Historia
Historia argentina
HISTORIA ARGENTINA
Fechas destacadas
1516
Juan Díaz de Solís llegó al río de la Plata.
1776
España creó el virreinato del Río de la Plata; Buenos Aires se convirtió en su capital y principal centro comercial.
1816
Las Provincias del Río de la Plata, actual Argentina, declararon su independencia de España.
1817
José de San Martín consolidó la independencia argentina tras derrotar a las fuerzas españolas en territorio chileno.
1853
La Constitución de 1853 proclamó el carácter federal de la Confederación Argentina, a la cual Buenos Aires no se unió hasta 1862.
1877
Argentina inició la exportación de productos agrícolas y ganaderos a Europa . Los beneficios que ésto generó convirtieron a Argentina en uno de los países más ricos del mundo durante la década de 1920, y en un importante centro de inmigración.
1946
Tras prometer subidas salariales a los trabajadores, el coronel Juan Domingo Perón fue elegido presidente.
1955
Perón se dirigió a España después de un golpe de Estado militar.
1973
Perón retornó al poder con la esperanza de recuperar el nivel de la economía argentina. Murió al año siguiente y fue sucedido en la presidencia por su esposa, María Estela Martínez. Cientos de actos terroristas se produjeron en este periodo por parte de grupos de extrema izquierda, como el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) o el peronista movimiento Montonero, y de extrema derecha, como la Triple A (Alianza Argentina Anticomunista).
1976-1983
Una Junta Militar se hizo con el poder por la fuerza. Decenas de miles de miembros de la oposición al nuevo régimen fueron detenidos ilegalmente, encarcelados, torturados y ejecutados durante la denominada `guerra sucia'.
1982
Entre abril y junio se produjo un conflicto armado entre Argentina y Gran Bretaña inscrito en la centenaria disputa de ambas naciones sobre la soberanía del archipiélago de las Malvinas.
1983
Restablecimiento del poder civil en la persona de Raúl Alfonsín. Durante los siguientes años, muchos militares relacionados con el régimen militar fueron condenados por haber estado involucrados en la `guerra sucia', así como los principales dirigentes de los Montoneros y del ERP implicados en actos terroristas.
1989
El crecimiento de la inflación obligó al recién elegido
presidente Carlos Saúl Menem a adoptar medidas
económicas de emergencia. Menem sería reelegido en 1995. El nuevo Presidente indultó a los militares que actuaron durante la época de la represión, incluidos los que ocuparon los más altos rangos.
1991
Privatización de gran parte del sector público de la economía.
1994
Aprobación de una nueva Constitución que permitiría a Menem presentarse a su reelección al final de su mandato.
En febrero de 1516, el navegante español Juan Díaz de Solís, que a la sazón buscaba un paso por el sudoeste hacia las Indias Orientales, introdujo su nave en el gran estuario del actual Río de la Plata, y reclamó la región circundante en nombre de España. Sebastiano Caboto, un navegante italiano al servicio de España, visitó el estuario en 1526. En busca de comida y suministros, Caboto y sus hombres remontaron el río que posteriormente se llamará Paraná, hasta llegar a un lugar cercano a la actual Rosario; allí construyeron un fuerte y siguieron remontando el río hasta la región hoy ocupada por Paraguay. Caboto, que no abandonó la región durante casi cuatro años, obtuvo de los nativos varias cantidades de plata, un nombre que pronto se aplicó a la cuenca de estos ríos y a la mayor parte de las regiones circundantes.
Primeros asentamientos
La colonización de la región fue iniciada en 1535 por el adelantado español Pedro de Mendoza. En febrero de 1536, Mendoza —que había sido nombrado primer adelantado del Río de la Plata— fundó Buenos Aires; los esfuerzos de la expedición de Mendoza por establecer una colonia permanente se vieron enormemente dificultados por la falta de alimentos y la hostilidad de los nativos, por lo que los colonizadores abandonaron el lugar cinco años después.
En 1537, uno de los lugartenientes de Mendoza, Juan de Salazar de Espinosa, fundó Asunción (hoy capital de Paraguay), que fue el primer asentamiento permanente en la cuenca del Río de la Plata. Desde su base en Asunción, los españoles fueron gradualmente controlando todo el territorio situado entre los ríos Paraná y Paraguay. Entretanto, las favorables condiciones naturales hicieron que los pequeños rebaños de ganado traídos desde España se multiplicaran y extendieran por la Pampa, creando una situación apta para una economía agrícola estable.
Santiago del Estero, el primer asentamiento permanente de lo que hoy es territorio argentino, fue fundado en 1553 por colonizadores españoles provenientes de Perú. En 1573 fueron fundadas Córdoba y Santa Fe, y en 1580 se inició la repoblación de Buenos Aires. En 1620, toda la región del Río de la Plata quedó bajo el control administrativo del virreinato del Perú. Debido a la restrictiva política comercial del gobierno español, la colonización de la región fue lenta durante el siglo siguiente. Buenos Aires, centro de un floreciente tráfico de productos importados, creció constantemente y a mediados del siglo XVIII su población se acercaba a los 20.000 habitantes. En 1776, el territorio ocupado por las actuales Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay fue separado de Perú, creándose el Virreinato del Río de la Plata.
Despertar patriótico
En 1806, Buenos Aires fue atacada por una flota británica al mando del almirante Home Riggs Popham, sin autorización del gobierno británico, ante la que el virrey no presentó defensa alguna; los invasores ocuparon la ciudad, pero fueron expulsados por una milicia popular en agosto siguiente. La nueva fuerza expedicionaria que el gobierno británico envió a Buenos Aires fue forzada a rendirse en 1807. La expulsión de los ingleses fue posible por el entusiasmo del pueblo guiado por Santiago Liniers, quien fue nombrado virrey por Buenos Aires, después de deponer al virrey Sobremonte. Estos acontecimientos tuvieron consecuencias imprevistas: los miembros de la colonia habían comprobado su capacidad de combate y la ineficacia de las autoridades coloniales españolas, por lo que pronto participaron de forma activa en el movimiento independentista que había comenzado a recorrer la Sudamérica española.
El sentimiento revolucionario en la región alcanzó su apogeo en el periodo siguiente al destronamiento del rey español Fernando VII por Napoleón Bonaparte en 1808. El pueblo de Buenos Aires se negó a reconocer a José Bonaparte, hermano de Napoleón, que se instaló en el trono español. Al ser Liniers de nacionalidad francesa, la Junta de Sevilla —creada para mantener la resistencia contra los franceses— decidió en 1809 que éste debía entregar el poder a un nuevo virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros. El 25 de mayo de 1810 depusieron al virrey e instauraron un gobierno provisional, la Primera Junta de Gobierno, que actuaba en nombre de Fernando VII. Poco tiempo después el gobierno provisional rompió con los representantes de Fernando y lanzó una enérgica campaña para llevar al interior del país a la revolución, pero resultó un fracaso. Sin embargo, los ejércitos realistas sufrieron importantes derrotas en 1812 y 1813. La parte liberada del virreinato se dividió en 14 provincias en 1813. Después de la Revolución de Mayo, algunas ciudades —como Córdoba— se opusieron a la decisión arbitraria de Buenos Aires. Surgieron algunos movimientos antirrealistas. Mientras tanto, Buenos Aires decidió enviar expediciones para propagar el movimiento revolucionario. En 1812 llegaron José de San Martín y Carlos de Alvear para ponerse al frente del ejército rebelde, proporcionándole un carácter más profesional.
Entre 1810 y 1815 se sucedieron varios gobiernos: Primera Junta, Junta Grande, Primer Triunvirato, Segundo Triunvirato; todos ellos tenían su sede en Buenos Aires y tenían las mismas funciones del virrey. En 1815, Fernando VII volvió a ocupar el trono de España y los que peleaban en el Alto Perú habían retrocedido hasta Salta; por lo tanto fue necesaria la declaración oficial de independencia, que se proclamó en 1816 en el Congreso de Tucumán.
Las Provincias Unidas
Durante 1814 y 1815, en los territorios liberados —que nominalmente todavía estaban sujetos a la corona española— cristalizó el sentimiento favorable a la independencia absoluta. Los representantes de las distintas provincias se reunieron en Tucumán en marzo de 1816; el 9 de julio de ese año, los delegados proclamaron la independencia de España y declararon la constitución de las Provincias Unidas de América del Sur (más tarde Provincias Unidas del Río de la Plata). Aunque se designó a un 'director supremo' para encabezar el nuevo Estado, se sancionó una Constitución centralista que no tuvo vigencia. Por ese tiempo, las ideas del federalismo estaban en su auge, produciéndose así la primera batalla de Cepeda en 1820. Los caudillos federalistas López y Ramírez derrotaron a las tropas del gobierno nacional (o Directorio). Se formó así una especie de federalismo unigénito. Se formaron las 13 provincias, que en 1833 serán 14 al separarse Jujuy de Salta. El problema a resolver era la formación de un gobierno estable, luego de la caída del Directorio. Los enfrentamientos entre las dos facciones fueron en aumento y provocaron un enfrentamiento civil en 1819. En 1820 se restableció la paz, pero el problema principal —la formación de un gobierno estable— quedó sin resolver. Durante la mayor parte de la década siguiente reinó la anarquía en las Provincias Unidas, situación que hubiera continuado de no ser por la guerra con Brasil, ya que ésta exigía una forma de organización constitucional. Buenos Aires convocó a una reunión a las provincias en 1824. El Congreso estuvo dominado por los unitarios, se eligió a Bernardino Rivadavia como presidente y fue entonces Buenos Aires la dueña del poder en la República Argentina (denominación que comenzó a usarse desde ese momento). Argentina le declaró la guerra a Brasil por la ocupación de la Banda Oriental; Brasil fue derrotado y la Banda Oriental se declaró independiente, al igual que Bolivia (Paraguay seguía neutral).
El régimen unitario fracasó y se volvió a la antigua forma de gobierno, en la que cada provincia se autogobernaba y delegaba en Buenos Aires las relaciones con el resto del mundo. El gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego —en quien confiaban el resto de los gobernadores por ser federal— fue derrotado por el unitario Lavalle, lo que dio lugar a una guerra civil. En Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas fue el encargado de resistir a los golpistas del gobierno de Dorrego. En 1829 se acordó que Rosas fuera el gobernador de Buenos Aires y se restituyó la cámara legislativa.
En el interior se creó una liga unitaria que no actuaba como tal. Se enfrentó con la provincia de Buenos Aires; este enfrentamiento desembocó en el Pacto Federal de 1831 (Buenos Aires, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe): se pactó que, cuando estuvieran dadas las condiciones, se erigiría un gobierno federal; además se estableció un compromiso militar por el que si alguien atacaba a una de las tres provincias, las tres se considerarían agredidas.
El enfrentamiento entre la liga unitaria y los federales llevó a una guerra civil en la que vencieron estos últimos. Entre 1829 y 1831, Rosas había logrado poner orden en la provincia de Buenos Aires y logró la pacificación, negándose a seguir como gobernador si no se le otorgaban facultades extraordinarias. Se sucedieron algunos gobernadores hasta que en 1834 se produjo una guerra entre las provincias de Tucumán y Salta; Rosas ordenó a Facundo Quiroga que, como delegado de la provincia, fuera a pacificar la situación.
El pensamiento de Rosas quedó plasmado en la Carta de la Hacienda de Figueroa: en ella se estipulaba que las condiciones no eran las adecuadas para establecer un régimen federal pues las provincias no tenían dinero, se acababa de salir de una guerra civil y todavía seguían luchando los unitarios. Rosas proclamó una Constitución nacional y entre 1835 y 1852 fue gobernador de Buenos Aires. El país estuvo bajo el régimen dictatorial de Rosas durante 17 años.
El pensamiento que Rosas expuso en la Carta de la Hacienda de Figueroa pudo ser eficaz para un periodo, pero habían transcurrido 17 años desde entonces y las condiciones de las que él hablaba se estaban dando y era necesaria la Carta Magna. Rosas, con su pensamiento conservador (no en el sentido político-económico), no advirtió los cambios y su gobierno se volvió anacrónico.
En 1852 se produce la batalla de Caseros, entre Urquiza, defensor de una organización nacional bajo una Constitución, y Rosas. Ambos eran federales; Rosas, a pesar de la sangrienta represión y de la crisis económica, logró las bases para que Urquiza —después de vencer en Caseros— lograra reunir un Congreso General Constituyente y se dictara la Constitución de 1853.
Gobierno republicano
Mientras tanto, como se había pactado en San Nicolás, Urquiza era el 'director' del gobierno provisional hasta la aprobación de la nueva Constitución. Desde Buenos Aires, Mitre rechazó la incorporación de esta ciudad a la federación; la cámara legislativa lo escuchó y no aceptó la nueva Constitución. Al renunciar López y Planes —gobernador de Buenos Aires—, Urquiza dio un golpe de Estado; la provincia fue recuperada por los porteños en la revolución de 1882; así se formó la Confederación Argentina —con capital en Paraná y con Urquiza como Presidente— por un lado, y el Estado de Buenos Aires —que no proclamaba su independencia ni se unía a la Confederación— por el otro. Esta situación ambigua de Buenos Aires se prolongó durante diez años.
En 1858 se produjo la batalla de Cepeda, en la que Urquiza venció; a pesar de ello, no quiso entrar en la ciudad y pidió que se restituyera al Gobernador, que era ultra porteñista, para llegar al Acuerdo de San José de Flores, por el que Buenos Aires se comprometía a formar parte de la Confederación. El problema de la capital suscitó nuevos conflictos: Buenos Aires no deseaba entregar la ciudad para su federalización; y en 1861 se produjo la batalla de Pavón entre Buenos Aires y la Confederación, en la que no hubo un vencedor definido: Urquiza retrocedió hasta Entre Ríos y Mitre —al mando del ejército de Buenos Aires— cruzó hasta el Rosario. En 1862 se realizaron las elecciones y Mitre fue elegido presidente de la nación; durante este tiempo se declaró que Buenos Aires sería la ciudad huésped del gobierno nacional, sólo de forma provisional.
En 1888, el litigio entre Paraguay y Uruguay hizo que el primero entrara en territorio argentino: así se produjo la sangrienta guerra de la Triple Alianza (Brasil, Argentina y Uruguay). Entre 1866 y 1870, los ejércitos de los tres países invadieron Paraguay y mataron a las tres cuartas partes de la población paraguaya (90% de la población masculina).
Entre 1862 y 1880 se sucedieron los gobiernos de Mitre, Sarmiento y Avellaneda, gobiernos que dejaron los cimientos para la construcción de la Argentina moderna; durante los mismos, las actuaciones prioritarias se centraron en la educación, la inmigración, la libertad económica, aunque no se deben olvidar otros hechos que disminuyeron el prestigio de estos gobiernos, tales como la campaña del Desierto (1879-1880).
El país, aunque tuviera algunos conflictos, estaba pacificado y organizado institucionalmente. Durante el gobierno de Avellaneda se decidió incorporar el norte de la Patagonia al país, empresa llevada a cabo por un ejército al mando de Julio Argentino Roca; los malones indígenas eran una amenaza en la frontera. Hoy se sabe que hubiera sido mejor una alianza con los indígenas que, seguramente, hubieran aceptado integrarse al país, pero se eligió el argumento de las armas. Durante este gobierno Buenos Aires fue proclamada la capital federal (luego el distrito se extendió hasta lo que es en la actualidad). Dardo Rocha (gobernador de la provincia de Buenos Aires) fundó la ciudad de La Plata, que se convirtió en la capital de la citada provincia.
Al regresar victorioso, Roca fue elegido presidente en 1880; a partir de este momento Argentina logró un gran progreso económico, institucional y educacional; se integró al comercio mundial, convirtiéndose en una de las principales naciones exportadoras de materia prima del mundo. Entre 1880 y 1882 no faltaron problemas limítrofes con Chile y con otros países, si bien se llegó a un acuerdo con Chile donde se establecieron como límites "las más altas cumbres divisorias de aguas".
A pesar de los adelantos de Argentina, la clase media y los grupos populares habían quedado postergados; además, al no haber sufragio universal, las elecciones eran un fraude, pues quien gobernaba el país era un sector elitista. En 1912, Roque Sáenz Peña promulgó una ley por la cual el voto debería ser secreto y obligatorio para la población masculina. En 1916, dentro del marco de la nueva ley, se eligió a Hipólito Yrigoyen —político perteneciente a la Unión Cívica Radical— presidente del gobierno, donde se mantuvo hasta 1930.
Durante los gobiernos de Alvear e Yrigoyen, Argentina se vio beneficiada por la actitud neutral que el país mantuvo durante la I Guerra Mundial, por lo que se convirtió en una de las naciones más ricas del mundo.
La 'Década Infame'
La crisis económica mundial que estalló en 1929 tuvo serias repercusiones en Argentina. El desempleo y otras dificultades provocaron una profunda inquietud social y política. En 1930 después de una segunda presidencia de Yrigoyen, los conservadores —apoyados por el Ejército dirigido por Uriburu— dieron un golpe militar filofascista que interrumpió, por primera vez desde 1853, la continuidad constitucional y un ciclo de progreso. Tras dos años en el poder, comenzaría un periodo denominado la 'Década Infame', caracterizado por el fraude electoral y la corrupción. Las condiciones económicas mejoraron sensiblemente durante el mandato del general Agustín Justo, aunque se intensificó la agitación política, que culminó con fallidas rebeliones del Partido Radical en 1933 y 1934. En el periodo anterior a las elecciones presidenciales de 1937, las organizaciones fascistas incrementaron sus actividades. En mayo de 1936 se produjeron los comicios de renovación presidencial. El gobierno auspició a los candidatos de la Concordancia: el ex-ministro Roberto M. Ortiz para presidente y Ramón S. Castillo para vicepresidente. La unión Cívica Radical proclamó las candidaturas de Alvear-Mosca y el socialismo la de Respetto-Orgaz. Verificadas las elecciones, el triunfo correspondió a los candidatos oficialistas mediante el fraude electoral. No obstante, contrariamente a las expectativas y exigencias de sus seguidores, Ortiz tomó decididas medidas para fortalecer la democracia; se reprimieron las actividades subversivas de los agentes alemanes, que se habían incrementado tras la victoria del nacionalsocialismo en Alemania; la corrupta maquinaria electoral del país fue desarticulada. Al estallar la II Guerra Mundial, Ortiz proclamó la neutralidad de Argentina, aunque posteriormente colaboró estrechamente con las demás repúblicas americanas en asuntos propios de la defensa del hemisferio.
La II Guerra Mundial
En julio de 1940, el presidente Ortiz, incapacitado por una enfermedad, delegó temporalmente sus poderes en el vicepresidente Ramón S. Castillo, un conservador que abandonó la línea política exterior e interior de su predecesor. En la Conferencia Panamericana de Defensa, celebrada en enero de 1942 en Río de Janeiro, pocos días después del ataque japonés contra Pearl Harbour, Argentina y Chile fueron los dos únicos países americanos que se negaron a romper relaciones con las potencias del Eje.
Castillo, que había asumido oficialmente la presidencia tras la dimisión de Ortiz en junio de 1942, fue depuesto de su cargo un año después por un grupo militar encabezado por el general Arturo Rawson, quien favorecía la ruptura de relaciones con Alemania y Japón. Sin embargo, en vísperas de su asunción al cargo de presidente provisional, los compañeros de Rawson le obligaron a dimitir. La presidencia provisional recayó en el general Pedro Ramírez, uno de los líderes del golpe. Poco después, Ramírez disolvió los partidos políticos, cerró los diarios de la oposición y, en general, sofocó los últimos restos de la democracia en el país. Debido al aislamiento económico por parte de Estados Unidos, en enero de 1944, en un giro de 180 grados en su política exterior, su gobierno rompió relaciones diplomáticas con Alemania y Japón.
Temerosa de que Ramírez se dispusiera a declarar la guerra a Alemania por presión de Estados Unidos, una Junta Militar —los llamados 'coroneles'— obligó al presidente a dimitir el 2 de febrero de 1944 (dada la simpatía que esta Junta Militar tenía por las fuerzas del Eje, el mantenerse neutral se debió a la inseguridad de sus miembros respecto al resultado de la contienda y al interés por mantener una relación óptima fuera quien fuera el ganador). El personaje central de esta Junta era el coronel Juan Domingo Perón, quien había ocupado el puesto de subsecretario de Trabajo durante el régimen de Ramírez, continuando en dicho cargo tras el derrocamiento de éste y su sustitución por el general Farrell. A pesar de las alegaciones de solidaridad con la causa aliada, el gobierno siguió reprimiendo toda actividad democrática y protegiendo a los agentes alemanes. En julio, el gobierno estadounidense acusó a Argentina de ayudar a las potencias del Eje. Finalmente, el 27 de marzo de 1945, cuando la victoria de los aliados en Europa estaba asegurada, Argentina declaró la guerra a Alemania y Japón. Al mes siguiente, el gobierno firmó el Acta de Chapultepec, un convenio de asistencia mutua de las naciones americanas contra la agresión extranjera. Argentina fue miembro fundador de las Naciones Unidas (ONU), en junio. Poco después se anunció la celebración de elecciones a principios de 1946.
La era peronista
La reanudación de la actividad política en Argentina estuvo caracterizada por la aparición de una nueva agrupación, los peronistas. Organizados formalmente como Partido Laborista, con Perón —quien había alcanzado gran popularidad como secretario de Trabajo— como candidato a la presidencia, este grupo obtuvo sus principales apoyos entre los sectores más desfavorecidos de la clase trabajadora rural y urbana. Los peronistas realizaron una exitosa campaña entre estos trabajadores, conocidos popularmente como 'descamisados', con promesas de tierra, mayores salarios y seguridad social. Las elecciones, celebradas el 24 de febrero de 1946, dieron la victoria a Perón sobre su oponente, Tamborini, candidato de la Unión Democrática (coalición de fuerzas de izquierda, centro y derecha).
Meses antes, Perón había contraído matrimonio con una antigua actriz, Eva Duarte, quien, como primera dama de Argentina, dirigió las relaciones sindicales y los servicios sociales del gobierno de su marido hasta su muerte, en 1952. Adorada por las masas, influyó para que se estableciera el sufragio universal (con lo que se logró la integración de la mujer a la vida política argentina), y fue —más que nadie— la responsable de la popularidad del régimen de Perón (quien manejaba a las masas con consumada habilidad). En octubre de 1946, Perón promulgó un ambicioso plan quinquenal para la expansión de la economía. En 1947 deportó a una serie de agentes nazis y expropió unas 60 empresas alemanas. Tras estas medidas, las relaciones entre Estados Unidos y Argentina mejoraron sensiblemente.
Nueva Constitución
En marzo de 1949, la Asamblea Constituyente convocada por Perón promulgó una nueva Constitución que permitía la reelección del presidente por un segundo mandato consecutivo. Aprovechando la nueva ley fundamental, el Partido Justicialista (peronista) designó candidato a Perón para los comicios de 1952. Como resultado, crecieron las críticas contra el régimen por parte de los partidos y la prensa de oposición. La mayoría peronista en el Congreso tomó represalias en septiembre de ese año, aprobando leyes que contemplaban el encarcelamiento de personas que se mostraran "irrespetuosas" con los dirigentes gubernamentales. En los meses subsiguientes, varios opositores al régimen fueron encarcelados. Poco después, el Congreso instituyó nuevas medidas de represalia, entre ellas la supresión de la prensa opositora. La Prensa, el principal periódico independiente, fue cerrado en marzo de 1951; al mes siguiente, el Congreso aprobó una ley que expropiaba el periódico. Antes de las elecciones —que se celebraron en noviembre de 1951 en lugar de febrero de 1952, la fecha prevista— se impusieron severas restricciones a los partidos de la oposición. Perón fue reelegido por una amplia mayoría, y sus candidatos ganaron 135 de los 149 escaños de la Cámara de Diputados.
Segunda presidencia de Perón
En enero de 1953, el gobierno lanzó un segundo plan quinquenal, que hacía hincapié en el incremento de la producción agrícola en lugar de la industrialización, que había sido el objetivo del primer plan. Durante 1953, Argentina formalizó importantes acuerdos económicos y comerciales con diversos países, especialmente Gran Bretaña, la Unión Soviética y Chile. En 1953, el intercambio produjo una balanza comercial favorable por primera vez desde 1950. Sin embargo, la presión inflacionista, que desde 1948 había provocado un incremento de más del 200% en el coste de la vida, no cesó.
Perón controlaba la prensa, las masas obreras, el Ejército, las empresas, pero no la Iglesia; por esta causa puede entenderse que en los meses siguientes se profundizó el abismo entre la Iglesia y el Estado. Este ataque se convirtió en una bola de fuego: la Iglesia pasó a ser el baluarte de la dispersa oposición; la situación salió de control y se produjo la quema de numerosas iglesias.
La 'Revolución Libertadora'
El 16 de junio de 1955, elementos disidentes de la Armada argentina y de su sección aérea lanzaron una rebelión en Buenos Aires. Sin embargo, el Ejército de Tierra se mantuvo leal al gobierno y el levantamiento fue pronto sofocado. En las semanas siguientes aumentó la tensión a medida que distintas facciones dentro del gobierno y de las Fuerzas Armadas tomaban posiciones. Finalmente, el 16 de septiembre de 1955, grupos insurgentes de las tres armas lanzaron una rebelión concertada, llamada la 'Revolución Libertadora'; después de tres días de enfrentamientos, durante los cuales murieron unas 4.000 personas, Perón dimitió y se refugió en una cañonera paraguaya anclada en el puerto de Buenos Aires. El 20 de septiembre, el líder de los insurgentes, el general de división Eduardo Lonardi, asumió la presidencia provisional, prometiendo restablecer la democracia. Perón se marchó al exilio, primero a Paraguay y posteriormente a Venezuela, República Dominicana y España.
Presidentes provisionales
Menos de dos meses después, el gobierno de Lonardi fue a su vez depuesto en un incruento golpe militar dirigido por el teniente general Pedro Eugenio Aramburu. El motivo alegado para la revuelta fue que Lonardi se negaba a suprimir las actividades de los peronistas en el Ejército y en los sindicatos. Aramburu abrogó la Constitución de 1949 y reinstauró la de 1853, que prohibe la reelección presidencial. En junio de 1956 fue aplastada una rebelión peronista, siendo arrestadas miles de personas y fusilados 38 supuestos peronistas. En los meses posteriores, varios centenares de personas fueron encarceladas bajo la acusación de conspirar para derrocar al nuevo régimen.
En julio se convocaron elecciones para la Asamblea Constituyente. La moderada Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP), encabezada por Ricardo Balbín, fue la agrupación más votada, seguida de cerca por la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) más izquierdista, dirigida por Arturo Frondizi. Ambos partidos eran ramas escindidas de la histórica Unión Cívica Radical. Los peronistas, cuyo partido fue prohibido, votaron en blanco siguiendo instrucciones de su exiliado líder. El voto en blanco, pedido también por otros grupos pequeños, superó los conseguidos por cualquier otro partido, representando casi una cuarta parte de los votos emitidos.
Presidentes electos
La Asamblea Constituyente, que comenzó sus deliberaciones en septiembre en la ciudad de Santa Fe, volvió a adoptar la Constitución de 1853 (con unas pequeñas enmiendas) tras la retirada de la UCRI y de otros partidos. Cuando en febrero de 1958 se celebraron las elecciones presidenciales, Frondizi obtuvo la presidencia gracias al apoyo de peronistas y comunistas, así como la mayoría en el Congreso. El 1 de mayo de 1958 se restableció el gobierno representativo.
A pesar de la intranquilidad sindical y de los continuos incrementos en el coste de la vida, a principios de 1959 se alcanzó una cierta estabilidad económica gracias a la ayuda de sustanciales créditos y préstamos extranjeros. En 1960, los préstamos obtenidos de organismos públicos y privados de Estados Unidos totalizaban los 1.000 millones de dólares. La participación de Argentina en la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), fundada en 1960, ayudó a promover el intercambio comercial con otros países de la región en 1960 y 1980.
La popularidad de Frondizi cayó en picado durante 1961. Frondizi tuvo el apoyo peronista por un acuerdo con el mismo Perón, pero este último, descontento con el gobierno de Frondizi, le quitó el apoyo y éste perdió popularidad. En las elecciones provinciales y legislativas celebradas en marzo de 1962, los peronistas —a quienes se había vuelto a permitir su participación— se alzaron con el 35% de los votos. Aunque Frondizi vetó a cinco candidatos peronistas ganadores de otras tantas gobernaciones provinciales, a finales de ese mes fue depuesto por los militares que criticaban su indulgencia hacia el peronismo. La gota que colmó el vaso fue la famosa entrevista secreta con el Che Guevara. La política internacional fue decisiva en la caída del gobierno de Frondizi y uno de los aspectos más importantes de su presidencia. Debe recordarse el plan para el desarrollo latinoamericano (denominado la Alianza para el progreso) lanzado por el presidente Kennedy de Estados Unidos y el problema de Cuba. Cuando Guevara fue a Punta del Este para la presentación del plan, viajó (supuestamente en secreto) a Buenos Aires para entrevistarse con Frondizi; al día siguiente todo el país se enteró de esos hechos, despertando las reticencias en un sector del Ejército y la derecha. Puesto que el vicepresidente había dimitido poco después de la asunción de Frondizi (según la Constitución, el vicepresidente es a la vez presidente del Senado), asumió la presidencia el entonces vicepresidente primero de la cámara alta, José María Guido.
Sin embargo, su mandato estuvo dominado por las Fuerzas Armadas, en cuyo seno se produjeron una serie de enfrentamientos entre los más acérrimos antiperonistas y anticomunistas (los colorados) y la facción constitucionalista (los azules), la cual se impuso y se convocaron nuevas elecciones en 1963, en las que se prohibió la participación de peronistas y comunistas. Resultó elegido presidente Arturo Humberto Illia, un moderado de la UCRP, quien anunció un programa de recuperación nacional y regulación de las inversiones extranjeras, intentando controlar el aumento de los precios, la especulación y la intranquilidad sindical mediante la promulgación de leyes que establecían precios fijos y salarios mínimos.
Gobierno militar
En las elecciones de 1965, los candidatos peronistas obtuvieron considerables avances, aunque el partido de Illia mantuvo, con 71 escaños, la mayoría en la Cámara de Diputados. La intranquilidad sindical se incrementó en 1966, mientras los peronistas seguían ganando elecciones parciales. Como resultado, en junio de 1966 se produjo un golpe militar, estableciéndose una Junta que nombró tres presidentes sucesivos, el último de los cuales —el teniente general Alejandro Agustín Lanusse— asumió el cargo en 1971. En los primeros meses de su mandato, Lanusse adoptó una serie de iniciativas tendentes a restaurar el gobierno civil. Anunció un programa económico para controlar la espiral inflacionista y convocó elecciones nacionales para marzo de 1973. Sin embargo, en 1972 el país se vio envuelto en una ola de violencia, con huelgas, manifestaciones estudiantiles y actividades terroristas. Esta situación provocó una nueva crisis económica. Los peronistas, a los que se permitió participar en las elecciones, designaron a su exiliado líder candidato para la presidencia. Sin embargo, como permaneció en España tras la fecha estipulada como residencia permanente en Argentina para poder inscribirse como candidato, se nominó a Héctor José Cámpora en su lugar.
Regreso y muerte de Perón
Los peronistas, bajo las siglas FREJULI (Frente Justicialista de Liberación) barrieron en las elecciones de marzo de 1973, asumiendo Cámpora la presidencia el 25 de mayo. La escalada terrorista, en la que ahora participaban grupos de extrema derecha, fue en aumento, con numerosos secuestros y asesinatos; también las divisiones entre peronistas de extrema izquierda, extrema derecha y moderados contribuyeron a generalizar la violencia. El 20 de junio, fecha en la que Perón regresó a Argentina, estalló una batalla campal entre las facciones peronistas que se cobró, cuando menos, 380 víctimas.
Un mes más tarde, Cámpora presentó su dimisión, y en septiembre Perón fue elegido presidente con más del 61% de los votos; su tercera esposa, María Estela Martínez de Perón, conocida como Isabelita, fue elegida vicepresidente.
Sin embargo, la tensión fue excesiva para el anciano Perón. El 1 de julio de 1974 falleció, siendo sucedido por su esposa, la primera mujer que alcanzó la jefatura del Estado de un país latinoamericano moderno. Durante su mandato, la situación política y económica se deterioró rápidamente. En 1975, las actividades terroristas de grupos de extrema izquierda y extrema derecha se cobraron las vidas de más de 700 personas. El costo de la vida se incrementó en un 335%, y las huelgas y manifestaciones eran frecuentes. Tras repetidas crisis gubernamentales y un fallido intento de rebelión de las Fuerzas Aéreas en diciembre de 1975, una Junta Militar dirigida por el comandante en jefe del Ejército, teniente general Jorge Rafael Videla, tomó el poder el 24 de marzo de 1976. La Junta Militar disolvió el Congreso, impuso la ley marcial y gobernó por decreto.
Dictadura militar y guerra de las Malvinas
Durante los primeros meses posteriores al golpe militar se mantuvo la actividad terrorista de algunos grupos de izquierdas, pero se aplacó un tanto después que el gobierno de Videla lanzara su propia campaña terrorista contra los opositores políticos. En 1977, la Comisión Argentina de Derechos Humanos denunció en Ginebra al régimen militar, acusándolo de 2.300 asesinatos políticos, unos 10.000 arrestos por causas políticas y la desaparición de entre 20.000 y 30.000 personas, muchas de las cuales fueron asesinadas y sepultadas en tumbas anónimas.
La economía siguió siendo caótica. En marzo de 1981, Videla fue sucedido en la presidencia por el teniente general Roberto Viola, sustituido en diciembre del mismo año por el comandante en jefe del Ejército, el teniente general Leopoldo Galtieri, cuyo gobierno consiguió el apoyo casi unánime de la ciudadanía en abril de 1982 al ocupar por la fuerza las islas Malvinas, territorio reclamado por Argentina desde 1833. Gran Bretaña recuperó las islas en junio tras la breve guerra de las Malvinas, y el desacreditado Galtieri fue reemplazado por el general de división Reynaldo Bignone.
La Asociación de Integración Latinoamericana (AILA), fundada en 1980, sustituyó a la ALALC como organismo para la reducción de aranceles en el intercambio comercial entre los países miembros. Entre 1986 y 1990, Argentina firmó una serie de tratados de integración previstos para reducir aún más las barreras aduaneras entre los países latinoamericanos.
Con una deuda externa sin precedentes y con una inflación superior al 900%, Argentina celebró, después de una década, elecciones presidenciales en octubre de 1983. El ganador fue el candidato de la Unión Cívica Radical (UCR), Raúl Alfonsín. Bajo su mandato, la nación volvió a la democracia; se reorganizaron las Fuerzas Armadas, se enjuició a antiguos dirigentes militares y políticos por violación de los derechos humanos, se renegoció la deuda externa, se instituyeron reformas fiscales y se estableció una nueva moneda. Además, se aprobó un tratado para resolver una disputa fronteriza con Chile por tres islas del Canal de Beagle. No obstante, la inflación siguió campando por sus respetos, y en mayo de 1989, el candidato peronista Carlos Saúl Menem fue elegido presidente. Era la primera vez desde 1928 en que un presidente civil no era derrocado por las Fuerzas Armadas. Ante el rápido deterioro de la economía del país, Menem impuso un duro programa de austeridad. A principios de la década de 1990, su gobierno sofocó la inflación, equilibró el presupuesto, vendió empresas estatales a inversores privados y renegoció la deuda. En 1992 se restablecieron las relaciones diplomáticas plenas con Gran Bretaña, lo que ayudó a restañar las heridas de la guerra de las Malvinas. En diciembre de 1993, el presidente Menem alcanzó un acuerdo con su predecesor, Raúl Alfonsín, para modificar la Constitución, reduciendo el mandato presidencial de seis a cuatro años, aunque se permitía la reelección consecutiva, decisión que fue refrendada por las dos cámaras del Congreso. En las elecciones convocadas para la Asamblea Constituyente, el partido de Menem ganó la mayoría. En 1994 Argentina firmó el Tratado de Tlatelolco, declarándose país libre de armas nucleares. Ese mismo año, los mandatarios de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay firmaron el Tratado de Asunción, que confirmó la intención de estos países de crear el Mercado Común del Cono Sur (Mercosur).
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Enviado por: | Esteban Ulises Romero |
Idioma: | castellano |
País: | Argentina |