Literatura


Tres sombreros de copa; Miguel Mihura


TRES SOMBREROS DE COPA

Miguel Mihura (1905-1977) escribió en 1932 “Tres sombreros de copa”. Con esta comedia se anticipaba en bastantes años a algunos recursos que después se extenderían por los escenarios europeos con el teatro de lo absurdo. Pero esta comedia, debido a lo novedoso y original de su humor irracional, no se estrenó hasta 1952. El humor cercano al absurdo, la burla corrosiva de los hábitos burgueses y la sonrisa dolorosa que provocan sus situaciones resultaban muy osados cuando fue escrita.

1.- ¿Dónde se desarrolla la acción?

La acción se desarrolla “en la habitación de un hotel de segundo orden en una capital de provincia supuestamente de un país extranjero”. El hecho de que no se especifique el país da un tono de universalidad al texto.

El autor nos proporciona este dato en la primera acotación del acto I, para situarnos en la problemática de convencionalismos burgueses en los que sustenta el conflicto de la obra.

2.- Tema de la novela

Bajo una apariencia de comicidad y burla se esconde un tema trágico. Al protagonista se le brinda la oportunidad de cambiar una vida monótona, ridícula, por otra imaginativa y feliz. Sin embargo los convencionalismos imperantes prevalecen sobre la libertad.

3.- Estructura

Miguel Mihura recurre para la composición de esta obra a las normas del teatro clásico: unidad de acción, de tiempo y de espacio. La acción se estructura en tres actos que corresponden al esquema tradicional: planteamiento, nudo y desenlace.

El acto I supone un planteamiento de la acción. En él se nos presenta a los personajes protagonistas y el conflicto en que viven. Se basa en la ficción que despliegan unos y otros.

El acto II presenta el conflicto como tal: el nudo. Mostrará la experiencia de Dionisio en ese otro mundo en que ha ingresado de la mano de Paula (de ilusión, fantasía y absurdo). Entre el primer y segundo acto trascurren dos horas para que dentro de ese espacio se transforme radicalmente el ambiente.

Cuando Dionisio se decide y se integra en el mundo recién descubierto, unos golpes en la puerta le hacen volver a la realidad. Este paso entre el segundo y tercer acto sólo dura un minuto.

Mihura concluye el tercer acto con el desenlace, con la vuelta de todo a su orden, dejando a Dionisio aplastado por sistema encarnado por Don Sacramento (“pensé salir de aquí hacia el camino de la felicidad y voy a salir por el camino de la ñoñería y la hiperclorhidria).

La acción se va a desarrollar en una noche y en un único escenario, la habitación de un hotel de segundo orden: “Ésta es la única noche que pasaré sólo en la habitación de un hotel...” Dionisio concreta aún más el tiempo (“Las once y cuarto. Quedan apenas nueve horas...”). En su opinión es una noche que sobra. Este planteamiento del tiempo y la utilización del espacio son fundamentales para el desarrollo de la intriga.

4.- Dionisio en la obra

Dionisio se presenta en la obra como un funcionario cursi, tímido, sin voluntad, aferrado a los convencionalismos sociales. Sólo aspira a un matrimonio también convencional (“todos los señores se casan a los veintisiete años”)

El autor hace hincapié en su personalidad débil. Nada más entrar Paula en su habitación Dionisio evoluciona vertiginosamente hasta encontrar dentro de sí mismo, no sin dejar de sentir miedo, un verdadero bohemio (“¡Yo nunca he sido tan feliz!”, “unas horas solamente todo me lo han cambiado”) Quiere romper con la vida que le estaba destinada pero no tiene fuerzas para ello y cae en la desilusión de aceptar que ha sido vencido por la ignorancia de tantos años, víctima de una educación burguesa y timorata.

Así, la evolución de Dionisio es circular, ya que vuelve a adoptar la misma actitud con la que comienza la obra al aceptar acudir a su boda con la hija de Don Sacramento.

5.- Comicidad a través de los objetos.

A lo largo del segundo acto y a modo de comparsa, la pareja del Anciano militar y Fanny entran y salen del escenario. Fanny trata de embaucar al Anciano militar para ir apoderándose una a una de las cruces que adornan la pechera de la guerrera militar.

Resulta cómico porque el hombre, a pesar de que las cruces son los objetos más queridos que posee, va cediendo ante la insistencia de Fanny.

6.- Escena absurda a través del lenguaje

En la obra se recurre con frecuencia a lo absurdo a través del lenguaje. Quizá uno de los más significativos sea el diálogo entre Dionisio y Buby, que el autor hace iniciar así a Dionisio “para romper, galante, el violento silencio”

DIONISIO: ¿Y hace mucho que es usted negro?

BUBY: No sé. Yo siempre me he visto así en la luna de los espejitos.

  • ¡Vaya por Dios! Cuando viene una desgracia nunca viene sola. ¿Y de qué se quedó usted así? ¿De alguna caída?

  • Debió ser de eso, señor...

  • ¿De una bicicleta?

  • De eso, señor...

  • ¡Como que a los niños no se les debe comprar bicicletas!

7.- Escena absurda a través de la situación

En el primer acto cuando entra Paula en la habitación de Dionisio, “al notar su extraña actitud con los sombreros”, que le hacen parecer un malabarista, surge una situación absurda y cómica. Paula confunde a Dionisio con un artista y éste tontamente afirma todas las preguntas de forma incongruente:

PAULA: ¿Sus padres también eran artistas?

DIONISIO: Sí, claro. Mi padre era comandante de infantería. Digo, no.

  • ¿Era militar?

  • Sí. Era militar. Pero muy poco [...] Cuando se aburría solamente.

  • ¿Todos en su familia han sido artistas de circo?

  • Sí. Todos. Menos la abuelita. Como estaba tan vieja no servía. Se caía siempre del caballo... y todo el día se pasaban los dos discutiendo.

8.- Caracterización de Margarita.

Margarita es la novia de Dionisio. Con ella se va a casar a las ocho de la mañana del día siguiente. Margarita es una joven de un pueblo de provincias con la que lleva siete años de relaciones. El noviazgo se lleva a cabo de una forma tradicional (“ver a mi novia y bañarme en el mar, y comprar avellanas, y dar vueltas los domingos alrededor del quiosco de la música, y silbar en la alameda <Las princesitas del dólar>”)

Don Rosario, el dueño del hotel es el que nos aporta más datos sobre este personaje, que estará presente hasta el final de la obra, pero que nunca va a aparecer.

Margarita es hija de una familia de dinero, mimada por sus padres. Se la cataloga como virtuosa y sencilla a pesar de la situación de su familia. Es hacendosa y educada para el matrimonio (“sabe hacer unas labores muy bonitas y unas hermosas tartas de manzana...”).

Dionisio dice de ella que es un ángel, y sin embargo, a través de la conversación de teléfono la relación entre ellos se revela superficial e insulsa. “Bichito mío”, “Caperucita Encarnada”... son los apodos con que Dionisio la llama. Constantemente dice “amor mío” pero acto seguido le dice “yo no hago más que lo que tú me mandas”. Se aprecia aquí la superioridad de ella sobre él.

Pero cuando aparece Don Sacramento, el padre de Margarita, queda claro el dominio que éste y su esposa ejercen sobre los dos jóvenes, anulándoles por completo la personalidad (“Nada de cines ¿eh?... Nada de teatros...”, “La niña los domingos tocará el piano...”

Después del encuentro con Paula, Dionisio descubre a la verdadera Margarita: “Yo adoraba a mi novia... Pero ahora veo que en mi novia no está la alegría que yo buscaba...” La encuentra cursi, ñoña, vanidosa y falta de alegría y ganas de vivir. Junto a ella sólo le espera un vida monótona, triste y aburrida.

9.- El tiempo

Dionisio entra en el hotel de noche cuando todavía no son las once. A las once y cuarto, cuando Dionisio va a acostarse, irrumpe en su habitación Paula, una joven artista que arrastra con ella a ritmo vertiginoso a un montón de personajes que harán que Dionisio pase la noche en vela sin darse cuenta.

Al finalizar el primer acto, desaparecen los personajes de la escena, y sólo quedan Dionisio y Don Rosario, y parece que se detiene la acción. Pero de pronto vuelve a aparecer Paula que le invita a unirse a la fiesta que se celebra en la habitación de al lado.

Pasan dos horas entre el primer y segundo acto. Una serie de personajes y situaciones absurdas se suceden hasta que todos deciden salir a ver el amanecer, menos Dionisio, que empieza a volver a la realidad (No. No voy... Todo esto es absurdo... ¡Ya son cerca de las seis!”). Con la llamada de Margarita anunciándole la llegada de su padre finaliza el acto II.

Un minuto después entra en escena Don Sacramento. A las seis cuarenta y tres, tras asegurarse de que Dionisio irá a la iglesia, Don Sacramento se marcha. A las siete Don Rosario vuelva a visitar a Dionisio para que se arregle ya que el coche está a punto de llegar. La ceremonia se celebrará a las ocho.

10.- Dos concepciones de la vida diferentes.

Dionisio ha vivido siempre en un mundo convencional y gris, en el que se instalará definitivamente tras su matrimonio.

Pero, la noche víspera de su boda, entra en su vida Paula y con ella todo un grupo de personajes del Music Hall, que le hacen conocer un mundo totalmente nuevo para él.

Así, en la obra se enfrentan dos concepciones de la vida. Por una parte, una vida burguesa, con sus “virtuosas señoritas”, con las normas de Don Sacramento; un mundo serio, aburrido, cursi puritano e hipócrita.

Por otra parte, el mundo de Paula: libre, alegre, imaginativo, inesperado, en él conviven los juegos de la infancia y un amor apasionado al margen de las convenciones.

Dionisio se debate entre estos dos mundos, aunque ya sabemos que acaba ganado el mundo de Don Sacramento, dejando ver un cierto pesimismo del autor.

11.- Buby

Buby, el negro que dirige el ballet de la compañía del Music Hall, representa un puente entre los dos mundos expuestos en la obra. Por una parte, es un tópico del mundo del teatro y la opereta, del mundo bohemio. Pero por otra parte también tiene características del mundo convencional y burgués: la importancia que le da al dinero, cómo explota a las chicas para su lucro personal a base de engaños y chantajes...

12.- Momentos más líricos entre Paula y Dionisio

En el segundo acto tras la escena de Paula con el Odioso Señor y la intervención de Buby, entra Dionisio y se fija en Paula. Ambos mantienen un diálogo sencillo e ingenuo buscando amistad y comprensión.

  • “Es preciso que seamos buenos amigos [...] Me encontraba tan sola

  • Mañana saldremos de paseo. Iremos a la playa [...] junto al mar... ¡Los dos solos!...”

Este momento de lirismo queda interrumpido cuando Paula se refiere a “mañana”. Dionisio pierde la alegría pero niega su noviazgo y enseguida se permite seguir soñando junto a Paula momentos felices en la playa y el mar.

  • “Nos citaremos abajo y nos iremos enseguida al puerto y alquilaremos una barca... ¡Ya verás! ¡Qué gran día mañana!”

Este momento se ve alterado de nuevo por la aparición de los otros personajes. Dionisio rechaza la invitación de éstos para ir a ver amanecer. Entonces Paula también decide no ir y los dos se quedan a solas en la habitación. Este es el momento más sentimental entre ambos, que termina cuando Buby golpea a Paula cuando ésta está besando a Dionisio.

Al final, tras la aparición de Don Sacramento, Paula se da cuenta de que Dionisio se va a casar. Entre ellos hay un diálogo en el que Dionisio expresa a Paula su deseo de no casarse, ya que ha descubierto que hay mujeres que “al hablar no les palpita el corazón, pero les palpitan los labios en un constante sonreír...” Pero esta escena culmina con la aceptación de ambos de que sus caminos son opuestos; no pueden cambiar sus destinos.

Paula, llena de ternura, ayuda a Dionisio a vestirse de novio, y le va hablando dulcemente para que Dionisio lleve a cabo sin remordimiento la decisión que ha tomado desde el principio: casarse con Margarita.

13.- Paula

Mihura caracteriza a Paula como una maravillosa muchacha rubia, de dieciocho años, en una acotación del primer acto. Se presenta a Dionisio como bailarina del ballet de Buby Barton.

Es una chica sencilla, alegre, sincera que se ve atada a Buby (“... a alguna cosa se tienen que dedicar las bonitas muchachas soñadoras, cuando no quieren pasarse la vida en el taller, o en la fábrica o en el almacén de ropas...”) Tiene que aguantar la brutalidad de Buby y aceptar relaciones con “odiosos señores”. Por eso ella es víctima también de una sociedad hipócrita y mezquina.

Aparentemente ingenua trata de transformar su mundo con su fantasía e imaginación para escapar de Buby y de lo que éste representa de servidumbre y vejación. Pero ella sabe que esto no es posible acepta dejar las cosas como al principio. Paula se vuelve a su mundo al final de la obra, lanza los sombreros al aire y grita “¡Hoop!”. Sonríe y saluda.

De Paula ha dicho el autor que “ella únicamente se salva de todo lo ridículo, de todo lo imbécil que le rodea”. Paula simboliza la libertad, los sueños, la poesía. Es la antítesis de Margarita y de todas las “virtuosas señoritas” que ésta representa.

A pesar de la vida que ha elegido para escapar de la miseria no pierde su inocencia y aunque trata de buscar una nueva realidad a través de Dionisio, pronto acepta su derrota y vuelve a su vida cotidiana.

Mihura ha tratado a su personaje con profundidad y ternura.

14.- El final de la obra

A Dionisio le ha surgido la posibilidad de cambiar de vida, de ser libre y feliz pero en el último acto los acontecimientos se precipitan. Los golpes en la puerta y la irrupción de Don Sacramento rompen la magia en la que Dionisio se ha visto envuelto durante toda la noche. El discurso del suegro que expresa todo lo absurdo de una vida convencional, rutinaria y vacía contrasta con el intento posterior de Dionisio y Paula para no dejarse arrebatar por lo inevitable (DIONISIO: “¡Yo no me quiero casar! ¡Es una tontería! ¡Ya nunca seré feliz! Unas horas solamente todo me lo han cambiado...”)

Los dos protagonistas son conscientes de que son víctimas del orden establecido por la sociedad (PAULA: “¡Yo aborrezco las novias de mis amigos!... Así no es posible ir con ellos junto al mar... Así no es posible nada... ¿Por qué se casan todos los caballeros?”)

Pero mientras Dionisio se queda convencido de que ha sido vencido por las normas que le han aplastado toda su vida y de las que no se atreve a salir (DIONISIO: “¡Escóndete...! ¡Es Don Rosario! ¡No debe verte en mi cuarto!”), Paula trata de no dejarse arrastrar por el absurdo de la existencia y opta por seguir adelante. Simbólicamente lanza los sombreros al aire, “sonríe, saluda y cae el telón”.

Con este desenlace pesimista y triste Mihura critica a todas las personas que optan por vivir según las costumbres impuestas y los convencionalismos imperantes de la vida burguesa, por miedo a la reputación para la que han sido educados. “Dionisio tendrá que hacer feliz a una virtuosa señorita” (Don Rosario), mientras que las muchachas como Paula “no deben enamorarse de aquellos hombres que no regalan joyas” (Buby).

15.- Personajes del Music Hall.

Las artistas del Music Hall: Fanny, Madame Olga, Sagra, Trudy, Carmela... son el contrapunto del mundo burgués, pero a la vez están a su servicio. Representan el mundo subterráneo de una prostitución engañosa. El autor nos presenta a estos personajes como divertidos, alegres y superficiales, aceptando la vida que le ha tocado llevar.

Con los artistas del Music Hall se encuentran otros personajes aún más grotescos, que el autor ha trazado como muñecos de guiñol. Ni siquiera les ha puesto nombre: El Odioso Señor, El Cazador Astuto, el Anciano Militar, el Alegre Explorador, El Romántico Enamorado, El Guapo Muchacho. Cada uno de estos personajes de forma diferente representa la hipocresía de la moral burguesa. El autor compone con ellos “un corro absurdo y extraordinario”, como se dice en la obra, para que la historia aparezca como una farsa.

16.- Comicidad verbal de pura incongruencia

La obra está salpicada de rasgos de humor verbal, muchas veces de pura incongruencia. Mihura recurre a este tipo de lenguaje para lograr una adecuación con las situaciones creadas en el escenario. Trata así de plasmar la irracionalidad en la que el hombre vive diariamente. La utilización de este recurso es uno de los atractivos más sorprendentes de “Tres sombreros de copa”.

EJEMPLOS:

Acto I (pág. 78-79)

DON ROSARIO:... Llevo quince años enseñándoles a todos los huéspedes [...]

Yo, a causa de mi vista débil, no las he visto nunca. Esto me lo dejó dicho mi papá...

DIONISIO: ... De día se verán más lucecitas... [...]

DON ROSARIO: ...en su lugar se ve la montaña, con una vaca encima muy gorda que, poquito a poco, se está comiendo toda la montaña.

Acto I (pág. 81)

DON ROSARIO: ¡ Allí hay una bota ! [...] Yo no podría dormir tranquilo si supiese que debajo de la cama hay una bota [...] ¿La quiere usted don Dionisio? [ ...] Vamos, no sea bobo... ¿Quiere que se la envuelva en un papel, carita de nardo?

DIONISIO: Bueno...

DON ROSARIO: No hace falta. Está limpia. Métasela usted en el bolsillo...

Acto I (pág. 81)

Todo el discurso de Dionisio a Don Rosario sobre los cambios que ha ido encontrando en el hotel a lo largo de los años:

...”Primero quitó usted las moscas de la cocina y se las llevó al comedor...”

...”Pero sin embargo exagera usted... No está bien que [...] cuando estamos constipados se acueste usted con nosotros para darnos más calor y sudar; ni que nos dé usted besos cuando nos marchamos de viaje. [...] cuando un huésped está desvelado entre usted en la alcoba con su cornetín de pistón...”

Acto I (pág. 84)

DIONISIO: (refiriéndose a los sombreros de copa) ...Y éste dice mi novia que me hace cara de salamandra.

DON ROSARIO: Pero ¿de salamandra española o de salamandra extranjera?

Acto I (pág. 85)

En la conversación de Dionisio con Margarita de repente aparece una pulga.

DIONISIO: (Vuelve a tapar el micrófono) ¿Su papá, cuando murió, no le dejó dicho nada de que en esta habitación hubiese pulgas?...

DON ROSARIO: Realmente creo que me dejó dicho que había una...

Acto I (pág. 85)

DIONISIO: Oye, no voy a llevar el sombrero que me hace cara de chubeski...

Acto I (pág. 88)

DIONISIO: Sí, ahora me parece que me hace cara de apisonadora.

Acto I (pág. 93)

DIONISIO: ¿Y hace mucho tiempo que es usted negro?

BUBY: No sé. Yo siempre me he visto así en la luna de los espejitos.

Acto I (pág.107)

SAGRA: ¿Y hace mucho que cazó usted esos conejos?

EL CAZADOR ASTUTO: Sí, señorita. Hace quince días que los pesqué...

SAGRA: [...] Solamente que en vez de llevar colgados esos bichos llevo plátanos. Hace más bonito.

EL CAZADOR ASTUTO: Yo no consigo pescar nunca plátanos. Yo sólo consigo pescar conejos.

Acto III (pág. 140)

DIONISIO: Sí, señor, son ratones...

DON SACRAMENTO: Yo nunca he visto unos ratones tan grandes. [...]

DIONISIO: Sí, los he matado yo con una escopeta. El dueño le da a cada huésped una escopeta para que mate a los ratones...

DON SACRAMENTO: [...] Aquí pone 3,50...

DIONISIO: Es 350. Como hay tantos el dueño los tiene numerados, para organizar concursos. Y al huésped que, por ejemplo, mate el número 14, le regala un montón de Manila o una plancha eléctrica [...]

DON SACRAMENTO: Muchas gracias, Dionisio. Yo se los llevaré a mis sobrinitos para que jueguen [...]

DIONISIO: ¿Y también les va a regalar usted la carraca?

DON SACRAMENTO: ¡Oh, no! ¡La carraca es para mí! [...]




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Enviado por:Javier Pereda
Idioma: castellano
País: España

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