Biología, Botánica, Genética y Zoología


Augusto González de Linares


  • Biografía de Augusto González de Linares Página 3

  • La Institución Libre de Enseñanza Páginas 5 a 7

  • La Difusión de las Ideas Darwinistas en España Páginas 8 a 9

  • La Estación de Biología Marina de Santander Páginas 10 a

  • El Instituto Español de Oceanografía Páginas

El trabajo se basa en la vida y obra de Augusto González de Linares, ilustre biólogo y uno de los primeros defensores de las teorias evolutivas de Charles Darwin en España. Catedrático de Historia Natural en la Universidad de Santiago de Compostela, cargo que perdió en 1876 por su defensa de las teorias citadas anteriormente, fue becado por el gobierno español en la Estación Zoológica de Napoles y a su regreso decidió establecer la primera institución oceanográfica moderna del país, la Estación Marítima de Zoología de Santander, donde realizó la disección de una ballena con lo que pudo corregir las ideas contemporáneas sobre su anatomía. Estuvo también implicado en la llamada “cuestión universitaria”, junto a otros ilustres personajes que, más tarde, se emplearían en cambiar el modo de enseñanza utilizado por aquel entonces, creando la Institución Libre de Enseñanza. Realizó, además, interesantes hallazgos geológicos relacionados con las formaciones weáldicas de Cantabria y defendió la autenticidad de las pinturas rupestres de Altamira. Este colaborador de la creación del Instituto Español de Oceanografía murió en 1904, en Santander.

Biografia

Este divulgador de las teorías científicas de vanguardia en España, como es el darwinismo, nació en 1845 en Cabuérniga (Cantabria). Cursó estudios en su escuela municipal hasta los diez años, continuando su formación en los Escolapios de Villacarriedo y en el Instituto Cántabro de Santander. Entre 1861 y 1864 realizó estudios de Ciencias Naturales y Derecho en la Universidad de Valladolid, los cuales finalizaría en Madrid, lugar donde conoce a Giner Francisco de los Ríos, uno de los principales impulsores del movimiento kraussista español. Augusto González Linares se convertiría en el discípulo “que tuvo mayor intimidad personal con el maestro”, con el cual colaboró y convivió y quien le aconsejó que se dedicara a la actividad científica.

Entre 1867 y 1869 es ayudante de Minerología y Geología en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid y sustituto en la cátedra de Historia Natural del Instituto Cardenal Cisneros. Concluye el doctorado en ciencias Naturales en 1870 y consigue, por oposición, en marzo de 1872, la cátedra de Historia Natural del Instituto de Albacete, que ocupará durante 4 meses. En julio de 1872, obtiene la cátedra de Ampliación de Historia Natural de la Universidad de Santiago de Compostela, de la que toma posesión el 1 de agosto de 1872 y en la que permanecerá hasta abril de 1875.

El joven Linares, de 27 años, trabaja con Ramón Varela de la Iglesia, su principal contacto en ese tiempo, y quien lo introduce en el mundo microscópico. La llegada de su amigo Laureano Calderón a la Facultad de Farmacia lo animó bastante y con él continua los estudios de Filosofía Natural y Cristalografía. El golpe de Estado y el inicio de la Restauración monárquica vinieron a mudar esa tranquilidad; Orovio promulga, el 26 de febrero de 1875, un real decreto que regulaba, represivamente, los libros de texto y los programas de estudios, hecho, a raíz del cual, Linares y Calderón iniciarán las protestas de los profesores progresistas y, como consecuencia, serán apartados de sus puestos. En 1881, ya con el gobierno liberal, recupera la cátedra perdida. En 1886 fue becado por el gobierno español en la Estación Zoológica de Nápoles y a su regreso solicitaba la excedencia y fijaba su residencia en Santander, donde decidió establecer la primera institución oceanográfica moderna del país, la Estación Marítima de Zoología de Santander, lugar, en el cual realizó la disección de una ballena, hecho que le permitió corregir las ideas contemporáneas la anatomía de dicho animal.

Augusto González de Linares murió en Santander en 1904, tras haber realizado,

además de los hechos citados anteriormente, interesantes hallazgos geológicos relacionados con las formaciones weáldicas de Cantabria, con el descubrimiento del Weáldico en el Escudo de Cabuérniga. También fue defensor de Marcelino Sanz de Sautuola en el descubrimiento de las Cuevas de Altamira (Cantabria), exponiendo, en contra de la opinión de los detractores de las pinturas, que no existía una relación directa "entre la cultura de los hombres y la perfección en las pinturas que ejecuten", el debate de la veracidad de las pinturas halladas en Cantabria se abrió al comunicar Vilanova (principal prehistoriador del momento) que en unas cuevas situadas en Lourdes se habían encontrado importantes obras en arte mobiliar que representaban dibujos análogos a los de Altamira. Linares estaba en contra de quienes decían que esas pinturas debían ser contemporáneas al tiempo de su descubrimiento y que no correspondían a cómo debían pintar los hombres prehistóricos. Augusto González de Linares participó en un primer plano en la creación de la Institución Libre de Enseñanza, iniciativa llevada a cabo por Giner de los Ríos.

Los trabajos de este ilustre biólogo fueron publicados, principalmente en: los Anales de la Sociedad Española de Historia Natural, en la Revista de España y en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza.

INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA

Giner de los Ríos fundó, junto a su hermano Hermenegildo y los profesores Laureano Figuerola, Segismundo Moret, Eugenio Montero Ríos, Nicolás Salmerón, Gumersindo de Azcárate, Augusto González de Linares, Eduardo Soler, Laureano y Salvador Calderón, Juan G. Labiano, Jacinto Messía y Joaquín Costa, la Institución Libre de Enseñanza, una institución que nace como centro de enseñanza universitaria pero que poco después amplió sus enseñanzas a la primaria y secundaria. La Institución Libre de Enseñanza, postulaba y practicaba la libertad de enseñanza que incluía otras libertades: libertad de cátedra, libertad de abrir centros, libertad de programas, libertad o ausencia de textos; todas ellas entendidas como medios para formar el hombre ideal, un individuo culto, de ciencia rigurosa, de integridad moral y religiosa, amante de la naturaleza y de las buenas conductas, y por supuesto políticamente comprometido con la reforma democrática de finales de siglo. La labor de Giner, cambiando la antigua educación de la letra con sangre entra por nuevas técnicas de estudios y asignaturas modernas, variadas y compensadas, la intuición como principio básico de los enseñantes, el destierro del memorismo sistemático, las actividades extra escolares como visitas a museos, fábricas, excursiones al campo, etc. que hoy son aún métodos novedosos, ya se aplicaban hace cien años y sólo fueron interrumpidas en épocas dictatoriales cercanas, por lo que aún hoy parecen métodos nuevos.

Los hombres de la generación de la dictadura de Primo de Rivera se consideraban enormemente deudores de los de 1876, herederos frustrados de los hombres de 1868. Una de las causas directas de que se fundara la ILE fue la llamada “cuestión universitaria” de 1875. Una luz de esperanza se abría en la España del XIX con la creación de la Institución Libre de Enseñanza, una institución en la que el estudio y la divulgación de la ciencia tenía un papel primordial como demuestra el punto primero de sus bases generales en el que se señala que “su objetivo es fundar una Institución Libre consagrada al cultivo y propagación de la ciencia en sus diversos órdenes”.

El Real Decreto del 25 de febrero de 1875 obligaba a los profesores a presentar a la autoridad competente sus planes de estudio y libros de texto, violando el principio de libertad de enseñanza, tan celosamente defendido por los krausistas. El propio Orovio dirigió a los rectores de las universidades una circular en la que decía:

“Que vigile V.S. con el mayor cuidado para que en los establecimientos que dependen de su autoridad no se enseñe nada contrario al dogma católico un a la sana moral, procurando que los profesores se atengan estrictamente a la explicación de las asignaturas que les están confiadas, sin extraviar el espíritu dócil de la juventud por sendas que conduzcan a funestos errores sociales… …Por ningún concepto tolere que en los establecimientos dependientes de ese Rectorado se explique nada que ataque, directa o indirectamente, a la monarquía constitucional ni al régimen político, casi unánimemente aprobado por el país… Si, desdichadamente, V.S. tuviera noticia de que alguno no reconoce al régimen establecido o explicara contra él, proceda sin ningún género de consideración a la formación del expediente oportuno.”

La reacción no se hace esperar y el 5 de marzo los catedráticos de Santiago, Augusto González de Linares y Laureano Calderón, profesores de Historia Natural y Farmacia, respectivamente, se niegan a aceptar el Decreto y el gobierno les separa de sus cargos. Ante este atropello, Castelar renuncia de su cátedra el 19 de marzo y Giner de los Ríos, el 25. Sucesivamente, fueron abandonando la Universidad Salmerón, Gumersindo de Azcárate, Montero Ríos, Figuerola, Moret y muchos otros. Los catedráticos de la Universidad Central firman una carta colectiva de protesta que llevó a la cárcel o al destierro a muchos de los firmantes.

En la primavera de 1876, los krausistas, salen de la cárcel y vuelven del destierro. Desde este momento se empieza a trabajar en un nuevo proyecto de amplias repercusiones: la Institución Libre de Enseñanza, que, amparada en el reconocimiento de la libertad de enseñanza de la Constitución de 1876, iba a iniciar sus actividades el 29 de octubre de ese mismo año, bajo la presidencia de Giner de los Ríos.

En la Institución Libre de Enseñanza no profesan solamente la plana mayor del krausismo, sino también positivistas, especialistas en diversas disciplinas y personalidades académicas, como Joaquín Costa, que no estaban vinculados al krausismo estricto. La Institución introdujo la moderna pedagogía racionalista, laica y humanista, siguiendo, fundamentalmente, el modelo anglosajón. Supuso un nuevo estilo en la relación entre maestros y alumnos y un interés, desconocido en el país, por la renovación didáctica.

Los auténticos beneficiarios de la libertad de enseñanza fueron la Iglesia y las órdenes religiosas, que ejercerían una considerable influencia sobre la sociedad y la política a través del adoctrinamiento de la juventud. Las periódicas limitaciones de la libertad de cátedra, la separación de los profesores de la universidad, el

control de la enseñanza y la falta de puesta al día en el terreno humanístico, filosófico y científico-técnico, habían acabado por sumirla en la rutina y la impotencia. La vuelta, en 1882, de los catedráticos expedientados no sirvió de mucho, ya que la mayor parte de ellos estaban volcados en proyectos extrauniversitarios. Sin embargo, la aceptación del principio de libertad de cátedra y la reintegración a la Universidad de los profesores destituidos, supone un cambio en la orientación de la Institución Libre de Enseñanza que, después de un primer período muy combativo, va a adoptar, a partir de entonces, una línea posibilista, tratando de reformar el sistema educativo desde dentro, centrándose, sobre todo, en la renovación pedagógica. En la primera década de la restauración, muchos de los más eminentes científicos de Madrid mantuvieron relación con ella, entre ellos González de Linares (historia natural), Salvador Calderón (geólogo), Luis Simarro (neurólogo), Lucas Mallada (ingeniero de minas) e,, incluso, Ramón y Cajal.

En 1883 se recuperan los derechos de reunión y expresión; en 1887, la Ley de Asociaciones permite el ejercicio del derecho a libre sindicación: la España del siglo XX empieza a apuntar a lo largo del dilatado período de Restauración y del sistema de alternancia en el poder entre Cánovas y Sagasta: la burguesía y el proletariado se constituyen y se enfrentan paulatinamente.

DIFUSIÓN DE LAS IDEAS DARWINISTAS

En 1859 Charles Darwin publicó su obra El origen de las especies, originando polémica sin par, incluso en España, donde un grupo de jóvenes con pretensiones de intelectualismo chocó con otro de ideas ultracatólicas, entablándose conflicto en Ateneos y cátedras. Entre los jóvenes intelectuales que bullían en ese instante había un grupo que podemos llamar Krausistas, como era Giner de los Ríos y su discípulo Augusto González de Linares. Linares ya destacó entre los jóvenes oradores del Ateneo de Madrid en un ciclo de conferencias como filósofo y naturalista antes de ganas las oposiciones a la Cátedra de Historia Natural de Santiago de Compostela en 1872. Defendió a Darwin cuando publicó “The descent of man”.

La enseñanza de las Ciencias Naturales, que había sido memorista, descriptiva y sistemática, con una sucesión de clasificaciones y de nombres complejos, intercaladas con interpretaciones teóricas procedentes del Génesis, cambió entonces lentamente y comenzaron a introducirse las doctrinas evolutivas de Charles Darwin, Charles Letourneau y Eduard Suess, alternadas con prácticas de bisturí y microscopio, así como con excursiones en donde se explicaban los fenómenos naturales desde la propia naturaleza. Además, comenzó un interés por divulgar la ciencia en un intento por introducir el saber científico en la cultura popular, con el fin de eliminar los numerosos mitos, que dificultaban el progreso.

Cuenta el Dr. Carracido que González de Linares era persona de palabra abundante, fogoso, de particular atuendo y lecciones elocuentes, pero lo malo era la doctrina. Parecía a muchos que utilizaba oscuros conceptos, que trataba materias ajenas a la asignatura y sobre todo que exponía tesis irreligiosas o antirreligiosas. Linares habló sobre los fundamentos de la Teoría de la Evolución en donde exponía el génesis del organismo humano por transformación de los monos antropoides, sus predecesores. Los ánimos se caldearon dividiéndose y alternando protestas y aplausos. Entre los discrepantes había un catedrático de Medicina que halló las ideas del conferenciante heréticas al objeto de pulverizarlas al instante. Linares fue aquí el primer apóstol del evolucionismo darwiniano, dice Carracido.

A pesar de la progresiva introducción de las nuevas corrientes científicas, el

desarrollo de las actividades científicas en España afrontaba aún considerables obstáculos. Augusto González de Linares, en 1875 expuso abiertamente en su cátedra de Ampliación de Historia Natural de la Universidad de Santiago las tesis darwinistas, dando origen a la circular de Manuel Orovio, en la que se prohibía la libertad de cátedra para impedir la explicación de estas teorías evolutivas, provocando la denominada “segunda cuestión universitaria”. Su expulsión estuvo acompañada, principalmente de la de su maestro, Giner de los Ríos y Nicolás Salmerón, y tras la misma, su labor encontró continuidad en sus discípulos: José Rodríguez Carracido, impulsor de la química biólogica en España y Odón de Buen, catedrático de Historia Natural y principal creador del Instituto Nacional de Oceanografía.

De este modo, a finales del siglo XIX, se habían formado en España laboratorios biológicos cuyas investigaciones eran reconocidas en el extranjero y que proporcionaron descubrimientos de primera importancia. Los naturalistas españoles empezaron a adoptar métodos de enseñanza y estudio similares a los que se daban entonces en los países de nuestro entorno y comenzaron a dar sus primeros frutos los intercambios formativos de profesores, principalmente con Francia, Alemania, Holanda y Bélgica.

En este marco de creciente desarrollo de la actividad científica se hizo realidad el despegue de la Ciencia en España, que en el caso de las Ciencias de la Naturaleza generó no sólo la creación de diferentes instituciones para su estudio, como el Museo Nacional de Ciencias Naturales, la Sociedad Española de Historia Natural o el Instituto Nacional de Oceanografía, sino también una base docente sólida que produjo numerosos discípulos, quienes comenzaron a desarrollar diferentes trabajos científicos por todo el país en la totalidad de las áreas de las Ciencias Naturales.

ESTACION DE BIOLOGÍA DE SANTANDER

Linares en 1875, cuando era profesor en Galicia, se fijó en los muelles de Vilagarcía y Marín para ese fin. Desde este puntual hecho transcurre bastante tiempo sin referencias a la Biología Marina en la actividad de Linares. El naturalista estuvo trabajando en Botánica en el Museum de París bajo la dirección de Van Thiegen.

En 1881, los liberales entrarían en el Gobierno; enseguida se deroga la circular de Orovio, lo que suponía la vuelta de los profesores represaliados. Sagasta accede al Gobierno y Linares, explica a Giner en una carta los detalles de la comisión que le interesa conseguir, siendo firme su deseo de no ocuparse de su labor docente y continuar en el extranjero.

Madariaga explica que visita Inglaterra (British Museum), Francia (Laboratorios de Wilmereux, Concarneau, Marsella) e Italia (Nápoles), indicando que en estos viajes afianza su interés por la Biología Marina. Las fuentes documentales sobre estas actividades se limitan a las muy breves y rudimentarias notas sobre esponjas ce Wilmereux y Concarneau. A su regreso es comisionado de nuevo. El ámbito del estudio esta, en este caso, bastante delimitado en el tema marino, lo que ya parece confirmar un interés definido. Explora:

"las costas de España, dedicando especial interés a Santander, Santoña y San Vicente de la Barquera, que estudia de 1882 a 1884. Los dos años siguientes los dedica a la ría de Santoña y costa inmediata desde Noja hasta San Julián."

Parece que Linares centra mucho su estudio en una parte concreta de la costa peninsular; pero, además, llaman la atención las fechas y actividades indicadas, pues, según ellas, dedica ya parte del tiempo de su primera comisión al extranjero para investigar en la costa cántabra y la valenciana. No publicó nada de estos estudios, por lo que desconocemos sus características.

Tiene una participación activa en la promulgación en mayo de 1886 de la R.O. por la que se creaba la primera Estación de Biología Marina del Estado español. Mientras que el gobierno liberal progresista apoyaba decididamente los proyectos de Linares, el gobierno conservador los paralizaba.

El 16 de mayo de 1886 se incluye en La Gaceta de Madrid el Real Decreto de

fundación de la "Estación marítima de Zoología y Botánica experimentales", en él se especifican las condiciones que han de ser llevadas a cabo para determinar la localización de la estación, además de los objetivos de la misma, que principalmente era “el estudio de la flora y la fauna de nuestras costas”, también se especifican las características que han de ser cumplimentadas por el director.

La creación de la Estación suponía un importante paso en la modernización e institucionalización de la investigación biológica. Es conocido el apoyo al proyecto de Linares del grupo krausoinstitucionista. Una vez creada la Estación, Linares es inmediatamente comisionado durante seis meses para estudiar en Italia la organización de la Estación Zoológica de Nápoles, por Real Orden de 30 de junio de 1886. En agosto autoriza, la Dirección General de Instrucción Pública, que se ocupe el primer mes de la comisión a explorar las costas de Galicia, Asturias y Santander y los otros cinco en Nápoles. El mal tiempo obligó a que dicha exploración no pudiera realizarse en la fecha prevista, por lo que Linares no se incorporó a la Stazione hasta el 14 de enero y amplió su estancia hasta junio de 1887. Se considera que la estancia de Linares en Nápoles marca el inicio real de la formación de este autor en Biología marina. Hasta ese momento su actividad se limitaba a una serie de viajes y visitas que sólo le permitieron conocer diversos laboratorios y realizar un muy escaso y primario trabajo recolector. La nueva comisión facilitaría que adquiriese una mínima formación y curriculum para ganar el concurso a la Dirección y elaborar la memoria preceptiva para el acceso.

En una carta enviada por Linares a Giner desde Nápoles, el naturalista cántabro, manifiesta sus escasos conocimientos en la materia, que contrastan con informaciones posteriores sobre la fama que tenía en la Stazione de experto sistemático. A esta confesión sigue la confidencia de las suspicacias que originaban esa ignorancia: decía que no estaba preparado para dirigir la Estación Zoológica de España y se denominaba a sí mismo farsante. Oficialmente, debería superar el concurso establecido por la R.O. de creación, pero, por lo visto, era público quien sería elegido en junio de ese año.

Linares solicita a Giner que interceda para percibir cierta cantidad y, sobre todo, para que le prorroguen la estancia. En la carta observamos familiares relaciones con responsables de la Administración ligados al kraussismo y la constante posición de apoyo de Giner, quien siempre estaba dispuesto a resolver todos los problemas de Linares. Pero en esta ocasión los deseos de este no se pudieron cumplir totalmente, pues en una carta de 31 de mayo de 1887 expresa la incomodidad que le ocasiona el requerimiento de Giner para que vuelva inmediatamente. En Nápoles elabora la memoria que presenta al concurso para la dirección de la Estación, Datos para la descripción de la fauna marina de España, trabajo que no llegó a publicar.

El 21 de junio de 1887 Linares es nombrado Director de la Estación. Quedaba pendiente según el decreto de creación, la visita de las costas de España para determinar la localización del establecimiento. Significativamente, desde ese momento Linares fija su residencia en Santander y realiza la exploración entre diciembre de 1887 y junio de 1888. El material que recogieron en ese tiempo fue destinado al Museo de Santander. La documentación sobre este tema figura en el sobre titulado “Notas manuscritas de don Augusto González de Linares”. Otra cuestión es la posible ayuda que pudo prestar a Linares en la identificación de ejemplares y estudio de su distribución. José Rioja Martín (1866-1945), ayudante de Historia Natural en la Universidad de Valladolid, fue alumno de Ignacio Bolívar, quien los anima a ayudar a Linares en la Estación, es la persona elegida como ayudante de Linares.

El 21 de marzo de 1889, Linares, presentó, tras realizar una exposición valorada exitosamente por la bibliografía, el Informe sobre la localización al Ministro de Fomento, proponiendo la instalación de la Estación en Santander. El Informe sólo apareció publicado en un medio de difusión santanderino, Cantabria, pero en él solo expondrá los resultados generales en la medida necesaria para legitimar la elección del emplazamiento propuesto.

Linares parece no resignarse a crear una Estación marina más y su planteamiento básico se muestra científicamente ambicioso. Cree que el estudio de la fauna profunda permitirá conocer mejor la fauna litoral y pelágica, dotada de una íntima relación con la anterior. Partiendo de este criterio, rechaza inmediatamente el Mediterráneo, lo mismo que la zona oceánica meridional y occidental, por lo que limita el estudio a la costa cantábrica. En ella cree que existe una gran posibilidad de investigar esa fauna profunda, de modo “continuo y metódico” y que ello permitirá “fácil el acceso regular y sistemático a los más cercanos de sus grandes fondos, …”. Describe los fondos marinos de esa costa, sobre la base de las exploraciones del buque francés Travailleur. Pero tampoco considera válido todo el Cantábrico y sólo le resultan interesantes la provincia de Santander y la parte oriental de la provincia de la Coruña.

La exploración de los fondos, hallazgo de especies nuevas y el darwinismo, favorecieron el interés por los fondos marinos, entendiendo como relacionadas las faunas de las distintas profundidades. Pero a finales del XIX, se pudo comprobar que ni los fondos contenían la riqueza biológica que se aguardaba, ni allí estaba la fuente de la vida. Si a esto sumamos la exigencia de importantes medios para su estudio, comprenderemos que en esa época los fondos dejaran de interesar. Por ello ninguna Estación biológica se planteará un estudio de la fauna abisal como el que pretendía nuestro autor.

Justifica, después, la elección de la costa santanderina, porque considera que está más próxima que la coruñesa al fondo máximo y que desde ella se puede acceder a él de un modo más “suave y gradual”. Comenta que dentro de la zona de Santander, Dan Vicente de la Barquera era el mejor sitio. En apoyo de estas presunciones indica que obtuvo seis especies que considera de fondos; lo considera una sólida prueba práctica se la riqueza de los fondos de esa zona y de la facilidad para acceder a éstos.

Razona que tuvo que prescindir del emplazamiento de la Estación en S. Vicente y Suances por disponer allí de menores apoyos que en Santander. Madariaga comenta que varias ciudades, Santander, Vigo y Ferrol, aspiraban a la Estación, pero “solamente Santander y San Vicente de la Barquera ofrecieron subvenciones o cedían terrenos, …”.

Si ya en 1884 sabía del lugar idóneo para ubicar la Estación, explica que pasó 6 meses explorando la costa del Estado español por la posibilidad de que la Superioridad eligiera un criterio diferente al suyo, a la hora de decidir la ubicación; esto se contradice con la muy escasa información aportada. Decide limitar el estudio a los “rasgos más culminantes de la fauna litoral y pelágica en aquellas de nuestras costas donde es menos conocida o presenta un interés especial”; además, excluye los moluscos, elimina casi el Mediterráneo por ser una costa muy homogénea y bastante estudiada. La búsqueda de una argumentación que justifique la necesidad de determinar la localización de la Estación basándose en la proximidad regular a os fondos se muestra como el principal objeto de preocupación de Linares; este, enfrentado a una cuestión teórica, escribe con una fluidez que está ausente en sus notas de trabajo de campo y laboratorio.

Considerado en su conjunto, el Informe se presenta como un paradigmático documento de extravagancia o tergiversación científicas, si bien es fácil inclinarse por la segunda posibilidad, pues no creemos que Linares, con lo que podía saber, defendiera en serio la tesis de los fondos. Sería iluso que pretendiera abordar un tan complejo estudio cuando eran tan claras sus dificultades ante problemas científicos elementales. La ausencia de cualquier alusión a la pesca e industria, aspecto básico para el desarrollo racional de la explotación marina y objetivo segundo del Decreto de creación de la Estación, es sumamente significativa, pues cualquier referencia obligaría a pensar en la localización en la zona de mayor actividad pesquera, Galicia. Por otra parte, la localización en Santander permitía, según ese Decreto de creación, su dependencia del Rector de Valladolid, cuestión que debía preocupar a Linares y sobre la que dibuja relacionando la porción de costa correspondiente a cada distrito universitario.

'Augusto González de Linares'

'Augusto González de Linares'

'Augusto González de Linares'

'Augusto González de Linares'

Charles Darwin, de quien, según Carracido, Linares fue su primer apóstol en España




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Enviado por:Laritashhh
Idioma: castellano
País: España

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