Psicología


Adolescencia


PERSONALIDAD Y DESARROLLO SOCIAL

Probablemente la tarea más importante de la adolescencia es la búsqueda de su identidad. Los jóvenes, entre los 13 y los 19 anos, necesitan desarrollar sus valores propios y estar seguros de que no están repitiendo como loros las ideas de sus padres. Han descubierto aquello de que son capaces y están orgullosos de sus logros. Desean establecer relaciones estrechas con chicos y chicas de su misma edad; saberse aceptados, amados y respetados por lo que son y por lo que pretenden.

Muchas teorías diferentes ofrecen explicaciones del significado de la adolescencia y sus efectos sobre el individuo.

PERSPECTIVAS TEÓRICAS SOBRE LA ADOLESCENCIA

G.Stanley Hall (1916) sostenía que los factores fisiológicos genéticamente determinados producen reacciones psicológicas. Hall consideraba la adolescencia un periodo de “tormenta e impulso”, un periodo de vacilación y emociones contradictorias. Margaret Mead(1961) estudio la adolescencia en otras culturas y encontró que la que se da en la sociedad occidental no es un fenómeno universal. Cuando una cultura establece una transición serena y gradual de la niñez a la edad adulta, como sucede en Samoa, se produce una fácil aceptación de la edad adulta. Las sociedades que permiten a los niños darse cuenta de la actividad sexual adulta, ver nacer a los bebes, familiarizarse con la muerte, hacer trabajos necesarios, ejercitarse en comportamientos asertivos y dominantes, comprometerse en juegos sexuales y conocer con precisión lo que implicaran sus papeles adultos, están bastante libres de las tensiones adolescentes.

Aun en nuestras sociedades, la adolescencia es a menudo calmada. En sus estudios de muchachos adolescentes del Medio Oeste, Offer(1969) encontró poca agitación o caos. Hallo un alto nivel de riñas relacionadas con aspectos relativamente poco importante entre jóvenes de 12 a 14 anos y sus progenitores. En un reciente estudio de seguimiento de estos mismos muchachos, realizado ocho anos después, Offer y Offer(1974) vieron la posibilidad de distribuir a la mayor parte de ellos en grupos. Casi uno de cada cuatro hacia parte del grupo de crecimiento continuo, tales jóvenes eran felices, tenían un auto-imagen realista y revelaban pocas señales de crisis o agitación. Mas de un tercio se adecuaba al grupo de crecimiento agitado, de jóvenes razonablemente bien ajustados que tenían alguna dificultad para enfrentar traumas inesperados y con frecuencia regresaban a comportamientos mas inmaduros o se disgustaban en tiempos difíciles. Menos de un adolescente entre cinco, sin embargo, se adecuaba al cuadro clásico del crecimiento tumultuoso.

Adelson(1979) llama la atención acerca de la imagen que tantas personas tienen del joven turbulento “típico”, debido a la tendencia por parte de los investigadores a centrar su atención en una pequeña proporción de la población adolescente. Como resultado, tenemos una desproporcionada cantidad de información sobre las clases mas altas y mas bajas, pero muy poco acerca de los jóvenes de clase media baja. Los investigadores también han estudiado los problemas de personas emocionalmente alteradas, ateas o excéntricamente religiosas, así como políticamente alineadas. Sobre los estudiantes universitarios sabemos mas sobre aquellos que estudian letras y ciencias sociales, pero muy poco acerca de los dedicados, al estudio de otras ciencias, la tecnología y los negocios. Nuestro conocimiento del desarrollo adolescente es en gran parte un conocimiento del desarrollo de adolescentes masculinos, prácticamente sin ninguna relacion con la manera en que las niñas se convierten en mujeres adultas. Como resultado de tales brechas, en forma sorprendente podemos decir que sabemos poco acerca de los jóvenes normales. Aun mas; de lo que sabemos por estos estudios que se han centrado en jóvenes “comunes”, Adelson (1979).

Sigmund Freud (1953) consideraba la etapa genital de la maduración sexual como el principio fundamental de la adolescencia. Ésta es un redespertar de los impulsos sexuales de la etapa málica, la cual ahora se orienta por canales aprobados socialmente: relaciones heterosexuales con personas ajenas a la familia. Debido a los cambios fisiológicos de la maduración sexual, los adolescentes ya no reprimen su sexualidad como lo hacían durante la etapa de patencia en la niñez media. Sus necesidades biológicas hacen esto imposible. Típicamente atraviesan por una etapa homosexual, lo cual puede manifestarse en rendir culto, como si fuera héroe, a un adulto, o en una estrecha relación de camaradería, precursora de relaciones maduras con personas del otro sexo. Antes que esto se logre, las personas jóvenes tienen que sentirse a sí mismas libres de dependencia en relación con sus progenitores.

Anna Freud (1946) consideraba los años adolescentes como más importantes para la relación del carácter, haciendo más hincapié en este aspecto del que establecía su padre. Los cambios glandulares que producen los cambios fisiológicos también afectan el funcionamiento psicológico. La libido, energía básica que abastece el impulso sexual, vuelve a despertarse y amenaza el equilibrio id-ego, mantenido durante los años de latencia. Los conflictos resultantes causan ansiedad, así como posibles temores y síntomas neuróticos, que ponen de manifiesto defensas de represión, negación y desplazamiento. Para evitar ser abrumados por impulsos instituivos, los adolescentes emplean mecanismos de defensa del ego, tales como intelectualización (transformación de sus preceptos en pensamiento abstracto) y ascetismo (autonegación).

Eric Erikson (1950,1965,1968) identificó la adolescencia como una crisis de identidad en oposición a confusión de papel. El rápido crecimiento del cuerpo y la nueva maduración genital evidencian ante los jóvenes su inminente adultez, y los hacen interrogarse acerca de sus papeles en la sociedad adulta. La tarea más importante de la adolescencia es descubrir “Quién soy yo”. Un aspecto significativo de esta búsqueda de identidad es la decisión por parte de los jóvenes de seguir una carrera.

Erikson considera que el primer riesgo de este estadio es la confusión de identidad. Dice que puede expresarse en una persona joven que toma mucho tiempo para llegar a la adultez y ofrece a Hamlet como un “ejemplo glorificado” de ello. Los adolescentes también pueden expresar su confusión actuando impulsivamente, comprometiéndose en cursos de acción pobremente pensados o regresando a comportamientos pueriles para evitar resolver conflictos. Considera las pandillas exclusivistas de la adolescencia y su intolerancia a las diferencias como defensas contra la confusión de identidad. También considera el enamorarse como un intento para definir la identidad. Llegando a intimar con otra persona y compartiendo pensamientos y sentimientos, el adolescente da a conocer su propia identidad, ve su reflejo en la persona amada y es capaz de clarificar su yo.

Durante la “moratoria psicosocial” que proporcionan la adolescencia y la juventud, los esfuerzos de muchas personas jóvenes se centran en la búsqueda de compromisos a los cuales pueden ser leales. Dichos compromisos son tanto ideológicos como personales, y se extienden a todo aquello que las personas jóvenes pueden considerar válido con el fin de determinar su habilidad para resolver la crisis de este estadio.

LA BÚSQUEDA DE LA IDENTIDAD

Implícito en la travesía adolescente de autodescubrimiento está el vaivén de las personas jóvenes entre la niñez y la madurez. La mayor parte de los jóvenes protesta cuando los adultos les consideran niños, así como cuando utilizan el término “adolescentes”, aun cuando ellos mismos están dispuestos a conceder que en algunas formas todavía pienso y actúo en parte como un niño.

Erikson (1960) recalca que el esfuerzo adolescente para lograr sentido del yo y del mundo no es “un tipo de malestar maduracional”, sino más bien, un saludable proceso vital que contribuye a fortalecer el ego del adulto maduro. La búsqueda de identidad es, por supuesto, una empresa que se produce a lo largo de la vida. La importancia de esta época de la vida es como un punto de lanzamiento para la búsqueda.

INVESTIGACIÓN SOBRE EL TEMA DE LA IDENTIDAD

Se han basado varios estudios en las teorías de Erikson, tratando de determinar las formas por las cuales los compromisos de las personas jóvenes, ya sea en una ocupación o en un conjunto de creencias, las ayudan a formar su identidad.

  • Logro de identidad: Después de una crisis en la cual la persona ha gastado gran cantidad de esfuerzo buscando activamente elecciones, ahora expresa un fuerte compromiso.

  • Cerrazón: Esta persona ha hecho compromisos, pero en vez de pasar por una crisis, ha aceptado los planes de otras personas. Ha llegado a ser un ama de casas piadosas desde el punto de vista religioso, porque su madre lo fue; o en otro caso, ha llegado a ser un hacendado de determinado partido político debido a que su padre también lo fue.

  • Difusión de identidad: No compromisos. Esta persona puede ser un joven busca placeres, que evita activamente comprometerse, o alguien que se deja llevar, sin rumbo, sin metas.

  • Moratoria: Todavía en crisis, esta persona se encamina al compromiso y probablemente logrará identidad.

  • Para muchos adolescentes, los años comprendidos entre los 13 y los 19 son un período de gran idealismo, cuando se llega a estar convencido de la necesidad de cambio social, durante el cual se insulta la hipocresía y complacencia de la sociedad y se trata de cambiar el mundo. Se esfuerzan por ser auténticos y cuando la sociedad puede canalizar constructivamente sus energías, sus contribuciones pueden ser significativas.

    RELACIONES CON LOS PADRES

    Es común la rivalidad entre padres y jóvenes, pero no necesariamente un factor constante de la vida. Estudios (1959) revelan que se produce una adecuada aceptación mutua por parte de padres e hijos. Otro estudio reciente encontró que los padres están preocupados por muchos aspectos de la vida de los jóvenes en esta edad, pero son por lo general positivos en su comportamiento respecto a las personas jóvenes. Los padres dicen “Nos entusiasma su comprensión ingenua, sus sorpresivas evidencias de madurez, su idealismo, su afán por aprender”; “ese admirable llegar a ser amigos, así como padres”, y “ellos los hacen sentir vivos y comprometidos”.

    En 1973 se encontró que la mayor parte de los jóvenes entre los 13 y los 19 años dicen que realmente conocen, gustan de sus progenitores y los respetan. Entre ellos, tres de cuatro sienten que realmente conocen a sus medres y tres de cada cinco sienten que conocen realmente a sus padres. Aproximadamente 78% siente gran afecto por sus progenitores, el 88% siente gran respeto por ellos como personas y casi todos consideran que sus progenitores, a su vez, los cuidan. No obstante, hay una minoría substancial de jóvenes de esta edad que sienten que realmente nuca han conocido a sus progenitores y uno de cada cuatro no puede estar cerca de ellos. Comúnmente, estos jóvenes reprochan a sus progenitores por haber fallado en alguna forma específica, por haber mostrado poca comprensión o poca voluntad para ayudarlos a resolver un problema cuando eran más jóvenes.

    AMBIVALENCIA: Independencia o Dependencia

    Las personas jóvenes se sienten constantemente en conflicto entre su deseo por ser independientes de sus progenitores y darse cuenta de la forma en que realmente dependen de ellos. Los muchachos ven a sus padres como el progenitor más poderoso, mientras que las niñas consideran a sus madres como más poderosas. En su búsqueda de independencia, los adolescentes a menudo rechazan los intentos de sus progenitores para guiarlos, consideran sus opiniones como pasadas de moda definitivamente e irrelevantes y deliberadamente dicen cosas que molestan.

    Esta actitud continúa durante los años universitarios para muchos jóvenes. Se considera que sólo hasta más o menos los 23 años la mayor parte de las personas puede entenderse con sus progenitores en una forma más madura.

    Tratando de encontrar sus propios valores en una sociedad confusa, las personas jóvenes se preocupan por la autenticidad de aquellos que observan como modelos. Están pronto a acusar a sus progenitores y profesores de hipócritas cada vez que se dan cuenta de cualquier incongruencia entre los ideales profesados y el comportamiento real. Las primeras imágenes de sus progenitores como seres perfectos y modelos omnisapientes, se derrumban y nunca más vuelven a aparecer. Desde esta época en adelante, los progenitores son solamente personas como cualquier otra. Pero debido a que una vez se les otorgó mucho más poder que a cualquier otra persona se producen derribamientos de modelos ideales y ello llega a ser penoso.

    Los niños comienzan por amar a sus progenitores. Después de un tiempo, los juzgan. Excepcionalmente, si es que alguna vez sucede, llegan a perdonarlos.

    Los adolescentes requieren la libertad necesaria para pensar por sí solos. Quieren saber lo que sus padres opinan sobre diversos asuntos, pero ellos también desean llegar a sus propias conclusiones. Mientras están buscando respuestas, quieren ser escuchados, respetados y sobre todo tomados en serio.

    FORMACIÓN DE LOS VALORES PROPIOS

    Los jóvenes tienden a tener las mismas actitudes políticas y religiosas de sus padres. Los activistas universitarios de la década de 1960 tendían a provenir de familias liberales activistas. Mientras con frecuencia sus padres estaban consternados por el radicalismo y la ilegalidad de las actividades de sus hijos, los estudiantes mismos consideraban que estaban haciendo lo justo para llevar adelante las ideas de sus progenitores.

    Los conflictos entre las generaciones se dan con menor frecuencia en relación con valores generales que sobre hechos concretos. Los adolescentes desean hacer cosas que sus padres piensan que aún no están capacitados para hacer. Una vez que los progenitores y el hijo logran algún tipo de equilibrio respecto a lo que es permitido y a lo que no lo es, la naturaleza temporal de esta clase de conflictos se supera.

    RELACIONES CON LOS IGUALES

    Con frecuencia los progenitores expresan el temor de que los jóvenes se metan en problemas simplemente por seguir a sus compañeros. La tendencia a asociarse es fuerte durante la adolescencia, así como el deseo de ser aceptados por las demás personas. En tal sentido, un estudio gubernamental extenso con más de 3000 jóvenes llevó a concluir que las amistades de un adolescente tienen más influencia que sus progenitores en determinar el hecho de que se vea involucrado en problemas de delincuencia juvenil. Pero la influencia de los grupos de compañeros no es todopoderosa. El mismo estudio indicaba que los padres tienen mayor influencia en relación con problemas menores tales como la holgazanería y escapar del hogar.

    Los adolescentes se identifican con otros jóvenes de su edad, más que con otras personas de su misma raza, religión, comunidad, o sexo debido tal vez a que sienten que la mayor parte de los otros jóvenes contemporáneos suyos comparten sus valores personales, pero que la mayor parte de la gente de más edad no lo hace. Comparándose a sí mismos con personas que están en los cuarenta y los cincuenta, los adolescentes se consideran más idealistas, menos materialistas, sexualmente más saludables y más capaces de entender la amistad y las cosas importantes de la vida. Quizá algunas personas jóvenes han sentido siempre de ésta manera, aunque en otros países o en otros tiempos, cuando la sociedad veneraba la sabiduría de la vejez, tácitamente las personas jóvenes mantenían la opinión de que solamente hasta llegar a la edad adulta se podría lograr una verdadera comprensión de la vida. En esta época, cuando se venera la juventud, muchas personas jóvenes sienten que nada tienen que aprender de sus mayores. Consideran que sus iguales pueden enseñarles puntos de vista muchos más valiosos, de modo que pasan gran parte de su tiempo con gente de su misma edad.

    AMISTAD EN LA ADOLESCENCIA

    Entre los 13 y los 19 años la amistad llega a ser de vital importancia, en la medida en que los jóvenes se dedican a la tarea de separarse de sus familias, buscando su propia identidad, y en este proceso buscan el aliento de sus afines con quienes puedan realizar este periodo de su vida. Los amigos se dan entre sí el apoyo emocional que los adolescentes necesitan, pero ya no pueden aceptar de sus progenitores. De acuerdo con un planteamiento sociológico, la amistad de la adolescencia “se constituye cuando la pérdida de un fuerte sentido de límite del yo permite llegar a ser profundamente emocional y expresar en forma intensa la propia identidad a otros que, teniendo vulnerabilidades semejantes, no pueden considerarse agentes de un mundo hostil”.

    En muchos casos, estas amistades forjadas más allá de necesidades mutuas perduran a través de la vida. Las cualidades que los adolescentes buscan en un amigo (o en una amiga) son muy similares a aquellas percibidas en estadios posteriores de la vida. Las amistades adolescentes se pueden considerar, por lo tanto, piedras angulares de las pautas de amistad.

    SEXUALIDAD

    La sexualidad llega a destacarse durante la adolescencia, pero un estudio concluyó recientemente que por lo general no constituye el centro predominante de interés, aún en estos años.

    La imagen que las personas jóvenes tienen de sí mismas y de sus relaciones con sus iguales y con sus progenitores está relacionada con su sexualidad. En esta edad, la actividad sexual, desde besos casuales, mimos y caricias, hasta coito, satisface una cantidad de necesidades importantes, de las cuales la menos importante es el placer físico. Más importante es la habilidad de la interacción sexual para mejorar la comunicación, para ejemplificar la búsqueda de nuevas experiencias, para proporcionar madurez, para estar a tono con los compañeros de grupo, para lograr acabar con presiones y para investigar los misterios del amor.

    Muchos adultos creen que las escenas sexuales de los jóvenes de hoy constituyen una gran orgía; que la mayoría de las chicas usan la píldora, y que están listas para ir a la cama con un muchacho tan fácilmente como sus madres les dan el beso de buenas noches. En su mayor parte, esto es ciertamente una exageración, aun cuando nos damos cuenta de que se han producido muchos cambios en las actitudes y el comportamiento de las personas jóvenes en las últimas generaciones.

    COMUNICACIÓN CON LOS PADRES

    Las actitudes hacia la sexualidad y el comportamiento sexual han cambiado, tanto entre las personas jóvenes como entre sus progenitores. Muchos padres están actualmente en un estadio transicional: se dan cuenta de la actividad sexual premarital de sus hijos, pero no pueden aceptarla totalmente. Hoy los valores de los padres son más liberales, especialmente respecto a los jóvenes. Actualmente los padres están menos dispuestos a castigar o a echar fuera de la casa a una hija embarazada que ayudarla. Es posible que se preocupen por el sitio donde van a acomodar al novio de su hija cuando ésta lo invita a pasar un fin de semana a casa; hace veinte años no hubiera admitido que tuviera relaciones sexuales con él ( y ella no se los hubiera dicho).

    Sin embargo, la comunicación acerca del sexo continúa siendo un problema para la mayor parte de padres y jóvenes. Los jóvenes, por lo general, desean poder hablar libremente con sus padres sobre el comportamiento sexual y sus problemas, pero no lo hacen por muchas razones. Consideran que no pueden abrirse confiadamente a sus padres, puestos que éstos a su vez no lo hacen con ellos; porque los puntos de vista de sus progenitores son tan diferentes que éstos no podrían entenderlos a ellos; porque temen la desaprobación de sus padres, sus regaños o castigos; porque sienten que sus padres se ofenderían, decepcionarían o escandalizarían al descubrir que sus hijos “han perdido la inocencia”, porque están desconcertados, u ocasionalmente, por su propio deseo de intimidad.

    Los jóvenes tienden a sentirse más cómodos para hablar del sexo con sus padres, si ambas generaciones tienen valores sexuales similares, ya sean éstos liberales o conservadores; así mismo , madres e hijas tienen una comunicación con más éxito acerca de asuntos sexuales otra combinación progenitor-hijo(a).

    La siempre presente ambivalencia adolescente puede verse en los sentimientos de los jóvenes respecto al hecho de hablar acerca del sexo con sus progenitores. Aunque dicen que les gustaría abrirse y ser francos con sus padres acerca de su comportamiento sexual, no les gusta ser interrogados y tienden a considerar que sus actividades sexuales son solamente asunto suyo. Pero cuando los padres se enteran en forma obvia de las actividades sexuales de sus hijos y las ignoran, con frecuencia éstos se confunden y enojan.

    PRÁCTICAS SEXUALES COMÚNES

    Actualmente muchas personas jóvenes tienen relaciones sexuales a edades muy tempranas. Adolescentes que en un principio podían haberse contentado con mimos y caricias amorosas ahora están culminando sus relaciones con coito. Esta precocidad relativa puede constituir un intento para establecer relaciones significativas. Estos jóvenes se están comportando en formas íntimas, aun cuando todavía no hayan establecido el sentido de realización del yo que Erikson (1950) considera como prerrequisito para una auténtica relación de intimidad.

    Ahora muchos jóvenes se sienten presionados a involucrarse en relaciones sexuales. Algunas veces, los estudiantes universitarios se preocupan por su normalidad, cuando todavía son vírgenes a los 19 o 20 años; muchos de ellos se comprometen en actividades sexuales para verse libres de la molestia que puede implicarse la virginidad y pueden incluso sentir que se liberan de presiones por parte de la familia, de las amistades y de la sociedad si se lanzan a la actividad sexual, aun antes de que estén preparados para ella.

    ACTITUDES SEXUALES COMÚNES

    Las personas jóvenes tienen ideas afianzadas de lo que es correcto e incorrecto con respecto al sexo. Más de ocho entre cada diez posee fuertes convicciones de lo que es correcto e incorrecto respecto a sí mismos, pero son tolerantes y rechazan el condenar a otros. La ética prevaleciente implica que “si dos personas desean tener relaciones sexuales en alguna forma eso es moral, siempre y cuando ambos deseen hacerlo y no se lesione a ninguna de las dos”.

    Los jóvenes modernos manifiestan opiniones firmes en contra de la explotación, como por ejemplo en contra de que un joven le diga a una chica que la ama solamente para que tenga relaciones sexuales con él.

    DIFERENCIAS SEXUALES Y DOBLE MORAL

    Los hombres y las mujeres jóvenes difieren en la naturaleza de sus impulsos sexuales y en su comportamiento sexual. Los muchachos se excitan mucho más fácilmente. Tienden a tener una erección cuando inadvertidamente tocan o ven una chica, cuando leen u oyen acerca de actividades sexuales, cuando miran escenas eróticas, cuando piensan sobre el sexo y cuando se entretienen en mimos y caricias amorosas. A menudo se preocupan por tales erecciones pero rara vez pueden controlarlas. Una vez excitados, sienten intensa urgencia de descarga sexual, urgencia que se centra en el área genital. Hacia los 15 años, la mayor parte de los muchachos tiene orgasmos dos o tres veces a la semana, en su mayoría como consecuencia de la masturbación, de sueños sexuales y de caricias. Alcanzan su máxima capacidad sexual durante los últimos años de la adolescencia (al acercarse los 20) y aunque pueden permanecer sexualmente activos hasta la vejez, la tasa de actividad decrece gradualmente. Los muchachos son sexualmente más activos que las chicas: comienzan más temprano, tienen más compañeras, tienen menos restricciones por parte de la sociedad y con menor probabilidad insisten en tener el amor como prerrequisito para la sexualidad.

    En casi cualquier caso , las jóvenes adolescentes con mayor probabilidad desean romance y cariño en una relación, que satisfacción sexual. Sus sentimientos sexuales tienden a girar más alrededor de la persona con quien están y menos sobre tensiones físicas específicas. Sin embargo, algunas chicas llegan a excitarse tan fácilmente como los muchachos. Se estimulan viendo, leyendo y pensando en asuntos sexuales. Tienen orgasmos frecuentes, rápida y fácilmente y a menudo padecen un conflicto real para evitar problemas enana sociedad que desaprueba tal comportamiento. También pueden tener dificultades con su propia sociedad adolescente, cuando la mayor parte de las otras chicas, no son sexualmente tan libres.

    La reciente revolución sexual ha afectado mucho más a las chicas y a las mujeres en general que a los muchachos y a los hombres. Será interesante observar si, en este ambiente más libre, la sexualidad femenina llegará a ser prácticamente igual a la masculina o si habrá diferencias entre los sexos respecto a las actitudes, expresión y necesidades sexuales.

    HOMOSEXUALIDAD

    La homosexualidad está dejando de ser algo secreto en nuestra sociedad. Aunque la tasas de actividad homosexual pueden no haberse incrementado, el fenómeno se está haciendo más visible. Más personas están defendiendo abiertamente su preferencia sexual por otras de su mismo sexo y exigiendo que no se les censure por dicha preferencia. La liberación “gay” protesta y realiza manifestaciones para rechazar y terminar con la discriminación contra los homosexuales.

    En un estudio en donde se entrevistó a 60 muchachos de edades comprendidas entre los 16 y 22 años, que habían tenido por lo menos una experiencia homosexual con orgasmo, se encontró de que antes de que un joven se considere a sí mismo como homosexual, por lo común han ocurrido ciertos eventos significativos durante un tiempo, incluyendo juegos sexuales tempranos de tipo homosexual, búsqueda de compañeros homosexuales en la adolescencia y “presentación en sociedad” o participación en el mundo “gay”.

    La mayor parte de los hombres y las mujeres adolescentes considera que la homosexualidad es anormal y pocos dicen que participarían en ella. Más de la mitad apoya las leyes en contra de la homosexualidad y sólo cerca de 40% opina que “si dos jóvenes (hombres y mujeres) desean tener actividad sexual juntos, tienen todo el derecho de hacerlo, siempre y cuando ambos lo deseen hacer”.

    Abundan las teorías acerca de la naturaleza y las cuales de la homosexualidad, con muy pocos conocimientos concretos al respecto. Por lo menos en algunas sociedades como la norteamericana, la homosexualidad masculina es más común que la femenina, aunque no se sabe por qué. Ambos fenómenos se consideran una disfunción patológica o simplemente como una variante de la sexualidad normal; cuando menos un psiquiatra opina que “si no hubiese restricciones sociales respecto a la elección del objeto sexual, la mayoría de los seres humanos viviría como bisexuales”.

    PROBLEMAS DE LA ADOLESCENCIA

    La mayor parte de las personas pasa por los años de la adolescencia bastante bien. Y, sin embargo, muchos problemas serios hacen su primera aparición durante estos años. Algunas de las señales que pueden presagiar grandes dificultades para el individuo son la deserción escolar, el abandono del hogar, el abuso del alcohol y las drogas en general y las dificultades con la justicia. La incapacidad para manejar la responsabilidad del comportamiento sexual a menudo da como resultado un embarazo no deseado o la adquisición de una enfermedad venérea. Con frecuencia enfermedades mentales graves, como la depresión o la esquizofrenia, hacen su aparición en la adolescencia. Es importante recordar que estos problemas no son normales ni típicos, si no más bien señales de que una persona joven está en dificultades y necesita ayuda. Lo arriesgado es suponer que la desorganización del comportamiento es una parte normal y necesaria de la adolescencia, pues dejaremos de reconocer a un joven con dificultades y también que ese joven necesita ayuda.

    ENFERMEDADES VENÉREAS

    Las tasas de enfermedades difundidas a través del contacto sexual han aumentado para todas las edades en los últimos 20 años. El aumento de las ocho enfermedades venéreas más destacadas, entre las cuales las que más se conocen son el sífilis y la gonorrea, ha tenido efectos particularmente severos en adolescentes. Durante 1972, por ejemplo, medio millón de víctimas de sífilis y gonorrea eran menores de 21 años, y una cantidad significativa, menor 15. Cerca del 11% de los muchachos no vírgenes y del 10% de las chicas no -vírgenes han sufrido de enfermedades venéreas y casi todos los adolescentes mayores de 15 años conocen por lo menos un amigo que las ha sufrido.

    Las razones para este incremento de enfermedades venéreas entre las personas jóvenes son múltiples: el aumento de la actividad sexual entre los grupos de todas las edades; los anticonceptivos orales, los cuales no protegen de las enfermedades venéreas; la sustitución del preservativo que sí protege de tales enfermedades; la actitud complaciente que señala las enfermedades venéreas como de fácil curación; el punto de vista de la fábula personal, el cual lleva a los jóvenes a pensar que ellos y las personas con quienes tienen contactos sexuales con inmunes; y la aceptación de correr riesgos porque las personas quieren tener relaciones sexuales y tal deseo supera el temor de adquirir una enfermedad venérea.

    La mayoría de los jóvenes conocen aspectos básicos relacionados con la salud, tales como las enfermedades venéreas se transmiten a través del contacto sexual, que cualquiera puede contagiarse y que son graves. Pero a menudo rechazan buscar ayuda porque temen que sus padres los descubran, y se avergüenzan y preocupan de lo que sepan sus compañeros sexuales. La mayor parte de las campañas educativas intentan erradicar las enfermedades venéreas centrándose en descubrirlas y tratarlas en forma temprana. Sin embargo, hasta que no se conceda importancia por lo menos igual a la prevención y a la obligación moral de evitar el contagio, no se estará avanzado realmente para detener esta epidemia.

    EMBARAZO EN LA ADOLESCENCIA

    Mientras que, en general la tasa de natalidad (menos nacimientos por mujer) declina en diversas sociedades, parece haber un grupo en el cual está aumentado: el de las jóvenes, entre los 13 y los 19 años solteras. Por ejemplo, durante la última década se incrementaron los nacimientos en Estados Unidos, fuera del matrimonio, en 75% entre adolescentes más jóvenes y en 33% entre las de 18 a 19 años. Una de cada diez chicas está embarazada hacia los 17 años; una de cada cuatro, hacia los 19, y ocho de cada diez no están casadas en el momento de la concepción. La proporción de jóvenes blancas que conciben hijos se ha incrementado en los años recientes como resultado directo del aumento de la actividad sexual. Aproximadamente una de cada cuatro jóvenes sexualmente activas ha estado embarazada por lo menos una vez hacia los 17 años y una de cada tres hacia los 19. Aunque uno de cada tres embarazos termina en aborto, esto todavía permite que haya un número sorprendentemente alto de bebés nacidos de jóvenes solteras. En 1977, por ejemplo, nacieron cerca de 600 000 niños de madres menores de 20 años.

    Aunque en Estados Unidos un tercio de los abortos se practica a adolescentes, más de la mitad de jóvenes embarazadas continúa con su embarazo hasta que nace el bebé. Las madres adolescentes dan a luz a una quinta parte de los niños estadounidenses, y la mitad de todos los nacimientos ilegítimos.

    LA CONSECUENCIA DE LA MATERNIDAD ADOLESCENTE

    Nueve de cada diez jóvenes embarazadas de los niveles socio-económicos más bajos, conservan sus bebés. Algunas veces los crían ellas mismas, bien sea que se casen o no con el padre de la criatura o se los dan a sus madres. Las jóvenes de clase media o alta, por lo general, tienen un aborto, entregan al bebé en adopción o contraen matrimonio. De la mitad a tres cuartas partes de los matrimonios adolescentes se hacen “con escopeta” y cerca de la mitad termina en divorcio. Los matrimonios entre jóvenes tienen de dos a cuatro veces más probabilidades de disolverse que los efectuados entre personas mayores.

    Las consecuencias de este incremento de la maternidad adolescente son enormes para las jóvenes madres, para sus bebés y para la sociedad en general. Incluso las mismas mas jóvenes están más propensas a tener diversas complicaciones durante el embarazo, incluyendo anemia, trabajo de parto prolongado y toxemia. Las madres jóvenes tienen el doble de probabilidades de dar a luz a bebés de bajo peso y bebés prematuros, así como de dos a tres veces más probabilidades de tener bebés que mueren durante el primer año y 2.4 veces más probabilidades de tener hijos con defectos neurológicos. Investigaciones recientes parecen indicar que una razón fundamental para los problemas de salud de las madres adolescentes y de sus niños es social y no médica. En dos estudios a gran escala hechos en hospitales universitarios, uno estadounidense y uno danés, los embarazos de adolescentes fueron mejores que los de cualquier otro grupo de edad, lo que llega a sus autores a la conclusión de que “si las adolescentes embarazadas pueden tener desde el comienzo y en forma regular atención médica de alta calidad, lo más probable es que los embarazos y los partos en este grupo de edad no impliquen riesgo médico alguno mayor al de aquellas mujeres que están en el tercer decenio de su vida.

    Aún con el mejor de los cuidados y el mejor de los resultados físicos, sin embargo, la suerte de los padres adolescentes y sus hijos con frecuencia no es la más feliz. El estudio danés antes citado comprobó que las madres adolescentes en el grupo estudiado tenían más problemas para criar a sus hijos, y que hacia el año de edad, sus niños mostraban deterioro, en tanto que los bebés de madres mayores estaban mejorando.

    ¿Por qué quedan embarazadas las adolescentes?

    En una época en que se ha mejorado el control natal, ¿por qué muchas chicas quedan embarazadas? Pocas jóvenes sexualmente activas expresan abiertamente el deseo de tener un hijo fuera del matrimonio pero algunos teóricos creen que muchas jóvenes quedan embarazadas para satisfacer necesidades psicológicas subyacentes. Una de ellas, por ejemplo, pretende expresar a través de su comportamiento fantasías edípicas en las cuales ella sustituye a su padre con su novio; trata de probar su madurez ante sus progenitores; trata de colocarse en una posición igual a la de su madre; considera al bebé como la persona que puede darle amor incondicional que le falta en su vida; tiene el bebé para superar la envidia del pene o muestra algún otro problema de personalidad. Muchos otros observadores consideran que las adolescentes embarazadas no difieren psicológicamente de las jóvenes no embarazadas y sexualmente activas.

    Hallazgos recientes revelan que las jóvenes están en riesgo de embarazo particularmente durante los pocos meses iniciales en que comienzan a tener relaciones sexuales, dándose la mitad de los primeros embarazos pre-maritales adolescentes en los seis meses iniciales y uno de cada cinco durante el primer mes después de comenzar a tener relaciones sexuales. Aunque la actividad sexual comienza cada vez más en edades tempranas, las personas jóvenes rara vez buscan ayuda anticonceptiva hasta que han sido sexualmente activas durante un año o más. Cuanto más joven es la chica comienza a tener actividad sexual, más se demora en buscar ayuda en la anticoncepción.

    El embarazo entre las jóvenes generalmente es el resultado de no usar anticonceptivos. En un estudio se les preguntó a aproximadamente 1000 jóvenes sexualmente activas acerca de sus prácticas anticonceptivas y cuatro de cada cinco afirmaron que tenían relaciones sexuales sin usar medio alguno de control natal. Entre éstas, siete de cada diez dijeron que no usaban anticonceptivos porque pensaban que no quedarían embarazadas. Algunas ignoraban lo relacionado con la reproducción, pensando que no concebirían porque eran demasiado jóvenes; porque su actividad sexual no era frecuente o porque estaban en el ciclo del mes en que esto no podía pasar.

    La segunda razón más importante para no usar anticonceptivos, de acuerdo con el estudio antes mencionado, es la no disponibilidad de los mismos para las adolescentes. Aproximadamente tres de cada diez chicas dijeron que no sabían donde conseguirlos, pensaban que eran muy costosos, no tenían uno disponible en el momento de la relación o no sabían de ellos.

    Algunas jóvenes ignoraban cuáles serían los métodos más efectivos, tales como el diafragma o el dispositivo intrauterino; algunas temían que sus padres se los encontraran. Unas cuantas se resistían a alterar la espontaneidad del acto sexual, presentándose demasiado bien preparadas antes de tiempo. Otras consideraban que la anticoncepción es demasiado problemática u olvidaban tomar las precauciones adecuadas. Otras más consideraban que eso era responsabilidad de sus compañeros. Como en Estados Unidos, donde el aborto está ilegalizado y es fácil de provocar, algunas consideraban que podrían recurrir a éste después.

    La frase “no soy esa clase de chica” resume una razón fundamental por la cual muchas jóvenes no emplean el control natal. Estas otras chicas consideraban que la relación sexual era algo malo y que no deberían tenerla. En tal caso se negaban a sí mismas el hecho de ser sexualmente activas o se mantenían haciendo propósitos relacionados con que “esta noche va a ser diferente”. Evitaban aparecer, aun ante ellas mismas como planeado “llegar hasta el final”. Salvaban su auto-dignidad considerando que habían sido arrastradas por el amor, sin poder hacer nada por sí mismas. La sexualidad no premeditada es aceptable, mientras que si se planea cuidadosamente es algo que sólo hacen las chicas “malas”.

    En años recientes se ha experimentado un notable incremento en la calidad y la consistencia de la anticoncepción adolescente. Se encontró que el porcentaje de adolescentes sexualmente activas que empleaban los métodos más efectivos de control natal, la píldora y el dispositivo intrauterino, se duplicó realmente entre 1971 y 1976, posiblemente debido a que las jóvenes habían tenido a su alcance los servicios de consultoría de planificación familiar. A pesar de este incremento, el conocimiento de las jóvenes de los riesgos de embarazo aún seguía siendo precario; raramente usaban métodos de control natal cuando comenzaban a tener relaciones sexuales y muchas esperaban hasta después del embarazo no planificado.

    Puesto que para las chicas el método más común de control natal es hoy la píldora, automáticamente muchos jóvenes suponen que sus compañeras han tomado precauciones. Más del 60% de los muchachos que habían tenido relaciones sexuales durante el mes anterior nunca usaron un preservativo, aunque era el anticonceptivo masculino más común. Algunos jóvenes temían que si discutían la posibilidad de embarazo, sus compañeras cambiarían de opinión respecto al hecho de desear la relación sexual.

    Los padres no casados no parecen tener grandes motivaciones psicológicas para engendrar hijos. Comparados con otros jóvenes, los padres adolescentes son muy similares en personalidad y funcionamiento intelectual.

    NECESIDADES DE LAS MADRES ADOLESCENTES

    Las chicas embarazadas tienen necesidades especiales. Cualquier mujer embarazada necesita estar segura de su capacidad para dar a luz y cuidar del hijo, así como para continuar siendo atractiva. Necesita comunicar sus ansiedades y recibir acogida y confianza. La joven soltera es especialmente vulnerable. Se da cuenta de que emocional e intelectualmente está lejos de la madurez que creía tener. Y cualquier cosa que decida respecto al bebé, implica para ella sentimientos conflictivos. En el momento en que necesita más apoyo emocional, por lo general es cuando menos lo recibe. Su compañero puede estar asustado por la responsabilidad y huir de ella. Su familia puede estar disgustada con ella. Ella puede estar alejada de sus amistades por no poder ir a estudiar con ellas. Su aislamiento emocional en un momento de gran tensión puede desorganizar la búsqueda adolescente de identidad. Para aliviar estos problemas, la chica debería poder analizar sus problemas con un consejero interesado en ayudarla, acogedor y experto.

    Aunque el mayor efecto de un embarazo ilegítimo lo siente la madre, la vida del padre adolescente también se ve afectada con frecuencia. Un muchacho que se siente emocionalmente comprometido con la chica a quien ha dejado embarazada, también tiene decisiones que tomar. Con algún sacrificio económico, el puede pagar un aborto. O puede tomar una decisión más duradera, de casarse con la chica, pasos que afectara sus planes educativos y de carrera. El padre adolescente también necesita a alguien con quien hablar, para que le ayude a manejar sus propios sentimientos y a tomar la mejor decisión respecto a sí mismo, a su compañera y a la nueva vida que ellos han concebido.

    DESERCIÓN ESCOLAR

    Los estudiantes que se retiran de la institución educativa antes de obtener su grado, por lo común tienen graves problemas vocacionales y sociales. En nuestra sociedad, cada vez más tecnificada, disminuyen diariamente los empleos para trabajadores no calificados. Muchos patrones no reciben a nadie que no tenga por lo menos un título de bachiller. Actualmente, hay menos adolescentes que se retiran de estudiar. Por ejemplo, en Estados Unidos, entre 1970 y 1977 la deserción escolar secundaria había declinado del 17% de la población de 14 años y más, al 13.6%. Sin embargo, en la población negra el total seguía siendo 20.4%.

    La necesidad de seguir estudiando es alta, por varias razones, las cuales tienen que ver con el incremento de la tecnología en nuestra sociedad y con el estado actual de la economía. Cuando la tecnología es importante, aun los trabajo de bajo nivel requieren cada vez más un grado mayor de educación básica. Cuando el desempleo es alto, se insta a los jóvenes para que continúen estudiando, de modo que puedan estar al margen del mercado laboral un poco más de tiempo. La combinación de tales presiones sirve para mantener a más personas jóvenes en las instituciones educativas, durante mayor tiempo. En 1960 hubo un millón de deserciones escolares, en comparación con 800 000 que hubo en 1971. Pero 800 000 jóvenes con un mínimo de educación y entrenamiento y con posibilidades mínimas de empleos son una cifra muy alta.

    Los estudiantes negros pobres tienen mayores probabilidades de dejar de estudiar, pese a que cuatro de cada cinco deserciones se dan entre blancos y que la necesidad financiera no es la principal razón para dejar de estudiar. Las chicas dejan el estudio con tanta frecuencia como los muchachos; no es raro que la deserción tenga que ver con retraso, con bajas puntuaciones en las pruebas de inteligencia y con problemas de lectura. Pero la mayor parte de quienes se retiran tienen, por lo menos, inteligencia normal y algunos tienen CI de 110 o más. Cuando menos la mitad y quizá las tres cuartas partes de estos estudiantes tienen la capacidad para graduarse de bachilleres.

    Se encontraron diferencias en personalidades y actividad escolar. Tanto los hombres como las mujeres que se graduaron se consideraron a sí mismos como más pulcros, maduros, más sociables y más autoconfiados que los desertores. Los muchachos desertores, con mayor frecuencia, se consideraron así mismo como lideres, pero también mas impulsivos. Tenían un sentido de autoestima mas bajo. Los chicos desertores tenían mas compromisos sentimentales con chicas y más problemas estudiando. Con mayor probabilidad las chicas desertoras provenían de familias más pobres, en comparación con las graduadas, pero no se dio tal diferencia en el caso de los muchachos. Las necesidades económicas no eran, entonces, las que llevaban a que los jóvenes se retiraran de la escuela.

    Este tampoco parecía ser el factor determinante en el caso de las jóvenes, aun en el caso de que se casaran y trasladar a vivir lejos del hogar, en vez de contribuir al ingreso familiar.

    Resulta casi imposible determinar las razones precisas de la deserción. Tres cuartas partes de las chicas decían que se retiraban para casarse. Pero, ¿deseaban casarse por que no les estaba yendo bien en sus estudios, porque habían quedado embarazadas, o por que querían salirse del hogar? Los chicos tenían diversas razones para retirarse: se les requería en el hogar, no les gustaba las escuela, estaban fallando en los estudios, se iban a casar o sé sentían demasiado grandes para estar estudiando; estas explicaciones, sin embargo, dicen muy poco acerca de las razones subyacentes. Independientemente de cuales hubiesen sido las razones, mas de la mitad deploro haber dejado la escuela.

    ABUSO DE LAS DROGAS

    Desde los comienzos de la historia, la humanidad ha buscado aliviar las enfermedades que agobian al cuerpo y al alma acrecentando el desarrollo de un verdadero arsenal de medicina. Las personas siempre han confiado en las drogas para aliviar la infelicidad y la mala salud, así como para dar ánimo a sus vidas. Los antiguos griegos tomaban alcohol; la marihuana se empleaba en China e India con bastante anterioridad al nacimiento de Cristo, y la cocaína era un producto básico de uso general entre los incas del siglo XVI. Si las drogas han sido siempre una constante, ¿por qué estamos tan preocupados por su uso actual? Por una razón: porque actualmente muchas personas están usando drogas a una edad muy temprana, Y aunque el empleo moderado de ciertas drogas puede no ser nocivo, los adolescentes no son conocidos propiamente por su moderación. En estos años de crisis de identidad con frecuencia recurren a las drogas como respuesta inmediata para sus problemas, y al mismo tiempo que ponen en peligro su salud física y psicológica, fracasan por en su intento por resolver sus problemas. El uso de drogas por parte de la juventud y en determinados países parece haber descendido, después de haber estado en su máximo durante la década de los años 60, pero muchas personas jóvenes continúan consumiendo drogas legales, como alcohol y nicotina, e ilegales, como marihuana, LSD, cocaína, anfetaminas, barbitúricos y heroína.

    De 7,414 estudiantes estadounidenses de secundaria encuestados, 85% había ingerido alcohol y 27% fumado marihuana. Solo el 8.6% había probado LSD y menos del tres por ciento había consumido heroína. La curiosidad impulsaba a la mayoría a experimentar con las drogas y muchos la prueban y dejan de hacerlo. Algunos estudios indican que el uso de drogas en sí mismo puede no ser evidencia de psicopatológica, sino un resultado de la curiosidad adolescente normal y del deseo experimentar. Por supuesto que esto no se aplicaría a aquellos jóvenes que continúan usando drogas en forma regular y excesiva. En un estudio realizado en el cual se encuestaron a 551 estudiantes de colegios privados de secundaria, de clase media, blancos, se encontró que el consumidor de drogas ilícitas tendía ser un muchacho de mayor edad, que también fumaba y bebía, obtenía bajas notas en los estudios y no estaba interesado en ir a la universidad, tenia amistades que consumían drogas, era sexualmente activo, tenia una historia de dificultades con la policía y generalmente era infeliz.

    Las pautas de uso juvenil de drogas siguen por lo general las de la sociedad adulta. Así mismo como los adultos toman barbitúricos y estimulantes para aliviar la infelicidad, la depresión y las tensiones cotidianas, igualmente lo hacen los jóvenes, Tanto las compañías farmacéuticas como los adolescentes drogadictos, exaltan el empleo de drogas en prácticamente toda situación humana. El peligro de esta actitud reside en que optar por una solución química ensombrece la naturaleza real de los problemas que debe enfrentar la juventud y puede impedir el discernimiento necesario para modificar los sistemas sociales o para crear un nuevo orden social.

    ALCOHOL

    Muchas de las mismas personas que están bastante preocupadas por el uso ilegal de la marihuana tendrían poco que decir cuando se les recuerda que el alcohol es también ilegal para la mayor parte de quienes estudian secundaria y universidad y que además es un problema bastante más grave. El alcohol es actualmente la droga de la cual más se abusa en muchos países. Ciertamente es la que se emplea con mayor frecuencia. Hay miles de bebedores en cada país; por ejemplo, en Estados Unidos la cifra actual se acerca a 80 millones, muchos de los cuales son personas jóvenes.

    Más de un millón de jóvenes bebe diariamente o durante los fines de semana. Los muchachos beben con más frecuencia y más excesivamente que las jóvenes; la cerveza es la bebida favorita de los jóvenes en esta edad, seguida por el vino, y luego por bebidas fuertes; por otra parte los hijos tienden a seguir las pautas de bebida de sus padres. El abstemio tiende a provenir de un hogar abstemio; el bebedor moderado, de un hogar en el cual los padres beben moderadamente y el bebedor en exceso, de un hogar en el cual la pauta ha sido beber excesivamente.

    La mayoría de los jóvenes bebe en forma moderada y poco frecuente, y no tiene problemas con el alcohol, pero algunos jóvenes, así como unos cuantos adultos, no pueden manejar esta potente droga psicoactiva.

    El típico bebedor joven problema es un muchacho de 15 años o más que excepcionalmente va a la iglesia, tiene pobre rendimiento escolar y proviene de una familia con padres bebedores. Un hecho interesante es que probablemente ha tenido su primer ensayo con alcohol hacia los 12 años, más tarde que bebedores más jóvenes, quienes beben en forma más moderada.

    La mayor parte de los jóvenes comienza a beber debido a que lo considera algo propio de personas adultas y continúa así por las mismas razones que lo hacen los adultos: para poner una nota de calor agradable en situaciones sociales, para reducir la ansiedad y para escapar de los problemas. La adicción alcohólica de los adolescentes se relaciona estrechamente con el comportamiento delincuente, ya que por el mismo hecho de beber muchos jóvenes se comprometen en comportamientos antisociales. La bebida no es el problema que causa la delincuencia, pero tanto una como otra situación se originan en las mismas necesidades.

    MARIHUANA

    Aunque muchos jóvenes usan la marihuana en la misma forma que sus padres usan el alcohol, el hecho de usar una droga lejos de la vista de la generación de los padres incrementa la curiosidad de la juventud y la ansiedad de los adultos. La marihuana ha sido conocida en todo el mundo desde hace siglos, pero su uso entre los jóvenes de clase media es un fenómeno reciente.

    En diferentes estudios se llegó a la conclusión de que los adultos jóvenes fumaban y bebían con mayor frecuencia que consumían marihuana, pero los estudiantes de secundaria consideraban el tabaco como un mayor riesgo para la salud que la marihuana.

    Tanto los estudiantes como los no estudiantes de la misma edad tienen la misma probabilidad de fumarla y aun aquellos que no la usan por lo común aceptan que otros la usen. El consumo de marihuana ha aumentado en forma constante durante los años recientes.

    Los fumadores de marihuana tienen mayor tendencia a beber y los usuarios excesivos tienden también a ser bebedores en exceso. Probablemente lo uno no es causa de lo otro, pero la correlación refleja el hecho de que ciertos tipos de personalidad recurren a las drogas para resolver problemas.

    La marihuana no crea dependencia física, pero en algunas personas parecen llegar a depender psicológicamente de ella. Por otra parte, puede ocasionar algunos problemas físicos. Investigación reciente sobre adultos jóvenes saludables indica que el fumar marihuana en forma crónica puede dañar de manera permanente las vías respiratorias en forma inconcluso no observada en fumadores habituales de tabaco; y se dice que el humo de la marihuana contiene 50% más de sustancia cancerígenas que el humo del tabaco.

    TABACO

    Un cigarrillo a hurtadillas en la parte de atrás del garaje se ha vuelto un asunto jocoso del folclor adolescente. Pero lo entretenido del hecho, las sonrisas indulgentes para este acto de pillaje juvenil orientado al uso regular del tabaco, se han convertido en algo preocupante, por las noticias relacionadas con sus peligros para la salud.

    La mayor parte de los jóvenes que están entre los 13 y los 18 años considera que fumar produce cáncer y aumenta el riesgo de ataque cardiaco. Sin embargo, uno de cada cuatro jóvenes de esta edad fuman y muchos de los que sustentan opiniones son fumadores regulares. La mayor parte de los fumadores jóvenes piensa que dejara de fumar en cinco años o menos, al parecer desconociendo la tremenda dificultad que experimentan muchas personas para dejar esta hábito. De hecho, muchos científicos opinan que fumar no es ya un hábito sino una adicción fisiológica.

    Mientras en la actualidad cada vez menos adultos están fumando, más jóvenes especialmente del sexo femenino, lo están haciendo. Si esta tendencia continúa, el tipo de igualdad femenina logrará que se produzca también para las mujeres iguales posibilidades de contraer enfermedades relacionadas con el hecho de fumar, como cáncer pulmonar y ataques cardiacos.

    Los jóvenes adolescentes comienzan a fumar porque se dejan llevar. Frecuentemente los jóvenes fuman su primer cigarrillo entre los 10 y los 12 años y excepcionalmente lo disfrutan. Aún así muchos se esfuerzan para conseguir otro; quienes llegarán a ser fumadores por lo común lo hacen hacia los 12 y 13 años por primera vez, y los fumadores llegan a ser físicamente dependientes de la nicotina hacia los 15.

    Las personas jóvenes tienen más probabilidad de fumar cuando sus amigos y familiares lo hacen. Si un progenitor fuma, un hijo tiene el doble de probabilidad de hacerlo que en el caso de que ninguno de los padres fume. Si ambos progenitores o uno de ellos y un hermano o una hermana mayor fuman, las probabilidades son de cuatro a uno de que un joven lo seguirá haciendo. Y si el mejor amigo de un chico fuma, la probabilidad de que el chico lo haga también, aumenta nueve entre diez veces.

    Fumar es un fenómeno particular: las personas jóvenes que no planean ir a la universidad tienen el doble de probabilidades de fumar que aquellas que planean ir. También es algo relacionado con la personalidad. Los fumadores jóvenes tienden a ser más rebeldes, más capaces de tolerar la ambigüedad, desean ser mayores, tienen menos éxito escolar y frecuentan menos los deportes.

    Se han hecho muchos esfuerzos para desanimar a los jóvenes a que fumen, pero lo único positivo y que parece constituir una promesa se relaciona con el liderazgo ejercido por los compañeros. Puesto que las presiones de los compañeros parecen ser tan efectivas para inducir a fumar a las personas, su influencia en sentido contrario puede constituir el mejor mecanismo preventivo.

    DELINCUENCIA JUVENIL

    Hay dos clases de delincuencia juvenil. Un tipo de delincuente es el ofensor legal. Se trata de una persona joven que ha sido holgazana; se ha escapado del hogar; ha sido activa sexualmente, no acata las normas de los padres, o hace alguna otra cosa que ordinariamente no se considera criminal, excepto cuando lo comete un menor.

    Existe además la persona que ha hecho algo considerado como un crimen, sin importar quién lo cometa, como robo, violación, asesinato. Si la persona es considerada menor de edad (por ejemplo menor de 16 o 18 años dependiendo del país), se le trata en forma distinta a un criminal adulto. Los procedimientos del juzgado generalmente son secretos, el transgresor seguramente es sentenciado por un juez y no por un tribunal, y por lo común el castigo es menos severo.

    Muchas personas consideran que la gran cantidad de crímenes juveniles se debe a que el trato da la ley y a los transgresores jóvenes es diferente del que da a los adultos. La controversia relacionada tonel manejo de la delincuencia juvenil está, entonces, entre dos fuerzas: quienes creen que las sentencias deberían ser proporcionales a las necesidades propias de la juventud, haciendo hincapié en las soluciones sociales tales como libertad condicional y orientación terapéutica; de otra parte, quienes consideran que las sentencias deberían basarse en la gravedad del crimen, más que en la edad y en las necesidades específicas de la persona joven que lo comete. Parece que el último punto de vista está ganando terreno y probablemente hará surgir muchos cambios en la forma de tratar a los delincuentes jóvenes.

    Los estudios con adultos han revelado que muchos jóvenes cometen faltas, oficialmente clasificables como delincuencia, pero pocos reciben algún tipo de tratamiento policial, como para que se les considere criminales jóvenes. Probablemente los jóvenes de estratos social y económicamente marginados cometan más crímenes que los de clase media, y tienen mucho más probabilidades de tener registros policiacos relacionados con faltas menores. Puesto que parte considerable del comportamiento delictivo que se da entre adolescentes de clase media y alta nunca llama la atención de las autoridades, es imposible estimar su frecuencia actual.

    Actualmente las jóvenes se parecen más a los jóvenes en aspectos de delincuencia. El principal incremento en la criminalidad de chicas menores de 18 años se dio en las siguientes categorías: robo, falsificación, impostura, fraude, soborno, encubrimiento de artículos robados y posesión de propiedades robadas; desfalco; prostitución y comercialización inmoral; daños contra la familia y los niños, y conducir bajo los efectos del alcohol. Para los chicos menores de 18 años se dio el mayor incremento en desfalco; prostitución y comercialización inmoral; abuso de drogas; daños contra la familia y los niños, y conducir bajo los efectos del alcohol.

    El delincuente juvenil típico es un muchacho de 15 años, que vive con uno de sus progenitores y varios hermanos y hermanas. La familia vive en un apartamento superpoblado, en un vecindario deteriorado, de una gran ciudad. Durante años el chico ha tenido mal rendimiento escolar, bajas notas, ausencias, y ahora está a pocos pasos de la deserción escolar. El vecindario juega un papel muy importante en la delincuencia, puesto que un chico de familia pobre que vive en un área de clase alta, tiene menor probabilidad de llegar a ser delincuente que uno rodeado por otras familias también pobres.

    En unos estudios realizados sobre la familia del delincuente se encontró que es la que tiene uno de los progenitores severo, rechazante o indiferente y rara vez afectuoso; que descuida o golpea a sus hijos, inconsistente en su disciplina y que excepcionalmente ejerce la orientación de sus hijos de manera consecuente y firme; el mismo progenitor es infeliz, inseguro, incapaz de enfrentar la vida y de ofrecer a sus hijos cualidades dignas de admirar y de imitar. Tales progenitores, por lo común están separados o tienen un matrimonio infeliz y generalmente se sienten tan agobiados con sus propios problemas emocionales y sociales, que tienen poco tiempo y poca energía o sensibilidad para sus hijos.

    Obviamente, no todos los chicos de vecindarios marginados y de familias poco felices están predestinados a una vida de crimen.

    Después de un estudio que se realizó a 55 delincuentes que habían sido pacientes de un Instituto Psiquiátrico centrado en los perfiles psicológicos se concluyó que la delincuencia no es un fenómeno de clase, sino el resultado de una perturbación emocional, que afecta a las personas de todos los niveles sociales. Los delincuentes de clases acomodadas van a consultar a los psiquiatras, mientras que los de las familias pobres son detenidos por la policía.

    Estos psiquiatras identifican cuatro tipos de delincuentes jóvenes: el delincuente impulsivo, que actúa sin pensar y no tiene control; el delincuente narcisista, que se centra sólo en sí mismo, considera que a él se le ha hecho daño y ve solamente la manera de mantener su autoestima, vengándose de las personas que le hicieron daño; el delincuente emocionalmente vacío, es pasivo, insensible y solitario; y el delincuente depresivo, quien por medio de sus actos trata de aliviar el dolor de su conflicto interno.

    Otra investigación reciente se refirió a las causas físicas de la delincuencia. Se dividieron 97 muchachos de una escuela correccional en dos grupos: transgresores violentos, quienes habían perpetrado asaltos, violación y asesinato; y transgresores menos violentos o no violentos, quienes habían incendiado, habían tenido peleas a puñetazos o habían amenazado a las personas. Los jóvenes violentos tenían historias médicas más graves y más extensas; habían sufrido más lesiones importantes al comienzo de su vida; habían sido víctimas de mayor abuso físico, y habían revelado más síntomas neurológicos, como momentos de desmayo y desvanecimiento (síntomas frecuentes de epilepsia). Por otra parte, tenían más síntomas psiquiátricos, como paranoia (una convicción obsesiva de que otras personas desean hacerles daño), ilusiones y alucinaciones. Identificando las causas médicas como los factores que contribuyen a la delincuencia puede ser posible tratar a algunos transgresores jóvenes con medicinas tales como anticonvulsionantes y antidepresores.




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    Enviado por:Desy
    Idioma: castellano
    País: Panamá

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