Música
Zarzuela
La zarzuela nació en el siglo XVII en el pabellón de caza del Palacio de la Zarzuela (lugar llamado así por el gran número de zarzas que lo rodeaban) en la época de Felipe IV. Gran amante del teatro, éste monarca era aficionado a los espectáculos musicales cargados de efectos; así, gustaba de celebrar representaciones nocturnas, fiestas cortesanas, con música. Aprovechando los momentos de descanso con sus cortesanos, y para distraerse, contrataba compañías madrileñas que representaban obras donde se alternaba el canto con pasajes hablados. Las primeras zarzuelas nacieron como pequeños experimentos, un género musical que se situaba entre el teatro, el concierto, el sainete y la tonadilla.
El jardín de Falerina (1648), La fiera, el rayo y la piedra (1652), Fortunas de Andrómeda y Perseo (1653), El golfo de las Sirenas y El laurel de Apolo, todas de Pedro Calderón de la Barca, son consideradas las primeras zarzuelas.
Los temas de estas primeras zarzuelas son mitológicos. El golfo de las Sirenas, estrenada en 1657 en el Palacio de la Zarzuela, está basada en dos episodios de La Odisea de Homero. El laurel de Apolo, estrenada el 4 de marzo de 1658 para celebrar el nacimiento del príncipe heredero Felipe Próspero y La púrpura de la rosa, también de Calderon y estrenada en el coliseo del Buen Retiro, el 17 de enero de 1660, están basados en fábulas de Ovidio de su obra Metamorfósis.
El músico Juan Hidalgo, autor 'oficial' de música teatral para la corte, puso música a la obra de Calderón Celos aún del aire matan, estrenada en el coliseo del Buen Retiro, el 5 de diciembre de 1660; su argumento esta basado en la fábula de Céfalo y Procris de la Metamorfosis de Ovidio. Otras obras de Calderon son: Eco y Narciso(1661), Ni amor se libra de amor (1662), El asno de oro, La estatua de Prometeo..., todas basadas en temas clásicos y mitológicos.
Napoleón al ocupar España (1808-1814) barrió la ópera italiana, trayendo la ópera cómica francesa, que no triunfó. Al término de la guerra regresó la ópera italiana que triunfaba en toda España, a excepción de Madrid y otras ciudades donde esta lengua provocaba rechazo.
Con la llegada del Romanticismo el nacionalismo musical español quiso imitar la ópera italiana en lengua castellana, con temas mitológicos, heróicos que pronto se abandonaron por una temática basada en la lengua castellana. La zarzuela resurgía. A mediados del siglo XIX comienzan a proliferar las zarzuelas. Los compositores Hernando, Barbieri, Gaztambide, Oudriz, Inzenga, Salas y otros, fundan la Sociedad Artística, difusora de la zarzuela por toda España. Luis de Olona será el presidente, Gaztambide el director de orquesta, Barbieri director de coros y Francisco Salas director de escena. De esta sociedad destacan los éxitos: Jugar con fuego, estrenada en 1851 en el Teatro del Circo y Los diamantes de la corona (1854), ambas de Francisco Asenjo Barbieri, y Catalina, de J. Gaztambide, iniciándose una nueva etapa para la zarzuela.
En 1853 Emilio Arrieta se pasó a la zarzuela, estrenando, con gran éxito, en el Teatro del Circo su primera obra: El dominó azul, con libreto de Francisco Camprodón. Ese mismo año, el 6 de junio Arrieta estrena El grumete. Arrieta se incorporó a la Sociedad Artística, al tiempo que tres de sus componentes iniciales, Odruid, inzenga y Hernando, salieron de ella debido a una ampliación de capital que no se pudieron permitir. Arrieta reforzó económicamente la Sociedad Artística al tiempo que su aspecto musical se dejó llevar por tendencias italianizantes. Un año después de su marcha Odruid solicitó su reingreso pudiendo aportar el capital requerido.
1854 es el año en que triunfan: Aventura de un cantante y Los diamantes de la corona, de Barbieri; Catalina y El alma de Cecilia de Gaztambique. En 1885 Fernandez Caballero estrena en el Teatro del Circo La vergonzosa de Palacio; este mismo año Arrieta estrena Guerra y muerte y, el 21 de septiembre, su más famosa obra: Marina.
Este éxito de la zarzuela en Madrid pronto se extiende a otras capitales españolas. Nicolau Manent y Francesc Porcell estrenan en el Liceo de Barcelona La tapada del Retiro y No más zarzuela, respectivamente.
Aunque este tipo de teatro cantado, marcadamente cómico, de corta duración, ya contaba con antecedentes en el siglo XVII (las tonadillas formaban parte de las grandes piezas teatrales, comedias, óperas, tragedias o zarzuelas), no es hasta la segunda mitad del siglo XVIII cuando la tonadilla escénica, como género independiente, alcanzó su mayor popularidad.
El auge de la tonadilla escénica, y el apogeo de la ópera italiana, está íntimamente relacionado con el reinado de Carlos III (1759-1789). Este monarca, después de haber reinado en Nápoles durante 25 años, se instaló en España e impuso como moda el cantar tonadillas en las comedias.
La tonadilla se diferencia del sainete en que el segundo es una pieza hablada y la tonadilla es cantada, literariamente ambos son similares. Su argumento es simple, predomina el personaje y apenas hay acción, esta es expuesta por el personaje. La finalidad del texto es divertir al público, provocar su risa, y al mismo tiempo, exponer una crítica social y transmitir alguna moraleja de lo representado. La estructura músical está fuertemente relaccionada con el texto, así consta de tres partes: Introducción, en la que se expone el asunto, dirigiéndose directamente al público habitualmente. Sección central, en la que se centra la acción del argumento. Sección final, que a menudo no guarda relacción con el argumento, soliendo ser unas seguidillas y un número de despedida. Este esquema no fue rígido y a medida que la tonadilla evolucionó fué cambiando.
Cuatro ejemplos de tonadilla escénica son los que actualmente se representan en el Teatro de la Zarzuela: El majo y la italiana fingida (1778), Garrido enfermo y su testamento (1785), Lección de música y bolero (1803) y La cantada vida y muerte del general Mambrú (1785).
¿Qué es el 'género chico'?.
La principal diferencia entre el 'género chico' y la zarzuela es el tiempo de duración y el número de actos. La zarzuela suele tener dos o tres actos y el 'género chico' solo uno.
Su nacimiento se sitúa en El Recreo (1867), un pequeño teatro de la madrileña calle la Flor.
El 'género chico' fue promovido por empresarios y creado por un grupo de actores cómicos, Juan José Luján, Antonio Riquelme y José Vallés, para impulsar el teatro por horas en el que, en un mismo día, se representaban varias obras.
La menor duración de las obras (menos de una hora) abarataba el coste de las localidades, llegando hasta las clases humildes que abarrotaron el teatro. Las recaudaciones aumentaron espectacularmente, así como la producción de obras.
Este fue el nacimiento del 'género chico', llamado así no por ser un teatro de menor calidad, sino por ser más breve. También se ha denominado, erroneamente, a la zarzuela en general 'género chico' en contraposición a la ópera.
Una de las mayores diferencias entre el 'género chico' y la zarzuela es el argumento. La zarzuela grande se basa en temas dramáticos o cómicos de acción complicada, 'el género chico' trata el teatro costumbrista, reflejando la vida cotidiana madrileña. Respecto a la música, esta es pegadiza, tarareable, hecha para servir al texto. Sus melodías van desde lo bailable, gracioso, hasta lo sentimental y amoroso. Toda su música está basada en el folklore español: boleros, jotas, seguidillas, soleás, pasacalles, fandangos, habaneras, valses, mazurcas, polkas y, por supuesto, el chotis.
La crítica denostó este nuevo teatro pero el público lo aplaudío, creándose tres nuevos teatros: el teatro Martín, el teatro Lara y el Eslava.Más tarde, los inventores de este nuevo tipo de teatro se trasladarán de El Recreo a el teatro Variedades, situado en la calle Magdalena. En 1873 se inagura el Teatro Apolo, templo del 'género chico'.
En sus inicios (1844) el 'género chico' se representaba sin música. La primera obra en la que se incorpora música es La canción de la Lola (libreto de Ricardo de Vega, música de Chueca y Valverde), estrenada en 1880 en el teatro Alhambra, en la calle Libertad.
El 'género chico' llegó a su máximo explendor en 1886 con el estreno de La Gran Vía (Chueca y Valverde) el 2 de julio en el Teatro Felipe (Madrid).
Algunos de los compositores del 'género chico' son: Manuel Nieto, Ruperto Chapí, Federico Chueca...
En cuanto a obras maestras: El Santo de la Isidra, La fiesta de San Anton, Chateu Margaux, El pobre Valbuena, La alegría de la huerta, La verbena de la Paloma, la canción de la Lola, Agua, azucarillos y aguardiente, La revoltosa...
El 6 de marzo de 1856 la Sociedad Artística decidió emprender la construcción de un nuevo teatro, destinado exclusivamente a la música lírico-escénica, abandonando el Teatro del Circo, lugar que empezaba a quedarse pequeño. El dinero para comenzar las obra lo aportó el banquero Francisco de las Rivas. Levantaron el teatro en un solar cercano a la Carrera de San Jerónimo, detrás del Congreso de los Diputados.
Desde un primer momento tuvieron claro el nombre: Teatro de la Zarzuela, aunque éste nombre produjo discusiones entre favorables a la palabra "zarzuela" para designar a este nuevo teatro(durante mucho tiempo fue conocido como el Teatro Jovellanos), y desfavorables que hubieran preferido designarle de la Ópera Cómica o Lírico Español.
El teatro se inaguró el 10 de octubre, por fín la zarzuela tenía una sala que dignificara el género; unas excelentes cualidades acústicas, cuatro plantas y capacidad para 2.500 expectadores. El diablo en el poder, con música de Barbieri, y letra de Francisco Camprodón, estrenada el 14 de diciembre de 1846, fue el primer éxito en este nuevo edificio. Otras obras estrenadas serán: Un tesoro escondido (Barbieri, 1861), Pan y Toros (Barbieri y José Picón, 1864) y un largo número de obras de Arrieta, Gaztambide, Oudrid... Otro nuevo compositor que se sumó al resto fue Manuel Fernández Caballero, su debut como compositor fue una obra, escrita en colaboración con Barbieri, no muy exitosa: Cuando ahorcaron a Quevedo.
En sus comienzos, un tanto accidentados, el Teatro de la Zarzuela repartía los estrenos con el Teatro del Circo, hasta que fue totalmente abandonado.
Mientras el Teatro de la Zarzuela fue el templo de la zarzuela grande, el Apolo lo fué del género chico.
Las penurias económicas que los españoles padecen durante la segunda mitad de los sesenta reduce la asistencia de público y el estreno de zarzuelas, haciendo aparición un nuevo fenómeno que triunfó grandemente pero que pronto pasaría al olvido barrido por el género chico: los Bufos Madrileños.
Los Bufos fueron creados por Francisco Ardierus (1836-1896), son pequeñas piezas cómicas copia de las operetas de Offenbach francesas. El 22 de septiembre de 1866 se estrenó en el Teatro Variedades la primera obra: El joven Telémaco a la que se definió como "pasaje mitológico-lirico -burlesco".
Con la llegada del nuevo siglo la zarzuela va a experimentar un cambio significativo. Se rescata la zarzuela 'grande', olvidada durante el siglo XIX, pero inspirada en los patrones del 'género chico'. Aunque durante la primera década del siglo continúan estrenándose obras del 'género chico', este género inicia su declive. Muchos de los grandes autores estrenarán sus últimas obras antes de morir.
Aún así, la primera década nos ofrece importantes estrenos. Destacan El puñao de rosas de Chapí (30-X-1902, Teatro Apolo, con libreto de López Silva y Jackson Veyan); Chueca estrena sus últimas obras, entre otras: La alegría de la huerta (20-I-1900, Teatro Eslava, libreto de Antonio Paso y Enrique García Álvarez), El bateo (7-XI-1901, Teatro de la Zarzuela, libreto de Antonio Paso y Antonio Domínguez). Gerónimo Gimenez estrena La tempranica (19-IX-1900, Teatro de la Zarzuela, con libreto de Julián Romeá), en colaboración con Nieto El barbero de Sevilla (5-II-1901, Teatro de la Zarzuela, con libreto de Perrín y Palacios) y en colaboración con Vives La gatita blanca (23-XII-1905, Teatro Cómico, libreto de Jackson Veyan y Jacinto Capella). Amadeo Vives estrena Bohemios (24-III-1904, Teatro de la Zarzuela, con texto de Perrín y Palacios).
Con 'género chico' agonizando, el público se decanta cada vez más por zarzuelas 'grandes', de más de un acto. Aparecen nuevos compositores: José Serrano, La canción del olvido (17-XI-1906, Teatro Lírico de Valencia, libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw); Pablo Luna, Molinos de viento (2-XII-1910, Teatro Cervantes de Sevilla, texto de Luis Pascual Frutos); Francisco Alonso; José María Usandizaga, Las golondrinas (5-II-1914, Teatro Price); Vicente Lleó y La corte del faraón (21-I-1910, Teatro Eslava, texto de Perrín y Palacios).
A finales de la segunda década desaparecen dos teatros. En 1928 se incendia el Teatro Novedades y un año más tarde cierra sus puertas el Teatro Apolo, síntoma del estado en que se encontraba el 'género chico'.
Las obras de los nuevos compositores confirmarán el auge de la zarzuela 'grande'. Federico Moreno Torroba, Luisa Fernanda (26-III-1932, Teatro Calderón, zarzuela 'grande' con libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw); Jacinto Guerrero, Los Gavilanes (7-XII-1923, Teatro de la Zarzuela, tres actos, libreto de José Ramos Martín), El huesped del Sevillano (3-XII-1926, Teatro Apolo, libreto de Enrique Reoyo y Juan Ignacio Luca de Tena), La rosa del azafrán (14-III-1930, Teatro Calderón, texto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw). En la década de los años treinta aparece uno de los últimos y más grandes compositores: Pablo Sorozabal (1897-1988); destacan: Katiuska, La del manojo de rosas, Black el payaso, La tabernera del puerto y Don Manolito.
La guerra civil no supondrá un intermedio para la zarzuela, aunque con más dificultades todavía continuarán estrenándose y representándose obras. Este género lentamente torna su fín hasta los años ochenta. ¿Las causas? La aparición de otras formas de entretenimiento: la revista, el cine, la televisión.
Siempre se ha querido comparar a la zarzuela con la ópera sin tener en cuenta que,
aunque ambos son teatro cantado, son distintos géneros musicales.
Entre la zarzuela y la ópera existen diferencias. La zarzuela es típicamente española, y no se ha extendido fuera de nuestras fronteras, a excepción de hispanoamérica. Ha conseguido resistir la influencia operística italiana y vienesa. La ópera es totalmente cantada, mientras que en la zarzuela se alternan escenas cantadas con pasajes hablados. Pero, la causa que impidió a la zarzuela traspasar fronteras fueron los temas locales y el folklore popular. Así mismo, la zarzuela asimila cantos y danzas populares que el pueblo asimila como suyo; la zarzuela tiene caracter popular, es asequible a las clases bajas, esto ha provocado el desprecio de muchos.
VARIOS COMPOSITORES DE ZARZUELA
Tomás Bretón nació en Salamanca el 29 de diciembre de 1850. A los ocho años aprende a tocar el violín e ingresa en la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy. Con diez años pertenece a una orquesta y actua en teatros, bailes e iglesias. Con quince años, Bretón se traslada a Madrid dónde se matricula en el Conservatorio para ampliar conocimientos, armonía y composición con Aranguren y Arrieta. Así mismo asciende a director de orquesta del Circo Ecuestre del Price, época en la que escribe pequeñas piezas. En 1872 se le concede el primer premio de composición del Conservatorio de Madrid (compartido con Chapí), donde al tiempo, completa sus estudios de violín con los de piano. Posteriormente, Bretón ingresa en la orquesta del Teatro de la Zarzuela y cubre una vacante en la Sociedad de Conciertos (dirigida por Barbieri). Más tarde dirige la orquesta de los Bufos de Arderius, la orquesta del Circo de Parish y compañías de zarzuela en Madrid y Barcelona.
Guzmán el bueno, estrenada en el Teatro Apolo en 1875, es su primera obra. Otras obras compuestas en ese tiempo son: Los dos caminos, El viaje de Europa, El alma en un hilo y El bautizo de Pepín. Bretón preside y dirige una orquesta de conciertos llamada Unión Artístico-Musical.
Una enfermedad por exceso de trabajo marcó su vida y le sirvió para reflexionar. Bretón viajó al extranjero gracias a una pensión de la Academia de San Fernando; visitó Viena, París, Italia donde tras regresar a España se convierte un gran defensor de una ópera en el idioma propio. El 12 de febrero de 1889 estrena con gran éxito en Madrid y Barcelona Los amantes de Teruel. El 14 de mayo de 1892 Garín. El 17 de febrero de 1894 una de sus obras más famosas: La verbena de la Paloma. La Dolores, estrenada el 16 de marzo de 1895 es otra de sus obras más famosas. Otras zarzuelas de Bretón son: El campanero de Begoña (1878), El barberillo de Oran (1879), Corona contra Corona (1879), Los amores de un príncipe (1881), El clavel rojo (1899), Covadonga (1901), Las cortes de amor (1916), El alma en un hilo (1874), María (1875), Los dos leones (1877), Huyendo de ellas (1877), Bonito país, Los dos caminos (1874), El 93 (1875), El inválido (1875), Un chaparrón de maridos (1876), Vista y sentencia (1876), ¡Cuidado con los estudiantes! (1877), Las señoritas de Conil (1881), El grito en el cielo(1886), El domingo de Ramos (1894), La nieves (1895), El guardia de corps (1897), El puente del diablo (1898), El reloj de cuco (1898), La cariñosa (1899), El caballo del señorito (1901), botín de guerra (1909), Al alcance de la mano (1911), Las percheleras (1911) y Los husares del Zar (1814).
Tomás Bretón muere en Madrid el 2 de diciembre de 1923, a la edad de 72 años.
Ruperto Chapí nació el 27 de mayo de 1851 en Villena (Alicante). Era el quinto hijo de un modesto barbero cuya afición a la música ya venía de generaciones anteriores. Siguiendo la tradición familiar Chapí y sus hermanos comenzaron a estudiar solfeo desde muy pequeños. Desde su infancia aprendió a tocar el flautín y el cornetín; a los nueve años entró a formar parte de la banda Música Nueva, de Villena. A los doce años compone su primera zarzuela: Estrella del Bosque.
Sus padres, conscientes de sus grandes aptitudes musicales, envían a Chapí con dieciseis años a Madrid para que amplíe horizontes. En esta ciudad ingresa en el Conservatorio donde en 1872 logra el Primer Premio de fín de carrera, junto con Tomás Bretón. Allí estudiaría armonía y composición, y para sufragar sus gastos, en 1870 ingresa como profesor de cornetín en la orquesta del Circo de Price (donde también tocaba Tomás Bretón). En este lugar estrena su primera zarzuela, Abel y Caín, sin demasiado éxito; y en el Teatro Real La hija de Jefté (Teatro Real de Madrid, 1874), con esta pieza consigue una beca para viajar a París y a Roma para ampliar estudios.
Al volver a España, en 1878, comienza su carrera, como compositor de zarzuela grande, alcanzando gran éxito con obras como: La tempestad (1882), La Bruja (1887) y El rey que rabió (1891). Llegando a la cumbre con El tambor de granaderos ( 16 de noviembre de 1896, libreto de Emilio Sánchez Pastor) y La revoltosa(1897).
Otras obras del género chico son: Las bravías (1886), La flor de Lys, El guerrillero, El país del abanico, Ya pican, Los quintos de mi pueblo, Término medio, El domingo gordo, El puñao de rosas (30 de octubre de 1902)...
Otras obras del género grande son: Las hijas de Zebedeo (1889), El milagro de la Virgen (1889) El duque de gandía (1894) y Curro Vargas (1898).
No solo compuso música para zarzuelas, también escribió musica de cámara (cuatro cuartetos) y sinfónica, como Fantasía Morisca y el poema sinfónico Los gnomos de la Alhambra. Otras zarzuelas son: La leyenda del monje, Género chico, La cara de Dios, A casarse tocan, Pepe Hillo, ¿Quo Vadis?, Las tentaciones de San Antonio, Roger de la Flor (1878), La serenata (1881)...
Entrado el siglo XX cuatro son sus obras esenciales: La patria chica, La venta de Don Quijote, Circe (1902) y Margarita la Tornera (1909). Ruperto Chapí murió en Madrid el 25 de marzo de 1909.
La música es importante en la zarzuela, pero también lo es el libreto sobre el cual se sustenta la composición. En sus comienzos era bastante común traducir obras extranjeras, principalmente francesas, pero poco a poco aparecieron libretistas de calidad.
A principios del siglo XIX, Francisco Camprodón, nacido en Vich en 1816, estrenó su primera obra Flor de un día, cosechando grán exito. Camprodón es famoso por ser el libretísta de obras tan conocidas como Una vieja, El domió azul, Los diamantes de la corona, El diablo en el poder, El relámpago y Marina.
Luis de Olona, nacido en Málaga en 1823 y muerto en Sarriá en 1863 destaca por ser libretista de la zarzuela grande, en obras como La mensajera, El duende, Por seguir a una mujer, Buenas noches, señor don Simón, El valle de andorra, Catalina, El sargento Federico, El postillón de la Rioja, El juramento o Los magyares.
Ventura de la Vega, nacido en Buenos Aires en 1807, escribió libretos para Jugar con fuego, El hombre de mundo, Don Fernando de Antequera y La muerte del Cesar.
Otros libretistas de zarzuela importantes en el siglo XIX son: Luis de Eguilaz, que obtuvo éxitos con los libretos de El molinero de Subiza y El salto del pasiego. Luis Mariano de Larra, hijo de Mariano José de Larra, escribe libretos con música de Gaztambide en Las hijas de Eva y La conquista de Madrid. Con música de Barbieri en Chorizos y Polacos, Sueños de oro y El barberillo de Lavapiés.
Tomás Rodriguez Rubí, nacido en 1817, destaca por ser muy rápido escribiendo libretos, cierta vez se comprometió con Julián Romea a entregarle una comedia de ocho días y cumplió su promesa, convirtiéndose la obra La trenza de sus cabellos en un éxito en los escenarios de Madrid.
Entre sus libretos destacan: La hechicera e Isabel la católica.
De el libretista Antonio García Gutierrez destacan las zarzuelas El grumete, y con música de Barbieri La espada de Bernardo, Un día de reinado y El robo de las sabinas.
A finales del siglo XIX y principios del XX destacan Miguel Ramos Carrión, Perrín y Palacios y Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw.
Miguel Ramos Carrión nació en 1847 en Zamora. Muy pronto viajó a Madrid para estudiar en el Conservatorio. Chapí, Caballeroo Chueca basaron sus obras en sus libretos. Sus trabajos de más éxito son Cada loco con su tema, la mamá política, Los sobrinos del capitán Grant, La tempestad, La bruja y el pasillo veraniego Agua, azucarillos y aguardiente , obra estrenada sin pretensiones en el que Carrión quería retratar un día de paseo por Recoletos, donde eran centros de reunión los aguaduchos, donde se servía aguardiente de Cazalla o de Chinchón con agua en un botijo y un azucarillo.
El dúo de libretistas Guillermo Perrín y Miguel Palacios obtuvieron grandes éxitos con títulos como El barbero de Sevilla, Bohemios, El gaitero, Pepe Gallardo, La torre del oro, Cinematográfico nacional, La generala, La corte del faraón o Tierra del sol. Además de zarzuela, tambien escribieron revistas, obras como Certámen nacional y Cuadros disolventes.
Sobre ellos se escribió: "Asombran la habilidad y la suerte de estos autores para obtener con un mínimo de asunto y otro mínimo de ingenio, sin tipos, situaciones, ni casi nada, sino pericia teatral para dar ocasión de lucimiento al músico, al pintor, al sastre, al director de escena y a los actores, un resultado tan halagüeño y satisfactorio. Y es que en el desfile de los muñecos, la presentación de cuadros plásticos y el aprovechamiento de la actualidad, Perrín y Palacios, maestros muy duchos y con miras al trimestre (cobro de los derechos), podían reírse de la literatura. Por eso, en el arte de pergeñar revistas que se eternizasen en el cartel no tenían rival en su época. Pero ha de decirse en su honor que para lograrlo y atraer al público no acudían, ni lo necesitaban, a lo que luego se llamó sicalipsis, desnaturalizando, en forma camelística, el significado que primero se dio a tal palabra. Su arte sería ligero y frívolo, pero no se basaba en chistes soeces ni en situaciones y personajes de burdel, ni les obligaba siquiera a desnudar a
tiples y coristas".
En el siglo XX los máximos exponentes son el dúo Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw. Destacan sus éxitos Doña Francisquita, Luisa Fernanda, La tabernera del puerto, La rosa del azafrán, La chulapona, La meiga, El dictador, La severa, Los flamencos, Mambrú se va a la guerra, Losa, Lozana, Peña Mariana, La duquesa del candil, El canastillo de fresas, Un día de primavera, A todo color, La Lola se va a los puertos, El gaitero de Gijón o Tiene mucha razón don Sebastián.
Si hablamos de libretistas del género chico, destacan don Ramón de la Cruz, principal impulsor del sainete, Tomás Luceño, Ricardo de la Vega y Javier de Burgos.
Ricardo de la Vega nació en Madrid, en 1840 y murió en la misma ciudad en 1909. Sus libretos más famosos son La canción de la Lola y La verbena de la paloma. Destacan también El señor Luis el tumbón, Pepa la frescachona, De Getafe al paraíso, la familia del tío Maroma, A casarse tocan, Al fin se casa la Nieves y El año pasado por Agua.
Javier de Burgos es otro gran libretista del género chico, autor de libretos como El baile de Luis Alonso y La boda de Luis Alonso, Los valientes y Cádiz. Felipe Pérez y González es uno de los libretistas más importantes del género chico por ser autor de La Gran Vía. José López Silva (Madrid, 1860-1925) colaboró con Carlos Fernández Shaw en una de las obras cumbres del género chico, escribiendo el libreto de La Revoltosa. Miguel Echegaray es autor de libretos de gran éxito, como El dúo de la africana, la viejecita y Gigantes y Cabezudos.
Carlos Arniches es el máximo exponente del género chico. Nació en Alicante en 1866 y murió en Madrid en 1943. Su primera aparición como autor teatral se produce en 1890 en el teatro Apolo, apoyado por Gonzalo Cantó y colaborando en una pieza compuesta por Ruperto Chapí, La leyenda del monje, ese fue su primer gran éxito. Entre sus obras más famosas destacan: El santo de la Isidra, La fiesta de San Antón, El amigo Melquiades, Don Quintín el amargao, la señoríta de Trévelez, Es mi hombre, Que viene mi marido, la trajedia del pedele, y El tío miserias, entre otras. En total doscientas obras, caracterizadas por su fiel descripción costumbrista de Madrid.
Carlos Arniches colaboró en numerosas ocasiones con otros libretistas. Con Ramón Asensio Mas, escribió el libreto de El puñao de rosas; con Celso Lucio escribió Panorama nacional, Los apareciedos, Los puritanos, Los camarones y El cabo primero; con Enrique García Álvarez en El iluso Cañizares, El pobre Valbuena y El terrible Pérez, entre otros; con Gonzalo Cantó en La leyenda del monje y Las campanadas; y con Eloy Garay en la zarzuela grande Mari Eli.
Los hermános Alvarez Quintero, Seráfín y Joaquín, nacieron en Utrera en 1871 y 1873. No habían cumplido veinte años cuando comenzaron su carrera como autores teatrales. Su primera composición fue una zarzuela titulada Gilito, estrenada en el teatro Apolo en abril de 1889. A esta le siguió, el mismo año, Esgrima y amor, estrenada en el teatro Cervantes de Sevilla. En 1897 estrenaron dos obras de un acto: El ojito derecho y La reja. En 1900 tenían más de cincuenta y una obras escritas, llegando a publicar cinco y seis por años, hasta llegar a doscientas a lo largo de su carrera.
Entre sus obras más famosas destacan: El motete (música de José Serrano), El estreno (música de Chapí), El genio alegre, El patio, El nido, El amor que pasa, Amores y amoríos, Doña Clarines, Malvaloca, La reina mora, La mala sombra, La buena sombra, Los borrachos, El traje de luces, La venta de los gatos, El género ínfimo o La reina mora.
VARIAS ZARZUELAS FAMOSAS
Agua, azucarillos y aguardiente, libreto de Miguel Ramos Carrión y música de Federico Chueca, se extrenó en el Teatro Apolo (situado en la calle Alcalá de Madrid) el 23 de junio, la noche de San Juan, de 1897. La obra se extrenó modestamente, sin pretensiones, solo para permanecer en cartel unas semanas. Era una obra para ese verano cuya ambientación se ciñó a esa circustancia, por esto compositor y libretista denominaron genericamente la obra "pasillo veraniego".
El libreto no plantea ningún motivo central, ni trama unificadora. Está dividido en dos cuadros independientes entre sí: cómico y cursi el primero y castizo y expresivo el segundo; quizá, el único hilo de conexión sea el lugar de la acción, el paseo de Recoletos.
La acción principal del segundo cuadro se desarrolla en un aguaducho regentado por pepa, y cuenta las rencillas de la dueña con una aguadora ambulante, Manuela.
La obra transcurre en el Madrid de finales del siglo XIX y refleja a la clase media empobrecida en contacto con las clases populares. Transcurre en las proximidades de la verbena de San Lorenzo, el 9 de agosto, en el paseo de Recoletos. Además, aparecen citadas otras calles, como la Ribera de Curtidores, el Prao, la Plaza de Colón, Lavapiés, Las Vistillas, la Puerta de Alcalá, la Cebá...
A lo largo de la obra desfilan multitud de personajes y situaciones, reflejo del Madrid de la época: músicos ambulantes, castañeras, aguadores y aguadoras, cigarreras, verbenas en los barrios o patios, olor a churros calientes y a limonada en barreños de barro cocido, barquilleros, niñas que juegan al corro y sus niñeras que coquetean con los soldados, chulapos y chulapas, manolos y manolas. Es el Madrid del chotis, la mazurca, el pasodoble, la polca, del organillo y los pregones.
Doña Francisquita, música de Amadeo Vives, libreto de Federico Romero y
Guillermo Fernández Shaw, se estrenó la noche del 17 de febrero de 1923 en el Teatro Apolo, cuna del género chico.
Sus primeros intérpretes fueron:
Mary Isaura: Francisquita.
Cora Raga: Aurora la Beltrana.
Felisa Lázaro: Doña Francisca.
Beatriz Cerrillo: Irene la de Pinto.
Juan el de Casenave: Fernando.
Ricardo Güel: Don Matías.
Antonio Palacios: Cardona.
Juan Frontera: Lorenzo.
Dirigía la orquesta el maestro Juan Antonio Martínez.
La obra fue un éxito de público y crítica. Este éxito hizo que, en noviembre de 1924, la obra embarcara para América, representándose en Chile, Perú, Cuba, Mexico y Argentina. En este último país tuvo tanto éxito que apareció una parodia, Doña Francisquita la maleva, de Ivo Pelay, una adaptación al ambiente del arrabal porteño. En 1956 se repuso en la inaguración del Teatro de la Zarzuela. Dirigida por José Tamayo y bajo la batuta de Odón Alonso. El reparto estaba encabezado por Alfredo Kraus. Ese año la zarzuela se representó doscientas cincuenta veces, y durante ese año viajó por toda España; el 1 de junio se representó en el Volksoper de Viena.
Doña Francisquita está basada en una comedia de Lope de Vega, La discreta enamorada, escrita entre 1604 y 1608, que había intervenido, junto con Calderón de la Barca en las primeras comedias con música calificadas como zarzuelas. El tema es el amor y el enredo se articula sobre una visión optimista donde el imbroglio desaparece ante al victoria de los jóvenes sobre los viejos. El argumento central no es original de Lope, este lo tomó de una historia del Deccameron.
La verbena de la Paloma, libro de Ricardo de la Vega y música de Tomás Bretón, se estrenó en el Teatro Apolo de Madrid el 17 de febrero de 1894. Desde su nacimiento fué una de las obras más populares del género chico. Esta obra tuvo su pequeña historia: Ruperto Chapí se comprometió a poner música al libreto. Por diversas circustancias, el maestro Chapí abandonó la obra cuando ya estaba casi compuesta. El libro, despues de pasar por varios músicos, cayó en manos de Tomás Bretón, un salmantino defensor de la ópera española en el que nadie creía, el cual en diecinueve días, por bares, plazas, bancos y esquinas compuso la partitura de La Verbena de la paloma.
El texto de la obra se inspiró en un hecho real acontecido al cajista de la imprenta donde Ricardo de la Vega publicaba sus obras.
El título original: La verbena de la Paloma o el Boticario y las Chulapas y Celos mal reprimidos, resume toda la obra en tres partes. La acción transcurre en uno de los barrios más típicos de Madrid, cerca de la calle de Toledo, en la noche del 14 de agosto durante la celebración de dicha verbena. El argumento se centra en el pequeño drama de amor entre el honrado cajista, Julián, y la chulapa Susana. Esta y su hermana Casta, que viven con la tía Antonia, una vieja un poco celestina, coquetean con el boticario Don Hilarión, un viejo verde que se hace ilusiones, sin darse cuenta de que las dos jóvenes solo quieren jugar con él para divertirse. Este juego causa los celos de Julián, siempre atendido por la maternal y consejera "Seña" Rita. Tras algunas peripecias en la verbena, el viejo queda burlado y triunfa el amor de Julian y Susana. El Madrid castizo de la época queda retratado en escenas maestras, en la que aparecen tipos inolvidables: el tabernero, los guardias, el sereno, chulapas y chulapos que ponen contrapunto a la acción principal.
Muchos números destacan en la obra cumbre del género chico:
El primer número, entre don Hilarión, el viejo boticario y su amigo Don Sebastian en su conversación en torno al avance de la ciencia: "Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad...".
La triste escena de Julian: "Tambien la gente de pueblo tiene su corazoncito, y lagrimas en los ojos, y celos mal reprimidos...", donde manifiesta a la "señá" Rita su intención de suicidarse al haber visto a su novia, Susana y su hermana montada en un choche de caballos con un hombre mayor.
Una de las escenas más famosas: "Una morena y una rubia, hijas del pueblo de Madrid..." en la cual don Hilarión duda sobre cual de las dos hermanas le gusta más.
El clima dramático de la obra llega a su cénit en el segundo cuadro con la célebre habanera "¿Dónde vas con mantón de Manila?".
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