Educación y Pedagogía


Maltrato infantil


1.INTRODUCCIÓN.

Parece ser que siempre ha habido malos tratos contra la infancia, e incluso ha habido malos tratos institucionalizados y ritualizados que han concluido con la muerte del niño/a. Unas veces, el niño ha sido víctima de creencias en dioses que exigían el sacrificio de sus vidas; y otras, lo ha sido de derechos ilimitados que algunas culturas otorgaban al padre sobre sus hijos. La creencia de que el niño es propiedad de los padres- que tienen sobre él derechos ilimitados- impregna todos los periodos de la historia. Y cuando el niño no es propiedad de los padres, lo es de la sociedad, con consecuencias aún más negativas. Lo que el niño parece nunca haber sido es una persona dotada de plenos derechos.

Sea como fuere, en nombre del derecho de propiedad-que se dice que los padres tienen sobre sus hijos- se produjo, bien entrado el siglo XIX, un acontecimiento digno de ser relatado. Mary Ellen, una niña neoyorquina nacida en 1866, era objeto de malos tratos por parte de sus padres que, incluso, le clavaban tijeras y la mantenían atada a una cama. Los padres reafirmaban su conducta basándose en que eran dueños de la niña. Aunque el caso fue denunciado, la denuncia fue baldía porque no había ninguna legislación que contemplase la posibilidad de proteger a un niño frente la crueldad de sus padres, aunque si la había, por cierto, respecto de los animales. La trabajadora de la caridad que había denunciado el caso buscó la ayuda de la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales; ante los tribunales se alegó que dado que Mary Ellen era parte del reino animal, debería aplicársele la Ley contra la crueldad con los animales. El resultado fue que, en Nueva York en 1874, se dictó por vez primera en la historia una sentencia condenatoria contra unos padres. Algún tiempo después se fundó en EE.UU. la Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Niños. Esta sociedad fue exportada a diversos países, impulsándose medidas legales para la protección infantil.

Habría que esperar casi un siglo para que el maltrato infantil llegara a convertirse en un problema social, un problema, en definitiva, que hay que tratar de resolver.

2.¿QUÉ ES EL MALTRATO INFANTIL?

Se carece de un concepto de maltrato infantil que sea unívoco. Las consecuencias de este hecho son importantes, ya que los diferentes autores tildan de malos tratos a cosas muy distintas.

“ El maltrato infantil es toda acción ( o inacción ) física, emocional o sexual que dirigen contra la integridad física y/o psicológica del niño los responsables de su desarrollo.”

Esta definición no está exenta de problemas:

  • No se pone en duda que el maltrato es violencia, y no hay violencia sin intencionalidad de causar daño, por tanto, el maltrato infantil ha de consistir en acciones ( o inacciones ) intencionales.

  • Por regla general, todas aquellas acciones que van en contra de un adecuado desarrollo físico, cognitivo y emocional del niño, podrían considerarse como maltratos infantiles.

Hay autores que consideran que , para hablar de maltrato, es necesario que la acción violenta no sea ocasional.

Por otra parte hay aspectos de esta definición que conviene subrayar:

  • El daño que se tiende a causar no tiene por qué dejar lesiones físicas, ya que puede haber también daño psicológico o emocional.

  • Puede causarse daño porque se actúa para ocasionarlo o porque no se actúa para evitarlo.

  • En la definición hay una mención expresa a los padres o cuidadores, es decir, hay una restricción manifiesta del maltrato infantil en el ámbito familiar.

Sin embargo hay también una violencia extrafamiliar contra los niños, que adopta, al menos, dos modalidades, según Martínez Roig y De Paúl, 1993:

INSTITUCIONAL- la causada por acciones ( o inacciones ) que tienen lugar en el marco de instituciones ( en especial: instituciones dependientes de la educación, sanidad, servicios sociales, justicia, policía, medios de comunicación, etc...) y que atentan contra el normal desarrollo del niño.

EXPLOTACIÓN-que a su vez puede ser laboral o sexual.

3.CLASIFICACIÓN

La clasificación más común es la extraída del estudio de Azar y otros (1998), que divide el maltrato en cuatro categorías. Esta clasificación está en consonancia con la existente en el DSM-IV en donde se contempla por primera vez el abuso físico, sexual y negligencia en un niño. La inclusión de estas expresiones, que no existían anteriormente en el DSM-III-R, se debe a la importancia ascendente que va adquiriendo hoy día estos actos coercitivos dentro de la clínica y la salud pública.

3.1.EL MALTRATO FÍSICO-

Engloba una serie de actos perpetrados por la puesta en práctica de la fuerza física de modo inapropiado y excesivo. Osea, aquel conjunto de acciones no accidentales ocasionadas por adultos ( padres, tutores, educadores, grupo de iguales etc...) que origina en el niño un daño físico o enfermedad manifiesta, debido a castigos punitivos intensos. Las lesiones originadas con las propias manos o con instrumentos ( cables, cinturones, zapatillas, barras de hierro, cuchillos, cigarrillos etc...) en ocasiones pueden ser definitivas para la supervivencia del niño maltratado.

3.2.LA NEGLIGENCIA-

Cualquier inacción por la que un padre o cuidador prive al niño de la supervisión o atención esencial para su desarrollo.

Es una omisión ante aquellas necesidades vitales que el niño necesita para su supervivencia y que no son satisfechas temporal o permanentemente. ( Zuravin, 1991 ).

Distintas investigaciones han puesto de manifiesto que el maltrato físico y la negligencia suelen existir de modo simultáneo en las víctimas maltratadas.

3.3.EL MALTRATO EMOCIONAL-

Es un tipo de abuso que presenta muchas dificultades para poder detectarlo y para conocer su grado de cuantía. Si el maltrato físico produce lesiones en la piel o en los huesos, el maltrato psicológico deja secuelas difícilmente detectables que al cabo del tiempo emergen con fuerza, evocando sintomatologías más o menos graves y de difícil solución. Se podría definir como aquel conjunto de manifestaciones crónicas, persistentes y muy destructivas que amenazan el normal desarrollo psicológico del niño. Cualquier acción ( rechazar, ignorar, aterrorizar, aislar, insultar...) o inacción ( privación de sentimientos de amor, afecto, seguridad...) de un padre o cuidador que tienda a agredir psicológicamente a un niño y que impiden la normal interacción del niño dentro del seno familiar.

3.4.EL ABUSO SEXUAL-

Es uno de los maltratos que implican mayores dificultades a la hora de estudiar y detectar, debido posiblemente a la resistencia que manifiestan los niños al revelar estos actos que los avergüenzan.

Abuso sexual es cualquier acción de un padre o cuidador que involucre o permita involucrar a un menor en actividades de tipo sexual. En definitiva, consiste en aquellas relaciones sexuales que mantiene con una persona de mayor edad ( adulto o niño de más edad ) para las que no está evolutivamente preparado, violando la ley, los tabúes sociales o los roles familiares y estableciéndose una relación de sometimiento, poder y autoridad sobre la víctima. Es muy probable que este abuso esté acompañado de otros, como el físico y el psicológico.

Para poder catalogar e identificar si un acto ha sido o no un abuso sexual, recurrimos a la publicación tradicional de Finkelhor (1979). Este autor nos señala una serie de circunstancias que hay que tener en cuenta para lograr un diagnóstico certero:

  • La edad del agresor en comparación con la de la víctima.

  • La naturaleza del acto.

  • El sexo y la relación existente entre el niño y el agresor.

  • Si el acto ha sido consentido por el niño.

  • Las consecuencias que el acto abusivo ha causado en la víctima.

En este abuso sexual conviene diferenciar:

PAIDOFILIA- predilección o atracción sexual que experimenta un adulto para mantener relaciones sexuales con niños.

HEBOFILIA- comercio carnal entre un adulto y adolescente.

Las formas más comunes de abuso sexual son:

  • Incesto.

  • Violación.

  • Vejación.

  • Explotación sexual.

4.CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LAS FAMILIAS MALTRATANTES.

Siguiendo a una serie de autores ( Milner y Crouch, 1993; Belsky, 1993; Gallardo, Trianes y Jiménez, en prensa, etc...) existen unas circustancias propias de los maltratantes, de la dinámica familiar y de la propia sociedad que favorecen la aparición de la negligencia y del maltrato físico; ello no quiere decir que allí donde aparezca uno o varios indicadores obligatoriamente deba aparecer maltrato. También de forma breve se exponen las particularidades del abuso sexual.

4.1. CARACTERÍSTICAS DE LOS MALTRATANTES.

Podemos subrayar la existencia de unos factores biológicos, cognitivos, afectivos y conductuales.

Una definición general, similar a las usadas en múltiples trabajos de investigación sobre los factores de riesgo del maltrato físico infantil, es la siguiente:

“ El maltrato físico infantil es la generación, desarrollo y/o promoción activa de conductas, sucesos y/o situaciones bajo el control de los padres que se traducen en lesiones físicas intencionales causadas a un menor de 18 años”

LOS FACTORES DE RIESGO:

  • Factores sociales:

    • Ser padre (o madre) no biológico.

    • Ser familia monoparental y/o ser padre / madre joven.

    • Tener bajo nivel de estudios.

    • Los padres que maltratan físicamente a sus hijos, en comparación con los que no lo hacen, suelen haber padecido u observado malos tratos en su familia cuando eran niños.

    • Factores biológicos:

      • Problemas psicofisiológicos (reactividad fisiológica mayor ante estímulos relacionados con los niños y ante estímulos estresantes).

      • Problemas neuropsicológicos (algunas deficiencias cognitivas específicas; problemas en el pensamiento verbal, ansiedad, depresión).

      • Problemas de salud física (no está claro si los padres que maltratan físicamente a sus hijos tienen más problemas de salud física o simplemente, dicen que tienen más problemas de salud física que los padres de grupos control).

      • Factores cognitivo / afectivos.

      • Se han identificado, por ejemplo, una serie de problemas conectados con el procesamiento de la información social relacionada con el maltrato.

        Parece que los padres maltratantes tienen unos esquemas preexistentes que incluyen creencias negativas acerca de las características personales y capacidades de sus hijos: que están menos dotados intelectualmente, que son más hiperactivos, problemáticos, traviesos, agresivos y desobedientes.

        Los padres maltratadores evalúan e interpretan de forma incorrecta el comportamiento de sus hijos, especialmente en situaciones que envuelven conductas infantiles complejas.

        En comparación con los padres no maltratadores, los que si lo son despliegan una menor empatía.

      • Factores comportamentales:

      • Los padres maltratadores se relacionan menos con sus hijos que los que no lo son, y cuando lo hacen, suelen comportarse de manera negativa; es decir, se entrometen más en sus vidas y emplean más a menudo prácticas disciplinarias severas, llegando incluso a agredir verbal y físicamente a sus hijos.

        Estos padres elogian, razonan, explican y premian menos a sus hijos, juegan menos con ellos y les manifiestan menos afecto.

        Éstos muestran también problemas de interacción con otros adultos estableciendo con frecuencia unas relaciones interpersonales inapropiadas.

        Entre los factores comportamentales de riesgo figura el uso del alcohol y las drogas.

        Los adultos que abusan sexualmente de los niños suelen compartir una serie de variables muy definidas. En la mayoría de los casos:

        • Hombre de 30 a 50 años de edad.

        • Persona conocida por la víctima, que bajo engaños y autoritarismo desempeña la acción.

        • Impulsivos, con baja autoestima, alcohólicos y drogadictos.

        • Impotentes e incapaces de mantener relaciones sexuales con una persona adulta.

        ( Bagley y King, 1991 ).

        4.2. CARACTERÍSTICAS FAMILIARES.

        Ejemplos de características familiares relacionadas con el maltrato:

        1.Características demográficas:

        • Muchos hijos.

        • Falta de recursos (chabolismo, desempleo....)

        2.Estresantes múltiples:

        3.Falta de comunicación entre los miembros de la familia.

        4.Pérdida de cohesión y del apoyo familiar.

        5.Conflictos verbales y físicos, incluyendo el maltrato a la mujer.

        6.Relaciones padres-hijos inadecuados, incluyendo abuso sexual.

        7.Aislamiento social de los miembros de la familia.

        8.Factores que tienen que ver con el propio niño.

        • Apariencia.

        • Comportamiento.

        4.3. CARACTERÍSTICAS SOCIOLÓGICAS.

        Estas dimensiones también determinan la aparición de conductas parentales no deseadas, como factores relativos al aislamiento social, las múltiples circustancias estresantes medioambientales y el convencimiento positivo y generalizado existente en la sociedad sobre el uso de la fuerza y la violencia para educar a los hijos.

        5. PREVALENCIA.

        Uno de los grandes interrogantes que se plantea la gente de la calle es la repercusión del maltrato en la infancia. De entrada es muy difícil o casi imposible determinar el número más o menos exacto de niños que han sufrido, están soportando o padecerán malos tratos. Los datos registrados solo recogen aquellos casos que han sido detectados por los Servicios Sociales Comunitarios; sin embargo existen otros que no lo están y que posiblemente no lo estarán nunca.

        No obstante, en nuestro país, por los datos encontrados por De Paúl, Arruabarrena, Torres y Muños, en Arrabarruena y de Paúl, 1994, se puede subrayar que la negligencia es la forma de maltrato más frecuente, seguida del maltrato físico y maltrato emocional, siendo el abuso sexual el de menor incidencia.

        Estos mismos autores consideran que la prevalencia del maltrato infantil, incluidas todas las tipologías, oscilaría entre un 0.2% y un 1.4% de la población de sujetos españoles menores de 18 años.

        6.CONSECUENCIAS DEL MALTRATO INFANTIL A LO LARGO DEL CICLO-VITAL.

        6.1. PRIMERA INFANCIA:

        La evidencia indica que los niños pequeños son los que tienen más posibilidad de sufrir maltrato, debido a una serie de razones: tienen más dificultad para regular sus emociones, necesitan mucha atención por parte de los cuidadores y, dada su vulnerabilidad, tienen mayores posibilidades de hechos violentos.

        Cuando son muy pequeños, como no pueden manifestar verbalmente el trato negligente o punitivo, sus lesiones recientes o cicatrizadas se encargan de delatar estas actitudes coercitivas.

        En algunos casos, las consecuencias físicas pueden ser fatales y determinantes para la vida del niño; en otras, originan deficiencias psicomotóricas, problemas neurológicos y deterioro neuropsicológica que suele arrastrar a lo largo del ciclo vital. Un bebe maltratado no tendrá nunca un desarrollo afectivo normativo, produciendo un apego inseguro que le impedirá tener relaciones eficaces con el medio circundante más próximo ; además, este apego potencia conductas de evitación de evitación -aproximación con adultos desconocidos para el niño (Aber, Allen, Carlson y Cicchetti, 1989, Cicchetti, 1989). Es muy posible que el niño no se individualice y no consiga su autonomía, ni empiece a controlar sus propias emociones, tampoco desarrollará el lenguaje prelingüístico junto con las combinaciones de palabras y finalmente, no potenciará la autoconfianza, la iniciativa, su integración y comprensión en las redes sociales.

        Las niñas de estas edades también pueden ser víctimas de abusos sexuales.

        6.2 SEGUNDA INFANCIA:

        la literatura sostiene que los niños maltratados alcanzan puntuaciones más bajas en los Test de inteligencia que los normativos, e incluso, se sugiere que aquellos presentan mayores deficiencias en las habilidades lingüísticas. Posiblemente, estas deficiencias no obedezcan al mismo hecho maltratante, sino al medio ambiente deficitario de la familia, en donde la estimulación, la comunicación y la dinámica familiar están gravemente deterioradas. Por otro lado, es muy posible que todo el potencial cognitivo del niño esté encaminado sólo para evitar los actos maltratantes en vez de ir potenciando sus habilidades exploratorias u manipulativas, por ejemplo.

        Respecto a los problemas afectivos y conductuales, suelen manifestar una autoestima baja y altos niveles de conductas internalizantes (aislamiento, ansiedad, depresión, miedo y conductas autodestructivas) y de conductas externalizantes (hiperactividad, agresividad con adultos e iguales, problemas de conducta y aparición de conductas antisociales como robo y fuga del hogar o de las instituciones de acogida).

        Asimismo, también muestran problemas en el desarrollo cognitivo social; los trabajos de investigación señalan que los niños maltratados se atribuyen a sí mismos la culpa de los hechos punitivos, considerando a los padres como personas buenas. Estos niños manifiestan poca sensibilidad social y habilidad para poder discriminar las emociones observadas en otras personas (empatía).

        Los maltratos originan muchos problemas en la escuela: no rinden intelectualmente y su comportamiento es disruptivo, enfrentándose no sólo a los iguales, sino también al propio maestro, lo cual contribuye a un fracaso escolar difícil de superar.

        6.3.ADOLESCENCIA:

        existen muy pocas investigaciones efectuadas con adolescentes. Según los estudios (Malinosky-Rummell y Hansen 1993; Kufeldt, Durieux, Nimmo y McDonald, 1992) podemos subrayar que la conducta antisocial y las fugas del hogar o de las instituciones de acogida fueron las manifestaciones más frecuentes, existiendo una relación entre el tipo de delito cometido y el grado de maltrato sufrido; es decir, a mayor disciplina parental experimentada, mayor fue la violencia expresada a la víctima.

        Los efectos que produce el abuso sexual, en esta etapa, a corto plazo son: problemas del sueño, sentimientos de culpabilidad, manifestaciones psicosomáticas, ansiedad, agresividad, hiperactividad, conductas autodestructivas, masturbación compulsiva, fugas del hogar, fracaso escolar e impotencia en relación con el agresor. (Bagley y King, 1991; Finkelhor, 1986; Lindon y Nourse, 1994).

        6.4.ADULTEZ:

        un tema relacionado con la adultez es la transmisión intergeneracional del maltrato físico. Ello implica que los niños maltratados físicamente, cuando se convierten en padres maltratarán igualmente a sus hijos, de la misma manera que sus padres hicieron con ellos mismos, produciéndose así una transmisión del maltrato de una generación a otra (Kaufman y Zigler, 1989). Sin embargo, datos opuestos (Widom, 1989) indican que la mayoría de los padres maltratantes no lo fueron en su infancia.

        Ante esto, los tres autores mencionados anteriormente afirman que esta transmisión intergeneracional del maltrato infantil dista mucho de ser una consecuencia inevitable del hecho de haber sido maltratado, y cuando surge, pudiera estar afectado por otros factores (problemas familiares, alcoholismo, drogadicción, paro...). los mecanismos para que aparezca dicha transmisión intergeneracional no son muy bien conocidos. Sin embargo, existen una serie de procesos mediadores (Pianta, Egeland y Erickson, 1989; Belsky, 1993) a los que se les puede atribuir su aparición: teoría del aprendizaje y teoría del apego, fundamentalmente. El niño aprende por modelado, por reforzamiento directo, que el maltrato físico es una técnica apropiada para corregir conductas indeseables en la infancia y este aprendizaje aumenta la posibilidad de que en la adultez repita estos mismos actos con sus propios hijos.

        Caso aparte es el abuso sexual, que suele generar unas consecuencias a largo plazo interrumpiendo el normal desarrollo integral de la persona. Manifiestan problemas en el ajuste sexual: frigidez, promiscuidad, aversión hacia la actividad sexual, insatisfacción en las relaciones sexuales....). También suelen evidenciar una serie de síntomas psicológicos, como ataques de ansiedad, trastornos del sueño, depresión, conducta suicida, síntomas somáticos, obesidad, masoquismo, neurosis....) (Bagley y King, 1991; Finkelhor, 1986).

        7. BIBLIOGRAFÍA:

        • Psicopatología Infantil.

        Manuel Jiménez Hernández. (Coordinador).

        Ediciones Aljibe. 1995.

        • Violencia contra niños.

        José Sanmartín.

        Estudios sobre violencia. Editorial Ariel. 1ª edición: mayo 1999.




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    Enviado por:María José
    Idioma: castellano
    País: España

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