Literatura


Yerma; Federico García Lorca


  • Analiza el conflicto entre la fertilidad y la infertilidad:

  • En la España de la primera mitad del siglo XX, así como en otras culturas y naciones, el segmento tradicionalista de la sociedad demandaba que las mujeres solamente aspiraran a ser madres y amas de casa. Desde pequeñas, las mujeres aprendían a valorar tales funciones.

     

    En Yerma, Federico García Lorca explora el conflicto interno de una mujer casada que desea y busca infructuosamente ser madre. La tragedia de la protagonista, Yerma, es anunciada por su nombre y materializada por la posible esterilidad de su pareja. Juan, su esposo, no puede ni quiere engendrar hijos.

    Las convicciones morales de Yerma no le permiten tener hijos con otro hombre que no sea Juan, mientras éste viva. La acción de Yerma es una respuesta radical y tradicionalista al mismo tiempo. Por un lado, a través de un gesto radical, se libera de la esterilidad de Juan aunque no de su tragedia personal. Por otra parte, la determinación de Yerma de matar a Juan obedece en parte a su deseo de cumplir con una función impuesta por la sociedad; quiere tener hijos como las mujeres casadas que viven a su alrededor. Yerma, como toda mujer de esa época, cree que la naturaleza dicta que una mujer debe de procrear hijos y que a aquella que no cumpla con su función reproductiva algo malo le pasará. Por eso está convencida de que tiene que tener hijos para cumplir su función como esposa y para ser una mujer completa como resultado de las presiones sociales.

    El paso del tiempo tiene repercusiones psicológicas muy importantes para Yerma y va determinando su destino ya que ésta ve que la posibilidad de ser madre se va alejando poco a poco. 
    Al principio de su matrimonio, cuando ya han pasado un par de años, Yerma mantiene las esperanzas de que pronto será madre. Pero con el paso del tiempo Yerma empieza a preocuparse por no haber quedado embarazada durante los años que lleva casada y así se lo expresa a Juan:

    Página 43

    “Yerma: ¡ No tenemos hijos. . . Juan ! " (…) "¿Es que yo no te quiero?".

    Cuando María le comunica a Yerma que está esperando un hijo, ésta se sigue desesperando cada vez más, ya que María lleva únicamente cinco meses de casada. Yerma queda sorprendida ante la noticia. Yerma le confiesa a María su preocupación por no tener aún ningún hijo:

    Página 49

    María: ¡Es verdad! ¿Por qué será eso? De todas las novias de tu tiempo tú eres la única…

    Yerma: Es así. Claro que todavía es tiempo, Elena tardó tres años y otras antiguas del tiempo de mi madre mucho más, pero dos años y veinte días, como yo, es demasiada espera. Pienso que no es justo que yo me consuma aquí. Muchas veces salgo descalza al patio para pisar la tierra, no sé por qué. Si sigo así, acabaré volviéndome mala".

    Así la ansiedad de Yerma va creciendo porque sus temores de no procrear un hijo se van confirmando. En aquella época todas las mujeres quedaban en cinta al poco tiempo de contraer nupcias, era lo normal. En ese sentido, el entorno ejerce una influencia negativa sobre Yerma porque ella mide la gravedad de su situación a través de los embarazos de las demás.

    De esta forma, la lenta espera empieza a consumir y a llenar de resentimiento a Yerma, que incluso actúa con instintos maternales sin serlo, da consejos a otras de cómo cuidar a sus hijos y también les avisa de posibles peligros que los pequeños pueden correr, por ejemplo, mientras no están con ellos en casa:

    Página 58

    “Muchacha 1ª: Yo llevo mucha prisa. Me dejé el niño dormido y no hay nadie en casa.

    Yerma: Pues aligera mujer. Los niños no se pueden dejar solos. ¿Hay cerdos en tu casa?

    Muchacha 1ª: No. Pero tienes razón. Voy de prisa.

    Yerma aún sin ser madre, se imagina muy bien por lo que tiene que pasar, pero esta absolutamente dispuesta a sufrirlo:

    Página 50:

    “Yerma: …Tener un hijo no es tener un ramo de rosas. Hemos de sufrir para verlos crecer. Yo pienso que se nos va la mitad de nuestra sangre. Pero esto es bueno, sano, hermoso. Cada mujer tiene sangre para cuatro o cinco hijos, y cuando no los tiene se les vuelve veneno, como me va a pasar a mí”.

    Si nos vamos fijando a medida que va pasando el tiempo, las palabras de Yerma son más extremas.
    Esta tanta la obsesión de Yerma por tener un hijo que ella misma admite que lo único que desea de la relación con Juan es tener un hijo, y que su unión con Juan fue resultado de la continuación de la tradición de arreglar los matrimonios.

    Yerma admite que no siente amor por Juan. Más aún, no es que solamente esté obsesionada en tener un hijo, sino que ésta es la única razón por la que sigue con él:

    Página 56

    Yerma: "Mi marido es otra cosa. Me lo dio mi padre y lo acepté. Con alegría. Ésta es la pura verdad. Pues el primer día que me puse novia con él ya pensé... en los hijos… Y me miraba en sus ojos. Sí, pero era para verme muy chica, muy manejable, como si yo misma fuera mi hija."

    Juan somete a Yerma a una vigilancia continua trayendo a sus hermanas, por eso Yerma se desespera y tiene que salir a la calle a buscar respuestas a sus preguntas. Para desahogar su pena y para solucionar su problema, Yerma acude a la Vieja. Sin embargo, inicialmente ésta última se muestra renuente a discutir con la joven sobre su problema. Yerma responde a la negativa con una mezcla de ira y reproche:

    Página 57

    “Yerma (triste): Las muchachas que se crían en el campo, como yo, tienen cerradas todas las puertas. Todo se vuelven medias palabras, gestos, porque todas estas cosas dicen que no se pueden saber. Y tú también, tú también te callas y te vas con aire de doctora, sabiéndolo todo, pero negándolo a la que se muere de sed". 

    Para acabar, Juan admite ante su mujer que él no desea tener hijos. Esto empeora la situación para Yerma porque ahora enfrenta dos factores en su contra: Juan puede ser estéril y, además, no desea hacer nada al respecto. También, con sus palabras, Juan articula la situación de la mujer en la relación conyugal. Mientras él obtiene lo que quiere del matrimonio, Yerma no está satisfecha; sus expectativas no son cumplidas:

    Página 110:

    “Juan : …Sin hijos es la vida más dulce. Yo soy feliz no teniéndolos. No tenemos culpa ninguna.

    Yerma: ¿Y qué buscabas en mí?

    Juan: A ti misma

    Yerma (excitada): ¡Eso! Buscabas la casa, la tranquilidad y una mujer. Pero nada más. ¿Es verdad lo que digo?

    Juan: Es verdad. Como todos”.

    Al final, la poca esperanza que le queda a Yerma de algún día cumplir su deseo se desvanece cuando Juan le confiesa que no podrá tener hijos.

    Al no poder cumplir con el designio que la naturaleza y la sociedad impone en ella como mujer, Yerma le quita la vida. 

    Se puede decir que Yerma fue en contra de las normas sociales ya que las transgredió al quitarle la vida a Juan, al obstáculo de su maternidad. Sin embargo, la violación de las normas tiene su origen no solamente en el deseo de Yerma de producir como la naturaleza lo manda en las mujeres sino también en el de seguir la tradición de la mujer casada. La naturaleza de una mujer es ser madre y la sociedad toma ese principio para después presionarla para que lo cumpla.

    Yerma representa, en palabras de Lorca, "a traves de la línea muerta de lo infecundo, el poema vivo de la fecundidad. Y es de ahí, del contraste de lo estéril y lo vivificante de donde extraigo el perfil trágico de la obra.

  • Analiza los elementos sexuales, la infidelidad y como aparece el concepto de honor y honra:

  • Los conceptos de honor y honra y la infidelidad están muy relacionados en la obra, ya que en esa época, al producirse alguna infidelidad en la pareja, el honor de la familia se veía muy perjudicado.

    La única alternativa que le queda a Yerma para tener hijos es buscar un hombre fértil que la posea fuera del matrimonio pero su moral y la educación que ha recibido no se lo permite. Su educación le impone un código de normas que no puede romper por ningún motivo. Su deseo de tener un hijo es inmenso, pero ella no está dispuesta a pasar por encima de sus arraigadas convicciones: "Lo primero de mi casta es mi honradez". Las normas sociales se sobreponen a los las ganas que tiene y no le permiten tener hijos con otro hombre que no sea su marido.

    Como siempre en Lorca, la presión social que actúa sobre todos los personajes es clarísima e inevitable. La misma Yerma siente en su sangre la "honra" que debe a su casa y que le impide cambiar su situación de mujer sin hijos. Con esta obra Lorca condena una serie de valores propiamente hispánicos que impiden al individuo ser libre, que lo marcan incluso desde su propio inconsciente, que lo llevan a la autorrepresión. "El honor es una moral que hay que eliminar". Así, Yerma tiene que tener hijos para cumplir su función como esposa, para ser una mujer completa, como puro resultado de las presiones sociales, nunca por sí misma. Lo único que Yerma desea de su matrimonio es tener un hijo y como ya he dicho antes, admite que no siente afecto por su compañero, del que lo único que quiere es tener un hijo.

    Los rumores, lo que la gente mal pensante crea, son muy importantes en la cultura rural, puesto que pueden terminar con la honra de Juan, personaje que está siempre preocupado por los otros. En contraposición, Yerma no da demasiada importancia a lo que la gente piense. En relación a este problema, surge la idea de que cuando una mujer habla fuera del hogar comete pecado, crea muy mala fama y puede destruir la honra. "Hablar" siempre ha sido algo que puede ocasionar algún peligro, pero en una mujer casada no estaba bien visto, sobre todo en el campo:

    Página 79

    “Yerma: Yo no sé quién soy. Déjame andar y desahogarme. En nada te he faltado.

    Juan: No me gusta que la gente me señale. Por eso quiero ver cerrada esa puerta y cada persona en su casa.

    Yerma: Hablar con la gente no es pecado.

    Juan: Pero puede parecerlo. (...) Cuando te den conversación cierra la boca y piensa que eres una mujer casada.

    Es precisamente la preocupación por cuestiones de honor y apariencias lo que empeora la situación de Yerma. La obsesión de Juan por conservar su nombre limpio es tan grande que prácticamente quiere que Yerma viva encerrada en su casa. Por otra parte, la misma Yerma está convencida de que ella no debe de manchar el nombre de su esposo en ninguna forma. Así que rechaza tener relaciones con otro hombre que no sea Juan para conseguir un embarazo. Esto se demuestra cuando la vieja le ofrece a su hijo, que sí que puede engendrar, y ella se niega rotundamente. También admite que Víctor ha sido el único hombre a quien ha querido, pero ni por él está dispuesta a serle infiel a Juan:

    Página 93

    “Yerma: Se lo conozco en la mirada, y como no los ansía no me los da. No lo quiero, no lo quiero y sin embargo, es mi única salvación. Por honra y por casta. Mi única salvación.”

    Yerma sólo puede destruir su nombre (la inhabitada, la infertilidad, según su origen etimológico) mediante la procreación, para acabar con todo, porque de lo contrario alguna gran desgracia sobrevendrá. Ya desde sus inicios ella siente con claridad una premonición funesta y ante estos desgraciados signos, Yerma echa mano de las dos posibilidades para evitarlos: el recurso a los santos para quedar embarazada y el acercamiento sexual al esposo; pero este acercamiento sexual, se convierte en una frustración sexual ya que su marido tiene mucho trabajo, nunca está en casa, ni siquiera por la noche, y además no se le ve demasiado interesado, lo que acaba de frustrar del todo a Yerma:

    Página 75-76-77:

    “Yerma: ¿Te quedarás?

    Juan: He de cuidar ganado. Tú sabes que esto es cosa del dueño.

    Yerma: Lo sé muy bien. No me lo repitas.

    (…)

    Yerma: …Vivo sumisa a ti, y lo que sufro lo guardo pegado a mis carnes. Y cada día que pase será peor…”

    Una tercera vía, la unión con otro hombre, la rechaza porque tiene honra.

    Para acabar con este conflicto irresoluble, Yerma comete un doble crimen: por un lado, acaba con un matrimonio de conveniencia (su amor es Víctor) que no le da el fruto por el que tanto suspira: un hijo. Por otro, muerto el marido ya no hay posibilidad del hijo, pues su devoción a la honra así lo exige.

    3) Busca las características de las tragedias, sobre todo las tragedias clásicas y barrocas y averigua si esos elementos aparecen en este texto:

    TRAGEDIA (Del griego "tragoodia", a su vez de "tragos": macho cabrío que se sacrificaba, y "oodee": canto que se realizaba en honor de Baco)
    Poemas dramáticos sobre personajes ilustres para ser representados en público. Las tragedias clásicas griegas fueron escritas por Sófocles (H. 496 a. de J.C.), Eurípides (480 a. de J.C.), etc. / Modernamente, obra teatral caracterizada por personajes dominados por las pasiones, cuyas acciones desembocan en un fín catastrófico.

    La tragedia griega supone la lucha del hombre con el destino, el hado funesto ante el cual suele acabar sucumbiendo pues ya no existe la solución.

    Podría decirse que el eje central de toda obra trágica es el restablecimiento doloroso del orden, y el alumbramiento traumático del deber en su doble aspecto. Desde el plano religioso, desarrolla el antagonismo que existe entre el hombre y el cosmos. Y en el plano político explica la conflagración subyacente entre el hombre y el poder.

    Este aspecto formaba parte de la mentalidad de los griegos. De hecho, la Polis era considerada como un todo, y la justicia, para este pueblo era un valor excelentísimo. Si no había justicia en sus gobernantes la Polis tampoco podía ser justa. Por eso, para los griegos, la política y los políticos eran los encargados de ejecutar justicia, pero en una dimensión propiamente humana. No había posibilidades de realización individual dentro de un régimen injusto. 

    La finalidad de los festivales dramáticos era la de exaltar la tradición mítica, el patriotismo; aleccionar, conmover, marcar nuevos rumbos, como así también dar lugar a cuestiones honoríficas y cuando no, farandulescas. Muchos actores obtenían premios tales, como la corona de hiedra o placas recordatorias llamadas ex-voto.

    El coro (coreutas) estaba a cargo de los ciudadanos ricos y hacendados, quienes corrían con todos los gastos del espectáculo, creyendo que cumplían así un deber de piedad patriótica" (piedad que, por cierto, contribuía también a la conquista de los sufragios populares).

    Sin duda, tres de los trágicos más grandes de la historia de la literatura son Esquilo, Sófocles y Eurípides. Cada uno, imbuido por los sucesos de su tiempo supo plasmar en sus obras las emociones, las angustias, las dudas y las pasiones de los hombres de su época, con exquisito talento. 

    En cuanto al tema de la tragedia, procedía de los cantos homéricos, de los ciclos de Tebas y de Micenas - Argos de los cuales debieron existir cantos épicos hoy perdidos. Sea cual fuere el caso, el hecho es que cuando el pueblo griego iba al teatro, ya conocia la historia, por ejemplo: cuando el público griego acudió a ver el Edipo de Sófocles, ya sabía perfectamente quién era Edipo y cuál era su fin y cuál había sido su antecedente. La labor del dramaturgo era la de enriquecer o variar el tema, labor que era discutida o loada por el público, esto explica la esistencia de los mismos temas en diversos autores: cada uno daba su versión particular de los hechos legendarios.

    En contra de la tergiversación romántica de la tragedia clásica, el defecto social que presenta la tragedia no es el que se atribuye por lo común a algunos personajes centrales; la fuerza de la tragedia es la estupidez general de toda la sociedad, incluídos sus líderes

    Por otro lado, en la vida real o en el teatro clásico, cada vez que una intervención sublime saca a una nación de la ruina que le habían escogido las instituciones y la opinión popular prevalecientes, el papel de la personalidad excepcional es esencial. En ese sentido, la ausencia de esos individuos excepcionales en el lugar y en el momento precisos es lo que con razón se considera el factor decisivo de la tragedia clásica, tanto en la vida real como en las tablas.

    Por lo que se refiere a la estructura de la tragedia, en la estructura de la tragedia griega se distinguen las siguientes partes:

    - Prólogo: de forma monologada generalmente, o dialogada e algunos casos, en el prólogo se cuentan los antecedentes de la historia que se va a representar y en qué punto ésta comienza a relatarse, además de situarnos y anticiparnos la historia.

    - Parodos: es el canto inicial del coro que debe su nombre a la escalinata por la que el coro subía desde la orquestra a la escena.

    - Episodios: Su correspondiente actual serían los actos. Estaban separados unos de otros por cantos del coro llamados estásimos.

    - Éxodo: Es el último de los episodios que consiste en la salida del coro tras su última intervención.

    Muchas de las características y de los elementos citados se ven reflejados en la obra de Yerma.

    En primer lugar, en esta obra podemos ver como se produce un reestablecimiento doloroso del orden: la protagonista de cada vez se va obsesionando más, y finalmente, para acabar con todo decide matar a su marido, Juan.

    Otra característica común es que se da lugar a cuestiones honoríficas, esta característica de las tragedias griegas es un elemento muy importante en esta obra, el honor está detalladamente explicado en la pregunta número dos.

    Las tragedias clásicas también destacaban por el coro, que también podemos ver en esta obra de Lorca. La aparición del coro puede ser debida en parte a que en sus inicios, Lorca se interesó mucho por la música, y eso después se vio reflejado en sus obras.

    Una de las características más importantes de la tragedia, es que ya se conocía la historia, y por lo tanto, también el final. En Yerma, des de el principio se sabe que va a ser el final, ya que debido a la importancia que le dan al honor y a la fidelidad, no hay otro posible final que no sea la muerte de uno de los personajes.

    La ausencia de individuos excepcionales, como los héroes, es otro de los elementos a destacar. En la obra no aparece en ningún momento un personaje que vaya a ser el factor decisivo y que resuelva el problema.

    Por último, el orden de ambas tragedias es parecido, comenzando por un canto, se sigue con los actos y finaliza con un canto, aunque este último canto en Yerma no aparece.

    BIBLIOGRAFIA:

    Enciclopedia del estudiante, de Larousse.

    Gran enciclopedia catalana.

    Enciclopedia Monitor, de Salvat.

    Nova Enciclopedia del estudiante, de Carroggio.

    Obras maestras del teatro. Autor: S. Giménez

    La influencia de Lorca en el teatro español del siglo XX, por Eduardo Najera




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    Enviado por:Montanna
    Idioma: castellano
    País: España

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