Literatura


Martín Fierro; José Hernández


Alumna: Romina Berardi

Profesora: Diana Ardissone

Materia: Literatura

Curso: 5º 3ª

Año: 2001

Hoja: 1

Martín Fierro

Trabajo Práctico

Primera Parte

  • ¿Con qué objetivos Fierro va a cantar su relato? ¿En qué estrofas lo establece?

  • En el Canto I propone una serie de argumentos con los que justifica su situación personal y social. ¿De qué situación se trata y con qué argumentos la defiende? Citen algunas zonas del poema en las que Fierro exponga su oposición a los pareceres contrarios

  • ¿En qué situación `legal' se encuentra Fierro en el presente de su relato? ¿Cuándo y por qué arriba a esa situación? Fundamenten la respuesta con citas

  • ¿Quién recluta a Fierro para la frontera? ¿Con qué motivos? Citen Canto y estrofas

  • ¿Cuáles eran, según Fierro, las condiciones de vida en el fortín?

  • ¿Qué opiniones tiene Fierro sobre los inmigrantes y los indios?

  • ¿Cuándo decide hacerse `malo' y por qué?

  • ¿En qué circunstancias se produce el encuentro entre Fierro y Cruz? ¿Quién es este personaje? ¿Cuáles son las penas que expone en su intervención?

  • Lean “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz” de Jorge Luis Borges. Analicen el cuento teniendo en cuenta la noción de intertextualidad

  • Establezcan qué vinculaciones existen entre la carta al editor Zoilo Miguens que precede a la Ida y esta primera parte del Martín Fierro

  • Fierro comienza su canto, su “historia”, principalmente porque desea comunicarla a los demás, pudiendo de esta manera consolar sus penas. Estos objetivos se perciben claramente en el Canto I, cuando relata: “que el hombre que lo desvela/ una pena estrordinaria[...] con el cantar se consuela” (vv. 3-6). El deseo de contarle a los demás su historia se refleja en los versos “y dende que todos cantan/ yo también quiero cantar” (vv. 29-30), o “Cantando me he de morir [...] vine a este mundo a cantar” (vv. 31-36).

    Tomando a la pregunta inicial desde otro punto de vista, podría decirse que los objetivos del canto de Fierro son aquellos que José Hernández enumera en su carta al editor Zoilo Miguens, que precede a la primera parte del Martín Fierro. En esta carta, que relata la pésima situación en la que vive el gaucho de

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    la época por su exclusión de la sociedad y su consecuente marginalización, Hernández explica a Miguens que Fierro es el `prototipo' de gaucho. Ese gaucho, víctima de no haber sido educado, y bestia por ello, es el que piensa, siente y expresa su dolor e inquietudes, siendo el personaje de Fierro su portavoz y mayor exponente.

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    Martín Fierro, gaucho pobre y solitario, se presenta como una persona que ha sufrido mucho durante su vida, pero que sin embargo tuvo un pasado feliz, con una familia y un hogar, como empieza a vislumbrarse en la última estrofa del Canto I, cuando canta: “Y atiendan la relación/que hace un gaucho perseguido,/que padre y marido ha sido/ empeñoso y diligente,/ y sin embargo la gente/ lo tiene por un bandido” (vv. 109-114). Aquí Fierro se `escuda' en la actitud de la gente para justificar su presente condición social: es un gaucho perseguido e ignorado. Esta situación en la que se encuentra ahora Fierro se debe a un suceso ocurrido en su pasado, que relatará en Cantos posteriores. Sin embargo, en este Canto I se perfila como un hombre que está solo, sin una compañía amorosa pero tampoco de otro tipo (vv. 97-98); muestra su nomadismo en los versos 91 a 96 y su temeridad queda evidenciada al cantar “En el peligro ¡qué Cristo!/ el corazón se me enancha” (vv. 73-74), o “para mí la tierra es chica/ y pudiera ser mayor;/ ni la víbora me pica/ ni quema mi frente el sol” (vv. 81-84).

    Cuando se trata de opiniones diferentes a la propia, Fierro se pone firme y desafía, apoyado por la sabiduría que le ha dado la experiencia. Agrega además que sólo el que sufre y llora sabe cómo son las cosas en realidad (Canto II, vv. 115-126).

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    Fierro, tal como se explicó en el punto anterior, es un gaucho perseguido (situación legal) e ignorado (situación social). Perseguido, por la “autoridá”; ignorado, por la sociedad.

    En el pasado de Fierro se encuentran una mujer, hijos, una hacienda y una rutina de trabajo (este trabajo es una forma de perfeccionamiento que se desprende de una pertenencia a un grupo, que sirve para darle un sentido a la vida). Todo funcionaba perfectamente hasta que el destino decidió “que todo aquello acabara”: un día, tal era su costumbre, Fierro acude a una pulpería, en donde entretiene a la gente con sus coplas y aprovecha para emborracharse un poco. De repente, entra al lugar el Juez de Paz, con el objetivo de llevar a cabo la `leva' (apresar a criminales o maleantes). Todos los gauchos matreros huyen, pero Fierro, considerándose “manso”, se queda quieto y se deja agarrar, ya que alega que “no había por qué [escapar]” (v. 316).

    El responsable de la leva es el Juez de Paz, quien, como cuenta Fierro, ya lo “tenía entre ojos” después de la última votación, porque él no había asistido a votar. Como a Fierro lo llevan reclutado `inocentemente', la explicación que él se da es, como dice en el Canto III, es: “A mí el juez me tomó entre ojos,/ en la

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    última votación:/ me le había hecho el remolón/ y no me arrimé ese día,/ y él dijo que yo servía/ a los de la esposición” (vv. 343-348)

    Es así como lo llevan a un fortín, primero por seis meses, que se convierten en mucho más tiempo durante el cual sufre aberraciones y torturas en exceso. Supuestamente, la misión de los que estaban en el fortín de la frontera era combatir a los malones, y servir al gobierno. Sin embargo, la vida en el fortín estaba lejos de ser placentera o útil para este organismo: los gauchos y empleados del lugar sufrían castigos permanentes tales como la estaquiada (castigo que consistía en atar con cuero crudo las manos y los pies a cuatro estacas, para luego dejar secar al sol) o los azotes. Además de vivir en la pobreza, sin ropas decentes, con hambre y bajo el constante abuso de autoridad de sus superiores, Fierro no recibe un salario por su trabajo en la frontera, que describe cuando canta: “-`Esto sí que es amolar',/ dije yo pa mis adentros,/ `van dos años que me encuentro/ y hasta aura he visto ni un grullo;/ dentro en todos los barullos/ pero en las listas [de pago] no dentro'” (vv. 756-761). Su descontento se aprecia una vez más cuando retoma un discurso ajeno y dice: “Si eso es servir al gobierno/ a mí no me gusta el cómo” (vv. 431-432).

    Al cabo de tres años de padecimiento, Fierro decide escaparse y cuando encuentra la oportunidad, desaparece. Esto se refleja claramente en la estrofa: “Una noche que riunidos/ estaban en la carpeta/ empinando una limeta/ el jefe y el juez de paz,/ yo no quise aguardar más/ y me hice humo en un sotreta” (vv. 985-990). De esta manera, Fierro se convierte en un fugitivo de la justicia.

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    Cuando en el Canto III Fierro relata su vida en el fortín, dedica varias estrofas a los indios: sus caracteres, su tipo de lucha, su trabajo y, entre otras apreciaciones, la relación que él y sus compañeros en el fortín tienen con “la indiada”.

    Fierro considera que los indios son salvajes, peligrosos y violentos. Los describe desde su posición de `víctima' de sus ataques ya que, como canta con pena “si no se llevaban más/ es porque no habían hallado” (vv. 473-474), además de agregar una cuota de crueldad, diciendo “roba y mata cuanto encuentra/ y quema las poblaciones” (vv. 479-480), o en los versos 511 a 516 (“Hacían el robo a su gusto [...] a las pobrecitas, vivas”). También resalta en ellos su brutalidad e indisposición para el trato con los demás (“que el indio lo arregla todo/ con la lanza y con los gritos” vv. 485-486), su incapacidad para seleccionar a sus muertos (“No salvan de su juror/ ni los pobres angelitos:/ viejos, mozos y chiquitos/ los mata del mesmo modo” vv. 481-484). Otra cualidad que les otorga es su laboriosidad, aunque esta sea perjudicial para el gaucho: “Hace trotiadas tremendas [...] pero el indio es una hormiga/ que día y noche está despierto” (vv. 493-498). Sin olvidarse de su puntería, resalta: “ande enderesa abre brecha/ pues no hay lanzaso que pierda” (vv. 491-492), o “Sabe manejar las bolas/ como naides las maneja [...] es siguro que lo deja” (vv. 499-504).

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    Con respecto a la opinión de Fierro sobre el inmigrante, y luego de una búsqueda intensiva a lo largo de la Ida de Martín Fierro, la única referencia que encontré sobre el “gringo” fue la que hace cuando está relatando el momento en el que es apresado por el Juez de Paz. Fierro dice que en ese baile estaba un “gringo” = extranjero, inmigrante, perteneciente a Inglaterra (utiliza el término “Inca-la-perra”, con un sentido claramente despectivo), que cavaba zanjas para dividir los terrenos, oficio poco grato para los gauchos. Al producirse el revuelo con la autoridad, el inglés se pone a llorar, lo que genera un comentario de burla en Fierro: “¡Tan grande el gringo y tan feo/ lo viera cómo lloraba!” (vv. 323-324).

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    Para responder esta pregunta, he encontrado dos posibles respuestas, dos momentos en los que Fierro decide `hacerse malo':

  • En el Canto VI, cuando llega al lugar en el que esperaba encontrar su hogar y se da cuenta de que no hay nada, sólo la tapera y un gato; en estas estrofas muestra todo su dolor por la pérdida de su mujer e hijos, a los que tanto quiere y extraña (“¡Quién no sentirá lo mesmo/ cuando ansí padece tanto!/ Puedo asigurar que el llanto/ como una mujer largué./ ¡Ay mi Dios, si me quedé/ más triste que Jueves Santo!” vv. 1015-1020). Unos versos antes a la última estrofa citada, y al sentirse tan devastado, grita: “¡Por Cristo, si aquello era/ pa enlutar el corazón: / yo juré en esa ocasión/ ser más malo que una fiera” (vv. 1011-1014). Podría decirse entonces que este es el momento en el que decide `volverse malo', o convertirse en un gaucho matrero.

  • En el Canto VIII, Fierro relata un episodio en el que mata, por segunda vez, a un hombre quien él siente lo ha ofendido (ver versos 1295 a 1300). Luego del incidente, decide escapar de la policía (“Y como con la justicia [...] como haciéndomé el chiquito” vv. 1307-1312) y comienza a relatar la vida y las características del gaucho matrero, que al fin y al cabo es en lo que él se ha convertido. Versos después, canta, como arrepintiéndose de ser gaucho: “El anda siempre juyendo [...] el ser gaucho es un delito” (vv. 1319-1324).

  • Nota: Aunque esta opción no tiene un momento determinado en el que Fierro se `vuelve malo' (tal como la `a'), sino que es más un proceso que se lleva a cabo, creí posible su interpretación como repuesta a la pregunta planteada, por lo que decidí agregarla.

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    El encuentro con Cruz y la aparición de este nuevo personaje se producen en el Canto IX, durante una pelea que tiene Fierro con una partida de policías que lo está buscando. Cruz aparece de repente en escena, defendiendo a Fierro de los policías que a lo han herido en la zona de las costillas. Sus primeras palabras son: “¡Cruz no consiente/ que se cometa delito/ de matar ansí un valiente!”. Ahí pelea ayudando a Fierro, y cuando los demás se alejan, beben un poco de líquido y Fierro se dispone a marchar, cuando toma la palabra Cruz y

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    empieza a contar su historia y su pasado (“Tampoco me faltan males [...] cuando la cosa lo esige” vv. 1699-1704).

    Cruz es un hombre ahora solitario, fuerte y positivo, que ha pasado malos momentos como Fierro: descubrió a su mujer (de la que estaba muy enamorado) con su jefe y luego de una pelea se va, abandona a su “china” y queda muy resentido con las mujeres en general (“Las mujeres dende entonces/ conocí a todas en una./ Yo no he de probar fortuna/ con carta tan conocida:/ mujer y perra parida,/ no se me acerca ninguna” vv. 1879-1884). Al irse de su hogar, pasa necesidades como el hambre (“a veces nos obligó/ la miseria a comer potro” vv. 2025-2026) y el frío. Luego de una oferta para trabajar con la policía, que acepta y después deja, un día en una “milonga” tiene una pelea con unos hombres, y escapa, convirtiéndose él también en un gaucho matrero. Al finalizar con el relato de este episodio, Cruz le propone a Fierro seguir juntos en el camino, diciendo: “Cruz le dio mano de amigo/ y no lo ha de abandonar./ Juntos podemos buscar/ pa los dos un mesmo abrigo” (vv. 2067-2070).

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    El cuento de Jorge Luis Borges, Biografía de Tadeo Isidoro Cruz, es un relato que pretende ser la biografía del personaje imaginario Cruz, del Martín Fierro. Borges en su cuento le inventa a Cruz un pasado que se relaciona intertextualmente en varios puntos con momentos de la vida de Fierro (señalados en bastardilla):

    Hijo de una mujer llamada Isidora Cruz, huérfano de padre antes de nacer, es un niño pacífico que crece como gaucho. Cierto día, cuando ya era adulto, otro gaucho se burla de él y al cabo de unos días, Cruz lo mata. Escapa de la policía y se convierte en un gaucho matrero. Una noche, mientras descansaba, un grito de un chajá le advirtió que la policía lo había encontrado. Sale a enfrentarla y se saca las espuelas, para no hacer ruido. Lo atrapan, y lo destinan a un fortín en la frontera. Pelea por su patria y en junio de 1870 le encargan apresar a un gaucho matrero acusado de matar a dos personas. Cuando está por apresarlo junto con su partida, grita un chajá y sale el gaucho a pelear, dándole a Cruz una sensación de dejá-vu. Al ver la valentía del gaucho, siente que él es ese gaucho, y se baja para pelear contra los soldados. Este gaucho valiente es nada más y nada menos que Martín Fierro.

    De esta forma, Borges le crea a Cruz una vida que él no relata. La intertextualidad con el Martín Fierro de Hernández es explícita. Podría decirse, en mi opinión, que Borges pretende hacerle un agregado al texto original para completar una parte de él, de un personaje cuya aparición es repentina y casi dudosa, de esta manera aclarándola o, por lo menos, dándole un origen a Cruz.

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    La carta al editor Zoilo Miguens que precede a la Ida del Martín Fierro es un recurso que utiliza José Hernández para explicar lo que él piensa del gaucho argentino, y enumerar las razones por las cuales ha escrito su obra. Además, le pide a Miguens que ampare y haga conocer su texto.

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    Bibliografía consultada:

    • Carpeta personal

    • Hernández, José. Martín Fierro. Buenos Aires. 2000. Ediciones Colihue

    • Veiravé, Alfredo. Literatura hispanoamericana y argentina. Buenos Aires. 1973. Editorial Kapelusz




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    Enviado por:Romina
    Idioma: castellano
    País: Argentina

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