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White Collar, ladrón de guante blanco


White collar. Ladrón de guante blanco

Por Antonio Pacios.

En el libro Delincuencia de cuello blanco (1949) su autor, Edwing Sutherland, sociólogo americano y uno de los criminólogos más influyentes del siglo XX, define este tipo de crímenes “como aquellos delitos que comete una persona respetable, de un status social alto, en el transcurso de sus ocupaciones”.

Fijándonos en las constantes noticias que mes a mes, día a día, asaltan las portadas de los periódicos de nuestro país sobre escándalos políticos y nuevos casos de corrupción en ayuntamientos por parte de algunos a los que hemos votado, el discurso del párrafo anterior podría resumirse con un único adjetivo mucho más zafio y simplón: chorizos.

Pero no te preocupes, White collar de la cadena americana USA Network y creada por Jeff Eastin no trata precisamente de abusos casposos o “metida de manos largas” en las arcas públicas. Aquí en España, de manera más insulsa y literal en cuanto a contenido, la han traducido como Ladrón de guante blanco. Es una serie ambientada en New York, sobre falsificadores y ladrones muy versados en estafas y fraudes de toda índole, que mezcla de manera soberbia el drama con puntuales pinceladas cómicas.

El piloto es uno de los más trepidantes que he visto en televisón. En menos de quince minutos el protagonista Neil Caffrey (Matt Bommer), timador de profesión y dandi romántico por vocación, un tipo guapo a rabiar que parece que han sacado del catálogo de Hugo Boss (en toda la serie viste traje) y al que le quedan escasos meses para cumplir integra la condena de cuatro años que le habían caído por sus diversas fechorías, se marca él solito la primera entrega de Prison break completa escapándose de la cárcel de máxima seguridad en la que se encuentra encerrado. Las razones que le empujan a hacerlo son de naturaleza más noble que su oficio, le nacen de la profundidad del corazón, ya que durante la última visita que había tenido de su novia mientras estaba preso, ésta lo había dejado y ahora necesita encontrarla para pedirle explicaciones. A priori la razón parece superflua pero tras ella se esconde la subtrama de la primera temporada.

A partir de ese momento, el episodio se convierte en una desesperada búsqueda y doble persecución. La primera la del propio Caffrey siguiendo a su novia. Y la segunda, la que sufre él mismo por parte de un equipo de investigación del FBI, que le pisa de cerca los talones, encabezado por Peter Burke (Tim DeKay); el agente que había conseguido meterle entre rejas años antes.

Burke al final consigue pillarle. Y es ahí cuando le ofrece un trato difícil de rechazar. En vez de devolverlo a prisión le propone que trabaje para él a cambio de obtener su libertad. Que a través de su experiencia dentro del mundo criminal le ayude a atrapar a otros timadores.

Esa es principalmente toda la enjundia en la que se basa White Collar, la de un ratón esquirol al que una vez que un señor don gato del sistema le aprieta un poco las tuercas decide, para poner a salvo su propio rabo, adiestrarse y convertirse también en minino que caza a otros roedores.

Mientras los capítulos avanzan la relación de estos dos personajes se van afianzando cada vez más. La química entre el par de actores que interpretan a los protagonistas es extraordinaria.

El reparto lo completan, entre otros, caras conocidas como Tiffani Thiessen (Salvados por la campana, Sensación de vivir), en el papel de esposa de Burke, Willie Garson (Ally Mcbeall, CSI, Pushing Daisies), amigo y hombre de confianza de Caffrey y también timador que antaño le acompañaba en el planteamiento y la ejecución de los golpes, y Marsha Thomason (Lost y Las Vegas), agente especial del FBI y mano derecha de Burke.

En mi opinión la serie, como el adjetivo que encabeza el titulo original en inglés y el mismo que la finaliza ya traducido al español, es una serie demasiado blanca. Diría que en ocasiones los guionistas pecan de una exagerada inocencia en el desarrollo de la trama. No llegando a profundizar en muchos aspectos del mundillo del engaño y la fullería desconocidos para un espectador profano. Y usan sin escrúpulos un truco manifiesto que hace que Caffrey no peque de canalla; casi todos los ladrones, estafadores y chantajistas que entrega a la justicia arrastran consigo también crímenes de sangre. Él en cambio tiene las manos tan limpias como resplandece en pantalla su sonrisa perfecta.

Sin embargo, a favor de White Collar hay que apuntar que es fácil de seguir y que engancha desde el principio. A falta de alternativas mejores, se presenta como la elección ideal para esas noches en las que uno está agotado mentalmente, no quiere pensar mucho frente a la televisión y solo demanda pasar un rato entretenido. Si eso es lo que buscas entonces esta podría ser una de tus series de cabecera. Si por contrario eres alguien más exigente que se siente atraído/a por este tipo de género, te recomiendo que olvides la anterior y comiences a ver otro título: Hustle (La movida), de la BBC One inglesa, donde las “cosas” están bien hechas y se explican de manera más amplia.

De momento, White Collar lleva dos temporadas en antena. Y gracias al éxito de audiencia conseguido, los productores ya han anunciado que habrá una tercera compuesta de 16 capítulos.
Esto hace que me formule la siguiente pregunta: ¿A cuántos malos más tiene que entregar Caffrey para conseguir redimirse de sus pecados?

No nos vendría nada mal que decidiera venirse a España acompañado del agente Burke y que juntos programaran un paseo por el congreso de los diputados y ayuntamientos varios. Aunque solo fuera para meterle miedo en el cuerpo a más de uno de nuestros políticos menos justos y decentes. Sospecho que se iban a empachar con tanto embutido.




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Enviado por:Antonio Pacios
Idioma: castellano
País: España

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