Varios
Utopía; Tomás Moro
INTRODUCCIÓN
Tomas Moro, hijo de una familia "honorable, sin ser ilustre", nació en Londres en 1478, en una época de tránsito entre la Edad Media y el Renacimiento. Su padre, Sir Juan Moro, trabajó en el Alto Tribunal Judicial, oficio que heredaría su hijo, después de ser entregado como pupilo al Cardenal y Arzobispo Juan Morton, Canciller de Enrique VII Tudor y de continuar sus estudios en Oxford, entre 1492 y 1494, donde adquirió una vasta cultura humanista, centrada en las lenguas y literatura grecolatinas, la retórica y la lógica. Allí conocerá a Juan Colet, Guillermo Linacre, Tomas Latimer, Cuthberto Tunstall y Juan Colt que, junto a Erasmo de Rótterdam siendo uno de los máximos exponentes del humanismo renacentista, a quien conoce en 1499, formarán su círculo de amistades humanistas.
Ejerció con éxito como abogado en Londres y desempeñó puestos de responsabilidad con Enrique VIII. En 1534 fue encarcelado por oponerse al anglicanismo, siendo decapitado un año más tarde.
Es autor de "Utopía", escrita en latín y publicada por primera vez en Lovaina en 1516, y traducida al inglés en 1551. En su obra, influida por la "República" de Platón, defiende un modelo ideal de organización social, contrario al militarismo y al desigual reparto de la riqueza. Defiende la tolerancia religiosa y critica la clase de justicia que le permite a cualquier noble, banquero, usurero u otro semejante de los que nada hacen, o que si hacen alguna cosa no tiene gran valor para la República, lleve una vida espléndida y deliciosa, en la ociosidad o en ocupaciones superfluas, mientras el obrero, el carretero, el artesano y el campesino tienen que trabajar tanto y tan asiduamente en labores propias de las bestias, a pesar de ser tan útiles que sin ellos ninguna República duraría más de un año
Para desarrollar esta República ideal, Moro narra de manera apasionada los viajes ficticios de un tal Rafael cuyo apellido es Hitlodeo quien conoce de lengua latina y es muy docto en la griega, sin duda un personaje imaginario creación de Moro; señalado como aquel que debido a su afición de conocer el mundo cede a sus hermanos la Hacienda que tenía en su país, pues este era portugués y se une a Américo Vespucio. Sin embargo en el curso de un viaje a América fue dejado en Cabo de Frío, y estuvo vagando hasta que, por casualidad, llegó a la Isla llamada Utopía en la que encontró una sociedad ideal.
Utopía está dividida en dos libros: En el Primer Libro, Moro hace una crítica de la situación política y social de Europa, especialmente de Inglaterra. En donde alude que todo desorden y mal moral es siempre fruto de una mala organización y gestión de lo público. Y otorga el carácter de responsables de la entidad moral de los sujetos que bajo ellas se desarrollan, a las instituciones y organizaciones sociales y políticas.
Ya en el segundo Libro, Moro nos revela la descripción que su personaje imaginario llamado Rafael, le hace a cerca de la isla de Utopía, lugar que señala como un lugar en donde no existe la propiedad privada, sino que todo es de todos y el hecho de no ser dueños de nada no les quita ni les resta felicidad sino al contrario aprenden a valorar cosas trascendentales que van más allá del aprecio al dinero o a los bienes materiales que lo único que logran es volver vanos a los hombres pues como señala Moro ¿Hay, en efecto, mayor riqueza que llevar una vida tranquila y alegre, carente de preocupaciones, sin tener que pensar en preocuparse por el sustento, ni ser molestado por las recriminaciones incesantes de la esposa, hijos, nietos, bisnietos y tataranietos hasta la más larga posteridad de que pueda envanecerse un espíritu generoso?
RESUMEN
Para dar inicio al resumen de tan importante y trascendental obra, como lo es Utopía de Tomás Moro considero necesario el análisis de dicho término:
Utopía, quiere decir, o deriva, del término u-topos, o sea de aquello que no tiene lugar, algo que por lo tanto está fuera del tiempo y del espacio para significar con seguridad un asunto imposible de realizar en este universo y relacionado con otro mundo, o sea con una región más allá de estas dimensiones, un ámbito celeste y perfecto donde las cosas fueran en verdad y no signadas por las imperfecciones humanas, una forma de la ciudad celeste, o de la ciudad de Dios.
La utopía es el mejor de los mundos, la libertad definitiva y absoluta, el sueño de todo ciudadano hecho realidad. La distopía es el peor de los mundos, la sumisión definitiva y absoluta, el sueño de todo gobernante hecho realidad, y será tanto más efectiva cuanto mayor grado de satisfacción produzca en el ciudadano. Es lo que Sam J. Lundwall define en su Historia de la ciencia ficción como "la pesadilla con aire acondicionado".
Utopía, voz griega, cuyo significado es “no hay tal lugar”.
La obra se encuentra dividida en dos partes:
En el Primer Libro, Moro hace una crítica de la situación política y social de Europa, especialmente de Inglaterra. En donde alude que todo desorden y mal moral es siempre fruto de una mala organización y gestión de lo público. Y otorga el carácter de responsables, de la entidad moral de los sujetos que bajo ellas se desarrollan, a las instituciones y organizaciones sociales.
La narración comienza cuando Enrique VIII rey de Inglaterra, envía a Moro quien se encuentra a sus ordenes, con el título de embajador a Flandes, para tratar de un negocio y allanar las divergencias. Ya encontrándose Moro en dicho lugar recibe varias visitas y entre ellas la de Pedro Egidio oriundo de Amberes, su buen amigo, a quien el mismo describe en líneas, como joven sabio y delicado, virtuosísimo y extremadamente culto que da prueba de un amor, de una fidelidad, de un afecto tan grande para con sus amigos; le adorna una rara modestia y nadie como el rechaza la hipocresía.
Cierto día, al salir de la iglesia de la Virgen María y disponiéndose Moro a regresar a su albergue, vio a Pedro Edigio teniendo una conversación con un desconocido, de avanzada edad, tez obscura y barba crecida; se trataba de Rafael Hitlodeo quien describe como un hombre que conoce la lengua latina y es muy docto en la griega; dedicado al estudio de la Filosofía; y quien cedió a sus hermanos la Hacienda que tenía en su país (Portugal) y se uniera a Américo Vespucio debido a su gran interés por conocer el mundo.
Rafael fue compañero constante de Américo en tres de sus cuatro viajes, más no volvió con el en su última expedición ya que al llegar al límite extremo de su navegación Américo abandonó en un fortín a veinticuatro de sus compañeros y Rafael logró de Vespucio la autorización de quedarse con ella; pudiendo más su amor hacia la aventura que la preocupación de su última morada.
Después de dicho encuentro Rafael es invitado por Moro a su morada donde ya en el jardín, sentados en un banco cubierto de musgo, se perfilan para una gran charla.
Es así como Rafael empieza a relatar sus hazañas y la manera en que lograron establecer relaciones y amistad con los habitantes de aquel lugar y de muchos otros a los que llegaba a visitar de los que rápidamente llego a conseguir balsas para atravesar las corrientes de agua, carros para los caminos y hasta la compañía de un guía quien habría de conducirlos con otros príncipes con amigables recomendaciones. Señalando asimismo dicho personaje que luego de muchas jornadas de viaje, encontraron ricas ciudades y repúblicas bien gobernadas y populosas.
Rafael, con gran sagacidad narra su observación de los errores que había podido ver por doquier; consideraba lo mejor que viera en ambas partes y se mostraba tan profundo conocedor de las leyes y costumbres de los diversos países, que toda su vida parecía haber vivido en cada uno de ellos.
El espíritu de Rafael encerraba la idea de que en cualquier lugar que exista la propiedad privada, donde se midiese todo por el dinero, no se podría conseguir que en el estado imperen la justicia y la prosperidad, a menos de considerar justo un Estado en que lo mejor pertenece a los peores, y como prospero un país en que unos cuantos individuos se reparten todos los bienes disfrutando de las mayores comodidades, mientras la mayoría vive en miseria grande.
Asimismo Rafael pugna por un número reducido de leyes para asegurar un gobierno excelente. Es por ello que en su interior reputa prudentísimas y santísimas las instituciones de los Utópicos.
Asegurando Rafael que el único medio de distribuir equitativamente los bienes y de asegurar la felicidad d la sociedad humana, es aboliendo la propiedad, ya que mientras esta subsista, la mayoría de los mortales, entre ellos los mejores, conocerán las angustias de la miseria de todas sus calamidades inevitables; situación que aunque pueda se susceptible de ser mejorada, considera que no puede ser evitada de forma total.
Señalando a sus escuchas Rafael que si tan sólo hubieran estado en Utopía y hubieran contemplado sus instituciones y costumbres como el lo hizo, viviendo allí más de cinco años, lugar que no habría dejado sino fuera porque tenía el propósito de revelar su existencia dejarían de señalar que no se podría vivir en felicidad en un régimen colectivista; en donde según sus opiniones cuando las cosas se logran sin esfuerzo, todos dejan de trabajar.
Ya en el Segundo Libro, Moro nos revela la descripción que su personaje imaginario llamado Rafael, le hace a cerca de la isla de Utopía, lugar que señala como un lugar en donde no existe la propiedad privada, sino que todo es de todos y el hecho de no ser dueños de nada no les quita ni les resta felicidad sino al contrario aprenden a valorar cosas trascendentales que van más allá del aprecio al dinero o a los bienes materiales que lo único que logran es volver vanos a los hombres.
DE LA ISLA DE UTOPIA
La isla de Utopía es llamada así por el nombre de su conquistador Utopo ya que su anterior nombre era Abraxa.
Se señala que en épocas pasadas, aquella tierra no estuvo rodeada de mar por todos lados: Utopo, el conquistador, quien hizo de aquellos pueblos rudos y agrestes una nación que superaba a casi todas las demás en cultura y civilización, mando cortar inmediatamente después de su desembarco victorioso y de su conquista, el istmo de quince mil pasos que servía de unión entre el país y el continente y en esa forma fue que el mar circundó por todas partes aquella tierra.
Posee la isla cincuenta y cuatro ciudades donde la lengua, costumbres, organización y leyes son idénticas perfectamente.
Todos los años tres de los habitantes de cada ciudad, ancianos y experimentados se reúnen en Amaurota, para tratar de cuestiones comunes a todo el país. Dicha ciudad constituye el ombligo de la isla y resulta ser la más cómoda para los diputados de todas las regiones y por ello es considerada como la capital.
Las tierras se encuentran perfectamente bien distribuidas y los utópicos jamás sienten deseos de extender sus limites ya que se consideran como simples cultivadores y no como propietarios de sus tierras.
* 1 familia agrícola = 40 personas como mínimo; hombres y mujeres
2 esclavos
Se halla dirigida por un padre y una madre de familia.
* 30 familias= FILARCA
Cada año, veinte miembros de cada familia regresan a la ciudad, después de haber pasado dos años en el campo, y son reemplazados por igual número de recién llegados de la ciudad, que sean adiestrados en las tareas agrícolas por los antiguos, instalados en el campo desde un año atrás.
Evitando así que todos sean a la vez ignorantes o nocivos en materia de agricultura y que la cosecha sufra perjuicios debido a su impericia.
Poseen pocos caballos y más bueyes ya que consideran, que aunque el buey no tenga el ímpetu del caballo, es animal más paciente y se halla menos expuesto a padecer enfermedades. Su mantenimiento, además exige menores gastos y cuidados y cuando ya no es útil para el trabajo, sirve de alimentación.
DE LAS CIUDADES Y PRINCIPALMENTE DE LA AMAUROTA
Amaurota es la sede de la Asamblea. No hay ninguna mansión que no tenga puerta en la calle y en el jardín las cuales siempre están abiertas, ya que en absoluto no existe la propiedad, y cada diez años se cambian de casa, previo sorteo que se efectúa. En la actualidad todas las casas tienen tres pisos. Los techos planos se encuentran cubiertos con un producto que los hace ininflamables.
DE LOS MAGISTRADOS
Cada 30 familias == eligen a un magistrado == Sifogrante == Filarca
A la cabeza de 10 Sifograntes se encuentra == Traniboro == Protafilarca
Los Sifograntes que son alrededor de unos 200 mediante escrutinio secreto eligen a un príncipe, haciéndolo entre cuatro candidatos que propuso el pueblo.
Cada cuarta parte de la ciudad designa un candidato y lo recomienda luego al Senado.
Cada tres días los taniboros se reúnen en Consejo con el príncipe y deliberan acerca de los asuntos públicos. Allanan las divergencias entre los particulares cuando se producen, que es cosa rara.
El hecho de deliberar sobre los negocios públicos fuera del Senado o e los comicios público, es cosa que se castiga con pena capital.
Nunca se discute en el senado una proposición el mismo día en que ha sido presentada y que la discusión de aplace hasta la siguiente sesión. En esa forma nadie se halla expuesto a decir lo que primero le viniere a los labios y a tener entonces que defenderlo en vez de sostener lo que sería mayor conveniencia al interés público.
DE LOS OFICIOS
El oficio que ejercen los utópicos y del cual todos son conocedores es de la agricultura ya que desde la infancia todos son instruidos en ella; además del conocimiento de esta aprenden un oficio determinado como puede ser: tejedores de lana y lino, albañiles o artesanos o herreros o carpinteros.
Todos adoptan casi siempre los oficios de sus padres. Pero si alguien se siente atraído por otro oficio, por adopción, pasa a formar parte de alguna de las familias que lo ejercen.
La principal función de los sifograntes, consiste en procurar que nadie se encuentre ocioso, que todos ejerzan a conciencia su oficio.
Laboran durante un periodo de seis horas: tres por la mañana, después de las cuales se ponen a comer; terminada la comida reposan dos horas y trabajan luego otras tres , hasta el momento de la cena. Se retiran a dormir a las ocho y duermen ocho horas.
En los ratos de ocio los juegos de azar están prohibidos por ello dedicase la mayoría de ellos, en sus ratos de ocio, al cultivo de las letras; en las primeras horas de la mañana, acostumbran asistir a unos cursos públicos.
Se creería que en una jornada de seis horas se produciría escasez en la República, sin embargo no lo es ya que no sólo basta para obtener lo necesario sino que las supera.
También gozan de exención aquellos a quines el pueblo, a propuesta de los sacerdotes, y con el voto previo de los sifograntes, en escrutinio secreto otorgó una permanente dispensa para que puedan dedicarse al estudio.
DE LAS MUTUAS RELACIONES
Cuando las mujeres llegan a la nubilidad se casan y viven en el domicilio de sus maridos; los hijos y los nietos quedan en la familia y deben obediencia al más anciano de los antecesores.
A objeto de que la población no disminuya ni aumente en forma excesiva, procurase que cada familia no tenga menos de diez hijos púberes, ni tampoco más de dieciséis. El número de los impúberes se halla ilimitado.
Toda la ciudad se divide en cuatro partes iguales, en el centro de cada una de las cuales hay un mercado público. En esta parte, y en almacenes especiales, cada familia entrega los productos de su trabajo, los que son repartidos, según su especie, en almacenes distintos. Cada uno de los padres de familia va allí a buscar lo que necesitan él y los suyos; sin que por eso tenga que entregar dinero ni cosa alguna.
Ellos no matan a los animales para su consumo, lo hacen los esclavos y fuera de la cuidad, puesto que los utópicos no toleran que sus conciudadanos puedan acostumbrarse a matar seres vivientes, dado que, según dicen, dicha práctica, va ahogando en forma paulatina, el sentimiento de piedad., esencial a la humana naturaleza.
De lo que más se preocupan es de sus enfermos; son cuidados en hospitales públicos, en donde nunca sufren ni estrecheces ni incomodidades y se permiten aislar a aquellos que por razón de su mal podrían originar contagios. Las curas se efectúan con dulzura y rapidez.
Todos tienen la facultad de comer en sus casas pero nadie usa de privilegio semejante ya que todos comen en un comedor público en donde la coacción de los alimentos se encuentra a cargo de las mujeres y los trabajos sucios o pesados del comedor se encargan los esclavos.
Se distribuye los mejores bocados para los ancianos que ocupan sitios de honor, pero ellos pueden repartir a gusto con su vecinos más cernanos los trozos elegidos que les sirvieron. En esta forma se honra a losa ancianos, como es debido, y el homenaje beneficia a la colectividad.
DE LOS VIAJES DE LOS UTOPICOS
Cuando un ciudadano desea ir a ver a un amigo que vive en otra ciudad o que quiera simplemente viajar, fácilmente obtiene la venia del sifogrante y del traniboro.
Se les da un vehículo y un esclavo público, que es quien conduce y cuida de los bueyes. Consigo no llevan cosa alguna y, no obstante, durante el viaje nada les falta, ya que de todas partes se encuentra en su casa.
Si alguien saliese espontáneamente más allá de los limites del territorio, y es encontrado sin poder presentar un permiso del príncipe, comete un delito; es apresado como fugitivo, y castigado severamente. En caso de reincidir es reducido a la esclavitud.
Mas, en cualquier pueblo a donde llegare, no le darán alimento sino lo paga con el trabajo que de ordinario se realiza en una mañana o en una tarde.
Entre ellos no usan moneda alguna; la conservan en previsión de acontecimientos que pudieran ocurrir y que talvez, nunca se realizan.
Además extraen perlas así como diamantes, no los buscan, pero si por azar los hallan, los pulimentan y adornan con ellos a los niños, quienes en los primeros años vanos se glorian y ensordecen de adornos tales, pero a medida que van creciendo en edad, ven que sólo los llevan los niños y sin que sus padres les hagan advertencia alguna, los abandonan avergonzados.
Entre ellos no tiene ningún honor portar ropas suntuosas y mucho menos portar o darle un valor al oro, pues de hecho este metal es utilizado para las cadenas de los esclavos.
Discuten acerca de la virtud y el placer; pero su primera y principal controversia es saber en qué consiste la felicidad humana, y si es una o múltiple. Nunca discuten sobre la felicidad sin fundamentarse en los principios religiosos.
Creen que todo placer no constituye felicidad, y que ésta se halla en placeres buenos y honestos. Definen a la virtud como: “Vivir según la naturaleza”.
Desprecian el ejercicio de la caza a la cual consideran como una actividad indigna de los hombres libres.
Otorgan entre los principales placeres del cuerpo La primacía de la salud. Tienen por regla que jamás un placer debe ser obstáculo para otro mayor, ni debe provocar ningún dolor.
Estiman que es gran necedad el menosprecio de la belleza , agotar el cuerpo con ayunos, dañar l apropia salud y rechazar los otros dones d ela naturaleza. Del mismo modo juzgan las mortificaciones que a nadie aprovechan.
DE LOS ESCLAVOS
No reducen los utópicos a la esclavitud ni a los prisioneros de guerra a menos de que sean agresores, ni a los hijos de los esclavos, ni, en general, a ninguno de los que en otras tierras son vendidos como tales, sino a los que por algún crimen merecen ese castigo, y a los que fueron condenados a muerte en alguna ciudad extranjera.
Tiene los mayores cuidados con los enfermos y a aquellos que son persuadidos se dejan morir voluntariamente de inanición o se les libra de la vida mientras duermen, sin que den cuenta de ello. Este fin no es impuesto a nadie, y no dejan de prestarse los mayores cuidados a los que rehúsan hacerlo. Si alguien se diera la muerte sin causa reputada como válida por los sacerdotes y el Senado, no es considerado digno de la tierra ni del fuego tampoco. Su cuerpo es arrojado a los pantanos.
No se casan la mujeres antes de los 18 años, ni los varones hasta que son cuatro años mayores. Si antes del matrimonio un joven y una muchacha tuvieran relaciones (trato carnal) ambos son amonestados severamente y les es prohibido para siempre el matrimonio a menos que el príncipe les otorgue la venia para que lo contraigan.
La mujer sea virgen o viuda es expuesta desnuda a los ojos de su pretendiente por una matrona grave y honesta, y al revés, el varón desnudo es mostrado por un hombre probo ante la joven ya que para los utópicos es evidente que bajo el exterior más brillante pueden esconderse las más repugnantes deformidades, que enajenen el ánimo del marido cuando la separación no es posible.
Los Utópicos son monógamos y solo se separan por la muerte, excepto cuando hay adulterio o insufrible incompatibilidad, y en ambos casos el Senado concede al inocente permiso para volverse a casar y al culpable el perpetuo celibato.
Consideran injusto en extremo encadenar a los hombres con tantas leyes, tan numerosas que es imposible leerlas todas, y tan oscuras que muy pocos pueden comprenderlas. Han suprimido así todos los abogados que defienden las causas y en manera sutil disputan sobre leyes. La experiencia els enseño que es preferible que cada cual defienda su pleito y exponga al juez lo que habría manifestado a su defensor. Tienen pocas leyes y de fácil interpretación
DEL ARTE DE GUERREAR
Consideran que la guerra es cosa bestial. No emprenden la guerra por fútiles motivos, a no ser que defiendan sus fronteras o a no ser el caso de ser movidos por la compasión hacia algún pueblo tiranizado, por humanidad deciden emplear sus fuerzas librándolo del yugo del tirano y de la esclavitud.
Ello no obstante se ejercitan asiduamente en el arte de la guerra, tanto los hombres como las mujeres, en días determinados, para que nadie sea inhábil en la lucha cuando de las armas fuera necesario hacer uso.
Celebran una victoria con triunfos públicos, si derrotan al enemigo sin derramamiento de sangre, si solamente lo hacen a fuerza de astucia y engaños, ya que sólo esto y no la fuerza les distingue del resto de los animales.
Cuando declaran la guerra intentan resolverla rápidamente, invitando a traicionar a sus propios compatriotas, para que estos les entreguen al príncipe y demás personas responsables ofreciéndoles grandes cantidades de dinero si esto no les da éxito contratan a gente de otros pueblos para que sean ellos los que luchen contra su enemigo. Sus soldados actúan al último una vez intentado y fallado lo anterior, pero nunca los anteponen a la lucha.
LAS RELIGIONES DER LOS UTÓPICOS
Unos adoran al Sol, otros a la Luna o a algún planeta errante. También hay quines tienen no sólo por dios sino por dios supremo a algún hombre que se hizo ilustre por su gloria o sus virtudes. Pero la mayor parte no acepta ninguna de tales creencias y reconoce un único dios que se halla por encima de la mente humana al cual llaman “El Padre”
Hasta los restantes utópicos, a pesar de sus diversas creencias, convienen con ellos en la existencia de un Ser Supremo al que comúnmente llaman Mitra.
Utopo había sabido desde un principio que antes de su llegada el país se hallaba cometido a continuas guerras de religión, por ello en cuanto hubo alcanzado la victoria, proclamó la libertad de que cada cual profesare la religión que le agradase y aunque se permita hacer prosélitos, es necesario que se proceda con moderación y dulzura y con argumentos racionales, no destruyendo la ajena religión.
La intolerancia en las controversias religiosas se castiga con destierro o esclavitud.
Casi todos los utópicos están tan convencidos de la beatitud infinita que espera a los hombres después de la muerte, que lloran por los enfermos y nunca por los difuntos, salvo cuando les ven que ansiosamente abandonan la vida temiendo la muerte.
No dan crédito a augures y tampoco a las vanas prácticas adivinatorias que tanto respetan otros pueblos.
Los Sacerdotes son extremadamente santos, por ello es que hay pocos. Hay solamente trece en cada ciudad, con igual número de templos.
A pesar de no profesar todos los ciudadanos la misma religión, todos asisten a los mismos templos en los que no se ve ni se oye nada que no cuadre perfectamente con lo que es común a todas esas religiones. Si una secta tiene ritos especiales, todos sus adeptos los celebran entre los suyos en su casa.
CONCLUSIONES
Leer y sobre todo comprender a Moro, es sin lugar a duda enaltecer las cosas que para nosotros, gente de un mundo globalizado, consideramos sencillas… pues en aquel mundo ideal y poco cercano que nos narra Moro, encontramos un lugar, en el que no hay dolorosas y aun humillantes diferencias sociales que nos llevan a una lucha de poder cuyo único regulador de la misma es un papel o un metal al que únicamente el hombre le ha dado valor.
Moro se adelanto a su tiempo y tuvo una acertada visión de un lugar, donde reina la libertad de pensamiento, en donde si bien la religión ocupa un lugar importante no se lucra con ella y a pesar de que en la obra de Moro encontramos divergencias en cuanto a su actuar y en cuanto a lo que escribía, considero que tuvo cuestiones tan acertadas aún más para su tiempo y no menos para este, pues fue de los primeros que hablo de la eutanasia ante los casos de enfermedad grave y ante los que ya nada se podía hacer y del divorcio como causa de una infidelidad o cuando se presentare la incompatibilidad con la pareja, cuestiones con las que en definitiva estoy de acuerdo pues creo que la gente con enfermedades terminales como las denominamos hoy en día, tiene derecho a una muerte digna y sin dolor, sin sufrimiento para ellos mismos así como para sus familiares cercanos y por lo que se refiere al divorcio considero que si este por su propia naturaleza constituye un instrumento para acabar con una institución como lo es la familia, también creo en la perdida de la dignidad y del respeto cuando dos personas están unidas por todo menos, por amor y comprensión.
Además cabe resaltar, que Moro a pesar de ser un hombre que la Iglesia Católica Apostólica Romana llevó a los altares, habló de la libertad de culto y del respeto por la ajena, del casamiento de los sacerdotes y del sacerdocio de las mujeres; cosa que si en su tiempo sonaba fuera de lugar hoy no debería serlo, al menos para la religión católica pues en mi opinión los sacerdotes antes de llevar e inculcar la palabra de dios son hombres, con errores y defectos como cualquier mortal. Además Moro acertó nuevamente al visualizar las creencias religiosas ajenas al dogma y a toda forma de fanatismo, cosa que sin lugar a duda fue totalmente un acierto ya que no hay peor perjuicio para la gente y aún más para la que carece del conocimiento que los augures y las vanas prácticas adivinatorias que lo único que engendran es la ignorancia y la pobreza.
La existencia de normas tan simples como "ningún placer está prohibido con tal que no engendre mal alguno" hacen de Utopía un lugar magnífico, ya que la ausencia de multiplicidad de leyes y de confusa interpretación hacen que los ciudadanos puedan tener conocimiento claro de ellas y por ello prescindan de abogados; postura que a todas luces es viable pues como ya lo dirían los Romanos: la unificación de la ley en un sólo código beneficiaria a toda la colectividad evitando así multiplicidad de criterios y problemas en cuanto a su aplicación.
Considero que la opinión de Moro respecto de lo absurdo que resulta que se castigue con la muerte el más simple robo, es del todo atinada ya que como bien lo señala no se tendría porque caer en ello cuando el hombre encuentra en su estado la educación necesaria, la preparación y el empleo que le permita una subsistencia digan de un ser humano alejado de la mendicidad y señalando que cuando a pesar de que el hombre tiene lo necesaria para su subsistencia delinquiera, estos se castigaran con la esclavitud, con trabajo difícil y pesado, pero nunca con la pena de muerte; y el ocio y el vicio se previenen mediante un trabajo y una preparación adecuada, olvidando y suprimiendo los juegos de azar pues estos orillan al hombre a la perdición.
México heredó muchos de los postulados utópicos de Tomas Moro y su influencia se localiza en tan conocido personaje histórico como lo fue Vasco de Quiroga, quien en la época Colonial fue designado oidor de la Nueva España en el año de 1530, y después primer obispo de Michoacán; ya que de acuerdo al anhelo renacentista de un mundo puro, la cultura española tradicionalista logra enlazarse a la influencia humanista, con el prospecto de las nuevas tierras descubiertas, bajo una tendencia naturalista, que al ser inoperante en la Europa de esos años, invita a su implantación en la humanidad nueva. Los simpatizantes españoles de La Utopía de Tomás Moro siguen con extraordinaria vocación la orientación humanista de la misma, siendo la figura de Vasco de Quiroga, en su carácter de magistrado, la forma como se puede ajustar la vida de los pueblos descubiertos al esquema utópico reinterpretado por el oidor.
Es así como en el período de 1531 a 1535, Vasco de Quiroga impaciente, funda a dos leguas de la Ciudad de México, con su propio salario, el primer modelo de poblado utópico, llamado hospital-pueblo de Santa Fe. Posteriormente, bajo el mismo modelo, creo otro centro en Atamataho Michoacán en el año de 1533.
http://www.geocities.com/Athens/Oracle/8612/necesidad_utopia.htm
http://www.bibliopolis.org/articulo/1984.htm
Moro, Tomas. Utopía. México. Ed. Porrúa p.5
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Enviado por: | Vero Osornio |
Idioma: | castellano |
País: | México |