Literatura


Hijos de la ira; Dámaso Alonso


1- CONTEXTO HISTÓRICO

Antes de comenzar a comentar el libro nos detendremos en el contexto histórico.

Al finalizar la guerra, se inicia el régimen franquista que abarca tres etapas:

1.- Periodo de aislamiento político y económico (1939-1950):

España, después de una primera postura no beligerante, en la Segunda Guerra Mundial apoya a las Potencias Alemania, Italia y Japón, aunque finalmente se declara neutral. La ONU condena este apoyo y España queda aislada de la Comunidad Internacional. En esta época España sufre una censura en todos los ámbitos , e impulsa un modelo económico autárquico, es decir, autoabastecimiento.

2. - Periodo de cierta apertura económica y política (1951-1959):

El gobierno se abre lentamente hacia el exterior en busca del reconocimiento internacional. Ingresa en la ONU en 1955, se reconoce el régimen franquista y termina el periodo de aislamiento.

3.- Periodo de Apertura (1960-1973):

La llegada de inversiones extranjeras y el turismo facilitan la modernización industrial y desarrollo económico. En estos años crece la oposición al régimen franquista y empiezan a surgir los nacionalismos. La crisis de petróleo de 1973, que frena la expansión económica termina con el fin de esta etapa.

La situación social del país refleja la evolución de la política económica del país:

En los años cuarenta la población sufre hambre, miseria, alta mortalidad, etc. En los años cincuenta se recupera el nivel de vida anterior a la guerra civil, se suprime el racionamiento. Durante el gobierno de los tecnócratas, la alta burguesía acrecienta su poder.

En los años sesenta se producen grandes desplazamientos migratorios de la población, hay un éxodo rural hacia las ciudades industrializadas y hacia el extranjero.

En esta última época surgen los movimientos obreros y el desarrollo industrial comporta un aumento de huelgas.

2- Contexto literario y cultural

La situación cultural de posguerra se caracteriza por una ruptura con el periodo anterior y una fuerte censura que empobrece el panorama artístico, sobre todo en la primeras épocas.

Los libros, periódicos, revistas son controlados por el régimen y existe gran dificultad por acceder a las obras de filósofos europeos.

La poesía española se caracteriza por su “individualismo”; es la poesía de hoy, en la que se observa una continuidad desde los años 40.

Se trata de poesía que existe porque sí; que se dirige al sentimiento y de ahí a la razón. Por ello es de lo más perseguido por la censura del régimen Franquista, pues directamente va al sentimiento, no hace falta tener cultura para llegar a ella.

La situación de la creación poética española tras la Guerra Civil es sumamente desesperanzada, puesto que se percibe la falta de un referente común para las nuevas generaciones o creaciones. Los jóvenes sólo encuentran literatura del siglo XVI.

Los “Poetas Mayores” (Machado, Unamuno, J. Ramón Jiménez) están desaparecidos, bien por muerte o exilio.

Los “Poetas del 27” se dividen: unos luchan a favor de la República mientras que otros se alejan de la lucha social.

Pese a esta circunstancia la poesía de este grupo quiere olvidar la guerra con la búsqueda de nuevas fórmulas poéticas para expresar su mundo interior, relación conflictiva entre el poeta y su entorno y continuación del proceso de rehumanización.

En 1944 surge una nueva línea poética, “la poesía desarraigada”, que arranca con dos obras concretas: “Hijos de la Ira” y “Sombras del paraíso”.

Antes de éstos libros los jóvenes no tenían nada de referencia, ahora y atienen alguien a quien seguir.

En el ámbito literario surge la creación de premios literarios como Nadal (1944), en 1966 se aprueba la Ley de prensa con el que se inicia un periodo de mayor tolerancia, se reinicia después de la guerra las actividades de la Real Academia, después de su disolución durante la guerra civil.

El siglo XX se abre en España con la tendencia a eliminar el poderío del “realismo positivista” que predominaba durante la segunda mitad del siglo XIX. Se busca una expresión más íntima y más artística, la intensidad lírica dentro de una forma breve y sencilla y con hondura emocional es el anhelo de las generaciones jóvenes.

Dos fenómenos coincidentes en el tiempo, impulsan esta transformación del lenguaje poético; por un lado el desastre de 1898 y la influencia del “modernismo” hispanoamericano. Los dos movimientos, aunque dispares en sus objetivos señalados, coinciden en varios aspectos como: la eliminación de lo vulgar y cotidiano de la poesía realista, una depuración de los elementos retóricos y una expresión íntima y sencilla.

3- Poesía de Posguerra

Tras la guerra civil, un grupo de poetas reanuda la actividad lírica, en la que predominan las preocupaciones estéticas y los temas amorosos y religiosos. En las décadas siguientes, algunos poetas continuaron la tendencia anterior, intimista y de matiz religioso: es la llamada poesía arraigada. La mayoría de los poetas pertenecientes a esta tendencia se agrupa en torno a la revista Escorial y se les conoce también con el nombre de grupo Rosales, ya que el mayor representante es Luis Rosales (1910-1992) con la casa encendida y con Rimas y Nuevas rimas. Los tres ejes temáticos de esta poesía son Dios, la familia y la tierra.

Una fecha clave es 1944. En este año se publican dos obras de capital importancia: Hijos de la ira, de Dámaso Alonso y Sombra del paraíso de Vicente Aleixandre. Los dos maestros reconocidos ejercerán el papel de guía.

Las principales tendencias poéticas de la posguerra española se articulan en torno a cuatro revistas literarias; con frecuencia se ha querido establecer diferencias tajantes entre ellas (en especial entre las dos primeras), aunque la nómina de autores, como veremos, llega a ser muy similar. Parten, eso sí, de postulados distintos, aunque la lectura de sus composiciones pone a cada una en su lugar.

Garcilaso (1943) será la primera revista literaria importante de la posguerra española. En ella escribirán unos autores siguiendo una línea clásica (a imitación del poeta-guerrero, Garcilaso, que da nombre a la publicación). Utilizan moldes clásicos para una literatura clásica, de belleza formal, una poesía "bien hecha" y que, muy a menudo se desentiende de los problemas del hombre. Se habla de "poesía arraigada"  y se llama "garcilasistas" a estos autores que opinan que "el mundo está bien hecho". García Nieto (fundador de la revista), Leopoldo Panero, Luis Felipe Vivanco, Dionisio Ridruejo y, sobre todos, Luis Rosales (La casa encendida, 1949 y 1967), serán los máximos exponentes de esta poesía. Se ha hablado de "la poesía de los vencedores". Esta revista tuvo un precedente en Escorial (1940). El Escorial era un símbolo: "religioso de oficio y militar de estructura: sereno, firme, armónico, sin cosa superflua, como un estado de piedra". Son reveladoras palabras de su creador, Ridruejo. No todo es triunfalismo y optimismo. También habrá dolor y tristeza, aunque expresados con serenidad, con mesura. Los temas fundamentales son el amor, el paisaje (Castilla y el tema de España) y el sentimiento religioso (hacia un Dios que da sentido al mundo).

La revista Espadaña nace como respuesta a Garcilaso. Es una poesía rehumanizada, desarraigada (a veces con tonos cercanos al tremendismo), donde el hombre (y sus tristes circunstancias) es el principal tema poético. También hay poemas religiosos, pero de una religión difícil y problemática, del hombre que se rebela y se enfrenta a un Dios que guarda silencio ante los problemas de la humanidad. Las formas son más libres, menos clásicas (con honrosísimas excepciones); los poemas son más broncos; el estilo, más sencillo. Victoriano Crémer, Eugenio de Nora, Ángela Figuera, Leopoldo de Luis, Gabriel Celaya y Blas de Otero son los principales representantes de esta línea.

La poesía desarraigada parte del convencimiento de que el mundo "es un caos y una angustia, y la poesía una frenética búsqueda de ordenación y de ancla" (Dámaso Alonso, que se autoincluye en el grupo de los poetas desarraigados; su libro Hijos de la ira impactó en 1944) Es esta una poesía existencial; el hombre está angustiado por el tiempo y la muerte. Y más en aquellos años: represión, injusticias, hambre... Todo ello nos llevará, posteriormente, a la poesía social.

Garcilasistas y espadañistas estaban más enfrentados en la teoría que en la práctica. Si estudiamos la nómina de autores que publican en ambas revistas, es prácticamente idéntica. La realidad nunca es tan simple ni tan fácilmente estructurable como pudiera parecer.

Posteriormente Cántico (1947) es la revista de la poesía pura. Su nombre, muy significativo, procede de Guillén. Muy influidos por Cernuda (intimismo; refinamiento). Pablo García Baena es el principal representante del grupo Cántico. El amor es el tema fundamental. Habitualmente se trata de amores prohibidos. Destaquemos sus dos obras principales, Junio (1957) y Óleo (1958), donde se plasma su particular lucha entre la sensibilidad pagana y el espíritu religioso (Tusón). Su poesía, íntimamente personal, se encontraba muy alejada de las tendencias sociales de los años 50 ; por eso, García Baena deja de publicar hasta 1978: Antes que el tiempo acabe.

Como ultima revista se funda en 1945 Postismo. Su existencia demuestra que también hay lugar para las Vanguardias. La revista Postismo da nombre al último de todos los ismos. Se autodefine como el "surrealismo ibérico". Carlos Edmundo de Ory es su fundador. Participan también Eduardo Chicharro y Silvano Sernesi. Se reivindica la libertad creativa, lo lúdico. Sólo se permitió un número. El movimiento no se estudiará y valorará en su plenitud hasta los años 70. Los autores citados encarnan, pues, el primer surrealismo de posguerra, que se plasma incluso en su propia indumentaria (chaquetas del revés, guantes que son calcetines), en su voluntad de desafío y provocación a cuanto la sociedad del momento consideraba correcto.

Hasta que hace su aparición el que se ha convertido en el principal libro de Dámaso Alonso, Hijos de la ira (1944); en este clima poético que se desprende de las revistas analizadas hasta ahora, el título hace alusión a los poemas que componen la obra, que son, por lo tanto, producto de la angustia que le provoca la vida. El propio Dámaso confesó que él siguió a la Generación del 27 como segundón y que necesitó la sacudida de la guerra civil española para escribir en libertad, encontrar su propia voz poética, que no se encontraba cómoda con la poesía deshumanizada anterior.

Este libro es considerado, comúnmente, el punto de partida de la poesía española actual, a la vez que la más clara conexión del autor con el existencialismo. A través de sus versos hallaremos auténtica y radical ruptura con el ambiente literario. Así, en el aspecto formal, desaparecen las composiciones regulares de versos endecasílabos: ni cuartetos encadenados, ni décimas, ni sonetos; se ha prescindido de la estrofa y los versos se suceden sin respetar medida ni rima.

Pero la innovación introducida por la obra no se limita a la métrica, sino que también afecta a los temas, a la actitud del poeta ante su obra, al léxico utilizado, etc. De este modo, en el libro penetrarán los problemas que agobian al hombre y que le hacen ser hijo de su tiempo, de un tiempo que es simple putrefacción y que por ello provocará la ira del autor.

4- Biografía

Dámaso Alonso (1898-1990), poeta, crítico literario y filólogo español que perteneció a la generación del 27. Licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras.

Antes de la Guerra Civil española estudió en el Centro de Estudios Históricos de Madrid y participando a la vez en las actividades literarias e intelectuales de la Residencia de Estudiantes donde coincidió con: Federico García Lorca, Luis Buñuel y Salvador Dalí. Colaboraba en la Revista de Occidente y en la poética Los Cuatro Vientos. Para reivindicar la poesía de Góngora preparó todo un aparato teórico en su edición crítica de las Soledades (1927), cuya fecha de publicación da nombre a la generación de 27.

Fue catedrático de la Universidad de Valencia y posteriormente catedrático de Filología Románica en la Universidad de Madrid. En 1945 ingresó en la Real Academia Española, de la que llegó a ser director, y en 1959 en la Academia de la Historia. También recibió el Premio Cervantes.

En Dámaso Alonso confluyen sus tres vocaciones: profesor, investigador y crítico literario, y la de poeta. Como poeta, existen dos momentos bien diferenciados, el de la poesía pura de ecos juanramonianos; a esta época pertenecen Poemas puros, poemillas de la ciudad (1921). A partir de 1939 y conmovido por los acontecimientos que se viven en España, desgarra el panorama literario con su obra Los hijos de la ira (1944), a la que siguen entre otras Hombre y Dios (1955) y Oscura noticia (1959), dos libros poéticos de ecos existencialistas y donde es visible la influencia de la obra de Joyce. A esta etapa también pertenece la mayor parte de su labor didáctica e investigadora, de la que son exponentes: La poesía de san Juan de la Cruz (1942), Poesía española: Ensayo de métodos y límites estilísticos (1950), Estudios y ensayos gongorinos (1955). En estos trabajos centra su esfuerzo por situar la crítica literaria en el ámbito de la lingüística.

Fundó la colección Biblioteca Románica Hispánica y ha sido director de la Revista de Filología Española. Su tarea como académico centró su esfuerzo en organizar encuentros periódicos con las academias americanas para un trabajo común que evitase o retrasara la temida fragmentación lingüística de la lengua española.

5. Hijos de la ira - dentro del panorama literario y trayectoria del autor

En sus inicios, Dámaso Alonso se caracterizó por una poesía que seguía la corriente de la generación del 27, en que la finalidad última de los poemas era la perfección formal, sin importar el contenido social ni humano. Sin embargo, en esta época fue eclipsado por poetas que llevaban a cabo este tipo de poesía mejor que él: Rafael Alberti y Federico García Lorca sobre todo. En el campo en que sí destaco en un principio era en la crítica, donde llevo a cabo trabajos como La lengua poética de Góngora, publicado en 1927. Desde ese momento, y hasta el fin de la guerra, se dedicó casi exclusivamente a la crítica literaria.

Hijos de la ira (1944) supone la ruptura con todo lo anterior en su carrera. Es el principio de una poesía existencial, que le convirtió en el poeta más representativo de la posguerra. Abandonando cualquier atisbo de pretensión estética, Hijos de la ira trata de llegar al fondo de la persona, en un tono dramático a veces y a veces con un sentido satírico de la realidad. Según dijo el propio Alonso: “hoy es sólo el hombre lo que me interesa… llegar a él […] por caminos de belleza o a zarpazos”.

Sin embargo, la nueva etapa de la poesía de Dámaso Alonso no abandona por completo la estética del poema, sino que la transforma para dotar de mayor sentimiento a los poemas, en lo que se conoce como tremendismo: el uso de imágenes desgarradas y desagradables. Hijos de la ira supone, en definitiva, el amanecer de una nueva poesía que deja atrás las influencias esteticistas de la generación del 27 para centrarse en temas más humanos, tratados con una forma cuidada para no resultar estética en absoluto: La poesía de posguerra.

6.- Tema: El hombre

En esta obra literaria, Dámaso Alonso analiza al hombre desde una perspectiva totalmente existencialista. Orientado en el punto de vista de la posguerra, el hombre es un ser insignificante cuya vida no tiene ningún sentido, los muertos son los únicos seres realmente libres, porque ya no sufren de los tormentos que acechan a los hombres vivos y que los hacen padecer. Ante el vacío de la vida del hombre, necesita la creencia en la existencia de un Dios, de algo a lo que aferrarse, para evitar la soledad que siente, como expresa el poema "en la sombra".

En "Insomnio", Dámaso Alonso habla de los hombres como cadáveres vivos cuyas almas se pudren, debido a la rabia que guardan en su interior. Ante esta situación, pide explicaciones a Dios "¿Qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre".

La injusticia domina al hombre desde la niñez hasta la muerte, destruye su inocencia ("Injusticia"), y dice que los hombres están subordinados al "terrible poder", la muerte. Sin embargo ("soy hombre, como un dios / soy hombre, dulce niebla, centro cálido / pasajero bullir de un metal misterioso que irradia la ternura") el hombre no se rinde ante "la injusticia" de verse arrojado a la vida, sino que ha de sentirse capaz de superarlo todo y seguir viviendo.

El hombre en la guerra se ha convertido en un Caín: ha matado a su hermano y ahora siente remordimientos.

En "monstruos" poema principal en el que describe al hombre como un ser despreciable ante los demás de su condición. Siente miedo de los seres que le acechan: "¡ son monstruos, estoy cercado de monstruos!". Estos seres interrumpen la tranquilidad convirtiéndola en una situación desesperante y angustiosa.

En el día de los difuntos "Ay, yo no soy, / yo no seré / hasta que sea / como vosotros muertos", el poeta medita sobre su propia vida, y sobre la vida y la muerte en general. El poeta se muestra lleno de asco ante la estéril injusticia del mundo y la total desilusión de ser hombre, le hace envidiar la paz gloriosa de los muertos. Por lo que siente envidia hacia ellos, aquí representa mediante la introducción de paisajes otoñales la transición del ser al no -ser. Representa mediante la escena de un entierro en el que aparecen una serie de imágenes de terror asociadas al momento de la muerte presenciado por parientes y amigos.

En el poema "preparativos de viaje" se describen diferentes actitudes de los moribundos: nerviosismo, angustia, súplica de socorro...etc., como podemos observar en "algunos llaman con débil voz a sus madres / otros voltean la cabeza a un lado y otro lado".

En el poema "A pizca" expresa la búsqueda de la esencia del ser, el poema parte de una situación real, trata de la guerra civil (1936-1939) mediante el ejemplo de la muerte de un perro, el poeta proyecta una mayor conciencia de vivir y cierto presentimiento trascendental, también vuelve a aparecer la angustia existencial.

Para Dámaso Alonso en el poema "la obsesión" expresa que la liberación final del hombre llegara a través de la locura o la muerte misma: "la gloria, la victoria final / de una razón humana que se extingue.", demostrando que la vida no tiene sentido y que en esta vida el hombre esta encarcelado.

En el poema "la vida del hombre" se describe el ansia de felicidad "la gran rosa del mundo" que constituye el empeño vital del hombre en todas sus edades, quedando no obstante fuera de su alcance.

El autor muestra una expresión nihilista de lo absurdo de la vida del hombre y de su soledad radical, sin Dios. El monólogo del hombre se debe a su soledad absoluta y la ausencia de Dios, que ha muerto: "Hombre/ melancólico grito / ¡ Oh, solitario y triste / garlador!: ¿dices algo?, ¿tienes algo / que decir a los hombres o a los cielos?... hombre/ cárabo de tu angustia / agüero de tus días. Expresa una alucinante pregunta sobre el origen del odio y su terrible fecundación en el alma del hombre. Es evidente el parecido con el poema "la injusticia"

El alma del hombre lo compara con una isla por la soledad y se ve gradualmente conquistada por Dios y termina anhelando una unión total con Dios. Nos dice que Dios es la esencia y razón de la existencia humana. La presencia divina condiciona la vida del hombre igual que los astros que influyen en su destino, aunque en el poema "La isla" describa la presencia divina como monstruosa "Y el ser misterioso crece, crece y sube / como en la pesadilla de la bestia que / nos va a devorar."

Dámaso Alonso muestra en el poema "de profundis" su odio hacia el hombre y su amor hacia Dios, dentro de su odio hacia el hombre deja claro su repulsa hacia sí mismo "yo soy el excremento del can sarnoso", esta podredumbre física corresponde simbólicamente a la náusea existencia del hombre.

La visión global que tiene Dámaso Alonso de la sociedad de posguerra, se individualiza. Considera a las personas como seres solitarios que tratan de refugiarse en su mundo interior ante las atrocidades que padece, pero que tampoco encuentra consuelo allí, ya que la angustia existencial, el miedo, la pena y la ira habitan dentro de cada persona.

Considera a cada individuo como a un Caín. Un traidor rabioso que en un arrebato mató a su hermano. Son las consecuencias de una guerra civil, en que la gente luchaba pueblos contra pueblos, familias contra familias y hermanos contra hermanos. En uno de los poemas, Alonso habla de un soldado victorioso, vencedor en la guerra de todos sus enemigos, que desfila triunfante mientras piensa en lo que ha logrado: nada. Ha perdido amigos, recuerdos, lugares, pero no ha conseguido nada. La alegría de la victoria no le consuela y se siente vacío por dentro. No sabe ya que hacer, y sus sentimientos le atormentan.

Así surge el vacío existencial antes comentado. Ante la falta de cosas y motivos a los que aferrarse en la vida, los individuos se encierran en un mundo interior de malvivir, donde les atacan sus temores, mientras esperan la muerte. Se “pudren sus almas”(Insomnio”). Ante esta situación, muchas personas recurren a la religión, que es la esencia “en la sombra” de todo lo que ocurre. Sin embargo, le echan la culpa a Dios sobre los problemas de la época.

Según el libro, la sociedad no existe. Es un grupo heterogéneo de personas aisladas, que tratan de no coexistir, de no encontrarse, de autorrecluirse. Sin embargo, para un individuo sólo, la sociedad se convierte en una muchedumbre de “monstruos” que únicamente puede depararle males. Los demás son Caínes sin más sentimiento que la muerte.

El hombre para los otros hombres es, como también dijo Locke, “Un lobo para el hombre”.

7. Comentario de los poema “Insomnio” y “En la sombra”

INSOMNIO

“Madrid es una ciudad de más de un millón

de cadáveres (según las últimas estadís-

ticas).

A veces en la noche yo me revuelvo y me

incorporo en este nicho en el que hace

45 años que me pudro,

y paso largas horas oyendo gemir al huracán,

o ladrar los perros, o fluir blandamente al luz

de la luna.

Y paso largas horas gimiendo como el huracán,

ladrando como un perro enfurecido,

fluyendo como la leche de la ubre caliente

de una gran vaca amarilla.

Y paso largas horas preguntándole a Dios,

preguntándole por qué se pudre lenta-

mente mi alma,

por qué se pudren más de un millón de

cadáveres en esta ciudad de Madrid,

por qué mil millones de cadáveres se pudren

lentamente en el mundo.

Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra

podredumbre?

¿Temes que se te sequen los grandes rosa-

les de día,

las tristes azucenas letales de tus noches?”

El poema se divide en dos partes. La primera ocupa hasta el verso 13 (“una gran vaca amarilla…”), parte del comentario de una noticia periodística, hasta llegar a un estado trágico en que nos desvela su angustia. La segunda parte del poema ocupa desde el verso 14 hasta el final, y cuenta los interrongantes que guarda el poeta.

Este poema es uno de los principales dentro de la obra. Muestra también todos los rasgos de la poesía tremendista de Dámaso Alonso, a la vez que el cuidado por una estructura tipográfica del estilo de la generación del 27, pero sin pretensión estética. Tampoco tiene la carga grandilocuente de los demás existencialismos, siendo en gran parte una reflexión personal.

En la primera parte del poema, y partiendo de una noticia sin demasiada relevancia (La población total del Madrid de entonces), el poeta expresa sus sentimientos y los generaliza a todas las personas que considera en su situación, casi toda la población del mundo.

Un aspecto muy importante del poema y del poeta, es que no habla de personas, sino de cadáveres; de gente que aunque esté viva está muriendo por dentro. Cuyas preocupaciones internas no permiten ni siquiera descansar. Que tienen un sueño intranquilo e incómodo (“me revuelvo y me incorporo”). Seres humanos que se retiran a descansar en sus “nichos”, en los que el tiempo parece no pasar, en que nada cambia y de donde no hay salida (“donde hace 45 años que me pudro”).

Personas que al igual que el autor, se despiertan en mitad de la noche y se desvelan con su propia angustia existencial. Y mientras su angustia no les permite dormir, se distraen con el sonido del viento, con los ladridos de los perros y con la luz de la luna, interiorizándolos para olvidar sus propios problemas: “y paso largas horas gimiendo como el huracán / ladrando como un perro enfurecido, / fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla”.

Así termina la primera parte del poema. La estructura formal del poema con tres estrofas anafóricas

(“Y paso largas horas” trata de dar una sensación del paso del tiempo, de la misma forma que hizo famoso a Azorín: mediante la repeteción con ligeros cambios de expresiones similares, como la tercera y cuarta estrofas. La estrofa quinta supone el principio de la segunda parte del poema aunque repite la anáfora de la primera parte. Una vez repetido el principio, y como en un arrebato de furia, comienza la segunda parte del poema, propiamente dicha.

En los versos 17-20, el poeta expone sus cavilaciones a Dios. Implora a un ser superior, mano “en la sombra” de todo lo que acontece en el mundo, y le hace culpable de al angustia de los hombres. Aparece una gradación ascendente en la magnitud de la pregunta, de forma que primero es una pregunta a secas, luego la pregunta se convierte en la podredumbre del alma del poeta, luego la del millón de madrileños, y por último, la de todos los habitantes de la Tierra. El adverbio “lentamente” es hábilmente utilizado para crear la sensación tremendista de corrupción física. Además, aparecen otras dos anáforas, reforzando la tesis del arrebato de furia contra Dios, en “preguntándole a Dios…” y “por qué…”.

Los últimos versos del poema son preguntas a Dios, sobre la finalidad de su sufrimiento. La conversación pasa a una dimensión más personal (“Dime”), y se encuentra en tono metafórico. Se identifica el sufrimiento de las personas con abono, para alimentar algún tipo de huerto desconocido. La segunda pregunta se centra más sobre qué va a servirse de la angustia de los hombres: o los grandes rosales del día o las tristes azucenas letales de SUS noches. Los grandes rosales del día son las cosas positivas y grandes a los ojos de las personas. Por el contrario, las azucenas son tristes, letales y nocturnas y pertenecen a las noches. Todo el poema se centra en la noche, como tiempo de la reflexión personal y del sufrimiento, por tanto, podemos deducir que las azucenas se identificam con el insomnio que da título a la composición.

De esta forma, la finalidad de la angustia humano es, para el autor del poema, o la grandeza de Dios adornada con las púas del sufrimiento humano, o el sufrimiento como castigo divino o por ser parte de su propia naturaleza, tal vez, por ser hijo de la ira.

EN LA SOMBRA

Sí: tú me buscas.

A veces en la noche yo te siento a mi lado,

que me acechas,

que me quieres palpar,

y el alma se me agita con el terror y el sueño,

como una cabritilla, amarrada a una estaca,

que ha sentido la onda sigilosa del tigre

y el fallido zarpazo que no incendió la carne,

que se extinguió en el aire oscuro.

Sí: tú me buscas.

Tú me oteas, escucho tu jadear caliente,

tu revolver de bestia que se hiere en los troncos,

siento en la sombra

tu inmensa mole blanca, sin ojos, que voltea

igual que un iceberg que sin rumor se invierte en el

agua salobre.

Sí: me buscas.

Torpemente, furiosamente lleno de amor que buscas.

No me digas que no. No, no me digas

que soy náufrago solo

como esos que de súbito han visto las tinieblas

rasgadas por la brasa de luz de un gran navío,

y el corazón les puja de gozo y de esperanza.

Pero el resuello enorme

pasó, rozó lentísimo, y se alejó en la noche,

indiferente y sordo.

Dime, di que me buscas.

Tengo miedo de ser náufrago solitario,

miedo de que me ignores

como al náufrago ignoran los vientos que le baten,

las nebulosas últimas, que, sin ver, le contemplan

En este poema, Dámaso Alonso muestra su temor y respeto hacia Dios, a lo largo de todo el poema podemos percibir una sensación de terror y al mismo tiempo de necesidad, que refleja perfectamente el sentimiento existencial y el papel que juega Dios dentro de este sentimiento.

Son 29 versos libres en cuanto a rima y métrica, característica principal de la obra a la que pertenece el poema, Hijos de la ira, también se aprecia claramente el uso de un lenguaje claro y sencillo, aunque bastante metafórico.

Comienza el poema dirigiéndose a Dios sin ningún tipo de trato especial, afirma rotundamente que Dios se encuentra en busca de él, quizás Dámaso intentó con esta expresión ligeramente desafiante provocar al lector la sensación de que el monólogo que el poeta mantiene, lo lleva a cabo en igualdad de condiciones con Dios, al que tutea.

Durante todo el poema se dirige a Dios en 2ª persona, comienza situándonos en la noche, término que provoca inseguridad sólo por su propio significado, Dámaso siente a Dios junto a él, en esta expresión encontramos cierto afecto por parte del poeta hacia Dios.

A continuación observamos como ese afecto se convierte en desconfianza, Dios está al acecho, es decir, se encuentra en una espera nerviosa y tensa, quiere tocar al poeta, sobrepasar los límites entre Dios y los hombres. Toda esta situación provoca en Dámaso una situación de desesperación, el hecho de que Dios mantenga posturas contrarias incide en la persona, ésta reacciona con nerviosismo, el alma se agita por todo ello. Dámaso compara su situación con la de una presa que espera desesperadamente la llegada de su verdugo, ya que en realidad el contacto con Dios viene dado por la muerte, la cabritilla siente al tigre, lo oye, e incluso ha notado el fallido intento de captura que se difumina en la oscuridad.

A continuación vuelve a reincidir en la idea del principio, Dios le busca, está oteando para encontrarle, mediante la expresión “jadear caliente”, Dámaso ejemplifica el estado de desesperación que provoca esa búsqueda. Esa desesperación provoca una reacción descontrolada, la bestia se revuelve y se hiere con los troncos, podemos imaginar una bestia en un bosque dándose golpes descontrolados contra los árboles, cabe destacar la importancia de la palabra “troncos”, la búsqueda se produce en un bosque (la vida).

Dámaso vuelve a afirmar como percibe la presencia de Dios, en una sombra, en la oscuridad, en la desesperanza, una gran presencia blanca (sensación de luminosidad), se encuentra agitada y sin control (comparación con el iceberg), Dámaso intenta metaforizar la situación de su propia fe con relación a Dios, hay veces que esa fe se encuentra totalmente arraigada, mientras en otras, la situación se invierte totalmente.

Vuelve a realizar por última vez la afirmación dicha anteriormente, en esta ocasión, Dámaso omite el pronombre personal, quizás con el objeto de suavizar la expresión.

Dámaso describe la búsqueda, es torpe y furiosa, sin embargo la furia que la caracteriza es una furia de amor, ese amor es tan grande que se convierte en furia, continúa el poema, y Dámaso hace referencia de forma indirecta al resto de las personas, en esta ocasión la forma de dirigirse a Dios es mucho más moderada. Le pide a Dios no ser el único náufrago, podemos interpretar que el naufragio es la muerte que llega cuando Dios llega a ti. Le pide no ser como aquellos que han sentido a Dios de tal forma que les convierte únicos, simplemente por el hecho de haber percibido la gracia de Dios por la cercanía de la muerte.

Finalmente, Dámaso suplica ante Dios, pide aliviar su sensación de soledad, y reconoce la necesidad que tiene de estar cerca de él. Por último, cabe destacar, el hecho de que podamos interpretar que el poema trata sobre la búsqueda que Dios ejerce sobre el poeta, sin embargo, es completamente al revés, la angustia existencial del poeta produce esas dudas de fe que le llevan a llamar a Dios desesperadamente.

8-Opinión personal

El libro refleja claramente el sentimiento humano tras la guerra civil en el que jugaron un papel clave Dios, la muerte y el problema existencial del hombre, de la mejor forma posible. Por ello fue un éxito en su época, por que llegó al interior de la gente.

Dámaso Alonso realiza una poesía ágria, que se identifica perfectamente con la situación social de la época, y espiritual de las personas (exiliados, huérfanos...). Utiliza para ello metáforas muy acertadas, lo que se denomina tremendismo. Supone una ruptura total con la suave y ñoña poesía anterior, más centrada en las pretensiones estéticas que en el contenido. Mediante el tremendismo consigue resaltar la amargura del momento.

Desde nuestro punto de vista, Dámaso Alonso es un hombre amargado con su propia existencia y la del hombre, que le lleva a un sentimiento de contradicción insoportable, llegando a despreciar la vida y deseando la muerte.

En cuanto a la relación entre los hombres de la época, pensamos que Dámaso no puede llegar a la conclusión de que el ser humano necesita de sus semejantes, ya que él mismo se desprecia produciendo ello una incapacidad de relación.

Pensamos que el contenido del el libro es realmente interesante, aunque Dámaso repite de forma algo exagerada el tratamiento de temas como Dios o la muerte, llegando a convertirse en un libro algo pesado.

La densidad de símbolos y metáforas hace necesario mucho tiempo para su lectura. Al disponer de escaso tiempo, pensamos que no hemos podido madurar del todo el mensaje y las ideas del libro, sin embargo, en general el libro nos ha gustado.

9- Bibliografía

  • Enciclopedia Universal Sepena

  • Diccionario Enciclopédico Océano Uno

  • Lengua Castellana y Literatura. Editorial Teide

  • Encarta 2000

  • Lengua y Literatura de COU. Editorial Anaya

  • Lengua y Literatura II. Editorial EDEBE.

  • Enciclopedia Temática Planeta

  • Libro “Hijos de la Ira” de Dámaso Alonso. Editorial Espasa Calpe




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Enviado por:Bunbury
Idioma: castellano
País: España

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