Periodismo
Información y censura en la España posterior a 1939
INTRODUCCIÓN
España ha visto como se aceleraba su historia a lo largo del siglo XX. Los últimos cien años comenzaron y terminaron igual: con un rey de la familia de los Borbones franceses y una situación política más o menos tranquila. Sin embargo la cosa terminó mejor de lo que empezó. Con Alfonso XIII en el poder se vivía una situación insostenible marcada por la creciente conflictividad social consecuencia de las mediocres actuaciones del rey en momentos claves como era el caso de la guerra de Marruecos. El nacionalismo crecía en España con Cataluña y el País vasco como principales focos.
Algo había que cambiar y entonces aparece la figura de Miguel Primo de Rivera quien decide intentar acabar con la nefasta situación del país dando un golpe de Estado que contaba con el apoyo de la mayoría de los españoles. Parecía que con él España recobraría el rumbo perdido veinte años atrás.
En un principio daba la impresión de que se iba a lograr porque la actuación del Dictador frente al problema de Marruecos fue más que acertada, y logró aplacar el fervor nacionalista como era su intención. Pero tampoco. Ni diez años duró Primo de Rivera en el poder, a quien se le pidió que dimitiera en 1930. Es posible que uno de sus fallos hubiera sido el no haber sacado una constitución que los ciudadanos pudieran refrendar. Además acabó con el problema social mediante una política de represión que le restó crédito de cara a los ciudadanos e incluso al Ejército.
Sus sucesores, primero Berenguer y luego Aznar, apenas tenían capacidad política y esto se vio cuando en las elecciones municipales que se celebraron en toda España en 1931 no supieron calmar los ánimos tras la ligera subida del bando republicano frente a la mayoría monárquica, cuyo número de votos era cuatro veces mayor que el de sus oponentes., 32000 frente a 7000.
El caso es el rey ve el panorama y decide abdicar. Se va l familia real a Francia y de todo el conglomerado de políticos de la época sólo el conde de Romanones va a despedirle a la estación.
Llega a España la II República en la que destaca sobre las demás la figura del presidente de la misma, Niceto Alcalá Zamora, quien a pesar de dimitir más de una vez, estaba bien asentado en el cargo; en principio era un hombre ideal para dirigir esta nueva etapa de España.
Pero la República no nació bajo una coyuntura favorable, todo lo contrario. A España llegaron también las repercusiones de la crisis de 1929 y la subida al poder del Partido Nazi, el auge del fascismo italiano y las pequeñas muestras totalitaristas de Hungría se dejo notar a su vez en el pensamiento español. Desde aquí, alguna manifestación de alabanza al levantamiento soviético y carteles con la imagen de Lenin por las calles de varias localidades, pero desde el momento estaba la República condenada a sucumbir pronto.
Pasaron por el Gobierno muchos presidentes como Alejandro Lerroux, Samper o Manuel Azaña pero todos coincidían en una cosa, en atacar al clero y en “hacer la vida más agradable” a los obreros y campesinos.
Lo segundo sobre todo molestaba a los propietarios de tierras, quienes veían como perdían terreno con respecto a sus subordinados. La situación era tal que estos terratenientes decían a sus subordinados “que les diera de comer la República”.
Pero lo primero si que fue el gran error de la II República, porque en un Estado de tradición católica y de creencias tan arraigadas era más que peligroso meterse con la Iglesia. A partir de ahí se pudo observar una mayor oposición al poder vigente; era el momento de mayor enfrentamiento entre poder y renovación. Un gran número de
personas que en los orígenes de este nuevo régimen eran partidarios de instaurar aquí una república cambiaron de ideas sólo por ver como los republicanos quemaban iglesias en Madrid, destrozando sus imágenes y todo lo que dentro de los muros de los conventos estuviese.
Y por ello, entre otras cosas, estalla en 1936 la Guerra Civil Española que dividía el país en dos y que tendría por espacio de tres años luchando entre si a familias, a amigos, a todo aquel que era republicano con todo aquel perteneciente al Bando Nacional. Y todo lo que ello suponía. El país se estaba desmoronando mientras los contendientes se preocupaban por acabar con los puestos enemigos, en fusilar a los presos y en ir colocando una bandera u otra en cada pueblo de la geografía española.
Al final, en 1939 el Movimiento Nacional se hizo con el poder y se acabó el conflicto, o al menos ese. El general Franco se hizo con el poder y estableció un régimen dictatorial que, sin entrar a juzgar si fue bueno o si fue malo, recortó y mucho ciertas libertades. Y una de ellas, la de expresión. Toda manifestación contraria al poder era duramente castigada. No es que no hubiera oposición, es que no podía salir.
Y esa represión hacia la libertad de expresión se ve más que claramente en la Prensa. La información era más que controlada por el poder establecido. Se crearon órganos de Censura cuya misión era leer las publicaciones antes de que estas salieran a la calle para poder así eliminar todo aquello que no se quería que fuera conocido, o simplemente “para suavizar las palabras de los escritos”.
Toda una muestra de la represión que se vivía en aquella etapa de la vida reciente española que merece la pena analizar más a fondo.
FRANCO Y LA CENSURA
Desde el principio trató Franco de controlar lo incontrolable, la opinión. Obviamente cambiar esto no estaba en mano del general, pero si que podía esconder todo aquello que no estuviera destinado a exaltar el régimen del Caudillo. ¿y cómo?, pues con la censura.
Para Franco la libertad de prensa era un serio inconveniente para gobernar. Incluso llegó a decir en una entrevista al diario The Evening Star que “el pueblo español goza de unas que son libertades desconocidas en el este y centro de Europa. Hay limitaciones a esa libertad, pero sólo aquellas que se necesitan para mantener el orden”.
El Generalísimo sufría una marcada aversión por la democracia que él mismo justificaba diciendo que cuando en España la tuvimos no nos fue nada bien. Incluso se permitía el lujo de bromear con el tema de la libertad de prensa, llegó a comentar que le divertiría gobernar con libertad de prensa. Pero el caso es que esto no sucedió.
Hablamos de una época en la que el concepto de periodista era el de una persona que sólo tiene por misión el tener a “la verdad, a la patria y al servicio de ésta como principal objetivo”.
Esta claro que era imposible realizar una prensa libre en una España en la que todo estaba sometido a la figura de Francisco Franco. Y prueba de esta sumisión es que tras el 20 de julio de 1949, el primer periodista, el poseedor del carnet de prensa número uno era el propio Franco, y el segundo, Ramón Serrano Suñer.
En la España de posguerra la situación era la siguiente: los periódicos tenían misión de ser “institución nacional”, eran dirigidos desde el propio poder político, se censuraba todo aquello que no conviniese a los gobernantes, y se obligaba a publicar todo lo que el poder quería en cada momento.
Lógicamente casi nadie estaba de acuerdo con esta situación, que se trataba de argumentar con planteamientos tan débiles como que “el Gobierno y la opinión pública, ninguno infalibles; pero mientras el Gobierno es un gestor responsable del bien común, la opinión pública es solamente colaboradora en la gestión del bien común”. Era poco argumento para explicar esta coacción informativa. Y es que nada puede justificar la metódica represión de la censura.
El caso es que esta censura no sólo tenía como objetivo el desinformar a los ciudadanos, también servía para que los políticos vieran en los periódicos un gran trampolín para sus acciones y logros políticos. Además, al régimen le interesaba más vencer que convencer; total, llegarían al pueblo mediante la acción de la censura.
Se llegó incluso a quemar todo libro de ideas marxistas, liberales, separatistas,...todo aquello que fuera ajeno a la renovación que España había emprendido. “Era esta una de las etapas más negras de la historia de la cultura, presidida por un espíritu de revancha que llevó a la derecha a tratar de imponer sus estrechas y alicortas ideas”.
Pero para los dirigentes del régimen no estaban haciendo nada extraño, era normal querer preservar a los ciudadanos de informaciones con contenido “non grato”; era la de la Prensa una labor que tenía como fin complementar a la educación de un pueblo que por aquella época carecía de una buena formación.
LA LEY DE 1938 Y SUS EFECTOS
Lo que empezó como una ley provisional en abril de 1938 acabó durando casi treinta años. Serrano Suñer trataba de buscar un periodismo nuevo, al servicio del poder político para hacer una canal que transmita al pueblo lo que el Estado tenía que decir, y a su vez la Nación haga saber lo que quiere al poder vigente. Ahora la Prensa era una institución nacional que sufrió un control casi implacable. Era un complemento del marco totalitario asentado en España.
Incluso los propios protagonistas de la ley, Ramón Serrano Suñer y el redactor de la ley José Antonio Jiménez Arnau, se sentían abochornados por la duración de la ley e incluso eluden responsabilidades al respecto. Tenía como precedente más cercano el decreto fascista italiano sobre la Prensa de los años treinta; y hasta 1966 la información no vio el final del túnel.
Aquello que se publicaba en contra del deseo del gobierno acarreaba serias sanciones tanto para el medio como para el periodista. Incluso se podía incautar un periódico por el hecho de hacer daño aun con la verdad al régimen de Franco.
El texto de esta ley recogía ideas como estas:
“No podía perdurar un sistema que siguiese tolerando la existencia de un “cuarto poder”, del que se quería hacer una premisa indispensable (...). No podía admitirse que el periodismo continuara viviendo al margen del Estado (...). Testigos quienes hoy se afanan en la empresa de devolver a España su rango de nación unida, grande y libre, de los daños que una libertad entendida al estilo democrático había ocasionado a una masa de lectores diariamente envenenados por una prensa sectaria y antinacional, comprenden la conveniencia de dar unas normas al ampara de las cuales el periódico vivía en servicio permanente del bien nacional (...). Hay que evitar los males que provienen de la libertad de tipo democrático. La prensa debe estar siempre al servicio del interés nacional; debe ser una institución nacional, una empresa al servicio del Estado”2
Pero los cinco puntos fundamentales que tenía esta ley de 19383 eran:
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La regulación del número y extensión de las publicaciones periódicas
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La intervención en la designación del personal directivo
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La reglamentación de la profesión de periodista
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La vigilancia de la actividad de Prensa
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La censura
Pero analicemos esta ley punto a punto
El permiso para poder editar
Ahora todo ha cambiado. El principal problema no era acertar sacando a mercado
un producto que gustase al público, sino convencer a los funcionarios encargados de conceder licencias de que el nuevo proyecto era bueno.
Cabe destacar que ya en 1939 el estado era propietario de todos los bienes, entre los que estaban algunos periódicos de partidos fuera de la ley, y todo lo incautado se le cede a FET- JONS, sobre lo que se construye la llamada Prensa del Movimiento.
En el año 1937 se establecieron tres normas de obligado cumplimiento para los periódicos: que se devolvieran las publicaciones, la reducción a dos tercios del uso de papel de los periódicos, y la limitación del número de páginas (se daba un determinado número de hojas a distribuir en un mes por el medio). Se fijaba a su vez el número máximo de inserciones publicitarias y el límite de ejemplares que saldrán a la calle. Por ejemplo, el tema del papel fue la excusa que más veces recibió ABC cuando pedía que saliera su dominical Blanco y Negro. Y mientras, la Prensa del Movimiento apenas sufría estas medidas.
La Administración consideraba suyos los periódicos e incluso llegaba a editar sus anuncios en los talleres de estos. Hasta en la cabecera de las publicaciones se metían, haciendo que El Norte de Castilla tuviera que quitar de la misma la palabra “independiente”.
Designación del director
Y como además el director de cada medio era elegido por el Ministerio del Interior, el control era mayor. Eso sí, el que dirigía el periódico era quien respondía absolutamente de todo lo que allí había, incluidos los textos firmados por otro. Siendo así, el cese de los mismos sólo podía atender a motivos políticos.
Debido a esto los directores dejaban de mirar por sus empresas y lo hacían por las autoridades que le habían nombrado, lo que originó más de un incidente. Pradera en Ya y Losada en ABC son claras muestras de directores ajenos a sus empresas.
Pero la obligación de los censores no sólo era la de corregir los posibles escritos subversivos, sino también mirar que los medios hagan su trabajo con entusiasmo. Un ejemplo, este escrito que llegó a un periódico de Tánger:
“Se viene observando que ese periódico no cumple con el debido calor y entusiasmo las consignas que se envían, así como tampoco hace los comentarios y las editoriales que se indican. Por todo ello se encarece a esa dirección que extreme su celo en el exacto cumplimiento de las indicaciones que se le hacen, procurando poner mayor entusiasmo”
Y como éste seguro que hay muchos
Reglamentación del control al profesional
Está claro que el periodista era un mero objeto en manos del poder, pero para asegurarse fidelidad y entrega de los informadores se crea el Registro Oficial de Periodistas, integrado en el servicio Nacional de Prensa, cuyo jefe firmaba los carnets que acreditaba a los periodistas como tal. Así, por ejemplo, se extirpaba de la Prensa todo aquel periodista republicano que aún pudiera ejercer. Y es que si las normas de depuración no afectan a todos nunca se lograría que la Prensa fuera una institución nacional.
Antes de meter a nadie en este registro se comprobaban los antecedentes de cada uno y su situación. Ante la posibilidad de encontrar periodistas rojos trabajando, se establecían tres sanciones:
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Pérdida del carnet oficial y baja del Registro de Periodistas
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Inhabilitación perpetua para puestos directivos en periódicos
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Inhabilitación temporal para ejercer
Además, para ingresar en la Escuela de Periodismo que funcionaba a partir de 1941, a los alumnos se les exigía buena conducta, no tener antecedentes penales, y SER MILITANTES DE FET- JONS. Con esto ya si que no había duda de que los profesionales no darían mucho trabajo a los censores, ya que siendo militantes de la Falange no tendrían problema en obedecer y en elogiar el régimen.
Además había unos cursillos de especialización que exigían para entrar en ellos que los alumnos hubieran logrado ciertos méritos políticos. Una vez acabados se les metería directamente en el Registro.
Este era el juramento que los alumnos debían hacer al terminar sus estudios:
“Juro ante Dios, por España y su Caudillo, servir a la Unidad, Grandeza y a la Libertad de la Patria con fidelidad íntegra y total a los principios del Estado Nacional-Sindicalista, sin permitir jamás que la falsedad, la insidia o la ambición tuerzan mi pluma en la labor diaria”
A saber porqué pero Franco hizo que todos los escritos de la época fueran firmados, todos. Además se produce una exhortación a la ocultación de fuentes. El caso es que nada hizo para aflojar un poco la represión a pesar de decir que “los periodistas aguantaban bastante”. Un sorprendente ejemplo de este control informativo y de lo que suponía tratar de ir contra corriente es el caso del corresponsal en Alemania de El Sol, José García Díaz, que tras hacer una crónica en la que el ministro no aparecía demasiado bien se le rapó la cabeza al cero y se le obligó a beber aceite de ricino que les fue facilitado por el doctor del ministro Suñer.
La vigilancia a las actividades de la Prensa
Fue ésta una época de profusión de consignas de cumplimiento obligatorio que tuvo como consecuencia un gran número de sanciones a profesionales de todo tipo dentro de un medio, redactores, directores, etc.
Para vigilar esa Prensa estaban el Ministerio de Información y el Servicio Nacional de Prensa, además del Servicio de Prensa de cada localidad que hacía que todo medio estuviera controlado por muy pequeño que fuera éste o su localidad, de modo que el director del periódico dependía del gobernador civil.
Aquí el que no obedece es sancionado y es merecedor de esto todo escrito “que tienda a mermar el Prestigio de la Nación”. Siendo ésta la norma la autoridad contaría con un amplio margen para sancionar. Las sanciones contempladas en el artículo 20 eran multa, destitución del director, destitución del director y retirada de su carnet de periodista, e incautación del periódico. Todo depende de la gravedad de la falta.
La incautación sólo se produciría por una reincidencia en ataques al régimen, y sería definitiva.
También se tomaba como medida el reducir a un periódico el número de hojas de papel, aunque éstas eran sanciones no escritas. Como ejemplo de estas sanciones, Ramón Pastor fue suspendido de empleo cuando dirigía ABC por negarse a publicar una editorial de inserción obligatoria en 1949.
Antes, en 1944, los periódicos amenazados para que se cumpliesen directrices sobre el tratamiento informativo de la II Guerra Mundial; ahora se cambia la orientación política respecto a los países del Eje.
Hasta tal punto el control era duro que el diario Ya recibió esto:
“(...) sanción de 250 pesetas de multa y apercibimiento, por haber aumentado una información sobre la fiesta de la Cruz Roja , en su número del 25 de junio y haber cambiado el tipo de letra y tamaño de los titulares aprobados por el servicio.”
Las sanciones eran a veces demasiado duras. El semanario mundo tuvo que abonar 5000 pesetas por no haber conmemorado el 20 de abril de 1944 el aniversario del nacimiento de Adolf Hitler. Y en aquella época, 5000 pesetas...
Pero como la Administración tampoco quería tener unos “empleados descontentos”, cuando los periódico o los medios de comunicación en general recibían cartas de felicitación por haber cumplido bien con las directrices enviadas desde el Ministerio.
La censura en si
Ésta tuvo por supuesto mayor envergadura en la Prensa que en otras disciplinas como el teatro, el cine o incluso los monumentos, que tampoco se salvaban al hacer del régimen.
Los organismos del Estado encargados de la vigilancia de los medios leían cada día todos los textos de los periódicos que se publicarían al día siguiente. Tenían que estar todos los editoriales que se habían mandado, los artículos que bajo seudónimos firmaban Franco o Carrero Blanco. Las transgresiones de la norma que hicieran los periódicos eran culpa del director que tendría que dar cuentas al gobernador civil, que a su vez era el responsable de las informaciones militares.
En la radio pasaba tres cuartos de lo mismo. Las emisoras tenían prohibido emitir noticias ocurridas más allá de su localidad, y se les obligaba a conectar con el noticiario de Radio Nacional.
Todas las informaciones de las agencias oficiales como Efe, Cifra y Mencheta iba directamente al Negociado de Censura, donde se vería si los textos eran lícitos o no. Sólo la corresponsalía de Alemania era ajena a este control. Destaca el hecho de que todo lo relacionado con el Caudillo estaba más que resaltado.
El 7 de marzo de 1941 salen las normas básicas para la radiodifusión que eran:
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Censura previa de anuncios y métodos curativos
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No censura para Prensa del Movimiento
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Etc.
Los textos escritos por el propio Papa no se libraban de la persecución a la información en España. En plena guerra civil se prohibió loa difusión de la encíclica de Pío XII Mit Brennender Sorge y su mensaje tras la guerra fue cortado en la parte en la que hablaba de tratar bien a los vencidos.
Y todo esto mientras la Falange gozaba casi, casi de impunidad en la censura. Había que rendir tributo al jefe y una censura arbitraria ayuda y mucho a ello.
FASES DEL CONTROL INFORMATIVO
Desde julio de 1936 hasta 1951 las autoridades franquistas aplicaron la censura previa a toda actividad cultural. En este periodo de tiempo lo único que varía es la intensidad con la que esta se aplica y, en este sentido, podemos hablar de varias etapas bien diferenciadas.
La primera corresponde a la primera mitad de la guerra de marcado protagonismo militar en la que las autoridades que debían de mantener la Prensa en orden pertenecían al Ejército. En esta época toda publicación sujeta a la censura militar (vamos, toda publicación) debía de guardar espacio para las informaciones de obligada inserción y las notas oficiales. Se nombró a Juan Pujol como delegado de Prensa; pero este sólo fue el primero de una larga lista de “controladores informativos”.
Era éste un periodista de dilatada experiencia, antisemita y por supuesto, perteneciente a la FET- JONS. Estuvo en cambio muy poco tiempo en el cargo, apenas tres meses. Poco después de su destitución se creó la Oficina de Prensa al frente de la cual Franco colocó a Millán Astray, general que ya estaba e tiempos de Primo de Rivera que fundó la legión.
Pero su capacidad para la propaganda y la comunicación era nula y nunca llegó a comprender la función de la Prensa, así que le sucede Vicente Gay, quien entre muchos errores estaba el de contar con Ramón Ruíz Alonso como colaborador, quien participó en el asesinato de Fedérico García Lorca. Y así una larga lista de nombres pasó a ocupar este cargo.
En 1937 se creaba la Delegación de Prensa y Propaganda que comenzaba a dar forma al aparato de censura, y al delegado se le encomendaba usar la Prensa diaria y los demás medios de comunicación para dar a conocer el carácter del Movimiento Nacional y para oponerse a los “elementos rojos” que pudiera haber en la información española.
Y paralelamente y en el mismo año, se crea la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda de FET y de las JONS. La Falange encarga esta misión a un sacerdote llamado Fermín Yzurdiaga, que dirigía entonces en Pamplona el primer periódico falangista, Arriba España.
Esta Delegación pronto empezó a gestionar los periódicos que habían sido incautados a los republicanos en la guerra Civil, por lo que estamos en la antesala de lo que luego se llamaría Prensa del Movimiento.
Pero Franco se encontraba ante una duda importantísima: ¿publico las ejecuciones de presos políticos en la Prensa o no? Para el Generalísmo el que la ejecución de la pena capital apareciera en los periódicos era una manera de hundir aún más al acusado; no valía con matarlo. Esto si que se publicaba cuando el delito era de violación o de asesinato.
Destaca a su vez ciertas normas acerca de la censura como la ilegalidad de publicar o comerciar con libros con acento pornográfico, comunista, libertario y disolvente. Así mismo, era penalizado todo aquel que faltaba al respeto al Ejército, atentaba contra la Unidad de la Patria o atacaba a la Religión Católica. Todas esas obras eran destruidas por no tener ningún valor literario y toda esa propaganda revolucionaria sería guardada en bibliotecas de no fácil acceso para el ciudadano.
La segunda etapa estaba marcada por el acercamiento mostrado por los censores hacia el régimen nazi y el fascismo, que aparentemente serían los dominadores del mundo en cuanto acabasen con el bloque aliado. Es en esta época cuando la disposición legal más importante sobre la Prensa sale a la luz, la Ley de Prensa de 1938 de Ramón Serrano Suñer. Éste, que era el cuñado de Franco fue el encargado de manejar el aparato de censura. Como a su vez éste se hizo con el control de la Delegación nacional de Prensa y Propaganda, resultó que la Falange tenía ahora todas las competencias para dominar la información, ya que el propio Franco entregó a la falange el control de los medios de información.
Fue el hombre de más influencia en el régimen durante los cinco años escasos en que estuvo en el Gobierno. Tenía poderes dictatoriales sobre la Prensa pero también sobre la Policía. Venía procedente de la CEDA y tenía cierta predilección por los países del Eje. Esta conducta hizo que pusiera a la Prensa española al servicio de estos países cuando se daba por descontado el triunfo de estos países sobre el resto de Europa. Se quería evitar que el país cayese en la anarquía que se podía ver en la U.R.S.S.
Y es que la Embajada alemana en Madrid ejercía un poder desproporcionado para ser lo que era. Se llegó a decir que “Serrano y los políticos alemanes habían hecho de los periódicos españoles algo más que ilegible”
Pero la guerra dio un giro completo con la entrada de EE.UU. en la guerra y Franco se vio obligado a cambiar de estrategia para lograr tener los aliados poderosos en Europa que desde hacía algún tiempo buscaba, y con ello había que modificar la política informativa que estaba vigente.
En la tercera etapa se encomienda la Censura a la Falange, con todo lo que ello supone. Para empezar la Prensa del Movimiento observó como el control informativo era más suave con ellos de lo que lo era con los demás, aunque tampoco estaban libres de ella. También se vive ahora el mayor acercamiento de la Prensa española a las democracias occidentales, por lo que Franco debía moderar la imagen fascista de su régimen.
Pero el caso es que la censura se mantuvo siempre; varió la estrategia pero no la intención de la misma.
Sin embargo si que se puede hablar de unas constantes en el tratamiento informativo en la Prensa de esta época comunes a todas las etapas. Por el ejemplo, no se mencionaban en las informaciones los nombres de personas vetadas. Acudir a citas como Bénito Pérez Galdós o Jacinto Benavente era algo prohibido, ya que era como evocar a viejos demonio políticos con los que la derecha combatía en ese momento.
Además se apreciaba un silencio total a todo aquello que mermara la imagen del Estado. Las quiebras de bancos, los atracos,... era como si aquí nada de eso pasara. A su vez eran prohibidas noticias como el récord de construcción de barcos en EE.UU. o que la bandera alemana había ondeado en el recibimiento de la Brigada Azul en Vitoria.
Era también normativo el que en previsión de un posible atentado las páginas de los diarios recogieran la hora de la llegada del Caudillo erróneamente. Suena más que extraño pero así era.
EL CASO DEL NO- DO
El NO- DO era un informativo que en la época del régimen franquista tenía una importancia capital, ya que era la única información que se apoyaba en imágenes para ser mejor entendida. Llegó a convivir con la televisión pero quizás fuera ésta la que determinó el fin de la emisión de NO- DO.
Este noticiario tiene su origen en el International News que comenzó a realizar reportajes en 1923. Este informativo recibió varios premios hasta que desaparece y es sucedido por el de la Fox Movietone y algún otro europeo que hasta que la República es establecida en España no tiene aparición periódica. Se acogieron estos proyectos casi con entusiasmo hasta el punto en que la Fox decidió dejar un equipo en España que hiciera reportajes que luego serían enviados a otros países. Pero con el estallido de la Guerra Civil las relaciones entre la Fox y los republicanos se enfría y se empiezan a poner demasiadas trabas para que estos profesionales trabajasen, de modo que deciden abandonar España e irse a Inglaterra.
Durante el conflicto ambos bandos trabajaron en hacer informativos de los que destacan el España al día de los partidos comunista y socialista. En Cataluña, por ejemplo, todos los partidos trabajan para hacer realidad el Espanya al día, de diez minutos de duración. Pero el hecho que desencadenó la salida de NO- DO fue el ocurrido en Bilbao el 15 de agosto de 1942, en que el enfrentamiento entre falangistas y carlistas va a más hasta el punto de que un falangista lanzó una granada contra el general Varela, que se salvó del explosivo, no así seis requetés que estaban en la ceremonia. Franco destituyó de sus puestos tanto al falangista y cuñado suyo Ramón Serrano Suñer como al general Varela, mandando a su vez fusilar a la persona que lanzó la granada.
El caso es que surge el NO- DO con dos etapas bien diferenciadas: la primera en que no existía la televisión va desde el 4 de enero de 1943 hasta el 5 de noviembre de 1956, momento éste en el que, como ya hemos dicho, surge el fenómeno televisivo y ahí es donde comenzaría esa segunda etapa que dura hasta el último número del NO- DO.
Aquí no podemos hablar de censura porque en realidad no la hubo, pero en realidad sí que se buscaba el evitar problemas con la Administración. Desde el propio NO- DO se sabía lo que gustaba a la gente de arriba, por lo que se trataba de lograr una método informativo que “agradase” a los responsables de la información. Por ejemplo, en el tema de la religión los responsables de NO- DO fueron más que complacientes. El Estado tenía unas inmejorables relaciones con la Santa Sede e incluso llegó la Iglesia a querer vetar material cinematográfico. En el año 1945 se va a proteger el catolicismo; ya no se podía expresar nada en contra de la religión oficial española.
Este documental, noticiario, reportaje o como lo queramos llamar responde a un marcado acento educativo. La España de posguerra es una nación de nivel cultural más que bajo a la que el NO- DO intentará enseñar “algo”. Y como hay que partir casi de cero, empezamos con la religión que se veía como un símbolo de unidad nacional, como algo común a todos los españoles.
Y como la idea era educar a la población de este país que se levantaba de una guerra dura, se llegaba a hacer noticia algo que en realidad no lo era. Una simple fiesta o una inauguración se convertían en noticias capaces de abrir un informativo mientras se dejaban de lado cosas más importantes que, precisamente por eso no convenía que entrarán en los informativos. La intención era aislar a la población de una situación dura como la que el país vivía después de un conflicto que duró tres años.
Por eso, toda información que hiciera parecer que en España aún no se había podido erradicar los problemas de antaño se dejaba a un lado. Era curioso porque parecía como si sólo hubiese problemas más allá de nuestras fronteras y no era así ni mucho menos. Por ejemplo, una entrevista que el Jefe de estado concedió a la cadena norteamericana CBS ocupaba el último lugar en las informaciones que aquel NO- DO recogía, mientras que los toros o el fútbol solía abrir el espacio del noticiario.
El tratamiento informativo respondía a un tono más que ampuloso en sus comienzos pero mucho más moderado con el paso del tiempo. Esto se podía observar con el tratamiento que se hacía con la figura de Franco; al principio era el Generalísimo, el Caudillo de España; luego era sólo Franco.
Además la presentación de NO- DO era curiosa. Comenzaba éste...
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Así empezaba un informativo que a saber si la información que contenía era completa, y que posiblemente no contaba con esa “superioridad de los medios técnicos”. Es más, técnicamente el noticiario estaba bastante mal dotado y fueron muchos los inconvenientes que hubo en este sentido para que el NO- DO saliera a la calle.
Y es que la labor que llevó a cabo el informativo se antojaba fundamental para el régimen de la época. Su intencionalidad político social era tan necesaria que ni esos problemas técnico dio al traste con el proyecto. Incluso los cines en los que se evitaba su proyección eran duramente sancionados. Su obligatoriedad en las salas terminó el 22 de agosto de 1975, hecho éste que determinó en gran parte el final de NO- DO.
Este informativo desarrollaba las noticias mejor que ningún otro medio, pero no podía competir con la inmediatez de la radio y la televisión, por lo que llegó un momento en que su interés decreció y fue retirado de las pantallas del cine y también de la televisión.
Finalizó este proyecto principalmente por la entrada de la televisión en el mercado informativo. Al principio había una coexistencia pacífica entre ambos medios, ya que ambos abordaban parcelas diferentes de la información. Incluso se hizo eco el NO- DO del nacimiento de la televisión en 1956.
El Ministro de Información de la época, Arias Salgado, tenía como sueño más que como idea el poder realizar conexiones tanto con Eurovisión como con la Santa Sede, pero ese proyecto era para la televisión y no para el NO- DO.
La verdad es que NO- DO ahora significa mucho más que un antiguo informativo, es un documento histórico que fue guardado por la Filmoteca Nacional en 1981 y absorbido por TVE poco después. Pero no todo el NO- DO está en TVE; además mucho material de primer orden se perdió en el incendio de los estudios madrileños de la calle Joaquín Costa, en los Riera. Sólo aquello de lo que existían copias se salvó para que hoy pueda ser visto por quien quiera.
Al principio tan sólo se hacía una cinta semanal, la llamada serie A. Más tarde se llegó a hacer una serie B y una C, hasta el punto de, según Arias Salgado, hacerse seis cintas semanales.
Viendo los diferentes episodios del documental se observa da manera cristalina las diferencias entre una época y otra. Ese tratamiento formalista, ese empleo de la poesía en las informaciones es completamente impensable en la sociedad actual en la que no hay tiempo para recrearse en la belleza estética de una noticia sino que hay que ir a enterarse de los sucesos y punto.
Volviendo a los contenidos de NO- DO, lo más importante era probablemente el exaltado patriotismo que se observaba en el contenido de las cintas. Por supuesto, por aquel entonces no cabía otra posibilidad que la de una España “Una, Grande y Libre”, por lo que el NO- DO no podía ser menos. Y para lograr esta España había que seguir unas pautas: entrar a cuestionar el régimen ahora era algo muy negativo y toda referencia a la guerra recordaría un tiempo de no unión entre los españoles, por lo que tampoco interesaba. De hecho, la primera información que se hizo referente a la guerra fue la conmemoración del 25º aniversario de la paz en España.
Sin embargo es incomprensible que siguiendo este modelo sí que se celebre el Día de la Victoria cada 1 de abril, como lo hacen los nodos 164, 165 y 170. La verdad es que era éste un informativa más propagandístico que otra cosa. Por ejemplo, se limitaban a silenciar la mayoría de los hechos de la II Guerra Mundial mientras que ofrecían noticias absurdas de moda y de fiestas. Todo simbolizaba alegría en NO- DO. Parecía que teníamos que estar contentos por vivir en un país como éste viendo como está el resto de Europa. Aquí nunca pasaba nada y la vida era más que tranquila.
Lo que también era más que claro era la intención de atentar desde la información contra el comunismo. Una clara muestra de ello es el modo de abordar de NO- DO lo referente a la batalla de Leningrado, en la cual los valientes alemanes se defendían como podían de los fieros comunistas que les acechaban. Y este marco era idóneo para criticar con dureza todo el movimiento bolchevique.
Me llamó la atención un dibujo que contenía un libro llamado Diez años dedicados a la cultura (1939- 1949). En él se veía como en un mapa de Europa se alzaba sobre España una torre parecida a las que hay en los repetidores de señales televisivas, pero que simbolizaba la radio en España. Y de ella salía una flecha que iba a parar a la antigua U.R.S.S. y del impacto de dicha flecha, el terreno estaba roto.
Esta es una clara muestra de lo que la información de la época pretendía: más o menos eliminar la posibilidad de que más gente se hiciera comunista, y los que ya lo eran veían como se les quitaba el derecho a informar.
Además, NO- DO era muy mimado desde las autoridades políticas. Contaba con el monopolio de la información “visual” de la época, lo que obliga a la Fox y a la Ufa a abandonar el negocio informativo en España. Al mismísimo Franco le encantaba el noticiario hasta el punto de condecorar al director de NO- DO, García Viñolas, con la Encomienda de la Orden del Yugo y las Flechas. Este hombre fue fundamental en la vida del informativo ya que además de ser el hombre que casi lo empezó fue quien lo lleva en la época más complicada y de mayor tensión, la inmediatamente posterior a la posguerra. Su sustituto, el señor Díez Alonso no alcanzó ni mucho menos la importancia que tuvo su sucesor a pesar de hacer un papel más que digno en la dirección de NO- DO.
Es fundamental destacar que, entre tanta represión informativa y tanta censura, salió en 1945 el llamado Fuero de los Españoles, el cual constituía un alivio par las libertades que a pesar de que podían ser suprimidas de nuevo en cualquier momento, daban u respiro al pueblo español, que ahora gozaba de libertad de pensamiento, de asociación, de creencias y culto,... y sí, de expresión. Lo malo es que a pesar de esta teórica libertad la censura seguía donde estaba y poco cambiaba el panorama informativo.
Y lo mejor es que el NO- DO tenía una gran aceptación entre los ciudadanos españoles de aquella época. La Revista de NO- DO hacía un estudio y publicó:
“El público que ha apreciado estos cambios, ha afirmado rotundamente su adhesión a la revista NO- DO y manifestado de manera inequívoca su deseo de que continúe exhibiéndose. En un estudio de opinión que para NO- DO realizó Icsa- Gallup a principios de 1970 se dan los siguientes porcentajes: el 74 por 100 de los entrevistados se muestra partidario de que la revista debe de ser de inserción obligatoria. El 80 por 100 opina que la revista es “muy buena” (23 por 100) o “buena” (57 por 100). El 89 por 100 de la población interrogada manifiesta su complacencia por la introducción de la página de color, y, como es lógico, piensa que debía de abarcar mayor parte dela revista. El 78 por 100 estima que la revista ha evolucionado en los últimos tiempos y que el cambio operado supone una mejora”.
Y la verdad es que NO- DO era más que un informativo. Más de tres rollos se editaron y muchísimos más se rodaron. Realizó además actividades diferentes como la edición de una revista en blanco y negro de cine que se llamaba Imágenes.
Tenía una duración aproximada de diez minutos, menos un número, el primero, en el que se hablaba en tono triunfal del general Franco:
“Caudillo victorioso de nuestra guerra, y de nuestra paz, reconstrucción y trabajo, se consagra a la tarea de regir y gobernar a nuestro pueblo”
Una conclusión válida a la hora de hablar del NO- DO es que como todos los medios de comunicación de la época estaba destinado a difundir los mensajes del poder establecido. Otra cosa es el hecho de que además hubiera otros intereses como la creación de un archivo histórico, la explotación comercial, la difusión del franquismo en otros países.
Además hacía descarado uso de temas secundarios como el fútbol, los toros o la moda para no tener que meter en los diez minutos que duraba el informativo las verdaderas noticias, las referentes al régimen y la supresión de libertades que vivió el país por aquel entonces. Se metían noticias curiosas, casi ridículas de otros países y parecía que el mundo era precioso y que España ya era la de siempre, que estaba a la cabeza de loas potencias europeas y que nuestro futuro era clarísimo. Y como la gente de mitad de siglo para abajo estaba en general poco preparada, pues claro, colaba.
En un principio parecía que en el NO- DO no había ni censura, ni control informativo ni nada de eso tan propio del época. Sin embargo, viendo el tratamiento que se hace a la familia real y sobre todo al príncipe Don Juan Carlos encontramos una parecida similitud con lo que se venía haciendo en la Prensa.
Se atacaba al que ahora es Rey de España de manera feroz sobre todo por parte de la prensa falangista. Toda alusión a la Monarquía estaba vista como algo demasiado antiguo, “de los tiempos de Alfonso X El Sabio”
Llegaban a los periódicos órdenes como estas:
“De orden de la Dirección General existe prohibición absoluta de anunciar y dar cuenta en la Prensa de las mismas y actos que por intenciones de don Alfonso de Borbón se celebrarán mañana, 23 de enero”
Se llegó a identificar de modo más que exagerado a la Monarquía con la masonería en escritos firmados con seudónimos de Carrero Blanco o del propio Franco. También se llegó a deportar a y a multar a periodistas por el hecho de mandar al Príncipe una nota de apoyo.
Obviamente eran éstas unas medidas más que exageradas pero es que la época a la que nos hemos referido era así. Nadie ha dicho que la censura de prensa no sea una práctica exagerada porque sería absurdo. La pregunta es si, a otra escala con muchas diferencias, si aún existe censura en la prensa española.
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NO- DO número 1, del 4 de enero de 1943.
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Ibídem
La información y la censura en la España posterior a 1939
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Enviado por: | Luis De La Matta |
Idioma: | castellano |
País: | España |