Filosofía y Ciencia


El nacimiento de la Tragedia en el espíritu de la música; Friedrich Nietzsche


Para presentar el libro “El nacimiento de la Tragedia” (título abreviado del original: “El nacimiento de la Tragedia en el espíritu de la música”) hay que tener presentes distintas áreas de las que se sirvió Nietzsche para abordar este tema: la filosofía, la filología, la mitología y la música. A pesar de ser inmortalizado como filósofo, Nietzsche fue primero filólogo de lenguas clásicas, estudiando en las Universidades de Bonn y Leipzig, y los 24 años, allá por 1868, fue nombrado profesor de filología griega en la Universidad de Basilea. En estos primeros años tomó contacto con la historia griega, con los textos griegos y sobretodo con textos de filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles, asentándose una base de conocimientos histórico-filosóficos sobre la que teorizará en este su primer libro, escrito a base de pequeñas meditaciones en torno a este tema, y completado cuando tan solo tenía 28 años.

Nietzsche

Por estos años ya tenía una enorme amistad con el compositor Richard Wagner, debido no solo a la coincidencia de sus ideas, sino a un origen similar. Wagner poseía una biblioteca (aún se conserva en su casa natal) con numerosos libros de filología y filosofía, ya que este compositor pretendía con su obra musical lograr el Gesamstkunstwerk, también conocido como obra de arte total. Se reunían en sus óperas música, mitología, filosofía… ayudado por la filología y el drama importado de Grecia. Gracias a esta amistad fue posible la publicación de “El nacimiento de la Tragedia”, ya que, ante la negativa de varios editores, Wagner aceptó enviarlo a su propio editor.

Teniendo en cuenta el entorno que rodeaba a este joven revolucionario, debemos enfocar el libro haciendo una separación entre lo estrictamente musical y el conjunto de ideas filosóficas que rodean lo musical. En el libro, y aún a pesar de ser relativamente breve, se entretejen sus ideas del origen de la tragedia griega con sus ideas filosóficas. Supongo que no será un error derivado del método seguido para la elaboración del libro, ya que ambas partes se complementan en muchos capítulos, sin embargo en otros se perciben unos quiebros bastante bruscos.

Como reseña histórica señalar que los primeros datos documentados de Literatura dramática son del siglo VI a.C., y la primera obra crítica sobre literatura y teatro es La Poética, de Aristóteles, del año 330 a.C.

Para Nietzsche la verdadera actividad metafísica del hombre es el arte, y la existencia del mundo solo está justificada como fenómeno estético, rompiendo así con las leyes religiosas del momento y bautizando sus ideas como una contradoctrina y una contravaloración de la vida dionisíacas. Su discrepancia con el otro gran filósofo del momento, Schopenhauer, queda manifiesto al mencionar una cita en la que éste ve el origen de la tragedia en el conocimiento de que el mundo presente no puede dar ninguna satisfacción.

Nietzsche recurre a la mitología clásica y ve en Apolo y Dionisio, los polos opuestos pero complementarios, la manifestación del propio arte, aunque en su esencia más profunda representen dos mundos artísticos distintos; su unión en una u otra proporción da lugar a distintas manifestaciones artísticas: por ejemplo, la escultura es puramente apolínea y la música puramente dionisíaca. Apolo es el dios de la apariencia, de las formas, mientras que Dionisio representa el núcleo más intimo de las cosas.

Según la tradición Dionisio moría cada invierno y renacía en la primavera, encarnando, en esta renovación cíclica, la promesa de la resurrección de los muertos. Con motivo de su renacimiento se celebraban importantes festivales en su honor, siendo el más importante el que tenía lugar en Atenas durante cinco días en la primavera. Tenía una doble naturaleza: cruel demonio asilvestrado y clemente señor.

Apolo además de ser un músico dotado que deleitaba a los dioses tocando la lira fue el primer vencedor en los juegos olímpicos. Para Nietzsche, Apolo era el principio de la individuación, el dios de la armonía, de la música, el dios de la medida, el fundador del estado. Es él quien impide la caída de la tragedia, elevándola por medio del espíritu de la música, cambiando el horror en un deseo por el instante siguiente, haciendo de la vida algo digno de vivirse; permitiendo a la tragedia justificarse en términos estéticos.

Conviene antes de adentrarnos más en profundidad en el tema concretizar que significa drama y cuales son las funciones del teatro, por supuesto válidas para la época que nos ocupa, para comprender mejor la tragedia griega.

El término drama viene de la palabra griega que significa hacer, y por esa razón se asocia normalmente a la idea de acción. Lo dramático lleva implícito ideas de conflicto, de tensión, de contraste y emociones. Por otra parte el teatro se ha utilizado para celebraciones religiosas, como medio para difundir ideas políticas o propaganda a grandes masas, como entretenimiento y como arte. Al mismo tiempo, el teatro se representaba en tres niveles: entretenimiento popular de escasa organización, importante actividad pública, y como arte para la élite. El teatro como actividad pública consiste en el drama literario representado en los teatros públicos, normalmente como actividad comercial o subvencionada por el estado para el público en general. La tragedia griega entraría dentro de esta categoría.

La tragedia griega, llamada también clásica, tuvo oscuros orígenes vinculados a celebraciones religiosas comunales dedicadas a Dionisio, el dios tracio, de cuyos rituales y misterios toma forma la tragedia. Es por ello que la tragedia griega siempre cuestionó muy seriamente la existencia y la sobrevivencia del hombre en el universo; su ambigüedad y su reconciliación con la vida, la muerte, la cultura y la comunidad. La representación o imitación de las acciones (mymesis), del héroe trágico, sus errores y fragilidad (hamartia) se conjugan provocando emociones purificadoras de piedad y de terror. Este tema lo trata muy ampliamente Aristóteles en La Poética.

Aristóteles sostenía que la tragedia griega se desarrolló a partir del ditirambo, una especie de alabanza al dios Dionisio en el que además se contaba una historia. Según la leyenda, Thespis, el líder de un coro del siglo VI a.C. creó el drama al asumir el papel del personaje principal en una historia de un ditirambo, en el que él hablaba y el coro respondía. El coro aquí era una representación del pueblo (Esquilo y Sófocles) aunque otros como Schlegel lo consideraban una representación del público, como el espectador ideal y único observador. Schiller veía en el coro el muro perfecto, que levanta la tragedia, para aislarse del mundo real, matizando en el coro satírico como que éste representa la existencia más verdadera, más real. Aquí ya hay un contraste entre lo aparente y lo real, la imagen del coro y su propia realidad, que Nietzsche separará en lo apolíneo y lo dionisíaco.

Hay corrientes que sitúan al drama griego en una rama de la Literatura, pero otros la ven más asociada con la Música, como Nietzsche, que traza un comienzo que podríamos alargar hasta la ópera de Wagner.

En un principio, la relación coro-drama no existía, ya que el dios Dionisio no estaba verdaderamente en la escena, sino que era representado como presente. Poco después se asumió su papel y cobró vida, mostrándose al dios real, originándose el drama en su significado más estricto.

Así el concepto de coro trágico surge al verse a sí mismo transformado ante uno mismo, actuando como si se hubiera introducido en otro cuerpo, con otro carácter, siendo así el coro un conjunto de actores inconscientes que se ven así mismos transformados. Para entender lo de inconscientes hay que presuponer el encantamiento como premisa de todo arte dramático. Nietzsche ve así como única realidad al coro, generando su propia visión y hablando de ella misma con todo el simbolismo de la danza, del sonido y de la palabra. Para él lo único real era el arte, aquello que deriva de las fuerzas artísticas de la naturaleza, dejando de lado las apariencias y colocando a otras artes, como la pintura o escultura, en rangos inferiores a la música, ya que no surgen del principio natural sino que se limitan a representaciones de la apariencia. Así el artista no es más que un imitador de la naturaleza. Este aspecto importantísimo de la forma de pensar de Nietzsche se pudo deber en parte a la pérdida de visión que sufría desde pequeño y que se fue agudizando con el paso del tiempo. El principio del encantamiento que toma de base para la interpretación es hoy el gran reto para cualquier actor, creerse que uno es realmente el personaje que representa.

Durante bastante tiempo el personaje principal y único objeto de las representaciones griegas fue el sufrimiento de Dionisio, lo que motivó una decaída de este género dramático y produciéndose un gran vacío, motivado también por el resurgimiento del optimismo que Sócrates fijó en tres formas: la virtud es saber, sólo se peca por ignorancia, el virtuoso es feliz; así fue alejada la música de la tragedia. Ese vacío fue rellenado más tarde con el nacimiento de un nuevo género artístico bautizado por Eurípides: la nueva comedia ática. El hombre de la vida cotidiana se trasladó desde la grada hasta el escenario, y esta burguesía mediocre, como la calificaba Nietzsche, fue la que tomó la palabra, dándole su propio carácter al lenguaje establecido antiguamente por el semidiós de la tragedia. Involucrando al pueblo en las representaciones de esta manera tan brusca llevó al escenario el mundo de sensaciones, pasiones, experiencias,…

El papel de la música en estas representaciones era destacar la imagen simbólica que se representaba en la escena, darle un fondo para realzar el significado de la representación, llevado a cabo por el coro. También la de ayudar al espectador activo a lograr ese estado de encantamiento, de evasión, que necesitaba toda representación, ese estado de embriaguez psíquica que a menudo nombra Nietzsche. Sin embargo él ve la música como el culmen del arte, el que no necesita de ninguna imagen para manifestarse, o más exactamente, la única rama artística que no parte de la imagen. Se trata de la más pura ya que la música no se puede describir con la palabra, con la lengua tan limitada que poseemos, su idea de la música en sí va mucho más lejos. Esta visión debió partir de sus conocimientos de filología y aún hoy plantea muchos problemas dentro de los lenguajes hablados el pasar términos de un idioma a otro, para cuanto más expresar algo tan indefinido como lo es la música.

Como opinión personal tengo que manifestar que el libro me agradó bastante más de lo que esperaba en un principio. Muchas veces los conocimientos puntuales sobre muchos temas se quedan en un vacío si no logras unirlos por medio de algo. No me imaginaba que la tragedia griega tuviera tanto que ver con la ópera. Parecía como si fuese únicamente por la rama del teatro, olvidándose de la música, pero realmente no fue así. A pesar de que en muchos capítulos se detuviese bastante en ideas puramente filosóficas me sirvió también para ver el panorama, el ambiente que respiraba el propio Wagner, sobre todo me interesó ver que la música está muy relacionada con otras artes. Me impresiona la idea que tenía Wagner de crear un arte total, en el que todas las artes se diesen cita, aunque su inclinación por la música quedó al descubierto.

Por otra parte sí criticaría, no el ideal nacionalista alemán que persiguen ambos, Nietzsche y Wagner, sino que parece como si quisieran poner una frontera diciendo: esto es música puramente alemana, cuando ellos reconocen que han importado cantidad de cosas de los griegos, entre otras la tragedia y la mitología, base de casi toda la obra de Wagner. La imagen que tenía de Nietzsche también me ha cambiado, a pesar de que reconozco que aún ahora sé muy pocas cosas de él; antes era el autor de los textos que me aburrían en las clases de filosofía de bachiller, y hoy lo veo como un chico rebelde que quiso investigar en el origen de algo que aún hoy esta muy vivo en cantidad de representaciones artísticas: el drama. Su forma de pensar en determinados aspectos, como el arte, la vida, fue en su tiempo una revolución, marcó un cambio, como todo el que debe marcar cualquier obra de arte.




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Enviado por:Julio Costa Madriñán
Idioma: castellano
País: España

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