Sacks enumera varios casos de personas con habilidades especiales, pero que carecen de capacidad para relacionarse e interactuar con el resto de personas.
1) El primer caso es el de Tom, hijo de un esclavo negro vendido a un coronel, que comenzó a desarrollar un fuerte interés por los sonidos.
Muy pronto empezó a tocar el piano sin haber recibido educación para ello, y a pesar de ser ciego, podía tocar difíciles pero bellas melodías aprendidas de oído.
Estos datos fueron recogidos en 1862 desde Campo Magnum por un corresponsal del Observerde Fayetteville, y en 1866 apareció en un libro del médico francés Édouard Séguin, reuniéndolo en un tomo sobre los que posteriormente fueron llamados “ idiots savants”. Su predecesor, Darold Treffert, también escribió en 1989 un libro sobre estos casos de personas con talentos extraordinarios.
Su fama creció, y ya a la temprana edad de once años tocó para el presidente Buchanan en la Casa Blanca. Su forma de comportarse cuando tocaba el piano o escuchaba música son característicos del autismo, que no fue descubierto hasta los cuarenta de nuestro siglo por Leo Kanner (de Baltimore) y Hans Asperger ( de Viena), que hicieron sus investigaciones de forma independiente. Ambos coincidieron en los estereotipos y forma de comportarse de los sujetos aquejados por esta enfermedad, como Tom: soledad (refiriéndose a la ignorancia total de lo que le rodea, exceptuando los objetos); la monotonía o repetición de movimiento de forma continuada; el desordenado y anormal uso del lenguaje...
2) Un siglo antes de Tom (1768, Berna), nació Gottfried Mind, el cual se convirtió en un talentoso dibujante de gatos. En 1908, apareció en la obra clásica de A.F. Tredgold “Text- Book of Mental Deficiency”, que nos hace partícipes de la gran fama que adquirió este deficiente mental por toda Europa, adquiriendo incluso Jorge IV de Inglaterra una de sus obras.
3) En el siglo XVIII apareció Jedediah Buxton, un trabajador no muy inteligente que demostró tener una gran memoria rententiva apta para hacer cálculos realmente prodigiosos. Era incluso capaz de mantener una conversación y de llevar una vida normal mientras realizaba los cálculos.
4) George Parker Bidder fue un calculador itinerante de inteligencia normal que hizo en su juventud exhibiciones en Inglaterra y Escocia, e hizo gran uso de su habilidad en su profesión (ingeniero). A pesar de su facilidad para los cálculos, le era imposible conocer el procedimiento por el que pasaba para llegar al resultado, pues según sus propias palabras “ parecen surgir con la rapidez de un relámpago”.
Su hijo también estuvo dotado de esta gran inteligencia, aunque no fue tan conocido.
5) También ha existido savants con grandes facultades verbales pese a su bajo nivel intelectual, como nos demuestra el doctor J. Langdon Down (acuñó el término “idiot savant” en 1887), el cual nos pone de ejemplo un paciente que memorizó, tras una sola lectura, “La decadencia y caída del imperio romano” de Gibbon, pero saltándose accidentalmente una línea. Al darse cuenta, retificó, pero cada vez que reproducía el volumen de memoria, se saltaba la línea y luego volvía atrás. O como Martin A, un savat que había memorizado los nueve volúmenes del “Diccionario de música y músicos” de Grove de 1954, porque se los leía su padre cuando era pequeño. Así que Martin recitaba el texto poniendo la voz de su progenitor.
6) Down (5) y Tredgold (2), buscando personas “mentalmente discapacitadas”, hallaron en un Asilo de Earlswood un hombre llamado J.H Pullen, el cual reproducía en maquetas muy fieles barcos y máquinas, poniendo incluso en peligro la vida de un celador con una guillotina sumamente realista. También describen otro savant, capaz de montar un desmontar complejos mecanismos (reloj) sin instrucciones y con gran rapidez.
7) Comienza la historia de Stephen Wiltshire, un chaval autista que había desarrollado sus dotes a edad muy temprana. Es cierto que, por su condición de autista, no reflejaba o incluso no sentía emociones, pero era capaz de mostrar su interés por los edificios y los coches, ya que le entusiasmaba dibujarlos.
Oliver quedó bastante sorprendido al ver sus dibujos, ya que le recordó a su paciente José (El hombre que confundió a su mujer con un sombrero), pues no se esperaba encontrarse a otro autista así. Fueron a visitar Rusia, con la idea del neurólogo a estrechar lazos con aquel ser tan original y extraño, y poder conocer más de cerca cómo se desenvolvía en la sociedad.