Lenguaje, Gramática y Filologías


Orígenes del español


ORÍGENES DEL ESPAÑOL

INDICE

1.Introducción

2. Orígenes
3. Los primeros invasores de la península
4. La Historia del Castellano
5. Los Dialectos
6. El español en el mundo
8. El castellano actual
9. Bibliografía

INTRODUCCIÓN

El castellano es la lengua romance de mayor difusión en el mundo actual. Se habla en casi toda la península ibérica, en el sudoeste de USA., Méjico, América Central y América del Sur (a excepción de Brasil) y es la lengua de un grupo minoritario de hablantes de Filipinas. Pero obviamente y como todas las lenguas actualmente existentes, ha sufrido una larga y laboriosa modificación a lo largo de la historia, las cuales quedan reflejadas a grandes rasgos en este trabajo, y puede ayudarnos a entender muchas de las cosas que existen en nuestra lengua actual.
Se debe suponer que al cabo de los siglos e inevitablemente, el castellano debería seguir el destino del latín: fraccionarse en distintas lenguas nacionales. Y de hecho, de aquí a algunos años, debido a los avances en los medios de comunicación, la nueva sociedad multicultural que está surgiendo y las diferentes clases sociales que existen, nuestra lengua experimentará un cambio de aquí a no mucho tiempo.

ORÍGENES

La base del español es el latín vulgar, propagado en España desde fines del siglo III a.C., que se impuso a las lenguas ibéricas. Los abundantes documentos que nos quedan del latín provienen de los textos literarios. Pero si queremos conocer los verdaderos orígenes de nuestra lengua, tenemos imaginar como hablaban en el Imperio, ya que las lenguas romances no derivan del latín escrito sino del latín hablado en las calles y en las plazas. Y las diferencias entre una y otra variedad lingüística son importantes. En el aspecto fónico, el latín literario diferenciaba diez vocales (cinco largas y cinco breves) y esa longitud de la vocal podía modificar el significado de una palabra. El latín oral reemplazó esa distinción por el acento de intensidad, que persiste como rasgo distintivo de nuestra lengua. En el plano morfológico, los sustantivos y los adjetivos se declinaban, lo que significa que adoptaban una terminación diferente según cual fuera la función que desempeñaban en la oración. Esta característica del latín literario era reemplazada en el latín oral por un aumento en la cantidad de preposiciones, tal como sucede en el castellano actual. En lo referente al aspecto sintáctico, el latín literario empleaba con frecuencia el hipérbaton, en tanto que el latín oral ordenaba la oración con una regularidad casi constante y similar a la de nuestra lengua. Una relación lógica por parte, si se tiene en cuenta que una lengua evoluciona y se modifica con mayor dinamismo en su variante oral que en la escrita.
Otro elemento conformador del léxico en el español es el griego, puesto que en las costas mediterráneas hubo una importante colonización griega desde el siglo VII a.C.; además, voces helénicas han entrado en el español en diferentes momentos históricos. Los orígenes de nuestra lengua se remontan muchos siglos antes de nuestra era. Se supone que los primeros habitantes de lo que hoy es la península ibérica (España y Portugal), se establecieron a los lados de los Pirineos (cadena montañosa entre Francia y España). Estos grupos humanos hablaron una lengua que sobrevive en el idioma vasco (Vasconia). En otra región geográfica -costa de Levante- se establecieron los Íberos, de cuyo nombre tomó el propio la península. Su cultura probablemente provenía de las costas africanas.

LOS PRIMEROS INVASORES DE LA PENINSULA

Antes de la llegada de los romanos, la península ibérica estaba poblada por diversas comunidades. Se agrupaban diversos pueblos que poseían una lengua común, la vascuence. En el sur, los nativos establecían relaciones comerciales con los fenicios.
Hacia el siglo VII a. C. Los Celtas, provenientes del sur de Alemania, invadieron la península y se establecieron en Galicia y Portugal. Fusionados con los íberos formaron el grupo de los Celtíberos. La invasión Germánica
En el año 409 se produjo en España la invasión de pueblos procedentes del norte, los visigodos, y entraron en la península por los Pirineos. Se instalaron principalmente en la meseta castellana. En un principio no se unían con los pobladores hispano - romanos, pero con el tiempo se fueron romanizando. Mantuvieron su lengua, aunque recibieron influencias que, en el caso del castellano, se advierten principalmente en el léxico. La influencia Vasca
Junto a estos elementos lingüísticos también hay que tener en cuenta al vasco, idioma cuyo origen se desconoce, aunque hay varias teorías al respecto. Algunos de sus hábitos articulatorios y ciertas particularidades gramaticales ejercieron poderosa influencia en la conformación del castellano por dos motivos: el condado de Castilla se fundó en un territorio de influencia vasca; junto a eso, las tierras que los castellanos iban ganando a los árabes se repoblaban con vascos, que, lógicamente, llevaron sus hábitos lingüísticos y, además, ocuparon puestos preeminentes en la corte castellana hasta el siglo XIV.
La otra herencia del vasco consiste en que ante la imposibilidad de pronunciar una /f/ en posición inicial, las palabras latinas que empezaban por ese fonema lo sustituyeron en épocas tempranas por una aspiración, representada por una h en la escritura, que con el tiempo se perdió. La invasión de los árabes
En el año 711 se produjo la invasión árabe en España. Los musulmanes llevaron adelante la conquista con una fuerza inusitada. Así consiguieron abarcar toda la península, desde el sur hacia el norte.
La invasión árabe tenía un objetivo religioso. Por este motivo la lucha entre el mundo hispano-románico y el árabe se transformó en una lucha entre dos civilizaciones: la cristiana y la musulmana. La prolongada permanencia de los árabes en España y el contacto estrecho entre ambos pueblos generaron una cultura nueva que abarcó no solo lo lingüístico, sino también la literatura, la arquitectura, el arte y las costumbres.
En lo referente a la lengua los mozárabes hablaban un romance arcaico con gran cantidad de arabismos. En cuanto a literatura, produjeron una composición poética de metro y lenguaje híbridos, el zéjel.
La convivencia entre ambas culturas permitía reconocer dos Españas: la España musulmana, floreciente y lujosa, y la España cristiana, empobrecida y asolada por las guerras. Los romanos

El latín, lengua oficial de los romanos, era un idioma claro y preciso, enérgico, práctico y ordenado, que adquirió gracia cuando tuvo contacto con la lengua griega. Hispania fue testigo del florecimiento de la literatura latina que imitó, haciéndolos suyos, los modelos de los grandes maestros griegos. De esta manera, muchas palabras de origen griego, han pasado a nuestro idioma en este periodo por medio de la imposición del latín. Por ejemplo: "philosophia" : filosofía, "poesis" : poesía, "mathematica" : matemática, "chorus" : coro, etc. El latín pertenecía al grupo del indoeuropeo, originario de casi todas las lenguas que se hablan en Europa. Además de latín son indoeuropeas las lenguas célticas, las de Gran Bretaña (irlandés, galés, escocés); las lenguas germánicas (el desaparecido gótico, los modernos alemán, inglés, holandés); las lenguas eslavas (ruso, polaco, checo, búlgaro y serbocroata),  las lenguas escandinavas y también el griego y el albanés.

Las lenguas que se hablan y hablaron en Europa que no pertenecen a la familia indoeuropea, son: el etrusco (desaparecido), el finlandés, el lapón, el estoniano, el húngaro y el vascuence, fuera de Europa, pertenecen al tronco indoeuropeo el grupo de lenguas indias y el persa. De lo que se concluye que gran parte del mundo actual tiene uno mismo antepasado lingüístico. Existieron dos clases de latín: el culto y el vulgar. El primero era usado por los escritores y gente preparada; el vulgar era hablado por el pueblo de Roma. Este fue el que se impuso en todas las colonias. Dicho latín presentaba diversas modalidades según la época de conquista del territorio, la procedencia de distintas regiones de la península itálica, la cercanía o lejanía de comunicación con la metrópoli, etc. De este modo, en cada territorio conquistado -no se puede usar todavía el concepto de nación- la lengua impuesta adquirió diversos matices de expresión. La evolución del latín vulgar vino a dar lo que hoy llamamos lenguas romances, románicas o neolatinas. Éstas sobreviven con diversas modalidades en España, Francia, Portugal, Italia, Bélgica, Suiza, Rumania, Hispanoamérica y en otros muchos lugares del mundo, llevado por conquistadores españoles, portugueses y franceses, así como por los judíos sefardíes que fueron arrojados de España.

La dominación romana terminó en el siglo V d.C., cuando desmembró el imperio. En nuestros días lo que se conserva de las lenguas prerromanas son unos cuantos sufijos: -arro, -orro, -urro: nuharro, machorro, baturro, -asco: peñasco. Se presume que los sufijos -az, -ez, -oz, que abundan en la toponimia peninsular española, también pertenecen a este periodo. En el mismo caso está la "-z" terminal de los apellidos.

El latín vulgar evolucionaría con la mezcla de otras lenguas de grupos humanos que fueron invadiendo la Península Ibérica después de los romanos: visigodos, árabes, franceses, etc., hasta la consolidación del castellano como lengua oficial, por el rey Alfonso X, en el siglo XIII.

Así pues, fueron dos -ya asentados- los motivos que ayudaron al latín vulgar para que fuera evolucionando hasta convertirse en cada región en lenguas románicas: el aislamiento de Roma y la continua depresión de la cultura impuesta por los antiguos conquistadores. Cada región fue agregando al latín vulgar que hablaban, formas de pronunciación de sus dialectos primitivos, así como vocabulario de las lenguas prerromanas; además fueron introduciendo palabras y usos lingüísticos de los subsecuentes invasores y colonizadores.

Francia

En el siglo XI, Sancho el Mayor abre una nueva vía a la peregrinación a Santiago de Compostela. A partir de entonces acuden devotos de otros lugares fuera de España. Los "francos" acuden abundantemente. Establecen ciudades a lo largo de dicho camino, y, como consecuencia de ello, palabras de origen francés empiezan a introducirse en el romance hispano. Algunos de esos vocablos son: homenaje, mensaje, pitanza, fraile, mesón, manjar, vianda, vinagre, etc.

La Reconquista que había comenzado desde el principio de la dominación árabe se dirige hacia el sur, pero los mozárabes ya están muy culturizados con la civilización árabe; conservan sus creencias y hasta su lengua. En el siglo XII, el arzobispo don Raimundo funda la Escuela de traductores y un siglo después, el Rey Alfonso X acoge en su corte a sabios judíos que dominan la cultura árabe. Conforme va avanzando la reconquista, los cristianos van imponiendo los romances del norte: Gallego-Portugués, Astur-Leonés, Castellano, Navarro-Aragonés y Catalán. No todos estos dialectos tuvieron la misma suerte; unos se impusieron más pronto que otros; en el sur fue más difícil, debido a que el sustrato árabe era muy fuerte.

HISTORIA DEL CASTELLANO

En la formación del español cabe distinguir tres grandes periodos: el medieval, también denominado del castellano antiguo, fechado entre los siglos X al XV; el español moderno, que evolucionó desde el siglo XVI a finales del XVII, y el contemporáneo, desde la fundación de la Real Academia Española hasta nuestros días.

El castellano medieval
El nombre de la lengua procede de la tierra de castillos que la configuró, Castilla, y antes del siglo X no puede hablarse de ella. Por entonces existían cuatro grandes dominios lingüísticos en la Península que pueden fijarse por el comportamiento de la vocal breve y tónica o en sílaba interior de palabra, siendo éstos el catalán, el galaico-portugués, el latín y en el sur, bajo dominio árabe, hablaban mozárabe las comunidades hispanas que vivían en este territorio y conservaron su lengua heredada de épocas anteriores. La mantuvieron sin grandes alteraciones, bien por afirmación cultural que marcara la diferencia con las comunidades judía y árabe, bien por falta de contacto con las evoluciones que se estaban desarrollando en los territorios cristianos.
El primer paso para convertir el castellano en la lengua oficial del reino de Castilla lo dio en el siglo XIII Alfonso X, que mandó componer en romance, y no en latín, las grandes obras históricas, astronómicas y legales. Desde el punto de vista gramatical ya habían desaparecido las declinaciones del latín y eran las preposiciones las que señalaban la función de las palabras en la oración. Los adjetivos posesivos iban precedidos de artículo.
El español del siglo XII ya era la lengua de los documentos notariales, e incluso de la Biblia, que el rey mismo mandó traducir. Las anotaciones en romance a los textos en latín contenían palabras y construcciones que no se entendían ya. Gracias al Camino de Santiago entraron en la lengua los primeros galicismos, escasos en número, y que se propagaron por la acción de los trovadores, de la poesía cortesana y la provenzal.

El castellano medieval desarrolló una serie de fonemas que hoy han desaparecido. Distinguía entre una /s/ sonora intervocálica, que en la escritura se representaba por s, como en casa, y una /s/ sorda, que podía estar en posición inicial de palabra como silla, o en posición interna en el grupo ns, (pensar) o en posición intervocálica que se escribía -ss- como en viniesse.

Las letras ç y z equivalían a los sonidos africados (equivalente a /ts/, si era sordo, y a /ds/, si era sonoro), como en plaça y facer. La letra x respondía a un sonido palatal fricativo sordo, como la actual /ch/ del francés o la /s/ final del portugués, y también existía correspondiente sonoro, que se escribía mediante j o g ante /e/ o /i/: así coger, o hijo.

Distinguía también entre una bilabial oclusiva sonora /b/, que procedía de la /p/ intervocálica del latín o /b/ de la inicial sonora del latín (y que es la que hoy se conserva), y la fricativa sonora, que procedía de la /v/ del latín. El verbo haber todavía tenía el significado posesivo, y se empleaba para formar las perífrasis verbales de obligación que originarían a partir del siglo XIV los tiempos compuestos; por eso, entre la forma del verbo haber y el infinitivo siguiente era posible interponer otro material léxico, hoy impensable, como en "Enrique vuestro hermano había vos de matar por las sus manos". Los adjetivos posesivos iban precedidos de artículo; así se decía los sus ojos alza.

El castellano moderno
La publicación de la primera gramática castellana de Elio Antonio de Nebrija en 1492, fecha del descubrimiento de América y de la toma de Granada por los Reyes Católicos, establece la fecha inicial de la segunda gran etapa de conformación y consolidación del idioma. A esta época pertenecen el cambio de las consonantes que altera y consolida definitivamente el sistema fonológico del español. Desaparece la aspiración de la /h/, cosa que testimonia la versificación. Se funden en un único fonema la /s/ sonora y la sorda, prevaleciendo el valor sordo.

Las consonantes ç y z pasan a ser el fonema fricativo (con pronunciación equivalente a /ts/) que se escribirá ç durante el siglo XVI y pasará a tener el valor de la /z/ en el siglo siguiente, con lo que de esta manera se resolvió la vacilación ortográfica c, ç, z. Las variaciones fonéticas que representaban x, g, j, se solucionaron también en favor del sonido velar fricativo sordo que en el XVII pasa a tener la pronunciación y grafía actuales de g y de j.

Desapareció asimismo la distinción b / v, que se neutralizó en /b/ durante el siglo XVI. En la morfología aparecieron los tiempos compuestos de los verbos, y se convierte en auxiliar el verbo haber. En la sintaxis el orden de los elementos de la oración se hace más rígido, y se anteponen los pronombres átonos a infinitivos y gerundios. Desde el punto de vista del léxico adquirió una gran cantidad de neologismos, pues a estos momentos correspondió la expansión de Castilla y, por lo tanto, el contacto con otras culturas. Consiguió consolidarse como lengua dominante frente a otros dialectos peninsulares al llevarse a cabo la unidad política de Castilla y Aragón y ser el castellano la lengua de los documentos legales, de la política exterior y la que llegó a América de la mano de la gran empresa realizada por la Corona de Castilla, ya fijada en la gramática normativa de Nebrija.
A partir de los primeros momentos del siglo XVI se prefirió la denominación de española para la lengua del nuevo imperio, y la preocupación de los intelectuales del momento se refleja en la enorme tarea de sistematizarla, analizarla y divulgarla.

Lo demuestran la publicación del gran Diccionario de Alcalá, obra de la Universidad Complutense creada por Cisneros; la aparición de la Minerva de Francisco de las Brozas, conocido por El Brocense, que es una gramática normativa y descriptiva más moderna que la realizada por el grupo francés de Port Royal, y, a principios del siglo XVII, la publicación del Tesoro de la lengua castellana o española (1611) de Sebastián de Covarrubias, primer diccionario de la lengua, que contiene cuanta información histórica y sincrónica había disponible en el momento de su publicación. En Francia, Italia e Inglaterra se editaban gramáticas y diccionarios para aprender español, que fue la lengua diplomática hasta la primera mitad del siglo XVIII. En esta etapa de la lengua se llegó al esplendor literario que representan los autores del siglo de oro. El léxico incorpora palabras originarias de tantas lenguas como contactos políticos tenía el imperio. Del italiano por ejemplo entran en el español desde el siglo XV al XVII los nombres de la métrica y preceptiva literaria, como soneto, asonante, silva y lira, palabras relacionadas con las bellas artes como fachada, escorzo, medalla, piano. De otros campos léxicos son italianismos de la época centinela, alerta, escopeta, aspaviento, charlar, estropear y muchas más. Son galicismos paje, jardín, jaula, sargento, forja o reproche. Los americanismos, que comienzan a entrar en el siglo XVI, ofrecen una lista referida a las realidades que en Europa, como cóndor, alpaca, pampa, puma, papa (denominación afincada en Canarias para patata).Los términos más antiguos, como canoa, ya citado en el diccionario de Nebrija, proceden de los arawak. A este conjunto pertenecen huracán, sabana, maíz, cacique, colibrí, caribe, enagua y caníbal. De la familia de lenguas náhuatl habladas por los nahuas, se incorporan hule, chocolate, tomate, cacao, aguacate y petate.

El español contemporáneo
En el año 1713 se fundó la Real Academia Española. Su primera tarea fue la de fijar el idioma y sancionar los cambios que de su idioma habían hecho los hablantes a lo largo de los siglos. En esta época se había terminado el cambio fonético y morfológico y el sistema verbal de tiempos simples y compuestos era el mismo que ha estado vigente hasta la primera mitad del siglo XX.
Los pronombres átonos ya no se combinaban con las formas de participio y, gracias a la variación morfológica, los elementos de la oración se pueden ordenar de formas muy diversas con una gran variedad de los estilos literarios, desde la “violación sintáctica” que representan el barroco del siglo XVII, los poetas de la generación del 27 y el lenguaje publicitario, hasta la imitación de los cánones clásicos, también violentadores del orden del español, que incorporaron los neoclásicos o los primeros renacentistas.

Coincidiendo con otro momento de esplendor literario, el primer tercio del siglo XX, aparecieron las nuevas modificaciones gramaticales que aún hoy están en proceso de asentamiento.

De ellas cabe citar: la reducción del paradigma verbal en sus formas compuestas de indicativo y subjuntivo, la sustitución de los futuros por perífrasis verbales del tipo tengo que ir por iré, la práctica desaparición del subjuntivo, la reduplicación de los pronombres átonos en muchas estructuras oracionales y con verbos de significación pasiva, que están desarrollando una conjugación en voz media como en le debo dinero a María; la posposición casi sistemática de los calificativos, la reducción de los relativos, prácticamente limitados a que y quien en la lengua hablada.

Junto a ello, la irrupción continua de neologismos, que nombran innovaciones técnicas y avances científicos, tiene dos momentos: los anteriores a la mitad del presente siglo, que contienen raíces clásicas como termómetro, televisión, átomo, neurovegetativo, psicoanálisis o morfema, y los neologismos apenas castellanizados, siglas y calcos del inglés y fruto de la difusión que de ellos hacen las revistas especializadas, la publicidad o la prensa, como filmar, radar, módem, casete, anticongelante, compacto, PC, o spot.

LOS DIALECTOS

Hasta la irrupción de la radio y la televisión en la sociedad —en la segunda mitad de este siglo—, era relativamente fácil diagnosticar por los hábitos fonéticos y la entonación la pertenencia de un determinado hablante a su correspondiente área dialectal. Hoy, aunque también se siguen dando estas diferencias, la imitación de la norma que esos medios han ido creando entre los hablantes, hace que la pertenencia a diferentes comunidades lingüísticas no sea tan clara ni tan rotunda.
Del mapa lingüístico medieval ibérico surgieron variedades lingüísticas que algunas se convirtieron en lenguas y otras, con el paso del tiempo, se transformaron en dialectos de alguna de ellas. Entre las variedades relacionadas con el español se encuentran: el leonés, que se habló desde Asturias hasta las tierras de Cáceres y que, ya a finales del siglo XV, había dejado su lugar de idioma en pugna con el castellano para ocupar el puesto de mera variedad dialectal; el aragonés, con una situación análoga al leonés, que se habló en el reino de Aragón y cuyas fronteras naturales son los Pirineos por el norte, la cordillera Ibérica por el oeste y los límites de Cataluña y Valencia por el este. A partir del siglo XIV, como consecuencia de la conquista de Andalucía por los castellanos, surgió el andaluz, que integró algunos rasgos del mozárabe, como un auténtico dialecto del castellano. El extremeño, que empezó siendo una variedad fronteriza del leonés y el castellano se ha consolidado como uno de los pocos dialectos hoy todavía identificables por sus aspiraciones implosivas y su peculiar léxico. El riojano, que se habló en La Rioja, y que tan decisivamente influyó en el castellano escrito de los primeros tiempos, era una variedad dialectal del aragonés. Otro dialecto de fronterizo aún vigente lo representa el murciano, en el que confluyeron el castellano, el aragonés y el valenciano, variedad catalana. En las islas Canarias existe el canario, cuya entonación, léxico y fonética influyeron en el español americano del istmo y norte de Sudamérica.
En el siglo XVI el castellano sirvió de base para la creación de un sabir o lengua de intercambio en el Mediterráneo. Un siglo después se configura otro sabir en el Caribe, que luego se criolliza para dar paso al papiamento de Curaçao. Los jesuitas que entraron en contacto con los indios guaraníes crearon otra lengua de intercambio conocida como lengua general.
En cuanto al continente americano, no han faltado autores que calificaban de dialectos a cada una de las variedades lingüísticas que se han consolidado en los respectivos países.
La dialectología del español en América debe hacerse por cada país antes de que la homogeneidad que imponen la radio, el cine y la televisión borren las fronteras dialectales que aún existen.

El español en las zonas bilingües:

En las comunidades autónomas bilingües, el español ha ido adoptando realizaciones peculiares, en las que destacan las interferencias ( la transferencia de elementos fonéticos, morfosintácticos y léxicos) y los préstamos léxicos.

Las lenguas automáticas han influido en el español:

  • el catalán ha transmitido alguno de sus rasgos al castellano: la articulación palatal del fonema /l/, sobre todo en la terminación -al; la pronunciación fuerte y el ensordecimiento de /d/ final de palabra (verdat); calcos o interferencias como el uso del artículo con el nombre propio (el Juan), o el fenómeno frecuente del dequeísmo (afirmó de que...) En la comunidad Valenciana puede darse la distinción en /b/ (bilabial) y /v/ (labiodental).

  • La influencia del gallego se observa en la entonación, en el cierre de /e/ y /o/, cuya pronunciación se aproxima a /i/ y /u/; en el uso exclusivo del pretérito perfecto simple (hoy estuve allí) o en la predilección por el diminutivo -iño / -iña.

  • El euskera ha influido históricamente en la evolución del español, por ejemplo en la pérdida dela f inicial latina y en la no distinción entre /b/ y /v/. Hoy condiciona algunos aspectos del castellano de la zona, como los cambios en el orden sintáctico, las confusiones de género o el uso del imperfecto por el condicional (si tendría el coche te llevaría)

Variedades septentrionales:

Las variedades septentrionales corresponden a la zona de origen y primera expansión del castellano, y son las más conservadoras en cuanto a la evolución lingüística. La región comprende el norte de España, que se podría trazar aproximadamente por Salamanca, Ávila, Guadalajara, Cuenca y Albacete, siendo esta última ciudad el área más innovadora por su proximidad a la zona meridional.

Los principales rasgos de las hablas meridionales son:

  • generalización y uso frecuente del leísmo y laísmo

  • pronunciación como /s/ de /x/ (taxi (tasi),experiencia (esperiencia)

  • distinción en el uso del pretérito perfecto simple y del pretérito perfecto compuesto.

  • Uso frecuente en el habla descuidada de la 2ª persona del singular del pretérito perfecto simple con desinencia -s (vistes) y del infinitivo en lugar del imperativo (fijaros)

  • Pérdida de la -d intervocálica en la terminación -ado (aprobao)

  • Aspiración de la -s implosiva, sobre todo en zonas de Castilla- La Mancha (ehque “es que”)

  • Duplicación de preposiciones (voy a por el pan)

  • Preferencia por los diminutivos -ico, -ica.

Variedades meridionales:

Las variedades meridionales corresponden a la zona sur, donde la resolución de la lengua fue diferente, sobre todo en rasgos fonéticos. Las variedades meridionales se relacionan en general con el español hablado en las zonas litorales de Hispanoamérica.

Esta variedad es el llamado “andaluz”. El área de su dominio reúne un conjunto de hablas muy variadas:

  • seseo o ceceo según la zona. La zona seseante abarca la zona de Sevilla, Córdoba, Huelva, Málaga y el oeste de Granada; la zona sur en ceceante, excepto la mayor parte de Almería.

  • Aspiración o eliminación de la -s final de sílaba o palabra (lah niñah “las niñas”)

  • Confusión de /l/ y /r/ implosivas (mi alma = mi arma) o su omisión, aunque los hablantes cultos conservan la distinción.

  • Relajación y pérdida de la -d intervocálica. En el habla coloquial, la -d puede perderse ante -r (pare por padre), igual que la -n al final de sílaba (vié por viene)

  • Preferencia por los diminutivos -illa, -illo.

Variedades meridionales o de transición

Se conocen como hablas de transición aquellas modalidades que comparten rasgos del castellano meridional y de otras variedades.

  • Extremeño las características del extremeño difieren según las zonas, los niveles y los registros utilizados. Los rasgos fonéticos más importantes son la aspiración de la -s y del fonema /x/, la confusión de /l/ y /r/ al final de sílaba, la pérdida de la -d intervocálica y el yeísmo. Se observa también la preferencia por el diminutivo -ino/ -ina, y se respeta el uso etimológico de los pronombres átonos le, lo y la. Destaca la presencia de leonesismos y arcaísmos.

  • Murciano por su situación geográfica y por su historia, el área del murciano ha recibido diversas influencias. Los rasgos fonéticos más destacables son la entonación, la aspiración de /s/ y /x/ y la confusión de /r/ y /l/ en posición implosiva. En lagunas zonas costeras se da el seseo. Sobresale el uso de los diminutivos -ico/-ica, -iquio/-iquia y en el vocabulario existen muchos arcaísmos y aragonesismos.

Canario el habla de las Islas Canarias presenta características comunes con las hablas meridionales. Los rasgos fonéticos principales son el seseo, la aspiración de la -s y del /x/ en algunas zonas y al extensión del yeísmo. El pronombre “ustedes” sustituye a “vosotros” y se conserva el uso etimológico de le y lo. En el léxico encontramos andalucismos, portuguismos, americanismos y guanchismos (palabras procedentes de la lengua de los nativos -gofio-).

EL ESPAÑOL EN EL MUNDO

El español en el mundo
El español es, por número de hablantes, la tercera lengua del mundo. Pese a ser una lengua hablada en zonas tan distantes, existe una cierta uniformidad en el nivel del idioma, que permite a las gentes de uno u otro lado del Atlántico entenderse con relativa facilidad. Las mayores diferencias son de carácter suprasegmental, es decir, la variada entonación, fruto al parecer de los diversos sustratos lingüísticos que existen en los países de habla hispánica. La ortografía y la norma lingüística aseguran la uniformidad de la lengua; de ahí la colaboración entre las diversas Academias de la Lengua para preservar la unidad, hecho al que ayuda la difusión de los productos literarios, científicos, pedagógicos, cinematográficos, televisivos e informáticos.
Desde España se ha elaborado el primer método unitario de enseñanza del idioma que difunde por el mundo el Instituto Cervantes. El trabajo coordinado de las Academias ha cristalizado en la elaboración de la norma culta de las grandes ciudades, que presta especial atención a la fonología y el léxico. Es el segundo idioma hablado en Estados Unidos, que cuenta con varias cadenas de radio y televisión con emisiones totalmente en español; asimismo, por razones económicas, es la lengua que más se estudia como idioma extranjero en los países no hispánicos. Lejanos ya los tiempos en que fue considerada la lengua diplomática, cuando fue sustituida por el francés, hoy es lengua oficial de la ONU y sus organismos, de la Unión Europea y otros organismos internacionales. Ha sido incluido como idioma dentro de la información de Internet, lo que asegura la constante traducción de las innovaciones informáticas, su difusión e intercomunicación. Donde aparece más incierto el futuro del idioma es en el continente africano, abandonado por razones políticas a la voluntad de sus hablantes; no hay que olvidar que todavía sirve de lengua diplomática junto al francés para el pueblo saharaui. No obstante, todo parece augurar que en el próximo siglo será una de las lenguas de mayor difusión.

El Castellano en América
La colonización comenzó a fines del siglo XV, cuando ya el castellano había adquirido sus caracteres esenciales. Los hablantes que llegaron a América provenían desde Andalucía y de las Islas Canarias en gran medida; de este modo, las variedades meridionales del castellano fueron decisivas en la formación de las primeras normas lingüísticas, aunque luego su evolución siguiera desarrollos independientes y paralelos al español peninsular. Por otro lado, los grandes centros virreinales, situados normalmente en el interior, reunían a miembros del alto clero, funcionarios y cortesanos que favorecían el uso de la variedad septentrional. Contribuyeron, así, a la creación de una segunda variedad del castellano americano.
El castellano se impuso sobre las lenguas nativas. En la mayoría de los casos hablaron el castellano con modificaciones atribuibles a sus propios hábitos lingüísticos. En otros casos conservaron su lengua con la incorporación de algunos hispanismos.

Si bien el castellano predominó sobre las lenguas nativas americanas, éstas dejaron su influencia.

EL CASTELLANO ACTUAL

Para establecer las características del español actual hay que tener en cuenta, en primer lugar, los cambios políticos, sociales y culturales que ha experimentado nuestra sociedad en los últimos años. Entre ellas destaca la generalización de la educación, la importancia de los medios de comunicación, en particular de la televisión, y de las nuevas tecnologías en la propagación de usos lingüísticos, la extensión de rasgos correspondientes a distintas variedades del español y la influencia de otras lenguas, sobre todo del inglés.
Aparentemente, la velocidad de los medios de comunicación y la amplia difusión de la lengua escrita en la literatura y en los medios masivos, hacen que la gran mayoría de los hispanohablantes maneje una variedad de lengua común, en la que todos se entienden a pesar de las diferencias regionales. La escuela funciona como un organismo unificador que tiende a que los hablantes se comuniquen con un número cada vez mayor de hablantes de otras regiones. Entonces si bien somos conscientes que la lengua evoluciona inevitablemente, también debemos creer en la necesidad de mantener una unidad lingüística que permita la comunicación eficaz y fluida entre la mayoría de los hispanohablantes.

Niveles fónicos:

  • tendencia a la sinéresis y a la relajación en el habla coloquial (hasta logo, ma dicho)

  • extensión de la debilitación o pérdida de la -d intervocálica, no sólo en participios en -ado, sino también en adjetivos y sustantivos: cansao, estao, abogao.

  • expansión del yeísmo.

  • El acento expresivo y enfático en sílabas tradicionalmente átonas, sobre todo en el habla de los políticos y los medios de comunicación. En estos últimos también es frecuente que la entonación enunciativa, que normalmente desciende a partir del último acento, suba el tono de la última sílaba tónica en un final circunflejo.

Niveles morfosintácticos:

  • variaciones en el género de sustantivos que designan profesiones desempeñadas por mujeres (jefa, abogada)

  • adverbialización de adjetivos: trabajar duro, hablar claro

  • aumento en la adjetivación de sustantivos en la formación de compuestos por oposición: contrato basura, hora punta, palabra clave.

  • Extensión del tuteo fuera del límite impuesto por la familiaridad o la edad.

  • Preferencia por el uso de la perífrasis ir + infinitivo en lugar del futuro y del presente de indicativo en vez del subjuntivo en las condicionales (si lo sé, no vengo)

  • Retroceso de los usos de los relativos quien, cual y cuyo en la lengua oral.

  • Queísmo (supresión de la preposición “de”): estoy segura que no quiso venir.

BIBLIOGRAFÍA

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"Española, Lengua", Enciclopedia Microsoft® Encarta® 99. © Microsoft Corporation 1993-1998.

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Idioma: castellano
País: España

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