Arquitectura, Obras y Construcción


Construcciones Romanas


El arte romano tiene dos fuentes esenciales de influencia artística: la etrusca y la griega. La aportación etrusca es importante porque se adoptará el arco, la bóveda, y la columna toscana en la arquitectura y el retrato en la escultura. Las principales características de la arquitectura romana son su carácter práctico, su solidez y su monumentalismo. Sus principales monumentos arquitectónicos son los destinados a la vida civil y militar, más aun que los templos y los palacios. Usa indistintamente la arquitectura adintelada de influencia griega y la arquitectura abovedada de influencia etrusca ( bóvedas de cañón, de arista, anulares, ...). Entre los arcos emplean el de medio punto. Asumen los tres órdenes griegos pero aportan dos órdenes nuevos más: el toscano, similar al dórico pero con el fuste liso; y el orden compuesto, combinación del jónico y el corintio. Los romanos utilizan la columna más como elemento decorativo que como sustentante.A diferencia de Grecia, en Roma se preocupan más por el espacio interior que por el exterior. Entre los tipos de monumentos arquitectónicos están: los de arquitectura religiosa, funeraria, doméstica, de utilidad pública y construcciones conmemorativas.

Arquitecura religiosa: Destaca el templo romano que presenta generalmente planta rectangular a dos aguas, aunque elevado sobre um gigantesco zócalo con escalera sólo en la fachada menor principal y sin peristilo. También existen los templos em forma de tholos com planta circular cubierta con cúpula o bóveda de media naranja (Panteón de Agripa en Roma).
Arquitectura funeraria: Los romanos practicaban la incineración y la inhumación. Para la incineración usaban los columbarios en los cuales había nichos. Para la inhumación utilizaban las tumbas, la gente más pobre en nichos y catacumbas y los ricos solían estar en edificaciones circulares inmensas (Tholos). ( Torre de los Escipiones en Tarragona).
Construcciones de utilidad pública: Están los teatros que se parecen a los griegos pero con algunas diferencias: la orchestra, en vez de ser circular es semicircular; las gradas no se construyen en la falda de las montañas, lo que permite poder evacuar el estadio gracias a túneles de obras. Se ponen varios pisos de columnas, elementos de magnificencia detrás del escenario (Teatro de Mérida en Badajoz). También están los anfiteatros que teniam forma elíptica y se usaban para espectáculos de gladiadores, entre otras cosas. Constaba de um graderío (cávea) y la arena donde se luchaba, debajo de la cual había diversas dependencias. Son como dos teatros que se juntan (Anfiteatro Itálica de Sevilla y el de Tarragona). El circo es una adaptación del estadio griego, es de planta rectangular curvada en sus lados menores. Se utilizaba para las carreras de caballos o de carros que giraban en torno a un cuerpo central que tenia elementos escenográficos (Spina). (Circo de Tarragona).
Las termas solían ser grandes edificaciones abovedadas en las que se alternaban zonas cubiertas com zonas al aire libre. Solían estar cubiertas por bóvadas de arista o de cañón. Entre sus dependencias destacaban el "caldarium", "frigidarium" y "tepidarium" (agua caliente, fría y templada); salas de masajes y vestuarios (Termas de Caldes de Montbuí). Otra construcción pública era la basílica quer tenia planta rectangular y constaba de tres naves separadas por columnas. La nave central era más alta que las laterales y terminaba en un ábside en su cabecera. Se solían cubrir com bóvedas ( Basílica de Tarraco). Otras obras de utilidad pública son las obras de inginiería que constituyen la principal y singular aportación de la arquitectura romana ( puentes, acueductos, puertos, vías de comunicación,...). Las técnicas utilizadas en estas obras de ingeniería servirán a los romanos apar aplicarlos a la construcción de edificios que tenían que albergar a miles de personas, como el Coliseo ( Acueducto de Tarragona e Acueducto de Segovia).
Arquitecura doméstica: La componen las villas y demás tipos de viviendas familiares. La villa romana solía tener un patio central com columnas al que se abrían las distintas dependencias familiares. En el centro del patio estava el "impluvium", un estanque donde recogían el agua de la lluvia. Las villas mas confortables solían tener, además, un jardín rodeado de columnas (peristilo). En las ciudades, las casas de las clases más pobres eran de varios pisos y se denominaban ínsulas. En la parte inferior de estos bloques había tabernas, tiendas, ...Estas oberturas son proprias del clima mediterráneo ( Casa Villanueva en Ampurias).
Urbanismo: Respecto al urbanismo, la ciudad y su diseño tuvo mucha importancia en Roma... Fue Roma quien urbanizó el Occidente Europeo. Gran parte de las ciudades tuvieron su origen en campamentos militares que teníam planta rectangular y estaban rodeados de empalizada y de un foso. Las tiendas de los soldados se situaban en torno a dos ejes o calles que se cruzaban en ángulo recto en el centro, donde se hallaban la tienda del general y el santuario religioso. Con el tiempo estas tiendas serán substituidas por casas y los dos ejes serán las dos calles principales (el "cardo", de norte a sur, y el "decumanus", de este a oeste). La empalizada será substituida por una muralla y en el centro surgirá el foro (plan de Tarraco).
Finalmente están las construcciones conmemorativas, esta arquitectura no es utilitaria sino que se usaba como conmemoración de victorias militares o políticas...Destacan los arcos de triunfo (Arco de Berá en tarragona) y las columnas decorados com relieves en el friso que nos explican la victoria militar. Los arcos tardíos son más sofisticados, con tres y hasta cinco arcos con gran decoración.

Roma, Arte y arquitectura de, arte y arquitectura de la antigua Roma y su imperio que en su periodo de máximo apogeo se extendió desde las islas Británicas hasta el mar Caspio. El arte romano más primitivo comenzó con el derrocamiento de los reyes etruscos y el establecimiento de la república el año 509 a.C. Se considera que el final del arte romano, y por consiguiente el inicio del arte medieval, llegó con la conversión del emperador Constantino al cristianismo y con el traslado de la capital del imperio desde Roma a Constantinopla en el año 330. Sin embargo, el estilo romano e incluso sus temáticas romanas paganas continuaron representándose durante siglos, a menudo bajo la impronta cristiana.

El arte romano se divide tradicionalmente en dos periodos: el arte de la Roma republicana y el de la Roma imperial (desde el año 27 a.C. en adelante), con subdivisiones correspondientes a los emperadores más importantes o a las diferentes dinastías. En la época de la república, el término romano se aplica prácticamente al arte realizado en la ciudad de Roma, que conserva la huella de su pasado etrusco. Poco a poco, el arte se liberó de su herencia etrusca, gracias a la expansión a través de Italia y el Mediterráneo y a medida que los romanos asimilaron otras culturas como la griega. Durante los dos últimos siglos antes del nacimiento de Cristo surgió una manera típicamente romana de construir edificios, realizar esculturas y pintar. Sin embargo, debido a la extraordinaria extensión geográfica del Imperio romano y a sus diversos pobladores, el arte y la arquitectura romanas fueron siempre eclécticas y se caracterizaron por emplear distintos estilos atribuibles a los gustos regionales y a las preferencias de sus mecenas. El arte romano no es sólo el arte de los emperadores, senadores y patricios, sino también el de todos los habitantes del vasto imperio romano, incluyendo a la clase media de los hombres de negocios, los libertos o plebeyos, esclavos y legionarios de Italia y sus provincias. Curiosamente, a pesar de que subsisten una gran cantidad de ejemplos escultóricos, pictóricos, arquitectónicos y decorativos, conocemos pocos nombres de sus artistas y arquitectos. En general los monumentos romanos se realizaron para glorificar a sus mecenas más que para expresar la sensibilidad artística de sus creadores.

La arquitectura

Podemos hacernos una clara idea de la arquitectura romana a través de los impresionantes vestigios de los edificios públicos y privados de la Roma antigua y gracias a los escritos de la época, como el De Architectura, un tratado en 10 volúmenes compilado por Vitrubio hacia el final del siglo I a.C.

La planificación de la ciudad romana

La típica ciudad colonial romana del periodo final de la república y del pleno imperio tuvo una planta rectangular similar a la de los campamentos militares romanos con dos calles principales —el cardo (de norte a sur) y el decumano (de este a oeste)—, una cuadrícula de pequeñas calles que dividen la ciudad en manzanas y un perímetro amurallado con puertas de acceso. Las ciudades anteriores a la adopción de este tipo de planificación, como la propia Roma, conservaron el esquema laberíntico de calles sinuosas. El punto focal era el foro, por lo general situado en el centro de la ciudad, en la intersección del cardo y el decumano. Este espacio abierto, rodeado de tiendas, funcionó como el lugar de reunión de los ciudadanos romanos. Fue además el emplazamiento de los principales edificios religiosos y cívicos, entre ellos el senado, la oficina de registro y la basílica, que consistía en una gran sala cubierta, flanqueada por naves laterales, con frecuencia de dos o más pisos. Las basílicas romanas albergaban las transacciones comerciales y los procesos judiciales, pero este edificio se adaptó en tiempos cristianos, convirtiéndose en la tipología de iglesia occidental con un ábside y un altar al final de la nave mayor. Las primeras basílicas se levantaron a comienzos del siglo II a.C. en el propio foro romano, pero es en Pompeya donde se encuentran los ejemplos de basílicas más antiguas y mejor conservadas (c. 120 a.C.).

En la Hispania romana se ha descubierto, gracias a diferentes excavaciones y a los vestigios arqueológicos, la planificación de algunas de las más importantes ciudades hispanorromanas, como Baelo Claudia en Cádiz, Itálica cerca de Sevilla (fundada por Publio Cornelio Escipión el año 206 a.C.), Emerita Augusta (Mérida), Caesar Augusta (Zaragoza) o Tarraco (Tarragona).

Los templos romanos

El templo principal de la ciudad de Roma, el capitolio, estuvo por lo general localizado en un extremo del foro. El templo romano fue el resultado de una combinación de elementos griegos y etruscos: planta rectangular, tejado a dos aguas, vestíbulo profundo con columnas exentas y una escalera en la fachada dando acceso a su alto pódium o plinto. Los romanos conservaron los tradicionales órdenes o cánones griegos (dórico, jónico y corintio), pero inventaron otros dos: el toscano, una especie de orden dórico sin estrías en el fuste y el compuesto, con un capitel creado a partir de la mezcla de elementos jónicos y corintios. La Maison Carrée de la ciudad francesa de Nimes (c. 16 d.C.) es un ejemplo excelente de la tipología romana templaria. Los templos romanos no se levantaron únicamente en el foro, sino que aparecen también a lo largo de toda la ciudad y en el campo. Uno de los ejemplos posteriores más influyentes fue el Panteón (118-128 d.C.) de Roma, que consistió en el habitual vestíbulo o pórtico columnado cubierto a dos aguas, seguido por un espacio cilíndrico cubierto por una cúpula, sustituyendo la tradicional cella o habitación principal rectangular. Los templos rotondos, más simples, como el construido hacia el 75 a.C. en Tívoli, cerca de Roma, basados en prototipos griegos de cellas circulares perípteras, fueron también populares.

En España subsisten algunos restos arqueológicos de templos de época romana en las ciudades de Barcelona, Mérida (dedicado a la diosa Diana), Córdoba (columnas de la calle Claudio Marcelo) y Sevilla.

Las tiendas y los mercados

Los edificios lúdicos y las tiendas estaban diseminados por toda la ciudad de Roma. Generalmente las tiendas eran unidades de una habitación (tabernae) abiertas a las aceras. Muchas muestras, incluyendo las que asociaban el molino con la panadería, se conservan aún en Pompeya y en otros lugares. A veces, se construyó un complejo unificado de tiendas, como los mercados de Trajano (98-117 a.C.) en la colina del Quirinal en Roma, que incorporaron numerosos locales comerciales (tabernae) en diferentes niveles y grandes vestíbulos abovedados de dos pisos.

Los teatros y anfiteatros

Los teatros romanos aparecieron por primera vez al final del periodo republicano. Constaban de un alto escenario junto a un foso semicircular (orchestra) y un área circundante de asientos dispuestos en gradas (cavea). A diferencia de los teatros griegos, situados en pendientes naturales, los teatros romanos se construyeron sobre una estructura de pilares y bóvedas y de esta manera pudieron ubicarse en el corazón de las ciudades. Los teatros fueron populares en todos los lugares del Imperio. Podemos encontrar ejemplos impresionantes en Orange (principios del siglo I d.C., Francia) y en Sabratha (finales del siglo II d.C., Libia). Los teatros de Itálica y de Mérida fueron realizados en tiempos de Augusto y de Agripa, respectivamente. El segundo de ellos, aunque presenta diferentes fases constructivas, destaca por su pórtico a modo de gran fachada trasera del escenario (frons scaenae) del siglo I d.C. y por su orchestra semicircular. Los anfiteatros (literalmente, teatros dobles) tuvieron planta elíptica con una pista (arena) central, donde se celebraban combates entre gladiadores y animales, y un graderío alrededor similar al de los teatros. El anfiteatro más antiguo conocido es el de Pompeya (75 a.C.) y el más grande es el Coliseo de Roma (70-80 d.C.), que podía albergar a unos 50.000 espectadores, más o menos la capacidad actual de los estadios deportivos. En la Hispania romana destacan los anfiteatros de Mérida, Tarragona e Itálica. Los circos o hipódromos se construyeron también en las ciudades más importantes; la plaza Navona de Roma ocupa el lugar de un circo que fue construido durante el reinado de Domiciano (81-96 d.C.).

En las ciudades de Tarragona, Sagunto y Toledo pueden hoy día contemplarse algunos restos de antiguos circos romanos.

Los baños públicos o termas

Las ciudades grandes, como las pequeñas, tuvieron termas o baños públicos (thermae). Bajo la república se completaron generalmente con un vestuario (apodyterium) y habitaciones para bañarse con agua caliente, templada y fría (caldarium, tepidarium, frigidarium) junto a una zona de ejercicios, la palestra. Las termas (75 a.C.) cerca del foro de Pompeya son un ejemplo excelente de los modelos más antiguos. Bajo el imperio estas estructuras comparativamente modestas se volvieron progresivamente más grandiosas. Ejemplos posteriores, como los baños de Caracalla (c. 217 d.C.) en Roma tenían incluso bibliotecas, tiendas y enormes espacios públicos abovedados, decorados con estatuas, mosaicos, pinturas y estucos.

Las obras públicas

Entre los diversos proyectos de construcciones públicas de los romanos, la red de puentes y calzadas que facilitaron la comunicación a través de todo el imperio y los acueductos que traían el agua a las ciudades desde los manantiales cercanos (Pont du Gard, año 19 d.C., cerca de Nimes), son los más extraordinarios.

El puente de Alcántara sobre el río Tajo, en Cáceres (España), puede ser considerado como una gran obra de ingeniería, gracias a la combinación del arco y la bóveda. Fue construido por el arquitecto Lacer en tiempos de Trajano y llevaba asociados un arco de triunfo y un templo. Aún se yergue el famoso acueducto de Segovia. Está formado por dos series de arquerías (118 arcos en su totalidad), superpuestas en dos niveles por robustos pilares de granito. Su cometido radicaba en surtir y proveer a la ciudad del agua necesaria. Fue construido en el siglo I a.C. Debemos destacar también los acueductos de los Milagros y de San Lázaro en Emerita Augusta (Mérida).

Las viviendas

Aunque los edificios públicos fueron las construcciones urbanas más grandes y costosas, la mayor parte de la ciudad de Roma estaba ocupada por viviendas particulares.

La domus o casa romana

Las viviendas unifamiliares se construyeron con una amplia variedad de formas y tamaños, pero las domus romanas generalmente exhibieron su preferencia por la simetría axial, que caracteriza también la mayor parte de la arquitectura pública. Las casas más antiguas, fechadas entre los siglos III y IV a.C., parecen haber sido construidas de acuerdo con los modelos etruscos. La domus itálica, o casa de los inicios de la República, constaba de un pasillo de entrada (fauces), un espacio principal a cielo abierto (atrium) con un estanque central para recoger el agua de la lluvia (impluvium), una serie de pequeñas habitaciones (cubicula), una zona de recepción y trabajo (tablinum), un comedor (triclinium), una cocina (culina) y a veces un pequeño jardín trasero (hortus). La parte delantera contaba en ocasiones con estancias abiertas a la calle que servían de tiendas. Durante el final de la República y el comienzo del Imperio, las casas romanas se convirtieron en unidades más complicadas. En el atrium se instalaron columnas de estilo griego, el antiguo hortus se ensanchó y se rodeó de una columnata (peristilo), y la decoración se hizo bastante profusa. Las viviendas de las ciudades más ricas llegarían a ocupar un bloque entero, como ocurrió con la denominada casa del Fauno de Pompeya, construida a principios del II siglo d.C.

La villa y el palacio

Las villas suburbanas, como las que pertenecieron a Cicerón, el orador y hombre de estado, y a otros romanos famosos, incorporaron grandes terrenos, lagos, santuarios y complejos termales. La más extraordinaria de las villas imperiales conservadas es la de Adriano en Tívoli (iniciada el 118 a.C.). El primer emperador, Augusto, que reinó desde el 27 d.C. al 14, vivió en una residencia relativamente austera en la colina Palatina en Roma, pero Domiciano ordenó construir a su lado un gran palacio imperial (iniciado aproximadamente el 81 d.C.). La domus augustana de Domiciano sirvió también como cuartel general de los emperadores posteriores. Tuvo grandes salones de recepción, comedores públicos, fuentes y un jardín en forma de estadio, además de un ala residencial.

La insulae

Los ciudadanos del periodo imperial que no pudieron permitirse tener viviendas particulares, vivían en insulae, viviendas colectivas de muchos pisos, construidas de ladrillo y argamasa, similares a los edificios de apartamentos actuales. Los ejemplos mejor conservados, fechados en los siglos II y III, están en Ostia, el puerto de Roma en la desembocadura del río Tíber.

Los enterramientos romanos

La tumba sepulcral fue un tipo de construcción que casi siempre estaba emplazada fuera de la urbe propiamente dicha. Las tumbas romanas, levantadas generalmente junto a las calzadas principales de entrada a la ciudad, tuvieron una extraordinaria variedad formal porque reflejaron los gustos personales de sus promotores y porque su función, alojar los cuerpos o restos incinerados de los muertos, podía adecuarse a cualquier forma. El emperador Augusto construyó su propio mausoleo en Roma entre los años 28 y 23 a.C., un gigantesco tambor macizo coronado por un túmulo, recordando los sepulcros de tierra de la época etrusca. El emperador Adriano erigió en el otro lado del Tíber un mausoleo aún mayor, construido para él mismo y sus sucesores (135 d.C.-139 d.C.), que en el siglo V se transformó en el castillo de Sant'Angelo. Un potentado contemporáneo a Augusto, Cayo Sestio, eligió hacia el año 15 a.C. una pirámide sepulcral, mientras que en la misma época un próspero panadero, Marcus Virgilium Eurysaces, decoró su tumba con un friso en el que se detallaban las diferentes fases de la cocción del pan. Las personas con menos recursos, los libertos en particular, fueron enterrados en tumbas comunales llamadas columbaria, en las que las cenizas de los fallecidos se depositaban en alguno de los innumerables nichos diferenciados por una simple inscripción. Se erigieron también grandes tumbas verticales, como la realizada en honor de la familia patricia de los Julios en Saint-Rémy de Provenza (Francia). Su mausoleo, construido hacia el 25 d.C., consiste en una gran base bajo un cuerpo de cuatro arcos y un pequeño templo circular rematado por dos estatuas. Los sepulcros también podían estar horadados en las laderas de las montañas, con portadas monumentales talladas en los taludes de piedra, como en la necrópolis romana de Petra (actual Jordania).

La denominada Tumba o Torre de los Escipiones (primera mitad del siglo I d.C.) constituye uno de los mejores sepulcros conservados en la Hispania romana. Localizado cercano a Tarragona, presenta un aspecto de torre con cuerpos superpuestos, en los que se colocaron esculturas del dios Atis y bajorrelieves que quizás representan a los difuntos para los que se realizó el monumento, supuestamente rematado por una pequeña pirámide.

Los materiales y métodos de construcción

El principal material de construcción romano a partir del periodo republicano, fue el sillar de piedra de cantería local, utilizado junto con vigas de madera, tejas y baldosas cerámicas. La piedra elegida variaba desde la toba y el travertino del centro de Italia al brillante mármol blanco importado de Grecia y Asia Menor o, en tiempos de Julio César, desde Luna (actual Luni, cerca de Carrara, Italia) y los mármoles polícromos traídos desde las canteras de todo el mundo antiguo. A menudo se utilizaron finas placas de mármol como revestimiento para cubrir las paredes construidas de sillería o sillarejo ligado con mortero.

Los mármoles dieron esplendor a las construcciones romanas, al igual que a los edificios griegos anteriores, pero la argamasa, material equiparable al hormigón actual inventado por los romanos, les permitió levantar edificios imposibles de construir con el anterior sistema de estructuras adinteladas. El opus caementicium romano era una amalgama de piedras informes, cal y puzzolana volcánica, que suministró a los arquitectos romanos los medios para cubrir espacios enormes con grandes arcos y bóvedas, y liberar al diseño arquitectónico de los modelos rectilíneos que se usaron en la arquitectura griega.

Las cubiertas concrecionadas hicieron posible la construcción de los grandes anfiteatros y baños del mundo romano, así como la cúpula del Panteón y algunos santuarios espectaculares en las colinas, como el de Fortuna Primigenia en Palestina (finales del siglo II d.C.). Debido a que los muros y cubiertas estaban hechas con moldes, los arquitectos comenzaron a experimentar con configuraciones irregulares que proporcionaban un cierto dramatismo al interior de los edificios. Aunque la argamasa romana podía ser revestida con gran variedad de materiales, el ladrillo fue el más popular durante el imperio. De hecho, durante los dos siglos anteriores a nuestra era, el ladrillo llegó a ser apreciado por derecho propio como elemento de construcción en las fachadas de los edificios. Las fachadas de argamasa revestida de ladrillo se convirtieron rápidamente en el modelo favorito para los edificios grandes como las insulae o casas de apartamentos, las termas y los horrea o almacenes (como los horrea de Epagathius en Ostia, del 145 al 150 d.C.).

La escultura

A lo largo de todo el mundo romano las estatuas y relieves escultóricos adornaron los edificios públicos y privados. De hecho, algunas construcciones romanas fueron poco más que soportes monumentales para la escultura.

Los arcos de triunfo

Los arcos de triunfo levantados en todas las partes del imperio se destacan como uno de los monumentos más importantes. Aunque casi ninguno de los grandes grupos escultóricos (a menudo cuadrigas) que alguna vez remataron estos arcos ha subsistido, el propósito originario de tales construcciones fue únicamente servir de soporte a la estatuaria honorífica. Los arcos primitivos eran muy sencillos pero bajo Augusto y los emperadores posteriores se fueron complicando. Con el tiempo se convirtieron en verdaderos soportes propagandísticos, recubiertos con series extensas de bajorrelieves, anunciando las victorias y las grandes hazañas de los emperadores. Las imágenes solían representar acontecimientos históricos concretos, pero frecuentemente se desarrollaron también temas alegóricos en los que el emperador podía aparecer en compañía de los dioses o recibiendo el homenaje de los pueblos conquistados.

Entre los arcos más importantes conservados en Roma están el de Tito (c. 81 d.C.), en el foro romano y el de Constantino (315 d.C.) cerca del Coliseo. En los dos bajorrelieves del arco de Tito se representa el desfile triunfal del emperador, los tesoros del gran templo de Jerusalén. El arco de Constantino presenta una mezcla de relieves reutilizados de monumentos más antiguos y otros realizados especialmente para dicho arco. Los medallones y frisos muestran una gran cantidad de temáticas, incluyendo escenas de batalla, sacrificio y distribución de dádivas. En los relieves antiguos la cabeza de Constantino fue labrada en sustitución de las de sus predecesores. Esta remodelación de los relieves antiguos fue algo corriente en la Roma imperial. Los monumentos de los emperadores condenados a título póstumo por el Senado (damnatio memoriae) fueron modificados o destruidos.

Algunos arcos decorados con suntuosidad pueden contemplarse también fuera de Roma. En Benevento, en el sur de Italia, se levantó hacia el 114 d.C. un gran arco con 14 placas en las que se rendía homenaje a Trajano. En Orange, Francia, el arco de Tiberio (225 d.C.) se decoró con representaciones de las tropas militares y de los prisioneros fronterizos, escenas de los romanos luchando contra los galos, escudos y armas de los prisioneros. En España se conservan en la actualidad los arcos de Bará en Tarragona, el de Caparra en la ciudad antigua de Capeta (Cáceres) y el de Medinaceli en Soria. El primero de ellos presenta un único vano central, el segundo de ellos, de finales del siglo I d.C., presenta una configuración cuadrifonte y el tercero una estructura tripartita, con un arco central más grande flanqueado por otros dos de menor tamaño.

Las columnas rostrales y los altares

Ocasionalmente se levantaron también columnas historiadas, con frisos de bajorrelieves en espiral, relatando con gran detalle las campañas militares de los romanos. La primera y más grande de ellas fue la del foro de Trajano (113 d.C.) de Roma, levantada por el arquitecto Apolodoro de Damasco. Describe las actividades de la armada romana en su guerra contra los Dacios, en la frontera septentrional del Imperio (actual Rumania). Los relieves históricos adornaron también grandes altares como el Ara Pacis de Augusto (fechado en Roma del 13 al 9 a.C.), cuyos relieves celebran el inicio con Augusto de la pax romana, la gran época de paz y prosperidad del Imperio romano.

Los estilos escultóricos

El estilo de los relieves escultóricos del imperio se extiende desde el consciente neoclasicismo griego de los frisos del Ara Pacis al esquemático, frontal e hierático estilo de los nuevos bajorrelieves labrados para el arco de Constantino. En muchos monumentos pueden contemplarse dos o más estilos superpuestos. Como se ha señalado anteriormente, la historia del arte romano fue ecléctica hasta su final y ningún periodo tuvo un estilo unificado. De hecho, las construcciones oficiales a menudo difieren, como se aprecia en los monumentos coetáneos de la capital y las provincias.

Los relieves funerarios

Los encargos privados de esculturas en relieve se hicieron por lo general en contextos funerarios. Los comerciantes prósperos, como el panadero Eurysaces, hicieron inmortalizar en sus mausoleos las actividades comerciales realizadas en vida. Durante el final de la República y el inicio del Imperio se labraron relieves escultóricos de los libertos para las fachadas de sus sepulcros comunales. En los siglos I y II d.C. los retratos en relieve se colocaron generalmente en los altares funerarios o alrededor de las tumbas.

Los relieves sepulcrales más importantes, utilizados a partir de mediados del siglo II tanto por las clases medias como por las altas, decoraron los sarcophagi (literalmente carnívoros), sarcófagos, producidos en Roma y otras metrópolis importantes del Mediterráneo, incluyendo Atenas y varias ciudades griegas. Muchos de los relieves de los sarcófagos conservados están compuestos únicamente de guirnaldas y otros motivos decorativos, pero se representaron también gran variedad de temas narrativos. Los relatos mitológicos, como Las labores de Hércules, Meleagro cazando el jabalí de Calidonia y La leyenda de Niobe y sus hijos, fueron particularmente estimados. El Museo Arqueológico Nacional de Madrid conserva un sarcófago procedente de Husillos (Palencia) realizado en tiempos de Adriano, en el que sus relieves escultóricos muestran una temática relacionada con el mito de Orestes y su venganza, y el Museo Arqueológico de Barcelona conserva otra pieza procedente de Alicante que representa el rapto de Proserpina (siglo II d.C.). A menudo se sustituyó el retrato del fallecido por el busto de un héroe o heroína mitológica. Algunas veces los relieves sepulcrales fueron también de naturaleza pseudobiográfica de modo que el cliente pudiera elegir, a partir de un catálogo, las representaciones de escenas de guerra, sacrificio y matrimonio. La composición de estas escenas se basaba en los relieves imperiales, que podían mostrar al emperador haciendo sacrificios a los dioses oficiales o recibiendo a los emisarios de los bárbaros.

El mármol blanco fue el material preferido por los romanos para los relieves escultóricos, pero en muchas ocasiones emplearon variedades menos costosas de piedra. Por lo general, los relieves se policromaron y en ocasiones incluyeron piedras de colores como el pórfido, material predilecto en el siglo IV, sobre todo en los sarcófagos imperiales.

Influencia

El arte y la arquitectura de Roma marcaron una profunda impronta no sólo en el arte posterior de la edad media sino también en los periodos renacentista y barroco, e incluso en gran parte del arte contemporáneo que muestra algunos rasgos heredados del pasado romano.

a. La estructura

El uso intensivo de la mampostería y de los morteros de cal no podría más que llevar a los romanos a conjugar ambas técnicas para llegar a la aplicación generalizada de enlucidos protectores y decorativos sobre paredes.

Estos primeros enlucidos consistían, según los numerosos modelos griegos de la Magna Grecia y de Sicilia, en revoques blancos, mezclas de cal y polvo calizo, destinados a dar una apariencia noble (la del mármol) a los monumentos de sillares de toba (fig.504). Aplicados a la mampostería o la piedra desbastada, estos enlucidos cobran cuerpo hasta corregir las numerosas irregularidades de la superficie (fig.505) y recibir, en su opción decorativa, incisiones destinadas a evocar un dibujo de arquitectura de sillar (fig.506). No obstante, este aspecto ornamental no será evocado en esta obra, dedicada únicamente a las técnicas.

La presencia de gruesos enlucidos de varias capas de mortero está atestiguada en Campania desde el siglo III a.C. y desde esta misma época su calidad es tal, que ha permitido la supervivencia de un cierto número de ejemplos testimoniales pompeyanos que superaron los cambios de modas y de propietarios. A decir verdad, los modos de aplicación no variaron demasiado y se encuentra, al menos en Pompeya, una técnica constante muy uniformizada, con sólo cuatro o cinco variantes, basadas en el mismo principio de la búsqueda de una buena fijación.

Si seguimos las prescripciones de Vitruvio (VII, 3), son siete las capas sucesivas, y de tres calidades distintas, las que componen los buenos enlucidos: una primera capa de cascajos, seguida de tres capas de mortero de arena y otras tres de mortero de polvo de mármol. Plinio, más modesto, sólo recomienda cinco: tres de mortero de arena y dos de cal y de mármol. A decir verdad, semejante lujo, recomendado por los autores para la preparación de paredes de decoración pintada, no se ha encontrado más que excepcionalmente en los monumentos romanos que se han estudiado y, en su gran mayoría, los tectoria, que son revestimientos tanto exteriores como interiores, solamente se componen de tres capas sucesivas (fig.507-508-509). La primera capa, aplicada directamente sobre el soporte, no presenta ninguna dificultad de adherencia a las paredes de mampostería, ya que la rugosidad de mampuestos y ladrillos, así como el relieve de las juntas, son otros tantos artificios favorables. En el caso de las construcciones de arcilla, era conveniente preparar el paramento mediante incisiones practicadas en el material reciente con los dedos o con una espátula, incisiones que habían de adoptar una forma cimbreada o de espiga y que encontramos bien sobre la pared -si es que se ha conservado- bien impresa en el revés de la capa de enlucido (fig.510).

El primer enlucido se compone de cal y arena no tamizada, para conservar una cierta rugosidad; su grosor, aunque muy variable en función del tipo y de las irregularidades del soporte será siempre el más importante (3 a 5 cm aproximadamente). Al quedar a veces la epidermis de esta primera capa demasiado lisa, los tectorii -albañiles especializados en enlucidos llamados a veces estuquistas- la retocaban con la llana para crear un relieve de líneas, aleatorias u organizadas, susceptibles de favorecer una adherencia óptima de la capa siguiente




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Enviado por:Nelson Verdugo.
Idioma: castellano
País: España

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