Filosofía y Ciencia


Epicureísmo


EPICUREÍSMO:

Sistema filosófico basado en las doctrinas de Epicuro de Samos. Desde el jardín de Atenas fundado por el propio Epicuro, el epicureísmo alcanzó pronto gran difusión por todo el mundo helenístico y romano, perviviendo hasta el s. V d. C. Como todas las filosofías contemporáneas contra las que polemizó a menudo, el epicureísmo se centró en la ética, buscando en ella soluciones prácticas más que especulaciones teóricas: de ahí la importancia de los conceptos de amistad y felicidad (búsqueda del placer y rechazo de todo dolor). En el s. I la escuela se trasladó a Nápoles con Filodemo de Gadara y desde allí influyó en la vida cultural romana. Otros destacados epicúreos fueron: Metrodoro de Lámpsaco, Colotes, Ctesipo, Hemarco, Polístrato, Diógenes de Oinoanda y especialmente Lucrecio Caro el cual fue el más brillante expositor de la doctrina epicúrea en su: “De rerum natura”. Cuando con el Renacimiento revivieron las escuelas de la antigüedad, el epicureísmo conoció una nueva época de esplendor. En los SS. XVII y XVIII surgió una tendencia neoepicúrea que tuvo en Gassendi a su máximo representante.

Vida de EPICURO:

Epicuro (h.341-270 a. C.). Filósofo griego. Nacido en Samos, fundó una escuela griega llamada “El jardín”. La preocupación básica de Epicuro fue la de conseguir un arte de vivir; para él una filosofía que no sirviera para alcanzar la felicidad del hombre no tendría razón de ser. Ahora bien, esto no le conduce a buscar placeres desenfrenados, sino, al contrario, a abogar por una vida pacífica y mesurada, en la que el espíritu goce de amistad y del cultivo de la filosofía. El primer paso para ello consiste en eliminar lo que produce infelicidad al hombre: el pensamiento de la muerte, el temor a los dioses y el dolor físico. Propugna el cultivo de los placeres, los más deleitables de los cuales son los espirituales (la amistad, el goce intelectual). Esta ética es completada por dos disciplinas: la canónica y la física. La primera es una teoría del conocimiento de estilo sensista, que permite una explicación naturalista de todo, eliminando así lo sobrenatural. La física es un elaborado atomismo, en el que, y en esto consiste la diferencia con la física de Demócrito, introduce un elemento de azar al considerar que algunas veces los átomos pueden sufrir desviaciones. Afirma que la materia es eterna e increada y que el orden cósmico se debe a razones mecánicas y no a una teología.

Según el doxógrafo Diógenes Laercio (s. III), Epicuro escribió unas 300 obras, de las cuales nos quedan tres cartas: carta a Herodoto, carta a Pitocles y carta a Meneceo, y una colección de 44 sentencias denominadas Máximas capitales (o Doctrinas capitales). El conjunto de estos escritos aparece recopilado en el libro X de la obra de Diógenes Laercio Vida de los más ilustres filósofos griegos. Además, en el s. XIX se descubrió en el Vaticano un manuscrito con otra colección de 80 sentencias, Sentencias de l Vaticano. Conocemos el resto de la obra de Epicuro parcialmente gracias a diversas citas de autores posteriores y al encuentro en el s. XVIII, en una villa de Herculano, de los restos de una obra titulada Sobre la naturaleza.

La filosofía de Epicuro ha sido objeto de multitud de interpretaciones arbitrarias y sesgadas, que han contribuido a desacreditarla, del tal modo que se ha tendido a presentar al maestro y a sus discípulos como personajes groseros y hundidos en una vida cenciosa y libertina, de ahí que frecuentemente se refieran a ellos con expresiones como la de “puercos de Epicuro “ y otras análogas, sin embargo, dicha doctrina enseñaba una teoría y una praxis significativamente ascética.

Las partes de la filosofía según EPICURO:

Para Epicuro, la filosofía posee una función útil: liberarnos de las pasiones y de los dolores que turban nuestra alma para conseguir la felicidad. En este sentido, la Ética intenta decirnos en qué consiste nuestro bien, qué camino es conveniente seguir, qué comportamientos debemos evitar y, al mismo tiempo, establecer las adecuadas normas de conducta.

Para ello, es necesario el cultivo de la ciencia de la Física, con el fin de adquirir un conocimiento adecuado del mundo y de la naturaleza humana, y de la ciencia Lógica, Epistemología o Canónica que nos muestra el valor de nuestras capacidades cognoscitivas y de la metodología adecuada que permite distinguir lo cierto de lo erróneo. En consecuencia, en el pensamiento de Epicuro encontramos tres partes, a saber: la Canónica (o Epistemología), la Física y la Ética.

La teoría epicúrea del conocimiento: LA LÓGICA

“Los criterios de verdad son los sentidos, las anticipaciones y los afectos. Todo sentido es irracional y se da directamente y la duración de los efectos de la sensación testimonia la veracidad de las sensaciones, ni hay nada que pueda refutarlas; pues ni la sensación homogénea refuta a la homogénea, siendo de igual valor ni la heterogénea a la heterogénea porque, en este caso, no se refieren a la misma cosa, ni tampoco un sentido a otro, pues los tenemos todos unidos. Ni aun la razón puede corregirlos, pues toda razón depende de los sentidos y la verdad de éstos se confirma por la certidumbre de las sensaciones.”

DIÓGENES LAERCIO: Vidas de los más ilustres filósofos griegos, 23.

Según Epicuro disponemos de tres modos (o tres criterios) de conocimiento: las sensaciones, las anticipaciones (o prolepsis) y las afecciones (o pasiones). Las sensaciones son el fundamento de todos los demás conocimientos; pues constituyen el principal medio para captar la realidad y la única garantía que nos asegura la certeza de los contenidos cognoscitivos: la sensación nunca se equivoca, mientras que la memoria y el razonamiento conducen frecuentemente al error.

Así pues, tanto las anticipaciones como las afecciones y, en último término, todos nuestros estados y conocimientos dependen de la sensación; ésta constituye la única garantía de nuestro conocimiento: sólo aquello que haya sido registrado bien por una sensación pasada, bien por una sensación actual puede ser admitido como real.

La física de los epicúreos:

La física, como proceso de explicación del Universo posee una finalidad fundamentalmente desmitificadora; a saber: poner de relieve la auténtica realidad de los fenómenos y de los seres naturales con el fin de eliminar los infundados temores cósmicos y teológicos, y permitir a los seres humanos vivir en paz consigos mismos.

El Universo:

“ Ante todo, nada proviene de la nada o de lo que no existe, pues en este caso todo nacería de cualquier cosa sin necesidad de semillas. Y si lo que desaparece no pasase a ser otra cosa y se disolviese en la nada, ya todo se hubiera acabado. Pero el Universo fue siempre tal y como es hoy y siempre será así, pues no existe nada en que pueda convertirse: pues fuera del propio Universo nada hay en lo que pueda cambiarse”.

DIÓGENES LAERCIO: Carta a Herodoto, 29.

La concepción física de Epicuro se fundamenta en los tres principios siguientes: a) nada puede nacer de la nada; b) nada puede reducirse a la nada; c) el Todo (el Universo) siempre ha sido tal y como ahora es y siempre será de la misma manera.

Estos tres principios le parecen evidentes al filósofo, pues, en primer lugar, si algo pudiera venir de la nada, los seres podrían nacer de cualquier cosa; pero nuestros sentidos nos muestran que las cosas surgen a partir de una materia anterior (de unos gérmenes anteriores) dotada de ciertas virtudes; en segundo, también es evidente que nada puede reducirse a la nada, pues si fuera posible tal reducción (es decir, la desaparición integral de algo), el conjunto de los seres iría disminuyendo, ya que, según la ley anterior, nada proviene de la nada. Pero, dado que el tiempo es infinito, todos habrían desaparecido ya; por tanto, en tercer lugar, el Todo (el Universo) es inmutable: todo cambio se da en el Universo, pero el Universo no cambia, siempre es el mismo.

Átomos y vacío:

“El Universo es cuerpo y espacio; en efecto, la sensación atestigua que los cuerpos existen y de acuerdo con ella es necesario concluir racionalmente sobre aquello que no es evidente a los sentidos. Pero si no existiera el espacio, que es llamado vacío, lugar y naturaleza impalpable, los cuerpos no tendrían lugar donde estar ni donde moverse; y fuera de esto no puede entenderse ni siquiera imaginarse nada.”

DIÓGENES LAERCIO: Carta a Herodoto, 29.

Epicuro, siguiendo a Demócrito, mantuvo que el Universo se encuentra constituido por dos realidades: los átomos y el vacío; los primeros son infinitos en número, el segundo en extensión. Los átomos poseen una amplia variedad de formas y tamaños y, moviéndose en el vacío y combinándose entre sí de diversos modos, dan lugar a las diferentes clases de seres, por supuesto, todos ellos corporales o materiales.

El movimiento es explicado de manera mecánica: los átomos son pesados y en virtud de esta propiedad, tienden a caer “de lo alto hacia abajo”. Ahora bien, con frecuencia en esta caída unos chocan con otros variando de dirección y velocidad, originando, de este modo, combinaciones nuevas que dan lugar a la diversificación de los seres; así pues, en el Universo todo es variación y cambio.

Los dioses y los seres humanos:

Los epicúreos aceptaron la existencia de los dioses, que son incorruptibles, bienaventurados y plenamente felices: pero mantuvieron que permanecían ajenos e indiferentes a la marcha del mundo y a la suerte de los seres humanos: no intervienen en las tormentas, ni en los terremotos, ni en las desgracias de las personas. En cuanto a éstas, no poseen nada inmortal, el alma misma se encuentra formada por átomos y, en consecuencia, es material y no puede sobrevivir a la muerte del cuerpo:

El alma es corpórea, compuesta de partículas sutiles, difundida por toda la estructura corporal, muy semejante a un espectro que contiene una mezcla de calor; un poco semejante a éste y otro poco a aquél y también muy diferente a ambos por la sutileza de las partículas. En particular, recibe muchas mutaciones por la tenuidad de sus partes; pero ellas se encuentran concreta en sí misma más que con el resto de las partes. Todo esto manifiesta las facultades del alma, los afectos, los movimientos ligeros y los pensamientos mentales, si nos faltan los cuales, morimos.”

DIÓGENES LAERCIO: Carta a Herodoto, 43.

La ética epicúrea:

La teoría del conocimiento (o Canónica) nos ha indicado el modo de acceder al conocimiento de la realidad; la Física ha puesto de relieve la auténtica esencia del mundo y de los seres humanos, haciéndonos comprender que es absurdo temer los fenómenos naturales, la muerte y los dioses; la ética, según los epicúreos, nos muestra el auténtico camino que conduce a la felicidad. Esta vía consiste, justamente, en procurar librar al alma de todos los temores y de todas las preocupaciones para que pueda arribar a una situación de tranquila indiferencia.

La ética socrática, platónica y aristotélica era activa y social y se desenvolvió en estrecha relación con la política: Sócrates, por ejemplo, salía a la plaza pública, a las termas, etc., a dialogar con sus convecinos sobre la virtud, la justicia, los deberes, etc., en Platón, el sabio aparecía comprometido en el gobierno de la sociedad y según Aristóteles el ser humano, por naturaleza, es “animal político”. La moral epicúrea, por el contrario, intentó refugiarse en un individualismo alejado de todas aquellas preocupaciones. Epicuro predicaba la renuncia a toda actividad pública, la huida de la turba social y la retirada al jardín de los sabios. Según él, la verdadera moral debe conducir a la inactividad, a la imperturbabilidad, a la soledad, o, si acaso, a la tranquila charla amistosa entre “los pocos sabios que son capaces de retirarse del mundanal ruido”.

El placer:

La doctrina ética de Epicuro se fundamenta en las afecciones del placer y dolor que las sensaciones producen en los seres humanos: el placer es bueno y el dolor es malo. En este sentido, todos los seres humanos buscan el placer y huyen del dolor; este autor entendió por placer un estado negativo en el que no se experimente absolutamente dolor en el cuerpo ni perturbación en el alma, el primer modo de placer consistirá en la satisfacción de las primeras necesidades (alimentos, agua, vestidos...) o lo que es lo mismo, en lograr el equilibrio fisiológico.

Placeres del cuerpo y placeres del alma:

Epicuro distinguió entre los placeres y dolores del cuerpo y los del alma; los primeros guardan relación directa con las afecciones que produce la sensación y permanece localizado en los órganos adecuados. Los placeres y los dolores del alma, en cambio, se refieren a la parte intelectiva y poseen un carácter duradero, flexible e independiente. El cuerpo no puede sufrir ni gozar otros dolores ni placeres que los presentes. El alma, en cambio, puede sufrir y gozar con placeres pasados, pues gracias a su capacidad de memoria y de previsión puede ignorar la situación actual del cuerpo, recordando situaciones pasadas.

Deseos naturales y deseos no naturales:

No todos los placeres son iguales, sino que existen placeres superiores y placeres inferiores. En este sentido, Epicuro estableció una triple distinción entre los deseos humanos: deseos naturales y necesarios (beber cuando se tiene sed); deseos naturales no necesarios (surgen de las preocupaciones por la vanidad y el lujo).

Epicuro proscribía los deseos no necesarios y minimizaba los necesarios, porque todos ellos son fuentes de dolores y turbaciones. Además señaló la conveniencia de tener satisfechos los deseos necesarios pues su carencia dificulta la vida placentera, sin embargo, recomendaba moderación.

La elección de los placeres:

“Cuando decimos que el placer es el fin, no queremos entender los placeres lujuriosos y libertinos, como dicen algunos ignorantes de nuestra doctrina o contrarios a ella; si no que unimos la ausencia del dolor del cuerpo con la tranquilidad del ánimo. No son los convites ni los banquetes, ni el disfrute de muchachos y mujeres, ni de pescados y otros manjares que pueden darse en una suntuosa mesa los que hacen dulce la vida, sino un sobrio raciocinio que investiga perfectamente los motivos de toda elección y de todo rechazo.”

DIÓGENES LAERCIO: Carta a Meneceo, 97.

Debemos saber calcular adecuadamente entre los placeres y los dolores que se nos ofrecen. Este cálculo es llevado a cabo por la prudencia racional.

En Epicuro, aparece un cierto intelectualismo moral, la elección la lleva a cabo la razón o el intelecto: la persona sabia y prudente, por una parte, sabe escoger y, por otra, siempre es dichoso, las desgracias de los seres humanos se deben a los deseos desordenados, es decir, no elegidos conforme a razón. La persona sabia, al contrario, de acuerdo con los dictados de la naturaleza se aleja de todas las preocupaciones y busca la autarquía, la autosuficiencia, pues sabe que no puede esperar nada de los dioses ni de los otros seres humanos, y la autarquía conduce a la ataraxia, a la imperturbabilidad: vivir indiferente a los avatares del mundo y de la sociedad; “ para ser feliz vivamos escondidos “ nos viene a decir Epicuro, ya que el sabio sólo aspira a vivir en la amistad de otros sabios; pues “ de todas las cosas que nos ofrece la sabiduría para la felicidad de la vida, la más grande es la adquisición de la amistad “, afirmaba en la sentencia 29.

El tetrafármacos:

El camino para arribar a la autarquía y a la ataraxia lo resumió Epicuro en los cuatro preceptos (el tetrafármacos) siguientes: a) no temer a los dioses: los dioses ni tienen molestias ni se las producen a nadie; b)No temer a la muerte; c) los males y los dolores son breves; d) el bien es fácil de lograr, consiste en no prestar atención al dolor y en alejarse de él mediante el recuerdo de los placeres pasados.

En conclusión, la ética de Epicuro era hedonista: ahora bien el hedonismo así entendido, contra lo que normalmente se afirma, resulta profundamente ascético y hasta heroico, sin duda alguna alejado de los ideales y de las capacidades de la inmensa mayoría de las personas. Se trata efectivamente, de buscar el placer, mas los epicúreos sabían que el placer sin norma ni medida es poco consistente y fácilmente nos convierte en esclavos; en consecuencia, se impone ser prudentes, conformarse con un mínimo de placer y procurar conseguir el dominio de nosotros mismos.

Índice:

Epicureísmo. .................................................................................................................pág. 1

Vida de Epicuro. ...............................................................................................pág. 1

Las partes de la filosofía según Epicuro. .........................................................pág. 2

La teoría epicúrea del conocimiento: la lógica. ....................................pág. 2

La física de los epicúreos. ................................................................................pág. 3

El Universo. ..........................................................................................pág. 3

Átomos y vacíos. ..................................................................................pág. 3

Los dioses y los seres humanos. .........................................................pág. 4

La ética epicúrea. .............................................................................................pág. 4

El placer. ..............................................................................................pág. 5

Placeres del cuerpo y placeres del alma. ............................................pág. 5

Deseos naturales y deseos no naturales. ............................................pág. 5

La elección de los placeres. .................................................................pág. 5

El tetrafármacos. ..................................................................................pág. 6

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Enviado por:Arnouk
Idioma: castellano
País: España

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