Literatura


Barroco en México


I N D I C E

Pág.

Aspecto histórico. 2

El Barroco en Europa. 4

Sociedad, Política y Religión. 6

El Arte Barroco en México. 10

División del barroco 12

Barroco Sobrio 13

Barroco Salmónico. 13

Barroco por Estirpe 13

Ultra Barroco 14

Artes plásticas 14

Pintura 16

Juan Correa 18

Arquitectura 20

Literatura Barroca en la Nueva España 25

Sor Juana Inés de la Cruz 29

Juan Ruiz de Alarcón 31

Música 32

Conclusiones 33

Bibliografía 35

ASPECTO HISTORICO

En nuestro país, las dos culturas que se fusionaron en la Colonia, la Indígena y la Española, poseían un profundo sentido religioso en el que se mezclaron ritos, leyendas y antiguas creencias que desembocaron en una nueva concepción, una nueva cultura que dio paso a lo que hoy conocemos como; México. El indígena aún no se recuperaba de la sorpresa causada por la ruda invasión, cuando ya se encontraba trabajando arduamente en la construcción de templos y edificios. Estas estructuras tuvieron diferentes corrientes que diseñaron y llevaron a cabo el estilo de estas obras.

En los albores de la época colonial, muchos de los templos y conventos levantados por las órdenes mendicantes que llegaron a la Nueva España (franciscanos, dominicos y agustinos), fueron concebidos con imponentes formas que semejaban fortalezas. Muchas de las fundaciones organizadas por estos frailes constructores, estaban dispuestas en la forma arriba descrita y las calles principales desembocaban en el templo, cuyos aspectos decorativos con nivel estético respondían a las modas artísticas de la época como Gótico, plateresco, barroco, entre otros estilos que se utilizaron.

La importancia del periodo colonial es determinante tanto para la historia de nuestro país como nación independiente como para la historia de todo Occidente, ya que, a partir de ese momento, América entró a formar parte del mundo que hasta entonces conocían los europeos.

La religión católica ganó nuevos e importantes territorios, cambió el lenguaje, la traza de las ciudades, las manifestaciones culturales y artísticas y se inició el mestizaje o sincretismo, es decir la mezcla entre los conquistadores y los conquistados, combinación que definió el carácter actual que tiene México.

Todo esto origino diferentes transformaciones que alcanzaron a las ciudades. Estas crecieron y su arquitectura cambió de estilo; el barroco, que en ese momento estaba de moda en Europa, fue también asimilado en la Nueva España. Muchas familias españolas adineradas financiaron la construcción de grandes catedrales y casas en diferentes ciudades como México, Querétaro, Puebla, Zacatecas entre otras.

El barroco en Europa

El término barroco parece derivar de la voz portuguesa "barrueco" que significa perla irregular o también de barroco silogismo artificioso. Este término surge en el siglo XVIII como sinónimo de decadente y poco valioso. En cambio hoy se considera el barroco como una de las creaciones más importantes de la Historia del Arte y representativo de toda una época.

Considerado como estilo artístico se inicia en Italia como evolución de las formas clásicas a través del manierismo. Pronto se difunde por Europa imponiéndose sobre todo en los Estados católicos.

La Iglesia fue uno de los principales destinatarios de esta cultura. El arte barroco es el estilo artístico propio de la Contrarreforma o Reforma Católica que busca a través del Arte fomentar la devoción y propagar las verdades cristianas.

La corte de los monarcas absolutos cuyo afán de esplendor se traduce en la magnitud de los proyectos y en el fausto de la decoración.

La nobleza y también los ricos comerciantes y burgueses protestantes la utilizaron como corriente y cultura a seguir.

El Barroco en la Nueva España abarca el siglo XVII y primeros años del XVIII. Es un período cargado de grandes acontecimientos políticos, sociales, económicos y culturales.

En la poesía, la música, la pintura, la escultura y la arquitectura surgieron grandes personalidades. Destacan Sor Juana Inés de la Cruz, quien fue una gran poetisa, y el sabio Carlos de Singüenza y Góngora, astrónomo, matemático, historiador y poeta. En el teatro Juan Ruiz de Alarcón, famoso coleccionista de antigüedades y códices, y un grupo de historiadores mestizos, hijos de familias nobles indígenas, quienes escribieron en español, basándose en documentos heredados de sus antepasados. También destacan Fernando de Alva Ixtlixóchitl, Diego Muñoz Camargo y Juan Bautista Pomar.

Un primer período de barroco sobrio visible en las catedrales de México y de Puebla. A fines del siglo XVII, el barroco rico, refinado y detallista.

Finalmente, el barroco exuberante de mediados del siglo XVIII, caracterizado por sus columnas salomónicas adornadas de frutas y flores, sus abundantes oros y una permanente demostración de la riqueza y de la opulencia de los criollos.

SOCIEDAD, POLÍTICA

Y RELIGIÓN

La sociedad era de tipo estamental, es decir organizada en grupos de estados o estamentos. Cada grupo tenía sus caracteres propios y resultaba difícil mezclarse entre sí.

El alto clero y la nobleza formaban el primero y segundo estamento. Gozaban de los mismos privilegios como derecho a cargos reservados, exentos de pago de impuestos, derecho a tener leyes y tribunales propios, así como todo un código de honor que los separaba de los demás. Vivían fundamentalmente de las rentas de sus propiedades.

El tercer estamento lo componía el resto de la población, desde el rico banquero hasta el humilde campesino. Vivían de su trabajo, con muchas obligaciones para con el Estado, la Iglesia y sus señores. Sin embargo los más ricos e ilustrados acabarían ocupando altos cargos en el Estado, comprando títulos nobiliarios y poco apoco desplazando del poder a los privilegiados.

Desde los primeros años de la conquista, los frailes evangelizadores consideraron la coexistencia de dos culturas, que tenían modos de vida diferentes, a las que llamaron " Las dos repúblicas", la de indios y la de españoles, para las cuales se dictaron normas y reglamentaciones distintas, en relación con la vida familiar y al trabajo.

La forma de vida de los naturales cambió radicalmente, tanto en sus costumbres como en su manera de concebir el mundo, su manera de vestir, de comer, al igual que la forma de celebrar sus fiestas y de practicar su religión. Como los pueblos de indios fueron obligados a permanecer en las cabeceras de los municipios, por ello sus unidades políticas anteriores fueron desapareciendo, primero en los lugares cercanos a las ciudades y después en los lugares más lejanos. Las consecuencias de esta transformación se presentaron en todos los aspectos de su existencia: se rompió el equilibrio ecológico debido a la introducción de nuevos cultivos, al ganado, a la tala de bosques y al aprovechamiento del agua.

La visión de los españoles también cambió, ellos llegaron a un mundo que les era desconocido, sin embargo, como conquistadores, pronto descubrieron los grandes potenciales de estas tierras, ricas en oro, plata y gentes. Por lo mismo, los españoles tuvieron que asimilar una nueva cultura, la que, unida a la suya, con el tiempo fue dando lugar a una peculiar amalgama no sólo de razas sino también de formas culturales en principio ajenas, lo que originó también nuevas clases sociales.

Durante los siglos XVI y XVII, fundar una cuidad, para los españoles, era al mismo tiempo erigir un templo y fundar una escuela, por eso si bien la educación no era muy buena, nunca faltaron ni maestros ni textos de estudios en las colonias españolas para educar a los niños y a las niñas.

Las malas cosechas, epidemias y guerras causaron una grave crisis económica en los primeros años del siglo XVII. A ello se sumó la menor llegada de plata americana por agotamiento de las minas. Por ello los gobiernos absolutos decidieron intervenir en la economía desarrollando una política mercantilista cuyo objetivo era aumentar la riqueza nacional y con ello asegurar y fortalecer el Estado.

Esta sociedad que era tan parecida a la medieval, la iglesia tenia un papel sumamente importante llegando a influir en la administración del país. La Inquisición se encargo de reprimir cualquier tipo de sublevación que pudiera surgir, tanto en el aspecto religioso como en la política. El clero se organizaba en jerarquías que en el siglo XVIII contaba con casi ocho mil miembros y a veces entablaba luchas violentas con las ordenes monacales para obtener la supremacía del poder eclesiástico.

La actividad del clero se respaldaba en sus privilegios ya que poseían sus propios tribunales y estaban exentos de impuestos. Por lo que la iglesia tuvo mucho poder y las propiedades de la iglesia eran a finales de la época colonial el 50% del área cultivable del país.

Los monarcas europeos recuperan el poder absoluto sobre la Iglesia, los señores feudales, el Parlamento, las corporaciones municipales y gremiales.

Se refuerza la unidad nacional centralizando las funciones del Estado: un territorio, una capital, una corona, una sola ley, una sola religión, nombrando consejeros y funcionarios que apliquen las leyes, desarrollando un ejército permanente compuesto por profesionales que garanticen la seguridad y designando embajadores que velen por los intereses internacionales.

EL ARTE BARROCO EN MÉXICO.

En México, la mano de obra indígena transmitió ciertos caracteres que recuerdan los de las artes prehispánicas. En el siglo XVII, nació el estilo colonial, interpretación americana del Barroco, este produjo una fabulosa cantidad de monumentos; el aporte indígena cobro jerarquía propia y gradualmente los indios se adentraron en las creaciones arquitectónicas, primero como ayudantes de sus maestros y luego crearon ellos mismos obras arquitectónicas resolviendo los problemas de forma y color. Las ciudades mexicanas se poblaron con las muestras extraordinarias de este movimiento como catedrales, templos, palacios, capillas, ayuntamientos y casonas.

Lo Barroco se puede encuentra en la decoración de la catedral de México, con retablos de gran belleza; en la iglesia de la Santísima Trinidad, que fue construida por Lorenzo Rodríguez entre 1755 y 1786; en la catedral de Panamá; en la Iglesia de la Compañía, en el Cuzco.

Las manifestaciones artísticas producidas en la Nueva España desde mediados del siglo XVII hasta finales del siglo XVIII son barrocas; pero, de acuerdo a las características de cada una, presentan modalidades muy particulares. No es posible una clasificación del barroco, ya sea por su tipología o esquemas determinados, pues el barroco precisamente se caracteriza por la diversidad de sus formas y un creador ejercicio de la libertad para la composición de éstas; lo que en México y otros territorios de la Nueva España se manifestó respondiendo a circunstancias sociales específicas. Aunque podríamos llegar a la conjetura de que el barroco si estuvo dividido según el estilo que siguió.

División del barroco

Podemos dividir el barroco según el tipo de expresión con el que se caracterizo durante un periodo por lo cual se dio, por o que determino el estilo, y las pautas a seguir.

Barroco sobrio o de transición

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Tuvo un periodo de duración aproximadamente corto, probablemente de 1580 a 1630. Se caracterizó por el empleo de decoración vegetal en las enjutas de puertas y arcos, columnas divididas en tres secciones decoradas con estrías dispuestas de manera vertical, horizontal o en forma de grecas en zig-zag y cornisas sobresalientes con molduraciones y remeimientos.

Barroco salomónico

La etapa de duración de esta fase del barroco se sitúa entre 1630 y 1730. Su introducción en el ámbito europeo se debió al arquitecto italiano Bernini, quien copió una columna que los árabes encontraron en un lugar en el que se suponía estuvo el templo de Salomón. El estilo incorporó el uso de estas columnas de formas helicoidales a la decoración general de fachadas de templos y edificios, retornando aspectos de la modalidad anterior y enriqueciéndolo con algunos motivos propios.

Barroco estípite o estilo churrigueresco

Se empleó como forma decorativa entre los años de 1736 y 1775 aproximadamente. Se desarrolló a partir de la reinterpretación hecha por arquitectos europeos, de columnas griegas que consistían en pedestales de forma piramidal invertida, coronados con bustos o efigies de dioses. Es introducido en España por el arquitecto José Benito de Churriguera -de allí el nombre-, tuvo su apogeo en México. Jerónimo de Balbás fue quien lo introdujo al país. Aunque se ha dicho que el estilo retomó cierta herencia del plateresco, su especial gusto por la recargada ornamentación lo llevó al extremo de creaciones cuajadas de guirnaldas, jarrones, florones y angelillos que recubrían fachadas enteras.

Ultra barroco

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Es un recargo ilimitado de los aspectos decorativos del churrigueresco, que crea transformaciones y deformaciones de elementos arquitectónicos clásicos, barrocos y churriguerescos dando como resultado tortuosos elementos ornamentales que exaltan las proporciones. El estilo alcanzó gran perfección técnica en el modelado del estuco y el tallado de la madera.

ARTES PLÁSTICAS

El sistema conceptual y estructural del barroco constituyó a lo largo de todo el siglo XVII, y en especial en la segunda mitad, una línea de pensamiento que se junto prácticamente todas las actividades vinculadas con la cultura y el arte en la Nueva España. Floreció en este siglo ya que fue el de mayor solidez política y económica del virreinato, una vez concluida la conquista espiritual y material. No sólo las bellas artes tuvieron un florecimiento único, también las llamadas artes menores o suntuarias como la platería y la cerámica.

Los artistas del Barroco quisieron impresionar al espectador con obras de arte: se dirigieron a los sentidos y a la imaginación. La ilusión de enormes espacios, las proposiciones colosales y la grandiosidad, sumados a los materiales empleados (piedra, mármol, pintura, oro y estuco), produjeron la sensación buscada. Expresividad y movimiento logrado por medio de la composición en diagonal, la teatralidad en los gestos, el movimiento de los ropajes que se proyectan hacia el exterior y se pliegan como movidos por el viento. Intentan esculpir la figura en el momento de la acción como si fuera una instantánea.

Desarrollo de los valores pictóricos y del naturalismo, tratando las superficies de modos diversos para reproducir las calidades de las cosas de la forma más exacta posible.

Italia dio a luz al Barroco; este irradio desde allí al resto de Europa y desde allí a toda Hispanoamérica, llegando a México.

PINTURA

Las obras eclesiásticas eran, evidentemente las más importantes, no sólo por sus dimensiones sino porque tenían mayor apoyo, sobre todo gracias a las clases más poderosas económicamente.

Los primeros artistas que destacan en México son europeos: Peyrens, Andrés de la Concha y Baltazar Echave. Sus obras son de tendencia religiosa. Y por esto los primeros pintores barrocos nacidos en México son hijos de los anteriores y, como ellos, pintan la vida de los santos, que es una clara característica del Barroco. Posteriormente, Velasco, Villalpando y Correa, incursionan en los mismos temas. Su estilo es claramente barroco y simbólico.

Entre los pintores más importantes del XVII podemos citar a Baltasar Echave Rioja, seguidor de Murillo y Rubens y que pintó, por sólo citar un par de sus obras el Martirio de san Pedro de Arbués que le solicitó el Santo Oficio y los Tributos de la Eucaristía, la Fe y la Iglesia. José de Juárez ( de la primera mitad), fue otro de los artistas de gran notoriedad en aquel periodo.

Juan Correa, trabajó intensamente de 1671 a 1716 y alcanzó gran prestigio y fama por la calidad de su dibujo y la dimensión de algunas de sus obras. Entre las más conocidos: Apocalipsis en la Catedral de México, La conversión de Santa María Magdalena, hoy en la Pinacoteca Virreinal y Santa Catarina y Adán y Eva arrojados del paraíso este último en el Museo del Virreinato de Tepoztlán.

Cristóbal de Villalpando, considerado el pintor más representativo de la segunda mitad del siglo XVII novó hispano y que, como muchos artistas de su época trabajó más para la iglesia que para particulares o instituciones y trabajó tanto en pequeño como en gran formato. Algunas de sus obras son La apoteosis de San Miguel, Los desposorios de la Virgen y La huida a Egipto, todos ellos representativos de la calidad de la pintura barroca en la Nueva España.

Otros pintores novó hispanos importantes de este siglo fueron son Rodrigo de la Piedra, Antonio de Santander, Bernardino Polo, Juan de Villalobos, Juan Salguero y Juan de Herrera.

Podemos encontrar en la actualidad algunas pinturas barrocas, en lugares como:

La colección Banamex (Mty.) Y el templo de la Compañía de Jesús (Gto.):

San Cristóbal (José Rodríguez) Arzobispo A. Lorenzana (Miguel Cabrera) María Magdalena (Juan Tinoco) Cuadro con concha nácar (Miguel González) Las Batallas de Alejandro Magno (Juan Patricio Matete Ruiz) Sor Juana Inés de la Cruz Inmaculada (José de Ibarra) Benditas ánimas del Purgatorio (Patricio Matete)

Juan Correa

Nació en el año de 1646 en la Ciudad de México. Tuvo una gran participación en la obra de retablos como: en 1678, dos colaterales en la iglesia de San Pedro y San Pablo, uno, en el que se encuentra asociado al maestro Tomás Xuárez, maestro de arquitecto ensamblador, y el dorador Alonso de Jerez, y otro, que realiza al lado de Juan Montero, ensamblador y Andrés de Fuentes, dorador. En ese mismo año contrata la pintura de un retablo destinado para la iglesia de Jocotitlán, con Xuárez y Jerez. En 1681, es mencionado, junto con Baltazar de Echave y Rioja y Juan Sánchez Salmerón, como uno de los probables autores de las telas que llevaría el retablo mayor de Tepotzotlán, el cual sería fabricado por Juan Montero.

Con Manuel de Nava, ensamblador, participa en la obra del retablo de la parroquia de la Santa Veracruz en la ciudad de México en 1709. El catálogo de su obra pictórica es inmenso. Tan sólo las pinturas de la sacristía de la Catedral de México bastarían para acreditarlo como uno de los pintores más destacados que hubo en nuestro país en el último tercio del siglo XVII y primero del XVIII. Miguel Correa, figura como "oficial del arte de pintor", en el testamento de su padre, y como originario y natural de la ciudad de México, hijo de Juan Correa, "maestro que fue del dicho arte de pintor", y de Úrsula de Moya, según lo declara en su propio testamento, fechado en 27 de febrero de 1720. Por esto es reconocido como una de los pintores más representativos del barroco.

ARQUITECTURA

Más o menos hacia mediados del siglo XVII, se comenzaron a manifestar renovadores cambios en la arquitectura de la ciudad de México. Obedeciendo a una tendencia de carácter universal, se produjo una tensión entre los arquitectos conservadores y los de vanguardia de aquella época; esto es, entre quienes todavía consideraban válida y vigente la arquitectura manierista y entre aquellos que, buscando una mayor riqueza de expresión, comenzaron a desarrollar y a incorporar en sus obras los nuevos elementos barrocos prefigurados en la poesía de la época.

Cuando finalmente parecía que en Nueva España se abandonaban los ejemplos inspirados en la antigüedad grecolatina, que había importado la corriente renacentista y de cierta manera se buscó dar expresión plástica a los anhelos libertarios de los criollos, a través de ella. Fue por eso que la arquitectura barroca europea fue modelo de la novó hispana a lo largo del siglo XVII.

En un principio el barroco en la arquitectura tuvo en México condiciones de la más moderna vanguardia, por eso no se adoptó inmediatamente en las obras que ya habían empezado a construirse como en el caso de las catedrales: las de México, Puebla, Oaxaca, Pátzcuaro y San Cristóbal de las Casas y Guadalajara, fueron un ejemplo de esto aunque, por supuesto, cuando estuvieron terminadas se le agregaron detalles del estilo que estaba en boga. En este sentido, algunos historiadores consideran que, por ejemplo, con las portadas de las naves laterales y la portada principal son el principio del barroco salomónico en México.

Es así como en este siglo se inicia la producción importante de la arquitectura barroca. Durante este período, hasta cuyo inicio la arquitectura se expresara de una manera más bien sobria, con tendencias clasicistas arraigadas en el barroco español, el nuevo estilo adquiere madurez; llegando finalmente, en el siglo XVIII, hasta su máxima expresión en las formas del churrigueresco. Desprendiéndose del refinado culteranismo de la poesía que le fue contemporánea, el arte barroco en la arquitectura, la escultura, el labrado de maderas y la orfebrería nunca pretendió ser entendido por la razón ni por la inteligencia, sino por los sentidos; buscando fuertes efectos emocionales en el espectador.

En el barroco mexicano surge la voluntaria alteración en las proporciones de los elementos arquitectónicos; la multiplicación y realce de las formas en los arcos, la incorporación en los frontones de abundantes, irregulares y realzadas molduras. La columna se convierte en pilastra exuberantemente ornamentada; se decoran todos los entrepaños; las líneas se rompen hasta el infinito, y la talla y la escultura se convierten en elementos decorativos definitorios de la fábrica de los edificios.

La arquitectura religiosa y civil de nuestra capital siguió los cambios favorecidos por la prosperidad creciente del virreinato. Los conventos y mayorazgos criollos tuvieron residencias cada vez más ostentosas, las fortalezas se convirtieron en grandes palacios, los que lucían desde la fachada los escudos y armas de sus propietarios para revelar su riqueza y su importancia.

En la Nueva España, pues, se exploraron nuevas opciones compositivas. De esta época datan inmensa cantidad de construcciones como la portada original del Templo de Santa Trinidad, la iglesia de Santa Clara y la reconstrucción de San Agustín.

Entre los constructores que contribuyeron a caracterizar la primera mitad del siglo XVII destaca fraile Andrés de San Miguel, hermano lego de los carmelitas descalzos: él construyó el conjunto del Desierto de los Leones en Cuajimalpa, el colegio de San Ángel y los conventos de Querétaro, Salvatierra y San Sebastián, por ejemplo.

En este siglo, el XVII, se fundaron también diez parroquias en la Ciudad de México: entre ellas, el sagrario, Santa Catarina, Santa Veracruz, Santiago Tlatelolco, Santa María la Redonda y San Francisco.

También se construyeron hospitales como el que fundó Zumárraga que después fue la Academia de San Carlos y el de San Antonio Abad y muchos conventos, como el de San Jerónimo, San Bernabé y el de San José de Gracia.

Típicas del barroco son las grandes volutas o aletas que sirven para ligar y unir armoniosamente dos puntos situados a diferente altura. Se colocan en las fachadas de las iglesias y también resuelve la relación entre la base amplia de una construcción y la de la cúpula más estrecha dando al edificio un perfil unitario y contrarrestando el empuje de la cúpula.

La decoración es exuberante, tanto en el interior como en el exterior de las construcciones. Los motivos son naturalistas. También se hace policroma combinando mármoles de distintos colores.

El espacio interior adquiere un carácter unitario en el que se combinan armoniosamente la arquitectura, la escultura y la pintura. En las iglesias ricos retablos adornan todas las capillas.

En el exterior el edificio se hace fachada y se concibe con el fin de incrementar la belleza de la calle o de la plaza. La decoración de estas fachadas se distribuye siguiendo un ritmo que se acentúa y concentra en el centro, así como los elementos salientes respecto al muro (pilares, columnas, frontones etc.) que también son reagrupados en el centro que domina sobre los lados.

Muchos estudiosos consideran que el siglo XVII virreinal fue un siglo esencialmente arquitectónico.

LA LITERATURA BARROCA EN LA NUEVA ESPAÑA

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Mientras avanzaba la Colonia, más específicamente el periodo barroco, las dos Españas, la Vieja y la Nueva tendieron a parecerse más entre sí, pero hubo entre ellas grandes contrastes.

Muchos escritores españoles quisieron venir a las nuevas tierras: el mismo Cervantes solicitó en vano diversos puestos en los reinos de ultramar, el altísimo místico San Juan de la Cruz estaba ya preparando su salida cuando la muerte le cerró el camino, y otros literatos, como Juan de la Cueva, Tirso de Molina y el ingenioso Eugenio de Salazar pasaron algunos años en las nuevas tierras.

A veces algún artista sumaba su presencia permanente a la influencia que sus obras ejercían en la cultura barroca del Nuevo Mundo, sin embargo la expresión literaria novó hispana tiene insuperables exponentes en Carlos de Sigüenza y Góngora, Sor Juana Inés de la Cruz, Bernardo de Balbuena, Juan Ruiz de Alarcón, Francisco Bramón, Miguel de Guevara -michoacano al que se le atribuye el famoso soneto "no me mueve mi Dios para quererte", que no es ni de San Juan de la Cruz, ni de Santa Teresa- y hasta fraile Juan de Torquemada.

Esta rama del más fino arte sé permeó, por supuesto, de todas las delicias del culteranismo y del énfasis de la retórica. Lo que en arquitectura tuvo la apariencia de sinuoso y recargado, en literatura fue erudito y exagerado. Y para ser un gran escritor en esta época - o quizá en todas- no sólo se requería de habilidad sino también de talento. Algunos de los autores conocidos hasta mediados de este siglo incursionaron con éxito en el terreno del los juegos y caprichos literarios - anagramas, emblemas, laberintos, muchos símbolos- y en la poesía lírica, narrativa y dramaturgia.

Algunos de los escritores novó hispanos de aquella época fueron José López Avilés que escribió una biografía en verso de Fraile Payo Enríquez; Matías Bocanegra que alcanzó un grado importante de popularidad por su Canción a la vista de un desengaño y, por supuesto, el sabio de la época: Don Carlos de Sigüenza y Góngora. Este escritor barroco, autor de obras todas ellas notables escribió la célebre Relación de los infortunios de Alonso Ramírez, un relato en género de ficción que estaba prohibido por la Santa Inquisición y la Primavera Indiana, largo poema que abordó a fondo el tema de la Virgen de Guadalupe.

Sin embargo, el personaje más importante de la la literatura en aquellos años y en toda la época virreinal - y hasta alguno dicen que en toda la historia de México- fue Sor Juana Inés de la Cruz. Objeto de las más profundas reflexiones, de los más sesudos estudios, de los más encendidos elogios y de las más ardientes polémicas, la figura de la Décima Musa, como la llamaron sus contemporáneos sigue siendo insuperable por la universalidad de su pensamiento, la brillantez de su ingenio, la corrección de su prosa y la magnificencia de su poesía, aunados a un manejo insuperable de lo alegórico y un conocimiento profundo de innumerables materias hicieron una aportación inestimable al mundo de la cultura.

El rasgo quizá más acusado del barroco literario es, quizá, el contraste. Este claroscuro, que en las obras se manifiesta como paradoja, contradicción y utilización de tesis y antítesis, es casi un síntoma inequívoco de la utilización barroca de la lengua: pensemos, por ejemplo en el soneto de Sor Juana Inés de la Cruz: "al que ingrato me deja busco amante, / al que amante me sigue dejo ingrata / constante adoro a quien mi amor maltrata; / maltrato a quien mi amor busca constante", en él, tanto el tema como las palabras usadas son demostración absoluta del uno y su contrario.

El escritor no pretende la originalidad, concepto que ni en el Renacimiento ni el barroco importan como hoy, sino por el contrario, la noción de mimesis o imitatio, que en claro español es "parecerse, imitar los modos o los gestos", era muchas veces lo que otorgaba al escritor su buena factura y reputación. Esto garantizaba la erudición y el prestigio del que escribía una obra. En general, el cronista manifiesta sus fuentes y destaca a los autores que influyen en él.

La lírica, era el género más popular de la época, y entre ella, el soneto tiene un lugar especial. También se cultivaron otros géneros, por supuesto: la crónica y el teatro, la disertación y las letras sagradas y otras obras de arte menor.

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Los poetas barrocos, con sus argucias, utilizan lo paradójico, lo antitético, lo contradictorio, lo exagerado, lo mitológico, el impacto literario, los efectos tremendistas, las descripciones sorpresivas, la exageración. También hacen juegos y caprichos literarios como anagramas, emblemas, laberintos y símbolos. El gusto por la exageración lleva al artificio o, barrocamente diríamos, viceversa.

Sor Juana Inés de La Cruz

Una de las personas mas representativas del Barroco en México Fue sin duda Sor Juana que debido a su extraordinaria obra poética fue llamada por sus contemporáneos la Décima musa. Entre sus obras se cuentan sonetos, redondillas, romances y liras, cuyos temas básicos son la ciencia, la filosofía y el amor; temas tratados igual con simplicidad y gracia que con excesiva y rebuscada complejidad.

De ella se dice que aprendió a leer a los tres años de edad y que a los siete tenía intenciones de ingresar a la universidad; lo cierto es que debió hacerse monja en 1669 para conseguir una vida alejada del mundo y la limitada posibilidad de aprender todo a lo que su curiosidad la empujaba; profesó en la orden de San Jerónimo en esta Ciudad de México, lugar en donde encontraría la muerte a los cuarenta y cuatro años.

Sor Juana representa la lucha de la mujer y de todo ser humano que quiere hacer valer su derecho a la educación y a la cultura en la misma medida que les es dada a los poderosos, y en su caso, a los hombres; pues es sabido que en su época, las mujeres no podían aspirar a cursar largos estudios como los de una universidad. Los prejuicios y fuertes tradiciones de clase y sexo fueron las principales amarras contra las que luchó por ser libre.

Conocidos son sus versos: Al que ingrato me deja, busco amante; /al que amante me sigue, dejo ingrata; / constante adoro a quien mi amor maltrata; / maltrato a quien mi amor busca constante./

La Décima Musa también es autora de obras en prosa (la famosa Respuesta a Sor Filotea) y teatrales (Los empeños de una casa y Amor es más laberinto. Por lo grandioso de su obra, a Sor Juana se le considera como la mayor representante de la literatura de la colonia y del barroco en nuestro país.

Juan Ruiz de Alarcón

Poco se sabe de la vida de Juan Ruiz de Alarcón. Se cree que nació hacia 1580 en Taxco. Realizó sus primeros estudios en la Ciudad de México y los continuó en la Universidad de Salamanca, España donde obtuvo el titulo de Bachiller. El documento que aquí se exhibe es un testimonio de su grado de bachiller en Cánones y Leyes por la mencionada universidad. Regresa a la Nueva España y se gradúa en Derecho en la Universidad Real y Pontificia.. Regresa a la península ibérica y es nombrado relator del Consejo de Indias (1626), cargo que desempeñó hasta su muerte (1639). Dramaturgo calificado de plagiario por sus contemporáneos. Sin embargo, tenía originalidad. Su obra destacó poco, inclusive permaneció olvidada, porque durante esta época imperaba la obra del "rey del teatro", Lope de Vega, a quien se le atribuyó la autoría de varias obras de Ruiz de Alarcón.

Escribió más de veinte comedias, entre ellas: La verdad sospechosa, obra clásica del teatro del Siglo de Oro español; El examen de maridos y Los favores del mundo. Se le considera uno de los creadores de la comedia de carácter, influido, según algunos especialistas, por su personalidad huraña y poco sociable producto de un defecto físico.

MUSICA

En cuanto a la música, sobresalen grandes compositores en Europa que influyeron en la Nueva España como, J.S. Bach, F. Händel, A. Vivaldi, T. Albinoni, cuyas importantes obras fueron interpretadas en las muchas celebraciones religiosas y profanas de la época.

Los músicos en México también trabajaron especialmente para la iglesia, escribiendo partituras de la más diversa índole y copias de aquellas obras que se interpretaban en el órgano. Antonio Sarrier, fue autor de varias piezas en tres movimientos a las que llamó oberturas, que culminaban con lo que en cuestión musical fue la vanguardia de la época: una fuga.

Juan Matías, de origen indígena fue también compositor y maestro de capilla en la sede diocesana se Oaxaca y autor de un Tratado de Armonía.

Antonio de Salazar, maestro de capilla de la Catedral de México.

CONCLUSIÓN

En si podemos concluir que México fue la combinación de las dos Culturas que se fusionaron y dieron paso a la cultura del Mexicano, siendo una de las primeras corrientes culturales durante el virreinato; el barroco. Este al igual que en el resto del mundo estaba en movimiento paralelo con la iglesia, creando formas de arte relacionadas con textos bíblicos o sucesos considerados por la iglesia católica como importantes. El legado que nos ha dejado con las construcciones de Puebla, Tepozotlán entre otros son la clara combinación de dos razas orientadas por una corriente cultural.

En la música podemos ver que siguió los mismos pasos que Europa, aunque no encontremos compositores tan importantes como Bach, si podemos encontrar la música de órgano que dejaron en las iglesias. Al igual que en Europa las artes plásticas en general siguieron el mismo camino solo que en México obedeció a dos culturas que se fusionaron. Y como toda cultura, el barroco en México también tuvo su evolución a la par de México.

En lo que sí sé a de remarcarse es el importante conjunto de obras dejadas por Sor Juana Inés de la Cruz, Don Carlos de Sigüenza y Góngora entre otros que marcaron la pauta de una nueva forma de escribir. Para dar por terminado puedo concluir que la iglesia católica y la cultura barroca en México se llevaron de la mano para culminar con una cultura que característica hoy en día a nuestro país. En si en la mayoría de los aspectos que el barroco siguió en México fue la similitud con el Barroco de Italia y del resto de Europa, siguiendo una línea en común en donde la Iglesia y el estado eran las que regían el arte.

Por la importancia de esta época en la historia de México, se ha creado un museo del virreinato que se encuentra en Plaza Hidalgo número 99, Tepotzotlán, Estado de México, en este museo se pueden encontrar diferentes obras del barroco en México, así como una explicación de este.

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Enviado por:Migaz
Idioma: castellano
País: México

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