Literatura


El mito de Sísifo; Albert Camus


EL MITO

DE SÍSIFO

DE

ALBERT CAMUS

INTRODUCCIÓN

A la hora de elegir un único libro de un autor englobable dentro de la “etiqueta” del existencialismo nos encontramos ante un serio dilema y más cuando muchos de estos autores se desconocen tanto en obra como en doctrina, pero dados los frágiles criterios que estaban en mi mano la resolución última fue acercarme de nuevo a Albert Camus, un autor conocido ya por mí a través de alguna obra de teatro y novela, pero que me seguía atrayendo, y sobre todo, más que nunca, al ignorar hasta ahora toda su obra de ensayo de la cual El mito de Sísifo es reconocida como el título definitivo en este género.

Camus me atraía especialmente entre los posibles autores a leer, en un primer momento, porque se instala en un punto de partida y llegada que es, por ahora, el único desde el que yo puedo igualmente pensar sin sentirme como un paralítico tratando de hacer footing : la ausencia de Dios, que no la justificación de su eliminación, que parece ser signo de una guerra privada (como puede ser la de Sartre) en la que ni puedo ni quiero tomar parte, se trata así más bien de tratar de hallar las condiciones de posibilidad de un mundo sin Dios ( se entiende, sin unidad, sin sentido y sin esperanza, se trata de partir de las ruinas del proyecto ilustrado que muere de sobredosis de su propia medicina, como ya dijo Nietzsche, de su exigencia de verdad, que acaba despegado cada ámbito cultural en un ensimismamiento obsesivo que rompe los finos conductos que lo unían a la vida, su razón primera, y quedan como cables sueltos dando bandazos contra las paredes del panóptico, como una frenética danza de tentáculos en la cornisa de la torre Eifel) , enfrentarse a esa posibilidad, si es que existe, llevándola hasta sus últimas consecuencias por muy desgarradoras que sean, sin acobardarse y agarrarse a espíritus absolutos que sólo echan una mano a los que no la necesitaban, a los que desde el principio estaban salvados ,mirando con vehemencia al frente, como quien nada tiene que perder y todo que ganar.

Estas reflexiones que se suponían previas a la lectura de la obra, no pueden dejar de contaminarse del entusiasmo del ayazgo

que a supuesto El mito de Sísifo , aunque para alabanzas o reflexiones a posteriori dejaremos la conclusión de este trabajo, por lo demás sólo decir que el resumen que a continuación haré del libro no pretende ser proporcional a los capítulos de la obra, sino que obviaré las partes menos interesantes para la reflexión que he comenzado en esta introducción, motor de la lectura del libro y de la redacción de este trabajo.

-NOTA BIBLIOGRÁFICA : La edición utilizada corresponde a la de la editorial Losada, Buenos Aires 1953, traducido por Luis Echávarri

RESUMEN

“No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio : el suicidio”(pág. 13), ya desde el primer momento Camus nos presenta el tema de su pensamiento en las antípodas de cualquier racionalismo, idealismo o filosofías despegadas de las cuestiones más inmediatas e importantes para el individuo pensante (no el individuo abstracto, ni el hombre en general, sino el yo pensante, en este caso el propio Camus) y sin lugar a dudas, la pregunta más inmediata y de cuya respuesta depende la posibilidad de responder cualquier otra , es la del “sentido de la vida”, es decir, ¿por qué más bien seguir viviendo y no mejor morir ?.

Si en un principio estos presupuestos nos hacen encasillar a Camus entre los autores existencialistas, la discordia que con éstos mantendrá a lo largo de la obra y el rechazo que efectúa del ámbito filosófico como posible lugar para expresar su pensamiento nos hacen encontrarnos con un nuevo punto de mira que lejos de presentar a Kierkegaard como el filósofo olvidado, se instala en un momento posterior, negando la legitimidad de cualquier salto que dé sentido al absurdo del que parte el hombre, para proponer hacer de este absurdo “hogar” que no se debe abandonar pues es el lugar propio de lo humano, de nuestra conciencia que tiende siempre a su afirmación constante, a su seguir despierta evitando cualquier desmayo o salto redentor que es aniquilación del ser humano, por definición : LIBRE y ABSURDO...”un exilio sin remedio, pues está privado de los recuerdos de una patria perdida o de la esperanza de una tierra prometida. Tal divorcio entre el hombre y su vida, entre el actor y su decoración, es propiamente el sentimiento de absurdo”( pág. 15). El pensamiento de Camus se bautiza como pensamiento del absurdo, y nadie mejor que él mismo para definirlo, basta con cambiar las figuras de la metáfora con que explica este peculiar “sentimiento” (y nunca idea o concepto), así pensemos a Dios o el sentido como la patria añorada pero nunca tenida.

Sin embargo, ante este destino de lo absurdo la mente humana ha solido reaccionar escapando, cerrando los ojos ante la evidencia con mitos explicadores (reductores) que, a modo de defensa psicológica, le libren del desasosiego, de la incertidumbre, que el sinsentido, abierto a la par que su conciencia, le causa en un shock inicial : “comprender es ante todo unificar. El deseo profundo del espíritu mismo en sus operaciones más evolucionadas se une a la sensación inconsciente del hombre ante su universo : es exigencia de familiariedad, apetito de claridad. Para un hombre, comprender al mundo es reducirlo a lo humano. El universo del gato no es el universo del oso hormiguero.” (pág. 23). Evidente y reconocido por el propio Camus es la asociación de ésta, y otras muchas ideas propias, con la doctrina nietzscheana ; así pensemos la cita en relación con la máxima de su maestro :“no hay hechos sino interpretaciones de hechos” y toda la teoría de la verdad como mito, como verdad humana, superando cualquier realismo ingenuo o idealismo exaltado, de ahí la triste historia del mito de occidente, del mito prometeico, que una tras otra vez fracasa en su intento de ser como los dioses :“Si hubiera que escribir la única historia significativa del pensamiento humano, habría que escribir la de sus arrepentimientos sucesivos y sus impotencias”(Pág. 24). Sólo un ingenuo racionalismo puede pensar en términos de “yo conozco” : el mundo se a mostrado una tras otra vez superior a la razón, inabarcable por la idea ; habría que invertir la máxima hegeliana por la de “nada de lo racional es real” ; “..esta ciencia que debería enseñármelo todo termina en hipótesis, esta lucidez naufraga en la metáfora, esta incertidumbre se resuelve en obra de arte. ¿Qué necesidad tenía yo de tantos esfuerzos ?”(Pág. 25) : la ciencia se revela como mito en último extremo, será de esta decepción del hombre de la modernidad tardía de donde resurja de nuevo la primera intuición de la conciencia : la del absurdo, será de las cenizas del que parecía el mito definitivo de occidente, la ilustración, desde donde tenemos de nuevo la oportunidad de ser fieles a nosotros mismos.

“Yo decía que el mundo es absurdo y corría demasiado. Todo lo que se puede decir es que este mundo, en sí mismo, no es razonable. Pero lo que resulta absurdo es la confrontación de ese irracional y ese deseo desenfrenado de claridad cuyo llamamiento resuena en lo más profundo del hombre. Lo absurdo depende tanto del mundo como del hombre. Une lo uno a lo otro como sólo el odio puede unir a los seres”(Pág. 26) . El sentimiento del absurdo es el que brota de Adán expulsado del paraíso, del orden natural, en sus propias manos frente a un mundo que sigue las leyes que ya no puede imitar, así el hombre en su libertad en el sentido más radical (aunque la cuestión de la libertad en Camus la trataremos más tarde).

Hasta aquí hemos repasado los dos primeros puntos del primer capítulo de este libro : “Un razonamiento absurdo” (los puntos bajo los respectivos títulos de “Lo absurdo y el suicidio” y “Los muros absurdos”). Así hemos pasado de constatar la inevitable primera pregunta que por ahora posponemos para toparnos con un mundo que se nos revela silencioso e inaccesible, y será del burlón llamamiento que a pesar de todo hace a nuestra conciencia de donde surja el sentimiento de absurdo : “Lo absurdo nace de esta confrontación entre el llamamiento humano y el silencio irrazonable del mundo. Esto es lo que no hay que olvidar. A esto es a lo que hay que aferrarse, puesto que toda la consecuencia de una vida puede nacer de ello. Lo irracional, la nostalgia humana y lo absurdo que surge de su enfrentamiento son los tres personajes del drama que debe terminar necesariamente con toda la lógica de que es capaz una existencia.”(Pág. 31) De este modo se nos revela la sensación de absurdo, que es fundamento de su noción. En el siguiente punto “El suicidio filosófico” se tratará por tanto ver en el plano filosófico como todos los autores que en un principio han planteado el problema del absurdo, como después han renunciado a instalarse en éste, el lugar al que nuestra conciencia esta lanzada por su propia naturaleza : así presenta los paradigmas del existencialismo en Kierkegaard y de la fenomenología en Husserl :

-1) Si en un principio Kierkegaard comienza por subrayar desde el sentimiento de la angustia, la distancia abismal entre el anhelo infinito del hombre y la limitación a la que se haya sometido en el mundo real, así mostrándose como antinomias razón y sentimiento, el padre del existencialismo acaba desequilibrando la tensión entre estos dos polos (que es de donde nace el absurdo) y mediante un salto olvida la nostalgia de la razón y su pretensión omniabarcante para rendir la conciencia a un Dios irracional del que dependo enteramente.

-2) Husserl parece partir en un principio del absurdo en que pretende instalarse Camus, así la fenomenología trata de describir la corriente de la conciencia en un momento prepredicativo, antes de que la razón uniformadora disuelva la diferencia originaria “no hay verdad sino verdades, se trata de hacer de cada imagen un lugar privilegiado”(Pág. 39) . Pero este cosmos que en un principio podía parecer inmanente y meramente psicológico acaba fundamentándose en forma de esencias, con lo que el equilibrio se vuelve a romper y la razón vuelve a unificar y reúne este universo que sólo puede ser disperso para el hombre absurdo.

“Del dios abstracto de Husserl al dios fulgurante de Kierkegaard no hay mucha diferencia. La razón y lo irracional llevan la misma predicación. Es que, en verdad, el camino importa poco y la voluntad de llegar bastan para todo”(Pág.44). Frente a estas posturas y superándolas Camus apuesta por la razón hasta el final pues si ”el tema de lo irracional es la razón que se embrolla y desembrolla negándose “ ; “lo absurdo es la razón lúcida que comprueba sus límites”(Pág. 45). Nadie mejor para resumir este suicidio filosófico que el propio Camus : “Mi razonamiento quiere ser fiel a la evidencia que lo ha estimulado. Esta evidencia es lo absurdo. Es el divorcio entre el espíritu que desea y el mundo que decepciona, mi nostalgia de unidad, el universo disperso y la contradicción que los encadena...Se trataba de vivir y de pensar con estos desgarramientos...la honestidad consiste en saber mantenerse en el borde vertiginoso, y lo demás

es subterfugio”(Pág. 46)

Volviendo a la cuestión esencial, a la del suicidio, puede ser ya resuelta, partiendo de que ya conocemos el lugar del hombre ,”El absurdo” : “El suicidio resuelve lo absurdo, lo arrastra a la muerte”(Pág. 49), paralelamente al salto de la religión (del dios racional de Husserl o del irracional de Kierkegaard), el hombre absurdo sin embargo no se evade de la contradicción : “Una de las únicas posturas coherentes es, por lo tanto, la rebelión. Es la confrontación perpetua del hombre con su propia oscuridad...Es esa presencia constante del hombre ante sí mismo”(Pág. 49), es la conciencia que no deja de ser consciente y cumple así su propia exigencia ; las doctrinas que me explican todo me debilitan al mismo tiempo, pues me libran del peso de mi propia vida y sin embargo es necesario que acarree con ella yo solo.

Una vez zanjado este primer tema Camus añadirá, antes de concluir el primer capítulo, un último punto, el que se plantea el tema de la libertad, en este caso, ”la libertad absurda”. Partimos, como es normal, negando conceptos de libertad ajenos a la ontología del absurdo, así, la que llama “libertad en sí”(((el en sí en la dirección del esencialismo metafísico que tanto critica, pues la metafísica, por su propia naturaleza que tiende a superar el mero inmanentismo psicologista e imponer una trascendentalidad uniformadora y simplificadora a la diferencia irreducible, escapando así al destino del hombre : el absurdo))), esta libertad en sí está ligada profundamente al concepto de dios, escuchemos sino a Camus en esta rabiosa cita “Saber si el hombre es libre exige que se sepa si puede tener un amo”(Pág. 50), y sigue con esta sutil crítica a la religión y a la metafísica occidental en que queda implicada : “La absurdidad particular de este problema de la libertad le quita al mismo tiempo todo su sentido. Pues ante Dios existe un problema de la libertad menos que existe un problema del mal. Se conoce la alternativa ; o bien no somos libres y Dios todopoderoso es responsable del mal, o bien somos libres y responsables pero Dios no es todopoderoso. Todas las sutilezas de escuela no han añadido ni quitado nada a lo decisivo de esta paradoja”(Pág. 51). Camus, de nuevo, devuelve las principales cuestiones de la metafísica al absurdo del que nacieron y del que escaparon por olvido del problema...la muerte desmiente cualquier esperanza de libertad de ser, de libertad fundamentada en la verdad. Sin embargo la libertad muerta como noción abstracta puede nacer ahora encarnada en la vida real: “...ese increíble desinterés por todo salvo por la llama de la pura vida, ponen de manifiesto que la muerte y lo absurdo son los principios de la única libertad razonable : la de un corazón humano que puede sentir y vivir”(Pág. 53), y así, desde lo puramente dado, desde la inmanencia y contingencia originaria y en ella decide y se rebela el hombre absurdo. “El hombre absurdo entrevé así un universo ardiente y helado, transparente y limitado en el que nada es posible pero todo está dado, y más allá del cual sólo está el hundimiento y la nada. Entonces puede decidirse a aceptar la vida en semejante universo y sacar de él sus fuerzas, su negación a esperar y el testimonio obstinado de una vida sin consuelo.”(Pág. 53), de aquí Camus saca las inevitables, y tan repudiadas por la metafísica, consecuencias morales, y las asume sin pestañear : “..., si admito que mi libertad no tiene sentido sino con relación a su destino limitado, entonces debo decir que lo que cuenta no es vivir lo mejor posible, sino vivir lo MAS posible”(Pág. 54)...”La moral de un hombre, su escala de valores no tienen sentido sino por la cantidad y variedad de experiencias que ha podido acumular”(Pág. 54) La postura de Camus es verdaderamente arrogante y arriesgada, no se pude pensar en precursor alguno de esta postura sino en el mismísimo Nietzsche, del cual él mismo se considerará deudor (muy deudor) y si no al menos al final de la obra es el único autor que parece quedar en pie en la historia de la filosofía, incluso en esta teoría moral acabará repitiendo la intuición Nietzscheana de la fundación de la diferencia cualitativa en la cuantitativa. Esta ética de la cantidad sin embargo no contradice la profunda libertad que la dirige ”El error está en pensar que esta cantidad de experiencias depende de las circunstancias y no de nosotros”(Pág. 55).

Camus termina este primer capítulo (que es el esencial pues los siguientes no son sino constataciones de este universo del absurdo aquí fundado, sobre la cabeza de la filosofía occidental) resumiendo en dos sentencias las conclusiones que hemos ido desvelando : -El ideal del hombre absurdo consistirá en el “presente y la sucesión de los presentes ante un alma sin cesar consciente” , así la conciencia expresada en su máxima plenitud que es el estar siempre consciente.

-Y por último tres consecuencias que resumen perfectamente la conclusión a la pregunta primera por el suicidio : “Con el solo juego de la conciencia transformo en regla de vida lo que era invitación a la muerte, y rechazo el suicidio”(Pág. 56).

Antes de concluir este trabajo no puedo menos que mencionar el tercero de los capítulos del libro, que si en cuanto presentación fundamental de su pensamiento es secundario (para este trabajo en la idea con que lo he concebido), es en cuanto presentación intuitiva del sentimiento del absurdo en la expresión artística contemporánea verdaderamente magistral, y es que es aquí donde las categorías “inventadas” adquieren verdadera consistencia por su capacidad de análisis. Este capítulo es el de La creación absurda y sobre todo el epílogo del libro en el que analiza genialmente la obra de Kafka, verdadero paradigma de obra existencialista que si en un principio se puede mostrar como plenamente absurda (en El Proceso), más tarde ejecuta el pernicioso salto y desemboca en el hallazgo del sentido a partir de su contrario, así la repetición de la dialéctica kierkegaardiana. Camus de nuevo, frente a cualquier pensamiento satisfecho, concluso (dijo algún sabio que la conclusión es al lugar al que llegamos cuando nos cansamos de pensar), piensa la obra como siempre inacabada por el autor, sólo la muerte, el acabador definitivo la pondrá fin.

CONCLUSIÓN

La postura de Camus es un claro y consecuente análisis de la situación vital del hombre de las postrimerías de la modernidad, me gustaría expresar vitalmente esta misma conclusión a partir de otro mito, en este caso bíblico que es el de la expulsión del paraíso de los primeros hombres Adán y Eva, este gran símbolo, que tiene curiosamente en cualquier cultura que se piense su correlato, lo es del sentimiento de culpa del hombre que tiene conciencia de la libertad que le constituye y de la pérdida de un sentido, destino y una ley , un acabamiento pleno que sólo es posible en el en sí (con la muerte de la conciencia), arrojado a esta incertidumbre y sobre todo a su absurdo papel frente al mundo con el cual ya no sabe que hacer si no es observarlo y rezarlo nostálgico y arrepentido como la mayoría de las religiones han instado a hacer. El comienzo del pecado es claro, arranca del primer acto de rebeldía, de la primera decisión libre, esta es la propia esencia del hombre, negada patéticamente primero y más universalmente por el arrepentimiento, la cobardía de los débiles (los sacerdotes de Nietzsche) que arranca la esperanza del perdón a cambio de soltar el fruto mordido ya del árbol de la ciencia, después y en un modo más retorcido, desde el mito prometeico que se debería haber realizado plenamente en Hegel pero en realidad no fue sino el toque de queda de aquella religión que pretendió dictar desde el hombre libre mismo las verdaderas leyes a las que sin saberlo ya estaba atado, y traer de este modo la ciudad de Dios al mundo pero por fin por propia debilidad ( era un sistema lógico que había intentado jugar dando por supuesto un axioma desde cuya negación a la vez se había desplegado) cayó presa del imperativo de verdad que ella misma había inventado, ya profetizó Nietzsche que con la muerte de Dios los días del hombre estaban contados. Frente a estas posturas de debilidad ante el destino el propio Nietzsche predicaba el ascenso del problemático Super hombre, del que se sabe soñando sin que su sueño se interrumpa. El hombre absurdo de Camus, sin embargo, al caer en la cuenta del ensueño en que permanecía arroja todo sentido y permanece alerta, siempre consciente defendiendo su libertad absurda frente a cualquier apegameiento de loa en-síes. De todos modos la diferencia quizás no sea real y sólo sea una cuestión de elaboración del planteamiento, pero creo que en el fondo vendrían a coincidir, aunque para señalar esto prefiero enlazar esta conclusión con la del trabajo de Foucault, que será a la vez comparación de ambos autores con su fuente común : Nietzsche.




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Enviado por:Garikoitz Gamarra
Idioma: castellano
País: España

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