Biología, Botánica, Genética y Zoología


Tuberculosis


Es posiblemente la enfermedad infecciosa más prevalente en el mundo.

La tuberculosis (abreviada TBC o TB) es una enfermedad infecto-contagiosa causada por diversas especies del género Mycobacterium. La especie más importante y representativa es Mycobacterium Tuberculosis o bacilo de Koch (en homenaje a su descubridor, el médico y bacteriólogo alemán Robert Koch). Este microorganismo se encuentra en el esputo, la saliva, la sangre la orina y las materias fecales del enfermo.

En el informe OMS de 2006 se calcula que 1,6 millones de personas murieron por tuberculosis en 2005. La tendencia epidemiológica de la incidencia de TBC sigue aumentando en el mundo, pero la tasa de mortalidad y prevalencia están disminuyendo. Ataca preferentemente los pulmones, pero puede también enfermar a otros órganos como lo son los riñones, el hígado, la piel, meninges, etcétera. Es precipitadamente más grave en los niños y ancianos, que pueden morir por ella.

Transmisión

La TBC se transmite, por contagio directo, a través de partículas expelidas por el paciente bacilífero (con TBC activa) con la tos, estornudo, hablando, etcétera. Las gotas infecciosas son de un diámetro entre 0,5 a 5 micrómetros, pudiendo ser producidas alrededor de 400.000 con un sólo estornudo.

También puede adquirirse por contagio indirecto mediante ropas o utensillos del enfermo, en especial por la bombilla del mate; aunque no sea tan frecuente, puede originarse por vía digestiva, sobre todo al ingerir leche no higienizada procedente de vacas tuberculosas infectadas con mycobacterium bovis.

Se estima que un paciente con TBC activa sin tratamiento puede infectar entre 10 -15 personas por año.

La TBC no es hereditaria, pero el recién nacido puede contagiarse de su madre enferma si no se adoptan las necesarias precauciones.

¿Hasta cuándo se contagia?

Iniciando el tratamiento con los medicamentos indicados por el médico, el enfermo deja de ser infeccioso entre los quince y veinte días posteriores al inicio del tratamiento. Pero en ocasiones, dependiendo del estado general de salud del individuo, puede reaparecer hasta veinte años después, volviendo a generar nuevos focos de infección.

Síntomas

La tuberculosis evoluciona en tres fases:

  • Primera fase. Corresponde a la entrada de los bacilos en el organismo. Es la primoinfección, y no se acompaña de síntomas de enfermedad.

  • Segunda fase. Es la diseminación del bacilo por vía sanguínea. Se presentan trastornos diversos como fiebre y congestión pulmonar que, si son bien tratados, se siguen de la curación.

  • Tercera fase. Es cuando los bacilos se localizan en distintos órganos para “despertar” cuando las defensas naturales del individuo ceden. Aparecen entonces lesiones, principalmente en los pulmones, aunque a veces afectan las meninges, el intestino, el riñón, los huesos, los ganglios, la laringe o la piel.

Diagnóstico

Como la infección tuberculosa no produce signos ni síntomas, es necesario utilizar una prueba tuberculínica para averiguar su presencia.

Para ello se emplea tuberculina, sustancia que se obtiene por filtrado de un líquido en el que se han cultivado bacilos tuberculosos. Como su potencia puede variar según la técnica adoptada, se acostumbra a emplear una tuberculina “standard” denominada PPD (sigla del nombre inglés, que significa derivado proteínico purificado).

El método más confiable para hacer el diagnóstico de la infección tuberculosa es la de intradermo-reacción de Mantoux. Consiste en inyectar en el brazo una solución determinada de tuberculina.

Después de 48 horas se observa la zona inyectada. Si el organismo está libre de la infección tuberculosa no aparece ninguna modificación en el sitio de la aplicación. Se dice entonces que la reacción es negativa.

Cuando el organismo tiene una infección tuberculosa, en el área de la inyección se produce una induración, es decir una mancha roja algo endurecida que abarca de 5 a 25 mm. de diámetro y que luego desaparece. En este caso la reacción es positiva e indica la presencia del bacilo de Koch en el organismo. Sin embargo, en la mayoría de los casos, no significa que el individuo no esté enfermo. Para averiguar si ello ocurre es necesario emplear los acostumbrados métodos de diagnóstico: examen radiológico y análisis de esputo.

'Tuberculosis'

La radiografía de Tórax es esencial en el diagnóstico de la enfermedad. Las lesiones típicas radiológicas son apicales, en segmentos posteriores y generalmente formando cavidades.

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Tratamiento

El tratamiento de la tuberculosis se realiza con combinaciones de fármacos antituberculosos, haciendo eficaces las pautas de 6 meses de tratamiento.

La tuberculosis es perfectamente curable, pero es necesario un diagnóstico temprano (acudir inmediatamente al médico), pues es una enfermedad grave si no se sigue el tratamiento adecuado. En seguida, es indispensable no abandonar el tratamiento dado por el médico pues, al suspender el tratamiento, esta enfermedad se empeora rápidamente y causa que el bacilo se haga resistente a los medicamentos.

Prevención

Se previene mediante una vida sana e higiénica, identificando oportunamente a los enfermos y asegurar su curación para no contagiar a otras personas y principalmente por medio de la vacunación con vacuna BCG (bacilo Calmette y Guérin, descubierta por el médico bacteriológico Albert Calmette y el médico veterinario Camille Guérin) aplicada a los niños en el primer mes de vida, en el ingreso a la escuela y a los 16 años de edad.

Día Mundial de la Tuberculosis

La OMS declara el 24 de marzo como el Día Mundial de la Tuberculosis. Se conmemora que el 24 de marzo de 1882, el Dr. Robert Koch anunció el descubrimiento del bacilo de la tuberculosis.

En 1982 se realizó el primer Día Mundial de la Tuberculosis patrocinado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Unión Internacional Contra la Tuberculosis y las Enfermedades Respiratorias (UICTER). Este evento buscaba educar al público sobre las devastadoras consecuencias económicas y de salud causadas por la tuberculosis, su efecto en los países en desarrollo y su impacto continuo y trágico en la salud global.

VIH y tuberculosis

La infección por el VIH y la tuberculosis constituyen una combinación letal, ya que se potencian mutuamente. La infección por el VIH debilita el sistema inmunitario. Ante una infección por el bacilo de la tuberculosis, una persona VIH-positiva tiene muchas más probabilidades de enfermar de tuberculosis que alguien VIH-negativo. La tuberculosis es una importante causa de mortalidad en la población VIH-positiva. En África, la infección por el VIH es el factor aislado que más ha contribuido al aumento de la incidencia de tuberculosis desde 1990.

La OMS y sus socios internacionales han creado el Grupo de Trabajo sobre Tuberculosis/VIH con el fin de desarrollar una política mundial de control de la tuberculosis relacionada con la infección por el VIH cuyo principio se asienta en la lucha contra ambas infecciones para combatir su combinación letal. La política interina sobre actividades de colaboración Tuberculosis/VIH describe pautas para crear mecanismos de colaboración entre los programas de tuberculosis y VIH/SIDA y reducir las cargas de tuberculosis en la población y de infección por VIH en pacientes tuberculosos.

La tuberculosis pulmonar, llamada tisis, es la más común y se caracteriza por tos seca, adelgazamiento inexplicable, palidez, ojos brillantes y elevación de la temperatura por las tardes seguida de transpiración nocturna.




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Idioma: castellano
País: Argentina

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