Sociología y Trabajo Social
Violencia doméstica
“DE PUERTAS PARA ADENTRO”
“No saludo, no sonrío, la mirada clavada en el suelo, porque miro y no veo, lo que fui, lo que soy y lo que deseo. Que no se entere nadie que llevo escondida en mi alma a una mujer herida. Mi delito en esta vida es ser mujer y no querer ser sometida.” Mª Jose Torro Martinez, sufrió malos tratos, su denuncia es como un suero para una sociedad enferma.
S
ilencio, no se escucha nada, solo el sonido de sus sollozos. La tenue luz del salón enmascara el rostro magullado de una mujer. Sus lagrimas se evaporan junto al humo de un cigarro mal apagado, que retorcido en el cenicero, contempla la angustia de un alma desgarrada. Mira el reloj y a cada segundo su cuerpo se siente estremecer. Las paredes, testigos inertes de su tormento, la observan. Su vida, convertida en un triste cuento de puertas para adentro, es un sucio contenedor aislado en un solar, donde crecen hierbajos de odio, angustia y soledad. Vergüenza y miedo, sentimientos corruptos que se alían con su agresor. Ella espera sentada junto a la televisión a que llegue, y pide a Dios que esta vez haya bebido menos que ayer, que le golpee con menos violencia, porque ya seria muy difícil disimular con maquillaje las heridas que invaden su cuerpo. Pero no son estas las heridas que más duelen, su cuerpo ya no siente, ya no padece porque se le ha escapado toda la vida que latía en su interior, su alma retorcida lanza un grito que nadie es capaz de oír porque ese grito es un grito mudo, un grito para una sociedad que no quiere escuchar, que no sabe aun como escuchar.
Cerca de 650.000 mujeres españolas son victimas de malos tratos en la actualidad y más de 2 millones afirman haberlos padecido en algun momento, según se desprende de la primera macroencuesta sobre violencia domestica realizada en España. Foro Mundial de Mujeres Contra la Violencia recoge q mas de 5.000 de mujeres y niñas son asesinadas en el mundo cada año a manos de sus maridos o familiares, en Europa entre 42 y 56 son maltratadas, sin olvidar las mas de 130 millones de mujeres que al año son sometidas a la mutilación genital.
Todas estas cifras escalofriantes, nos muestran la realidad de una sociedad enferma, una sociedad en la que aun pueden caen ideologías, estructuras o sistemas, pero en cambio se mantienen los principios de desigualdad, sobre los que se mueven, incluso las sociedades más avanzadas. El trato discriminatorio a la mujer, persiste en ámbitos como el laboral o el económico, aunque parece estar desapareciendo de otros como el educativo. Cuando una mujer es golpeada psíquica o físicamente, aparece, como en un espejo, la imagen viva de lo que nuestra sociedad sigue siendo.
El rol social que se le atribuye a la mujer la convierten en victima de una violencia especifica que, aunque la conocemos por violencia domestica, es el más evidente ejemplo de violencia de genero. Esta violencia muestra progresivamente el perfil de una realidad que hasta épocas muy recientes tenia en el silencio un muro de alianza que escondía la tragedia de un numero incalculable de mujeres.
Sensibilización e información
Hasta 1998 no se percibía en la opinión pública la convicción de que la violencia doméstica era una cuestión social y una señal de alarma ante una realidad que concernía a todos. El caso del asesinato de Ana Orantes a manos de su marido tenía todos los componentes de gran titular: quemada viva tras años de palizas y con unos hijos que repudiaban al agresor. Las organizaciones de mujeres, desde su aparición, han trabajado por que todos los ciudadanos se conciencien de la lacra que supone la violencia doméstica —“terrorismo doméstico”, como ellas prefieren llamarlo— pero bastaron unas imágenes en televisión para que sus reivindicaciones empezaran a ser escuchadas. Desde entonces ha pasado de ser un asunto privado, que sólo concierne a la pareja, a un problema social, que también compete a las autoridades.
Ese mismo año se aprobó el primer Plan de Acción contra la Violencia Doméstica, con medidas que se prolongaban hasta el presente año 2000. Desde entonces se han invertido algo más de 4.700 millones de pesetas en campañas publicitarias, cursos de formación o casas de acogida. Un total de 70 Organizaciones No Gubernamentales han recibido subvenciones para desarrollar programas que combatan la violencia doméstica. Pero el número de mujeres asesinadas por sus parejas continúa aumentando. En 1998 un total de 35 mujeres murieron a manos de sus cónyuges, en el 99 el número ascendió a 42, y por lo menos a 30 en lo que va de año.
Uno de los principales logros, según las asociaciones, es el creciente número de denuncias —que han aumentado un 6,5% con respecto al año 99— ya que podría afirmarse que los malos tratos son en realidad un problema oculto: se calcula que el 95% de las agresiones no se denuncia. Uno de los principales retos es acabar con el sistema que otorga impunidad al agresor, para que la mujer perciba que la denuncia puede ser el principio del fin. Fundamentalmente, las críticas se centran en la aplicación de la legislación y en los defectos de fondo y de forma durante el proceso que colocan a la mujer en una situación de total indefensión.
Las medidas legales adoptadas, según afirma Javier Vidal, Asesor Jurídico de la Concejalía de Bienestar Social y Atención a las Mujeres Maltratadas de Murcia, son “el endurecimiento de las penas a las personas responsables de estos actos de agresión, una mayor agilidad a la hora de administrar justicia y recientemente en el 2º Plan de Acción contra la Violencia Domestica se han determinado diferentes medidas como la llamada inmediata a presencia judicial una vez se ha producido la agresión”, pero por otra parte, la mayoria de denuncias de malos tratos suelen acabar en juicios de faltas, con los agresores condenados a pagar una mera multa, en dicha circunstancia el problema, según Javier Vidal, es “fundamentalmente de las leyes ya que el delito de agresiones en el ámbito domestico, esta configurado como un delito de habitualidad, por tanto hasta que no se cometan varios hechos no se comete el delito, una bofetada, un insulto, un golpe, una amenaza... eso visto aisladamente se juzga como falta, no como un delito de agresión”, es decir que para que a un maltratador se le acuse como un criminal, la victima debe de padecer durante un tiempo golpes físicos, morales y psíquicos, que en realidad es lo que las leyes castigan, la habitualidad de las faltas.
La sensibilización de las Fuerzas de Seguridad del Estado es otra asignatura pendiente, como señala Javier, ya que esa “falta de delicadeza y frialdad por parte de los agentes de la autoridad”, hace que una mujer destrozada se encuentre en una situación muy violenta a la hora de denunciar.
“Entre cuatro paredes”
“Me atrapó la dulzura de un hombre, me abandoné a un loco deseo, convertí mi vida en un triste cuento de puertas para adentro. Que nadie se entere... que yo con esto puedo. La vida perfecta es lo que voy ofreciendo. Vecinos, amigos y familia envidian la suerte que tengo. La pareja perfecta, demasiado perfecta... él no bebe, ni se droga, trabaja y colabora, pero... golpea, humilla y destroza.
Mi cuerpo, su aliado, cicatriza las heridas para que no se vea nada. Mi alma destrozada, mi aliada, me empuja a no seguir callada. A un cuerpo magullado un alma destrozada acompaña, ya ni siquiera te duele el cuerpo, porque te ha destrozado las entrañas. El asesino perfecto que mata y se salva.
¡Malditas paredes que tapáis a los que agreden! Cobardía de vecinos que predican su solidaridad a voz en grito pero que con sus silencios protegen al asesino.”
El Silencio, cómplice gratuito de los que machacan la inocencia, de los que corrompen sueños de príncipe azul y princesa encantada. Ente que ronda la casa como un sucio carcelero y que ahuyenta el valor de un alma maltratada.
El Silencio, el mejor aliado de los “terroristas domésticos”
El miedo al que dirán, el convencimiento de los mitos tradicionales, la vergüenza... condiciones que hacen que una mujer sufra “entre cuatro paredes” todo su dolor, que lo lleve guardado en lo mas profundo de su ser. Este silencio letal, no es una opción.
Como apunta Juana Herreros, Portavoz de la Concejalía de Bienestar Social y Atención a Mujeres Maltratadas de la Región de Murcia, “ las mujeres no optan por el silencio, sino que es lo único que pueden hacer ya que su propia situación en la que la agresión y la violencia continuada, va minando la personalidad de la mujer y les va quitando la posibilidad de actuar por sí mismas; esto añadido a la falta de respuesta de la sociedad que ve este problema mas como un problema familiar que social hace que la mujer tenga como única salida el silencio”. Como bien apunta Juana, la reacción de la sociedad ante esto, pasa casi desapercibida “y ahora afortunadamente, porque se empieza a hablar de esto pero hasta hace unos años para nada, es mas si lo decías hasta en tu propia familia ibas a encontrar rechazo... y ya no solo en las costumbres sociales sino que también en las leyes aparecía esto como algo normal, el dar el derecho al marido de cómo debía comportarse su mujer”.
El problema de este terrible silencio que ampara al agresor, debe ser solucionado primeramente desde la gente más cercana, como vecinos o familiares, “que fácil seria si su propia comunidad de vecinos admitiera que eso es un problema y que tienen la obligación de ayudar”, apunta Juana.
La propuesta echa por el presidente de la Comunidad Autonoma de Castilla - La Mancha, de publicar la identidad de los agresores, podía ser una de las medidas a tomar para desenmascarar a los violentos, que juegan a ser dioses con la gente que más le quiere escondidos tras una vida aparentemente cívica y normal. Esta medida seria útil en tanto, en cuanto las personas que rodean a este tipo de individuos se dieran cuenta con que tipo de personas están tratando.
Síndrome de Estocolmo doméstico
A pesar de las dificultades y del miedo hay que romper el silencio. El silencio siempre es un obstáculo y una de las principales trabas que tiene la mujer para acabar con él es ella misma. Reconocerse como víctima y “traicionar” al que ha sido su compañero, asumir el juicio social, sentirse responsable de las agresiones, la falta de perspectivas personales y económicas… son factores psicológicos y sociales que perpetúan la lacra de la violencia doméstica.
La mayoría de las que sufren maltrato están inmersas en una maraña de comportamientos para poder aguantar el infierno de la convivencia. Muchas no soportan esta situación y acaban tomando la opción del suicidio... las cifras sobre muertes por malos tratos nunca contabilizan los datos de suicidios.
Los síntomas depresivos que padecen estas mujeres se manifiestan fundamentalmente mediante la apatía, la pérdida de esperanza y la sensación de culpabilidad.
Pero cabe preguntar el por qué una mujer es capaz de soportar durante años malos tratos brutales y el por qué la mujer no solo no rechaza esta situación sino que además la justifica. Dar una explicación a estas reacciones paradójicas es uno de los objetivos de Andrés Montero. Este experto ha desarrollado un modelo teórico denominado Síndrome de Estocolmo doméstico que describe como “un vínculo interpersonal de protección, constituido entre la víctima y el agresor, en el marco de un ambiente traumático y de restricción estimular, a través de la inducción en la víctima de un modelo mental”. Ella desarrolla el síndrome para proteger su propia integridad psicológica y, para adaptarse al trauma, suspende su juicio crítico. Esta podría ser una sólida explicación para que las mujeres maltratadas desarrollen ese efecto paradójico por el que defienden a sus compañeros, como si la conducta agresiva que desarrollan fuera el producto de una sociedad injusta y fueran ellos las víctimas de un entorno violento que les empuja irremediablemente a ser violentos.
El Síndrome de Estocolmo doméstico viene determinado por una serie de cambios y adaptaciones que se dan a través de un proceso en el que se reconocen cuatro fases. En la fase desencadenante, los primeros malos tratos rompen el espacio de seguridad que debería ser la pareja, donde la mujer ha depositado su confianza y expectativas. Esto desencadenaría desorientación, pérdida de referentes, llegando incluso a la depresión. En la denominada fase de reorientación, la mujer busca nuevos referentes pero sus redes sociales están ya muy mermadas, se encuentra sola, generalmente posee exclusivamente el apoyo de la familia. Con su percepción de la realidad ya desvirtuada, se autoinculpa de la situación y entra en un estado de indefensión y resistencia pasiva, llegando así a una fase de afrontamiento, donde asume el modelo mental de su compañero, tratando de manejar la situación traumática. En la última fase, de adaptación, la mujer proyecta la culpa hacia otros, hacia el exterior, y el Síndrome de Estocolmo doméstico se consolida a través de un proceso de identificación.
Esta explicación teórica intenta describir un proceso e identificar sus causas para lograr el objetivo último de trabajar con mujeres maltratadas y conseguir que escapen del entorno violento en el que viven, pero también de esa cárcel en que se ha convertido su mente.
Mitos
Como señalábamos antes muchas son las circunstancias que rodean a esta lacra social a la hora de no ser considerada como tal. Las viejas costumbres, la historia, la influencia paterna, la antigua legislación... De todo esto, aparecen en la sociedad ideas firmemente arraigadas, quizá en el subconsciente, quizá en la propia manera de pensar de la persona, de cómo debe ser el trato hacia una mujer. De aquí surgen los mitos, estancados en las cabezas de hombres y mujeres que ven esta situación totalmente normal, que siempre estado ahí.
La violencia es un proceso circular. Porque la violencia, obedece a causas múltiples en distintos niveles de conceptualización. Por un lado, las creencias históricas, míticas relacionadas con los valores, entre ellos, las ideas acerca del poder, la obediencia, lo que debe ser una mujer, lo que debe ser un hombre y lo que debe ser un niño, incluyendo entre estos valores, lo que son derechos y obligaciones de cada uno No es necesario estar siempre de acuerdo, es en la diferencia que se madura. Y esa diferencia nos permite romper el circuito que forman los engranajes de la violencia.
Somos sostenedores de mitos, porque remar río arriba cuesta más trabajo que remar con la corriente, cansa más.
La violencia familiar es un problema de las clases sociales bajas y de las poblaciones marginales La violencia domestica, se da en todos los niveles sociales, culturales y económicos, como señala la Portavoz en Murcia de mujeres Maltratadas, lo que conocemos es solo la punta del iceberg, y esto es así porque son las mujeres de menos recursos económicos las que acuden a buscar ayuda en las entidades estatales y son estas las que figuran en las estadísticas, sin embargo las mujeres con mas recursos buscan ayuda en el ámbito privado y estas no figuran en las estadísticas. Por esto existe una predisposición a pensar que es solo en casos de clases bajas donde se da este problema.
2- No existe la violación conyugal. Por lo menos una quinta parte de las mujeres maltratadas son forzadas a mantener relaciones sexuales durante el episodio de violencia o inmediatamente después. De la misma manera son forzadas a realizar actos sexuales indeseados. El 60% de ellas son sexualmente abusadas por sus parejas
3- Si la mujer maltratada realmente quisiera, podría dejar a su abusador. Muchas mujeres dejan a sus parejas. Sin embargo existen razones sociales, económicas, culturales, religiosas, legales y/o financieras que mantienen a las mujeres dentro de .la relación. El miedo es otra de las razones que las hace permanecer en sus hogares. Los peores episodios de violencia suceden cuando intentan abandonar a su pareja. Los golpeadores tratan de evitar que las mujeres se vayan a través de amenazas de lastimarlas o matarlas, de lastimar o matar a sus hijos, de matarse ellos o de quedarse con la tenencia de los niños.
4- El maltrato generalmente se produce una sola vez. Debería ser un asunto familiar privado, no un crimen. El incidente de maltrato rara vez es un hecho aislado. En realidad el maltrato generalmente se produce como una escalada en frecuencia e intensidad, con la de tener un comienzo insidioso (la víctima no lo nota al principio).
5- El embarazo detendrá la violencia. Frecuentemente hay un aumento de la violencia durante el embarazo y muchas veces el primer episodio de violencia física se produce durante el embarazo. Generalmente los golpes se dirigen especialmente al vientre de la mujer, produciéndole un aborto o complicaciones en el embarazo.
6- Los chicos no se dan cuenta de que su madre es golpeada, por lo cual no son afectados. Al menos en la mitad de los hogares en los que la madre es maltratada, también lo son los niños. También pueden ser lastimados por la violencia en contra de su madre, a través de objetos voladores, o mientras están en sus brazos. Aún cuando los niños sólo sean testigos de la violencia contra la madre, las consecuencias para su salud y su supervivencia son graves. Frecuentemente son ellos quienes instan a la madre a abandonar la relación violenta o quienes se interponen entre los padres para proteger a la madre.
Los varones tienen más posibilidades de convertirse en violentos cuando crecen. Las niñas aprenden que la sociedad acepta la violencia hacia las mujeres.
7- Las mujeres maltratadas son masoquistas y locas, provocan y disfrutan del maltrato. Las reacciones de la mujer maltratada frente a la violencia son normales y necesarias para sobrevivir, dadas las circunstancias. Ella no está loca ni disfruta del maltrato. Generalmente lo que siente es miedo, impotencia, debilidad y vergüenza. Sigue ilusionada en que su pareja va a cambiar. Él muestra remordimientos o promete que va a cambiar
8- Los hombres que maltratan a sus mujeres están enfermos y no son responsables por sus acciones. Los hombres que maltratan a sus mujeres o a sus hijos son, por lo general, sumamente seductores y agradables Si realmente estuvieran enfermos serían violentos no sólo dentro del hogar, sino también fuera de él. Pocos de ellos presentan alguna patología. Los golpeadores no están fuera de control y acusan a sus parejas de provocarla. Este mito permite justificar la violencia, evitando que la sociedad sancione el maltrato
9- La violencia familiar es provocada por el alcohol y las drogas. Muchos golpeadores no abusan ni de las drogas ni del alcohol y muchos abusadores de drogas o alcohol no son violentos. Son dos problemas separados que deben ser tratados por separado
10- Una vez que se detienen los golpes, todo va a estar bien. El abuso psíquico, emocional y sexual generalmente son anteriores a los golpes y continúan aún cuando éstos se hayan detenido
La violencia emocional produce secuelas tan severas que muchas veces se diagnostican psicopatologías graves como consecuencia del maltrato
11- La violencia doméstica sólo es un problema familiar. Es un crimen contra la sociedad agravado por el vínculo, de la misma manera que lo es la violencia entre extraños. Problemas sociales como el alcoholismo, las adicciones, la delincuencia juvenil, el suicidio y la fuga de hogar aumentan cuando hay violencia en el hogar.
Estos son algunos de los mitos, que nuestra sociedad tiene que superar, solo con información y una profunda sensibilización por parte de todos, se podrá superar tanto este como otros tantos malos que sufrimos en comunidad.
La punta del iceberg
Es triste pensar que lo que por ahora se sabe sobre la violencia domestica, sus consecuencias, sus causas, su verdadera situación es solo la punta del iceberg y todo lo ancho que esta sumergido, lo que se desconoce, es la raiz misma del problema, es la situación en la que no-vive la mujer que padece los golpes en la cabeza o en el corazón. La soledad que le rodea, el mutismo por una sociedad que le cierra los ojos, el miedo, la angustia, la rabia contenida y en definitiva un cumulo de sentimientos contenidos que se pueden ajustar a cada caso de maltrato, pero que se vive de manera muy diferente el uno y el otro. Los números lo dicen, pero los números no pueden, ni de lejos, acercarse a la pesadilla que pueden llegar a vivir estas mujeres, violencia de genero que llega a ser comparable a la persecución que padecieron los judíos durante la masacre Nazi, con la diferencia de que los judíos aun tuvieron voz y ayuda y se pudo condenar mundialmente a los asesinos nazis. Sin embargo la persecución femenina se vive en soledad amparada tras la cultura del silencio.
Para aportar otras salidas, para motivar el valor de una mujer a denunciar y para empujar a esta a que luche por su libertad, todos debemos tomar conciencia de esta enfermedad que padece la sociedad y ofrecer nuestra colaboración y nuestro apoyo a las personas que lo necesiten, y hacer saber que el “hasta que la muerte nos separe”, es solo una muletilla que reza en la Iglesia, que por amor no se mata y en definitiva gritar a los cuatro vientos que el amor no es la ostia.
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Enviado por: | Rhs |
Idioma: | castellano |
País: | España |