcado, acentuando la espacialización. El peso de cada palabra está dado por su ubicación en el verso, y por el juego que se establece entre los diferentes versos. Hay pausas, hay silencios. La importancia de los silencios en ese espacio de la página en blanco obsesionaba a Pizarnik. En ese espacio poético, los recursos de que echa mano contribuyen a que cada poema, sea, en verdad, como una pintura. En su ensayo “El poeta y su poema” Pizarnik describe un gesto de las artes plásticas que ella incorpora a su proceso poético: “adhiero la hoja de papel a un muro y la contemplo [...] A veces, al suprimir una palabra, imagino otra en su lugar, pero sin saber aun su nombre”. En la página como en la pintura, las palabras se vuelven figuras en un espacio. El uso casi constante de la anáfora en el eje sintagmático, estructura los poemas como un cuadro abstracto, mientras que la aliteración que se cumple en el eje paradigmático, crea la música, que se convierte en la melodía de ese pentagrama.

El más perfecto ejemplo donde la poesía es pintura, y por ende, tiene un espacio físico aparece en “Nombrarte”, a nivel también semántico:

No el poema de tu ausencia,
sólo un dibujo, una grieta en un muro,
algo en el viento, un sabor amargo.

Esa grieta como herida, ese viento como amenaza, ese gusto amargo, crean ya un poema elegíaco, pero donde la tristeza está aún controlada, medida. No es todavía el poema de la ausencia: es sólo un dibujo y hay esperanza de un reencuentro.

La distribución en la página es primordial, para dar valor y peso a ciertas frases, a ciertas palabras.

Los poemas de Alejandra Pizarnik, se caracterizaron por preocupaciones de orden formal de la poesía, la abolición no sólo de la rima sino también de los metros regulares, de mayúsculas y de signos de puntuación. Y aparece también una preocupación crítica con el lenguaje bajo forma metalinguística, donde observamos la gran influencia de Mallarmé.

La economía rigurosa de Los trabajos y las noches y su veta surrealista hacen de este libro su culminación lírica. Hay, allí una unidad de temas y de forma que da al libro una calidad integrada a la ambientación poética. El tema del amor en Los trabajos y las noches se cumple en la dicha; la primera parte de este libro muestra la trascendencia del ser en la culminación amorosa. Pero luego se vuelve a la sed como emblema, y surge el designio de “no sustentarse de nuevo en el amor”. Vimos que la primera parte del libro termina en una elegía, “Sentido de tu ausencia”. Y veremos que los dos temas que recorren toda su última etapa poética serán, precisamente, la muerte y la ausencia. La aventura de Pizarnik ya no se cumple en el amor. El lenguaje cambia: los verbos y adjetivos son destructores: palabras mutiladas, lilas rompiéndose, y “los funestos” son “los dueños del silencio”. Esta sustantivación del adjetivo funestos, da al escrito una eficacia más terrible aún. Pizarnik intentará exorcizar a la muerte, a la soledad, al fracaso de la palabra poética que no funda ya su mundo. “Son mis voces cantando / para que no canten ellos / los amordazados grismente en el alba”. El mundo será gris, gris su nombre, su pronombre. Su propia ausencia en definitiva, su destierro, es total, y el cerco se va cerrando en torno: “los que llegan no me encuentran / los que espero no existen”. Y la sensación de impotencia ante lo tenebroso, la violencia, dirá: “Aunque es tarde, es noche / y tú no puedes. / Canta como si no pasara nada / Nada pasa”.

b)Comentario sobre la poesía de Alejandra Pizarnik

Alejandra Pizarnik es una de las grandes poetas argentinas del siglo XX y una de las voces más inquietantes de la poesía contemporánea en castellano. Ahora mismo es también un mito al que contribuye su misteriosa personalidad y su suicidio final con apenas cuarenta años de edad. Pero Pizarnik es mucho más que ese mito, es ante todo una poesía luminosa y opaca al mismo tiempo, una poesía concentrada situada en los límites de lo decible. Desgarradoramente contenida.

Alejandra Pizarnik al mismo tiempo que apasiona su vida con la poesía y la creación, encuentra en la pintura no sólo regocijo, sino también lo que podríamos llamar una técnica. El arte plástico le brinda al espacio creativo, pocas veces inmediato, los indicios necesarios para la construcción del poema. Ella será incansable en la búsqueda, para su poesía, del mismo silencio que entrega un cuadro. El conjunto de su obra manifiesta una preocupación por el lenguaje y la perfección estética; ambas instancias transforman a Alejandra en la incansable buscadora del acto poético, que le permita componer el poema exacto “Esta ceremonia demasiado pura”. Esta cualidad irá marcando huellas que dejan hilvanar junto a sus poemas la desesperación y la exigencia ante el instante creativo. Ella misma dice: "Este modo complejo de sentir el lenguaje me induce a creer que el lenguaje no puede expresar la realidad; que solamente podemos hablar de lo obvio. De allí mis deseos de hacer poemas terriblemente exactos a pesar de mi surrealismo innato y de trabajar con las sombras interiores. Es esto lo que ha caracterizado a mis poemas. Hay manifiesta una utilización de la palabra como herramienta y es a través de esta, la palabra, que Alejandra da a conocer los límites que en sí misma encierra. Paralelamente a esta preocupación por el lenguaje, irá impregnando a sus poemas el desdoblamiento de la persona, el espacio fracturado del yo. Alejandra define su estar en el mundo, desde la poesía, como una batalla para concretar la unidad tan deseada entre el arte y la vida.. Otras imágenes aparecen como destellos, toman vuelo y luego descansan hasta el próximo poema. Las Figuras evocan explosivamente, algunas veces en clave de sombra otras en soles negros, la angustia y el grito, la desprejuiciada risa y el nacimiento, la ironía y el sarcasmo, y que se detienen todas y cada una ante la presencia de la Vida y de la a Muerte. En el juego de la oposición de la palabra y el silencio oculta el lenguaje dentro del lenguaje y sella su destino certero, su peregrinar por la metáfora como en el poema “Fiesta” donde describe su viaje poético y dónde cada verso es una resolución, una comunión del poema con el espacio donde convergen “desplegado, mapa, itinerario, lugar, llegan, espero”. Este esperar en un lugar para desplegar la forma de la palabra. En orfandad, viento, en no ser encontrada por lo que no existen, plasma la soledad en unión mística con la forma. Búsqueda que emprende desde el exilio: el viaje hacia la fiesta donde frente a desconocidos, extraños, sentirá su orfandad pero el lugar donde quedarse. Cada verso de Alejandra Pizarnik es la creación de mundos concretos y objetivos. Cada revelación por la imagen es , sencillamente, lo que permite ver. No hay representación, ni relato, ni narración que permita seguir el recorrido de una imagen por inferencia. Cada palabra es lo que es. En cada poema se suceden imágenes presentes. En la anáfora encuentra Alejandra el recurso para que su poseía no sea un narrar sino un valor que debe aprehenderse en cada parte. El tema del lenguaje está indisolublemente ligado al tema del silencio. Lenguaje y silencio son los dos ejes fundamentales que articulan la poesía más recordada de Pizarnik; su obsesión por la palabra es clave para entender su poesía. Es por la palabra que espera llegar a la “tierra prometida” Reflexiona sobre el ser y la función de la poesía en un verdadero metatexto. El cuestionamiento del lenguaje —de su lenguaje— la continua reflexión sobre el acto poético mismo produce lo mejor de su obra. Para ella “la poesía es el lugar donde todo sucede”. Y encuentra que “en oposición al sentimiento del exilio, al de una espera perpetua —está el poema— tierra prometida”. Es decir, la gestación del poema se llevará a cabo en silencio, internalizada, en esa lucha por alcanzar la palabra exacta. Hay oposición entre decir y hacer, semánticamente. Sin embargo, Pizarnik sinonimiza los dos verbos: el lenguaje la cubrirá. Si la poesía es una música, es también un infierno. La ambivalencia, la polaridad de símbolos, es una característica notable de la poesía de Pizarnik. La trascendencia reside en la expresión poética. Pizarnik no la logra casi nunca, queda atrapada en la palabra, naufragando en ella. No existe diálogo, sólo caos verbal sin ordenación. La pasión del lenguaje y la rebelión contra su lenguaje son constantes de su obra. Si para todo ser humano los límites de su mundo son los de su lenguaje, es obvio que este hecho es central al escritor. De allí la obsesión de Pizarnik por establecer las funciones que cumple la palabra, a diversos niveles. La palabra funcionará sucesivamente como máscara, como creadora del objeto, como metalenguaje.

Al enfrentarnos con Los trabajos y las noches, vemos que toda la primera parte del libro es, en verdad, un largo canto al amado. El cuerpo de ese amado será “un amado espacio de revelaciones”. Es quien “apaga el furor de mi cuerpo elemental;” representa también la entrega sexual: “una flor / se abre / a la delicada urgencia del rocío”. En “Quien alumbra”, y “Reconocimiento” el amado es clave para hacer de su memoria “una viajera fascinada / un fuego incesante”. El amor salva a Pizarnik de su caída, la aparta del constante umbral hacia el precipicio que amenaza derrumbarla. Es una presencia constante que la libera: “tú me desatas los ojos / y por favor / que me hables / siempre”.

Tanto en “Un lugar para huirse” como en “Fronteras inútiles”, el espacio vacío que deja el amor, se convierte sólo en “un lugar de ausencia / un hilo de miserable unión”. Ese gran espacio deshabitado la definirá en el tiempo. “Espacio. Gran espera. / Nadie viene.

Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras no guarecen, yo hablo.

Fragmento de: Fragmentos para dominar el
silencio en: Extracción de la piedra de locura
, 1968

b)Retome el planteo de Sckovski acerca de la percepción de la forma poética (explicitado en el artículo de Todorov sobre los formalistas rusos) y proponga una explicación del poema -Formas-: cómo interpretar la ambigüedad y la dificultad para precisar la forma del poema, qué decir de la certeza de Pizarnik acerca de la oralidad y su condición de juglar?

2)Análisis de el Poema “Formas”

Jakubinski clasifica los fenómenos lingüísticos según el objetivo para el cual el emisor utiliza sus representaciones lingüística en cada caso particular. Lenguaje practico (del pensamiento verbal), en el que las representaciones lingüísticas (sonidos , elementos morfológicos, etc) no tienen valor autónomo y solo son un medio de comunicación y otras representaciones donde lo práctico pasa a segundo plano y adquieren valor autónomo (equivalencia entre poético y valor autónomo).

El pensamiento o la comunicación interhumana es medio y no fin (heterotélico). El lenguaje poético es autónomo es su propio fin (autotèlico) . Lo poético tiene carácter sensible de construcción, hace sentir su aspecto acústico o el articulatorio (semasiológico). En el caso concreto del poema “Formas” de Pizarnik lo sensible de las palabras es su construcción, su disposición. La poesía aspira a la expresión. La poesía configura a la palabra con valor autónomo en un momento único y esencial de la poesía en particular.

Para los formalistas rusos la poética es un discurso superestructurado, donde todo se justifica: se percibe en sí mismo. Coherencia interna y falta de finalidad externa. Siempre es construcción y juego y no un simple reflejo de sentimientos personales (transmental). El autotelismo del lenguaje poético se favorecerá por las relaciones de semejanza (motivación del signo). En los lenguajes emotivos y poéticos, las representaciones fonéticas como semánticas , el aspecto sonoro y la significación vuelve el lazo mas intimo y el lenguaje se vuelve revolucionario y las relaciones de contigüidad retroceden al segundo plano. En poesía la asociación mecánica se reduce al mínimo. El objetivo del mensaje en cuanto a tal, el acento puesto en el mensaje por su propia cuenta, es lo que caracteriza la función poética del lenguaje. La función proyecta el principio del eje de la selección sobre el eje de la combinación. Moritz declara que la ausencia de finalidad externa debe ser compensada, en arte, por una intensificación de la finalidad interna. Desde el punto de vista externo, el discurso se mueve libremente y de manera autónoma ,solo en si mismo esta ordenado y sometido a la regularidad. La obra literaria es un sistema no todo es forzosamente lenguaje transmental ya que todo está construido y organizado.

Sklovski escribe: Si queremos crear una definición de percepción poética y en general artística, nos toparemos sin duda con la definición que la percepción artística es aquella en a cual se experimenta la forma. En el poema “Formas” Pizarnik juega con la dimensión y le otorga a la “o” todo el poder de la continuidad, de lo incesante que se despliega en infinitas posibilidades - “o pájaro o jaula o mano asesina o joven muerto o amazona jadeando o silenciosa...” Las visiones se suceden sin que la mirada se pose en ninguna , cada verso tiene valor autónomo y revela una cosa y también la otra que se define en la ambigüedad de ángulos opuestos entrecruzando la magia y la poesía. Ella crea mundos y los revela como imagen no de realidades objetivas ,sino como embeleso de quien descubre esto y también lo otro. En Alejandra el desdoblamiento es un punto partida para la percepción de la forma. El enlace entre lo abstracto y lo concreto (en la sinestecia y en la antítesis )“joven muerta” “amazona jadeando” o en la imagen “princesa/ torre más alta” es en ella el miedo, que como no cede nunca asegura el movimiento constante. Su poesía es autoreferencial y en el poema forma vemos como se disloca el sujeto en personajes diferentes “pájaro, princesa , joven, amazona, princesa” para luego replegarse a si misma “ tal vez oral, tal vez juglar” en la única forma posible de constituirse como sujeto “la palabra”. Alejandra hace poesía con inversiones deliberadas de algunos elementos “joven muerta entre cirios” su metáfora es descendente para ser juego de sentido y en la accion combinatoria confluyen la pureza o la fascinación del mal. La escritura automática del surrealismo provee a A.P el instrumento para la originalidad. Introduce el yo en las dislocaciones del sujeto y crea una geometría donde puede dejar hablar las “voces” al mismo tiempo que está presente. Esta dislocación le aporta profundidad y ambigüedad.

La desautomatización, es la ruptura de automaticidad de la percepción. Es el extrañamiento ante lo no conocido. Hay ruptura significante-significado. Un proceso de desautomatización es la metáfora, porque debemos realizar un proceso de comprensión para alcanzar el verdadero significado de esas palabras metafóricas, al haberlas privado de una relación directa.

Es decir, una obra es literaria no por su cantidad de metáforas, sino por la desautomatización de las mismas. Buscar una manera de presentar las cosas como nunca vistas, singularizándolas, sacándolas de contexto para hacerlas llamativas (haciendo uso de procesos de desautomatización) . Se complica la forma, no la realidad. Hay que dar una forma nueva a esos objetos. El artista no pretende informar, comunicar un contenido, sino mostrarnos la realidad, deformándola, manipulando los objetos. La obra de arte es un artefacto, muchas veces sin significados.

Sklovski, piensa que la realidad es siempre igual. Para aportar algo al conocimiento la labor del escritor es presentar la realidad de una manera distinta. No de forma automática, (Rutinaria). Agrega que no es el lenguaje autotelico, es su recepción por parte del lector . En los poemas de A.P uno percibe las palabras como formas , como visión en tanto imágenes que se suceden en cada verso y conservan autonomía con el resto y se acentúa cada visión en la aliteración y la anáfora para darle continuidad espacial. La forma aparece como un catálogo de posibilidades sin que la mirada se pose en ninguna.

En este poema en particular vemos desdoblarse el yo enunciador en múltiples personajes: pájaro, jaula, mano asesina niña muerta, amazona, juglar , princesa, en tanto, como pequeña náufraga, la que murió de su vestido azul ; se distancia de su yo para asumir otras voces que le permitan su continuidad y llegar a los que son sus grandes temas “princesa en la torre mas alta o tal vez oral o tal vez Juglar” silencio y palabra , vida y poesía , forma y contenido, lo sublime y lo ridículo y Alejandra frente a su soledad. Tal vez , dirá la anáfora de Alejandra, tal vez ... nos da, así, una imagen más extraña y la posibilidad de hallar algo nuevo, que en el fondo, es hallar la palabra adecuada para representar, no para sonar sino para que cante, es su condición de juglar “La que murió de su vestido azul está cantando”. Esa mujer “la del vestido azul” se vuelve personaje intensamente autobiográfico, un recuerdo de su infancia con el absurdo de hacer cantar a la muerta, propio de su actitud surrealista “la vida como un collage y la poesía como actividad del espíritu” sus palabra son temas donde la negatividad y lo nocturno la dominan y donde declara la fusión de vida y poesía que fue su mito personal: La poesía como destino.

2. Para volver a la cita de Octavio Paz:
¿Por qué evitar la idea de espejo y de mimesis y optar por la de -destino en el cual nos realizamos-? Proponer una explicación en el marco de la lectura que Enrique Pezzoni realiza de la obra de Pizarnik. (Si el epígrafe de un texto sintetiza su contenido, parafrasear la cita a partir de lo expuesto por Pezzoni).

ALEJANDRA PIZARNIK

Como ha dicho César Aira: No es una solitaria pero hay algo en ella que sólo será capaz de decir en sus versos: su conciencia de extranjera, de ser, como dirá el poeta y pintor surrealista Enrique Molina, una "extraviada de sí misma" o, como dirá ella misma, "un cuerpo sin piel, una llagada". Pizarnik es una desterrada, una nómada, una ausente. Por eso escribe. "En mí el lenguaje es siempre un pretexto para el silencio". Escritura necesaria. "El horror de habitarme, de ser- qué extraño- mi huésped, mi pasajera, mi lugar de exilio". Pizarnik ha sido siempre una criatura herida, castigada y salvada al mismo tiempo por lo que fue su único oficio, la poesía. Sus versos nombran esa imposibilidad que se llama silencio, vacío, ausencia, noche. Pizarnik quiere nombrar al "yo" pero la palabra poética nombra la dispersión de toda identidad. El pronombre queda hueco, aullando su herida. Enrique Vila Matas ha dicho que quizás Pizarnik inventó su vida para poder crear su obra. "Una lírica extrema y también una tragedia", escribe Vila Matas. Hacia el final de su vida, Pizarnik declara que su ideal sería hacer poesía con cada minuto de su diario vivir y en esto, tal vez, imprime su destino:

Ojalá pudiera vivir solamente en éxtasis, haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo, rescatando cada frase con mis días y con mis semanas, infundiéndole al poema mi soplo a medida que cada letra de cada palabra haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir.

La poesía era para ella “un destino, no una carrera”. Es la misma idea de Octavio Paz y otros surrealistas, cuando afirma en Las Peras del Olmo: “El arte no es un espejo en el que nos contemplamos, sino un destino en el que nos realizamos”.

Recuerdo mi niñez
Cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña.

Este doble concepto de niñez anciana, desencantada, y su terrible manera de enfrentarse cada día al sol negro, serán reiterativos de su poesía y devendrán uno de sus temas obsesivos: el de la oscuridad, la noche.

Hasta el fin, Alejandra Pizarnik jugará con la paradoja y el oxímoron. Sus estudios de pintura con Juan Battle Planas, contribuyó a la evolución de sus conceptos sobre poesía, y su modo tratar la distribución del texto sobre la página en blanco, como una forma, un dibujo.

En Los trabajos y las noches ya hay desesperanza; son poemas de gran intensidad, y de gran rigor. Con este libro obtiene el premio Fondo Nacional de las Artes, y el Primer Premio de la Municipalidad de Buenos Aires. En “Cuarto solo” aparece nuevamente el tema de las fisuras, las desgarraduras, formando rostros, manos, clepsidras. Es el inicio de sus obsesiones y delirios, pero no se harán evidentes hasta la última etapa de su obra. El exilio, la alienación que comienza a sentir cada vez con mayor frecuencia, aparece en un poema de este volumen:

Los que llegan no me encuentran,
los que espero no existen.

Enrique Pezzoni, en su ensayo sobre este libro, dice que el exiliado logra en el poema una forma de comunión, pero que su unión mística es con su propia soledad. Creemos, dice, que la soledad de Pizarnik no era con ella misma, era una soledad frente al mundo, era una incapacidad para la comunicación real. Es también una soledad salvadora, que le permite abrigarse con palabras, en oposición a la soledad real, aterradora, de un mundo hostil y externo. El poema es entonces ilusión y compañía, o, por lo menos, ilusión de ser esto para ella. Aquí debemos subrayar que la realidad externa nunca le sirvió de apoyo. Sus tendencias obsesivas se agudizan hacia el final de su vida. Sobreviene una etapa de marcada melancolía, y la sombra de la locura desquició sus últimos años. Aparecen entonces sus libros: Extracción de la piedra de locura (1968), y El infierno musical (1971). Ya todas, o casi todas las imágenes de estos libros son de desgarramiento y de alienación. Es un período de intensa depresión. En el poema “En la otra Madrugada” dice “Escucho grises, densas voces en el antiguo lugar del corazón”. Es en el año 1970 cuando sufre su primer gran depresión y casi no publica. En El infierno musical ya hay imágenes de principio de locura: “Risas en el interior de las paredes”. También en este volumen, en un poema titulado “En un ejemplar de Les Chants de Maldoror” aparece explícita la idea del suicidio: “triste como sí misma / hermosa como el suicidio” El suicidio está descrito en su obra con placer, como si el suicidio —el no ser— fuese un triunfo. El tono de El infierno musical —infierno de la palabra— es de profundo pesimismo y sumamente inquietante. Se hace evidente la disociación de la personalidad de Pizarnik, las múltiples personalidades y las diferentes voces que la atormentan: “Ya no puedo hablar con mi voz, sino con mis voces”. Este volumen termina en un tono de desesperanza, en una serie de preguntas ansiosas y desesperadas, “Cuándo dejaremos de huir? Cuándo ocurrirá todo esto? Dónde? Cómo? Cuánto? Por qué? Para quién?” sus cartas comienzan a ser incoherentes. Sabemos, por documentos de varios amigos, que termina sus días viviendo en un mundo de tinieblas: Rechazaba la luz, y vivía de noche.

Ya en 1962, había escrito en su “Diario íntimo” publicado en Mito, “El misterio más grande de mi vida: ¿Por qué no me suicido? Es en vano alegar mi pereza, mi miedo, mi futilidad. Quizás debido a esto, todas las noches me parece haber olvidado algo”.

Esta búsqueda del poema como única realidad, existencia hecha real sólo por la poesía, llega, como a Van Gogh, como a Artaud, a destruirla. Julio Cortázar resume bien el precio de esa búsqueda en el poema que dedica a la muerte de Alejandra:

Puesto que el Hades no existe, seguramente estás allí,
último hotel, último sueño,
pasajera obstinada de la ausencia.
Sin equipaje ni papeles,
dando por óbolo un cuaderno
o un lápiz de color.

-Acéptalos, barquero: nadie pagó más caro
el ingreso a los Grandes Transparentes
al jardín donde Alicia la esperaba.

La obsesión central de Pizarnik fue el problema del lenguaje. “Creo que la única morada posible para el poeta es la palabra”.Pero más adelante llega a pensar que sólo puede trabajar con alusiones, con aproximaciones, pero no con palabras. Se puede expresar sólo lo obvio, nunca lo esencial, que es, para ella, indecible. Es interesante notar que Borges, en conversación con C. Fernández Moreno, dice que Lugones, que era esencialmente “verbal” —al igual que Pizarnik— se mató cuando comprendió —por fin— que la realidad es incomunicable y atroz. En sucesivas cartas a Juan Liscano hablando de su poesía Pizarnik se refiere a su lucha “cuerpo a cuerpo” con el poema, como si uno y otro fueran una misma cosa que debiera fundirse para alcanzar sentido y trascendencia: transformar la vida misma en poesía. Quiso lograr una poesía sin estridencias, donde cada palabra estuviera medida exactamente a lo que trataba de expresar y se ajustara —también como un guante— a su deseo. Su busca del lenguaje exacto y el riesgo que entrañaba.

Al final de su vida, la coherencia de su obra queda interrumpida y se reduce a un casi caos sintáctico, donde se rompen las secuencias lógicas y las estructuras del lenguaje. La pérdida de la palabra, de su paraíso particular, implica la desfunción de Pizarnik. Es su entrada en el silencio, que refleja bien uno de sus últimos poemas:

a H. M.

estoy con pavura
hame sobrevenido lo que
más temía.
No estoy en dificultad:
estoy en no poder más.

No abandoné el vacío y el
desierto.
vivo en peligro.
tu canto no me ayuda
cada vez más tenazas,
más miedos,
más sombras negras.

Alejandra Pizarnik se libera, en su poesía y su vida, cuando elige el suicidio como salida de elección. Ella misma había afirmado en un ensayo sobre Antonin Artaud, al citar a Hölderlin, que la poesía era un juego peligroso y que contaba ya con sus víctimas: el suicidio del mismo Artaud, el silencio de Rimbaud, el sufrimiento de Baudelaire. Para Pizarnik poesía y vida se identificaban. Como aseguraba de estos poetas, todos tenían en común el haber querido anular la distancia que la sociedad obliga a establecer entre vida y poesía. Pero la fusión de ambas —la fusión sujeto-objeto— si bien lleva a la plenitud buscada, lleva también al silencio. Ya no hay necesidad alguna de aludir, de expresar: todo es.

.Su vida termina en un abandonarse inerte y regresivo. Se suicida el 25 de septiembre de 1972. En uno de sus más bellos hallazgos, expresa su andar hacia esa muerte, mitificada en “princesa”, uno de sus “dobles” que más amaba:

Camina silenciosa hacia la profundidad

la hija de los reyes.

Pizarnik creyó siempre en "la palabra que sana", una especie de terapia del lenguaje que la ayudara a superar el tedio de la vida. "Sin saber cómo ni cuando, he aquí que me analizo. Esa necesidad de abrirse y ver. Presentar con palabras. Las palabras como conductoras, como bisturíes. Tan sólo con las palabras. ¿Es esto posible? Usar el lenguaje para que diga lo que impide vivir. Conferir a las palabras la función principal. Ellas abren, ellas presentan. Lo que no diga será examinado. El silencio es la piel, el silencio cubre y cobija la enfermedad" (29 de mayo de 1965, Buenos Aires).

"Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que se forma el silencio". Pizarnik admite que esta es la única esperanza: "Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa".

Enrique Pezzoni, en su artículo publicado en Proa, denominado “La poesía como destino”, analiza la poesía de Alejandra Pizarnik y su magia que consiste en "crear el espacio del poema, la tierra prometida".
Ese espacio del poema es un territorio promediado en palabras y silencios, presentados en escritura y blancos. Las hojas de los libros de Alejandra apenas son interrumpidas por los versos breves , con los límites escasos de la escritura que, rara vez presentan puntos y mayúsculas ("alejandra, alejandra/debajo estoy yo/alejandra") con los límites escasos de la normativa del español ("pero hace tanta soledad /que las palabras se suicidan"). El blanco es la pendiente inevitable para los ojos del lector y el blanco es todo aquello que sobresale, que desborda al poema, que no puede ser contenido. La poesía presenta en la hoja una yuxtaposición breve de palabras. Conforma un montaje sobre la página desnuda, y ésta crea el silencio. El collage no genera desorden ya que la palabra ordena y jerarquiza. El desorden está en el silencio, en el blanco que se abre al borde de cada voz.

silencio

yo me uno al silencio

yo me he unido al silencio

y me dejo hacer

y me dejo beber

me dejo decir.

En la mitología griega aparecen algunas ideas que resultan recurrentes: la concepción del destino fatal e ineludible, la condena a la desmesura y el castigo a la jactancia. El destino siempre se presenta como invencible, tal es así que ni el mismísimo Zeus, príncipe de los dioses, podía torcer lo que ya estaba predestinado. Sobre la base de esta creencia se sustentan los oráculos, las pitonisas y las Moira. La moira a nivel individual representa "la parte de dicha (o de desdicha)" que acompaña a cada ser humano; pero también la Moira es una de las diosas del panteón griego, una entidad superior que reúne a todas las particulares. También, con esta denominación, se conoce a las Parcas, tres hermanas con específicas labores: una hilar, otra tejer y la tercera cortar. En la poesía de Alejandra aparece casi específico ese hilar en la trama de una hoja que la vida corta, llenándola de silencios. Sus poema se presentan como predestinados a su hacer “la parte dicha” de su existencia, pero en ella la voz canta, dibuja, no narra el devenir , no lo relata , solo lo imprime como punto en el espacio. No es mimesis , la acción de una fábula que cuenta en su nombre lo que describe su poema , es el espacio el que inscribe la forma en por ejemplo: “ no sé si pajaro o jaula , tal vez juglar o princesa en la torre mas alta”...,es en esta continuidad de formas donde Alejandra pincela las ceres, personajes relacionados con su destino. Bichos alados, con colmillos, altamente desagradables, beben la sangre de los muertos que llegado el momento del pasaje al más allá, se ubican en una balanza y con su peso definen el círculo del Hades al que entra el mortal cuyo peso excesivo resulta nefasto. En ella la palabra como destino aparece persuadida de que todo período de buena suerte era fatalmente seguido por otro atroz, que además la condenaba a un futuro siniestro.
Dice Octavio Paz: La poesía es la memoria de los pueblos y la gran fabricante de fantasmas. Aplastado por el cosmos, el hombre se yergue y lo desafía, el poeta desafía al universo. Por la poesía se iguala o supera al cosmos. La poesía es revelación, es vida en esencia, es el universo que se pone de pie. En realidad, la poesía nos hace ver todo como nuevo, como recién nacido, porque ella es descubrimiento, iluminación del mundo. Cuando sentimos que nos salen alas en la garganta y que todo nuestro cuerpo tiembla, estamos en presencia de la poesía. La poesía da vida a la muerte y más vida a la vida. La poesía es la vida de la vida, por eso podemos decir que es el juego de la vida y de la muerte. La poesía siente más que nada el destino del hombre, y cuando creéis que está cantando, ella está llorando la libertad que es el paraíso perdido o, mejor dicho, el paraíso nunca hallado del ser humano (Vicente Huidobro). La poesía es resistencia frente a un mundo que se vuelve cada vez más cruel, cada vez más terrible, deshumanizante, porque todo lo que pasa no está fuera de lo humano, y creo que la palabra es una forma de resistencia muy clara frente a todo esto. Lo extraordinario es cómo la poesía pese a todo, a las catástrofes de todo tipo, humanas, naturales, viene del fondo de los siglos y sigue existiendo. Ese es un gran consuelo para mí. Va a seguir existiendo hasta que el mundo se acabe si es que se acaba alguna vez. (Juan Gelman).

“En Alejandra la poesía es un buscador de palabras que junta en el silencio a medida que salen de su boca. Un lugar de dónde no puede salir y ni tampoco entrar pero siempre buscando el centro donde pensar de qué lado de la puerta está. Es un tropezón , una caída, un encuentro , un muro. Espanta monstruos que viven en su azotea, que pierde objetos de forma inexplicable , que oye ruidos extraños a través de las paredes y embruja el espacio con señales. Fabrica vientos , sube a una rama , sopla. Una hoja se mueve y ésta mueve a la siguiente, multiplica su soplido se vuelve un huracán. Busca un lugar seguro ,su viento la atormenta. Nunca le falla: la palabra.




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Enviado por:Laura
Idioma: castellano
País: Argentina

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